Mariposas de la muerte - 0.3
Capítulo 3
Lo que dicen tus ojos
Los ojos son uno de los órganos más importantes y llamativos del cuerpo humano. No solo por el hecho de que son absolutamente necesarios cuando se trata de la percepción del entorno, sino que estos también contribuyen como un medio de expresividad y, sobre todo, pueden ser bellísimos, como si fueran gemas incrustadas en la faz.
Por ello, cuando le preguntas a tu pareja: “¿qué parte de mi cuerpo te gusta más?”, no es raro oír que la respuesta suele ser: “tus ojos”.
En resumen, los ojos son órganos importantes, dicen mucho del estado de ánimo y son la decoración decisiva del cuerpo humano.
Ahora bien, en el mundo de Faredell el color del iris ha estado teniendo un significado aún más especial.
Según la historia de este mundo, antes del año 3143 todos los seres humanos nacían con un único color de ojo: el café oscuro. Sin embargo, en ese año apareció la primera persona que poseía un color de ojo diferente.
Curiosamente, esa persona era conocida como “El Inquisidor del Norte”, su nombre real era Parker Ignacius. Él fue quien invocó una guerra civil de grandes proporciones y terminó convirtiéndose en el líder de un movimiento rebelde que demandaba la independencia del lado norte.
Al final, en apenas 11 años, Parker había conseguido lo que anteriores líderes no habían logrado. Mediante sus tácticas y poderoso ejército, aplastaron todos los intentos de la parte sur por mantenerse como una misma nación.
Este conflicto que acabó en 11 años se conoció como la Guerra de la Pelusa.
Finalmente, en el año 3145 el territorio del norte adquirió independencia. De esta manera el continente de Norestón pasó a tener las 2 naciones que hoy día se conocen como Surelia y Norelia.
Pero, ¿qué tiene que ver el color de los ojos con todo esto? Pues Parker Ignacius fue el primer “Individuo Especial”; y es el color de los ojos lo que le da tanta importancia a este tipo de humanos que pueden usar increíbles poderes.
Fue a partir del año 3143 cuando empezaron a aparecer muchos individuos con ojos de colores diferentes. Negros. Púrpuras. Dorados. Amarillos. Anaranjados. Azules… Y estos mismos humanos podían realizar cosas que se creían imposibles.
Básicamente, los colores de los iris determinaban el tipo de poder de cada quien.
Estos poderes en su mayoría están relacionados con la posibilidad de usar o manipular los elementos básicos de maneras extraordinarias.
Por otra parte, los límites en cuanto a la magnitud de lo que se puede realizar con estos poderes es determinado tanto por la fuerza de voluntad, como por el entrenamiento y técnicas creadas por el individuo.
Por ejemplo: Un usuario con iris azules —lo cual se puede traducir como “posee habilidades del tipo agua”—, que haya entrenado por mucho tiempo y cuya fuerza de voluntad sea alta, quizás albergando una gran estima a la libertad, fácilmente podría crear un enorme y mortal dragón de agua que vuele los cielos destrozando a los esclavistas, representando así el deseo de su corazón.
Ha de saberse que la fuente de poder de los Individuos Especiales no proviene de los ojos, sino que los colores de estos simplemente sirven como un indicativo del tipo de poder de esa persona.
Así que, aún si las luces y las sombras del ambiente cambien los tonos de determinados colores, ese poder seguirá siendo el mismo, lo que cuenta siempre es el color base.
Color de iris muy común:
1) Café oscuro: La persona no posee habilidad alguna. Se podría decir que un 70% de la población mundial posee este color.
Colores de iris poco comunes:
1) Amarillo: La persona tiene una habilidad del tipo luz.
2) Negro: La persona tiene una habilidad del tipo oscuridad.
3) Azul: La persona puede controlar fluidos.
4) Gris: La persona puede manipular el viento.
5) Marrón claro: La persona puede endurecerse como la roca o cambiar el terreno.
Iris de colores extraños:
1) Naranja: La persona puede dominar el arte de las llamas.
2) Púrpura: La persona puede teletransportarse, o en otros casos más raros, poseer telequinesis.
3) Morado oscuro: La persona puede hacer uso de la antimateria.
4) Dorado: La persona puede fortalecer sus habilidades físicas o transformar partes de su cuerpo.
5) Blanco: La habilidad que permite la creación.
6) Rosado: Manipulación de la mente de los demás o habilidades de encantamiento.
Entre otros…
Pocos entienden por qué los colores de los ojos son tan precisos a la hora de acertar el tipo de poder.
Bueno, en realidad la existencia de los Individuos Especiales genera una incertidumbre tan angustiante como la misma guerra interminable.
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Como era de esperarse, el interior de la mansión daba honra al aspecto que la estructura lucía por fuera. Largas alfombras, candelabros, cuadros que poseían pinturas abstractas, decoraciones, trofeos, banderas de la nación, paredes de piedra blanca, columnas decoradas con madera tallada, techo alto, pasillos enormes, estructura gigante, puertas sólidas de caoba, limpieza perfecta, el personal encargado de ello era de alto nivel, y mucho más.
Todos esos elementos que, puestos correctamente, creaban una ambientación envidiable hasta para las estructuras más elegantes del universo.
Por uno de los pasillos, dos siluetas avanzaban, eran Rai y Fayette.
La reacción de Rai al adentrarse en la mansión era la misma que mostraban todos aquellos que venían a este lugar por primera vez: fascinación.
El solo estar ahí provocaba que el joven deseara conocer hasta el último rincón de las instalaciones. Fayette sabía esto, así que le había prometido que le mostraría toda la mansión después de culminar su inscripción oficial y ser presentado en la siguiente clase.
El pasillo por el que estos jóvenes caminaban llevaba a la oficina principal. Allí se encontraba el director, quien era la persona con la autoridad para inscribir a Rai. Por cierto, dicha oficina se hallaba en el último piso de la mansión. La mansión poseía un total de tres pisos.
Había varías oficinas más a los lados. Allí había más personal que se encargaba de la administración y funcionamiento adecuado de ese lugar gigantesco.
La mayoría del personal eran personas con ojos café oscuro. Lo que significaba que eran humanos sin poderes. Cuando estas personas pasaban al lado de Rai, él veía en sus caras expresiones afligidas. Pero Rai no se cuestionó esto.
—Y pensar que nuestro Rey ha invertido semejante cantidad de dinero en la construcción de estructuras de tan alto nivel solo para entrenar soldados que posiblemente morirán en la guerra. Las ironías de esta vida abundan como la arena —argumentó Rai.
—Justamente ese es el gancho, Raiiii —respondió Fayette. La chica pelirroja extendió su mano, cerró sus dedos excepto el índice y lo dobló, haciendo más o menos la forma de un gancho.
—¿Gancho?
—Yep. Me refiero a que quienes sean reclutados en las Mansiones de Entrenamiento se les promete vivir durante un tiempo rodeados de todo tipo de lujos. Por eso, no es raro que sea frecuente que la principal motivación de muchos para unirse al ejército sea para disfrutar de los lujos al morar aquí durante los dos años que dura el entrenamiento.
—Ey, pero eso me parece una jugada sucia… al fin y al cabo, vivir aquí es pasajero, luego todos tendremos que arriesgar nuestras vidas cuando nos toque ir a las batallas.
Y las batallas creadas por individuos especiales eran de grandes proporciones y extremadamente frenéticas. Después de todo, un solo Individuo Especial podría crear una bola de fuego con un poder destructivo similar al de varias bombas. Por ello, no era raro que muchos murieran en batalla.
—Buen razonamiento, justo como se esperaría de ti, hijiji. Así es, por eso digo que este lugar tan bonito es el “gancho” para que los valiosos Individuos Especiales se unan a la guerra por cuenta propia. —Fayette se aseguraba de decir esto con un volumen de voz bajo que solo podía escuchar Rai, pues su conversación podría generar problemas.
“Vengan a tener una buena vida, luego paguen yéndose a morir”. Posiblemente esa era la realidad subyacente de las mansiones de entrenamiento.
—Como la polilla que es guiada por las llamas de la fogata. Durante un momento se deleita con la luz, pero luego es quemada por el fuego. Fuuuuuaaaaa, mis analogías son dignas de estar talladas en piedras inmortalizadas, ¿no? Un segundo… ¿no significa eso que nosotros somos las tontas polillas? ¡Por la señora de las nieves!
—Jajajajaja, somos las polillas, Raiii. No tienes que preocuparte, juro que me haré fuerte y te protegeré sea donde sea que estemos, así estés en desventaja, no importa, te cuidaré. —Esas palabras estaban llenas de sentimiento.
Fayette caminaba al lado de Rai y estaba cerca, muy cerca, como una pareja bajo una intensa lluvia y con un único paraguas.
Aquella cercanía causaba que de vez en cuando los dorsos de las manos de ambos se tocaran. Ya que era incómodo, Rai se hacía a un lado, pero Fayette lo seguía. Finalmente se rindió y dejó de importarle.
—Gra-gracias por eso, amiga mía. Tus palabras te hacen sonar como una mujer maciza, jajajaaja. A todo esto, de camino aquí observé los cuarteles donde entrenan a los soldados sin poderes. La diferencia me pareció abismal. Eran lugares lamentables. Y olían horrible, a puro sudor y lágrimas. Mi nariz me maldecía de mil maneras, como si tuviera voluntad. ¡Menuda nariz insensata!
—Sí, justo como lo has dicho, Raiiii. Existe una diferencia abismal. No por algo nos llaman Individuos Especiales. Somos el arma más poderosa, los tesoros del ejército. Awwww, eso me hace pensar, para mí solo existe un solo tesoro, ¿sabías?
—¿Jooo? ¿Cuál? —Rai ladeó la cabeza, denotando así su intriga.
—Es un secreto, Raiii. Hijiji… Shhh —Fayette se llevó el dedo índice al labio y chistó.
—Mej, aburrida.
—Kyjijiji…
A los pocos segundos de haber dicho eso, Fayette se detuvo delante de una puerta y dijo:
—Es aquí, Rai.
Ella tocó la puerta un par de veces y luego una voz que venía del interior se escuchó.
—Está abierto. Adelante.
—Vamos.
Al pasar, Rai y Fayette contemplaron una oficina bastante grande, tanto, que parecía más una sala de estar que se estaba usando como oficina. Incluso había sofás grandes y mesitas para poner el té.
Sin embargo, a diferencia de otras partes de la mansión, de esta oficina emanaba un aura de aburrimiento. Posiblemente era porque había muchas bibliotecas llenas de libros para nada interesantes. O tal vez se debía a que había muchas banderas con el símbolo de Surelia, citas y filosofías de reyes grabadas en cuadros y pocas decoraciones dignas de mención. De alguna manera se percibía como un lugar demasiado nacionalista.
Ahora bien, los jóvenes fueron recibidos por tres personas más que por lo visto habían estado ocupadas.
La primera persona era una chica joven, de cabello morado, ojos color púrpuras, alta, pecho plano y de grandes caderas. Ella usaba el uniforme femenino: capa, blusa y falda, todos de colores oscuros, y lo que causaba contraste en su vestimenta eran los bordillos dorados y los guantes blancos. Por supuesto, tenía cosido en los hombros el símbolo del Dragón Reluciente.
También, la joven tenía una pequeña corona en la azotea de su cabeza. Este accesorio era provisto como un regalo para los reclutas que demostraran gran potencial durante los entrenamientos.
Esos reclutas eran muy respetados en las mansiones, por lo tanto, portar una corona era un gran honor. Esto servía como incentivo para que los reclutas se esforzaran aún más.
Esta chica había estado sentada en un sofá leyendo un libro, pero se levantó cuando sintió la presencia de los recién llegados, luego, realizando lentos movimientos llenos de elegancia, efectuó una sutil reverencia. Luego habló con una voz espléndidamente cautivadora:
—Fayette. Bienvenida. ¿Cómo estás?
—¡Fa-Fayre! No sabía que estabas aquí, eeeeh… —Fayette se puso un poco nerviosa al ver a su prima, había tratado de disimularlo, pero no lo logró.
—Como siempre es un gusto recibir tus saludos llenos de amor, querida prima. Veo que no estás sola, por lo tanto, la razón por la que estás aquí me es fácil deducirla… —pausó un instante y centró toda su atención en Rai—… tú debes ser Rai. Ella ha estado hablando muy bien de ti, es un gusto tenerte aquí. —Extendió su mano en saludo.
Rai correspondió el saludo.
—Oh, así que tú eres Fayre. Mucho gusto, soy Rai Blonday. Debo declarar que estoy muy agradecido por lo que has hecho por mí. —Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Rai, pues él había querido encontrarse con la prima de Fayette para agradecerle.
—Uhmmm… —Por algún motivo, seguramente caprichoso, Fayette hizo un puchero quejón. Bastante infantil.
—De nada. Ahora, por favor, permítenos presentarnos correctamente. Iniciaré con mi persona, soy Fayre Malvallet, pero prefiero que me llamen por mi segundo nombre, Erika.
—Jooooo, ¿así que también sufres de conflictos internos con tu nombre? ¡Jajajajaja! ¿Sabes?, estuve igual que tú durante un tiempo, odiaba mi apellido. Cosas locas de la juventud, ¿no? Aunque bueno… técnicamente sigo siendo joven. Soné como anciano, ahhh.
—Parece que he escogido incorrectamente mis palabras y eso ha causado que llegues a una conclusión errónea. Permíteme aclararme, has de saber que mi nombre no me es causa de disgusto. Lo que quiero decir es que me empalaga ser siempre llamada por mi nombre y creo que está bien ser llamada de formas distintas de vez en cuando. ¿Comprendes?
Ver a esta chica hablar sin titubeos en su discurso era un deleite auditivo.
—Ya veo. Suelo entender mal las cosas y por eso digo cosas innecesarias jajajaja, así que mejor olvida lo que dije antes.
—Ejeje. —Ella se tapó los labios con discreción y hasta su risita sonó con distinción—. No considero que tus palabras sean vanas.
—Oooh.
—Al caso, continuando en donde nos quedamos, déjame presentarte a alguien importante. Su estadía aquí es un gran honor para todos los individuos en esta mansión.
De pronto, el sujeto al que se hacía mención carraspeó y habló:
—Erika. ¿No te había comentado que tantas formalidades me enojan? Ya déjate de eso. —Era una gruesa voz masculina y su voz sonaba sin cortesía, muy diferente de la voz de aquella chica a la que llamaremos Erika.
—Mis disculpas.
Hasta ahora, aquél hombre se había limitado a escuchar los diálogos de aquellos reclutas, y se percibía algo enojado.
Por cierto, él estaba parado al lado de un gran escritorio. Vestía con una ropa muy diferente, se trataba de un uniforme militar que solo los altos rangos poseían. Además, el traje tenía varías insignias pegadas.
—Él es… —Fayette se asombró y trató de hablar al darse cuenta de la identidad de aquella persona.
—Silencio, puedo presentarme yo mismo. Soy Brower Tablón, poderoso general al mando de la retaguardia de Individuos Especiales.
—¡¿General?! ¡Geniaaaaal! ¿Qué hace alguien tan importante como usted aquí? No… no, espera… Mi reacción es especialmente maleducada, debería saludarle con el respeto adecuado… ¡Señor, soy Rai Blonday, espero llevarnos bien… ahg coff, coff…! —Dijo Rai y luego tosió fingido.
Él se había llenado de emoción al saber la posición de aquella persona, incluso había puesto recto su cuerpo y extendió diagonalmente su brazo derecho haciendo así el respetuoso saludo militar de la nación, no obstante, tuvo que detenerse al darse cuenta de que aquel sujeto le estaba mirando feo.
—¿No acabo de decir que odio las formalidades? Será mejor que no me hagas enojar.
—Lo… lo siento.
—El generar Brower es una persona acostumbrada a dar órdenes. Así parezca un mandato insignificante, castiga a todos aquellos que no le obedezcan —acotó Erika.
Brower asintió, estaba de acuerdo con las palabras de Erika, así que continuó:
—Erika está en lo correcto. Mi perspicacia jamás falla y no obedecerme es un acto de insensatez sin precedentes. Estaré unos días por aquí evaluando esta nueva promoción de soldados, por lo que espero que no olviden las palabras de Erika.
—Sí, señ… Digo, lo que digas, compadre, jejejeje —comentó Rai sin nada de gracia. Él había intentado hacer caso y tratarlo de manera informal, pero…
—Tampoco seas irrespetuoso. Conoce tu lugar, pedazo de mierda.
—Entiendo mi lugar. ¡Recibido! —Rai sentía que la ira extrema de aquel hombre estaba por emerger.
—Lamentable. Este ambiente me está desagradando. Iré a dar una vuelta. Sigan en lo suyo. —Brower perdió la paciencia, caminó con firmeza y se dirigió a la puerta, sin embargo, notó que una pequeña chica le estaba viendo con mala cara, era Fayette—. ¿Qué pasa contigo?
—Nada. Es un gusto tenerle aquí, general Brower. —Esta fue la respuesta de Fayette. Aunque sus palabras no eran hostiles, su tono de voz estaba lleno de desprecio. Evidentemente ese desprecio era justificado por los insultos que él le hizo a Rai.
Irritación. Molestia. Indignación. Aun sabiendo que se trataba de un superior, Fayette no se contuvo a la hora de exponer sus emociones.
—Será mejor que te portes bien. —Pareciéndole algo minúsculo, el general Brower la ignoró. Después siguió caminando. Y por fin, el tipo que creó un ambiente desagradable se fue.
—Fiiuuuu, eso estuvo intenso —declaró Rai. Él se secó las gotas de sudor que le causaron aquel encuentro incómodo.
—Tch. Ese maldito asqueroso —Insultó Fayette refiriéndose a Brower. Ella mordía con fuerza sus dientes y su afilada mirada estaba hincada en la puerta por la que él salió.
—Shhh, Faye loca, relájate. —Rai se alarmó al escuchar aquel imprudente insulto. Así que rápidamente le tapó la boca con su mano y disimuló—: Ella no dijo nada, jejejeje.
Fayette se sonrojó. Sí, así es, se sonrojó al darse cuenta de que sus voluminosos labios tocaban la mano de él. La mala cara que había estado exponiendo se borró de inmediato y se contentó al escuchar a Rai.
—Lo que tú digas, Rai, hijiji. —Este cambio de emoción de enojo a alegría tan repentino formó algo de confusión.
—Por favor, Rai, prima, cuiden sus palabras —dijo Erika.
—Tendré cuidado. Sí, sí —afirmó Rai.
En eso, se escuchó un duro carraspeo con la intención de llamar la atención. Erika, Rai y Fayette prestaron atención a la persona que había realizado aquel sonido.
Se trataba de una mujer de cuerpo robusto que se hallaba sentada detrás de un gran escritorio. Ella había estado bastante relajada, fumando con aburrimiento una pipa, sin embargo, en un momento dado se fijó en Rai, como si estuviera analizándolo.
—Bueno, aún falta una persona por presentar. Ella es Elga Deviguldiel —presentó Erika— Elga se encarga de supervisar el comportamiento de los reclutas. No obstante, el director de la mansión tuvo algunos contratiempos, por eso le dio instrucciones para que tome su lugar por un tiempo. Lo cual significa que será ella quien realizará tu inscripción oficial, espero que se lleven bien, amigo Rai.
—¿Amigo, tan rápido? —Preguntó Fayette, levantando una ceja.
—En efecto. Recuerda que me habías estado hablando de Rai. Mencionaste de mil y un formas que era alguien increíble. Me sería todo un placer crear una amistad con alguien así…
—¡Prima! —La joven se sobresaltó y enrojeció, pues Erika había revelado algo vergonzoso.
Al ver esto, Rai no pudo contener su risa y dijo:
—Jejeje, veo que ustedes se llevan bien. Me da envidia ver primas que se quieran tanto. Mi familia es un desastre…. —Se detuvo al darse cuenta de que se estaba desviando del tema principal, que era saludar a aquella mujer. Sintiendo algo de pena, Rai se acercó a ella y extendió su mano—. ¡Oh, perdón, Elga, por favor no pienses que te consideramos como alguien de poca importancia! Jejejeje, ya estaba por saludarte, pero mis pensamientos se centraron en el amor de estas chicas y…
—Ya deja de hacer eso —habló Elga con amargura. Retiró la pipa de su boca y expulsó un montón de humo.
La dura voz de esta mujer y las palabras que mencionó de repente llamó la atención de todos los presentes.
Entonces Elga se paró de su asiento, dobló un poco su cuello tonificado, sonaron sus huesos, y como si fuera un león a punto de descuartizar a su presa, Elga se acercó acechante a Rai.
Realmente se acercó mucho.
Demasiado. Casi se tocaban las frentes de ambos.
Era mucho más alta que Rai, así que inclinó el torso para poder verlo más de cerca. En ningún momento dejaba de mirar los ojos de Rai. Ni siquiera parpadeaba.
Estaba tan cerca que por un momento Rai pensó que le daría un beso, pero de inmediato descartó esa idea, después de todo, los ojos café oscuro de Elga eran especialmente intimidantes.
Por lo que, verdaderamente parecía un depredador a nada de hacer añicos a su víctima.
—¡Oye! —Fayette alzó su voz y trató de acercarse, pero fue detenida por Erika. Al mismo tiempo, Erika hizo un ademan que fácilmente podía entenderse como “aguarda”.
—¿Eh? Es-espere, estás muy cerca —Achicado. Intimidado. Rai parecía nervioso. Aun así, él tampoco dejaba de observar fijamente a esa mujer cuyo rostro estaba delante de sus narices.
Puede que la razón por la que Rai no desviaba la mirada era porque sentía que, si lo hacía, en cualquier momento sería tomado del cuello y se lo partirían, era como la cebra atenta a los leones acechantes.
—¿Quién eres? —Preguntó Elga.
—¿Ah? Soy Rai.
—Veo que eres alguien de lengua suelta. Imprudente. Idiota. Poco inteligente. Te engañan fácil. Ingenuo. No entiendes nada. Despistado.
—Me gustaría acotar algo, está siendo bastante redundante. Pero… ahg, lo siento. Tiene razón, soy todo lo que dice y…
—Sin embargo… ¿qué pasa con tus ojos? —Elga se acercó aún más.
—¡¿Qué?!
Era como si Elga tratara de leer los pensamientos de Rai con tan solo ver fijamente a sus ojos.
Como si tratara de penetrar hasta lo más profundo de su ser.
Como si los ojos de él fueran un hoyo al que se puede acceder y en su interior se puedan encontrar todo tipo de cosas, hasta los secretos más triviales, u oscuros.
—Tus ojos están vacíos.
Fueron palabras que crearon suspenso en toda la oficina.
—…
—Los ojos son el reflejo del alma y en los tuyos siento que no hay nada. ¿Qué demonios eres? Nadie puede escapar de la verdad que revela su mirada.
—…
Si fuese posible matar con solo la mirada, Rai ya estaría bañado en un charco hecho de su propia sangre, con sus tripas al aire libre y con el cráneo rodando por el suelo. Así de asesina era la mirada de esta mujer.
Por suerte, la joven Erika intervino y acabó con este incomodo momento:
—Supervisora Elga, ¿sospecha de Rai? Permítame preguntarle: ¿no recuerda que fui yo, Fayre Malvallet, la actual prodigio de esta mansión, quien lo recomendó?
Por fin, ¡por fin! al escuchar a Erika, Elga dejó de “matar” a Rai con los ojos y le prestó oídos.
—Uuuu. —Elga suspiró, su aliento irritó a Rai ya que estaba podrido a tabaco. Luego recuperó la compostura y continuó fumando su pipa—. Tienes razón… Deben ser ideas mías. He estado estresada últimamente.
Dicho eso, Elga le dio la espalda a Rai, se recostó nuevamente en su asiento y reposó sus piernas sobre el escritorio. Por lo visto, aquella pregunta planteada por Erika fue más que suficiente para hacer razonar a Elga. De igual forma, Elga seguía llena de sospechas.
Fayette y Erika también suspiraron aliviadas.
Erika resultaba ser una persona que le gustaba hacer las cosas de forma correcta, por lo que, se sentía mal por Rai, pues pensaba que tal vez le estaban dando una mala impresión. Intentando cambiar esto, se dirigió al joven, se llevó una mano al pecho y le dijo con respeto:
—Me disculpo en nombre de la supervisora Elga. Es perceptible que las palabras de la persona anteriormente mencionada te han causado intriga y ruegas respuestas. Por favor, déjame aclarártelo.
—Amm, por favor, porque por lo visto no he estado causando una buena impresión en la gente de aquí —comentó Rai. Su voz denotaba desilusión.
—Rai… ¿sientes que te han tratado mal? Me encargaré de compensar todos los disgustos que te has llevado —agregó Fayette. Siendo una amiga tan atenta como de costumbre, le fue fácil percibir que Rai estaba decepcionado. Si Rai se sentía mal, ella también.
—No te preocupes.
—Pero…
—No creas que algo como eso me va a deprimir. ¡Soy el durísimo Rai Blonday después de todo! Jajajaja. —Su risa sonó fingida.
—Rai.
—Déjenme hablar… si no es mucha molestia —intervino Erika.
—Ups, adelante —Rai efectuó un gesto con su mano que invitaba a Erika a proseguir.
—Perfecto. La supervisora está siendo cautelosa debido a que hace poco un pequeño grupo de Individuos Especiales de Élite procedentes del norte se infiltraron en la Mansión de Entrenamiento ubicada en la Torre Sin Cúspide.
—¿Qué? Eso no suena nada bien.
—Sí, aquellos infiltrados fingieron ser nuevos aliados. Ganaron la confianza de los reclutas y luego…
—¿Y luego?
—…Empezaron a asesinarlos uno por uno. Antes de que alguien se diera cuenta, todos habían muerto.
Habiendo explicado eso, fue fácil para Rai y Fayette entender la razón por la que Elga se portó así. Por supuesto, lo que dijo Erika era alarmante, sin embargo, tampoco se trataba de algo tan impresionante puesto que la nación estaba en guerra y masacres como esa eran el pan de cada día.
—¿Nos estás diciendo que unos cuantos pudieron matar a todos los miembros de una Mansión de Entrenamiento? —preguntó Fayette.
—Correcto, eso es lo que estoy diciendo.
El hecho de que unos cuantos enemigos con poderes consiguieran derrotar a las docenas de compatriotas que entrenaban en aquella mansión indicaba que se trataba de enemigos poderosos.
Fayette se alegró por saberlo. Sí, se alegró debido a que entender mejor el potencial del enemigo le ayudó a ser más realista, y esto le hizo pensar en que debería esforzarse aún más de lo que tenía planeado.
—¿Eso significa que Elga estaba siendo cautelosa porque teme que un acontecimiento como ese se vuelva a repetir? —La respuesta era obvia, aun así, Fayette lo preguntó para confirmar.
—Naturalmente.
«En ese caso toleraré sus acciones. Parece que las amenazas abundan por aquí. Podríamos estar en peligro incluso estando entre nuestros compañeros». Pensó Fayette.
—Ohhhh, pero cuánta tensión. Jajajajaja, así que de eso se trata. ¡Me estaba poniendo nervioso, pero no hay de qué preocuparse! —Rai volvió a la normalidad al entender que Elga no lo trató así con intenciones de menospreciarlo—. Gracias, Elga, por ser tan atenta y velar por nuestra seguridad. Supongo que me estabas poniendo a prueba. Bien, los machos no son cobardes, ¡póngame a prueba todo lo que desee! Le demostraré que, tal y como ha dicho, probaré que soy un simple joven que quiere aprender a usar bien su poder para ponerle fin a la guerra.
Cruzada de brazos, Elga reaccionó a esas palabras y respondió:
—Agh, nada de pruebas, maldito. Acércate, iniciaremos tu inscripción.
Haciendo caso, Rai comenzó el proceso de inscripción, y cuando culminó, al fin era oficialmente un nuevo recluta que entrenaba en esta Mansión de Entrenamiento.
Por otra parte, Fayette había estado metida en sus pensamientos.
«… Los demás reclutas pueden ser enemigos». Razonaba en su interior. Entonces le vino a la mente la imagen de aquella extraña chica del antifaz. Fayette peló los ojos al recordarla, apretó sus puños y continuó pensando.
«Lilith Louvet, te estaré vigilando».
Extras
El rincón de Fayette Chibi
—Lectores y lectoras, para mí esta ha sido una semana feliz. Aquella existencia manipuladora sí que cumple sus promesas.
—…
—Ahora me ha estado dando curiosidad estas existencias que mueven los hilos. ¿Qué son realmente? ¡Qué alguien me responda!
—…
—Me estoy empezando a poner existencialista. Me veo en el espejo y pienso, ¿por qué soy así? ¿¡Seré lo suficientemente linda?! Necesito ser extremadamente linda para atraer aquel corazón.
—…
—Pero en serio, ¿por qué soy así? Guiada por esta pregunta, investigué y adivinen qué descubrí…. *sonidos de tambores de suspenso*
—…
—¡Descubrí que fui diseñada por el Señor de las Monas Chinas, es otra existencia que le da color a nuestra realidad! Pero, ¿qué significa su nombre?
—…
—Bueno, entender su nombre raro no es mi actual interés. Realmente solo espero que me haya ilustrado lo suficientemente linda, porque si no es el caso. Cuchillos, cuchilladas, sangre desparramada…
—…
—… Uy, pero que estoy diciendo, kyjiijiji.
—…
—¿Se imaginan que hubiera más ilustraciones de Rai? Awwww, qué excitante. Lo mejor de todo es que este sueño es posible. Para ello, solo necesitamos ofrecerles unos sacrificios al Señor de las Monas Chinas.
—…
—Parece que hay que ofrecerle algo llamado “Dinero Paypal” y el Señor de las Monas Chinas responderá dándonos una preciosa ilustración.
—…
—¡Ya me animé! Aquellos que quieran ayudar a hacer posible mi sueño, no duden en ofrecer un sacrificio tocando el siguiente altar:
—…
—¿No ofreciste sacrificio? hijiji, no impor… ¡MUERETE!
—¡…!
—Ay, auch. Sorry, quise decir que no importa que no hayas ofrecido un sacrificio. Tu mera estadía aquí ya es un gran motivo de alegría. hijiji.
—…
—Eso era todo lo que tenía que decir. Nos vemos en el próximo Rincón de Fayette. Ah, y no olviden cuidarse de las locas, kijijiji. Adiositoooo.
Comments for chapter "0.3"
QUE TE PARECIÓ?
Buen capítulo, Elga hace bien en desconfiar en desconocidos, una masacre inesperada donde lo que parecían haber sido aliados sólo eran meros ‘espías’ que acabaron con los reclutas, debió ser un duro golpe.
Ahora que Fayette tiene eso en cuenta, tiene sus sospechas con Lilith si podría ser una ‘espía’ de otra nación, a ver como se desenvuelve esto, aunque me da mala espina que no saldrá nada bien…
¡Espero el siguiente capítulo!
No hay nada más hermoso que el caos.
Fayette en todo momento :v
JAJAJAJA. Admítelo, todos quieren una Fayette.
Que buen capítulo, y dios… Quien entiende al general Brower. >:v no quiere q le hablen con respeto a su cargo y tampoco q le hablen con confianza. Como Xuxa quiere q le hablen xd.
Es difícil tratar con personas orgullosas.
Aquí todos estamos de acuerdo que deseamos darle a Brower con un tablón en la cabeza. Interesante capitulo, se me hizo corta.
JAJAJAJAJAJA mereces un premio por ese chiste.