LISMATUS: SENDA DEL HERALDO - 10.1
Es una hermosa tarde en castillo del Rey Cassius, los enormes muros blancos son teñidos por el naranja del horizonte y dentro el personal cumple sus labores con una excelente organización. Por pasillos finamente decorados se encuentra alguien caminando, los pasos que da hacen sonar la armadura que lleva encima y al estar frente a una puerta los guardias le permiten la entrada. En la habitación hay una mesa redonda al centro, donde se encuentran sentados los cinco héroes que fueron invocados, cada uno porta las armas que eligieron y visten ropas propias de este mundo.
—Como siempre mi hermanito se hace esperar ¿Algo en especial te entretuvo? —Le dice Maritza, ella tiene un atuendo de túnicas algo reveladoras de color morado con bordes dorados, sobre sus hombros un aro de metal blanco que rodea su cuerpo y extraños objetos similares a lanzas flotan a su alrededor. Su apariencia es igual a la de los Excerl con los que entrenó, muestra una cabellera de tonos entre celeste con verde claro, una piel de un suave color naranja, una pequeña gema al centro de su frente, unos brillantes ojos azules con sombras bajo estos como marcas oscuras y que bajaban hasta sus mejillas.
—Les debo una disculpa, me quede reuniendo información de los guardias del castillo… Además de encontrarme con esa molesta princesita. —Quien llegó era Gregory, llevaba puesta una armadura plateada que mostraba elegancia, en su cinturón una espada cuyo mango es de oro, al reunirse con sus amigos se quita el casco, al cual lo adornan unas largas plumas azules y así procede a sentarse en su puesto.
—Esa mierdita está muy prendida de ti, Gregory. Desde que te confundió con Jeremy te sigue como una perrita faldera ¿Vas a juguetear con ella? —Menciona Lucy viéndolo con una sonrisa cínica, ante su pregunta, Gregory le dedicó una mirada como señalando algo obvio. La apariencia de esta chica es la de los elfos y extrañamente parecía tener un tenue halo plateado rodeándola. Lucy conservó su cabellera pelirroja, pero ahora presentaba ligeros tonos que la hacían lucir como fuego vivo, su piel tiene ligeros brillos tornasolados y sus largas orejas apuntan hacia arriba con elegancia. Vestía ropajes de tela verde un tanto transparente que entallaban su figura, adornos de joyas en sus extremidades y jugaba con su lanza negra entre las piernas.
—¿Cada cuánto haremos estas reuniones? Tengo cosas que matar, mujeres que coger y tesoros que tomar. —Sentado con las pezuñas sobre la mesa estaba Cesar, su apariencia es la de un minotauro fornido, el pelaje en sus extremidades tiene tonalidades doradas y en su cabeza resaltan esos grandes cuernos saliendo por los lados. Su tamaño alcanzo los 2.30 metros, sobre sus marcados músculos tiene tatuajes azules y a su lado reposa una gran hacha de doble filo.
—Como todo bárbaro solo piensas en coger, matar y robar ¿Dónde está la diversión en eso? Disfruta más afondo los placeres de este mundo. —Agregó Lucy riendo un poco.
—¿Qué te parece enseñarme tu misma esos placeres? —Preguntó Cesar guiñándole un ojo, Lucy solo hizo un gesto de desagrado y le sacó el dedo del medio.
—Parece que todos se han adaptado rápido ¿Acaso no extrañan nuestro mundo? —Les pregunta Yesenia, su atuendo es azul parecido al de una monja del medievo, le cubría casi todo el cuerpo e incluso lleva una corona dorada, con adornos blancos y símbolos extraños.
—Para serte sincero es una vida difícil sin tecnología, extraño el internet y nunca veré el final de muchas de mis series, pero comparada a la vida que tenía antes, estar aquí me hace feliz… Me siento contento con los espectros que me adoptaron, me tratan mejor que mi propia familia y he aprendido mucho de ellos. —Una voz distorsionada se hacía presente, los demás héroes veían una figura difusa dentro de un manto neblinoso y ahí solo podían verse unos ojos rojos.
—Denis, no tienes que ocultarte en tu neblina mientras estas con nosotros y todos queremos ver la apariencia que tomaste con los espectros. —Le dijo Gregory animándolo a salir de su manto blanco.
—Está bien, solo que en este mundo los espectros son discriminados por su apariencia —la niebla comenzó a retraerse metiéndose dentro de una armadura negra—. ¿Doy más miedo ahora? —Dijo Denis mostrándose completamente mientras se retiraba del rostro una tosca mascara de metal oscuro, su piel era de un color plomo claro con diminutas arterias rojas, los ojos los tiene de un brillante carmesí, en su boca se asoman un par de colmillos largos y sus largas orejas apuntaban al suelo. La armadura que lleva puesta es de un tosco metal azabache, con líneas rojas que parecen palpitar y en el pecho un cristal carmesí.
—Te vez muy bien, Denis, me recuerdas a un vampiro. —Mencionó Lucy mirándolo fijamente que lo hizo avergonzarse.
—No estás tan equivocada en eso, según pude investigar en textos prohibidos, el progenitor de los espectros es una extraña criatura de otro mundo ¿Vistes sus restos cuando te volviste un espectro? —Preguntó Maritza llamando la atención de Denis.
—Esa información es celosamente guardada por los espectros… Pero si, bebí la sangre de un decrepito cadáver, durante la noche tuvo lugar mi transformación y en la mañana me llevaron con mi familia adoptiva. —Respondió Denis recordando un cuerpo seco clavado a una pared.
—En mi caso, los elfos me llevaron al árbol mundial, pasé dos días dentro de una corteza donde la savia primordial me rodeó y rompí esa prisión de ámbar con mis propias manos. —Agregó Lucy haciendo memoria del tiempo que pasó sumergida en ese espeso líquido.
—Lo mío fue más un ritual ceremonial con bebidas alucinógenas, inciensos pesados y el sacrificio de un miembro de la tribu taurina. Me hicieron degollarlo, beber su sangre, comerme su corazón y dormí envuelto con sus restos bajo tierra. Lo primero que recuerdo es como fui sacado de esa tumba y los gritos finales de la ceremonia. —Cesar sacó de su cinturón una pipa hecha de hueso y en ella había tallados similares a lo que describió.
—A mi metieron a un poso lleno de mana líquido, me daban instrucciones para realizar cortes en mi cuerpo y lentamente sentí mi carne derretirse… Fue una experiencia extraña, me gustaría volver a realizarlo. —Dijo Maritza sorprendiendo a sus amigos.
—Para mí y Gregory solo fue un ritual para que adquiriéramos bendiciones de Deidades de este mundo y luego de eso me sentí un tanto diferente… Era como si todos los días tuviera un sueño reparador y mi cuerpo estuviera 100% optimo. —Mencionó Yesenia reviendo una afirmación por parte de Gregory.
—Es bueno que sepamos esas cosas, chicos. Estas reuniones son importantes, tenemos que compartir nuestros avances e información que pueda sernos útil. Lo haremos cada mes, así que tengan bien administrado el tiempo para llegar aquí. El Rey Cassius nos recibe con bombos y platillos si le traemos algún buen tesoro, ciertamente usarlo a nuestro antojo es muy fácil. —Les dijo Gregory con total confianza.
—O-Oye ¿Está bien que digas eso cuando sus guardias están afuera? —Cesar miró la puerta.
—No te preocupes por eso, Cesar. Apenas mi hermano cerró la puerta puse dos hechizos, uno para que ningún sonido salga de aquí y otro de sensor para avisarme si alguien se acerca. Ahora cuéntanos de tus descubrimientos hermanito… —Mencionó Maritza mostrándole dos luces en las puntas de sus dedos.
Gregory les habló acerca del entrenamiento que tuvo como [Espadachín], que su nivel actual era 95 y estaba a punto de evolucionar su clase a [Caballero], al oír esto Cesar soltó una carcajada. Les habló también sobre lo que los soldados piensan del gobierno de Cassius, especialmente que se está dando mucha atención a las guerras contra la dimensión demoníaca, descuidando así las ciudades pequeñas y pueblos, los cuales son asediados por monstruos y bandidos.
—En resumen, el Rey que nos invocó es un maldito estúpido, solo quiere cuidar sus intereses personales y la ostentosa vida que se da en su castillo. Sube los impuestos y obliga a la gente a mandarle recursos, todo con la excusa «Del Rey Demonio Brumad» y la gente esta tan asustada que lo hace a pesar de los evidentes problemas. —Les dijo Gregory mostrándoles un mapa, en el cual marcaba los puntos más críticos y estos se ubicaban en varias partes del continente.
—Mis maestros comparten la misma opinión, parece ser que están en desacuerdo por como Cassius está manejando la guerra e incluso me han contado cosas interesantes. Parece ser que el Rey Cassius está orquestando auto ataques a lugares de gran valor monetario, mata a todos los pobladores y dice que fue causado por el ejército de Brumad. —Al oír esto los cinco héroes vieron sorprendidos a Denis y él les señaló en el mapa los lugares.
—Aguanta un momento ¿Qué diablos está pensando ese idiota? ¿Tienes alguna prueba de lo que dices, Denis? —Preguntó Yesenia parándose molesta, Denis señaló cierto punto en el mapa y Maritza miró con atención ese lugar.
—¿Esa aldea al este de Yjeret? Los Excerl me contaron de ello, había una mina con piedras mágicas muy valiosas. El Rey Cassius mandó a su ejército para devastar esa aldea, raptaron a los habitantes para que sean esclavos en las minas y mutilaron al resto para que pareciera obra de demonios e incluso hizo un trato con el gobernante de los Excerl a cambio de toda la materia prima. Me dijeron que no confiara en ese Rey idiota. —Maritza puso una extraña piedra brillante sobre el sitio marcado y se recordó recibiéndola de su maestro.
—Los elfos tampoco apoyan el gobierno de Cassius, gracias a la estúpida guerra que dice tener, se está deforestando bosques para crear armamento y está afectando los reinos élficos. Todas esas armas se han estado exportando al continente de Leteo, ya que las guerras civiles de ahí son más rentables y pocas son las armas que llegan al ejército defensor de Aubel. —Lucy jugaba con su cabello y parecía no estar interesada en esto.
—Eso explica mis trabajos… Los líderes hubeast me han dado ciertas órdenes para arrasar algunos pueblos, entre líneas entendí que Cassius intenta reducir a los que dan menos recursos al reino y esta vendiendo las tierras al mejor postor. Parece que el acuerdo entre hubeast y humanos, es más profundo que con las demás razas, pues nos permite hacer lo que queramos con los prisioneros e incluso nos pagan por ello. —Mencionó Cesar bostezando.
—Ce-Cesar… ¿Cómo puedes decir algo así y estar tan tranquilo? —Yesenia lo miró asustada y Cesar solo le sonrió malévolamente.
—Escucha brigadier, mis asuntos no deben ser de tu importancia y recuerda que este ya no es el colegio. Yo hago lo que me parezca divertido, además, gracias a ello he evolucionado de clase en nivel 60, ahora soy un [Gran Taurino Consagrado]. —Cesar estaba orgulloso de su logro, pero se molestó al ver a Gregory y Maritza reírse de él.
—¿Es que nadie te lo dijo, idiota? Hay habilidades únicas que solo se pueden aprender en cierto nivel de algunas clases, si asciendes muy rápido nunca podrás obtenerlas. —Maritza se lo dijo entre risas.
—Esas malditas vacas tetudas, voy a destrozarlas cuando llegue a la ciudad. —Cesar estaba molesto, pensó en un par de mujeres con cuernos y manchas negras, tenían cuerpos voluptuosos y sensuales.
—De seguro querían preñarse de un [Gran Taurino Consagrado], en vez de un Minotauro cualquiera. Esas mujeres te la hicieron en grande, eso te pasa por pensar con otra la cabeza. —Agregó Lucy también riéndose.
—Bueno, dejando de lado la inocencia de Cesar, volvamos al tema principal. Con todo lo que nos hemos enterado, es obvio que habrá pronto un golpe de estado contra Cassius. Será orquestado por los Excerl, elfos del bosque, espectros, la iglesia y el mismo pueblo ¿Díganme, de qué lado deberíamos estar? —Les preguntó Gregory dejándolos pensar, solo Maritza sonreía pues ella ya intuía lo que planeaba su hermano.
—¿La-La iglesia?… Ellos no me dijeron nada de esto, solo que la corona está presionando mucho al pueblo y que eso va en contra de las enseñanzas de Regis… —Yesenia estaba preocupada por las palabras de Gregory.
—Por eso eres un corderito, Yesenia. Solo miras lo que te ponen en frente y crees en falsas palabras de desconocidos. Cuando una monarquía va como la de Cassius, la iglesia es la primera en poner al pueblo en su contra. Ha pasado muchas veces en nuestro mundo ¿Por qué sería diferente aquí? —Le dijo Maritza de forma fría y la clériga solo bajó la mirada.
—Basta de adivinanzas, Gregory ¿Qué nos quieres decir con todo esto? —Preguntó Lucy viéndolo con seriedad.
—Que apoyemos al bando más manipulable para nuestros intereses, piénsenlo bien, nuestra fuerza actual es suficiente para arrasar una gran ciudad. Si subimos de nivel y mejoramos nuestras clases, entre los seis nos será fácil aplastar un reino entero. Y séanme sinceros ¿Alguno de ustedes siente apego por este mundo? Solo debemos jugar bien nuestras cartas y lo gobernaremos todo, podríamos volver al continente de Aubel nuestro patio de juegos y tal vez a otros continentes en el futuro ¿Quién está conmigo? —Las palabras de Gregory fueron agradables para la mayoría, Cesar, Lucy, Maritza y al ver que la última lo hizo, Denis también levantó la mano y solo Yesenia los miró horrorizada.
—¿E-Están locos? ¿Qué les pasa? Se supone que debemos salvar el mundo y regresar a nuestro hogar, no traici… —Yesenia se paró retrocediendo asustada, los otros cuatro la miraban con ojos maliciosos, solo Denis evitaba hacerlo y antes de que terminara de hablar, Maritza la tomó del cuello y la estrelló contra la pared.
—Somos cinco contra tu estúpida moral, si no fuera porque eres necesaria acabaría contigo ahora mismo… Pero hay formas para mantener esa boquita cerrada, muy divertidas, por cierto. —Maritza besó a la fuerza a Yesenia, al hacerlo un brillo dorado comenzó a formarse en su cuello, asemejaba un collar delgado y su piel se contrajo como si estuvieran ahorcándola.
—Vaya, vaya, estas son las reuniones que me gustan. Déjame desvirgar a la monjita. —Mencionó Cesar relamiéndose los labios.
—Lamentablemente no puedes hacer eso, los poderes de una clériga bajan considerablemente si pierden su virginidad, pero podemos darles un espectáculo entretenido. Ver y no tocar, si lo hacen las dos les arrancaremos las bolas. —Lucy se levantó de su silla, se desamarró el vestido para quedarse desnuda.
Maritza y Lucy comenzaron a desvestir a Yesenia, ella se oponía, pero Maritza creó unos grilletes de luz dorada y la ancló a la pared. Entre las dos rompieron la parte superior que vestía Yesenia, sacando a relucir sus pechos rosados, luego cada una comenzó a lamerlos y chuparlos, mientras terminaban de desnudar a Yesenia, obligándola a abrir las piernas y mostrarse toda ante los hombres ahí presentes.
—Quiero un asiento en primera fila —notando que Denis evitar ver—. Para mí es raro ver a mi hermana en esta situación, pero tu estarás contento con ello, amigo mío… Anda no seas tímido, disfruta de su regalo sin ninguna vergüenza. —Gregory acomodó dos asientos frente a las chicas, Cesar se acomodó para verlas mejor y al final Denis también se sentó algo avergonzado. Esto podía notarse por que volvió a cubrirse con su neblina, la cual mostraba ondas difusas y aleatorias.
—Oh si, pareciera que a la brigadier no le gusta, pero basta con ver esos pezones erectos para saber que lo disfruta. Lucy, muéstrame que tan mojada esta la monjita, abre sus piernas de par en par. —Las animaba Cesar haciéndoles gestos soeces.
—¿Cómo diablos tienes sexo? Para hacer que lo goce se tiene que avanzar lentamente, sino solo sería frotarte en un tapo mojado. —Maritza comenzó a estimular las zonas erógenas de Yesenia, Lucy no se quedaba atrás haciendo lo mismo y besándose entre ellas.
—Gregory, sobre lo que hablaste antes… Tengo una sola condición para darte mi ayuda, por favor, no lastimes a los espectros. Aunque parecen seres aterradores, son un pueblo amable que intenta sobrevivir con costumbres basadas en el equilibrio… En cierto modo, me recuerdan a mí mismo y he encontrado un hogar entre ellos. —Mencionó Denis viendo la erótica escena de aquellas tres chicas.
—Sabía que me pedirías eso, pero ten en cuenta que lo que se viene es una guerra y muchas cabezas rodaran sin importar su procedencia… Bueno, a pesar de eso quiero tenerte a mi lado sin ningún rencor, haré todo lo posible para que los espectros salgan menos perjudicados y eso te lo prometo Denis. Así que bríndame tus talentos sin miedo. —Gregory se levantó y sirvió vino para sus amigos.
—Voy a seguirte en todo lo que me ordenes, gracias por escuchar mi egoísta petición. —Denis brindó con su compañero cuando este le acercó su copa.
—Todo sea por mi buen amigo, Denis. Ahora dejemos esos temas de lado y solo disfrutemos el espectáculo. —Gregory le sonrió a Denis, así los tres se concentraron solo en observar.
Maritza les comentó que ella estudió a todas las razas y clases de este mundo, el conocimiento de los Excerl es casi tan antiguo como las civilizaciones. En esa información encontró formas de manipular las mentes, poniendo restricciones a sus acciones o palabras. Para hacerlo con una clériga, se debía debilitar su mente con placer y eso es lo que estaban haciendo.
—Sería más fácil solo ponerte un aro de esclavitud, pero no necesitamos una muñeca con la mente vacía… Además, esta forma es más divertida —tomando a Yesenia del mentón—. Pero que pervertida expresión tienes, esas lágrimas y esas mejillas sonrojadas solo ocultan la clase de mujer lasciva que en eres. —Maritza se subió sobre Yesenia, acariciaba la intimidad de su víctima con toques rápidos y profundos.
—Je,Je Parece que está por correrse, tienes pechos pequeños pero muy deliciosos… Tú no te quedas atrás, Maritza. —Lucy dejó de lamer los senos de Yesenia, se concentró en recorrer con besos el abdomen de Maritza hasta llegar a sus labios.
—Dime algo brigadier ¿Qué te duele más? ¿Esto o que no esté mi hermanito para defenderte? —Preguntó Gregory, la mención de Jeremy hizo estremecer el cuerpo de Yesenia y esto fue notado por sus captoras.
—Sabía que sentías algo por el tonto de Jeremy, debes considerarlo muerto… Nunca podría sobrevivir solo en este mundo, apuesto a que está pudriéndose en las heces de algún monstruo. —Las crueles palabras de Maritza terminaron por doblegar a Yesenia, con una mirada vacía y su cuerpo al límite tuvo un orgasmo, pidiendo en vano ayuda a Jeremy en sus pensamientos. Cuando esto sucedió unas letras doradas se le formaron en el abdomen y la garganta, Maritza le susurró al oído en un idioma desconocido.
—Quien diría que la brigadier terminaría siendo una fuente, lleva 15 segundos y no para de correrse. —Dijo Cesar burlándose de ella.
—Listo, mi [Angustia mental] está implantada en ella. No podrá revelarle a nadie el plan o actuar en nuestra contra, si piensa en romper esta regla sentirá una combinación de dolor y placer muy aguda, que la dejaran privada por un tiempo y se me avisa de ello. —Maritza se levantó dejando a Yesenia como un trapo sucio, ella intentaba cubrirse entre llantos ahogados.
—Como que no estoy satisfecha —abrazando a Maritza por la espalda—. Vamos a divertirnos en mi cuarto. —Le susurró Lucy de forma sensual al oído y comenzaron a besarse mientras se acariciaban.
—Será mejor que te quedes aquí para recuperarte, no quiero que la gente te vea en este lamentable estado. —Gregory miró despectivamente a Yesenia, le sirvió algo de vino y se lo dejó en el suelo.
—Casi olvido que tu ropa está hecha jirones —tomando en sus manos la tela rota, esta fue iluminada por un brillo dorado—. Ya está reparada, como si fuera nueva. —Maritza hizo aparecer su propia ropa sobre su cuerpo y fue a la entrada siendo seguida por Lucy, las prendas de la última también la vistieron.
—Yo también me quede con ganas, les invito unas rondas en la taberna de Mama Druk, es el sitio perfecto para satisfacer a un hombre. —Cesar puso sus grandes brazos alrededor de Gregory y Denis, se fue con ellos conversando amenamente de sus aventuras.
Tras abrir la puerta, se toparon con los guardias del castillo, a estos solo les dijeron que Yesenia se quedaría un rato más para orarle a Regis y los guardias abandonaron su puesto para no molestarla. Dentro de aquella recamara Yesenia lloraba desconsolada, intentaba limpiarse las piernas de sus fluidos pero por más que lo intentaba se sentía sucia.
—E-Ellos están locos, los odio… Odio este mundo… Odio su gente… Y te odio a ti, Jeremy, te odio por déjame sola con estos monstruos. —Decía entre cólera y llanto la desdichada muchacha, ella golpeaba el suelo con sus puños hasta lastimarse.
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