LISMATUS: SENDA DEL HERALDO - 49
«Fue en menos de un segundo, por la sorpresa de ver a todos esos degenerados enanos corriendo, nosotros perdimos de vista a Horos y desapareció sin darnos cuenta», pensaba Tamir ordenando cerrar la formación.
El grupo estaba desconcertado, esos extraños hilos plateados que salían de sus pechos los unían a otros de sus compañeros más cercanos y les daba mala espina estar en esa impredecible situación. Fueron completamente rodeados de Mukis, los gritos de estas criaturas resonaban violentamente en la caverna, rápidamente se agruparon dejando a Warawisa al medio de la formación canalizando su hechizo, junto a Yukiko y Sylchel para defenderlas de los atacantes.
La primera oleada de mukis conformada por 10 comenzó a rodearlos, dos chocaron contra Axel, que por advertencia de Warawisa sabía que era peligroso tocar a estos enanos, así optó por lanzarles telarañas para inmovilizarlos y darles una certera puñalada con su espada. Algo extraño pasaba con estos mukis, una vez recibieron el golpe mortal de Axel, estos se deshicieron en un polvo similar a la ceniza y desaparecieron completamente en segundos.
Tamir se batió en combate contra otros dos, los cuales le atacaron con sus afiladas garras, ocasionando que las hojas verdes de su espada comenzaron a expandirse a su alrededor y extrañamente el muchacho sentía un mejor flujo de energía en el brazo que le fue dado por Axel. Tamir giró esa muñeca levemente creando un tornado que levantó a los mukis del suelo, repentinamente las pupilas de Tamir comenzaron a tornarse verdes y de un salto alto alcanzó a los mukis para partirlos con sus espadas. Al igual que como pasó con Axel, estas criaturas no sangraron por las heridas que recibieron y solo se volvieron polvo que se disipaba con rapidez.
«E-Este poder que siento, sé muy bien que no proviene de mi —mirando su brazo oscuro—. ¿De verdad me está afectando tanto? —cayendo sin problemas de una altura de siete metros—. Sea lo que sea, sé en qué debo usarlo», Tamir iba a cortar a otro muki pero este se escondió atravesando el suelo.
Por su parte, Aegar había comenzado con rápidas puñaladas de su alabarda, acertando todas en la enana bestia que le atacó, a la segunda que venía por detrás le tiró su [Alabarda Espiritual] y ocasionó que este ser explotara volviéndose polvo. Vaulug tenía serios problemas contra los mukis, esto porque su estilo de combate es cuerpo a cuerpo y solo podía arrojarles piedras para evitar tocarlos ¿Pero qué daño pueden hacerles las piedras a criaturas que tienen la tierra como elemento base? Los mukis parecían burlarse de su actuar, este par de monstruos palmeó el suelo y causó que se levantara una fila de picos rocosos hacia el hubeast. Vaulug se defendió con sus brazos del ataque, evitando que estos avanzaran hacia sus compañeros, al estar distraído los mukis le iban a saltar encima, pero fueron interceptados por los aguijones de Holee y Ángelo los decapitó con un certero hachazo.
Hotai estaba viendo las peleas a su alrededor, a ella se le encargó defender a las tres chicas al centro de la formación, no perdía la concentración en esto y repentinamente algo saltó del suelo frente a ella. Era un par de mukis que se habían movido por el subsuelo, siendo tomada por sorpresa intentó golpearlos con su martillo, pero fue superada en reacción y uno de estos mukis le dio un puñetazo en la boca del estómago mientras el otro la rebasó para ir tras Warawisa. Cuando Hotai recibió el golpe, inmediatamente todos sus compañeros se rezagaron por el dolor y lo sintieron tan intenso como si ellos mismos lo hubieran recibido. La hubeast tenía el brazo del muki volviéndose traslucido en su vientre, la criatura estaba comenzando a invadir su cuerpo y ella gritaba del dolor al sentir su mente dispersándose en pensamientos incoherentes.
Warawisa estaba siendo afectada por lo mismo que Hotai, sin embargo, sus resistencias elevadas de [Bruja Amazona] le dieron unos segundos de conciencia, fueron los suficientes para terminar el círculo mágico que dibujaba y activarlo para sacar del horrible transe mental a sus aliados. El muki que penetraba el cuerpo de Hotai fue expulsado con su brazo haciéndose polvo, la aun adolorida hubeast lo tumbó de una patada en el vientre con su pesuña y le aplastó la cabeza con su martillo. Alrededor de cada uno de los 11 jóvenes había un escudo morado claro, giraba rodeándolos completamente y tenía varios brillos blancos rotando en la superficie.
—¿Que mierda fue eso? —tocándose el abdomen, sintió dolor en el sitio donde Hotai fue golpada y se levantó la ropa para verse un moretón—. E-Esto, yo no fui golpeado. —Aegar miraba con sorpresa su vientre, repentinamente el martillo de Horos cayó del techo y el temblor que causó los sacudió tan fuerte que los tumbó al suelo.
—Primera regla, aquellos afectados por [Nodos Espirituales], compartirán el dolor que sus compañeros sientan y será tan intenso como si el daño lo hubieran recibido ustedes. Mientras más cerca se encuentre uno del otro, más fuerte será el dolor que compartan. [Ola Terrestre] ¡Vamos! ¡Muéstrenme que tan fuertes son sus vínculos! —Horos volvió a golpear su martillo contra el suelo y su última frase resonaba intensamente en esa caverna.
Una onda expansiva comenzó a salir desde el punto donde Horos golpeó, la tierra parecía ondear si fuera liquida, el suelo comenzó a sacudirse verticalmente y se fracturó separando a los muchachos en cuatro grupos de zanjas alejadas unas de otras. El primero, conformado por Hotai, Sylchel y Axel. El segundo, conformado por Holee y Aegar. El tercero, conformado por Yukiko, Warawisa y Ángelo. El cuarto, conformado por Amaku, Vaulug y Tamir.
El primer grupo, dentro de la zanja que los aprisionaba, en las paredes comenzaron a crearse picos de tierra a los costados y fueron disparados a gran velocidad. Axel trasformó su cuerpo en el de gorila gorberin, puso sus brazos adelante para defenderse el ataque de esos picos, aunque era constantemente apuñalado el duro pelaje que lo cubría le reducía el daño para sí mismo y sus compañeros.
«Te llamas Hotai ¿No? Cuida de tu amiga, no sabemos por dónde pueden aparecer», dijo Axel pero a los odios de Hotai solo lo oía decir gruñidos inentendibles.
—¿Qué? ¿Qué pasa? No entendiendo lo que dices. —La hubeast estaba desconcertada y repentinamente un montículo de tierra comenzó a formarse al costado de sus pies.
—¡Hotai, cuidado! —Exclamó Sylchel al ver la cabeza de un muki salir de la tierra.
La pequeña bestia empujó a la hubeast dándole un codazo en el abdomen, había marcado a la sirena como su objetivo e iba a lanzársele encima con esas afiladas fauces como agujas. Axel tuvo que abandonar su postura defensiva, giró su cuerpo para atrapar a la criatura con sus fuertes manos y lo estrelló contra la pared. Al moverse unas tres púas de tierra lo golpearon en sus costillas, una de esas púas iba dirigida hacia una pasmada Hotai y Axel bajó rápidamente su otra mano para cubrirla del mortal ataque que terminó por perforarlo. Cada uno de sus compañeros se resintió por el dolor, vieron los lugares donde les dolía y encontraron que se les creaba hematomas.
«¡Tienen que ayudarme carajo! Sé que no confían en mí, pero no puedo hacer esto solo», Axel gruñó adolorido, golpeó con su puño no herido la pared del costado, sacando de ahí a un muki que chillaba intentando pararse y de ese lugar que la criatura abandonó ya no salían más púas de tierra.
—¡Hotai, reacciona de una vez! ¡Tenemos que ayudarlo o vamos a morir! ¡Tienes que levantarme! —Le gritó Sylchel molesta y sus palabras espabilaron a la asustada hubeast.
—¿Qu-Qué tengo que hacer? —Hotai levantó su martillo y fue a hablar con Sylchel.
—Esas cosas están atacando desde dentro de las paredes, tengo un hechizo de detección pero necesito estar posicionada para usarlo. Ponme mirando hacia el fondo de la zanja… Demo… ¡Axel! ¡Si puedes entenderme hazte a un lado cuando te lo diga! —Sylchel sostuvo en sus manos palmeadas una perla de 15 cm de diámetro y fue ayudada por Hotai a ponerse de pie.
—¡Lo siento mucho! Tú nos defendiste y por mi culpa terminaron lastimándote y lastime a todos los demás… Ahora de verdad sé que quieres protegernos. —Dijo Hotai llorando como disculpa hacia Axel y dejó a Sylchel como esta le indicó.
—Ya podrás disculparte en otro momento… ¡Apártate ahora, Axel! [Roció Marino]. —La perla en la mano de Sylchel brilló intensamente, el espiráculo en su cuello se abrió liberando un fino spray de agua que cayó sobre la tierra, al instante comenzaron a brillar figuras humanoides dentro de las paredes y unas iban por el subsuelo sobrepasando a Axel para dirigiéndose hacia las chicas.
Axel cambió a su forma de demonio, sus brazos se volvieron gruesas cuchillas óseas con las cuales se protegió de las púas, corrió lo más rápido que pudo para apuñalar una pared y matar al muki que se escondía ahí adentro. Hotai había dejado descansando a Sylchel, pues tras usar su hechizo se le veía en peor estado, la hubeast preparó su martillo esperando el momento y cuando los mukis asomaron sus cabezas fuera de la tierra, fueron destrozados por los pesados impactos del martillo.
La zanja donde cayeron Holee y Aegar, era asediada por varios mukis que caían desde arriba, pues estos conocían la capacidad de vuelo de la muchacha y evitaban que pudiera escapar de ese modo. Holee sabía que la protección de Warawisa tenía un límite de resistencia, atacar cuerpo a cuerpo la iría reduciendo y si la barrera se rompe estaría nuevamente en peligro de ser afectada por la posesión. La muchacha solo usaba los aguijones que dispara de su vientre para atacar, para su buena fortuna las antenas que sobresalen en su cabeza le servían de sensor, estas podían percibir los sutiles movimientos de los mukis bajo tierra y así se anticipaba a las emboscadas de estas criaturas.
La lucha de Aegar era más fácil, su arma le permitía acabar con los mukis a distancia y usaba las paredes de la zanja para dar hábiles saltos por estas. Al darse cuenta de que Holee podía percibir a los mukis, le pidió que le indicara por donde se estaban escabullendo, así cuando escuchó las advertencias de la muchacha, Aegar preparó disparos consecutivos de [Alabarda espiritual] y al ser este un ataque de energía pudo matar a los mukis dentro de las paredes, justo antes de que comenzaran a atacarlos con picos de tierra.
—¡Holee, aquí tenemos todo bajo control! ¡Ve a las otras zanjas y asiste a nuestros compañeros! —Aegar dio un giro de su alabarda cortando a un par de mukis por la cintura.
—¿Dónde piensas ir? —Holee se había pegado a una pared desde donde lanzaba sus aguijones a los mukis que salían de la tierra, al sentirse rodeada por ellos saltaba a la pared frente a ella y repetía el proceso para mantenerlos a raya.
—¡Voy por Horos! ¡Alguien tiene que hacerle frente y averiguar de qué forma ataca! ¡Ayúdame a salir de aquí y ve con los otros! [Corte horizonte]. —Aegar blandió su alabarda a un lado en dirección de los bordes superiores de la zanja, con eso espantó a los mukis que se lanzaban de ahí e indicó a Holee que era el momento.
La muchacha se escabulló dejándose caer, luego fue corriendo al ras del suelo para lanzarse hacia Aegar agarrándolo de la cintura, fortaleció sus piernas de insecto volviéndolas unas similares a las de un saltamontes y de un potente salto salió de la zanja. Las alas de Holee se desplegaron para poder tomar rumbo, tuvo un aterrizaje casi sin problemas y dejó a Aegar seguro en el suelo.
—[Caja dimensional] —sacando una lanza metálica—. Holee, usa esto para pelear contra los mukis. —Aegar le arrojó el arma que sostenía y comenzó a correr hacia su objetivo.
«Ella no dudo ni un segundo en seguir mis órdenes y tubo cuidado de no lastimarme con la caída. Ciertamente no actúa como lo haría un demonio ¿De verdad puedo confiar en ellos?», pensaba Aegar buscando con su mirada a Horos y de reojo podía ver a Holee sobrevolando las zanjas para ayudar a quien lo necesitara.
El tercer grupo tenía serios problemas, ya que la confianza era algo inexistente por parte de una integrante y ante esta dificultad no hacía nada más que criticar las acciones del hombre presente. Ángelo había sido arrinconado al final de la zanja, defendía aguerridamente a una agotada Yukiko que empuñaba su katana con todas sus fuerzas y al frente estaba Warawisa dentro un círculo mágico que generaba un pilar de luz alrededor de ella, al cual los mukis no podían entrar o eran desintegrados al contacto.
—Si sigues así solo terminaras muerto, lo más sensato sería dejar a esa hubeast como señuelo y que me saques de aquí para que pueda potenciar a los que son útiles. —Warawisa estaba arrodillada con su escudo tocando el suelo, de este salían ondas purpuras que formaban el círculo mágico que la protegía.
—[…] —Ángelo estaba blandiendo sus hachas de forma violenta, haciendo pedazos a los mukis que entraban en su rango y era notorio que lentamente su estamina se agotaba.
—¡Puedes callarte por favor! ¡Tus palabras no nos ayudan! —Yukiko había congelado el rincón donde estaba defendiéndose y los mukis que se le acercaban eran apuñados por estacas gélidas.
—Es por mí maldición que los mukis no pueden usar sus habilidades de tierra. Y no te veo dar las gracias por arriesgarme por una inútil como tú. —La energía que esparcía Warawisa afectaba una gran área que rodeaba la zanja, los mukis intentaban entrar en la tierra pero eran rechazados al instante.
—[…] —Durante un momento de su lucha, Ángelo presintió un peligro y corrió inmediatamente hacia Yukiko para protegerla con su cuerpo.
De la parte superior de la zanja comenzaron a caer rocas de entre 20 cm a 30 cm, Ángelo había logrado cubrir a Yukiko y aguantó en su espalda el impacto de varias rocas. Los [Nodos Espirituales] que unían a estos tres, empezaron a parpadear con cada daño que recibía Ángelo y era señal que el dolor estaba siendo repartido a todos. Warawisa se dio cuenta de lo que estaba pasando, ya que los mukis no podían manipular la tierra que ella afectaba con su maldición, estas criaturas cargaron rocas que pudieran llevar y las arrojaban con fuerza desde los bordes de la zanja. La amazona vio a varios pararse sobre de ella, estos seres la miraban con perversidad mientras la amenazaban con las rocas y tal acto preocupó a Warawisa pues sus protecciones no le iban a servir contra eso.
«Solo soy un estorbo para ellos y por mi culpa Ángelo-san está siendo herido por defenderme… Esa amazona tiene razón, lo más inteligente seria abandonarme y que prioricen su bienestar… Pe-Pero ¿Por qué te esfuerzas tanto en seguir defendiéndome?», Yukiko miraba llorando el rostro de dolor de Ángelo por aguantar las rocas que lo golpeaban, podía sentir en carne propia lo que soportaba el chico que la defendía.
—¡Déjala de una vez y sácame de aquí! ¡Todos se van a joder si yo muero! —Por los [Nodos Espirituales] de Horos, Warawisa estaba sintiendo el mismo dolor que aquejaba a Ángelo y esto solo la hacía rabiar por la absurda terquedad del joven.
Los mukis sobre Warawisa fueron perforados por aguijones, cayeron de espalda con fuertes convulsiones, luego una sombra se precipitó peligrosamente sobre el borde de la zanja y con varias puñaladas de una lanza espantó a los mukis que le lanzaban rocas a Ángelo.
—Pe-Pensar que casi me voy a otra zanja, si lo hubiera hecho el daño para todos seria aun peor. Ángelo, sube tu primero y luego bajaré por Yukiko. —Quien llegó era Holee, se le veía adolorida por compartir el dolor que Ángelo estaba sufriendo, ella dejó su lanza a un lado para transformar su brazo izquierdo en el cuerpo de un grueso ciempiés y que Ángelo pudiera subir ahí.
—¿Ho-Holee-san? ¡Ángelo-san, sube rápido. Ya les he estorbado mucho! —Yukiko empujó con sus delgados brazos el pecho de Ángelo y le dio una mirada decidida para darle a entender que estaría bien.
Ángelo lanzó sus hachas a los costados de Holee, se sujetó fuertemente de la coraza del ciempiés, comenzó a escalar lentamente y Holee hizo un gran esfuerzo por sacarlo rápidamente de ahí. Tras la muchacha que tenía la guardia baja comenzaron a correr unos seis mukis, se le avecinaban como perros cazando a su presa y expandían sus afiladas garras para destazar a Holee. Esta chica dio un último tirón que hizo salir a Ángelo, apenas este tocó el suelo tomó el hacha que tenía más cercana y de un giro mandó a volar a dos mukis.
Holee se lanzó dentro de la zanja, viendo con el rabillo del ojo como Ángelo tomaba su otra hacha y se ponía firme para hacerles frente a estas maliciosas criaturas. Yukiko estaba parándose por sí misma, tenía que aguantar el dolor de sus anteriores peleas y dejar de ser un lastre para el grupo que tan fieramente estaba haciendo lo posible por protegerla. Holee la tomó de la cintura, con rapidez saltó de pared en pared hasta llegar a la cima y la dejó segura a un costado hasta que volviera para cuidarla.
«Es tan estúpida como todos en su grupo ¿Por qué seguir gastando esfuerzo en alguien que no puede pelear? Me enoja tanto su rostro, pero este odio no es solo por eso», pensaba Warawisa viendo enojada a Holee acercándosele.
—Cancela tu barrera para que pueda sacarte de aquí. —Dijo Holee al darse cuenta de que era rechazada por la protección que se puso Warawisa.
—Hazlo rápido y llévame con los mejores peleadores. —Al instante de que Warawisa se paró, detuvo las pulsaciones de su maldición y los mukis comenzaron a hundirse en la tierra.
—Antes tenemos que ayudar a Ángelo y poner a salvo a Yukiko. No podemos dejarlos a su suerte en medio de estos enanos de mierda. —Holee había cargado a Warawisa en brazos, gracias a la percepción de sus antenas pudo esquivar las púas de tierra que arrojaban los mukis y logró salir del fondo de la zanja a tiempo.
—¡Eres un maldito demonio! ¡Tu mejor que nadie debería estar de acuerdo en abandonar lastres! ¡Vamos a terminar muertos si seguimos gastando esfuerzos en esa hubeast inútil! —Replicó Warawisa enojada causando que Holee la dejara caer al suelo descuidadamente.
—¡No me importa lo que pienses de mí! Pero no permitiré que sigas insultando a Yukiko, ella ayudó a salvarme cuando más lo necesitaba y no pienso desecharla. Puedo ser un demonio, pero Axel y yo no actuamos de una forma tan vil. Estas tan metida en esta porquería como nosotros, si quieres sobrevivir, será mejor que te calles y nos ayudes con lo puedas. —Holee prendió vuelo hacia la lanza que dejó y luego fue con Yukiko para matar a los mukis que iban tras ella.
El último grupo estaba teniendo serias preocupaciones, apenas cayeron dentro de la zanja, Amaku esparció las semillas que logró generar desde la muerte de Toño, eran cinco en total que brotaron en gruesos tallos a los cuales manipulaba desde sus brazos para azotar a los mukis y al tener sus raíces enterradas evitaban que las malévolas criaturas los sorprendieran por el subsuelo. Vaulug tenía problemas para atacar a estos monstruos, es consciente que golpearlos causaría la posesión que sufrió Hotai, por eso solo de dedicó a destrozar con sus garras y soportar con su espalda los picos de tierra que iban por Amaku, el daño que sentía era mínimo gracias a su alta defensa física, así que no era un problema al compartirlo con sus compañeros. Cuando fueron afectados por los golpes que sufrieron Axel y Ángelo, se vieron obligados a resguardarse pero Tamir fue el más afectado en ese momento, por la intensidad de los impactos solo podían suponer que tan mal la estaban pasando sus compañeros.
Amaku estuvo observando cuidadosamente a Tamir desde que salieron de la cueva donde se prepararon, estaba preocupada por las palabras de este sobre los cambios que estaba sufriendo su cuerpo y en esta pelea lentamente se fue percatando que la agresividad de Tamir iba en aumento. Este muchacho siempre basó su estilo de pelea en el análisis del entorno, siendo cuidadoso para moverse aprovechando todo lo que tenía alrededor como una ventaja y lograr salir con el menor daño posible en los conflictos. Sin embargo, ahora sus movimientos comenzaban a ser cada vez más descuidados, logró salir del fondo de la zanja con una sorprende agilidad y dejó a sus compañeros a su suerte. Ahora estaba enfrascado en continuas peleas contra los mukis, donde los giros de su espada comenzaban a aumentar en velocidad y los movimientos de su cuerpo se tornaban imposibles para un humano normal.
Las hojas verdes que expulsaba la espada que Amaku le prestó, comenzaron a rodearlo de forma irregular, girando en bruscos movimientos que exponían el estado mental del joven y junto con los tornados que creaba al blandir sus espadas, estas hojas verdes se volvieron filosas cuchillas que despedazaron a varios mukis sin problemas. Progresivamente Tamir estaba alejándose de Amaku y Vaulug, se estaba centrando solo en seguir matando más de estas criaturas que los atacaban y aunque la amazona le gritaba por que volviera con ellos, sus palabras no lo alcanzaban.
—Sera mejor dejarlo ir… Por algún motivo le siento emanando una fuerte sed de sangre y podría desconocernos si nos acercamos sin cuidado. —Le dijo Vaulug mientras destrozaba unas rocas que iban hacia Amaku.
—Lo he visto pelear antes, nunca ha actuado de forma tan imprudente… Te-Tenemos que hacerlo entrar en razón, si sigue así dejara le importarle ser herido y el daño que sufra será repartido en todos. —Amaku tenía los brazos rodeados de tallos verdes que se entramaban hasta el suelo, por cómo estaba parada era obvio que no podía abandonar su posición o dejaría de controlar los tallos que controla.
—E-Espera… Los ataques de los mukis ya no son tan consecutivos ¿Qué está pasando? —Vaulug se dio cuenta que ya no caían piedras desde arriba y solo dos mukis venían a hacerles frente.
—Están yendo por Tamir, tenemos que ir a ayudarlo. Al menos usaré mis plantas para crear un puente que nos saque de aquí. —Amaku hizo hacia el frente sus brazos con fuerza, ordenando a los tallos que se entrelazaran creando un camino por donde pudieran subir.
Por otro lado, Tamir estaba en medio de un grupo de siquiera 20 mukis, se le lanzaban en grupos de tres o cuatro pues buscaban la oportunidad donde este chico bajara su guardia y aun en esta desventaja Tamir terminaba destrozándolos con los deslumbrantes movimientos de sus espadas.
«Están en peligro… Tengo que protegerlos… Debo ser más rápido… Debo ser más fuerte… Vamos a salir de aquí… Tenemos que matar a Horos y seremos libres… Tengo que matarlos a estos enanos… ¡Tengo que matarlos a todos!», pensaba Tamir adentrándose más en oscuros pensamientos, su visión lentamente se iba distorsionando dejándolo viendo manchas rojas que se le avecinaban, dio un rugido inhumano mientras sus caninos comenzaron a crecer y sus ojos se tornaban de un intenso verde.
Tamir arrojó sus espadas a los lados logrando atravesar la cabeza de dos mukis, al tercero lo tomó del cuello con su mano izquierda en donde le habían crecido garras y golpeó con su puño al tercer muki tan fuerte que le destrozó la cara. Las ocho criaturas que lo rodeaban se quedaron sorprendidas por unos segundos, luego sonrieron maliciosamente indicando que ya era el momento de ir con todo, fue así que estos monstruos se hundieron en la tierra y comenzaron a crear muros afilados con los cuales impactar a Tamir.
La primera pared se elevó en línea recta tomándolo por sorpresa, lo levantó unos ocho metros del suelo y enseguida en donde iba a caer se formaron filosos picos de 1 metro. Tamir solo podía retorcerse en el aire, con una mente clara nunca hubiera dejado sus espadas y de ser lanzado como ahora usaría el elemento viento para controlar su caída. Pero ahora sus ojos solo miran con furia el suelo donde se dirige, estaba tan hundido en ira que ni siquiera había puesto sus brazos para intentar defenderse y de la nada algo pequeño golpeó su pecho.
—¡Déjate de tonterías y vuelve en ti, Tamir! —Amaku le había arrojado una semilla bañada con su sangre, la mano de esta amazona sangraba pues se había cortado la palma y con ademan ordenó a la semilla que chocó con el chico expandiese.
—Yo voy por los enanos. Encárgate de tu amigo. —Sin más opción, Vaulug se precipitó a una lucha cuerpo a cuerpo contra los mukis y comenzó a dar zarpazos con sus fuertes garras para destrozar o al menos dispersar a los monstruos del sitio.
Una enredadera había crecido rodeando el cuerpo de Tamir, los tallos amortiguaron su caída reduciendo el daño que fue sentido por todos y vieron preocupados hacia la posición de su compañero. Amaku llegó corriendo hacia el bulto de enredaderas que aprisionaba a Tamir, lo escuchó gruñendo mientras destrozaba con sus nuevas garras los tallos y al ver a la amazona se lanzó contra ella tumbándola al suelo. Ella logró defenderse poniendo su brazo izquierdo, el cual fue mordido por Tamir, todos se rezagaron por el dolor que sentía Amaku e incluso podían ver las marcas de los dientes formándose en sus brazos.
—¡Este no eres tú, Tamir! —sujetando de la cara con su mano derecha—. Hemos llegado hasta aquí por que luchamos juntos, recuerda como sobrevivimos defendiéndonos… No sé lo que te está pasando, pero debes dirigir ese poder hacia el sitio correcto. ¡Tamir, regresa con nosotros! —La sangre de Amaku comenzó a caer en su propio rostro, ella le dio una fuerte cachetada, dejándole su palma cortada en la nariz y le susurraba palabras de aliento.
Tamir solo veía su entorno como manchas rojas, tenía destellos de visiones que no entendía y en ellas parecía verse arrastrando dentro de túneles. El olor a sangre comenzó a abarrotar su nariz, un zumbido era lo único que escuchaba, su piel estaba tan caliente que lo hacía jadear y entre esa mezcla de sensaciones logró reconocer algo familiar.
«E-Esa voz, ese olor y este sabor metálico… ¿Qué tengo en mi boca? ¿Qué estoy haciendo?», entre borrosas figuras Tamir comenzó a sentir asco por el hedor a sangre, sacudió su cabeza y pudo ver que estaba mordiendo el brazo de Amaku.
—¡Mierda! ¿Qué pasó? ¡Ag! E-Ese olor… —Tamir se soltó de Amaku, comenzó a tener arcadas y se limpió el rostro con sus muñecas.
—Al menos ya no pareces un animal salvaje. —Sujetándose la mordedura en su brazo.
—¿Y-Yo te hice eso? —sintiendo que en su brazo tenía la misma herida—. ¿Les hice esto a todos? ¿Qué mierda tengo en la cabeza? —Tamir comenzó a quedarse pasmado pero Amaku lo abofeteó y tomó de los hombros con firmeza.
—No es tiempo de lloriqueos, Tamir, agradezcamos que ya pasó y centrémonos en nuestra pelea. Vaulug está arriesgándose mucho para darnos tiempo. —Amaku se puso firme aguantando el dolor que sentía, sabe muy bien que mostrarse afectada solo terminara causando culpa en la mente de Tamir y lo que ahora necesitan es fortaleza para afrontar estas adversidades.
Por otra parte, Aegar iba corriendo hacia Horos, lo encontró sentado sobre una roca acariciándose la barba, su martillo estaba a un costado, así el supervisor lo tomó rápidamente para golpear con suavidad el suelo y repentinamente un muro de piedra solida se formó cortándole el paso a Aegar.
—Te lo advierto, seguir adelante podría ser mortal ¿Aun así quieres continuar? —Dijo Horos sin levantarse de la roca.
—¿Crees que te tengo miedo? —saltando por encima del muro—. Eres lo único que se interpone entre mi objetivo ¡He sacrificado mucho para temer ahora! [Alabarda Espiritual]. —Aegar corrió unos metros más para lanzar su ataque a distancia, a Horos solo le bastó con un leve movimiento de su martillo para disipar la energía y repentinamente un grito tuvo lugar viniendo de las zanjas donde aún se llevaban las peleas.
—Segunda regla, si uno de los afectados por [Nodos Espirituales] se aleja mucho, dañara el enlace que los une y causara la mutilación de energía del vinculado más cercano. —La voz del supervisor resonó intensamente en esa caverna, poniendo alertas de esta regla a las ofrendas. Los ojos de Horos se centraron en Aegar y sonrió con burla al verlo titubear.
—¿Qu-Qué mierda hiciste? —Gritó Aegar con furia e iba a dar un paso adelante.
—Tú mismo dañaste a tu compañero. Yo nunca podre ser vencido en combate singular, tendría que ser alguien demasiado fuerte para que eso suceda y tu imprudencia le costó caro a tu grupo. ¡Vamos, pequeña mierda! ¡Si el enlace se sigue dañando terminaras matando a un inocente! ¡Da un paso adelante si estás dispuesto a eso! —La voz de Horos sonó estruendosa y el aura que emanaba estaba rajando la tierra a su alrededor.
—¡Maldición! —Aegar retrocedió inmediatamente para ver el resultado de su error y le dio la espalda al supervisor que solo reía por su patético actuar.
Segundos antes de que Aegar dañara el enlace de los [Nodos Espirituales], Axel estaba ayudando a Sylchel y Hotai a salir de la zanja, había dejado a la primera segura en una roca y la hubeast se adelantó un poco para visualizar a posibles enemigos. Repentinamente el hilo plateado en Hotai comenzó a tornase carmesí, luego se volvió traslucido, se generó espontáneamente chispas eléctricas saltaran sobre el cuerpo de la pobre hubeast y por el intenso dolor Hotai dejó caer su martillo. El grito que antes se escuchó venia de ella, sus compañeros también fueron afectados por este dolor, aunque en menor medida y cuando al fin terminó, Hotai se arrodilló jadeando angustiosamente.
—¿Qué fue esa sensación? Por favor ayuda Hotai, algo acaba de pasarle. —Decía Sylchel con esfuerzo, su condición estaba empeorando y no era causado por el daño sentido ahora mismo.
«Fue como si te estrujaran el corazón, espero que los demás estén bien», pensaba Axel acercándose a Hotai, la tomó de los hombros con cuidado y la tranquilizó dándole leves golpes en la espalda para que respire.
—Y-Ya pasó… Pero fue horrible… Sentí como si tiraran de mi corazón… No podemos perder tiempo, Axel, tenemos que reunirnos con los demás o nos volverá a pasar esto al alejarnos. —Por la cara de Hotai era obvio que estaba sobreesforzándose por seguir adelante.
«Que chica tan fuerte eres… Imaginaba que te ibas a rendir, pero entiendes que el grupo es más importante», Axel vio como la hubeast iba por su martillo mientras él iba a recoger a Sylchel.
—De-Demo… Axel… Algo está mal… N-No puedo recoger el martillo, es como si mis brazos no tuvieran fuerzas. —Hotai estaba esforzándose por levantar el martillo, tiraba del mango sin resultado alguno e incluso cayó sobre su trasero al ser vencida en fuerza y Axel usó [Analizar Superior] en ella.
Nombre: Hotai Uirris
Edad: 20 años
Raza: Hubeast (Minotauro)
Grado: I
Nivel: 36
Clase: Granjera/ *********
Afinidad Elemental: Tierra
Trabajo: Agricultora
Título: [Ofrenda a Durgea] [Exiliada]
Valor como esclavo: 9 monedas de plata
Dificultad de captura: bajo
Estado: [Nodos Espirituales] [Bloqueo de Estamina] [Bloqueo de Habilidades] [Bloqueo de Energía (Chakra)]
«E-Ella… Ha perdido toda su fuerza… A eso se refería Horos con «mutilación de energía». Hotai está tan indefensa como un humano normal, incluso puede estar más débil… Estas dos ya casi no tienen oportunidad de sobrevivir», pensó Axel viendo como Hotai iba a tranquilizar a Slychel sobre su estado.
A lo lejos, Holee guiaba desde arriba a Warawisa, Yukiko y Ángelo hacia el sitio donde estaba Tamir y compañía, desde donde se encontraban podían verlo pelear contra los últimos mukis que los asechaban.
—Al menos Tamir-san, Amaku-san y el señor hubeast están bien… Después de sentir esos fuertes calambres, pensaba que lo peor había sucedido. —Comentó Yukiko que estaba siendo cargada por Ángelo.
—Me tiene más preocupada esta mordida —mirando su brazo—. Las marcas no parecen de un muki y son más similares a un animal salvaje por los colmillos pronunciados. —Warawisa había cubierto con unos trozos de su falda la mordida que le apareció.
—[…] —Ángelo señaló su pecho donde esos hilos plateados los unían.
—Sí, lo entendemos. No podemos dejar que nos sigan lastimando, esta maldición o lo que sea que nos hizo, es para desgastarnos física y mentalmente… Ángelo-san, no tienes que preocuparte por mí, harás más al frente con los otros que quedándote atrás a cuidarme. Voy a pelear por mí misma, tengo que hacerlo por ustedes. —Yukiko sonaba melancólica y sujetó con fuerza el mango de su katana.
—Te equivocas, Yukiko. Ahora más que nunca es que tenemos que cuidar a los heridos, ustedes están más vulnerables a ataques y si algo les pasa todos vamos a sufrir por ello. —Holee había descendido para correr junto a ellos, lo hizo pensando en no ser un blanco fácil y no alertar a los Mukis de su presencia.
—No cuenten conmigo para ver por ellos —sintiendo la mirada severa de Holee—. Si lo que dijo Aegar es cierto, debió llegar a tener un enfrentamiento con el supervisor y ahora sabemos que no podemos apartarnos tanto o terminaremos con nuestra energía mutilada. —Warawisa intentaba tocar el hilo que salía de su pecho, susurraba varios conjuros que podrían ayudarla pero todo era inútil.
Volviendo al grupo de Tamir, las cosas comenzaron a mejorar una vez que el muchacho recobró la razón, ahora con una mente clara y un esfuerzo descomunal por mantenerse con buen juicio está ganando terreno sobre sus enemigos. Vaulug y Amaku lo apoyaban a distancia, evitando que sea rodeado por demasiados mukis y la amazona podía confiar en el hubeast para advertirle de posibles ataques sorpresas de estos monstruos.
«Ya lo entiendo, cuanto más tiempo paso peleando más crece esta fuerza en mi… Este ardor en mis músculos, boca, espalda y cabeza, podrían desorientarme si permito que me abrumen», pensaba Tamir mientras esquivaba picos de tierra que se avecinaban, al contraer sus piernas sintió sus músculos hincharse y al lanzarse contra los mukis los músculos de sus brazos se ensancharon para que de un espadazo partiera a tres de sus enemigos.
«Tengo que agradecerle a Amaku por hacerme entrar en razón —viendo a la amazona controlar un tallo para defenderse de un muki—. Ella ha dejado de lado las enseñanzas cerradas de su cultura, nunca hubiera esperado que una de las amazonas odia hombres, me defendiera como lo hizo —mirando la mordedura en su brazo—. Y es motivo más que suficiente para no volver a lastimarla», Tamir había liberado un vendaval de hojas verdes de la espada, estas lo rodeaban creando un escudo que cortaba a los mukis que se le acercaban y de un giro dispersó las hojas como dagas acertando a varios objetivos.
Tamir sintió un palpitar extraño en su pecho, por un segundo mientras recuperaba el aliento parpadeó y una visión invadió su mente sin previo aviso. Esta visión era como si viera por los ojos de otro ser, donde podía verse a sí mismo por detrás y lentamente eso que lo miraba se lanzó hacia él. El joven estaba paralizado por el desconcierto, se cansó luchando contra los mukis, cuidándose de no ser dañado y cuando reaccionó fue demasiado tarde. Tamir llegó a ver sobre su hombro, con el rabillo del ojo algo blanquecino de tonos cremas, cuando su cerebro se esforzó por procesar lo que tenía a su espalda, lo reconoció como el esqueleto de un animal, constando solo del cráneo con colmillos rotos, una columna vertebral con manchas de suciedad y costillas afiladas que lo atraparon.
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Por un segundo, todos sintieron unos punzantes dolores en la columna, seguido de lo que parecía ser apuñalamientos en las costillas y finalizando con la sensación de varios cortes en la cabeza. Por su parte, Horos se levantó incrédulo de lo que había sucedió, pues percibió que se había disipado la conexión en uno de sus [Nodos Espirituales] y fue detenido por una voz cuando se disponía a averiguar que ocasionó tan inesperado evento.
—Tranquilo Horos, eso era parte de mi diversión pero no esperaba que interfiriera con tu trabajo. —Una manifestación de Durgea se creó a lado de Horos y este se arrodilló en señal de respeto.
—Lo entiendo, mi santa madre ¿Pero que es esa cosa? Fue capaz de romper los [Nodos Espirituales] que lo unían a sus compañeros. —Dijo Horos recibiendo la orden de Durgea para que se levante.
—Eso salió de Wulfdog después de su muerte, son los restos de ese antiguo héroe que invocaron y con el cual los Excerl estaban experimentando. No logro entender el grado de inmortalidad de esa criatura, se suponía que al ser invocado perdería esa característica y a pesar de tantos años sigue moviéndose tras un nuevo cuerpo anfitrión. —Mencionó Durgea recordado como ayudó a ese esqueleto a moverse por el laberinto subterráneo hasta Tamir.
—¿Está segura que eso no es Wulfdog? —Preguntó Horos mientras miraba como ese esqueleto atacaba a Tamir.
—No lo es, esa cosa no tiene conciencia alguna y solo es guiada por su instinto de invadir el cuerpo de un nuevo huesped. Horos, ordena a tus súbditos no atacar a ese mocoso, que tenga su propia pelea interna Ja,Ja,Ja ya quiero verlo rogar por una muerte rápida, al sentir el dolor que ese parasito le provocara. —Agregó Durgea viendo con malicia como el pobre Tamir gritaba de dolor.
—Como usted ordene, mi santa madre. Aún tengo que juzgar a los otros, ver si son merecedores de avanzar a la salida y que tan bajo pueden caer por sobrevivir. —Horos vio como la copia de Durgea se desmoronó, él levantó su martillo girándolo sobre su cabeza varias veces y golpeó el suelo generando ondas que deformaron en terreno.
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