LISMATUS: SENDA DEL HERALDO - 33
«Desde el día que salí de ese capullo, he tenido una sensación extraña, como si no fuera yo misma o que hubiera abandonado una parte de mi. Es un sentimiento que me inunda de miedo, pero cuando más pienso en eso… Más me aterra dar con la respuesta».
Holee está sentada sobre una roca, al frente tiene a los hijos de Axel jugando en una amplia pradera y ella los mira con ojos tranquilos mientras escucha sus risas. A lo lejos estaba Anais conversando con Axel, él parecía estar pensativo sobre algo, como si no supiera que hacer y simplemente comenzó a caminar hacia Holee.
—Holee, ven con nosotros a almorzar. Anais está preocupada porque tal vez no te diviertes. Y bueno, organicé este paseo para celebrar que te unieras a nosotros… ¿Tal vez me tomé muchas libertades? —Le decía Axel algo inquieto pareciendo pedirle disculpas.
—No es eso, solo que no estoy acostumbrada a estas situaciones… Mis padres siempre le daban más atención a Eila y conmigo casi no tenían muestras de afecto. Cuando me dijiste que querías celebrarme, no sabía cómo reaccionar o qué hacer. Imaginaba que como tu nueva pactante, me ibas a tratar como una esclava o que no te importaría lo que pensara. Pero… ¡Ah! Estoy confundida ¿Qué se supone que haga? —Las palabras de Holee expresaban sus confusos sentimientos, se sentía fuera de lugar con estas personas que recién conocía.
—Al igual que se lo dije a Anais, el que seas mi pactante no significa que te trataré como un objeto. Entiendo que el término demonio lleva un peso muy grande encima, tal vez pensabas que hago cosas horribles y te obligaría a ello… Pero no nací como un demonio, solo soy un chico que adquirió esa forma y ahora intenta… No sé, vivir de forma segura o algo así… Estas confundida y medio que lo entiendo, pero por ahora ¿Qué tal si solo nos divertimos y nos conocemos más? —Axel le extendió su mano a Holee, tras él los hijos del muchacho llamaban a Holee para que se una a ellos en la mesa.
—Supongo que ambos estamos perdidos a nuestra manera —tomándolo de la mano—. Disculpa que seas mi bastón, aun no me acostumbro a caminar por mí misma… Aun siento un hormigueo en todo mi cuerpo y estos gusanitos aparecen de vez en cuando arrastrándose sobre mi piel. Aunque ahora ya no les tengo el asco de antes, pero temo que sea desagradable para otros. —Holee le mostró en su mano como un pequeño gusano estaban arrastrándose sobre su palma, ella usó su pulgar e índice para aplastarlo entre sus dedos, sin embargo, al hacerlo ese gusano simplemente desapareció dentro de su piel.
—Ese fue es un buen truco, a los niños les encantará. —Dijo Axel con una sonrisa, sin embargo, Holee se quedó pensativa en lo que había sucedido y solo disimulaba que todo estaba bien.
Zona 0, Trono de Durgea.
La Diosa de la tierra había abierto un abismo frente a ella, dentro de aquel gigantesco hueco había centenares de monstruos insectos que anidaban ahí y luchaban entre ellos para devorarse. Todos los seres dentro del abismo percibieron algo, era una esencia que llamó su atención. Durgea sostenía en sus manos el cuerpo real de Holee, el cual era únicamente su cerebro, columna vertebral, nervios expuestos y aquel agujero negro que era la entrada a su [Colmena Dimensional].
—¿Puedes verlo, elegido de Ishtar? Todos ellos perciben a tu pactante como el sitio perfecto donde reproducirse, poner sus huevos y madurar hasta su etapa final. Cada uno tomará una parte de ella, no dejaran rastro alguno de la mente de esta mocosa. —Durgea trajo a Axel, al cual había aprisionado con rocas sujetándolo de las extremidades y lo llevó flotando a un sitio donde tendría mejor vista de lo que sucedería.
—N-No lo hagas… [Tetrakinesis] ¡Maldita sea déjala! —Axel intentó recrear el milagro de antes, forzar su habilidad para romper una de nivel superior que lo tiene atrapado, sin embargo, lo milagros no suceden dos veces… No mientras no entienda la naturaleza de estos.
—Te veré pronto, mocosa. —Durgea arrojó a Holee dentro de ese abismo, mientras caía todos los insectos peleaban para llegar primeros a ella, una enorme madeja de diversos bichos rodearon sus restos, entre chillidos y fluidos desconocidos, lo que quedaba de aquella muchacha se perdió completamente.
Axel no cerró los ojos en ningún momento, tenía un torbellino de sentimientos golpeando su ser y el dolor físico no era nada comparado a todo lo que sentía internamente. Durgea llevó a su prisionero con ella, dejando a su imaginación los horrores que su pactante debe estar pasando.
—La primera parte está lista, ahora toca esperar que las ofrendas de este festival sobrevivan a sus desafíos… Y una vez ellos cumplan su destino, será tu momento de brillar. —Durgea tomó del mentón a Axel, miró en los vacíos ojos del muchacho un semblante de debilidad y esto la molestó.
Zona 3, útero de eterno
Los [Orbes de Vigilancia] observaban desde lo alto de la caverna, en sus superficies se reflejaban los espeluznantes eventos que ahí se desarrollan. En esta zona se encontraban el vigilante Tamir, la cocinera Eveldra con su bebe, la amazona Tintaya junto a una parte de su grupo, varios prisioneros y esclavos. Ellos se toparon con serpenteantes caminos de piedra, los cuales estaban rodeados de oscuridad tanto arriba, abajo, atrás y adelante, esas tinieblas ponían un ambiente de tensión con tan solo verlas.
Llegado el momento, donde a lo lejos pudieron ver el final de esos caminos de piedra, la caverna por donde deambulaban se iluminó completamente por los cristales en las paredes y revelaron los horrores que ahí se escondían. El techo estaba a 25 metros arriba de ellos, tenía masas carnosas cubiertas de ojos y dientes, fauces que parecían titubear y abrirse lentamente mientras soltaban una espesa baba sobre los caminos. El abismo del fondo estaba repleto de madejas de órganos vivientes que palpitaban con grotescos sonidos, se componían de vestigios de cuerpos femeninos que tenían los vientres hinchados, restos de bocas por donde tentáculos entraban para inyectarles algún fluido extraño, estas personas tenían las extremidades fusionadas entre ellas y diversas criaturas amorfas estaban lactándoles los pechos hinchados que sangraban continuamente.
—¿Qu-Que es esto? —Decía la amazona Juri tapándose la boca horrorizada por presenciar a esas entidades, miró al fondo contra su voluntad y notó que aquellas mujeres deformes le sonreían con sus vestigios de bocas.
—¡Cuidado! ¡Vienen de arriba! —Exclamó Tamir desenvainando sus espadas gemelas.
Cuando los presentes atendieron su grito de alerta, fue demasiado tarde para muchos… Aquellas masas palpitantes forradas de fauces en el techo, vomitaron de sus bocas gruesos tentáculos que se partían a la mitad, cada parte tenía un enorme ojo rodeado de venas rojas que buscaban presas para atraparlas, tras detectar algo soltaban un chillido, así varios largos tentáculos cubiertos de garras, colmillos y con la punta similar a ventosas de calamar, caían del techo buscando hacia sus presas. Esos órganos descendieron velozmente hacia los incautos individuos que recorrían los caminos de piedras, siquiera 15 esclavos y prisioneros fueron envueltos por esas largas lenguas, con un solo azote les arrancaron la carne de los huesos dejando expuestos sus órganos, aquellas lenguas los zarandeaban golpeándolos contra las paredes, cubriendo el sitio entero con sangre e iban desmembrándolos mientras los subían al techo.
La cocinera Eveldra vio caer delante de ella a una esclava con las piernas arrancadas, la cual pedía ayuda desesperadamente y estaba por caer al fondo del abismo. Aquella joven madre no comprendía que sucedía, ell no podía negarse a las débiles palabras de socorro de la desdichada esclava, corrió hacia ella para intentar inútilmente sujetarla, pero no llegó a tiempo y solo la vio caer hacia las marañas de cuerpos femeninos fusionados entre ellos. Presenció desde primera fila como varios tentáculos sujetaban el cuerpo de esa mujer, se metían por sus heridas y secretaban un líquido baboso que le derretía la carne, lentamente su cuerpo se derretía en algo pastoso y fue adherida como un nuevo complemento.
Las dos amazonas que iban por delante, corrieron apresuradamente intentando llegar al final de esos caminos de piedra, los tentáculos descendían del techo clavándose por donde ellas pasaban y lentamente alcanzándolas para cerrarles el paso. Dado un momento ambas llegaron a un cruce donde sus caminos se unían, en la exasperación ante una brutal muerte, la que estaba adelante tomó a su compañera de los hombros y la arrojó hacia el tentáculo que iba por ella, sacrificándola para intentar salvarse. Aquella amazona atrapada fue subida hasta el techo, donde diversos de esos seres soltaron sus gruesas lenguas para desmembrarla, solo se llevaron sus brazos y piernas, el dorso fue arrojado al abismo donde era unido a esa gran masa de carne palpitante.
La amazona Juri estaba en problemas, fue rodeada por dos tentáculos que bloquearon su camino, aquella cerbatana que usaba como arma casi no tenía efecto sobre esas monstruosas extremidades, sus ataques no era suficientemente fuertes para matarlos, herirlos o siquiera hacerlos retroceder. Durante los forcejeos por mantener a los tentáculos que caían del techo lejos de ella, uno de estos la golpeó en el abdomen casi haciéndola caer al abismo y logró sujetarse a último segundo al borde del camino de piedra. Aquellas personas que estaban detrás de ella corrieron ignorándola, pues la atención de esos tentáculos monstruosos se centró en Juri y la usaron como una distracción perfecta que los salvaría. Los gritos de auxilio de esa amazona hacían eco en el lugar, junto a los alaridos de dolor que provenían de aquellos que fueron capturados, sus propias compañeras le dieron la espalda e incluso su líder no se detuvo siquiera a verla.
Un tentáculo se abrió a la mitad separándose en dos partes, el interior de ambas estaba repleto de colmillos, el ojo de cada parte tenía una mirada penetrante y esas muchas lenguas soltaban una espesa baba. Se acercaron a Juri listos para rodearla y destrozarla al igual que a las otras, sin embargo, las filosas hojas de dos espadas rodeadas de un pequeño tornado, los cortaron obligándolos a replegarse chillando, segundos después comenzaron a abrirse más bocas y a descender más tentáculos.
—¡Oye! ¡Reacciona maldita sea! ¡Tienes que volver al camino! —Tamir había salvado a Juri, tras él estaban las personas que lo siguieron y algunas de estas portaban antorchas con las cuales mantenían a raya a los tentáculos.
—Vigilante… El fuego no espanta a esos que se parten en dos, sin armas no podemos hacer nada. —Le decía un esclavo viejo con el rostro cubierto de sangre.
—Ya me di cuenta, por eso necesitamos a esta mujer —cortando otro tentáculo con sus espadas, las blandió arrojando unas ráfagas de viento que dañaron al monstruo—. Es de las pocas que puede pelear, ayúdenla a subir mientras les doy tiempo. —Tamir a duras penas esquivó la larga garra de un tentáculo que iba a azotarlo y dio rápidos cortes para hacerlo retroceder.
Podrían considerar a Tamir un guerrero nato, no solo presta atención a los enemigos que enfrenta, también lo hace casi por completo a su entorno que lo rodea, esto lo ayuda a aprovechar todo lo que tiene a su disposición y poder ganar una gran ventaja de campo. Una de las afinidades elementales de Tamir es el viento, él pude dar un pequeño salto en el aire e impulsarse hacia cualquier dirección. Mientras él peleaba notó que las personas que corrían descuidadamente hacia la plataforma del final, eran propensas a desatar la caída de números tentáculos que golpeaban violentamente los caminos de piedra y les cortaban el paso a los que se arriesgaban a seguir. Por otro lado, vio a Eveldra corriendo sola, todo por intentar ayudar a esa mujer que fue desmembrada en su delante y terminó siendo forzada a ir por otro camino.
«Esa tonta cocinera, va a morir por hacer algo tan estúpido», pensaba el muchacho usando una roca en la pared como apoyo para saltar, impulsarse en el aire y cortar un tentáculo que iba a su posición.
Eveldra estaba asustada, le era difícil correr con toda la sangre y baba que había sobre los caminos de piedra, esta pobre cocinera intentó ir como pudo hacia adelante, pero fue sorprendida por el descenso de uno de esos tentáculos que se abren a la mitad y la terrorífica sorpresa terminó por hacerla caer sentada al suelo. Ella se quedó muda del susto, fue rodeada por esos horripilante ojos gigantes inyectados en sangre que sobresalía de cada parte, por el precipitado movimiento de su caída, la capa que le dio Tamir para que cubriera a su bebe se soltó. Aquellos inocentes ojos vieron la mirada muerta del extraño ojo en esos tentáculos, al mismo tiempo tanto la madre como el infante se encontraban siendo vistos por los ojos del monstruo… Pero algo extraño sucedió, los tentáculos se quedaron quietos como analizándolos y luego ascendieron sin lastimarlos.
Más adelante estaban dos hombres que se vieron envueltos en la misma situación que Eveldra, otro de esos tentáculos que se abren descendieron para rodearlos con esas fauces y mirarlos con ese par de enormes ojos. Ambos hombres se pusieron espalda con espalda, suplicando y maldiciendo su destino, se resignaron a morir y el terror que los abrumaba los paralizó completamente. El tentáculo los miró a los ojos con esas pupilas penetrantes y tras unos segundos se contrajeron dejándoles el paso libre.
Estos dos extraños sucesos fueron vistos por Tamir, pensó mucho acerca de eso mientras intentaba arrastrarse por los costados de esos caminos de piedra, fue entonces que ante una encrucijada con varios tentáculos bloqueándole el paso, decidió arriesgarlo todo ante una loca idea. Retrocedió esquivando como pudo los latigazos de un tentáculo, caminó casi cayéndose hacia donde estaba Juri y tomándola de los hombros le dio media vuelta en dirección contraria hacia donde él miraba.
—¿Qué mierda estás haciendo? ¡Suéltame! —Exclamó la amazona enojada mientras intentaba soltarse de Tamir, ella pensaba que este vigilante la sacrificaría para salvarse.
—¡Cállate! ¡Junta tu espalda a la mía y no hagas ningún movimiento! ¡No vayas a cerrar los ojos! —Le dijo Tamir con voz de mando, este sujetó sus espadas con fuerza y se puso firme tras Juri.
La amazona vio caer un tentáculo que se parte delante de ella, con el miedo chorreando por su entrepierna, su respiración agitada y cada vello capilar erizado, ella obedeció las órdenes de Tamir. Ese tentáculo los miró a ambos al mismo tiempo con ese par de ojos, abrió sus fauces como si fuera a devorarlos e incluso Juri iba a usar su cerbatana para defenderse, pero Tamir le dijo que no haga nada, con las manos temblando ella bajó su arma y segundos después el tentáculo ascendió para perderse en el techo.
—¿Q-Que fue eso? ¿Qué hiciste? —Preguntó Juri sintiendo su entrepierna mojada, pues el terror había vencido su vejiga.
—En el pueblo donde vivía, habían tigres que se escondían en el bosque y eran un peligro para los campesinos que iban a trabajar ahí. Estos animales solo atacan por la espalda, por eso los hombres de mi pueblo usaban máscaras en la nuca para evitar ser sorprendidos… Me di cuenta que estos monstruos hacen lo mismo, aquellos tentáculos que se parten son los principales, solo atacan cuando los pierdes de vista o los dañas y chillán motivando a los otros a bajar. —Tamir preparó sus espadas, notó que el camino delante de él estaba despejado.
—E-Estas demente para arriesgarnos a probar eso… —Juri caminó detrás de Tamir, intentaba taparse la entrepierna con sus manos.
—¡Todos, póngase espalda contra espalda cuando bajen los tentáculos que se parten! ¡No dejen de mirarlos a los ojos hasta que asciendan otra vez! —Exclamó Tamir a todo pulmón para ser escuchado, solo algunas personas le hicieron caso y otras fueron abordadas por la desesperación y corrieron sin escucharlo, estos fueron despedazados al instante.
El restante del camino estaba despejado, ahora tenían la forma para avanzar sin ser atacados y usaron el método de Tamir en cada momento que descendían aquellos tentáculos principales. Tras unos minutos llegaron a la plataforma final, sin embargo, se llevaron una gran sorpresa pues ninguno esperaba encontrar algo tan inusual esperándolos…
Zona 2, Salida del nido
Los vigilantes Ángelo y Galur estaban encerrados en esta zona junto a varios esclavos, presos, un par de amazonas y gente que hablaba en un idioma que desconocían. Este lugar estaba constantemente asediado por monstruos que salían de diversas cavernas frente a ellos, no había lugar para escapar y mientras más minutos pasaban, la cantidad de deformes bestias se incrementaba y las víctimas de estos seres solo aumentaban.
Galur caía arrodillado y jadeando de cansancio, la última barrera que usó para proteger a los combatientes cuerpo a cuerpo se había roto, él comenzó a vomitar un líquido color amarillo y por esto casi es golpeado por un pequeño monstruo similar a una araña hecha de cabezas humanas. De no ser por aquella espadachín lobo que se encontraba cerca hubiera sido asesinado, ella logró matar a la criatura antes de que le saltara encima, sin embargo, Galur no podía ponerse de pie.
—[¿ᚲᛖ ᚨᛊᛖᛊ, ᛚᛖᛒᚨᚾᛏᚨᛏᛖ ᛞᛖ ᚢᚾᚨ ᛒᛖᛊ?] —Le decía en ese extraño idioma aquella espadachín, extendía su mano como señal de que lo ayudaría a pararse.
—N-No puedo moverme… Ya quemé todo mi mana creando las barreras, e-estoy se-seco. —Tamir volvió a vomitar ese líquido amarillo, bajo sus ojos tenía grandes ojeras y su piel se estaba poniendo pálida.
—[ᛖᛊᛏᛖ ᛏᛃᛁᚲᛟ ᛖᛊᛏᚨ ᛈᛖᚱᛞᛁᛞᛟ, ᛚᛟ ᛗᛖᚺᛟᚱ ᛊᛖᚱᚨ ᛞᛖᚺᚨᚱᛚᛟ ᚲᛟᛗᛟ ᚲᚨᚱᚾᚨᛞᚨ] —El compañero medio elfo de aquella espadachín llegó a su lado, parecía discutir con ella sobre Galur y según sus gestos le indicaba abandonarlo.
La hubeast espadachín de especie lobo miró a Galur unos segundos, luego escuchó tras ella el batir de varias alas y de un túnel de al menos tres metros salieron varios murciélagos con rasgos de reptil, estos seres llenaron el techo de la cueva y se quedaron revoloteando por ahí, la espadachín fue con su compañero a seguir luchando contra las bestias que seguían apareciendo de esos túneles.
«Es inútil, esas cosas siguen viniendo y cada vez somos menos… No hay escape, no hay esperanza y ni siquiera tendremos una muerte pacífica… Si, al menos el suicidio nos evitará el sufrimiento de ser destrozados por esos monstruos», pensaba Galur llevando su mano hacia su cintura, en donde guardaba una daga pequeña.
Por otra parte, estaba Ángelo junto a las dos amazonas, él iba al frente soportando las arremetidas de una bestia con forma de centauro, ese ser estaba desollado y usaba sus fuertes músculos para intentar golpear al muchacho con su patas. Ángelo lo soportaba con su gran hacha para empujarlo hacia atrás, cuando tenía la oportunidad usaba el filo para golpearlo y lograba hacerle cortes menores. En los momentos donde la bestia retrocedía, era asediada por las dos amazonas tras Ángelo, una usaba su espada corta en rápidas estocadas que liberaban pequeñas hojas verdes para cegar al monstruo, la otra del báculo canalizó un hechizo de [Bola de Fuego] e incineró a la criatura que chillaba con grotescos sonidos, por último Ángelo lo remató partiéndole la cabeza con el hacha.
—Nunca pensé que terminaría haciendo equipo con un hombre, pero debo decir que sabes aprovechar muy bien ese cuerpo, grandote. —Le decía con animosidad la amazona de la espada corta, esta le daba unas fuertes palmadas en la espalda a Ángelo, ella tenía la piel morena, cabellera corta café oscuro y tatuajes blancos en su piel.
—Hermana, Tintaya se enojará si se entera que somos cercanas a un hombre —sintiendo que Ángelo la miró desconcertado—. ¿Eh? Mu-Muchas gracias por tu ayuda. —Aquella amazona del báculo tallado hablaba con voz baja y serena, se sintió avergonzada por agradecerle a un hombre en público. Tenía los mismos rasgos faciales que su hermana, solo la diferenciaba su cabellera larga y los tatuajes rojos en sus mejillas.
—[…] —Ángelo se arrodilló, tenía sangre de esas bestias sobre su rostro y usó su mano para limpiarse, se le notaba muy agotado por todo el esfuerzo físico.
—Cualquiera se cansaría, grandote, entre todos los que podemos pelear solo quedamos siete y bueno… Tu amigo gastó casi todo su mana al defendemos del veneno de esos horripilantes gusanos. Nadie hubiera imaginado que explotarían soltando ese líquido a todas partes. —La amazona de la espalda corta se sentó a lado de Ángelo, miró un sitio donde había piedras derritiéndose y solo un espacio en buen estado, ella recordó que ahí fue donde Galur los protegió con todas sus barreras para evitar que sean disueltos por ese ácido.
—Hermana, ya no puedo soportarlo. Voy a darle una de las frutas yuchi a ese vigilante, sé que está prohibido que le demos los frutos de nuestra Diosa Ekilla a los hombres, pero sin sus barreras no vamos a sobrevivir. —Mencionó la amazona del báculo, buscó entre sus ropas una fruta parecida a una manzana pero con picos gruesos en su superficie.
—Mira Amaku, no te voy a reprochar por eso, siempre he pensado que esa regla de no relacionarse con hombres es una tontería. Estamos en peligro y no podemos estar tercamente aferradas a tontas tradiciones, que ni siquiera sabemos por qué o cuándo fueron establecidas. Ve y dale la fruta yuchi ese vigilante —escuchando rugidos provenientes de los túneles—. Bueno grandote, el descanso terminó. Hay que cubrir a mi hermanita mientras ayuda a tu compañero. Por cierto, mi nombre es Aluwa y de mi hermana es Amaku, esforcémonos juntos. —Aluwa, la amazona de la espada corta le dio la mano a Ángelo de manera cortés, este respondió el saludo haciéndole un ademan con la cabeza.
Los murciélagos reptiles que entraron volando antes, habían descendió y comenzaron a comerse los restos de los monstruos y personas muertas, uno de esos pequeños seres se posó cerca de Galur y este joven vigilante pudo apreciarlo completamente. Esa criatura no tenía ojos, solo una gran nariz y orejas pronunciadas, su boca estaba llena de varios colmillos similares a agujas, su piel escamosa tenia partes con vellosidades y parecía estar oliendo a Galur.
«Mierda, ni siquiera tengo fuerza para sacar la daga de mi cinturón y matarme… Ahora esa cosa va a comerme vivo… ¿Por qué tengo tanta mala suerte? ¿Es lo que llaman karma? Solo engañé a unas hermanas y cuando supe que estaban embarazadas, preferí escapar a Equidna como me dijo mi padre, que hacerme responsable de mis actos… ¿Este es mi castigo por eso? ¿Ellas estarán contentas si saben que morí de forma tan horrible? Si no hubiera metido la pata de esa forma, tal vez estaría casado con una de ellas y mi padre me daría su apellido para expandir sus negocios… Maldita sea… Sí que las he cagado en grande», pensaba Galur recordando los errores de su vida, viendo como aquel murciélago extraño se le iba acercando mientras lo olfateaba, sin embargo, tras unos segundos se fue volando, borrosamente Galur pudo verlo posado encima de uno de esos grandes monstruos deformes, el murciélago comenzó a morderlo y de algún modo paralizó a la deforme bestia.
—¡O-Oye! ¿Aun estas vivo? —levantándolo en brazos, le abrió los párpados para ver sus pupilas moverse—. Felizmente aún no es tarde. —La amazona del báculo llamada Amaku sostenía a Galur, le sacó un trozo con sus dedos a esa extraña fruta e intentó dárselo de comer al vigilante.
«¿Qu-Quien eres? ¿Qué estás metiendo en mi boca?», pensaba el muchacho desesperándose.
—Oh mi Diosa Ekilla, perdona lo que voy a hacer. —Amaku mordió la fruta y tras masticarla varias veces, se la dio a comer a Galur de boca a boca usando su lengua para empujar el alimento adentro, luego lo puso medio sentado y le masajeó la garganta para ayudarle a tragar.
Cuando Galur apenas sintió el alimento bajar por su tráquea, su conciencia parecía recuperarse y aquellos síntomas como palidez, ojeras y tembladera iban desapareciendo. Estando con más fuerza, Galur pudo masticar el fruto que le puso Amaku en la boca y tragar el resto sin problemas, este vigilante sorprendió a la amazona tomándola del cuello de su ropa y jalandola hacia su boca.
—Mur-Murcie-lagos… Mira… ¡Míralos! —Le susurró con dificultad y respirando agitadamente.
—¿Esas cosas con alas? ¿Qué quieres decir con eso? —notando que Galur la miraba fijamente—. Debe ser importante como para que me mires así… ¿Pero qué debo mirar? —Amaku miró alrededor, solo podía notar a las personas con las que apareció intentando sobrevivir a las bestias que los atacaban.
Por un lado, un grupo de esclavos y prisioneros usaban piedras para alejar al monstruo que se les acercaba, iban siendo asesinados uno por uno. Por otro lado, aquellas personas que hablan en un idioma diferente, combatían contra una criatura de dos metros que usaba sus grandes brazos para golpearlos. Uno de estos monstruos de enormes brazos llamó su atención, ese era hostigado por los murciélagos que iban a su lomo mordiéndolo y paralizándolo lentamente. Pero las flechas de una arquera los espantaron y ese gran monstruo continúo atacando a ese grupo.
—No te atacaron aunque estuviste totalmente indefenso, pero van tras los otros monstruos… ¡Entonces esos murciélagos no nos atacaran! —sintiendo que Galur la jalo de su ropa—. ¿Qué pasa? —con mucho esfuerzo el muchacho le señaló el túnel por donde vienen los murciélagos—. Irnos por ahí es algo muy arriesgado —viendo como salían más monstruos de los otros túneles—. Pero es mejor que quedarnos a morir aquí… —Amaku dejó a Galur descansando, corrió hacia donde estaba su hermana y Ángelo.
La amazona del báculo les explicó lo que había descubierto, ambos miraron atentamente a los murciélagos en un momento de descanso entre la defensa contra los monstruos y confirmaron la suposición. Ángelo fue por su compañero, lo cargó sobre el hombro para llevárselo hacia los túneles de los murciélagos, Galur estaba consciente, pero aun no podía hablar o moverse mucho. Aluwa, la amazona de la espada corta gritó a todo pulmón el descubrimiento, aquellos que hablan en otro idioma no la entendían pero esta astuta muchacha les hizo varias señas para medio explicar el plan. Los pocos esclavos y prisioneros que aún quedaban vivos estaban siguiéndolos, sin embargo, había un gran problema… El aro de esclavitud de los esclavos tenía la orden de quedarse en la habitación, esta orden fue dada por los supervisores e intentar romperla causaba un gran dolor en sus cuerpos, los vigilantes podían quitarles esta orden, sin embargo, Ángelo no puede hablar y Galur aún no está en condiciones para gesticular palabras.
Ángelo, Galur, las hermanas amazonas, los guerreros que hablan en otro idioma, vieron en primer plano los rostros de desesperanza en los esclavos que se quedaban atrás. No podían hacer nada por ellos, no había modo alguno de salvarlos y esperar a que Galur se recuperara podía costarles la vida. Tragándose su impotencia, con un nudo en sus gargantas les dieron la espalda, tras entrar medio agachados al túnel de los murciélagos para no chocar con estos, solo podían escuchar los gritos de aquellos que dejaron atrás.
Caminar en esa posición era incomodo, podían escuchar arriba de ellos el batir de las alas de esos murciélagos y sus chillidos mientras volaban hacia la salida, algunas veces defecaban y sentían la mierda caer sobre sus espaldas, poco a poco el aire iba tornándose turbio, así entendieron que tenían que darse prisa para salir de ahí o morirían por la cantidad de gases que se estaba acumulando. Ninguno sabía cuánto tenía que caminar, solo lo hacían creyendo que en algún momento encontrarían un escape a ese horror. Ya casi asfixiándose y cayendo en la desesperación de sentirse encerrados, vieron la luz al final de ese largo túnel y al ir hacia ella se quedaron sorprendidos, pues ninguno esperaba encontrar algo tan extraño esperándolos.
Zona 1, Camino de la bestia
Aquella infinidad de gruñidos llenaban el entorno, eran grotescos, profundos y como alaridos moribundos de un animal que suplicaba por su muerte. Acompañándolos estaban los precipitados pasos de varias personas corriendo, pies descalzos dejaban trozos de piel en las rocas del suelo, las grebas metálicas comenzaban a hacerse pesadas y sus dueños se sentían tentados a arrojar sus armaduras y armas.
El túnel era largo, con solo una oscuridad infinita por delante y aquella enorme bestia compuesta de cuerpos agonizantes por detrás, este ser avanzaba con paso seguro hacia sus presas, no tenía prisa alguna pues el cansancio pronto los traerá hacia sus cientos de fauces hambrientas y lentamente esas víctimas se volverán parte de su masa.
—¿Esto es lo que querías, Aegar? Esa cosa va a matarnos por tu culpa. —Gritaba enojado el cruzado Ysmel mientras corría, a su lado estaba su compañera casi sin aliento.
—¡Cállate! Debe haber una forma de salir de aquí… —Respondió Aegar limpiándose el sudor, delante de él había una prisionera que se tropezó al ya no aguantar las heridas en sus pies. Aegar saltó sobre ella para evadirla, con el rabillo del ojo vio como esa bestia que los persigue desplegaba brazos para tomarla y mientras la subía la iba despedazando y fusionándola con su amorfo cuerpo.
—¡Mierda! ¡Mierda! No voy a morir así… ¡Maldito seas, Aegar! —Ysmel comenzó a cortar las ataduras de su armadura, se la quitaba con prisa pues su cuerpo no iba a aguantar el peso de esta. Miró su cruz metálica, aquella que lo salvó de tantos enemigos pero ahora era tiempo de deshacerse de ella y así la dejó caer para poder seguir corriendo.
—Y-Ysmel… Ya no puedo más… No sirvo para correr tanto… —Aquella exploradora de nombre Crysmir estaba jadeando, poco a poco comenzaba a tambalearse perdiendo velocidad, hasta que sus pies le fallaron y tropezó con una piedra.
—¡Crysmir! —sin duda alguna corrió hacia ella, la levantó bruscamente del brazo—. No te voy a dejar, al menos puedo cargarte de esta forma. —Ysmel la estaba llevando como una maleta bajo su brazo, la lastimaba un poco pero era mejor que ser devorada por ese monstruo.
—No vas a aguantar mucho tiempo, Ysmel. —Le dijo Crysmir viendo como ese ser seguía avanzando, su cuerpo cubría el túnel en totalidad y no había un solo lugar por donde se podría escapar.
—Despreocúpate, pesas mucho menos que mi arma. Además, prometí que siempre te protegería ¿no? —Aquel cruzado intentaba mostrarse fuerte, había dejado ir casi toda su armadura y eso le daría algo resistencia extra.
Los minutos pasaron, lentamente las demás personas comenzaron a ceder al agotamiento, siquiera 15 cayeron exhaustos y aquella colosal bestia los aplastó con su cuerpo mientras intentaban inútilmente escapar arrastrándose. Nadie quería ver lo que ocurría con ellos, bastaba con solo escuchar los gritos, el sonido de la carne siendo destrozada y los gruñidos de ese monstruo al arrastrar su cuerpo por más víctimas, para saber que ese horripilante destino estaba cada vez más cerca.
—Crysmir… ¡Crysmir! ¿Cuántos frascos explosivos tienes? —Preguntó Aegar arriesgándose a correr cerca de Ysmel que cargaba a su compañera.
—¡Vete a la mierda, Aegar! ¡No te nos acerques, asqueroso traidor! —Increpó molesto Ysmel, miró con furia a Aegar mientras se alejaba.
—No estoy hablando contigo, maldita sea. ¡Dímelo rápido! ¿Cuántos frascos explosivos te quedan? —Volvió a preguntar Aegar con intensidad, Ysmel iba a contestarle pero sintió la mano de Crysmir tocándole la espalda.
—Yo me encargo. Me quedan doce, por suerte compré nuevos de los chinchilicos que trabajan en las minas ¿Qué tienes pensado hacer? —Crysmir recordó la pequeña caja que guarda en la bolsa que carga en su cintura, no se deshizo de ella porque casi no pesaba nada.
—Si los tiramos todos al mismo tiempo, tal vez podamos hacerle un hueco a ese monstruo y pasar a través de él —viendo como las filosas estalagmitas de obsidiana herían a la bestia y retrasaban su andar—. Sangra y siente dolor, así que puede ser nuestra única oportunidad de sobrevivir. —Aegar miró alrededor, solo quedaban cinco personas que seguían corriendo aparte de ellos.
—¿Por qué debería confiar en ti después de lo que nos has hecho? —Le preguntó enojada Crysmir.
—Porque no quiero morir aun, he hecho algo deplorable y nunca me perdonaran por ello… Pero si muero aquí sin revelarle al mundo las monstruosidades que se cometen, entonces las vidas que sacrifiqué por mi causa habrán sido en vano ¡Por ningún motivo permitiré eso! —Aegar habló determinado, al igual que los demás su velocidad comenzaba a disminuir.
—Siempre confiamos en ti, Aegar. En todas las misiones que trabajamos juntos, fuiste parte importante para que regresáramos con vida, eres la persona más inteligente que he conocido y te respetaba por eso. A mí no me importa tu estúpida causa, ni me interesa toda esta mierda que pasa en las minas… Lo único que le da sentido a mi vida es Crysmir, así que ella decidirá si seguir tu plan o no. —Mencionó Ysmel siendo sincero, sintió las manos de Crysmir tocándolo suavemente y ella evitaba mirarlo, pues no quería mostrarle las lágrimas que tenía cayendo por sus mejillas.
—Está bien, Aegar… ¿Cuál es el plan? —Crysmir se limpió el rostro, suspiró preparándose para lo que sea que vendría.
Aegar gritó llamando a los otros cinco sobrevivientes, diciéndoles que tenía una manera de salir vivos pero que necesitaría la ayuda de todos. Fue así que los ocho se fueron reuniendo pegados a la pared mientras corrían, Aegar comenzó a explicarles su plan y muchos de ellos no parecían convencidos de eso. Según Aegar, usaría los explosivos para destruir la mayor parte posible del monstruo, para hacerle un hueco lo suficientemente grande como para poder atravesarlo mientras estaba herido. Solo contaban con 12 explosivos, armas básicas que Aegar guarda dentro de su [Caja dimensional] para defenderse y él pensó aprovechar aquella parte llena con estalagmitas de obsidiana para frenar al monstruo lo más que podían. Muchos llamaron a su plan una locura, algo que los mataría más rápido que seguir corriendo… Pero era obvio que ninguno aguantaría mucho si seguían de la misma forma, sin otra opción se resignaron a seguir el plan de Aegar.
Habían varias estalagmitas de obsidiana al frente, Aegar le pidió a Crysmir prepararse para lanzar los explosivos, ella es la de mejor puntería y quien trabajó más tiempo con estos frascos. A la orden de Aegar todos se pusieron en posición, Ysmel dejó a Crysmir para que se preparara y se quedó a su costado para protegerla. La exploradora ya tenía la caja en su mano, lanzó el primer frasco lo más fuerte que pudo al sitio donde la bestia y la pared convergen, fue así que la explosión hizo chillar fuertemente a ese ser. La bestia había disminuido su velocidad, siquiera unos cuatro metros de su cuerpo se había destrozado, las estalagmitas de obsidiana se le clavaron y la habían parado completamente.
—¡Continua con los explosivos, Crysmir! ¡Es ahora o nunca! —Gritó Aegar dándoles armas de su [Caja dimensional] a los demás.
Cysmir lanzó otro frasco explosivo, luego siguió consecutivamente hasta llegar a los ocho, la bestia se había retraído en esa parte y Aegar indicó que era momento de correr hacia ella. La nube de humo se disipaba, mostrando el suelo cubierto de trozos de órganos y sangre, pero había un gran problema. A pesar de todas las explosiones y el daño que sufrió ese grotesco ser, no habían podido atravesarlo y únicamente se podía ver más del cuerpo de esa bestia en la llaga que le abrieron, tal resultado desesperanzó a todos y ante la situación Crysmir le lanzó dos frascos explosivos y antes de que pudiera tirar los últimos dos que le quedaban, cayó rendida de rodillas al suelo gritando de impotencia.
—E-Es inútil… A pesar de que le volamos toda esa parte, no hay ningún lugar donde podamos pasar. —Ysmel se puso a lado de Crysmir, la tomó de los hombros para reconfortarla.
—No importa —caminando con su alabarda al frente—. Logramos dañarlo y eso es suficiente para mí. Así tenga que abrirme camino con uñas y dientes, no voy rendirme ahora que he llegado tan lejos. Si quieren pueden solo quedarse ahí a esperar su muerte, los que quieran seguirme que lo hagan. —Aegar corrió aguerridamente preparando un golpe de su arma, tras él solo lo siguieron tres personas.
La exploradora y su pareja miraron fijamente el avance de esos valientes, cada paso que daban era una condena segura pero ninguno retrocedía, con sus armas al frente estaban a pocos metros de aquella masa carnosa y sucedió algo inesperado cuando dieron el primer ataque. Ese ser comenzó a retraerse evitando los ataques, por más que ellos intentaron golpearlo, las carnes de esta bestia se contraen permitiéndoles el paso y lentamente comenzaron a ganar terreno.
Fue ahí que lo entendieron, esta intimidante bestia no responde a las agresiones y solo las evita cediéndole el paso a quien lo atacara. Los otros cinco tenían expresiones de frustración, pues todas las vidas que se perdieron hubieran podido ser fácilmente salvadas, si tan solo hubieran peleado. Al ver que este ser no contraataca, el resto que estaba quedándose atrás tomó las armas de Aegar y cargaron coléricos contra el monstruo, gritaban y maldecían por tal absurdo resultado y tras unos minutos, el cuerpo de la bestia se contrajo lo suficiente como para cederles completamente el paso hasta el otro lado. Cuando todos llegaron a salir por detrás de esa criatura, este ente comenzó a alejarse y así lo perdieron de vista.
Ninguno quería hablar de lo ocurrido, bastaba con ver las paredes, suelo y techos cubiertos con restos de carne, sangre y viseras para intuir la cantidad de vidas que se perdieron sin sentido. Los ocho sobrevivientes de esta zona caminaron sobre ese espantoso escenario, lo hicieron hacia el único lugar al que podían ir y era de regreso al sitio donde aparecieron. En su andar iban recogiendo las armas y armaduras que tiraron por desesperación, no les importó que estuvieran sucias pues cualquier protección serviría ante los monstruos que habitan este lugar. Dado un momento encontraron algo increíble, no sabían cómo reaccionar ante esto y se quedaron viendo un extraño portal y un cristal levantándose del suelo.
Zona 0, Trono de Durgea.
Axel estaba aprisionado por las rocas, gritaba de dolor mientras varias luces penetraban su pecho y salían por el otro lado, cada una de esas luces se solidifico en una gema que flotó hasta las manos de Durgea. La Diosa jugaba con aquellas gemas entre sus dedos, disfrutaba escuchando los alaridos de su víctima.
—Y con esta son nueve características que te he extraído, estoy muy emocionada por ver como se desarrollará todo. —Decía Durgea dando pequeños aplausos.
—¿Qu-Que mierda vas a hacer? —Preguntó Axel reponiéndose del dolor tan agudo que sintió.
—Si fueras un héroe, te pondría a prueba contra mis supervisores para que demuestres tu valía… Pero tú eres un candidato a Rey Demonio, como tal tienes que dejar de lado todo sentimiento que pueda truncar la senda que mi querido Ishtar te dejó. Y para ello debes trascender completamente tu inútil humanidad —percibiendo algo—. Parece que los sobrevivientes están listos, es momento de comenzar. —Durgea trajo a Axel a su mano, lo tomó del cuello y lo arrastró hacia un cristal transparente que se levantaba del suelo, alrededor también se irguieron otros cristales de distintos tamaños.
«¿Sobrevivientes? Cierto, no somos los únicos que caímos en sus garras… Espero que ellos estén bien», pensaba Axel sobre sus compañeros de trabajo y las personas que conoció estos días.
—Los dividí en cuatro grupos, donde tendrían que afrontar las pruebas de cada una de mis zonas. En el «camino de la bestia», solo pueden sobrevivir aquellos que acepten la muerte y se enfrenten a esta. En la «salida del nido», se necesita aceptar el orden de la naturaleza y dejarla seguir su rumbo. En el «útero de eterno», se requiere aceptar a otros y confiarles tu vida. Pero la cuarta zona, es donde se toma la decisión más importante… Ya veremos que escogen esta vez. —Le dijo Durgea viendo por varios cristales las zonas que mencionó, Axel pudo observar los horrores que sufrieron las víctimas de cada una.
En todas las zonas anteriores, los sobrevivientes a estas llegaron ante un portal oscuro que los dejó sin palabras, ninguno tenía idea de su procedencia o si era seguro entrar. Pero fueron sorprendidos por un cristal que se levantó a lado del portal, este les mostraba una imagen distorsionada de la Diosa, la cual sostenía a Axel en su mano como un trapo.
—Deben estar confundidos y con miedo por las cosas que vieron, ahorraré tiempo y le diré que fui yo quien los trajo a este lugar. Fueron testigos de horrores inimaginables, usaron todo de sí para sobrevivir y por ultimo les traigo la última prueba para obtener su libertad —levantó a Axel para que lo vean—. Cuando entren al portal, serán llevados a un laberinto donde tendrán que cazar a esta pobre excusa de demonio. Solo tienen que matarlo y todo habrá terminado, es algo simple que cualquiera de ustedes puede hacer… Pero dense prisa, el laberinto se desmoronará y quienes no entren al portal… Saben que no estarán seguros por mucho tiempo. —El cristal que mostraba a Durgea se hundió en la tierra, los sobrevivientes escucharon detrás de ellos los gruñidos de las bestias corriendo hacia ellos y sin más opción entraron.
—¿Esto es lo que te divierte? Mierda, no puedo creer que los Dioses se regocijen con el sufrimiento de los mortales… Me das asco. —Dijo Axel mirando con furia a la Diosa, está lo tomó del cuello deshaciendo sus ataduras de piedra.
—Me estaba olvidando de algo muy importante, callar esa malcriada boca —metiendo sus dedos a través de la garganta de Axel, le sacó una última luz que se volvió una gema—. Así nadie podrá entenderte, por más que supliques o intentes hablar, nadie te entenderá hasta que recuperes la habilidad del idioma… Ahora no seas un llorón y ve a divertirme, imbécil. —Durgea arrojó a Axel dentro de un portal que abrió, recogió la espada del muchacho y también la tiró dentro.
La cruel Diosa caminó serenamente hasta su trono, a su alrededor se levantaron muchos cristales que le mostraban los interiores del laberinto que mencionó. Pudo ver a los sobrevivientes de las zonas anteriores, entrar a los portales que aparecieron ante ellos y comenzar a alejarse unos de otros siendo transportados aleatoriamente. Repentinamente un fuerte chillido interrumpió su andar, venía de aquel abismo donde arrojó a Holee y dejando su trono de lado, Durgea cambió su rumbo para dirigirse al borde del acantilado.
—Uhm supongo que tu mente terminó de romperse más rápido de lo que esperaba —señalando con su palma hacia el abismo, varias rocas cubrieron una madeja de insectos que se aglomeraban alrededor de algo—. ¿Te llamabas Holee, no? Te dejaré corretear para que mates a todo lo que encuentres. —Las rocas habían capturado algo de gran tamaño, los chillidos y gruñidos que provenían de su interior eran agudos y monstruosos, ella golpeaba su prisión haciendo grietas en las rocas. Durgea creó un portal y arrojó dentro a aquella chica que capturó.
Laberinto subterráneo
Un portal se abrió entre unas rocas, de este salió Axel rodando precipitadamente hasta chocar contra un muro de tierra sólida. Torpemente intenta levantarse pero por alguna razón siente su cuerpo extraño, el sonido de su espada chocando contra el suelo llamó su atención y lo asustó poniéndolo alerta por unos segundos. Miró sus manos unos instantes, notando su visión borrosa y percatándose de un insufrible ardor en su garganta. El muchacho intentó gesticular palabras, sin embargo, el único sonido que puede emitir eran gruñidos, gritos ahogados y bufidos bestiales.
«Mi-Mierda… Estoy jodido con este mareo, no puedo caminar así… Ne-Necesito descansar», Axel estaba gateando usando el muro como apoyo, quería llegar hasta detrás de una roca para recuperarse.
El sonido de unas rocas cayendo llamó su atención, luego escuchó un cristal golpear las rocas encima de él y vio caer a su costado un pequeño frasco que contenía un líquido rojo. Apenas Axel lo vio supo de qué se trataba y forzando su cuerpo corrió lo más rápido que pudo, pues sabía que quedarse en ese sitio era mortal. El muchacho se lanzó con dirección a una roca para protegerse, detrás de él tuvo lugar una pequeña explosión que hizo saltar esquirlas de piedra a su espalda, lo golpearon como un látigo y la onda expansiva lo hizo chocar contra el muro en su delante. Con el rabillo del ojo Axel apenas podía mirar la nube de polvo disipándose, repentinamente escuchó los rápidos pasos de alguien acercándose, pero con su cuerpo en esas condiciones no llegó a reaccionar a tiempo.
—Muérete… Muérete… Muérete… ¡Muérete! —Decía una desesperada voz femenina que tackleó a Axel y lo chocó contra la pared, él no pudo hacer nada contra su atacante que lo tomó desprevenido.
«¡Duele! ¡Carajo mi espalda! —sintiendo un agudo dolor—. No… Me cago en todo…», Axel había sido apuñalado en los riñones, quien sostenía la daga que lo atravesaba era una joven exploradora de nombre Crysmir.
—Tengo que salvar a todos ¡Muérete!… ¡Maldita sea! —Crysmir tenía una expresión desesperada, retiró su daga y lo apuñaló una vez más.
Axel usó su codo para golpear el rostro de Crysmir, le rompió la nariz logrando alejarla y que tirara su daga al suelo, pero cuando el muchacho se tocó la cadera, pudo notar la cantidad de sangre que estaba perdiendo.
«Im-Imposible… Antes me hirieron igual o peor, pero nunca había sangrado tanto… Y-Y mi fuerza no es la misma… ¿Mi regeneración y características de demonio? ¡Esa perra me los quitó!», Axel estaba tambaleándose sintiendo su caliente sangre deslizarse por su piel, miró a Crysmir atentamente y notó una luz roja brillar en su pecho.
Desde el punto de vista de la exploradora, el demonio ante ella le gruñía agresivamente y se le acercaba con la mano extendida. El solo verle esos aterradores ojos dorados, las garras de sus manos moviéndose y sus cuernos tambaleándose hacia ella, fue suficiente para llenarla de terror.
—¡Aléjate de mí! —Gritó Crysmir buscando en la bolsa que carga en su cintura, sacó de esta otro de esos pequeños frascos de líquido explosivo y amenazó al demonio ante ella.
«Es inútil, no me entiende y está abrumada por el miedo. No puedo dejar que me lance ese explosivo», pensó el muchacho embistiendo precipitadamente contra Crysmir, logró tomarla de la mano quitándole el frasco y arrojarlo lejos.
La segunda explosión terminó afectando a ambos con la onda expansiva, él la sujetó de los hombros para inmovilizarla, sin embargo, las rocas que cayeron del techo lo distrajeron y Axel fue nuevamente apuñalado en el estómago. Crysmir sostenía otra daga e intentó correr para alejarse, pero Axel la interceptó a tiempo tomándola de la cabellera y jalándola hacia atrás. La exploradora soltó su daga al caer de espaldas golpeando el suelo bruscamente y sintió los fríos dedos ensangrentados del demonio rodeando su cuello. El muchacho se había subido sobre ella para someterla, jadeaba escupiéndole sangre mientras gesticulaba alaridos incomprensibles. Crysmir lo arañaba en los brazos y rostro, lo hacía desesperada para que la soltara y viendo la daga que dejó caer a su lado, ella intentó estirar su brazo libre para tomarla. Axel se dio cuenta de las intenciones de Crysmir, la levantó del cuello para golpearle la nuca contra el suelo, con esto logró alejarla de la daga y él la estranguló con más fuerza.
Las piernas de Crysmir se movían frenéticamente, quería escapar de cualquier manera de su agresor y forcejeaba agónicamente sintiendo la falta de oxígeno. Axel pudo ver en primer plano como es asfixiar a alguien, el cambio de color en el rostro, apreció el momento exacto cuando las arterias dentro de los ojos se rompen y tiñen la esclerótica de rojo, escuchar esos agonizantes gemidos estaba doblegando su voluntad y comenzó a soltarla.
—Si haces eso, serás tú quien muera —una pequeña Durgea se levantó de la tierra—. Seguro viste ese resplandor rojo en su pecho, puse dentro de ella tus rasgos básicos de demonio. Otras personas tienen el resto de tus habilidades. —Esa pequeña Durgea hecha de tierra se sentó de cuclillas para mirarlo de cerca.
«Hija de puta —sintiendo que Crysmir le clavaba y arañaba los antebrazos—. ¡Mierda!», gritó Axel dentro de su mente y apretó con todas su fuerzas el cuello de la exploradora, los últimos gemidos fueron horrendos y Axel terminó cayendo rendido sobre el cadáver de esa joven mujer.
—Excelente, pero yo que tú me daría prisa. Has perdido mucha sangre, sin la regeneración y resistencia demoníaca, morirás pronto por las heridas que tienes —señalándole una de las dagas de Crysmir—. Debes comerte su corazón si quieres recuperar tus habilidades, ya que dentro está la gema. —Esa pequeña Durgea miró atentamente a Axel, este tenía una mirada perdida y de resignación, estiró su brazo para tomar la daga y cortó por debajo de las costillas de Crysmir.
Meter su mano dentro de un cuerpo humano tibio era una experiencia nueva, antes había matado humanos y torturó a unos para sacarles información, pero esas ocasiones fueron su decisión, ahora se ve obligado a ser parte de la diversión sádica de esta deidad. Los ojos de Axel le mostraban donde estaba brillando la gema dentro de Crysmir, hundió su mano hasta el fondo y cuando sintió que había agarrado el corazón, lo jaló arrancándolo de las arterias y venas. Con el órgano en sus manos, Axel sollozaba furioso y abrió su boca para proceder con el acto.
«Rasgos demoníacos, adquiridos»
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