Lost Sorrow Vol. 1 Prólogo. - 21
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- 21 - Lost Sorrow Vol. 1 - Capítulo 4 - 8: Los grilletes del héroe.
«lo siento…»
Decía una voz femenina, aquella chica de cabellos claros me miraba con tristeza, para luego dar media vuelta y alejarse lentamente de mi. En ese instante mi mente estaba en blanco, bloqueando incluso las lágrimas a punto de brotar.
Solo podía ver, como en una cadena de recuerdos rápidos, las imágenes de todo lo ocurrido y las cosas que me negué a ver por miedo. Miedo a enfrentar la realidad…
Las veces cuando quería tomarle de la mano y ella me la negaba con una sonrisa diciendo que estaba algo apresurada, cuando me decía que se sentía enferma y no quería salir cuando en realidad no era cierto…
Recuerdo que solo quería cerrar los ojos y dormir… en un intento inútil de que todo lo ocurrido hubiera sido un sueño…
No sé cuánto tiempo había pasado, pero el cielo continuaba mostrando ese arrebol característico de un atardecer de primavera, por lo que cuando volví a abrir los ojos, estaba sentado en una banca en la cual solía hacerlo con ella… Aquella que tenía una buena vista a la ciudad y en la que nos quedábamos mirando ese atardecer que tanto le gustaba.
Aquella chica ya no estaba y solo quedaba yo, sentado en aquella banca mientras miraba mi mano derecha, la cual comenzaba a dolerme y de a poco temblar fuertemente.
Empuñé mi mano derecha en un intento de controlarla, mientras maldecía en mi interior por ser tan estúpido…
Un sonido proveniente de unos de mi bolsillo de mi pantalón me hizo reaccionar, al ver de dónde provenía me percate que era el móvil, el cual tenía varias llamadas perdidas de alguien llamado «Senpai» mientras lo veía dicha persona me vuelve a llamar…
Sus palabras que siguieron a continuación me hicieron reaccionar y salir de mi «letargo» solo hizo falta un par de palabras para volver a mi realidad:
«Suzume-chan»
Recordé que ese día la estuve llamando a su móvil el cual no contestó durante todo el día, tuve un mal presentimiento en un principio, pero luego pensé «seguro se le quedó en casa otra vez» y con el pasar del día le resté importancia. Además de lo ocurrido hace poco lo terminé por olvidar por completo…
la voz de mi interlocutora se escuchaba agitada y algo nerviosa, fue en eso cuando pronunció aquellas palabras:
«Es Suzume-chan… No logro encontrarla…»
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Abro los ojos…
Vuelvo al presente… ya no estoy en ese atardecer primaveral, en su lugar el cielo muestra unas nubes amenazantes, el invierno estaba por venir y el frío de a poco hace acto de presencia…
Sentado entre uno de los espacios de separación de las casas, entre mis piernas sostengo con mi mano izquierda mi temblorosa mano derecha la cual me sigue doliendo…
La había tenido en mi bolsillo del pantalón mientras hablaba con Annaisha, todo esto mientras recuerdo sus palabras:
«Yo también quiero estar ahí para ti cuando lo necesites…»
Empuño mi mano derecha en un intento de detenerla y también por lo enfurecido que estoy…
Tengo rabia conmigo mismo por permitir que todo esto ocurriera…
Un dolor en mi pecho comienza a surgir mientras maldigo mis acciones:
—¡Por qué demonios tenía que decir todo eso! ¡¿Por qué tuve que explicarle todo en vez de simplemente ignorarla y seguir mi camino?!
Lleve mi mano temblorosa a mi pecho mientras el dolor se acrecienta. Sentado en ese lugar, solo puedo maldecir mi accionar, detesto cometer ese tipo de errores que claramente se podrían haber evitado. Me siento frustrado y confundido.
El dolor en mi pecho cada vez se hace más fuerte al punto de pensar que en cualquier momento mi corazón explotaría, dejando una mancha carmesí en su lugar…
—De nuevo este dolor… había pasado tiempo desde aquella vez… Quizá sea lo mejor… —pensaba mientras esbocé una pequeña sonrisa sarcástica, como si con mi muerte se solucionaran todos mis problemas…
La ironía de todo es que no era la primera vez que consideraba tal acción…
——————–
—¿Hasta cuándo te quedarás ahí?
Una suave voz femenina proveniente de quién sabe dónde, hace que vuelva a abrir los ojos…
No sé cuánto tiempo había pasado pero el sol se había ido y solo quedan las luces blancas iluminando la calle.
El aguantar el dolor en mi pecho me produjo un cansancio, el cual hizo que me durmiera sentado en el asfalto, me duele el trasero y también mi espalda, quise abrir completamente los ojos, pero estos me duelen.
—Vamos, me está dando frío…
Insiste aquella voz, quise moverme, pero estoy algo entumido por lo que solo puedo incorporarme un poco antes de volver a llevarme mi mano derecha a mi pecho, siento como si alguien hubiera metido su mano en mi corazón y lo estuviera apretando con fuerza, a eso se suma mi brazo izquierdo el cual también comienza a dolerme. Sin embargo, y a pesar de todo, vuelvo a recordar mi conversación con Annaisha y mi frustración ante ello:
—Por qué demonios tuvo que pasar todo esto, hubiera sido más fácil no hacer nada… ¡por qué demonios me duele!
—Porque tu naturaleza no es ésta… —responde aquella voz.
Me propongo entonces abrir los ojos completamente, y al hacerlo me percato que la voz proviene de una figura parada frente a mí. De a poco esta figura toma forma y me muestra a una chica de cabello largo y negro con tonos violetas, unos ojos negros y alargados muestran una mirada penetrante e intimidadora. Su piel es clara y tiene un uniforme compuesto de una chaqueta negra, un chaleco color crema, camisa blanca, falda blanca, unas pantimedias negras y zapatos escolares ídem, en conjunto con su figura de modelo es alguien que llama la atención, además su corbata azul me da a entender que es una chica de un grado superior y por alguna extraña razón me parece conocida.
Está parada mirándome con sus brazos cruzados y piernas juntas, mientras trato de recordar de donde me parece haber visto su uniforme escolar.
El dolor en mi pecho vuelve a incrementarse y en eso aquella chica acomoda su falda para poder inclinarse hasta que nuestros rostros queda a la misma altura.
—¿Quieres saber por qué te duele? —pregunta la chica de manera suave mientras me percato que sus ojos se suavizan al verme de cerca.
—Porque tu naturaleza no es esta… —vuelve a mencionar la chica mientras veo que lentamente sus manos se posan en mi rostro—. Tu verdadera naturaleza es bondadosa y no puedes herir a alguien que no se lo merece…
Veo cómo su rostro se acerca al mío hasta cerrar sus ojos y posar su frente junto a la mía…
—Y es algo que siempre me ha gustado de ti…
Siento su calor de su frente y la suavidad de sus delicadas manos en mi rostro, de a poco, imágenes de mi pasado comienzan a invadir mi mente y entre ellas una chica en cuestión que siempre estuvo ahí…
—¿Ko…Kohana-senpai…?
Cuando menciono esas palabras ella aleja su rostro del mío, me mira con los ojos abiertos y una sonrisa de regocijo se muestra su rostro pálido mientras aún sostiene el mío entre sus manos.
—Maa-kun… ¡Al fin me reconociste!
—¿Qué haces aquí…? ¿Cómo me encontraste? —aún estoy algo cansado por todo y mi pecho aún duele, pero de alguna forma logro levantarme, quitarme sus manos de mi rostro y pararme con ayuda del muro a mi izquierda.
Veo que se me queda mirando un poco, como si intentase reconocerme antes de reaccionar.
—Ya veo, así que es cierto… —murmuró mientras se incorpora y termina de limpiar de manera casi elegante su falda escolar —Aquí vamos… Manami… Tu delegada y yo, somos amigas de hace mucho tiempo y si bien nos separamos luego de secundaria, ambas continuamos conversando por internet, fue cuando me contó que este año había llegado a su clase un alumno el cual era un chico solitario y frío quien no conversaba con nadie… Cuando le pregunté cuál era su nombre me respondió: Nishimura Masao, no podía creer que te habías convertido en alguien así y desde entonces busqué la manera de tratar de verte…
Sus declaraciones solo empeoran el dolor en mi pecho y mientras lo aguanto no paro de sorprenderme… Creo que alguna vez me habló respecto a una amiga que no veía hace mucho, pero seguían en contacto… Pero nunca me imaginé que sería la delegada Yukimura…
Fue entonces cuando caigo en la cuenta… Si mal no recuerdo esta chica siempre está pensando un paso delante de todos, además aún recuerdo sus palabras:
«… sabes que esta sociedad es algo hipócrita, siempre tratan de guardar las apariencias y es muy difícil conseguir una respuesta totalmente sincera, si quieres una tienes que acorralarla o escapara apenas tenga oportunidad»
Recuerdo que esas palabras habían salido de su boca unos días antes de… Ese día…
—Si Yukimura-san y tú se conocían desde antes y se comunicaban… Acaso que yo ayudara a Annaisha… —Pregunté aun sabiendo cuál sería su respuesta.
—No podía creer que el chico de buen corazón y que se preocupaba por sus amigos, aquel por el cual mi corazón latía, se había convertido en esto… —la chica niega con la cabeza mientras se lamenta—. Maa-kun, cómo es posible que luego de intentar ayudarla y conversar con ella y hacer tuyo sus problemas, simplemente quieras desaparecer de su vida y hacer como si nada hubiera pasado… Si me hubieras dicho esas palabras a mi…
—Qué sabes tú de mí… Ni siquiera me conoces…
—Te equivocas, te conozco y es por eso que le dije a Manami que te pidiera ayuda, porque sabía que en el fondo no te negarias —insiste mientras yo trato de alejarme apoyándome en la pared de mi izquierda—. Yo siempre te he estado viendo y cuidando, Maa-kun… Incluso a pesar de que sabías lo que sentía por ti, te ayudé cuando tenías problemas con Fumiko… Siempre he estado ahí, incluso el día en que Suzume-cha…
—¡NI SI TE OCURRA CONTINUAR! —contesté enfurecido—. No necesito que me recuerdes algo que vive constantemente en mi mente…
—¡Maa-kun, lo que estás haciendo no está bien! ¡no puedes estar escapando siempre! ¡Lo ocurrido ese día no desaparecerá dejando todo atrás y olvidándote de él cómo intentaste hacer!
Sus palabras me pesan porque tenían toda la razón, pero en ese entonces sabía que para empezar de nuevo tendría que lastimar a la gente… Sin embargo, eso no evita que me sienta una basura al respecto.
—¡No necesito que me cuides…! no soy alguien a quien valga la pena… obser…var…
El dolor en mi pecho llegó a un límite el cual a duras penas puedo soportar, mis rodillas se doblan y caigo al piso, ya no las puedo mover, mi brazo izquierdo con el cual continúo apoyándome en la pared me seguía doliendo.
Junto a esto siento que pierdo el sentido y mi vista se nubla, pierdo las fuerzas mientras el dolor de mi pecho no me permite respirar, además un sudor frio recorría mi espalda…
—¿Maa-kun…? ¡Maa-kun! ¡DESPIERTA MAA-KUN! —Es lo último que logro escuchar de parte de mi amiga antes de que perdiera las fuerzas y no pudiera moverme, de a poco todo se vuelve negro y su voz se vuelve cada vez más lejana…
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