Prologo: El arrepentimiento de un monstruo

Este sueño lo siento como si fuera la primera vez, sin embargo, me parece haberlo infinidad de veces. Puedo ver mis manos atravesar un velo tan espeso como la nata, busco en una inmensa oscuridad la salida de aquel largo túnel y por alguna razón no me siento solo ¿Fue mi decisión ir por este camino? No lo sé.

Desde que entré por ese túnel siento mi corazón latir con fuerza, como si me advirtiera de un peligro inminente y quiero alejarme de ahí, huir a un lugar seguro… Pero ya es demasiado tarde, como un condenado a muerte mis pasos se hacen cada vez más pesados y esta desesperación me abruma. Las consciencias en mi cuerpo gritan una a una que corra, el instinto de estas se descontrola poniéndome agresivo y aunque sé que ahí está mi fatídico final, no hago nada más que avanzar. Cuando llego al otro lado, lo primero que veo es la desenfocada silueta de alguien llorando de impotencia, intento decirle algo, pero una luz me ciega y lo último que hago es gritar de dolor. Todo aquello por lo que luché, mi desarrollo personal, la historia que forjé con mis manos, las personas que conocí y las metas que alcancé… Todo se pierde en ese instante.

Mi cuerpo es destrozado, siento cada célula de mi ser derritiéndose por una energía mortal, mis gritos son tan fuertes, pero nadie los escucha. Digo los nombres de personas que no conozco, pero ningún alma viene a socorrerme, ruego porque este dolor se acabe y como obra de un benevolente Dios, mi vida va llegando a su final.

«He olvidado algo, no investigué todo lo que debía… Falta algo… Ese lugar… Ahí debe ser», pienso esas palabras mientras mi cuerpo se desintegra, no tengo idea de que significan, pero en mi mente se forma una imagen, veo una puerta de madera y escucho una débil voz pedir ayuda. Sí, es cierto, había alguien ahí… Y yo me fui sin que me importara…

Al pensar en esa puerta, solo tengo sentimientos de arrepentimiento por algo que no hice ¿Qué tiene que ver esa puerta?