LISMATUS: SENDA DEL HERALDO - 26
Continente de Aubel
Alrededores de Equidna.
Azujo del año 1684, Luna Regente Azul
El sol del mediodía baña los áridos caminos, la sombra es escasa y el calor hace difícil la visión. Varios chillidos pueden escucharse a lo lejos, fuertes temblores sacuden el suelo y los gritos de muchas personas batallando se hacen presentes. Son acompañados por espadas chocando, carne siendo cortada, cuerpos cayendo inertes y sangre salpicando a la tierra.
Las siete grandes carretas que transportan a los condenados, están siendo atacadas por una docena de gigantescos y grotescos gusanos, estos seres tienen el cuerpo de casi 3 metros de ancho, cubierto por duras escamas y con garras a los lados que impulsan su movimiento. Desde los huecos que salen se les puede medir unos 6 metros de altura, la parte superior que sería su cabeza, se abre en cuatro soltando tentáculos con bocas junto a una baba verduzca y esas fauces salen para atacar a las personas que luchan por su vida.
—¡Aun no acabas con ese conjuro, Aranavia! —con su alabarda hace retroceder al gusano en su delante—. ¡Son muchos DeepDigger para matarlos! —Quien habló era un hombre de armadura ligera, a simple vista es un humano, pero resalta el hecho de que tiene una cabellera plateada muy brillante y ojos de color ámbar. En su mano porta una alabarda de punta gruesa, donde un resplandor azul coronaba el arma y lanza un rayo de energía que tumba al monstruo que mantienen a raya.
—¡So-Solo dame cinco minutos más, Aegar! ¡Si lo hago ahora no repeleré a todos! —Respondió una chica de pelo morado, tiene los ojos cerrados, viste con túnicas rojas, porta en su mano un rosario negro y con la posición de sus palmas como rezando. Ella está protegida por una barrera transparente, que es golpeada por los gruesos cuerpos de esos gusanos y lentamente comienza a romperse.
Por otro lado, los demás guardias y personas que pertenecían a la caravana, luchaban contra el resto de los monstruos intentando sobrevivir, aquellos no combatientes se escondían en las carretas y esperan con miedo a que todo termine.
Axel está detrás de la escolta de caballeros montados, soporta con su espada los tentáculos que salían de la boca de esa bestia y estos tienen pequeñas fauces que le recordaron a los suyos. El DeepDigger ante él, le escupió un líquido verduzco que logró esquivar y vio como esa sustancia derrite el suelo.
«Mierda, eso es peligroso… ¡Joder! pelear solo con habilidades humanas, es una completa desventaja para mí… Pero si transformo mi cuerpo, causaré sospechas y preguntas que no necesito», Axel buscó en su cinturón un pequeño frasco con un líquido rojo y lo arrojó a la boca abierta del gusano.
—¡Veamos si eres tan duro por dentro! ¡[Saeta Elemental]! —Gritó el muchacho señalando con su índice izquierdo al cielo, donde se fue creada una saeta de fuego sobre su cabeza.
Disparó su saeta al interior de la boca de esa bestia, así el fuego hizo contacto con la sustancia del frasco que se rompió dentro y ocasionó una rápida explosión. Varios trozos de ese monstruo salieron dispersos por todo el escenario, incluso Axel salió despedido por la onda expansiva, cayendo de espaldas al suelo y bañado de intestinos. Lentamente su ropaje adaptable absorbía la sangre, volviendo a tener su aspecto aseado mientras se recupera del golpe e intenta percibir su entorno.
—Bien hecho, muchacho, Jaime no mentía con la recomendación que me dio de ti. —Por su espalda llegó un anciano, se sabía esto porque su alborotada barba blanca sobre salía de entre los espacios del casco de su armadura magullada, también estaba cubierto de entrañas por estar tan cerca del gusano que explotó y tras limpiarse el visor del casco puso su gran martillo de guerra en el suelo.
—Señor Horos ¿Cuándo falta para que el conjuro esté listo? —Preguntó el muchacho siendo ayudado por ese anciano a levantarse.
—Esa [Chaman] llamada Aranavia dijo que cinco minutos… Tenemos que protegerla antes de que su barrera colapse —un gusano negro se irguió delante de ellos, haciendo temblar en suelo e impidiéndoles pasar—. Puta vida, tenemos todas las manos llenas y no llegaremos con la [Chaman]. —Horos tomó su martillo con ambas manos y junto Axel le hicieron frente al enemigo que obstruía su camino.
—Encarguémonos nosotros de este DeepDigger… Aranavia está en buenas manos, eso se lo aseguro. [Aura llameante] más [Pies Ligeros]… [Tornado de Combustión]. —Las primeras dos habilidades de Axel brillaron en su cuerpo como rojo intenso y verde claro, ambas se mezclaron para crear unas llamas carmesís, las cuales giraban como remolinos alrededor de su cuerpo.
La velocidad a la que se movía el muchacho era impresionante, solo se le podía distinguir como una mancha carmesí rodeando al DeepDigger que lo atacó. Esos tornados de llamas entraban por los cortes que hizo con su espada, causando que el monstruo sea quemado desde adentro y chillara del dolor al no poder acertar un golpe a su atacante. En un momento de descuido, los tentáculos de otro gusano lo sujetaron por la espalda, sin embargo, al tener esas llamas rodeándolo terminó por quemarlos. Ahí fue asistido por Horos, pues este dio un contundente golpe con su martillo al segundo DeepDigger para alejarlo de Axel y hábilmente este anciano le hizo frente a la criatura que separó.
A unos 40 metros de donde peleaba Axel, se podían escuchar los gritos agudos de varias mujeres y eran aguerridos alaridos que se oían como una arenga de combate. Este era un grupo de diecinueve fornidas mujeres de la selva llamadas amazonas, las cuales vestían con pieles curtidas, cortezas de árboles, plumajes coloridos y vivaces hojas verdes.
—Formación arxaña, no lo dejen enterrarse. —Ordenaba una amazona de 2 metros, sus ojos eran amarillos similares a los de un felino, tenía la piel morena con tatuajes blancos, su ropaje estaba compuesto de plumas rojas y pieles curtidas. En sus manos sostenía un delgado espontón, al cual manejaba hábilmente dividiéndolo a la mitad y así lograba alejar a los tentáculos que intentaban alcanzarla.
A la orden de esta fornida mujer, seis de sus compañeras comenzaron a rodear al DeepDigger, lo atacaban en rápidas escaramuzas con sus armas, defendiéndose entre sí y ayudándose a escapar cuando era necesario.
—Señora Tintaya, no vamos a aguantar mucho tiempo… Son demasiados para una lucha continua. —Una chica pelirroja de pelo ondulado se acercó a la mujer del espontón llamada Tintaya, esta chica era pequeña en comparación a sus compañeras y ella tenía un látigo de metal con el cual se defendía.
—Oh, mi linda Warasisa, nunca es demasiado para una amazona —su espontón brilló en tonos dorados, de una puñalada mató al gusano con el que peleaban—. Solo necesitas crear la oportunidad… uhm —viendo a Holee peleando con sus brazos de mantis—. ¿Que tenemos aquí? Esa niña es justo como me gustan. —Tintaya miró unos segundos a Holee, saboreó sus labios como si mirase algo apetitoso y levantó su arma para guiar a su escuadrón al siguiente enemigo.
La lucha se intensificó conforme el tiempo pasaba, aquellos cinco minutos les parecen eternos, así las primeras bajas se hicieron notar, pues varios resultaron heridos, otros despedazados y engullidos por los DeepDiggers que se enterraron al haber capturado una presa.
Quedaban 30 segundos para que el conjuro de Aranavia este completo, ella tenía varias runas mágicas rodeándola dentro de su barrera, pero inesperadamente esta se quebró cuando un gusano verde le escupió ese ácido verduzco encima. El sonido que hizo su barrera al romperse, era igual al de vidrio quebrándose, así los pedazos fueron desvaneciéndose y el líquido la rodeó derritiendo la tierra cercana a ella. Algunas de esas gotas ácidas cayeron encima de esa muchacha de cabellera purpura, causando que oprimiera sus dientes intentando aguantar el dolor que sentía y no perder la concentración en su conjuración.
—¡Noooo! ¡Ayúdenme me-me du-duele! —No dejó de tener sus manos en esa posición de rezo, sentía como su túnica estaba quemándose junto a su piel y el olor que emanaba era desagradable, tanto que sentía ganas de vomitar. Con lágrimas cayendo por sus mejillas, solo podía ver aproximarse las fauces tentaculares del DeepDigger y a pesar del miedo se mantenía firme en la canalización de su hechizo.
—¡Holee, ve por ella! —Exclamó Axel al escuchar la barrera romperse, por distraerse terminó recibiendo un fuerte golpe del gusano negro con el que peleaba y el impacto de ese grueso cuerpo lo estrelló contra una roca.
El sonido de un zumbido surco el cielo, algo delgado y filoso pasó a lado del gusano que estaba por tragarse a Aranavia, la criatura fue separada de su cabeza y cortada en 3 partes. Delante de esa adolorida chica, estaba Holee parada con sus alas extendidas y sus extremidades de mantis al descubierto. Al ver que Aranavia está continuando con su conjuro, Holee se dispuso a encargarse de los DeepDigger que la rodeaban y esta joven se puso en cuatro batiendo sus alas generando un sonido amenazante.
Esa chica insecto estaba limitando sus habilidades, solo transformó sus brazos, espalda para sus alas, ojos para tener una amplia visión y sus antenas para dotarla de sentidos mejorados. Era increíble lo filosas que eran las cuchillas en sus brazos, pues difícilmente las espadas normales lograban cortar esas corazas naturales de los gusanos, pero ella lo hacía de un solo tajo y a una velocidad casi imperceptible. Las antenas en su frente le avisaban de ataque subterráneos, de los cuales escapaba prendiendo vuelo y bajando en picada para herir a los monstruos que intentaban rodearla.
—[Cielomoto Creciente]. —Exclamó Aranavia a todo pulmón, levantó sus manos extendiendo ese rosario de perlas negras y luego un fuerte sonido de aire chocando violentamente se hizo presente. Los estruendos que causó sacudían el suelo con una frecuencia infrasonora que era horrible para los DeepDiggers y al sentirlo comenzaron a huir del lugar.
Los temblores causados por esos enormes seres escapando al mismo tiempo, hicieron caer a algunos de los que estaban cansados por la pelea y eran resguardados por quienes más cerca tenían. Holee replegó sus alas preocupada, pensó en ir a socorrer a su amo, pero al verlo levantarse por sí mismo, decidió ayudar a la herida Aranavia. La sostuvo para que no cayera por el dolor del ácido quemando su cuerpo, luego vino aquel chico de cabellera plateada llamado Aegar y la ayudó llevando a Aranavia en brazos.
Han pasado seis días desde que Axel dejó Trinity, lucharon contra varios tipos de monstruo en este trayecto, cosa que ayudó al muchacho a mejorar sus técnicas de combate como humano y lentamente estaba aprendiendo a no depender tanto de sus habilidades de transformación. Por la situación tampoco podía usar toda su galería de hechizo adquiridos, ya que la idea de un espadachín usándolos era inaudita, así que únicamente dijo poseer un anillo que generaba llamas y con ello logró disimular sus [Saetas Ígneas]. Esta excusa fue creada por Mirtha, pues ella le habló de la existencia de accesorios encantados y muy difíciles de encontrar… Cada vez que Axel usaba [Saetas Ígneas], el recuerdo de la última vez que vio a Mirtha venía a su mente y comenzaba a deprimirse por haber dejado las cosas en malos términos con ella.
Con tanta gente observándolo, le es difícil expandir los delgados tentáculos que obtienen habilidades de los monstruos muertos y tiene que ser ayudado por Holee para que vigile. Lo hizo de una manera disimulada, arrastrando sus tentáculos desde su nuca, entrando por el cuello de su ropa y saliendo por debajo de la manga de su ropaje, a una corta distancia los metía en los cadáveres y extraía los cristales que siempre guarda. Claro que no siempre tiene la suerte de hacer esto, por la cantidad de ojos mirando dejó de lado el asimilar a muchos monstruos y se desanimó por perder esos buenos ejemplares.
Durante ese tiempo de arduas peleas, Axel pudo lograr una mejor relación con Holee, como solo ellos se conocían comenzaron a hablar más acerca de si mismos y se fueron conociendo mejor. También pudieron hablar con sus compañeros de viaje, encontrando entre ellos a personas muy interesantes y se enteraron de los peculiares motivos por los cuales se unieron a la caravana.
Primero está el grupo de los sancionados, estos son aventureros que fallaron en una misión importante, siendo suspendidos de sus actividades con sus placas inactivas y degradados varios rangos según su falta. Cuando no pueden pagar por la penalidad, son puestos a trabajar en zonas de alta dificultad y lo hacen hasta que retribuyan cada centavo ocasionado por su fracaso.
Al principio se componían por once personas, pero tres de ellos murieron en los ataques de monstruos que tuvieron esta semana y rápida aceptaron de este hecho demostró el profesionalismo que tenían. Aegar tiene el papel de líder del grupo, es un [Combatiente] que usa una alabarda como su arma principal y viene del continente de Roana. Aranavia, una [Chaman] mestiza con sangre de Roanences y Aubelianos. Ysmel, un [Cruzado] que usa una enorme cruz metálica para la batalla. Crysmir, una [Exploradora] con pocas habilidades para combate, pero excelente en reconocimiento de terrenos, materiales y monstruos. Gayra, la [Clérigo] encargada de la atención medica de sus compañeros. Por ultimo están otros miembros que varían entre diversas armas y roles.
Este grupo antes compuesto de once personas, fallaron en el transporte de un importante artículo proveniente del continente de Roana y por lo cual quedaron con una deuda muy grande que ni con todos sus ahorros podrían pagar. Por ello fueron sancionados a trabajar en las minas de Equidna, se desconoce el tiempo que tendrán que estar ahí y que objeto fue el que perdieron.
El segundo grupo está compuesto de diecinueve mujeres, una murió hace dos días por un descuido que ella misma causó, este grupo se compone casi en su totalidad de amazonas con la clase [Combatiente]. Su líder es Tintaya, quien es hábil manipulando el espontón. Su segunda al mando es Juri, esta usa una cerbatana para envenenar a sus enemigos con dardos y se defiende con un escudo de caparazón de tortuga. La [Bruja] Warasisa, quien empuña el látigo para aplicar diversos efectos negativos a los enemigos y de fortalecimiento a los aliados. Luego están sus otras compañeras, de clase [Combatiente] [Druida] o [Hechicera], todas especializadas en distintos tipos de armamentos y conjuros.
Las amazonas provienen de una selva oculta, ubicada en las montañas que limitan con el reino de Nimbus. Por siglos osados viajeros intentaron llegar a esa tierra dorada, cuyos rumores cantan historias de mujeres fuertes, algunas de belleza hechizante y que buscan la emoción de probarse en batallas para la gloria de su Diosa Lunar. Se hizo un acuerdo con ese reino oculto, donde estas guerreras tienen permitido viajar bajo su propio riesgo por Aubel, con las condiciones de dar un tributo a la ciudad donde se quedarán, que trabajen como mercenarias y que no causen delitos. De romper esas reglas, son tachadas de criminales y pueden ser capturadas al ser detectadas y de ahí sus destinos son iguales al de muchas mujeres esclavizadas.
Estas amazonas en particular, fueron contratadas de mercenarias para trabajar como escolta extra y pasaran unos meses ayudando con la sobrepoblación de monstruos en las minas de Equidna. Ya que son trabajadoras contratadas, tienen total libertad de actuar según crean conveniente para ellas y sus jefes, claro que esto solo se aplica siempre y cuando, no rompan lo estipulado en su contrato.
El tercer grupo, este lo integran el personal no combatiente, como una joven cocinera de 25 años llamada Eveldra y que viene con su hijo de un año. Un maestro constructor que se encargara de reparar los muros de las minas, su nombre es Cotman y tiene cerca de 50 años. Un herrero treintañero llamado Dicter, quien dará mantenimiento a los equipos de las minas. Junto a ellos vienen siete jóvenes de ambos sexos que les servirán como ayudantes.
Este tipo de personal tiene un trabajo parcial de semanas o meses, por la dificultad de la zona muy pocos tienen el valor para quedarse en puestos permanentes. Generalmente son traídos extranjeros de otros continentes, gente que no puede pagar impuestos, bastardos que buscan reconocimiento ante sus familias y quienes fueron expulsados de sus ciudades por distintos motivos. Estas personas por diversos motivos no pueden encontrar trabajos normales, por ello tienen que recurrir a los anuncios que buscan personal para las diversas minas del continente de Aubel y arriesgarse a esa vida para tener un sustento.
El cuarto grupo, aquí es donde viene el nuevo personal de vigilancia, constando de cinco personas actualmente, entre las cuales esta Axel y Holee contando como un puesto, junto a cuatro hombres jóvenes de entre 20 a 30 años. Cuando Axel vio a sus compañeros de trabajo, se extrañó por la actitud de estos, pues aparte de estar emocionados por el trabajo, ninguno parecía ser el tipo de persona que tenga experiencia en este rublo. Dos de los compañeros de Axel tienen habilidades de combate excelentes, los otros dos cumplen bien sus funciones en grupo y han logrado cierto compañerismo que los unió poco a poco. La mayoría está ahí por el buen sueldo o al menos eso es lo que dijeron.
Axel se percató de un detalle importante hablando con sus compañeros, la mayoría son hijos bastardos de familias nobles, a los cuales se les mandó a trabajar a las minas de Equidna y que no intervengan con sus respectivas familias principales. Estos jóvenes tienen el contrato de un año, el cual al finalizar les permite regresar a sus ciudades de origen, con la esperanza de que, al demostrar su valor, sus padres biológicos los legitimasen con el apellido que les corresponde. Estos chicos tenían muchos ánimos, miraban con esperanza un futuro donde ya no vivirían escondidos por la vergüenza de ser bastardos y que tal vez pudieran legítimamente heredar algo de sus padres.
Por último, estaban el personal encargado del transporte de los condenados, eran doce guardias montados bien armados, de los cuales murieron tres y el resto está parcialmente herido. Estos fueron contratados por el señor Horos, quien es un [Forjador del dolor], encargado de la capacitación de los nuevos vigilantes, supervisión del personal contratado y confirmar la llegada de todos los criminales condenados a trabajos forzados. Este trabajo de supervisor lo realiza junto a dos colegas, dividiéndose las tareas mutuamente, con ellos vienen sus tres empleados personales y cuatro esclavas que usan para limpiar los interiores de las carretas.
Después del ataque de los DeepDigger, los heridos estaban recibiendo atenciones médicas básicas, todos se mostraban tensos y estresados pues ha sido una semana de viaje complicado.
—Perdimos a más de cinco, los que quedan son los mejores y espero se desempeñen bien en el trabajo. —Mencionó Horos viendo los restos de dos cadáveres, los cuales estaban carcomidos y eran llevados para ser enterrados.
—En esta temporada las cosas se ponen difíciles, la cantidad de monstruos que rodean las minas se incrementó y se ponen violentos al proteger su territorio… Aunque debo decir que tenemos buenos talentos entre nosotros. —El segundo encargado vio a Axel caminar despacio para sentarse en una banca, también miro a un joven muy alto de cabellera negra y uno bajo de altura con la cabeza rapada.
—¿Ese trio? Son muy habilidosos, entre los tres, aquel *chato rapado tiene buen dominio de sus armas, sin embargo, es un desperdicio que su talento ten… —Susurró el tercer encargado, lo que dijo ocasionó que Horos le diera un codazo, pues Aegar se acercaba a ellos con unas bebidas.
*Chato: Forma un tanto vulgar de referirse a alguien de baja estatura.
—Señores, traigo vino de calidad importado de Roana. La mejor bebida para el cansancio. —Aegar se les aproximó con una sonrisa, ver aquella roja bebida abrió el apetito de esos tres. Tras recibir los vasos y dar gracias por el amable gesto, Aegar continuó sirviendo y repartiendo más bebidas entre los que estaban cerca.
Axel estaba revisándose el cuerpo, se tocaba haciendo presión en su pecho para cerciorarse de lesiones internas y repentinamente alguien se paró en su delante. Se trataba de una joven de cabellera verde claro, iba vistiendo una túnica que le recordó a la hermana de Holee, aquella clériga llamada Eila que asesinó por casualidad y la chica frente a él parecía nerviosa de hablarle.
—Se-Señor Axel, mi nombre es Gayra y soy una clériga… Vi durante la lucha que recibió un fuerte golpe de ese DeeepDigger, dé-déjeme tratar sus heridas… —Gayra estaba por tocar a Axel, pero este se alejó bruscamente y sorprendiendo a la chica por tal reacción.
—No-No lo tomes a mal, acabo de revisarme y no tengo nada roto. Deberías ayudar a quienes de verdad lo necesitan, yo-yo estoy bien. —Axel tragaba saliva con dificultad, recodó lo que pasó con Eila cuando le aplicó magia curativa y lo lastimó revelando su verdadera forma.
—Pero es mejor estar seguros, usted trabajara como vigilante y tiene que estar en buenas condiciones. Pro-Prometo que no le dolerá, solo tomará unos seg… —Gayra intentaba poner otra vez sus manos en Axel, sin embargo, alguien la detuvo tomándola del hombro.
—Ya te dijo que está bien, Gayra, tanta insistencia llegará a fastidiarlo. Anda y revisa a los otros, ellos tienen heridas más graves. —Aegar le señaló el camino a Gayra, la muchacha bajó la cabeza como disculpas para Axel y corrió a atender a otros heridos.
—Te agradezco por eso, tengo un cuerpo fuerte así que ese golpe no es nada para mí. —Axel se mostraba aliviado y soltó un suspiro.
—No hay de que, amigo, solo déjame darte un consejo. No es bueno que tengas suplicando a una chica que quiere ayudarte, eso no te hace popular con ellas. La pobre Gayra no puede pasar por alto a los heridos, ella dedicó su vida a salvar a todos lo que pueda. —Aegar señaló a Gayra para que Axel la mirase, el muchacho le notó un rostro sincero de preocupación por las personas que atendía.
—No he venido en un viaje de romance, solo quiero hacer mi trabajo y punto —soltando un suspiro—. Pero ya me disculparé apropiadamente con ella, no era mi intención tratarla así —viendo venir a Holee—. ¿Cómo se encuentra Aranavia? —Le preguntó Axel parándose para conversar con ella.
—El ácido quemó la superficie de sus brazos, pecho y piernas, no es nada grave, pero le dolerá por unos días… Por cierto, Señor Aegar, la señorita Aranavia está llamándolo. —Mencionó la muchacha viendo como Aegar les sonreía a ambos.
—Gracias por avisarme, Holee. Tomen, les dejaré este vino para que se refresquen. —Aegar dio un vaso a cada uno y se despidió cortésmente para retirarse donde su compañera.
—No pensé que el viaje nos costara tanto, van muriendo algo de cinco hasta ahora. —Holee se sentó a lado de Axel, miraba el vaso de vino pensando en las muertes que presenció.
—Según escuché, es normal en esta temporada y por eso contrataron a las amazonas como escoltas extras —mirando el vaso de vino—. En la taberna decían que el vino de Roana era uno de los más finos y caros, es sorprendente que lo esté regalando tan fácil… ¿Pero que lo hace tan especial? [Analizar Superior]. —Axel aplicó su habilidad en el vino, el resultado lo sorprendió y él evitó que Holee lo bebiera.
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>>>Nombre: Vino Catum de Roana (Rastreador detectado)
>>>Descripción: Los viñedos de Roana están constantemente recibiendo lluvias por el clima del continente, eso hizo que evolucionaran en una planta capaz de brotar con raíces sumergidas y dar uvas muy jugosas.
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—¿Qu-Que pasa, Axel? ¿A qué se debe esa cara? —Preguntó Holee al verlo ponerse la mano en la boca y pensar en lo que leyó, él se acercó al oído de su compañera.
—Este vino fue mezclado con un rastreador… Desde ahora evita quedarte o comer cualquier cosa que te ofrezcan de ese grupo, por alguna razón quieren tenernos vigilados. —Al susurrarle eso al oído de Holee, Axel tomó el vaso de su compañera y disimuladamente lo derramó en el suelo.
—Lo entiendo, pero es muy raro, pues en los seis días que llevamos de viaje es la primera vez que nos ofrecen algo ¿Crees se dieron cuenta de nosotros? —Holee apoyó su cabeza en el hombro de Axel, intentaba disimular cansancio para que nadie sospeche que conversaban de algo serio.
—Puede que sea porque estamos por llegar a las minas de Equidna, tal vez su rastreador no tenga un efecto muy duradero y por eso esperó el momento. Holee, intenta hablar con otras personas, tal vez averigües algunas cosas importantes y recuerda hacerlo de forma sutil sin revelar mucho de ti misma.
—Ya hablé con algunos de ellos, parece que llamé su atención por mis habilidades… Aunque difícilmente se tragan el hecho de que soy de las clases [Druida/Asesino], al menos les mentí con que creo ilusiones para engañar a mis enemigos.
—Bien hecho, Holee, pero desde ahora mantente atenta —parándose estiró su cuerpo—. Al fin es mi turno de darle de comer a los condenados, con tanta gente es imposible hablar con Lulú… Pero veré que puedo hacer para que nos diga la verdad. —Axel dejó a su compañera descansando y se dirigió a la carreta que transporta a los criminales.
Axel fue donde la cocineara Eveldra, quien había preparado una gran olla de engrudo de harina, con trozos de la fruta Turic y hogazas de pan seco.
—Buenas tardes, Señor Axel. Ya está listo el alimento para los condenados… Me da un poco de pena que coman solo esto, pero el Señor Horos me ordenó darles algo que tranque su estómago. —Decía la cocinera mostrándole una olla grande, con tazones de cerámica y cucharas viejas.
—Buenas tardes, Señora Eveldra. Supongo que es para que no defequen continuamente, seria molesto estarlos liberarlos para que lo hagan y también puede ser para evitar el olor que dejarían sus excrementos. —Axel puso los platos y cucharas en una bolsa de tela para colgarla en su brazo y levanto la olla con ambas manos.
—Ay señor Axel, no es necesario que me diga señora, pues a pesar de tener un hijo nunca llegué a casarme. —Le decía Eveldra con una sonrisa.
—Pues será mejor tutearnos, tampoco me agrada que me digan señor a cada rato. Y creo que rondamos la misma edad. —Axel salió tranquilamente de la cocina al decir lo último y escuchó a Eveldra tomar a su bebe para arrullarlo.
«No me explico por qué alguien tan joven, viene a trabajar a un lugar tan peligroso como las minas de Equidna y peor aun trayendo un bebe consigo… Supongo que la necesidad es muy grande en todas partes»
Durante el tiempo que Axel pasó en este viaje, fue capacitado junto a sus compañeros vigilantes por Horos y los otros dos encargados de enseñarles las labores que ejercerían. Les hablaron brevemente de los turnos a tomar, los horarios que manejan para las actividades, reacciones ante posibles incidentes, un vistazo al mapa de las instalaciones y especialmente el trato que tienen que tener con los condenados. Siendo este tema el más importante, pues demostrar debilidad ante criminales resulta en faltas de respeto y eso es algo que un vigilante no puede permitir, incluso le explicaron sobre el uso de fuerza bruta para castigarlos.
Disimuladamente él había estado observando a sus compañeros, para aprender sobre el modo de hablarles a los condenados, las actitudes y posturas a tomar. Así este muchacho estando frente a la carreta de los criminales, tomó una fuerte bocanada de aire y puso una expresión enojada. El guardia que vigilaba la entrada, le dijo que solo se relaje y usó la llave para abrirle la puerta.
—¡Aquí está su comida, asquerosa escoria! ¡Voy a aflojar sus cadenas para que traguen y pobre del imbécil intente pasarse de listo! —Axel entró con fuerza, hablando con voz firme de mando y a su orden los condenados bajaron la cabeza, solo Lulú se quedó sorprendida de verlo ahí.
Eran nueve mujeres y trece hombres, con grilletes en las muñecas y tobillos que los ataban casi sin espacio a la dura pared, vestían con harapos hechos de tela tosca, estaban sucios por la falta de baño y emanaban un hediondo olor. Bajo cada uno de ellos había un hueco en suelo, el cual usarían para sus necesidades en medio del trayecto y podía sentir el olor de los residuos. La fila de la izquierda era de los hombres, la de la derecha de las mujeres y él comenzó por ellas. La primera era una mujer de 40 años, solo aflojó el seguro de las cadenas que la ataban arriba, así esta cayó al suelo por su cuerpo cansado y al ver el plato que Axel le sirvió, comenzó a comerlo con voracidad.
Uno a uno fue dándoles de comer, cuando terminaban de hacerlo, él tiraba de las cadenas y los dejaba en la posición original. Esto era una norma básica de los vigilantes, ya que hubo incidentes donde algunos fueron atacados por tomar a estos criminales a la ligera. Axel había escuchado los crímenes de estos condenados, la mayoría fueron juzgados por secuestro, prostitución clandestina, robo, asesinatos, violación y estafa. Usando su [Visión Demoníaca] podía ver sus pecados como un humo negro, donde se reflejaba sus crímenes y al llegar con Lulú notó que esta iba a hablarle.
—¿Se te ofrece algo, basura? —Preguntó Axel con tono despectivo mientras le aflojaba las cadenas.
—¿Qu-Que haces aquí?
—Pues alimento alimañas como ustedes, ese el trabajo por el que se me paga… Uhm… Se me olvidó tu nombre ¿Quién eres y por qué estás aquí? —Axel le puso la comida al suelo, internamente sentía lastima por el lamentable estado de Lulú, pero no podía mostrar señales de esos sentimientos.
—So-Soy Lulú Bernet… Asalté a un noble y terminé hiriéndolo… —Lulú comenzó a comer.
—¿Eh? No pareces tener las agallas para hacer eso, Lulú —tomándola del mentón—. Yo creo que estas ocultando algo ¿Pasó algo más? —Lulú lo miraba con cólera y se activó el aro de esclavitud demoníaca para obligarla a decir la verdad.
—Solo… Solo protegía a una niña… De ser violada… E-Ellos me inculparon… —Lulú se soltó del agarre de Axel y continúo comiendo sin verlo directamente.
—Vaya, vaya, una condenada que dice ser inocente, como si eso no fuera el pan de todos los días ¿Alguno más es inocente? ¿Alguien más fue inculpado como ella? —el tono de Axel era sarcástico y burlón, al ver que Lulú acabó de comer la volvió a atar a la pared—. Pronto seré su nuevo vigilante y no piensen que por ser nuevo pueden apelar a mi compasión. Voy a tenerlos a todos vigilados y recen por no hacer alguna estupidez en mi turno, porque puede ser la última vez que estén completos. —El muchacho miró despectivamente a todos los condenados, guardó los utensilios sucios en la bolsa y pidió al guardia de la puerta que lo dejara salir.
«¿Tanta mierda para que me diga algo de diez palabras? Pero al menos es una pista para comenzar a investigar. Puedo suponer que amenazaron a Lulú con la vida de esa niña, eso explicaría por qué admitió todos esos crímenes sin defenderse… Y como la imbécil que es, prefiere sacrificarse a confiar en mí… Al menos puedo tachar carcelero, de mi lista de trabajo que ¡En mi puta vida imaginé que tendría!», pensaba Axel enojado mientras pateaba el suelo molesto, el guardia que vigilaba las celdas lo miró extrañado y el muchacho decidió irse disimuladamente.
En la noche, mientras Axel estaba durmiendo apoyado a la pared con Holee a su lado, repentinamente sintió un fuerte palpitar dentro de su cuerpo, se levantó con dificultad de respirar y sintiendo ganas de vomitar. Su audición era nublada por un infinito concierto de alaridos de dolor, angustia, gritos y rugidos de diversas bestias desconocidas. Algunas imágenes comenzaron a perforar su mente como agujas al agua, en ellas podía ver una masa roja compuesta de muchos cadáveres, cuerpos humanos y monstruos derritiéndose hasta los huesos, observó a esa masa de carne arrastrarse bajo el suelo y al final escuchó una delicada risa femenina.
˜ Ja,Ja,Ja Que interesante… —Era una voz distorsionada que retumbó en su mente, la cual le heló hasta los huesos y le hizo sentir tanto miedo que paralizó su cuerpo. Ese sentimiento de ahogo en su garganta, fue disminuyendo en segundos posteriores a esa inquietante voz.
—¿A-Axel? ¿Qu-Que estás haciendo? —Holee se despertó sintiendo que su acompañante se aferró fuertemente a su brazo y estaba hundiéndole el rostro entre sus pechos como intentando buscar refugio.
Al principio Holee estaba enojada por tal acto sinvergüenza, pero cuando vio los parpados de Axel moviéndose bruscamente, notó que estaba sufriendo por algo y ella optó por despertarlo tranquilamente con suaves caricias a su cabello. El muchacho que sostenía entre sus brazos se despertó, aspirando aire de forma ahogada, se alejó un poco de ella tomándola de la mano con desesperación y tosió con dificultad en dirección contraria a su compañera.
—Ho-Holee… ¿Lo-Lo sentiste?… ¿Qu-Qué mierda fue eso? —Axel estaba notoriamente asustado, hablaba con dificultad para respirar y mirando alrededor con inquietud. Solo encontró que había despertado a su compañera y habló susurrándole mientras se sentó nuevamente a su lado.
—Solo te sentí aferrándote a mí de forma rara, iba a abofetearte por eso, pero… Noté que estabas teniendo una pesadilla muy fuerte y luego solo despertares en ese estado. —Holee lo miró preocupada por la expresión que mostraba su rostro.
—No sé qué me pasó… Se-Sentí el miedo a la oscuridad que uno tiene de niño, ese terror de cre-creer que algo se esconde en los lugares oscuros… Y solo espera el momento para atacarte…. Mi cuerpo —notando sus manos temblar—. No, eso no fue solo una pesadilla… Hay algo muy malo aquí, Holee. —Axel se levantó para ir a las ventanas, usó su [Visión Demoníaca] para mirar a los alrededores.
—No entiendo muy bien que te pasó, pero solo debe ser cansancio por el viaje y aún nos queda otra semana hasta llegar. —mirando a las otras personas dormidas—. Todos están tranquilos, Axel. Vamos ven, volvamos a dormir… Puedes tomar mi mano si te hace sentir tranquilo. —Holee le extendió su mano a Axel con algo de vergüenza, él la tomo con cuidado y terminaron volviéndose sentar en silencio. Ambos se acurrucaron hombro con hombro, cubriéndose con esas gruesas pieles que los calentaban y él comenzó a sentirse seguro a lado de Holee.
Si Axel usaba su [Visión Demoníaca] al frente de las carretas, él hubiera visto a una masa de carne carmesí reptando a gran velocidad por debajo del suelo, replegándose hacia una enorme montaña, en cuyo cielo nocturno parecía albergar rostros de sufrimiento.
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