LISMATUS: TRECEAVA HORA - 03
«13:08:24 БЙ» Fijándose en lo que tenía alrededor, Marx vio un paraje montañoso pero las rocas eran extrañas, presentaban rupturas profundas, las montañas tenían gigantescos símbolos dorados, los cuales brillaban tenuemente y lo lejos solamente había muchas rocas de diversos tamaños. Pero lo más impactante era el cielo, el cual estaba totalmente negro… Mejor dicho, donde debía estar el cielo solo se hallaba un profundo color negro y parecía que iba a tragarse todo en cualquier momento. Un fuerte viento recorrió ese páramo, levantando la tierra y formando pequeños tornados que desaparecían segundos después.
Marx estaba nervioso por un extraño sentimiento que comenzaba a abrumarlo, cuando vio los símbolos dorados se sintió apresado, era como ser arrojado moribundo a una zanja, esperando por que alguien terminara con su sufrimiento y comprendió que eso era la desolación absoluta. Repentinamente el sonido de muchas alas batiéndose llenó el entorno, bajando de su bicicleta Marx se ocultó en unas rocas y vio lo que pasaba.
—Carne… Carne fresca… Carne… —Varios seres pequeños rodearon a un hombre que intentaba correr, estos pequeños entes lo sometiendo en la tierra y comenzaron devorarlo vorazmente.
«Esto es muy desagradable», pensaba Marx un tanto asqueado del espectáculo y sentía algo de culpa por solo ver morir a ese hombre.
Los seres pequeños tenían forma humanoide, cuatro brazos, dos piernas, pequeños cuernos naranjas y un color café oscuro con ojos rojos. Una vez se comieron la piel de ese desdichado, empezaron a desmembrarlo y prendieron vuelo llevándose los trozos. Por otra parte, muy a lo lejos una luz salió hacia ese cielo negro y desapareció, esto llamó la atención del muchacho
«¿Que sucedió ahí?», se preguntaba intrigado por tan inusual evento.
Marx esperó a una distancia prudente, escapó sin que lo notaran y empezó con el incesante pedaleo para huir lo más rápido de ahí. El camino normal a su universidad le tomaba 35 minutos, pero sin edificios, carros o personas cerca le sería más fácil. Orientándose por su memoria, llegó a una montaña con diversas cavernas y se quedó unos segundos viendo el extraño entorno.
—Oye, por aquí. —Escuchó unos susurros cerca y los siguió hasta una roca donde tras esta se topó con alguien.
Ahí encontró con una chica de hermoso rostro terso, su test es de un llamativo color claro, donde resaltan unos rosados labios y mejillas, su cabellera es tan larga que le llega más abajo de la cintura y tan negra como el ébano más brillante. Solamente traía una bata crema, lo cual regala a la vista una silueta muy bien formada, es una cintura esbelta, con un hermoso par de piernas, que guían a sensuales caderas anchas y tiene pronunciados pechos que cubre con timidez, pues es consciente de lo tan delgado que es su vestido. Marx pensó que tal mujer no podía ser humana, él retrocedió sintiendo temor pues lo que tenía en frente parecía algo inmaculado, en todo el sentido de la palabra y su presencia lo tenía acongojado.
—¿Qui-Quién eres? —Preguntó titubeando por el miedo o por sentirse abrumado por ella, ni el mismo entendía lo que sentía.
—¿Ah? Yo te dije que vinieras ¿Acaso no lo recuerdas? Será mejor que hablemos en un lugar seguro. —Su voz era suave, podía sentirse un leve tono tímido y haciéndole una señal lo guía hacia una cueva.
«13:24:02 Ψ¾». Sin más opción confió en ella para seguirla, cuando entró a ese lugar solamente había el mismo cuaderno negro del almacén abandonado, este estaba abierto encima de una piedra, pero al notar mejor vio que traslúcidamente se notaba el almacén de su universidad. A parte de eso, todo estaba vacío, no había rastros de comida o ropas por ningún lado y esto le pareció muy extraño a Marx.
—Mi nombre es Selena Crawford ¿Cuál es el tuyo? —Pregunta la muchacha parándose a un lado del cuaderno.
—Es Marx Duarte. Pero no estoy aquí para formalidades, vine para que me digas en que me he envuelto. —Responde Marx con un tono seco y directo, Selena suspira caminando hacia él.
—¿Lo sentiste? Una vez que estuviste sin alma, tus sentidos se han ampliado más que de cualquier humano y percibiste todo lo que te rodea a un nivel superior… Pero al mismo tiempo, aquellos sentimientos negativos te abruman y enferman presentándose como una materia turbia. —Al escucharla Marx recordó su día, las nuevas sensaciones y como aquella carga negativa era rechazada por su cuerpo, en forma de ese vomito negro.
—Es verdad, todo eso lo sentí en carne propia. Quiero saber cuál es el significado verdadero de no tener alma. —Dice el muchacho mirándola con seriedad, ella ve en sus ojos un poco de temor, pero también convicción ante su problema.
—He visto tantos como tú… Vinieron por distintos motivos, algunos más pequeños que otros, pero todos llegaron por lo mismo y es un dolor tan grande que los hizo desear eliminar su existencia. Ustedes ya dejaron de ser ustedes cuando se separaron de sus almas… —Al escuchar esto Marx quedó impactado.
—¡Habla claro! ¿Qué quieres decir con eso? —Contesta frustrado el muchacho.
—Ahora eres simplemente un cuerpo vacío, cuyo recuerdo del alma aún está presente. Parte de tu verdadero yo está en aquella bolsa que contiene lo que rechazaste, mira tú pecho si aún no me crees y convéncete por ti mismo. —Respondió Selena de forma fría.
—No puede ser… No creeré algo tan descabellado —Él se levantó su casaca y lo que encontró lo dejó estupefacto.
En la mitad de su pecho estaba un hueco negro, que tenía pequeños cúmulos azabaches arrastrándose como queriendo entrar por ahí, esto lo desesperó y quería negar toda esa absurda historia, pero la evidencia la tenía en su propio cuerpo.
—¿Necesitas más pruebas? Sin un alma, lo único que queda en un recipiente vacío, el cual busca ser llenado con la influencia de su entorno. El alma evita que todas esas cosas entren en uno y lo lastimen, el vacío que dejó nunca podrá ser llenado, pero aun así tu cuerpo desea hacerlo… En realidad, los humanos somos muy débiles. —La voz de Selena se escuchaba triste.
—¿Qué pasó con los otros que rechazaron su alma? —Preguntó Marx para tal vez encontrar algo de esperanza y buscó en su mochila la bolsa entregada por Fragas.
—Algunos sobreviven día a día en la treceava hora, los que no pudieron aguantar él vacío dejado por la ausencia de alma, pues o cumplen su objetivo de ser borrados o son torturados por seres que conocemos como demonios… Al final todos se arrepintieron de su decisión, usaron sus nuevas habilidades intentando llenar de distintas formas el vacío que dejó sus almas, sea con dinero, comida, fama o sexo… Pero nada de eso los saciaba, fue así como arrojaron lo que rechazaron a la cámara astral. Al hacerlo sus almas fueron limpiadas y renacieron como algo completamente nuevo, libres de las penas o pecados de sus otras vidas pasadas. —Viendo fuera de la cueva, Selena recuerda a muchos otros y volvía a mirar hacia Marx.
—¿Si esto soy yo? —mostrando su bolsa—. ¿Por qué hablas como si fueras diferente? —Decía el muchacho sosteniendo la bolsa en su mano y cuando Selena la vio retrocedió con una expresión de miedo.
—¡I-idiota! ¿Cómo puedes andar con eso como si nada? —un fuerte temblor sacude el lugar—. Shhh… Te acaban de rastrear por tu estupidez. —Selena señaló un lugar para huir, en el transcurso le explicó algo más.
«13:35:25 Ђ₤». Por unos túneles de las cuevas ambos intentaban salir sin ser vistos, los temblores se hacían cada vez más fuertes y preocupaban a Marx, sobre todo saber que podía estarlos causando.
—Este lugar está habitado por los demonios que te mencioné antes… La gran mayoría carece de inteligencia y los pocos que hablan son los más maliciosos y todos cazan a idiotas como tú que andan con su alma desprotegida. Cuando te la roban, proceden a torturarte hasta que se aburren de ti y dependiendo del tipo de dolor que cargues, el nivel del demonio que va por ti aumenta. —Le cuenta Selena viendo la luz de la salida al frente de la cueva.
Marx pasó por los últimos estrechos pasadizos, perdió a Selena de vista y al poco tiempo se la topó frente a él, cosa que no pudo explicarse. Arrimándose a una pared, vieron al ser que arremetía contra la montaña y comenzaron a temblar por el miedo.
—Pe-Pero ¿Qué clase de bestia es esa? —Decía el muchacho mirando con temor hacia el cielo ausente.
—Mejor dicho ¿Por qué clase de dolor rechazaste tu alma? —Flotando arriba de la montaña, se hallaba una criatura similar a unas grandes albóndigas putrefactas de color morado, en el medio tenía unas enormes fauces, con colmillos y baba cayendo de ellas, saliendo de su cuerpo poseía varios gigantescos tentáculos con aguijones que brillaban color rojo. Su tamaño era comparable al de un avión comercial.
Esa cosa dio un fuerte chillido que casi rompe los tímpanos de Marx, fue tan fuerte que muchas de las rocas de la montaña se vinieron abajo y levantaron una espesa cortina de polvo. Con sus tentáculos golpeaba fuertemente los lados de la montaña que ocultaba a ese par de chicos, Selena desapareció nuevamente y dejó a Marx sintiendo el máximo miedo posible.
—Mierda… Tengo que huir, no quiero que esa cosa me atrape. —A pesar de sentirse asqueado por esa criatura, Marx se movió lentamente hasta una grieta. Selena apareció nuevamente de la nada, esta vez traía consigo un lapicero negro.
—Toma esto y tenlo seguro —dándole el lapicero—. Pase lo que pase, llévatelo cuando La Treceava Hora acabe. —Selena parecía muy seria hablando de ello.
«13:44:58 ΡΦ». El grito de un hombre se escuchó cerca, aquella gigantesca criatura fijó su atención en él. A ese hombre lo estaban persiguiendo los pequeños demonios que Marx vio al principio, lo hacían correr hacia la gran bestia que flotaba en el cielo, así este ser terminó amarrándolo con los tentáculos y lo subió hasta dejarlo frente a sus fauces.
Abriendo sus fauces se comió parte del cuerpo y le sacó la bolsa que llevaba consigo, así la rompió con los aguijones en esos tentáculos y salió de ella una imagen transparente de ese hombre. Cuando esa imagen abrió los ojos se encontró con aquel ser y gritó nuevamente, la parte inferior de la grotesca criatura se abrió como si de una flor se tratase y dejó caer un asqueroso líquido viscoso que quemó el suelo al contacto. Dentro de la enorme bestia había muchas almas sujetadas a su interior, estaban amarradas por delgados tentáculos que les causan diversas heridas y sufrimientos inenarrables.
Una mujer que estaba atada dentro de la bestia, fue soltada por los tentáculos que la sometían y azotó fuertemente el suelo. El espacio que quedó fue llenado por su nueva adquisición y los tentáculos interiores empezaron a destrozarlo lentamente. La mujer que cayó era simplemente un estropajo, que al poco tiempo explotó liberando una luz hacia el carente cielo y era igual a la luz que antes llamó la atención de Marx. La criatura cerraba su interior, al hacerlo varios de esos pequeños seres se metieron para aumentar más el sufrimiento de los que llevaba dentro.
—Llaman al gigante FloatingTorturer [Torturador flotante] Aunque carece de inteligencia, tiene medios para rastrear cuerpos sin almas… Tuvimos suerte de que se le acabara el espacio. —Selena iba a regresar a la cueva y Marx la seguía, pero uno de esos diminutos seres chilló para alertar a los otros.
—Cállate, hijo de puta —él tomó una piedra, sujetó con su mano al pequeño demonio y lo golpeó hasta matarlo—. Basta de escándalos. —El sonido de las alas surcando el cielo se escuchó nuevamente, inclusive llamó la atención del FloatingTorturer y todas esas bestias de dirigieron hacia ellos.
—¡Eres un idiota!… Los LittleBastards [Pequeños bastardos]. Viven en simbiosis con el FloatingTorturer, ellos son sus centinelas para guiarlo a la comida —metiéndose en las cuevas, sintieron nuevamente los temblores—. Cuando uno de ellos muere es percibido por el FloatingTorturer… —en el suelo había unas barras de metal de 1.20 cm y se las señaló a Marx—. Toma esas barras y golpéalos si te atacan. —Selena corría por delante y Marx le hizo caso.
—Hubieras dicho eso antes —usando las barras Marx golpea uno a uno a los pequeños seres, uno de ellos se posó en su mano para morderlo—. ¡Quítate de mi mano! —Estrellando su mano izquierda contra la pared, aplasta al LittleBastards que se posó en ella, pero al hacerlo sintió una fuerte punzada dentro de sí, Marx se arrodilla y vomita nuevamente ese líquido oscuro.
—Párate… Rayos no creí que te afectaría tan rápido. —Selena no se acercó a ayudarlo, pero el instinto de supervivencia del muchacho pudo más que su malestar y apuñaló con la barra metálica a otro LittleBastards que se le lanzaba a la cara.
—¿Qué fue eso? —apoyándose en las paredes avanza lentamente—. Sentí como si arrancaran una parte de mí. —Algo se arrastraba por el suelo de las cuevas, se trataba de los tentáculos del FloatingTorturer e iban directamente por ellos.
«13:55:16 ΞΫ». Marx clavó uno de los tentáculos que se le acercaban, con fuerza lo trabó al suelo con una de las barras y siguió a Selena más adentró en la cueva. Todo estaba volviéndose transparente como cuando llegó, el escenario del patio de la universidad al fin era visible y el de La Treceava Hora comenzaba a desvanecerse. Cuando creía que ya podía relajarse, escuchó a Selena gritar adolorida, pues un tentáculo la había interceptado por otra dirección y la jalaba con fuerza de la pierna donde se le enrolló.
—¡No me toques!… ¡Suéltame! —Grita Selena desesperadamente, Marx intenta sujetarla, pero al tomarla de la mano terminó atravesándola como si de aire se tratase.
Él intento con la mano donde llevaba puesto su anillo, pero el resultado fue el mismo y Selena era jalada hacia la oscuridad. Ella vio cómo Marx salió corriendo alejándose, no miró hacia atrás ni un segundo y se perdió por los estrechos pasadizos.
«Este es el precio por deshacerme de algo valioso, mi castigo por esa debilidad comenzará pronto… Y sufriré en soledad… No, no quiero algo como eso», pensaba Selena entre sollozos, estaba dándose por vencida cuando escuchó que algo golpeó el tentáculo.
—¡Selena! No te rindas maldita sea ¡Voy a liberarte! —Marx había regresado de entre la oscuridad, traía más barras metálicas y aunque las clavaba en el tentáculo este no soltaba a la chica.
Marx estaba de regreso, pudo simplemente irse y dejar a esa mujer como cebo para huir sin problemas ¿Pero que lo impulsó a ayudarla? Ni el mismo podía explicárselo, pero es algo muy oculto dentro de él y lo que lo hace ser quien es. A él puede considerársele alguien débil sentimentalmente, su mundo se demoró en un segundo hace un tiempo y el motivo puede ser insignificante para muchos… Pero él no es el tipo de persona que pueda abandonar a alguien si podía ayudarlo, en nuestra sociedad más que un héroe, seria visto como un idiota por arriesgarse así por otros y ese infantil coraje era lo que lo caracterizaba.
—¿Por qué regresaste? Si te toca no podrás volver. —Advertía Selena, pero el muchacho seguía intentando cortar el tentáculo.
—Hay cosas que quiero saber, pero más importante… ¡No quiero que sufras de esa manera! —Usando dos barras Marx trabó el tentáculo a una roca, pero por más que intentaba tocar a Selena solo terminaba atravesándola y haciendo palanca con las barras tensó ese horrible órgano.
—Es inútil… Ningún humano puede tocarme, yo no soy algo físico. —Menciona ella perdiendo la esperanza.
—Seas lo que seas voy a salvarte… No importa que tenga que hacer, voy a sacarte de este lugar —el lapicero negro que Selena le dio cayó de su bolsillo—. Pudiste tocar esto ¿Verdad? —Marx tomó el lapicero con su mano derecha y extendió la izquierda hacia ella.
Selena recordó las siluetas de muchos hombres sonriendo maliciosamente y quiso alejarse, pero una mano disipó ese recuerdo y esa era la mano de Marx. Él quería salvarla y Selena podía verlo en su rostro, esa expresión sincera hizo que le tenga confianza. «13:59:48 ΓΘ».
«Si soy una tonta por confiar en alguien nuevamente… Deseo serlo por alguien como él», Selena tomó la mano de Marx, se atravesaron varias veces hasta que el sonido de sus pieles chocando retumbó en esa caverna.
Lo último que recuerda el muchacho antes de que todo se vuelva blanco, es como se esforzaba por jalar a esa extraña chica consigo, entrelazando los dedos con ella lo había conseguido y cuando iba a tomarla para huir juntos…. El cuerpo de Selena había desaparecido frente a sus ojos, Marx se quedó viendo como el tentáculo se alejaba sin llevarse nada y así como empezó, la treceava hora había acabado. «13:59:59 ĮΫ».
«01:01:01 AM». La fría brisa nocturna acarició el rostro de Marx, quien había caído de espaldas al suelo, él se encontraba solo en medio de la cancha de su universidad y se arrodilló mirando alrededor pero no encontraba a Selena por ningún lado. Miró con tristeza la mano con la cual entrecruzó dedos con ella, miró en la otra el lapicero negro que esa chica le entregó y golpeó el suelo con fuerza, quería gritar por frustración y se sentía como un inútil por no haberla podido salvar. Marx levantó el lapicero que Selena le dio y lo apretó con suavidad contra su pecho.
—¿Qu-Qué mierda de vida es esta?… ¡N-No puedo… ni siquiera pude salvar a una pobre chica!… Fue mi culpa, lo que le pasó fue mi culpa… E-Ella no merecía eso… ¡Maldición! —Sollozaba Marx sobre el lugar donde desapareció Selena, pero una suave voz llamó su atención.
—Tienes un corazón muy débil y sincero, es por eso que tu pena se multiplicó. —Se oía la voz de Selena muy cerca de él.
—¿Se-Selena? ¿Dónde estás? —Mirando a los lados y detrás de él, no encontraba a nadie alrededor.
—Bueno… Uhm… Estoy aquí abajo. —Marx bajó la mirada quedándose frío, pues vio que el rostro de Selena atravesaba su pecho y lo miraba directamente a los ojos.
—¡Ah! ¿Qué cojones haces ahí? —Grita asustado Marx mientras corre en círculos tropezándose.
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