Lord Diablo y las armas de la guerra - 5
—Desde ahora me perteneces.
Esas fueron las palabras de la Princesa Eleonora. Con ellas vinieron acompañadas una sensación de bondad y ternura, casi como si se lo estuviera diciendo a un pequeño e indefenso perrito. Sabbath desconocía el cómo iba a ser su vida de ahora en adelante siendo el esclavo de la princesa, al menos hasta que se comprobara la verdad acerca de su inmunidad contra los dragones. ¿Acaso esta era una oportunidad? No lo sabía con exactitud, el futuro y el destino parecían ser bastante ambiguos. Por el momento, solo había que esperar y obedecer órdenes, pues un pequeño desliz podía ser el causante de echar todo a perder.
Sabbath tardó mucho tiempo en procesar las palabras recién dichas por el Rey Maximilian, al principio creyó que se trató de alguna broma, pero no, tal parecía que todo era real.
Mientras Eleonora esperaba a que el mercenario reaccionara, el canciller se acercó a aquel par. Ellos tres eran los únicos que quedaban en la corte para este punto.
—Eso fue algo que jamás me esperé —confesó el canciller.
—Ni yo, pero es mejor que tan solo matarlo —respondió la princesa.
—Le dejó a usted la responsabilidad de estar al tanto de este chico, ¿no le molesta?
—Es cierto que la decisión que hizo mi hermano fue imprevista, sigo sin creerlo, pero tengo planes con él y no me gustaría que desaprovechemos la oportunidad.
—¿Le va a dar un buen trato, su alteza?
—Claro, no quiero tratarlo con repudio, es mejor darle una buena calidad de vida.
Conociendo a Eleonora, el canciller imaginó que ella no era capaz de considerar a Sabbath como un verdadero esclavo, quedaría más como un título. Para poder utilizar al joven como se tenía planeado habría primero establecer un buen vinculo que permita la facilitación de poder aprovechar semejante habilidad.
—Sabbath…
—¿Eh?… —El mercenario empezaba a recobrar la conciencia.
—Sabbath, es hora de irnos.
El mencionado pudo ver el rostro de la princesa a una distancia muy cercana.
—¿Qué me ha pasado? ¿Voy a morir?
—No, descuida, no vas a morir. Desde ahora estarás bajo mi custodia así que tranquilo, nadie te tratará mal de ahora en adelante y ya no volverás a dormir en la prisión.
—Pero… se supone que soy…
—¿Un prisionero? ¿Un esclavo? No te preocupes por eso, será mi decreto el que nadie pueda lastimarte o faltarte al respeto. Podrás tener buena comida, podrás tener los mismos privilegios que alguien de la alta sociedad siempre y cuando me obedezcas, ¿quedó claro?
—¿Viviré como un noble? Mierda, me convertiré en lo que siempre desprecié.
—Solo quiero ofrecerte buenas comodidades para que no te tengas que preocupar de nada. Solo quiero darte todo lo mejor, o al menos lo mejor que tenga a mi alcance, Sabbath. Seremos la familia real pero lo recursos faltan un poco en tiempos de guerra, así que tampoco esperes lujos como si fueran ilimitados.
—¿Por qué? ¿Qué quieres a cambio?
—Prisionero, estás hablando con la princesa, tenle más respeto —intervino el canciller, molesto.
—Respetar a nobles va en contra de mis ideales.
—Puedes llamarme como gustes, pero considero que tengas respeto por los demás —dijo Eleonora—. Yo podré ser bondadosa contigo pero no estará dentro de mis capacidades el poder defenderte si llegas a ofender a terceros. Por favor, considéralo para que evites meterte en problemas, ¿está bien?
—Aaaah… ¿En qué problemas me he metido? —Sabbath bajó la cabeza. Nunca se imaginó que estaría en un lugar como lo sería estar bajo la sumisión de una princesa.
—Tranquilo, mientras no se llame la atención todo estará bien. Ahora, es momento de que te dé tu primera orden.
Eleonora cobró una faceta más seria. Por alguna razón, Sabbath presintió que no podía tratarse de algo bueno. ¿Qué clase de orden sería como para ponerse así de seria?
—Te ordeno… que tomes una ducha.
Sabbath tardó un poco en reaccionar.
—¿Huh?
—Lo que acabas de escuchar. Espero no ser grosera pero no expeles lo que podrías llamar un buen aroma, ¿cuándo fue la última vez que te bañaste?
—Pues hoy en la mañana un guardia me despertó con un cubetazo de agua fría, ¿eso cuenta?
—¿Y antes de eso?
—Antes de eso… Hace tres días me bañé en un río.
—¡¿Tres días?!
—Seh. No nos bañábamos muy seguido, éramos miles de hombres.
Eleonora y el canciller se alejaron un poco casi inconscientemente.
—Sí… Creo que lo mejor será que te tomes un baño lo más pronto posible.
Después de aquel episodio, Sabbath fue escoltado por varios soldados hacia lo que sería el nuevo lugar donde iba a habitar. Llegaron a un gran edifico de tres pisos, desde afuera parecía una posada como la de Him aunque más grande.
—Este es el lugar donde dormimos todos los soldados de más bajo rango —explicó uno de los que escoltaban a Sabbath—. Tenemos de todo aquí: baños, comedor, una habitación recreativa con juegos de azar, salas para descansar, baños, un patio trasero, un campo de entrenamiento, una herrería para darle mantenimiento a nuestro armamento, baños.
—Ya lo capté, gracias.
—Vamos, te llevaré a tu cuarto. Los de arriba nos dejaron muy en claro que la orden de Su Alteza era que durmieras en un cuarto exclusivo, para que nadie te moleste. Vaya, qué afortunado eres, hace unos días eras un priosionero y ahora tienes un mejor trato que nadie. Encima la princesa parece tenerte el ojo encima.
Sabbath se molestó con aquel último comentario. Si había una sola razón por la que lo trataban tan bien era solo para «amaestrarlo», sabía que su supuesta inmunidad era clave de que aún siguiera con vida y de que lo dejaran de tratar como un prisionero común y corriente.
Durante todo el recorrido que hicieron desde la corte hasta el edificio para los soldados, Sabbath estuvo revisado el lugar hasta los detalles más pequeños. Parecía que había seguridad por todas partes, más que nada en los alrededores del castillo. Daba la impresión de que era así incluso antes de su llegada, pues tal como recordó escuchar el antiguo rey falleció a manos del enemigo, por lo que el mercenario supuso que desde esa noticia se dobló o hasta triplicó la seguridad.
Finalmente, Sabbath llegó hasta su nuevo cuarto. Quienes lo escoltaron se marcharon.
—Aaah… Por fin solo.
Miró hacia la ventana. La luz del sol entraba en demasía, iluminando con celsitud su nuevo cuarto. Seguido, bajó la mirada para ver la palma su mano, preguntándose cuales eran sus verdaderas capacidades. Ya iban dos ocasiones que se salvaba en gran medida ¿Qué tan común era que pudiese sobrevivir al aliento de un dragón por lo menos una ocasión? No debía de ser algo que pase en el vida común de cualquier persona en este mundo, ni siquiera de la de un mercenario como él. Debía de haber una razón escondida.
Escuchó la puerta ser tocada, para ser sucedida por la dulce voz de una mujer joven.
—¿Sr. Sabbath? ¿Puedo pasar? —preguntó, con una voz frágil.
—Adelante.
La puerta fue abierta, revelando que era una mucama que trabajaba para el servicio y atención de los soldados. Sin duda era bastante linda, debía de cercana en edad a Sabbath. Su cabello castaño claro era recogido por una cola de caballo, mientras que sus ojos eran de un atractivo tono avellana. Esta chica acarreaba una mesita con ruedas, en la cual traía una bandeja de plata.
—Traje su comida, Sr. Sabbath.
—Yo no pedí nada.
—Órdenes de arriba. Con su llegada pidieron a las cocineras esforzarse y servir comida especial, así que lo que traje es algo que no se suele servir muy a menudo.
—¿Tanto trato especial hacia mí? Bueno, aunque luego de lo que me hicieron los soldados que me capturaron en el pueblo esto es mucho mejor.
—Las cocineras también se preguntan lo mismo, pero debemos de hacer caso, no quisiéramos perder a nuestra familia.
—¿Así que trabajan sobre amenaza?
—Tenemos nuestros sueldos e incluso prestaciones, pero si cometemos algún error o si nos negamos el castigo recae tanto en todos nosotros como en nuestra familia.
—Vaya, entonces sí trabajan sobre amenaza…
Sabbath observó la comida de la bandeja lujosa. Eran porciones adecuadas de chuletas de cerdo, puré de papá y algo de verduras. De tomar era agua mineral.
—Admito que esto se ve delicioso.
—Las cocineras son muy buenas haciendo su trabajo. Trabajan día, tarde y noche para poder cumplir la buena nutrición de los soldados. Ellos se esfuerzan mucho en lo que hacen, van a misiones peligrosas y regresan agotados, así que lo que menos se puede hacer por ellos es levantarles un poco las energías con una buenas comida, después de todo, puede que algunas de esas raciones sea la última para muchos de ellos.
—Admiro el trabajo que hacen ustedes.
—Oh, yo no tengo nada que ver —La mucama sacudió un poco sus manos, sonriendo con algo de nerviosismo—. Yo simplemente llevo la comida a los cuartos A veces lavo y limpio, pero no es la gran cosa.
—Todo trabajo honrado es de admirarse.
—¡Ah! ¡Se me hace tarde! ¡Tengo más cosas que hacer! —La muchacha se apresuró a llevarse la mesita y a salir de la habitación.
—Gracias.
—¡De nada, es mi trabajo servir!
—¿Podría saber tu nombre?
—¡Soy Cassita! —respondió, estando afuera del cuarto y justo antes de cerrar la puerta.
Sabbath bajó la mirada, encontrándose con los apetitosos alimentos que les esperaban. Su estómago rugía, pidiendo de una vez devorar aquellos trozos de carne y aquel suculento puré.
—»Cassita»… Qué raro nombre —dijo, procediendo a comer.
Más tarde, Eleonora pidió a Sabbath que lo acompañara personalmente a un campo de entrenamiento para las tropas. El lugar era bastante amplio, apto para poder poner aprueba casi cualquier tipo de capacidades. Había espadas de madera, había petos simulando el torso de un hombre promedio, también tiros al blanco para los arcos, así como un campo para correr y hacer ejercicio, entre otras cosas. Esta tarde en particular no había mucha gente, pero podían verse a algunos cuantos usando las respectivas herramientas para mejorar sus habilidades.
—Tranquilo, falta poco —dijo ella, sonriendo como siempre.
Finalmente llegaron hasta encontrarse con un enorme hombre con una armadura negra. Era alto, midiendo casi los dos metros, parecía de complexión un poco robusta pues su armadura era de lo más gruesa. El casco que tenía puesto no permitía que se le viera su identidad.
—Sabbath, te presento a Khan el Overlord, mi guardián personal y comandante de las Fuerzas Armadas de Tyrannt.
—¡Es un honor servirle, mi señora! —Khan se puso firme, juntó los talones de sus piernas e hizo el saludo militar.
—Vaya, dos perros falderos para ti sola… —murmuró Sabbath, inaudible.
—¡¿Qué acabas de decir, maldito pedazo de…?! —El enorme tipo estuvo a punto de tomar al mercenario por su cuello.
—Khan —intervino Eleonora, autoritaria.
—¡Lo siento, mi señora! —Khan volvió a estar en posición de firmes—. ¡Discúlpeme por mi acto tan grosero!
—No te estoy regañando, Khan, solo quiero que tengas más control sobre tus emociones. Ya hablamos de esto, no quiero que se repita una ocasión como la del otro día.
—Pero, mi señora, ¿cómo no responder cuándo se encontraba en peligro?
—¿Acaso te falta sentido común? No estaba en ningún peligro, solo fue un accidente, ningún vaso con agua me va a matar.
—Tal vez no, quizás su vestido solo salió mojado, pero eso fue el mejor de los casos, pudo haberse cortado si el vaso se hubiera roto y esparcido en filosos pedazos.
—Khan —Eleonora alzó la voz—. Fue un accidente y punto. Eso ya quedó en el pasado, enfócate en el presente: ¡controla tus emociones!
—Entendido.
La princesa suspiró. Volvió a su radiante sonrisa de siempre.
—Perdón, pero Khan suele ser bastante sobreprotector conmigo. Me ha cuidado desde que era una niña, es como un segundo padre para mí.
—Aún recuerdo cuando el antiguo rey me pidió que la cuidara si algún día él llegara a morir —dijo Khan, casi lagrimeando—. Es una gran lástima que perdiéramos al Rey Jan III a manos del enemigo, es casi como si él mismo hubiera predicho su muerte, pero cumpliré su última petición. ¡Yo protegeré a la princesa con mi vida si es necesario!
—Es halagador, pero al mismo tiempo un poco sofocante… —susurró Eleonora a Sabbath.
—Mi señora, la escuché.
—¿Qué? No dije nada.
«No se comportan como la gente importante que son», pensó Sabbath, un poco estupefacto. Poco le pudo importar como era que actuaban fuera de situaciones importantes pero tal parecía que gente como ellos se daba el tiempo de bromear y relajarse aunque fuese durante un breve rato. Este era un lado que Sabbath jamás había visto de esta clase de gente.
—Fuera de bromas —repuso Eleonora, cobrando una actitud más formal—. Khan, me imagino que ya sabes porque traje a este chico aquí.
—Claro que sí, mi señora: para pulverizarlo —contestó el hombre, tronando sus nudillos.
—Exactamente.
—No entiendo —dijo Sabbath.
—Sabbath, personalmente yo quería batirme en un duelo contra ti y ver de qué estás hecho, pero me temo que haré un poquito de trampa —explicó Eleonora.
—¿Quieres verme pelear contra tu perr… contra tu guardián para analizar mi estilo y movimientos? —preguntó el mercenario, imaginándose que sería eso.
—¡Exacto! Khan y yo a veces nos hemos debatidos en uno que otro duelo amistoso, nada serio, solo lo hacemos por pura diversión. Así que considero favorable cambiar la rutina, por lo que no estaría mal tenerte a ti para nuestros combates regulares. Primero te enfrentarás a un duelo con Khan, otro día será contra mí.
—¡Te voy a hacer papilla, niño! —gritó el guardia, colocando su dedo en el pecho del muchacho.
—No soy un bebé, gracias.
—Khan —llamó Eleonora.
—Sí, lo sé: debo de controlar mis emociones.
—Bueno, Sabbath, ¿estás preparado? —preguntó Eleonora, ansiosa por ver el combate—. Como tal vez te imaginarás, Khan es muy difícil de roer.
—La cuestión es… que no tengo mi espada. Esa era mi arma personal.
—No la necesitarás, con una espada de entrenamiento será suficiente.
—¿Qué? Al menos podré ver mi espada algún día, ¿verdad?
—¿De verdad la necesitas?
—Endemoniadamente.
Hubo segundos de silencio.
—Buena suerte —dijo Eleonora, sonriendo con cierta gracia malévola. Se le notaba en el rostro que iba a disfrutar el duelo entre su guardián y su esclavo.
—Hmmm… —refunfuñó el chico.
Pocos minutos después, un puñado de soldados se reunió ahí en el campo de entrenamiento, curiosos por ver el próximo combate. Uno de los espectadores era, por supuesto, Eleonora, quien vería todo sentada en una silla bastante adornada y lujosa. Mientras ella estaba parcial en cuanto a los duelistas, todos los demás soldados tenían a un claro ganador en mente, siendo no otro que no fuera Khan el Overlord. Todos le tenían mucho respeto, pues sus participaciones en las batallas eran magistrales, saliendo siempre victorioso. Se hablaba de que era feroz en el campo de batalla, teniéndole cero miedo a cualquier mortal.
Khan y Sabbath estaban parados uno frente al otro, separados por tres metros de distancia. Debido al casco que portaba el comandante era imposible ver su estado emocional, pero el mercenario estaba cien por ciento seguro que no iba a encontrar miedo ni mucho menos; seguramente tenía una expresión relajada. Por otra parte, Sabbath tampoco presentaba signos de miedo o temor, tampoco de nerviosismo. Estaba demasiado calmado.
Según las reglas, perdería el primero que cuya espada se le desprendiera de las manos, el que cuyos pies tocasen simultáneamente terreno fuera del área de combate o el que tocase con ambas manos el suelo; lo primero que llegase a suceder.
—¿Listos? —preguntó Eleonora desde donde estaba sentada.
—¡Sí! —respondió Khan, irradiando seguridad.
—Más o menos —respondió Sabbath.
—Bien… ¡Qué comience el combate!
Sabbath emprendió una marcha rápida hacia el enorme guardián al primer instante de escuchar el inicio del duelo. El muchacho atacó con coraje y salvajismo, moviendo desde atrás hacia adelante su espada en repetidas ocasiones sin ver un final. Khan se defendía sin problemas, pero no podía contraatacar. Su fuerte siempre fue la defensa al tratarse de un guardaespaldas, por lo que nunca atacaba con iniciativa, siempre se esperaba a analizar a su rival en cuestión y esperar el momento perfecto para dar el golpe. No obstante, Sabbath no parecía tener estrategia alguna, él solo seguía atacando una y otra vez con suma brutalidad que no le daba el chance a su contrincante. La peor parte para Khan era que con cada ataque que se defendía retrocedía un paso hacia atrás, estando cada vez más cerca del límite del área, por lo que conforme seguía la contienda él estaba más cerca de perder.
Veinte segundos habían pasado desde que inició el combate y Khan pudo ver la cantidad de tiempo que a Sabbath le tomaba hacer uno solo de sus acometidas. El enorme guardián calculó el tiempo apróximado para lanzar su ataque a tiempo, debía de ser cuando el mercenario retuviera su arma o cuando apenas lanzaba su esapada hacia adelante.
Khan realizó su único ataque durante todo el duelo. Las espadas de ambos chocaron la una con la otra con tanta fuerza que ambas terminaron por romperse.
—¡Se terminó el combate! ¡Es un empate! —exclamó Eleonora mientras aplaudía. Se paró de su asiento y se acercó al par—. ¡Increíble! ¡Los dos lo hicieron estupendo!
—¡Gracias, mi señora! ¡Es un verdadero y completo honor recibir tales palabras de usted! Aunque debo de admitir que fue demasiado fácil.
—El que nuestras armas se rompieran no definía el resultado, si mal no me acuerdo —comentó Sabbath, un poco extrañado.
—Así es, técnicamente no debí de terminar el combate, pero… eeeeh, así es más emocionante —dijo Eleonora, sonriendo como de costumbre—. Duró poco pero fue entretenido.
Los soldados que estuvieron de espectadores se acercaron tanto a Khan como a Sabbath, dándoles las impresiones que tuvieron del duelo. El guardián no se sintió ni de lejos influenciado por las palabras que le dieron, no le eran de importancia. Sabbath, en cambio, agradeció las palabras pero prefirió tenerlos muy lejos.
—Sabbath —llamó Eleonora, con un hilo de voz suave.
—¿Hm?
El chico volteó al dulce llamado de la princesa, notando aquella misma y enigmatica sonrisa que hizo tras el juicio. Era una sonrisa muy linda, como si la joven se tratara realmente de un ángel caído del cielo. Sabbath podía percibirlo como una especie de hechizo extraño, uno que por lo menos era agradable visualmente hablando.
—Espero que nuestro combate sea aún más emocionante.
Sabbath no supo muy bien qué responder.
—Ah… sí, yo también espero lo mismo —respondió.
Comments for chapter "5"
QUE TE PARECIÓ?
Ya te di mi «me encanta». Me gustó bastante el capitulo, como muestras este nuevo inicio que tuvo el prota al ser adoptado jaja me da gracia esa palabra xD por la princesa cuyas intenciones me siguen pareciendo misteriosas, de seguro esconde muchos secretos. Me gustó el duelo, fue corto pero entretenido y la manera de narrar que tienes es increíble. Es lo más pro de novelas que he leído por estos lares, mis felicitaciones n.n Espero el siguiente cap, me pregunto cómo resultará el duelo entre el mercenario y… una princesa? es dificil imaginarse a una princesa luchar a la par de una persona que nació y creció sobreviviendo de las batallas.