Limit Breaker: Tokio Dungeon - 31
El equinoccio de primavera, mejor conocido en Japón como Shunbun no Hi, una festividad que da la bienvenida a la estación del año en que los cerezos florecen bellamente y provocan una danza singular entre el viento que anima al rezo y deja presenta la partida de aquellos que ya no están y se da las gracias por todo lo bueno que se recibe. Por lo general sucede el 21 de marzo para dar inicio a la primavera.
Como cada año la ciudad se viste de kimono y arroja muchos fuegos artificiales para tal acontecimiento que para el pueblo japones suscita lo más positivo para ellos. Una costumbre sana y milenaria es la de ir hasta el templo y dar gracias por muchas cosas, además de pedir deseos a las divinidades.
Nekomina y su grupo se acercan vestidos para la ocasión. Su marcha es a través de unas largas escaleras de piedra en el bosque lleno de personas y puestos de comida.
Los vecinos y turistas curiosos miran a los yakuzas como siguen a su líder y al contrario que muchos puedan imaginarse, ninguno de esos mafiosos muestra mala cara, al contrario, se muestran realmente sonrientes y agradecidos mientras las mujeres entregan buenos deseos y hacen reverencia, no de temor sino respeto y en particular con su líder, quien ha logrado cambiar la forma de ver a tal grupo de sanguinarios asesinos.
En el medio del enorme grupo, Ichika, Kyubo, Yujin y ambos hijos de Nekomina avanzan avergonzados por ser el centro de atención junto con los yakuzas. Al contrario de lo que los demás puedan pensar, ambos niños no se han aclimatado a ser el centro de las miradas y se refugian en Tomoyo e Ichika, a quien consideran una hermana mayor:
Kyubo: “Me siento muy acorralado”
Yujin: “¿Tu solo?”
Kyubo: “Es una forma de decir”
Ichika: “Yo también me siento incomoda”
Kyubo: “¿Por qué? Fuiste sacerdotisa ¿verdad?”
Ichika: “Si, pero cuando llegaban las festividades no me gustaba estar con gente así que me escondía para evitarlas”
Yujin: “Quien lo diría”
Kyubo: “Aunque entiendo lo que dices”
Ichika: “Sabía que estaba haciendo mal, pero ¿Qué podía hacer? No quería y por eso Ino me permitía dormir temprano”
Yujin: “Un buen gesto de ese terco”
Ichika: “Yujin, tú eres budista ¿también puedes rezar aquí?”
Yujin: “Bueno, no estamos restringidos ni nada por el estilo así que no estaría mal rendir respetos a otras divinidades. Verás, los budistas somos pacíficos, pero me sorprende que Ino, bueno, no te haya enseñado eso”
Ichika: “Lo hizo o al menos eso intentaba, pero…” — baja su cabeza
Yujin: “Tranquila, no lo pienses demasiado. Ahora disfrutemos del festival ¿quieres?”
Kyubo: “Oye, Ichika” — la toma de la mano. Ella lo mira a la luz de la luna mientras se escuchan multitudes de pasos de los yakuzas — “¿te gustaría ir a comer tokoyaki al terminar? Yujin paga” — pregunta tímidamente
Yujin: “¡¿Qué?!” — se exalta
Ichika: “Jajaja, claro, me encantaría” — sonríe feliz
Una vez llegan a las puertas del templo, Ichika empieza a agitarse y los punzantes recuerdos de lo que le paso hasta hace no mucho con su gente en su templo hace que entre en pánico e intente escapar a toda prisa con la incomodidad del kimono que trae puesta, muy asustada. Kyubo la acompaña de regreso a las escaleras. Se quita las getas, calzado característico para las festividades locales y nacionales, y que hace juego con el kimono.
Kyubo se sienta a su lado y mira a la luna, mientras ella apoya su cabeza en el hombro del chico:
Ichika: “Perdóname. Se que ya no me tendría que afectar, pero es mucho más difícil de lo que creía”
Kyubo: “Era de esperarse, solo pasaron seis meses desde aquel incidente. Tranquila, estaré contigo hasta que te sientas lista para ir de nuevo”
Ichika: “No, yo, tengo que hacer esto. Debo hacerlo o sino jamás voy a poder superarlo”
Kyubo: “Si no te sientes preparada no deberías forzarte hacerlo. Nadie te obligará”
Ichika: “Si quiero afrontar lo que se viene, tengo que hacerlo. Al menos hasta que llegue el momento…” — aprieta su puño, pero no logra evitar sentirse angustiada — “soy demasiado complicada ¿verdad?” — vuelve a sonreír
Kyubo: “¡Ja! Demasiado diría yo. Pero así es como he decidido seguirte, de ninguna u otra manera” — la mira fijamente con una sonrisa muy honesta
Ichika: “Gracias, por seguirme a pesar de todo”
Kyubo: “Además ya te he visto desnuda ¡jajaja!”
Ichika: “¡Maldito pervertido!” — lo golpea en el rostro y manda a volar lejos — “bien, tengo que hacerlo. Hace mucho no entro a un templo y no puedo dejar que lo que pasó me deje si valor”
Ichika se pone de pie, coloca las getas y da un paso hacia dentro del templo. Cuando se acerca un poco más, su corazón empieza a acelerarse y el ataque de pánico se hace presente. Una mano amistosa se aferra a la suya y es arrastrada por alguien cuya espalda es ancha y que le brinda una gran seguridad:
Kyubo: “Vamos, Ichika. No sueltes mi mano. Voy a protegerte incluso ahora”
Ichika: “Kyubo…” — mira su espalda y se sonroja — “¿su espalda siempre fue tan grande y su mano tan cálida?” — piensa
Nekomina reza junto a un gran grupo de personas, rodeados por yakuzas que protegen y siguen el ejemplo de la líder, juntando sus manos y dando gracias por la salud, la familia y por continuar vivos en el mundo tan caótico que viven y al mismo tiempo que aman. Ichika y Kyubo se acercan al gran muro que los separa de Neko. Estos se abren, permitiéndoles el paso con una sonrisa fraternal como si ya fueran de la familia. Ichika pasa primero y las agradece a cada uno mientras que Kyubo lanza miradas feroces y los yakuzas responden con lo mismo como si fueran desafíos juguetones que inclusive en la sede también intercambian.
Kyubo choca sus manos y cierra sus ojos, mientras reza en voz baja pero que llega a oídos de la chica:
Kyubo: “Muchas gracias por permitirme seguir vivo para continuar protegiéndola. Es todo lo que necesito y por favor imploro por su salud” — choca tres veces más las manos y pide un último deseo — “dame la fuerza para evitar que ella sufra” — abre sus ojos y mira que Ichika sigue rezando — “te esperare junto a Yujin para lanzar una moneda de ofrenda”
Ichika: “Esta bien” — responde con la cabeza agacha y ojos abiertos, completamente sonrojada por el deseo y rezo de Kyubo
Nekomina: “Entiendo que eras sacerdotisa así que debes de sentirte cómoda aquí ¿cierto?”
Ichika: “Es verdad que fue sacerdotisa del templo, pero jamás he rezado a nadie, excepto cuando salía con mis padres a una festividad. De eso hace mucho tiempo. Aunque desde sus muertes no he sentido que rezar me saque de mi oscuridad hasta ahora”
Nekomina: “¿Sientes que encontraste un propósito para rezar?”
Ichika: “Si, quizás sea eso”}
Nekomina: “Yo siempre rezo por quienes me rodean y fundamentalmente por mis hijos. Son lo más preciado de mi vida. Pelearé siempre por un mañana brillante para ellos y no temo a morir si es necesario. ¿Entiendes a lo que me refiero, Ichika? Mientras exista un motivo, tienes que erguir tu pecho y enfrentar al mundo”
Ichika: “Supongo que un motivo tengo y siento que debo luchar por ello. Es solo que…tengo miedo, eso aun no me deja sentirme tranquila ni en paz”
Nekomina: “Si quieres hablar con alguien de eso, sabes que puedes conmigo. Estoy para escucharte”
Ichika: “Gracias Nekomina. La verdad es que quiero luchar por todos ustedes y este miedo que surge en mi pecho” — se toma donde habita su corazón — “es por no querer perder a nadie más…yo…no quiero que las tragedias se vuelvan a repetir”
Nekomina: “Ya, ya” — la abraza y acaricia su cabeza — “se por lo que pasas y no siempre las cosas pueden salir como las queremos, pero ¿Qué más da? No podemos continuar en la misma esquina lamentándonos y desear haber cambiado algo para que las tragedias no ocurran. Soy de las personas que piensan que todo pasa por algo y sin duda alguna, nosotros hemos pasado por mucho solo por una razón y es el destino marcado. ¿Sabes qué hacemos con eso quienes deseamos cambiarlo todo?”
Ichika: “Cambiamos eso que parece imposible de cambiar” — responde — “así de tercos somos los seres humanos”
Nekomina: “Así es y por esa razón no tenemos que perder el tiempo para lamentaciones. Tenemos el poder y las herramientas para hacer ese cambio, tenemos que luchar siempre por nuestra gente y por aquellos que no son tan afortunados. Eso es lo que he hecho desde que me volví una yakuza y líder de la organización. Tú tienes ese poder también y el cambio puedes hacerlo”
Ichika: “¿Cómo, Nekomina? Yo…no creo tener la fuerza mental para eso. Siento que cuando puedo lograr lo que sea llegan esos recuerdos de mis padres muriendo y las personas del templo también y pierdo las esperanzas de lograr algo bueno. Casi como si la verdadera causa de esas tragedias fuera yo y mi existencia”
Nekomina: “¡No digas eso Ichika!” — las personas a su alrededor la miran exaltados — “p-perdón, jejeje” — se disculpa inclinándose una y otra vez a su alrededor — “nunca digas eso Ichika. No eras la culpable de nada. Piensa en lo que ganaste y no lo que perdiste. Parecerá cliché, pero siéntete afortunada por las personas que te rodean actualmente y mantén presente a los que ya no están. Ese es el secreto de la vida y la muerte”
Ichika: “Muchas gracias, Nekomina” — sonríe con la cabeza agachada y lágrimas que salen de sus ojos
Nekomina: “Si, eres una buena chica” — la vuelve a abrazar — “estoy segura que en el futuro tu vida será muy feliz y brillante. Ese es también mi mayor deseo para ti y mis hijos”
Tras decir eso termina su rezo y se aleja del altar, dejando sola a Ichika no sin antes voltearse guiñarle un ojo:
Nekomina: “Por cierto, él se preocupa mucho por ti. Ahora que los veo bien hacen una bonita pareja. Vayan a dar ofrenda y disfruten de la festividad, yo tengo mucho trabajo que hacer” — retoma su camino con su escolta. Un par se queda para proteger a Ichika y los niños
Ichika: “Si, creo que parecemos una” — sonríe y mira a Kyubo desde lo lejos — “aunque temo que esto se acabe tan repentinamente” — mira una vez más a Kyubo y nota que la figura de este se vuelve transparente por unos muy breves instante — “¿eso otra vez?” — se pregunta, intrigada
***PARTE II***
Al día siguiente por la tarde en Sapporo, Hokkaido, el grupo es llevado por un convoy militar de las Fuerzas Terrestres de Autodefensa de Japón hacia la base de aquella ciudad donde durante décadas ha funcionado la principal estructura militar del país y que hasta hace al menos 15 años funciona un cuerpo conformado puramente por cazadores que han aspirado para ser parte de ese cuerpo del ejército.
La bandera de la nación japonesa se mueve al compás del viento, orgullosa y digna.
Esta base consiste en enormes hangares donde descansan los transportes movidos por energía mágica gracias a los cristales llenos de maná que se extraen de las mazmorras antes de su desaparición. Pasan a través de torres de comunicaciones y muros reforzados además de presenciar a cientos de reclutas entrenándose como diariamente lo hacen:
Kyubo: “Nekomina ¿Dónde estamos?”
Nekomina: “No les he dicho, pero estamos en la base de las Fuerzas de Autodefensa Japonesa para ser más precisos estamos en la zona aérea”
Yujin: “¿Por qué estamos aquí?”
Nekomina: “Pues hay alguien que nos puede ayudar con nuestro problema de transporte para llegar sin problemas a Nepal”
Ichika: “Neko, no me digas que…”
Nekomina: “Tranquilos, esta persona me debe varios favores y nuestra relación siempre fue buena. Además…eeemm…fue mi novio en la preparatoria…” — reconoce con el rostro rojo
A lo lejos ven como un hombre de casi la misma edad que Nekomina se acerca, siendo escoltado por seis hombres bien armados y a paso unificado. Este se detiene hasta quedarse cara a cara con Nekomina y su gente. Con una sonrisa se inclina hacia adelante y presenta con agradable pero firme tono:
General Hideki: “Bienvenidos a la Base Sapporo de las Fuerzas de Autodefensa. Soy el General Hideki Nagatomo”
Nekomina: “Ha pasado tiempo Hideki”
Hideki: “Yo diría que no” — sonríe y abraza a Nekomina, sorprendiéndola — “no sabes cuanto te debemos agradecer mi esposa y yo. Muchas gracias por haber rescatado a mis hijos de esos yakuzas insurgentes”
Nekomina: “Eso es algo que debía hacer. Los hijos son siempre un gran tesoro y aquel que no respeta eso merece un castigo”
Hideki: “Y estaré eternamente agradecido por tu apoyo en ese momento tan difícil para mí y mi familia”
Nekomina: “Por eso te llamé y pedí audiencia”
Hideki: “Por supuesto, te ayudaré”
Nekomina: “El asunto es que… ¿huh?”
Hideki: “¿Qué? Acepto ayudarte”
Nekomina: “Pero ¿no vas a escuchar lo que sucede o al menos la petición?”
Hideki: “Solo sé que necesitas usar mi base aérea. No me interesa nada más. Ya te lo dije y esto lo saben mis subordinados, todo lo que necesites, Nekomina y tus aliados será cosa de estado y apoyaremos sin dudarlo. La deuda será eterna entre esta base y tu grupo”
Las noticias sobre esa decisión de Nekomina sobre finalmente ir hasta Nepal y presentarle batalla a los gurkas, había llegado hasta oídos de los militares y siendo un caso de conflicto internacional entre dos grupos compuestos por cazadores fuertes, no pueden permitir tal cosa. Sin embargo, la conexión entre el General y la yakuza es tal que no hay necesidad de meterse en los asuntos del otro solo dar el apoyo necesario para cumplir con las honestas intenciones.
Ichika se asoma y Hideki la mira, intrigado por la chica:
Hideki: “¿Tu eres?”
Ichika: “S-Soy Ichika”
Hideki: “Ya veo. Eres muy joven para ser una yakuza, Ichika. Deberías ir a la escuela”
Nekomina: “Hideki” — se asoma al oído— “ella es la chica que te mencioné”
Hideki: “¿Qué? ¿enserio? Vaya…”— mira de nuevo a la joven— “me disculpo jovencita”
Nekomina: “Entonces ¿Cuándo partimos?”
Hideki los guía sin responder hacia un hangar, donde se encuentra uno de los transportes mejor armados a nivel tecnológico. Un transporte helimagico de tres motores alimentados con estos cristales mágicos que ahora son normales encontrarse en el mundo desarrollado y que ayuda a mejorar la calidad de vida, adaptándola a la realidad de los cazadores, mazmorras y maná rebosante en la superficie de la tierra. Allí, varios mecánicos ultiman detalles para lanzarlo a la misión hacia Nepal:
Hideki: “Aquí está el transporte que los llevará. Por el momento se encuentra en mantenimiento, pero mañana ya podrá estar en marcha. Tiene capacidad para al menos veinte personas y alcanzan alturas bastante impresionantes, casi como los transportes civiles. Lo malo es que solo contamos con cinco de estas bellezas”
Nekomina: “Es bueno saberlo y solo necesitaremos dos, debido a la cantidad de agentes de la organización que iremos”
Hideki: “Ya veo, entonces intentaremos darle el mantenimiento lo más rápido posible. Mientras tanto quédense en la base. Ya están sus habitaciones. Mañana por la madrugada podrán desembarcar”
Nekomina: “Gracias”
Ichika: “Mañana…”— se acerca al transporte
Kyubo: “Te protegeré cueste lo que cueste” — la toma de la mano
Ichika: “Y yo a ti” — se aferra a la mano de Kyubo y lo mira— “gracias por todo lo que has hecho por mí. Es justo que haga lo mismo…”
Kyubo: “Sigue sonriendo, eso es lo que necesito de ti”
El general se queda mirando a los dos jóvenes y sus promesas tan inocentes, haciéndole recordar cuando Nekomina y él eran iguales. Él habría abandonado la idea de ser militar si ella se lo hubiera pedido pero la vida tuvo otra fenomenal idea al decidir separarlos:
Hideki: “¿Sabes? Ellos me recuerdan a nosotros a su edad. Inocentes, honestos y tontos, pero de la mejor manera”
Nekomina: “Si, pero esa juventud es posiblemente lo que hará que cometan muchos errores ahora, mañana o en algún futuro. Debo evitar que sufran lo que nosotros”
Hideki: “Lo quieras o no eso es algo que ellos deberán afrontar y superar. No nos compete para nada y lo sabes muy bien ¿verdad, Yujin?” — mira al monje y sonríe — “¿creíste que no te reconocería? ¿a ti? ¿al miembro del cuerpo médico de las fuerzas especiales coreanas?”
Yujin: “Pensaba que mi apariencia ayudaría a pasar desapercibido”
Hideki: “Eso no importa ahora. Solo prométanme que no harán nada demente y volverán sanos y salvos. ¿Escribiste eso?”
Nekomina: “Si, pero no fue fácil para mi”
Hideki: “Nunca lo es, pero por eso es necesario”
Nekomina: “Aquí lo tienes” — le entrega unos papeles y documentos en carpeta — “llegado el momento dáselo a esa persona”
Yujin: “N-Neko, no me digas que eso es…” — se queda anonadado mirando esos papeles
Nekomina: “Para estar segura de que si me pasa algo esto pueda ayudar a mantener el orden frente al caos que vendrá” — le responde con aire triste — “no me mires así Yujin, solo quiero que haya un mejor futuro para quienes me importan si algo me llegase a pasar. Todo líder debe tomar una decisión difícil y ese es el peso que llevo, así como tú lo llevaste desde esa misión. Descuida, esta vez seré yo quien cargue con esto”
Hideki: “Yo tampoco quiero que algo así ocurra Yujin pero son formalidades necesarias”
Yujin: “Entonces ya decidiste ¿verdad? Ya sabes a quien elegiste como tu sucesor si no llegas a sobrevivir en Nepal”
Nekomina: “Por eso preparé mi testamento”
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