LISMATUS: SENDA DEL HERALDO - 21.3
Es muy temprano por la mañana, por un techo fabricado de ramas entran pequeños rayos del sol y van iluminando un cuerpo desnudo en el suelo. Se trata de Yesenia, quien se levanta sollozando mientras cubría su desnudez y fue entonces que recordó algo con asco lo que sucedió en la noche. Después de que aquellos elfos mancillaran su honor en tan pervertido acto, Lucy les ordenó desatarla para bañarla con agua fría y luego arrojarla a una vivienda continua, donde pasaría la noche sin fastidiar mientras ella se entretenía con aquellos elfos.
Yesenia estaba dolorida por los latigazos que le dieron, las marcas de moretones, heridas y raspones eran muy notorias, así que ella usó magia curativa en sí misma para sanarse. A un costado encontró su túnica, junto a su báculo, sus accesorios y encima de esta había una nota.
«Bueno brigadier, fue divertida la noche que pasamos. Tengo mucho que hacer, así que quiero que vayas a las plazas en las raíces a curar a los enfermos y actúes según el guion que te dejó Gregory, tenemos que expandir tu fama de santa por todo el continente. Por cierto, puede que te encuentres con el príncipe de los elfos, dile que tengo asuntos que atender y entretenlo. Sabes lo que te pasará si hablas de más, así que no seas idiota y sigue las órdenes. Destruye esta hoja cuando termines de leerla.»
La muchacha golpeó el suelo con fuerza, sabia por Gregory y Maritza, que están usando sus milagros para ganarse al pueblo, pues nada alivia mejor los corazones de la clase humilde, que saber que existe alguien con poder que se preocupa por ellos y usa sus recursos en su bienestar. Ella no entendía bien porque la mandaban a promocionarse como santa, pero su actitud de querer ayudar a quien lo necesite, le hizo aceptar estas órdenes. Fue así que Yesenia se vistió completamente, suspiró sabiendo que sería un día largo y que estaba obligada a seguir las órdenes de aquellos que tanto odia.
La vida en las raíces es la típica de la clase baja, a pesar de ser elfos, aquellos sin dinero, talento mágico o los mestizos, se les considera escoria en su sociedad y la discriminación es muy notoria. La poca luz que llegaba a estas zonas dificultaba la siembra, sin embargo, existían frutos desabridos que crecen en la sombra, estos se llaman [Turics] y es la fruta de los pobres por así decirlo.
Los elfos encargados de la agricultura, caminan desde temprano hacia donde cultivan los alimentos de la clase alta, su pago es una miseria, las condiciones laborales son pésimas y prácticamente trabajan gastando sus largos periodos de vida, sin conocer nada más que esta rutina… Sin embargo, lo aceptan por que buscar la vida en el exterior siendo de su clase social, significa ser perseguido y esclavizado en burdeles, esto si tienen algo de suerte, pues hay peores destinos aguardándolos.
Siendo ya más de medio día, en una plaza rodeada de grandes raíces se encuentra Yesenia y hay una fila larga de elfos que esperan su turno para ser curados. Desde niños, mujeres, ancianos, todos presentan síntomas de debilidad muscular, fracturas diversas, enfermedades respiratorias, cáncer de piel y daños oculares severos. Estos síntomas se deben a las condiciones deplorables en las que viven, como largos periodos de explotación bajo el sol, la mala alimentación y enfermedades degenerativas.
Con sus habilidades, Yesenia estaba haciendo algo imposible para este mundo, pues todas las habilidades curativas fueron casi suprimidas por su Dios Regis. Aquellos elfos curados, rezaban arrodillados ante la santa que vino en su ayuda, algunos le ofrecían los pocos bienes que poseían, pero ella los rechazaba diciéndoles que como pago solo necesitaba verlos sanos.
—En verdad es una santa, por favor, sane a nuestros hijos y esposos… Ellos llegaran tarde del trabajo, le suplico que espere su llegada. —Decía una elfa adulta de cabellera negra y se postraba hasta que su frente tocara el suelo.
—No es necesario que haga eso, visitaré diariamente las plazas de las raíces… Por ahora esperaré a los hombres de esta zona, de paso voy a reponer mi mana para curarlos cuando lleguen. —Yesenia ayudó a levantarse a esta elfa, la cual estaba besando su túnica mientras lloraba.
—Señorita Santa, le hicimos esta corona. Gracias por sanarnos. —Por un lado, vinieron varios niños mestizos, los cuales traían adornos hechos con flores y ramas de la zona.
—Muchas gracias, pequeños —poniéndose la corona—. Son flores muy hermosas ¿Qué tal me quedan? —Pregunta Yesenia mientras veía sonriendo a esos niños, los adultos a su alrededor estaban sorprendidos por la empatía de esta muchacha, pues ella no los miraba con el desprecio al que están acostumbrados.
Por las calles comenzó a esparcirse un barullo, varios elfos comenzaron a apartarse para regresar a sus hogares y antes de irse hacían reverencias para despedirse de la santa que los curó. Al preguntar el porqué de tanto alboroto, uno de los elfos ancianos le dijo a que se debía, se trataba de la llegada de una escolta real que baja por el árbol central y por la cantidad de soldados protegiéndola, era obvio que se trataba de alguien importante.
Yesenia se quedó sentada en la plaza, recuperando el mana que gastó en las curaciones, vio venir por la calle principal una escolta de elfos montados en iguanas gigantes, iban armados con espadas y arcos. En medio de la formación estaba un transporte cuadrado con ostentosas decoraciones, esa escolta se detuvo en la plaza donde reposaba la heroína y a la orden de su superior se desplazaron los soldados para asegurar el área.
Viendo a estos elfos, podía notarles diversas caras de desagrado por estar en estos barrios bajos y parecían odiar el simple hecho de tener que caminar por esas calles. Había un vendedor de frutas, el cual no pudo guardar su carreta y estos elfos aplastaron su negocio al estacionar aquel transporte que vigilaban. Este carruaje se abrió, saliendo unas tres elfas que extendieron una alfombra roja y por la cual caminaría la persona más importante en ese lugar.
Salió con cuidado un elfo de apariencia joven, vestía con una elegante túnica de mago, su cabellera es corta de un plateado brillante, sus ojos de color purpura con leves ojeras, piel blanca y suave como el terciopelo. Al pisar la alfombra, vio el puesto ambulante destruido y caminó apresurado hacia el dueño, el cual al verlo bajó la cabeza hasta el suelo pidiendo perdón.
—¿Pe-Pero que han hecho? ¿Por qué no le pidieron que se apartara? Disculpe lo ocurrido con su negocio —dándole una pequeña bolsa con monedas—. Espero esto pueda cubrir las pérdidas que le generamos. —Al ver que ese hombre no apartaba la mirada del suelo, solo dejó la pequeña bolsa a un costado.
—Su alteza Ucass, le he dicho muchas veces que recuerde su posición. No tiene que sentir lastima por gente de esta calaña. —Del carruaje bajó una joven elfa, tenía el pelo largo de color plateado brillante, ojos verdes con una mirada aguerrida, sus largas orejas resaltaban como símbolo de su estatus y se viste con una lujosa armadura negra en cuyo cinturón lleva una espada de esgrima.
—No digas esas cosas, Mijani. Que seas una guerrera de elite no te da derecho de menospreciar a estas personas —viendo al vendedor—. Usted puede retirarse, no hizo nada malo. Pero tome ese dinero y disculpe los inconvenientes. —Aquel elfo anciano no levanto la mirada en ningún momento y solo tomó rápidamente la bolsa para correr a esconderse.
«Vaya, que inusual encontrar un elfo con ese comportamiento. Generalmente son déspotas, creídos y odiosamente soberbios… Ahora entiendo por qué Lucy lo desprecia», al verlos acercarse, Yesenia se levantó e hizo una reverencia saludándolo con respeto.
—No es necesario esas formalidades, usted es una de las heroínas y hace más por el mundo que un príncipe como yo —viendo a su escolta—, pero las normas sociales me obligan a costumbres antiguas. Mi nombre es Ucass Li Cuhalla, me presento ante la heroína de Regis y le permito solo llamarme Ucass. Por cierto, ella es mi guardiana personal, su nombre es Mijani Li Isan y es la mejor guerrera entre la elite de Nimbus —Ucass lo dijo con una voz seria, para ser entendido por los elfos que lo rodeaban y le dio el paso a su acompañante tras presentarla.
—Es un gusto conocerlo, su alteza. Igualmente ¿Lady? Isan, mi nombre es Yesenia Moreno Castillo… Solo llámeme Yesenia, aún me siento algo rara cuando se refieren a mí con honoríficos. —Respondió afirmando con la cabeza.
—Ja,Ja,Ja tampoco es necesario el Lady. Puede llamarme solo Mijani, al igual que lo hace su compañera Lucy. Voy a asegurar el perímetro, su alteza, hablaremos más tarde. —Mijani le dio un saludo de manos a Yesenia y luego se retiró a hablar con las escoltas reales.
—Que la llamen santa le queda a la perfección, me siento honrado de conocer a alguien que se preocupe por otros. Si me permite unos momentos de su tiempo, quisiera conversar con usted. —Ucass le señaló una raíz que llevaba a un parque, así ambos comenzaron a caminar encima de esa gruesa raíz.
La escolta de Ucass rodeó el parque donde estarían, tenían sus armas preparadas para defender a su príncipe de cualquier ataque, sin embargo, unas sombras ya estaban escondidas entre los arbustos de esos sitios e incluso algunos miembros de la escolta permitieron entrar a más intrusos.
—Hace unos días me reuní con Lucy, ciertamente su belleza es tan cautivadora como dicen los rumores. Ella me habló sobre el mundo del cual vienen y quedé maravillado con tanta información. Especialmente con esos aviones que vuelan llevando personas. —Decía Ucass recordando la conversación, en la cual Lucy estaba aburrida, pero él no se daba cuenta de ello.
—Lo entiendo, para mí fue una total sorpresa llegar a este mundo. De dónde venimos, seres fantásticos como ustedes solo viven en la imaginación de las personas. Al principio tenía miedo, pero me decidí a ayudar a otros con las habilidades que obtuve. —Yesenia parecía algo incomoda, lo que decía era mentira en gran parte y ella odiaba con todo su ser estar aprisionada en este mundo.
—En verdad es una persona muy amable y creo que usted puede entenderme. Estoy seguro que ha notado la discriminación en mi reino, desde que nací ha sido de esa forma y al crecer comencé a odiar este modo de actuar… Todos somos elfos, nacimos con la misma sangre y sin importar nuestra procedencia, potencial o errores que cometamos, ningún debería ser aplastado por las altas clases sociales. Lamentablemente las ideas en las que creo, son repudiadas por la gran mayoría de la nobleza y solo hay un pequeño grupo que piensa igual que yo. Y temen seguirme por miedo a las consecuencias. —Ucass habla de ello con cierta tristeza.
—En mi mundo también hubo problemas así en el pasado, sobre todo con la esclavitud de algunas etnias… Es algo imposible de solucionar completamente, siempre quedan rencores y heridas por todos esos años de sufrimiento… ¿Ha pensado en algún plan? —Yesenia recordó la historia de su mundo, ciertamente no se podía aplicar lo mismo en este lugar y ni ella entendía como se podían eliminar esos problemas.
—Lo mejor sería influir en diferentes sectores de nuestro reino, pero como los elfos tenemos una vida longeva, las costumbres están más arraigadas y son difíciles de cambiar. Cuando mi padre me dijo del matrimonio con Lucy, una parte de mi quería aprovecharlo para cumplir mi sueño de una sociedad igualitaria… Pero después de conocer a Lucy, me sentí asqueado conmigo mismo, por querer usar a una persona tan noble para mis ambiciones… Si he de casarme con ella, quiero hacerla la mujer más feliz del mundo y que nuestras vidas prosperen en un reino justo. —Su modo de hablar de Lucy era solemne, esto dejó un mal sabor de boca en Yesenia.
«E-Estas mal, ella… Ella los está engañando a todos, usándolos como sus juguetes y alimento… Si no la detienen, todos usted, todo este mundo»
—Ucass, Lucy no… —sintiendo un espasmo en su vientre—. No, no es nada… Cre-Creo que tu ideal de cambiar las cosas, es algo justo y necesario para la felicidad de tu gente… —Yesenia paró de hablar, cualquier intento de soltar la verdad, terminaría con ella siendo torturada por la magia de Maritza.
>>>Intención asesina detectada
>>>Sigilo, Nivel 10. Detectado
>>>Mejora de golpe crítico, Nivel 17. Detectado
>>>Tiro certero, Nivel 18. Detectado
«¿Qu-Que? ¿De-De donde van a atacarnos?», Yesenia intentó dar con la ubicación de sus agresores, no podía visualizar nada así que jaló a Ucass hacia ella, evitándole que una flecha perforara su corazón, pero igualmente llegó a clavarse en el pecho del elfo.
—¡Nos atacan! ¡El príncipe fue herido! —Exclamó la muchacha sujetando a Ucass en brazos, las escoltas reales no se movían a socorrerlos.
>>>Flecha eólica, Nivel 15. Detectado
De entre los arbustos delante de ella, vio salir una flecha verde que brillaba intensamente y era rodeada por un tornado mientras se dirigía hacia ellos. Yesenia levantó su palma izquierda con dirección a ese ataque, [Protección Sacra], al decir esa frase un escudo dorado se formó para protegerlos y los ojos de Yesenia se tornaron de un celeste brillante. Apretó su mano derecha como si sostuviera algo en ella, [Jabalina del Juicio] dijo con ahínco, en su puño se materializó una larga jabalina transparente color celeste y la tiró contra el arbusto de dónde venían los ataques. Cuando el contraataque de Yesenia impactó contra el arbusto, una esfera con sellos mágico se expandió brillando en unos 6 metros de diámetro, todo con lo que tuvo contacto esa luz fue cortado e hirió a tres encapuchados que se tumbaron con adoloridos quejidos.
>>>Sigilo, Nivel 14. Detectado
Yesenia sintió el peligro venir por su espalda, materializó un báculo de oro en su mano y usó la filosa punta del final para apuñalar a alguien invisible. Se trataba de otro encapuchado, al sacarlo del sigilo vio que sostenía una daga ondulada y esta chorreaba un extraño liquido negro. Ella giró la parte que sostenía de su bastón, ocasionando que una fuerte corriente eléctrica aturdiera al asesino y le sacó su arma del cuerpo dejando caer inmóvil. Miró hacia Ucass usando [Diagnostico], así supo que la flecha le había perforado el pulmón derecho, ocasionándole un derrame interno y según podía ver le quedaba 8 minutos de vida.
De las copas de los árboles, arbustos y de debajo del suelo, se levantaron seis atacantes más, todos ellos estaban encapuchados y portaban diferentes armas, corrieron apresurados hacia Ucass marcándolo como su objetivo. Yesenia miró al inconsciente príncipe, luego se puso en medio del camino de sus atacantes, tomando una postura de pelea con su mano izquierda cargando un hechizo y su mano derecha preparada para defenderse con el báculo.
Ella levantó su mano izquierda a la voz de [Ataduras Benditas], tres de sus atacantes fueron inmovilizados por hilos azules, estos se incrustaban en sus cuerpos y los ataron entre gritos al suelo. De los tres enemigos que quedaban ante la chica, uno sacó un arco apuntando a Ucass, esa flecha fue imbuida con elemento viento y al dispararla en su avance rompía el suelo por donde pasaba. Yesenia logró bloquearla con otra [Protección Sacra], el impacto la hizo retroceder unos dos metros, donde uno de sus enemigos aprovechó para intentar herirla con otra daga ondulada, ella la esquivó a tiempo y sujetó el brazo de su atacante bajo el suyo propio. Al tenerlo tan cerca le dio un cabezazo en la nariz, le golpeó la sien con su báculo y acertó un puñetazo que lo mandó al suelo.
Los dos que quedaban habían logrado rebasarla, llegaron hasta donde se encontraba el herido príncipe elfo, levantaron sus lanzas para acabar con su vida y repentinamente un escudo invisible impidió que concluyeran sus acciones. Yesenia tenía su báculo señalando a Ucass, había activado [Barrera Piadosa], un hechizo de emergencia que se fortalece mientas más herido este el objetivo a quien protege, los hostiles sabían esto y fueron a atacarla para anularlo.
Ciertamente las habilidades de la clase clérigo, solo son para curación, restauración de energía, protección y purificación, pero al ser una invocada, Yesenia está rompiendo las reglas de este mundo, al cual su propio Dios debilitó los hechizos curativos. Algo que muchos no toman en consideración, es que los clérigos tienen una alta resistencia tanto física como mágica, sin embargo, al ser solo soportes se les subestiman en los combates y gran mayoría decidió fortaleces sus hechizos de asistencia.
Quien entrenó a esta desdichada clérigo, supo inmediatamente como usar sus habilidades que rompen las leyes naturales, le dio un horrible y duro entrenamiento para volverla una máquina de combate. Y en cuanto a Yesenia… Debido a ese espantoso entrenamiento, las torturas que sufre por sus compañeros y la frustración que siente por no poder detenerlos, ella tiene mucha ira acumulada y espera impacientemente el momento para liberarla.
[Alta Regeneración Instantánea], dijo aplicándose este hechizo sobre sí misma, la muchacha se lanzó a pelear directamente contra esos y estos lo vieron como el acto desesperado de una idiota. Uno de ellos le atravesó el abdomen con la lanza que portaba, Yesenia partió el arma dentro de su cuerpo, se sacó la punta y apuñaló el cuello del sorprendido dueño de esa arma. La herida en el cuerpo de la muchacha burbujeaba mientras se cerraba, al ver este resultado, el otro atacante tomó distancia y comenzó a cargar un hechizo de viento. [Corte Vendaval] exclamó, agitando su lanza, así fueron disparadas varias ráfagas color verde con forma de media luna. Yesenia las bloqueaba golpeándolas con su báculo, incluso usando su mano desnuda como escudo y resultando herida por tal acción. Ella avanzaba mirando con furia a su atacante, en el cual veía sobrepuesta la imagen de Lucy, llegando a enojarse por recordar las torturas que sufre, corrió girando su báculo mientras recibía más cortes directos y terminó dando un fuerte golpe al cuello de ese encapuchado. El asesino intentó defenderse con su lanza, pero igualmente la fuerza del golpe partió su arma y logró quebrarle los huesos de la mandíbula.
Yesenia jadeaba de cansancio, repentinamente la hoja de una daga ondulada atravesó su espalda y salió por su pecho, tras ella se volvía visible uno de esos encapuchados y la sujetaba del cuello intentado asfixiarla. Ella lo sujetó con más fuerza para que no se apartara, levantó su báculo y se atravesó a si misma por el cuello, llegando a la cabeza de su enemigo y lo dejó convulsionando mientras caminaba rompiéndose la carne que se perforó. Las heridas de Yesenia burbujeaban mientras se curaban, ella clavó su báculo en el suelo y dijo [Luz Reveladora] mientras lo sostenía y brillaba con intensidad. Aquel resplandor hizo visible al último encapuchado, estaba arrastrándose dentro de un hueco que hizo, intentado alcanzar a Ucass por debajo de la tierra y donde el escudo parecía no protegerlo.
La muchacha cojeaba hacia su desprevenido objetivo, golpeó el suelo con su mano rompiéndolo para agarrar al asesino del tobillo y jalarlo fuera del suelo. El tipo estaba sorprendido cuando fue sujetado del cuello, Yesenia lo miró con ojos llenos de ira y dijo [Infusión de Mana]. Varias arterias azules se formaron a partir de la zona en que tenían contacto, la piel de ese encapuchado se rompió brotando de ella un líquido azul, ese tipo se fue derritiendo lentamente entre horridos gritos y Yesenia pudo observar que era un elfo.
—Vaya príncipe, en verdad sus ideas de igualdad social, le han hecho muchos enemigos… —Decía Yesenia sorprendida a descubrir ese hecho.
—Te equivocas, Yesenia, nada que ver con eso. Los elfos miran al príncipe como un mocoso que habla tonterías, estos tipos son seguidores de Lucy… Pero ninguno actuó bajo sus órdenes, querían matar al príncipe para evitar que se casara con ella. —Del suelo se materializaba medio cuerpo de Denis, sus ojos rojos bajo esa mascara metálica, asustaron tanto a Yesenia que esta cayó sentada al suelo.
—¡De-Denis! ¿Por qué no me ayudaste maldita sea? —Reclamaba enojada la muchacha.
—¿En serio? Después de ver como masacrabas a esos elfos, pensaba que era mejor ayudarlos a ellos. Veo que el entrenamiento de Gregory rindió frutos y ya puedes defenderte bien por ti misma. —Denis terminó de materializarse delante de Yesenia.
—Ese malnacido me obligó a pelar muchas veces… Día y noche me arrastró desnuda y encadenada, por medio de lugares llenos de bestias peligrosas… «En la iglesia nunca te enseñaran estas cosas», me decía cada vez que me lanzaba contra manadas de monstruos. —Recordar ese tiempo de calidad con su compañero, hizo estremecer su cuerpo por la sensación de las heridas en ese entrenamiento.
—Pero mira el lado bueno, al menos ahora eres alguien fuerte —notando que lo miró enojada—. Okey, no estoy de acuerdo con sus métodos… Sera mejor que limpie todo este desastre, puede causarle problemas a Lucy si se descubre quienes atacaron al príncipe. —Denis creó varias copias suyas, las cuales se aceraron a los cadáveres y usaron [Fragmentación molecular], para eliminar toda evidencia del ataque y dejaron solo un cuerpo que serviría como chivo expiatorio.
—Denis, ¿Por qué los ayudas? Tú no eres mala persona, ambos podríamos detenerlos… No debemos permitir que usen este mundo y a su gente como juguetes. —Decía la muchacha intentando apelar al buen corazón de su compañero.
—Sé el tipo de personas que son, pero aun así son mis amigos. Ellos fueron los únicos que notaron mi existencia cuando nadie más lo hacía, incluso me ayudaron cuando estaba en problemas… Tú no sabes nada de mí, Yesenia y no lo comprenderías —señalándole a los soldados elfos—. Paralicé a las escoltas del príncipe al oír tu grito de auxilio, cuando salgan de ese estado les dirás que te defendiste de ese elfo que dejé. No podemos permitir que sepan que eres fuerte, debemos mantenerlo en secreto. —Denis estaba desmaterializándose, pero fue detenido por la voz de Yesenia.
—¡Espera, Denis! Tú lo debes saber. Que entraran tantos asesinos estando la escolta real aquí ¿Quiénes permitieron esto? —Preguntó Yesenia viendo a los guardias paralizados.
—El príncipe tiene muchos enemigos, fueron algunos de su propia escolta los que dejaron entrar a los atacantes… Me encargaré de ellos durante el resto del día, no puedo permitir que hagan otra tontería como esta y que arruinen los planes de Gregory. Pero hay alguien a quien no puedo matar por su importancia, esa es Mijani Li Isan, ella es quien armó este atentado. —Dijo Denis señalándola, al oír esto Yesenia quedó impactada y miró a lo lejos a Mijani con una expresión de incredulidad.
—A-Acabo de hablar con ella, no-no parece el tipo de persona que haría algo como esto… Matar a su propio príncipe, eso va contra todo código de caballero. —La muchacha aun no podía creer lo que escuchó.
—Tras el encuentro de Lucy con Ucass, Mijani le dio ciertas miradas que fueron correspondidas por Lucy y ambas pasaron la noche intimando en los aposentos de Mijani ¿Ahora entiendes el porqué de ese ataque? Y de seguro no será el único. Yesenia, deberás proteger al príncipe Ucass y solo llamarme para limpiar evidencias. —Antes de desmaterializarse, Denis le arrojó un pequeño cráneo.
Cuando Denis terminó de irse, las escoltas comenzaron a correr hacia Ucass, solo encontraron un cadáver y a Yesenia curando al herido príncipe elfo que estaba inconsciente. La joven heroína miró a todos los elfos de la escolta real, vio algunas expresiones de disgusto en varios miembros e incluso percibió un pequeño chasquido de dientes por parte de Mijani.
«Cada día que paso aquí, me hace odiar más este mundo… Pero supongo que hay gente que quiere cambiarlo y al menos protegeré a personas como Ucass».
Lugar desconocido…
Unos pasos se escuchan dentro de una cueva, las paredes son iluminadas por antorchas que se prenden una a una y en el suelo se crean varias runas mágicas que iluminan por completo el lugar. Se puede escuchar los dolorosos gemidos de alguien, también suena como si fuera arrastrado lentamente por el suelo y siendo llevado cada vez más profundo en esa extraña caverna. Unos hilos dorados atan a una niña de 13 años, tiene la boca amordazada, los ojos vendados, sus tobillos y muñecas con hematomas por la presión de esas ataduras mágicas.
Ella tiene el cuerpo lleno de raspones, causados por ser arrastrada todo el trayecto, repentinamente su captor se detiene, la toma por detrás de los hombros y le quita la venda que cubre su visión. Lo primero que esos asustados ojos miran, es una amplia área blanca y escuchando unos pasos rodeándola, logra ver al causante de su tormento.
—Hola pequeña, debes estar muy asustada… ¿Sabes qué es eso delante tuyo? —Preguntaba una voz femenina, se trataba de Maritza, quien vestía una túnica morada transparente y con cuidado le retiró la mordaza para que hablara.
—No-No me lastime… Papá… Mamá. —La niña fue tomada de la nuca, esos hilos dorados que la ataban, se clavaron en sus parpados, forzándola a que los abra y mirara ese espacio blanco delante de ella.
—Te hice una pregunta, pequeña. Ahora dime ¿Sabes que es esa cosa? —Maritza apuntó el rostro de la niña con más fuerza hacia ese lugar.
—Un cuadro… Es una pintura… Una pintura en blanco… Suéltame… Te lo pido, duele mucho. —Los hilos dorados que la ataban, comenzaron a levantarla para colgarla del techo y la dejaron a la altura de Maritza.
—Uhm pues estuvo cerca, pequeña. En realidad, es un lienzo en blanco que estoy pintando… Pero hay personas especiales que pueden ver algo ahí, ahora dímelo rápido… ¿Qué miras en el lienzo? —Maritza le clavó más hilos en los parpados, abriendo completamente los ojos de la niña, quien forcejeaba intentando liberarse y entonces una visión perforó su mente como una aguja al agua.
En la visión, ella se veía de mayor ante un espejo, siendo una campesina en una cabaña de madera y donde en una noche un hombre herido toca su puerta. La niña miraba que en su visión el tiempo pasaba rápidamente, ella cuidó de ese hombre por varios días, divirtiéndose con sus historias y ayudándolo a caminar por el pueblo. Esa versión adulta de esta niña, tuvo una corta y fugaz relación íntima con ese hombre, donde le juró amor y que esperaría su regreso, al final lo vio partir y ella se acariciaba con cariño el vientre.
—¡Ignus, ayúdame! ¡No me dejes sola! ¡Te necesitamos! —Gritó la niña llorando, recobró la conciencia por unos segundos y parecía estar desconcertada por lo que acababa de decir.
—Muy bien, queda comprobado que mi rastreador funciona —Maritza miraba en su brazo una brújula hecha de luz roja, cuyo marcador apuntaba a la niña—. Bueno, es tiempo de pintar mi obra maestra, por ahora la llamo el [Lienzo Del Apocalipsis], pero cuando esté terminada je,je ella misma le dará un nombre ¿Quieres saber cómo pinto mi lienzo? —Maritza se puso tras la niña, ejercitaba sus manos, cuello y cuerpo para relajar sus músculos.
Maritza levantó sus manos como un cirujano que las ha esterilizado, estas brillaron de un color plateado y dando suspiros para tranquilizarse, aquella cruel chica clavó sus dedos en el pecho de la niña. Comenzó a abrirle las costillas lentamente, los gritos de su víctima recorrían todos los túneles hasta perderse, aquel resplandor plateado comenzó a invadir el cuerpo de la niña, saliendo de sus heridas y cualquier orificio en ella.
Maritza usó toda su fuerza para partir a la pequeña, la sangre manchó el blanco lienzo y lentamente el cuerpo inerte fue absorbido hacia ese lugar. La heroína se acercó para esparcir los restos de la niña, al hacerlo sus ojos tenían colores tornasolados, parecía estar en trance mientras las visiones de la vida que tendría esta niña, entraban en su mente haciéndolas suyas.
Desde una parte del techo, Denis había observado todo como mudo testigo, los sentimientos que tiene por Maritza son obvios, pero él la entiende más de lo que se pueden imaginar y por eso solo puede verla de lejos. El muchacho la miró terminar su aberrante labor, había esparcido los restos de su víctima y de la cual solo queda una pequeña mancha colorida en todo ese amplio lienzo blanco.
Maritza retrocedió tapándose con admiración la boca, tenía una expresión embelesada por las visiones que tuvo y sutilmente se quitó los tirantes de su vestido para quedar desnuda. Luego comenzó a bailar con gráciles y sensuales movimientos, recorría con sus manos sus caderas, como dando un espectáculo privado. Denis sabía que no estaba bien mirarla, sin embargo, no podía apartarle la mirada y se quedó templado unos segundos mientras la observaba.
—¿Te gusta el show? —Una voz detrás de él lo hizo reaccionar y giró su rostro sorprendido al reconocerla.
—¿Ma-Maritza? ¿Cómo es que tú me…? Y-Yo lo siento mucho… —Por suerte la máscara metálica tapaba su avergonzado rostro.
A su lado flotaba una Maritza transparente, la cual estaba rodeada por un resplandor blanco, ella había atravesado la pared donde estaba Denis y miraba su reacción soltando unas pequeñas risas.
—Como no darme cuenta, si me miras de esa forma tan intensa… Quería darte un susto en mi forma astral y no tienes que disculparte. Denis, estaba bailando para ti. La próxima vez deberías avisarme de tu visita, así podría preparar algo para que tomemos. Sígueme, serás el primero al que le muestre lo que encontré. —Maritza flotó hasta su cuerpo que seguía bailando y su yo transparente se metió adentro.
—¿Exactamente qué es esto, Maritza? —Denis se materializó ante aquel lienzo en blanco, al verlo mejor comenzó a sentirse enfermo y fue abrumado por un sentimiento de asco.
—Cuando me llevaste a la biblioteca oculta del bosque eterno, asimilé cierta información que me pareció interesante, solo era el fragmento de un texto profano y fue suficiente para sacar mis propias conclusiones. ¿Lo sientes? Yo también me sentí enferma cuando lo creé, eso tiene una buena explicación… Lo que tienes ante ti, es el [Lienzo del Apocalipsis], un mapa de los eventos que llevaran a la destrucción de este mundo. —Maritza abrió los brazos presentándole ese lienzo y tenía una sonrisa tétrica que mostraba orgullo por su creación.
—No me esperaba que fuera algo tan oscuro, es increíble que lograras hacer algo como esto ¿Qué más haz descubierto? —Preguntó Denis apartando la vista de ese lienzo.
—Que somos la antepenúltima generación de héroes, hasta que este mundo llegue a su final y sea devorado por una bestia del espacio. Parece que, al Dios encargado le importa una mierda lo que suceda con sus creaciones… Es como esos gerentes que solo gastan dinero de la empresa, descuidando los negocios y a sus trabajadores, pues al final solo venden la empresa y escapan con todo el capital. ¿Me pregunto si el Dios de nuestro mundo tendrá un plan similar? —Maritza estaba pensativa en muchas dudas importantes.
—Con que la antepenúltima generación de héroes, calculo entonces que a este mundo le quedan algo de 300 años. Debemos preparar todo para irnos, no quisiera estar presente cuando ese apocalipsis comience. —Dijo Denis, pero fue sorprendido por Maritza, quien lo abrazó por la espalda.
—Nada de eso, tontito. Hay una forma en la que podemos arreglarlo todo y hasta quitarle el puesto de Dios al bastardo de Regis. Quien es el más apto para ser Dios, es mi hermanito Gregory e incluso él ya tenía planeado hacerlo de todas formas. Mi [Lienzo del Apocalipsis] es algo único, pues podemos robar los destinos a quienes cumplen una función importante en esta tierra y usar esa información para alterar el resultado final. —Ella se puso delante de Denis y ponía sus senos presionándolos contra el pecho del muchacho.
—Me lo imaginaba, Gregory solo aceptaría la posición más alta en el mundo e intuía que estaban planeando hacer algo así ¿Entonces le robaste su futuro a esa niña que mataste? —Preguntó Denis mirándola fijamente con esos ojos rojos.
—Sí, ella iba a ser el antepasado de quien ayudaría a los últimos héroes, pero ellos están condenados a fallar… Mira, desarrollé un hechizo de rastreo —mostrándole la brújula en su brazo—, voy a cazar a todas las piezas de este lienzo para completarlo, lo malo es que tengo que estar muy cerca de ellos para que se active mi brújula… Además de que tengo una pequeña duda, una parte de mi lienzo se tiño de negro, como si alguien hubiera interferido con el destino de este mundo… —Maritza guio la mirada de Denis, fue a un pequeño fragmento negro en el lienzo.
—Lo dudo mucho, Maritza. Nadie más que tú descifraría algo tan importante. —Denis miró esa parte negra y tuvo una visión de goblins destruyendo la ciudad de Trinity.
—Voy a darte mi radar, Denis. Eres quien más puede moverse por el mundo y encontrarlos… No te pido que los mates o me los traigas, solo infórmame donde se encuentran y yo me haré cargo del resto —notándolo pensativo viendo la mancha que dejo la niña—. ¿Denis, soy alguien horrible? —Maritza le retiró la máscara metálica dejándola caer al suelo, con sus finos dedos tomó del mentón a Denis y lo miraba perdiéndose en el rojo de sus pupilas.
—No Maritza, sé que las cosas que haces, las haces por que no puedes evitarlo… Matar, torturar y deleitarte con el sufrimiento de otros, es como el aire que respiramos para ti, algo que necesitas para sentirte viva y feliz. Es tu naturaleza, Maritza, no puedes hacer nada por cambiarla… —El muchacho sintió los brazos de su compañera rodearlo, ella se ponía en las puntillas de sus dedos para intentar estar a su altura.
—Tu, mi hermano, Lucy y Cesar… Son los únicos que me aceptan, pero tú eres especial, mi Denis… Me conoces completamente, sabes que estoy mal de la cabeza y aun así me miras con esos dulces ojos… Denis, entiendes que no puedo amarte, mi corazón no está hecho para generar amor por nada ni nadie y ni siquiera por mí misma… Aun así, permites que algo tan corrupto como yo, pueda sentir el calor de tu cuerpo. —Maritza se apoyó en el pecho de Denis, escuchaba los latidos del muchacho mientras ella se mordía los labios y lo hizo hasta hacerse sangrar.
—Lo sé Maritza, sé muy bien que no debería hacerlo… Pero no puedo engañarme a mí mismo, fuiste la única que estuvo cuando estaba perdido, la única que notó que alguien como yo existía y me ayudó cuando más lo necesitaba… Nunca… Jamás podría rechazarte. —Denis la abrazó con ternura escuchándole leves gemidos y sentía el cálido aliento de Maritza sobre su piel.
—¿Me lo juras, Denis? Siempre… ¿Siempre estarás para mí? ¿A pesar de las atrocidades que cometa? ¿Sin importar las veces que te use? ¿Me juras que no me abandonaras?
—Sí, te lo juro…
—Denis… Denis… Cuando sea el final de todo, cuando estemos cerca de lograrlo… Te prometo que haré el esfuerzo, daré todo de mí para amarte… Pero no dejes de ser feliz hasta que ese día llegué, disfruta de este mundo, consigue alguien que te amé, entrégale ese amor a quienes lo merezcan… Y cuando sea el momento, seremos solo nosotros y nadie más… —Maritza lo miraba con unos ojos añorantes, sonría de una forma tierna pero atemorizante, repentinamente empujó a Denis a un costado y le transfirió su brújula. Ella se quedó temblando y abrazando sus propios brazos, se clavó sus propias uñas en los hombros.
—Entonces que así sea, Maritza. Viviré sin arrepentimientos hasta que nuestro día prometido llegue… Creo que será mejor que me vaya. —Dijo Denis recogiendo y poniéndose su máscara metálica.
—Hazlo Denis, vete antes de que haga algo de lo que me arrepienta. —Maritza se sacó sangre de sus hombros. Delante de ella estaba su forma astral y esta entidad sujetaba una daga hecha de luz azul.
Si ella no empujaba a Denis, hubiera terminado por apuñalarlo, él entendió eso y se desmaterializó para irse de ahí. Este muchacho sabe bien la clase de persona que es Maritza, ella lo mataría sin remordimiento alguno, solo porque tiene la oportunidad de hacerlo y aun así él nunca la abandonara.
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