LISMATUS: SENDA DEL HERALDO - 15
Una caravana avanza por el camino diseñado para los viajeros, está conformada por tres carrosas de tamaños regulares, de las cuales un par de lagartos más grandes que un caballo tiran de cada una y a los costados hay ocho caballeros en armadura montados que les hacen guardia. En la primera carroza hay tres comerciantes, juegan con dados para pasar el tiempo y beben licor hablando de sus negocios. La segunda se encuentra ocupada por una sola persona, es un excerl anciano que lee un antiguo libro mientras se alimenta con pasas y a su lado esta una caja de metal con emblemas brillantes. En la última se encontraban abrazados una joven pareja, él lleva puesta una armadura ligera color plateado oscuro notoriamente nueva y ella es una elfa con un traje de sirvienta.
—Amo Minos, me siento tan contenta en este momento… Parece un sueño que al fin podamos viajar juntos ¿Pero está seguro de su decisión? —Le dice aquella muchacha, buscaba tiernamente cobijo en los brazos de su pareja y él la acurrucaba sobre su pecho. Ella tenía el cabello color dorado y liso hasta la cintura, unos hermosos ojos azules, una muy buena figura y resaltaba el hecho de que sus pronunciadas orejas, tenían las puntas cortadas y cicatrizadas.
—Ya te lo dije, Anabel. Cuando estemos solos evita llamarme amo, trabajé muy duro para tener la aprobación de mi padre y viajar para ser un aventurero… Aunque él lo toma como caprichos de un mocoso y mi madre dejó de hablarme para que reconsidere mi decisión. —Minos levantó su mano sobre su rostro, recordaba los regaños que ignoró de sus padres.
—Lo señores De Lacroix están preocupados por su bienestar. Su madre me dijo que le mantenga informada de hasta el más mínimo detalle y su padre deseaba que comenzara su formación para administrar los negocios familiares. Tal vez sería mejor si… —Anabel iba a darle su opinión, pero calló al sentir los dedos de Minos sobre sus labios.
—A mí no me importa la herencia familiar, mi hermana mayor y su esposo pueden hacerse cargo de los negocios… Ahora solo quiero pasar mi vida contigo, eres la mujer que amo y por nada me arrepentirá de esto. —Minos dio suaves besos por el cuello de Anabel, hasta llegar a sus mejillas y hacerle pequeñas cosquillas. Este joven tenía la cabellera color ébano algo ondulada llegándole hasta los hombros, piel blanca típica de un noble, complexión atlética, ojos negros y una mirada serena.
—Su familia fue la única que aceptó a una desterrada como yo, siento que he traicionado su confianza al enamorarme de usted. A mí… A mí no he hubiera importado ser solo un objeto para su placer, me era suficiente si con eso lo hacía feliz… Pero Minos, tú me mostrarte lo que era amar de verdad, cosa que en mis 70 años nunca había experimentado… Quiero estar siempre contigo. —Anabel se echó llevando a Minos consigo, estaba rodeándolo con sus finos brazos mientras lo guiaba a sus labios, lo miró con unos ojos añorantes y mejillas sonrojadas al besarlo.
—Si me enamoré de ti es porque mi corazón así lo quiso, olvida todo lo demás y únicamente vivamos nuestro amor —abriéndole la blusa—. Intenta no hacer tanto ruido esta vez ¿O será que gusta la emoción de ser escuchada? —Minos comenzó a besarle esos moderados pechos rosados.
—Minos… uhm… lo intentaré… Pero házmelo con fuerza, como a mí me gusta. —Con una sensual sonrisa, Anabel lo invitó entre sus piernas.
Este par proviene de la gran ciudad de Amatista, conocida por que la habitan grandes e importantes familias, es un lugar de comercio de alta categoría y muy bien resguardado. Hace 25 años, Arthur, el jefe de la familia de De Lacroix, recogió a una elfa que fue desterrada de su tierra natal, el reino de Nimbus, ella estaba herida y al borde de la muerte, pero el jefe de familia pensó que sería una buena adquisición. Tras ayudarla con su recuperación, esta elfa quedó en deuda con su salvador, según las leyes del convenio entre elfos/humanos, solo para elfos desterrados, esta deuda debe ser saldada con servicio de esclavo. Los que no son desterrados, brindan otros tipos de pagos a su benefactor.
La razón por la que Anabel fue exiliada y repudiada por su familia, fue porque, aunque era una elfa sus niveles de mana eran mínimos, incluso menores a los de un humano y únicamente podía realizar magia doméstica, fue por ello que se le consideró una vergüenza para su apellido. A sus poco más de 40 años fue desechada pues nunca podría mejorar sus habilidades mágicas, tras cortar la punta de sus orejas, fue llevada hasta las fronteras del territorio de los elfos y dejada a su suerte en tierras repletas de monstruos. El que sobreviviera fue un milagro, pues tuvo suerte de encontrarse con aventureros que la llevaron consigo, pero todo cambio cuando vieron las puntas de sus orejas cortadas y reconocieron la marca que solo los exiliados tienen. Esos aventureros que al principio se mostraron amables, pues respetan a los elfos, después la trataron como un trozo de carne, la estuvieron violando constantemente durante casi un mes y ese era un destino común para los elfos exiliados. Con su espíritu roto, el cuerpo mancillado y su honor por los suelos, pensó que esa sería la vida que le tocaría hasta su muerte, pero aun así se decidió por escapar y fue tras su fuga que los sirvientes de la familia De Lacroix la encontraron.
El jefe de la familia De lacroix investigó el pasado de Anabel, se sintió decepcionado al enterarse de las bajas aptitudes mágicas de esta y pensó en venderla para recuperar algo del dinero que pagó a los clérigos que la sanaron. Incluso vinieron los aventureros que la capturaron antes, pues estos la consideraban de su propiedad y no se habian aburrido de usarla. Quien evitó que Anabel sea vendida o regresada con los aventureros, fue Brenda, la esposa del jefe De Lacroix, pues ella le había tomado cariño a Anabel y le dijo a su marido que tener una elfa de sirvienta daba prestigio. Brenda fue el apoyo emocional que Anabel necesitaba, pues en ella vio una figura materna que no la despreciada por sus aptitudes mágicas y que se preocupaba por ella en muchos ámbitos.
La familia De Lacroix está actualmente conformada por seis miembros, Arthur y Brenda los padres, Liana la mayor, Helen la hermana del medio, Minos el tan esperado primogénito varón y la pequeña Lonchi. Desde el nacimiento de Minos, fue Anabel quien lo tendría a su cuidado, ella hizo lo mejor para que él pequeño creciera como un digno heredero al apellido De Lacroix y se entregó devotamente a su cuidado. Nunca hubiera imaginado que esos tiempos juntos, acercaría el corazón de ambos hasta comenzar a verse con otros ojos y llegado a la madures del adolescente este quisiera acercarse a ella.
Ninguno hasta ahora se explica cómo pasó, simplemente se buscaron en una noche de soledad, aquellos corazones tan diferentes latieron a un mismo ritmo y esos ojos deseosos de amor se encontraron entre la oscuridad. Fue Minos quien confesó sus verdaderos sentimientos, pues todo ese tiempo había pensado en lo que diría su familia y sobrepasando sus dudas planeó algo para ambos. Un momento de coraje definió todo, Minos quiso a Anabel como su mujer y ocultando su relación, lograron que este amor floreciera.
Volviendo a la actualidad, Anabel se encuentra semidesnuda echada sobre finas mantas, acaricia su vientre con cariño y sonríe por tan prometedor futuro que le espera junto a su amado.
—Sabes Minos, ahora mismo me siento la elfa más afortunada del mundo. —Dice Anabel mientras termina de vestirse.
—Anabel, me haces querer ser un mejor hombre. Cuando lleguemos a Trinity renovaré mi placa de aventurero, trabajaré en misiones simples y poco a poco iremos haciéndonos de un hogar. Mi nivel como espadachín es más bajo que del promedio, pero con esfuerzo tendremos una vida nueva lejos de las ataduras de mi familia y demostraré que puedo valerme por mi mismo. —Minos había terminado de ponerse su armadura, iba besar a Anabel, pero fueron interrumpidos por un fuerte estruendo proveniente del exterior.
Mientras aquella pareja se unía como hombre y mujer, los guardias que escoltaban las carretas comenzaron actuar extraño y todos se miraron entre ellos e hicieron una seña. Dos caballeros comenzaron a adelantarse a las carretas, sacaron una bolsa de sus armaduras y vaciaron de estas pequeñas piedras rojas, las dejaron caer en el camino por donde pasarían las carretas y tomaron distancia de los transportes, lo mismo hicieron las demás escoltas.
La primera carreta pasó por encima de las rocas, causando que estas brillaran fuertemente y explotaran, levantándolas del suelo entre humo y fuego junto a las demás carretas. Los lagartos que tiraban de estas fueron quemados por la explosión, las amarras de cuatro se rompieron y les permitió escapar de una muerte segura. Los seis pasajeros recibieron la peor parte, los tres comerciantes de adelante terminaron volcados bajo la carreta y las llamas los consumieron vivos entre gritos. Aquel Excerl que andaba leyendo sus libros, fue destrozado por las explosiones del epicentro y ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar o usar su magia para defenderse. La última carreta corrió mejor suerte, pero igualmente se volcó dando varias vueltas y terminó por destrozarse al chochar contra una gran roca al lado del prado.
Minos se encontraba arrastrándose fuera de los escombros en llamas, tenía varias heridas causadas al ser atravesado por las maderas de la carreta, desesperadamente buscaba entre el humo y fuego a Anabel. El sonido de varios caballos acercándose llamó su atención, intentó levantarse desesperado para pedir ayuda y fue entonces que vomitó una gran cantidad de sangre.
—¡Por favor! ¡Ayúdenla! ¡Se los imploro! —Gritaba Minos usando su espada como apoyo para estar de pie.
—Vaya, vaya… Siempre íbamos a necesitar más gemas de fuego. Quédate quieto y será más fácil. —Un caballero desmontó, caminó hacia Minos y le dio una fuerte patada tumbándolo al suelo.
—Us-Ustedes… Son la escolta que contratamos… ¿Por qué? —Preguntaba Minos, estaba apretando la tierra en sus manos con furia y daba quejidos por el dolor que sentía.
—En primera, nunca fuimos un servicio de escolta y nos hicimos pasar por uno para llevarte a un camino alejado. Somos mercenarios que fueron contratados para matarte, eres un peligro para tu familia y nos encargaron «solucionarte» ¡Tráiganla! —Este mercenario dio una orden, trajeron a Anabel ensangrentada y tenía un trozo de madera atravesando su hombro.
—A-Anabel, déjenla ir… Si quieren mi vida pueden tomarla, pero se los imploro… No la lastimen. —Suplicaba Minos arrastrándose.
—Te lo diré ahora que no hay escapatoria, quien nos contrato fue Liana De Lacroix, tu hermana mayor te quiere muerto y nos pidió no dejar clavos sueltos con ustedes dos. Ella sabe de la relación que tienes con esta elfa y aprovechó tu viaje para que tuvieras un accidente. Vaya hermana de mierda que tienes. Así es la vida, niño, no eres el primer noble que mato por estas razones —viendo la espada que empuña con fuerza—. Nos dijeron regresar esa espada a tu familia, será la prueba de tu «accidental» fallecimiento. —El líder de estos mercenarios hizo un gesto a su subordinado, este apuñaló el vientre de Anabel varias veces y la dejó caer cerca de Minos.
—¡No! ¡Dejenla! —Minos estiraba su mano con las pocas fuerzas que tenía y en sus ojos quedó grabada la escena de ver a Anabel violentada de tal brutal forma.
—Eso fue un pedido especial de tu hermana, nos dijo eliminar cualquier rastro de que esa puta este preñada. —Mencionó el mercenario que la apuñalo, limpió su daga en la falda de la elfa y la dejó boca arriba para que mostrara su cuerpo.
—Mi-Minos… Esto… Esto fue mi culpa… Si nunca hubiera llegado a tu vida… Tendrías un futuro… Mejor… Lo siento… —Le decía agonizando Anabel, débilmente intentaba arrastrarse hacia él.
—No ¡No!… No digas eso, Anabel. No es tu culpa… Es culpa de mi maldita hermana, nunca pensé que le importara tanto la herencia familiar. Desgraciados… No crean que los perdonaré. —Minos se levantó desenvainando su espada, torpemente corrió hacia el jefe de los mercenarios y ese hombre solo sonrió con lo patético que se veía. Este sacó una daga de su cinturón cortándole de un tajo el ojo derecho, luego le dio una patada mandándolo al suelo y degolló limpiamente.
—De nada sirve, muchacho. Ni en óptimas condiciones hubieras ganado contra mí —perforándole más la garganta—. Te desangraras lentamente, no va a dolerte mucho. —El mercenario lo dejó ahogándose con su propia sangre.
Aquel manto rojo había cubierto los ojos de Minos, lentamente sentía su cuerpo irse enfriando por la pérdida de sangre y sus sentidos apenas estaban consientes.
«Este sentimiento es horrible, es como irse perdiendo en las profundidades del mar ¿Por qué tenía que ser así?… Lo único que quería, era vivir junto a Anabel… Es mi culpa que esto pasara», Minos hacia esfuerzos inútiles por respirar.
Se escucharon muchos gritos en el fondo de los casi últimos pensamientos de Minos, podía oír la voz de esos mercenarios gritando de sorpresa, miedo y dolor por una eventualidad inesperada. Algunas explosiones se hicieron presentes, la tierra temblaba bajo su cuerpo y varios golpes sacudían el lugar. Todos esos sucesos reanimaron su moribundo cuerpo, Minos levantó el rostro viendo borrosamente sus alrededores y solo distinguía sombras moverse escapando de algo.
—Señor Axel, encontré una elfa, pero está moribunda… Aquí también hay un joven y lo han degollado. —Esa era la voz de Dina, había encontrado a esa joven pareja y al ir con Minos pasó su mano frente a los ojos del muchacho para ver si reaccionaba.
—Estos no parecían ser bandidos, se organizaban bien y sus armaduras son de mejor calidad que los que nos capturaron —viendo a Minos—. Este chico puede serme útil, es adulto y su aspecto es de alguien común que no levantaría sospechas. —Los pesados pasos de Axel fueron escuchados por Minos, cuando estuvieron cara a cara, Minos vio esa apariencia demoníaca.
«¿Un demonio?… Puedo hacer un pacto con él, no me importa darle mi alma a cambio de que nos salve… A cambio de mi venganza —Minos intentó hablar, pero no podía por la herida en su garganta—. No… No, escúchame… Por favor escucha mi petici…», esos fueron los últimos pensamientos de este joven noble, sintió la mano de Axel atravesarle el pecho y arrancarle el corazón.
—Lo siento mucho, amigo. No te conozco, no sé tú historia y mucho menos que te llevó a terminar de esta forma —la mano de Axel se volvió una masa gelatinosa—, pero necesito tomar tu apariencia. Considera mala suerte que nuestros caminos se cruzaran. Te doy las gracias y el descanso eterno dentro de mi cuerpo. —La masa gelatinosa que era el brazo de Axel cubrió por completo a Minos, su cuerpo fue disuelto y solo quedó su armadura magullada.
>>>Potencial slime, activado. Atributo de Slime Mimético, ejecutándose…
—Esto es horrible, mataste a ese pobre solo para usurpar su identidad… Cada vez te vas volviendo algo más grotesco. —Mencionó Lulú viendo los restos de Minos entrar en el cuerpo de Axel.
—Ninguno de estos dos iba a sobrevivir, siquiera les está dando una muerte piadosa. —Agregó Dina yendo hacia Anabel, acarició su rostro sintiendo como moría a causa de sus heridas y tuvo lastima por ella.
—Es la primera vez que veo a un elfo de cerca, en mi pueblo venían solo para darle agua a sus caballos y nos miraban despectivamente por ser campesinos. —Dina sonrió a Anabel, le cedió el paso a Axel para que cumpliera su cometido.
—Es increíble ver a una elfa real ¿Cómo decía Ernesto? ¡Pásame el pack, elfa! Ja,Ja,Ja ay mierda cuanto lo extraño, a él le hubiera encantado poder ver una elfa, pero bueno, no es tiempo de nostalgia… ¿Me pregunto qué habilidades obtendré de ti? —Axel se acercó a Anabel y del mismo modo que con Minos, atravesó su pecho y le arrancó el corazón con su mano, siguió el mismo proceso de derretirla y consumirla dentro de su cuerpo.
>>>Apariencias obtenidas 2/2
>>>>>Humano: Minos De lacroix / Espadachín Novato
>>>>>Elfo: Anabel Li Faimira/ Criada domestica/Esclava
* ¿Desea adoptar apariencia? Si/No
* ¿Desea brindar apariencia a un aliado? Si/No
—Ya veo, parece que estos dos eran amo y sirvienta —llamando a Dina a su lado—. Recuerda bien lo siguiente, esta elfa se llamaba Anabel Li Faimira, era la criada a servicio de quien en vida fue Minos De lacroix. Ahora ambos tomaremos sus lugares, no sé qué pasara, pero estoy emocionado. —Axel vio a su pactante asentir y fue así que aceptó ambas opciones.
El cuerpo de Axel tomó la forma de un slime color plomo claro, se lanzó sobre Dina rodeándola completamente en su interior, comenzó a solidificarse, burbujear y retorcerse hasta separarse en dos cuerpos. Las masas palpitantes tomaron forma humanoide, desde el cabello, rasgos físicos y hasta el color de la piel. Al final solo quedaron dos personas, Minos y Anabel, ambos estaban otra vez de pie y desnudos, al percatarse de ello se cubrieron sintiéndose avergonzados. De los restos negros que tenía encima, se formó nueva ropa para Axel y entendió que era el ropaje de la Reina Gretel. Dina fue a buscar algo con que cubrirse, después intentaría encontrar alguna ropa apropiada y tal vez algo sobrevivió al fuego.
Con su nueva apariencia, Axel revisó las pertenencias personales de esos dos y las tomó como suyas. Por su parte Dina también hacia lo mismo, aunque ella tenía un detalle en su apariencia, pues las orejas que le cortaron a Anabel como señal de ser una desterrada, ahora estaban regeneradas por completo.
—Ejem… Uhm hasta mi voz es igual a la de este tal Minos, bueno, seguiremos viajando en carreta hasta la ciudad de Trinity. Qué bueno que Lulú alcanzará a esos cuatro lagartos, con ellos nos será más fácil viajar y ganaremos algo vendiendo los caballos. —Dijo Axel tocándose el rostro y cabeza para sentir que todo estuviera en su lugar.
—Primero fui humana, luego demonio y ahora una elfa… La vida sí que te da sorpresas, aunque ahora puedo llamarlo amo sin problemas, porque está en el papel de una sirvienta. —Agregó Dina dándole un guiño a Axel.
—Como sea, ahora pensaré en una cuartada para explicar nuestra llegada a Trinity. Por mientras recogeremos las cosas que se puedan vender y nos quedaremos solo con las que sean útiles. —Axel sintió algo llamándolo, caminó como si buscara algo en especial y recogió del suelo la espada de Minos mirándola con cariño.
«Supongo que eras importante para Minos, lamento decírtelo, pero ahora tienes nuevo dueño», Axel levantó la espada al cielo, el brillo de sol proyecto la sombra de esta sobre su rostro y sus ojos cambiaron de color por un segundo.
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