LISMATUS: TRECEAVA HORA - 05
Es un nuevo día en la casa donde vive Marx, él está en su cama aun durmiendo por los escalofriantes eventos de la madrugada y su rostro tiene un marcado semblante de estrés. La alarma del despertador suena fuerte, él termina callándola de un golpe y se le nota levantarse todo desganado. El muchacho va hacia el baño, se da una lavada a la cara y mirándose en el espejo ve el rostro de Selena salir de su pecho. Ella estaba tapando el hueco que vio en su cuerpo durante la treceava hora, aunque ahora ese hueco no era visible en el mundo normal.
—Sera mejor que no saques la cabeza, tengo que bañarme para ir a clases. —Menciona Marx quitándose la ropa y aquella chica se mete rápidamente en su interior.
—Lo sé, no tengo ganas de ver —él se metió en la ducha y el agua cubrió su cuerpo—. ¡Ah! ¿Q-Quué cla-clase de persona e-eres? ¿No pu-puedes calentar el agua? —Grita Selena desde su interior, estaba titubeando por el frío.
—Esta casa no tiene una terma, además de que me acostumbré a esto rápidamente y desde entonces me baño de esta forma —viendo el agua caer en su rostro—. ¿Cómo fue que terminamos así? —Dice Marx al apoyar su cabeza contra el azulejo de la ducha.
Después de que salieron de la treceava hora, Marx se encontraba con Selena dentro de su cuerpo, ella no podía salir por más que lo intentaba y tuvieron que irse rápidamente, porque el vigilante de la universidad estaba haciendo sus rondas.
Resignándose no quedó de otra que regresar al hogar donde vive a pie, en medio de la madrugada por aquellas frías calles, ya que no encontraba la bicicleta en la que vino. Durante el transcurso se dio cuenta que Selena podía sentir el frío del ambiente, pero más le sorprendió el hecho de no sentirlo él mismo. Al llegar a la casa se fue directamente a la sala, prendió las luces y trajo un cuaderno con lapiceros.
—Bueno, “señorita experta” ¿Qué rayos está pasando? —Pregunta el muchacho, Selena intenta salir del cuerpo de Marx con todas sus fuerzas. Ellos están frente al espejo de un ropero y puede verse a la chica estirándose hacia afuera sin ningún resultado.
—No entiendo que pasa… Se supone que yo nunca debería ser tocada, pero tú lo hiciste y ahora estoy dentro de ti. —Nuevamente todo es inútil y regresa resignada al interior de Marx.
—Analicemos un poco —abriendo el cuaderno hizo unos dibujos—, me dijiste que solo soy un cuerpo vacío —dibujo una silueta—. ¿Ahora dime que eres en realidad? —Pregunta Marx listo para dibujar.
—Y-Yo me deshice de mi cuerpo porque lo odiaba… Fragas mencionó que era un caso especial por pedir algo así, luego solo me separó de él y… ¡No tengo por qué decirte el motivo! —Contestó Selena un tanto molesta.
—Es algo que no me interesaría… Bueno, continuemos con el asunto —dibujó un fantasma como los de Pacman y le puso el nombre de Selena dentro—. Digamos que eres un alma… uhm… Mencionaste que muchos intentaron llenar el vacío dejado por sus almas ¿No?… Si lo pienso un poco, vendría a ser que mi cuerpo está usando tu alma para llenarse. —Dice Marx haciendo más dibujos para explicarse la situación.
—No quiero esto, deseaba salir de ahí desde hace mucho… Pero no pensé que sería de esta forma tan patética. —Menciona Selena con melancolía.
—El otro problema que tenemos, es que puedes sentir lo que yo siento —pinchándose el dedo con un cuchillo de la mesa, escuchó a Selena gritar, pero él no sintió nada y esto lo extraño más—. Sabes Selena, por ahora estoy muy cansado… Veremos más de estas cosas en la mañana —Él parece estar perdiendo las ganas de hablar por el sueño que siente, ambos fueron a la habitación de Marx y durmieron.
Durante esas horas, ambos vieron la vida del otro como un sueño, donde eran testigos de todos los eventos que sufrieron, desde su niñez hasta el momento en que entrecruzaron sus dedos. Durante el periodo de sueño de Marx, algo le pasaba a su cuerpo sin que lo notara, pues unas extrañas arterias capilares de color rojo se le iban formando y expandiéndose como delgadas raíces por debajo de su piel.
En la mañana Marx estaba desayunando tranquilamente, intentaba no pensar en la treceava hora, pero le era imposible, el ambiente era algo tenso hasta que comenzó a escuchar unos ruidos de gusto venir desde su interior y una extraña sonrisa comenzó a formársele. Por muchos años Selena no había comido nada, sentir el sabor de la comida hizo que la felicidad la inundara y era Marx quien lo expresaba con su cuerpo.
—¿Acaso estás contenta? —Pregunta Marx sintiendo una calidez en su pecho.
—¿Qué? Es muy molesto que sepas lo que siento —ella estaba avergonzada—. Marx, no quería decirlo, pero mientras dormíamos… Experimenté el dolor por el cual te deshiciste de tu alma… T-Tú también viste el mío ¿Verdad? —Pregunta Selena y él baja su taza de café lentamente.
—Es cierto, disculpa, pero fue algo que no pude evitar… Debes sentirte mal por estar atada a un hombre, después de todo lo que te pasó, es lo que más debes odiar. —Se disculpa el muchacho y Selena suspira despreocupadamente.
—No hay problema, Marx. Fue algo involuntario para los dos. Yo intento dejar mi pasado atrás y me es difícil poder confiar en alguien más… Pero cuando vi tu vida, pues creo que estoy cómoda contigo. Soy yo quien debería disculparse, ahora puedo entender de mejor manera la razón de tu dolor, tu tristeza y tu ira… Un corazón tan sincero y empático como el tuyo, era obvio que multiplicaría la pena por —recordando a Nora—. No, disculpa por ser tan desconsiderada y decirte estas cosas. —Hablar de mas solo podría causar problemas, así lo entendió Selena.
Selena vio en los recuerdos de Marx, esa esa noche que descubrió el engaño de Nora y Eric, él se alejó sin importarle el rumbo y fue seguido por un delincuente que lo vio como una presa fácil. Este tomó a Marx del cuello de su ropa, metiéndolo a empujones a un callejón donde lo golpeó en la ceja y comenzó a buscarle sus pertenencias. Este truhan no encontró mucho en sus bolsillos, comenzó a hostigarlo, dándole más golpes para intimidarlo y cuando comenzó a reírse por la debilidad del muchacho… Algo se rompió dentro de él, Marx escuchó resonando entre las risas de ese maleante, las risas de aquellos que lo traicionaron y enardecido en furia se lanzó contra él sujeto y le dio un golpe directo a la nariz con tanta fuerza que se la hundió en el rostro.
Este delincuente sacó una navaja e iba a apuñalarlo en el riñón como respuesta, el muchacho sujetó la muñeca del ratero, la golpeó contra pared hasta que soltara su arma y en el forcejeo ese sujeto le dio un puñetazo en el labio. Iracundo Marx le metió dos cabezazos, escuchó como esa escoria le suplicaba que los perdonara, pero a él no le importó, le dio un golpe seco en la boca del estómago y lo tumbó al suelo. Donde lo arrastró a una vereda, lo obligó a morder el cemento y de un fuerte pisotón le quebró la mandíbula. El dolido muchacho jadeaba mientras escuchaba los gemidos de dolor y auxilio de ese delincuente, todavía con su cabeza aún hecha un lio siguió caminando y lo ahora cualquiera que lo miraba se alejaba de él por aquella mirada perdida que tenía.
—Si… Lo quería olvidar. Estaba tan furioso en ese momento, traía tanto rencor contra mi vida que desahogué eso a la primera oportunidad. Selena, tampoco soy un santo y de eso debiste darte cuenta. Pero si vamos a estar juntos en esto, debemos tenernos confianza —él se levantó con prisa del asiento, cogió una mochila y se fue al frente de su hogar—. ¿Dónde está mi bici…? —viendo a los lados—. Ya lo recordé, mi bicicleta se quedó en ese lugar. —Marx caminó sin prisa por la calle, llegó a un paradero donde logró subir a un bus y por su parte Selena podía ver todo a través de los ojos de Marx.
«Ambos hemos hecho cosas terribles, en cierto modo me reconforta saber que aceptamos nuestros pecados… Tal vez por eso es que me siento cómoda aquí adentro, pues sé como nadie el tipo de hombre que eres», pensaba Selena mostrando una pequeña sonrisa, miraba interesada esta vida moderna por los ojos de Marx.
Era una ciudad extraña con gente rara para ella, vehículos, costumbres, objetos diferentes a los que ella conocía en su tiempo. Todo era tan brillante, el azul del cielo era tan hermoso que Selena lloró y esto fue expresado por el cuerpo de Marx.
—Oye —limpiándose unas lágrimas, la gente del bus lo mira de forma extraña—. Intenta controlarte, tonta. —Dice el muchacho un tanto molesto.
—Lo-Lo siento… Me emocioné al ver tantas cosas nuevas. —Dice entre sollozos haciéndolo sentir un tanto mal por su actitud.
—¡Baja esquina! —pagando la tarifa se queda en un paradero—. Vamos, te voy a enseñar la ciudad. —Marx camina en dirección contraria a su universidad y toma otro bus.
—Espera ¿No tenías que ir a estudiar? —Pregunta la preocupada chica dentro de él.
—Cállese, puedo faltar si quiero… Más importante es evitar que te emociones por cualquier cosa que encontremos en público. —El continúo caminando y Selena sintió que intentaba ocultar sus verdaderas intenciones, sin decirle nada aceptó continuar de esa manera.
Para una chica que estuvo encerrada por tanto tiempo, el experimentar de nuevo la libertad del mundo que abandonó la llenó de gozo. Ella quería ver, oír, saborear, oler y sentir todo lo que ese mundo podía ofrecerle, Marx cumplía todos sus caprichos porque sentía que la felicidad que emanaba era sincera, incluso después de tanto tiempo el parecía tener un mejor semblante, poco a poco estaban abriéndose el uno al otro.
Comieron helado en un parque, de muchos sabores. Vieron unos cómicos ambulantes, los chistes eran viejos para él, pero Selena no paraba de reír y Marx de expresarlo. Escucharon la vivaz música de una banda callejera de Rock, ella se emocionó mucho por tan fuertes tonadas. Se divirtieron en un cine con la película del momento, tal calidad de imagen dejó totalmente impresionada a la muchacha. Fueron a la playa para entrar al mar, el sentir el agua la llenó de felicidad y nostalgia. Por ultimo ya siendo el atardecer, descansaron bajo las estrellas del cielo oscureciéndose y después de tanto tiempo al fin ella podía ver nuevamente las estrellas.
«No sé cómo explicarlo, pero nunca antes me había sentido tan vivo, pude apreciar la belleza que antes pasaba por alto, como si fuera la primera vez de todo, este es un sentimiento muy agradable y se lo debo a ella. Cierro los ojos y veo el rostro de esta chica dentro de mi mente, pareciera que todos mis problemas fueran pequeños… A pesar de haber sufrido tanto en el pasado, ella aún puede reír tan alegremente y escuchando su risa logré encontrar un poco de paz… Quisiera que esto dure un poco más».
«No quería que nadie me tocara, rechacé todo contacto humano por temor a ser lastimada. He visto a tantos perecer frente a mí, algunos lo merecían, pero otros eran simples victimas… Antes depreciaba el mundo donde nací, pero solamente al perderlo es que me di cuenta de lo estúpida que fui ¿Merezco ser feliz?, él no me conocía… Pudo abandonarme o usarme de señuelo, sin embargo, regresó por mí y ha cumplido los caprichos de esta tonta durante todo el día… Es alguien sincero que pensaba no existía, alguien que llora por el sufrimiento de otro, una débil flama que es cálida como el sol, gracias a él pude sonreír nuevamente… Desearía que esto dure para siempre».
Al regresar a casa tras un día lleno de emoción, ambos se sentían totalmente cansados. Tomando una ducha y bebiendo una taza de leche caliente, Marx se hecha rendido en su cama. Selena también está satisfecha con las experiencias que tuvo, mirando el techo de aquel pequeño cuarto empiezan a reír como nunca lo hicieron.
—Ja,ja,ja Ba-Basta, Marx… Ja,ja,ja ¿Qué te tiene tan feliz? —Pregunta Selena intentando contener su risa.
—Dímelo tu, Selena Ja,ja,ja… Eres tu quien está riendo como payaso. —Ambos suspiran profundamente, el cuarto se quedó totalmente en un armonioso silencio. Eran las 9:00 pm y el televisor se encendió solo.
—Y en otras noticias. Nuevamente un incidente ha dejado perplejos a los policías de la estación… —Informa una periodista asustando a Selena.
—Calma, calma. Es solo el programado del televisor, lo tengo a esa hora para tomar un descanso de hacer las tareas —Marx tomó el control e iba a cambiar de canal, pero Selena lo detuvo—. Siempre hay noticias así, el mundo se ha vuelto cada vez más loco con los años… —Dijo Marx, pero ella lo calló y continúo prestando atención.
—En incidente tuvo lugar entre antes de la media noche y las 3:00 AM, todos los inquilinos del edificio fueron encontrados muertos en ese intervalo de tiempo… Según nuestras fuentes, todos presentan un corte que va desde el cuello hasta el estómago. A este tipo de crímenes se le relaciona a alguna secta desconocida… Pedimos a la población que se mantenga alerta, si ve algo extraño cerca de su sector, por favor infórmelo a las autoridades correspondientes. —Las imágenes que mostraron censuraron algunas partes, pero en la mayoría había relojes rotos.
—No puede ser… Otra vez alguien está haciendo cosas así. —Menciona Selena preocupada.
—Oye, no bromees… ¿Está relacionado a la treceava hora? —Pregunta Marx pasando saliva con dificultad.
—Es muy probable, vi algunos criminales que usaban a la treceava hora como un mundo sin leyes. Aprovechaban la convergencia de los mundos para atrapar victimas dentro, luego hacen lo que quieran con ellas. —El muchacho sintió en carne propia los horrendos actos presenciados por Selena y esto le erizó la piel.
—Hay cada clase de enfermo, maldición… Pero si fuera así, estos asesinatos serían muy comunes —Marx se queda con esa interrogante en mente.
—Depende de lo diestro que sea quien los comete, presencié a muchos que duraron más de una década cometiendo crímenes en diversas partes, iban dejando los cadáveres en la treceava hora para deshacerse de ellos… Solo podía imaginar cómo afectaría esas desapariciones aquí.
—Pero cuando estuve ahí solamente había dos hombres a parte de mi —recordando al que fue desmembrado por los pequeños demonios y al que fue atrapado por el FloatingTorturer—. Según sé estos asesinatos llevan cerca de 2 meses. —Dice Marx intentando quitarse el anillo.
—También me percate de ello, en las ultimas treceavas horas hubo una disminución critica de personas. Pensé que los demonios habían estado más activos, ahora tengo un mal presentimiento de esto. —Selena parece asustada por alguna razón.
—Esto es malo… No puedo quitarme el anillo. —De tanto intentar la mano de Marx estaba lastimada y Selena sintió un poco del dolor.
—Tonto, objetos como esos solamente se pueden quitar una vez… Existen de diversos tipos, algunos atrapados entre mundos —recordó el cuaderno—. Otros capaces de herir a esas criaturas —la imagen de una navaja de afeitar negra apareció en su mente—. Unos pocos para repelerlos —visualizo unas seis canicas oscuras destrozándose—. En si hay bastantes que son encontrados a azar por diversas personas en el mundo. —Lo pone al tanto Selena y estaba molesta por hacerle sentir dolor al intentar quitarse el anillo.
—¿Entonces voy a regresar a ese lugar?… ¡No quiero volver a ese sitio! —Marx bajó a la cocina e iba a tomar un cuchillo y Selena lo detuvo con un grito de advertencia.
—¡No seas idiota, Marx! Si haces eso solamente te quedas encerrado en la tercera hora. El objeto reconocerá tu carne y te llevará, pero el anillo se quedará aquí. —Deteniéndose Marx colapsó en aquella mesa, él había perdido toda esperanza—. Pero ya que es peligroso para ambos, puedo ayudarte a sobrevivir. —Termina diciéndole Selena haciéndolo reaccionar.
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