Mariposas de la muerte - 0.5
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Capítulo 5
La otra que fue masticada en pútridas fauces y aquella con las tripas colgantes
En la expansión negra del espacio, los brillos de los incontables cuerpos celestes irradiaban luces tenues agradables a la vista. De estos, los más sobresalientes eran dos satélites naturales que orbitaban alrededor de este mundo: dos lunas llenas decorando el cielo.
Los pilares de luz creados por las lunas negaban la oscuridad que trataba de engullir pueblos y ciudades. Así pues, uno de los lugares que más requerían de la presencia de estos astros tan importantes era la capital del reino de Surelia. Indudablemente, la ciudad también contaba con sus propios medios de iluminación, como faros de aceite y otros artefactos hechos de elementos luminosos especiales.
Esta era una ciudad construida con muchas torres y muros de piedra y había por todos lados estatuas enormes que hacían recordar a figuras políticas importantes del pasado.
Era una ciudad fortaleza. Y estaba hecha así precisamente porque la intención era que la misma reflejara la dureza y fuerza de la nación.
Ahora bien, esta ciudad de piedra era bulliciosa tanto de día como de noche. Por los caminos bien pavimentados transitaban carrozas, algunas transportaban personas, otras cargaban suministros, muchas llevaban armas y algunas otras trasladaban la pestilencia de la muerte, quizás, cadáveres de los caídos.
Sean gritos o susurros, en la noche por todos lados se escuchaban. No era raro que los nuevos que llegaran a esta capital se sintieran abrumados, con un dolor de cabeza insoportable debido al ruido incesante.
Ni siquiera el comercio dormía en este lugar. Los vendedores se repartían turnos durante la noche para mantener el negocio siempre activo, como depredadores avaros deseando engatusar con sus productos a los transeúntes que pasaban por ahí.
Por otro lado, en medio de un gran mercado, una única joven mantenía un silencio absoluto, ni siquiera sus pasos contribuían a la bulla que todos los demás generaban.
Cabello liso, largo y rosado, labios negros y ojos ocultos por un antifaz. La chica, Lilith Louvet, andaba por la ciudad.
Aunque era de noche, el mercado estaba repleto de personas. El aire se sentía pesado por tanta gente. Los grandes caminos estaban tan repletos que dejaban poco espacio personal. No era raro que al haber semejante muchedumbre chocaran unos con otros.
Al ser tanta gente se esperaría que una insignificante chica como Lilith poco destacaría, sin embargo, Lilith era la única cuyo andar no era obstaculizado por otras personas y eso se debía a que rodeaban a Lilith.
Sí, ninguno se atrevía a pasar a un metro cerca de ella. Era peligroso.
Era como si Lilith fuera una figura famosa —o un temible inquisidor— en medio de una multitud.
La gente era como el ejército de hormigas que rodeaban un pequeño charco, y el charco era Lilith.
No obstante, no todos podrían mantener la distancia. Ya que las personas debían de asegurarse de dejarle un espacio a esa recluta, el tráfico se complicaba aún más.
También estaban aquellos distraídos en sus diligencias. Mirando hacia el suelo. Quizás deprimidos o molestos por la dureza del día laboral. Y entonces, un sujeto que no veía hacia el frente, que cargaba unos sacos y parecía molesto, caminó recto hacia Lilith.
Lilith igualmente siguió caminando hacia adelante. Ella también parecía distraída.
Y entonces, el sujeto colisionó contra la joven que todos los demás evitaban. Lilith fácilmente pudo mantener el equilibrio, pero aquel hombre se tambaleó un poco y se cayó uno de sus sacos y se rompió, dejando así salir varias frutas que estaban en su interior.
—¡¡¡Mira por donde andas, imbécil…!!! —Gritó el sujeto. Casi de inmediato el hombre reaccionó agresivamente y se alzó con furia delante de Lilith.
—… —Lilith no dijo nada.
Sin embargo, el carácter duro del tipo acabó rápidamente. Su cara también se llenó de temor. Él se puso cadavérico al por fin notar el uniforme de ella.
—Oye, oye, lo siento. Es mi culpa. No miraba por dónde caminaba. No fue mi intención insultarte, no me di cuenta de que eras una recluta de esa mansión. Perdóname, perdóname. —Él suplicó perdón. Su voz pasó de ser agresiva a una abarrotada de humildad… o miedo.
Lilith no comprendió. Su cabeza se inclinó a un lado con ingenuidad y se llevó un dedo al labio.
—… —Ninguna respuesta.
—Oye… Je, je… D-di al-algo… —Empezó a tartamudear por los nervios. Al percibir que Lilith permanecía inmutable. El empezó a girar su cabeza a todas direcciones.
—…
Y fue entonces cuando se dio cuenta de que muchas miradas estaban clavadas en su ser. Estas venían de varios caballeros que estaban parados con firmeza al lado de algunas tiendas.
Estos caballeros usaban una hermosa armadura blanca. Y en sus manos sostenían unas intimidantes lanzas.
El hombre estaba alerta ante esos caballeros. Pero ellos no se movían, simplemente estaban enfocados en él, y eso era aún más angustiante.
Sudó frío. Se llenó de valor y deseó continuar con su camino como si nada de esto hubiera pasado.
—En ser-serio lo si-siento. Si me disculpas… —Él trató de dar un único paso, pero…
—¿A dónde crees que vas? —Una voz intimidante provino a sus espaldas.
Antes de que pudiera darse cuenta, un caballero ya se había posicionado justo detrás de él.
—Yo… ¡NO FUE MI INTENCIÓN! ¡NO LA VI! ¡VETE! ¡ESTO SOLO FUE UNA TONTERÍA!
El caballero hizo como si aquel hombre no hubiese hablado. Guardando también silencio, el hombre con armadura agarró duro el brazo del tipo y lo hizo moverse contra su voluntad, llevándoselo lejos de Lilith.
—¡SUÉLTAME! ¡NOOOOO! —El hombre mostró resistencia, pero aquel caballero era tan fuerte que este sujeto era como un zancudo.
—…
—¡Chica, di algo, di algo! ¡POR FAVOOOOOR! —El hombre empezó a llorar y llamó suplicante a Lilith.
—… —Pero ella no dijo nada. Después de todo, no entendía lo que estaba pasando.
Miedo, miedo, mucho miedo impregnó a ese hombre. Su lamento se perdió en el mundo. Este fue llevado por el caballero hacia un oscuro callejón. Luego, otros tres caballeros más les siguieron.
Sin siquiera haber anunciado su error, él fue…
Lilith solo permaneció analizando. Jugueteando con sus dedos y cabello. Al final ella comprendió.
—Son amigos. Diviértanse. —Por fin habló Lilith y una sonrisita fue formada.
Después, continuó andando a paso elegante por el bullicioso mercado.
Los demás transeúntes eran conscientes de lo recién ocurrido, pero no les importaba.
– ɫ ɫ ɫ –
Al rato, Lilith empezó a sentir una incomodidad en su cuerpo. Algo allí rugía: su estómago.
—Debo alimentarme. —Se dijo mientras se sobaba la barriga.
Por suerte, estaba en un mercado y el alimento sobraba.
La pequeña nariz de Lilith empezó a moverse, estaba olfateando, buscando un olor que fuera atrayente y cumpliera con sus gustos.
Pero claro, la nariz humana está muy limitada, y si a eso se le suma estar en un lugar con muchos olores mezclados, como el que provenía de muchas personas sudorosas o de sobacos apestosos, o en el que hay muchas tiendas con todo tipo de especias y alimentos, difícilmente conseguiría percibir el olor que deseaba.
«Quiero carne. No consigo detectarla». Pensó Lilith. Luego se imaginó estando en un restaurant comiéndose un enorme trozo de carne.
Se le aguó la boca al pensar en ello.
Lilith no tardó en ver un pequeño puesto en el que vendían carne y entrañas de ganado. Esto fue como ver el paraíso.
Emocionada, se dirigió a ese lugar.
En la tienda había muchas personas que esperaban ser atendidas. Incluso realizaron una larga cola.
Esto no era problema. Lilith fue civilizada y se puso de última en la fila.
Un chico se hallaba delante de ella. Él visualizó a Lilith y le dirigió la palabra:
—Si me permite decirle, gran guerrera, no es necesario que usted haga la fila. Vaya directo y hable con el carnicero.
Las demás personas que estaban en la fila asintieron estando de acuerdo con las palabras del muchacho.
—… —Lilith no respondió. Ni siquiera le prestó atención al joven. De hecho, su cabeza bailaba de lado a lado, como si en el interior de su cabeza se entretuviera al recordar alguna canción. Quién sabe en qué clase de fantasía estaba absorta.
El chico ni los demás en la multitud fueron insistentes, simplemente se apartaron, dejándole el camino libre a Lilith.
La chica de los ojos cubiertos sí prestó atención a este gesto, y lo entendió como “ya los atendieron, ahora me toca a mí”. Entonces avanzó.
Lo primero que hizo fue mirar los precios de las carnes. Eran elevados. Aunque en otros lados la cobraban mucho más caro.
Claro, la carne era valiosa. Debido a las limitaciones tecnológicas de la era, mantenerla sin podrirse era difícil. Eso sin mencionar que estaban en una época de guerra en la que los alimentos como estos escaseaban.
Bueno, escaseaban en los puebluchos, en la capital realmente no. Aun así, la cobraban como un producto raro.
La razón por la que había tanta gente en esa carnicería era porque los precios estaban un poco más bajos de lo normal.
Sea como sea, Lilith buscó en uno de los bolsillos de su chaqueta su bolsita de dinero, la abrió y de ahí primero salió una monedita de poco valor y le siguieron motas de polvo.
La monedita había caído en la palma de su mano y ella pareció haberse quedado viéndola.
—¿Será suficiente? —Preguntó con un tono de voz muy bajo.
No era para nada suficiente. Lilith necesitaría de una docena de moneditas de esas para poder comprar menos de un kilo de carne.
—No te preocupes, valerosa luchadora, pide lo que quieras. Cortesía del local —comentó el carnicero. En condiciones normales este vendedor no hubiese regalado sus productos de esa manera. Obvio. Sin embargo, estaban esos guardias alrededor, vigilándolo.
El carnicero quería que Lilith se largara de inmediato, pero no podía dejar por nada en el mundo que se notara su disgusto.
Debía esforzarse por mantener una sonrisa fingida y una cordialidad no deseada.
Él, al igual que muchos otros, se sentía acosado por las leyes injustas impuestas por el rey. Los castigos por no cumplirlas o por tratar de oponérseles eran peor de lo que cualquier mente retorcida podría llegar a maquinar.
En fin. La joven estuvo unos segundos examinando la calidad de las carnes.
—Eso… —Lilith señaló un trozo de carne cruda, muy roja, de primera, estaba bien cortada y debía pesar menos de medio kilo.
—Tome. —El carnicero entregó lo pedido.
Lilith luego le dio la monedita y se retiró satisfecha, creyendo haber pagado el valor real de la carne.
El trozo de carne que le habían dado estaba en un empaque de hojas recubiertas con sal. Esto la conservaba durante mucho tiempo.
¡Pero Lilith no podía esperar! ¡Hambre, mucha hambre!
Ignorando las mesas y banquitos que se encontraban construidos por ahí, se dirigió a un callejón frío y solitario. Se sentó en el suelo sucio y empezó a comerse la carne sin antes haberla cocinado.
Estaba emocionada, cual niña en dulcería. En su cara no podía verse ni una sola señal de desagrado por comer aquello.
Sus labios y el derredor de su boca se mancharon con la rojiza sanguaza. Todo el jugo de la carne sedujo su paladar.
Al principio creyó que sería difícil masticar la carne sin antes haberla enternecido, pero eso no pasó. Era de tan buena calidad que ya estaba blanda por defecto.
—Rico, ñam, ñam… —dijo a duras penas pues tenía las mejillas abombadas por tener tanta carne dentro de su boca.
Cuando por fin su estómago consiguió satisfacerse. Lilith se fue del callejón y siguió caminando por el mercado.
En determinado punto, empezó a escuchar un alboroto. Aunque era cierto que había ruido por todos lados, mucho más adelante se podía oír un sonido aún más fuerte. Era el sonido de muchas personas que parecían estar celebrando algo.
Pobre de aquellos que vivían en la capital y necesitaban dormir lo suficiente para poder levantarse con energías para el trabajo del mañana.
—Curiosidad. —Esta palabra fue pronunciada por la boca de Lilith. Y guiada por la curiosidad, se dirigió al lugar de donde venía todo ese escándalo.
Conforme se iba acercando podía escuchar un ruido muy diferente al que era hecho por humanos. Eran rugidos de algo no humano.
Para llegar al lugar tuvo que salir del mercado, cruzar una calle y adentrarse en una plaza que a primera vista parecía muy bella y agradable. Ahora, si alguien la examinaba con detenimiento, notaría que había algo muy extraño en esa plaza.
Por ejemplo, en algunas partes del suelo había manchas color rojo oscuro.
Y era en esta plaza donde estaba una multitud festejante. Ni les importaba pisar aquellas viscosas manchas rojas.
Rápidamente Lilith se dio cuenta de que ellos estaban presenciando algún espectáculo que debía estar llevándose a cabo alrededor de la multitud. Ella quería ver, pero apenas acababa de llegar y la gran cantidad de personas obstaculizaban la visión.
O al menos debió ser así, porque tan pronto como esas personas se dieron cuenta de que una recluta especial se encontraba ahí, se pusieron de acuerdo para darle paso.
Al adentrarse en la plaza, Lilith empezó a sentir un olor apestoso. Olor a cloaca y se iba haciendo más fuerte. Sin embargo, no parecía que ese horrendo olor tuviera el poder de espantarla. Ella seguía acercándose como si nada.
Al final se dio cuenta de que la plaza en definitiva era extraña, después de todo, en el medio había una fosa no tan profunda, pero de circunferencia muy grande.
La cosa era que las personas se reunieron alrededor y al borde de aquel hueco pavimentado con piedras.
—¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego! —Exclamaban la muchedumbre con gran energía.
Cuando finalmente Lilith consiguió posicionarse a orilla de la fosa y observó hacia abajo, contempló una criatura que debería haberle inspirado un temor de pesadilla.
—¡KAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGG! —Resonó un rugido espantoso.
Sí, en lo más bajo del hoyo permanecía una existencia de aspecto inmensamente desagradable y terrorífico. Se trataba de un ser amorfo.
La cosa estaba recubierta de excremento. Esta porquería era su piel.
La cosa tenía un torso y vientre humano. El vientre estaba rajado verticalmente y de este salían largos intestinos que llegaban al suelo.
La cosa arrastraba sus tripas por el suelo. De estas salían un pútrido y espeso liquido negro.
La cosa tenía adheridos seis brazos en la espalda. No tenía manos, sino que después de cada muñeca colgaba una cabeza humana. Las mismas eran las que producían el grito aturdidor.
La cosa tenía las patas como las de un águila. Grandes garras afiladas rayaban el piso rocoso.
La cosa tenía otra extraña cabeza pegada a su cuello. Demasiado grande en proporción al tamaño de su cuerpo.
La cosa tenía un hocico de perro que terminaba con un largo pico curvo de ave. Filas de dientes de tiburones se adentraban en sus fauces.
—¡¡¡KAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAG!!! —Rugió.
Este ser que desafiaba cualquier estudio de anatomía, saltaba con euforia tratando sin éxito de salir de la fosa. Deseando con desespero tragarse a los bocadillos que estaban más arriba.
Era una existencia que no debía existir. Debía ser exterminada. Por eso la gente gritaba “¡fuego! ¡fuego!”.
Pero, ¿por qué había una fosa en medio de la plaza con semejante cosa en su interior? ¿Por qué estaba una multitud celebrando como si esto fuera un espectáculo?
—¿Eso es…? —Lilith preguntó. No sintió absolutamente nada por aquella criatura constantemente atormentada por el mal.
Un niño que estaba cerca de ella escuchó su pregunta y tuvo que verse obligado a responder.
—Es un Disforme. ¿¡A que es genial?! Mi papá me dijo que salió de la apestosa Ciudad Baja hace unos minutos. Creo que mató a varios perdedores antes de ser capturado jajajajaja.
—No hables más, hijo. —Una mujer al lado del niño tapó la boca del chico. Luego le habló con amabilidad a Lilith—. Majestuosa combatiente, disculpe la falta de cordialidad de mi hijo. —La mujer tragó saliva con dificultad—. Creo que está confundida, le explico: estamos pidiendo la ejecución de este Disforme. La autoridad lo encerró aquí porque creen poder darle un uso más conveniente.
Justo cuando Lilith se preguntó cuál podría ser ese “uso más conveniente”, al otro extremo de la fosa aparecieron varios caballeros de armadura blanca. Estos apartaron a la multitud que impedía el paso.
Los caballeros resguardaban a tres individuos. Cuando la gente reconoció a uno de ellos, empezaron a aplaudir con esmero.
A aquel que encomiaban con aplausos y halagos era…
—¡Vida al general Brower! —Ensalzaba la muchedumbre.
La otra persona era un sujeto que vestía prendas finas. Era el portavoz del general.
La otra era una niña cuya apariencia difería mucho con la de estos dos individuos.
La niña tenía una bata blanca manchada de sangre. Pelo largo como el de un fantasma. Tenía toda la cara llena de moretones y varías heridas por todo el cuerpo. Sus manos moradas estaban amarradas con cadenas y en su cuello tenía un grillete unido a una cadena.
El general Brower era quien tiraba de la cadena y obligaba a la niña avanzar como si fuera su perra.
El general Brower cedió la cadena a uno de los hombres con armadura.
La niña fue llevada a una plataforma ancha que se encontraba en la parte superior del hoyo, parecía un trampolín para saltar a una piscina sin agua. Una piscina de muerte.
La gente empezó a murmurar. No tenían ni idea de quién era esa niña. Algunos hasta sintieron lástima, pues era obvio que algo malo le iba a pasar.
La lástima era innecesaria, después de todo, la niña seguía viva, pero lucía muerta. Sí, su expresión carecía de la más mínima chispa de vida. Un cadáver vivo. Un zombi.
Era inhumano el solo tratar de imaginar toda la tortura que tuvo que afrontar esa joven de corta edad para llegar a tener semejante cara vacía.
El portavoz también se montó en la plataforma recta, la gente guardó silencio y él le habló a la muchedumbre:
—¡Esta es una noche de victoria para la patria feroz! ¡Aclamen!
—¡La que jamás cae, para siempre, Surelia! —Aclamó la multitud.
—¡Surelia permanecerá para siempre! ¡Aclamen!
—¡Surelia jamás caerá! —Aclamó la multitud.
—¡Esta niña que ven aquí, Rosalía Van Broferengeir, hija de la familia noble del norte Van Broferengeir! ¡Aclamen su ejecución!
Al descubrir la identidad de la niña, toda señal de lástima desapareció de la muchedumbre. La gente empezó a abuchearle, humillarle y le empezaron a lanzar monedas de poco valor. Sí, así es, le tiraban monedas y estas monedas impactaban con fuerza contra su débil cuerpo, dañándolo aún más.
La niña no expulsaba ni el más mínimo llanto ni quejido. Por supuesto, ella ya había muerto.
Ni siquiera el Disforme que estaba abajo había sido humillado con tal esmero.
—Esta es nuestra victoria. ¡Grande el rey Phoenix Decastle! ¡Viva el general Brower Tablón! ¡Honor al invencible ejército del sur! —continuó el portavoz—. Nuestro imparable ejército acabó con esta familia de escorias. La niña fue la única que pudo ser capturada viva. ¿Qué castigo merece? ¡Aclamen! ¡Aclamen!
—¡Festín! ¡Festín! ¡Festín! —Pidió la multitud sedienta de sangre de gente del norte.
—Así será. —Una sonrisa sádica se manifestó en el rostro del portavoz, sin embargo, esta sonrisa no alcanzaba el nivel de sadismo del general que se hallaba más atrás.
El general también se montó en la plataforma y le hizo una seña al portavoz. Este guardó silencio y le dio espacio al general.
—¡Brower! ¡Brower! ¡Brower! —La gente empezó a llamar con emoción al general.
Este se dejó llevar por la gloria y empezó también a saludar cual famoso en espectáculo masivo.
Había una sola persona que no decía nada y le daba completamente igual aquel sujeto: Lilith.
—…
—¡WRAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHGGG! —El rugido de la criatura retumbó.
—¡Guarda silencio! Jajajaja —El general se burló del Disforme. Las personas se rieron con él.
—¡KAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! —Claro, la criatura no guardó silencio.
—¡Te ordené que te callaras, irreverente! —El general extendió su brazo hacia abajo apuntando a la desobediente criatura. Sus ojos naranjas como las llamas se iluminaron.
De su mano se formó una gran bola de fuego inmensamente ardiente que salió disparada e impactó contra el Disforme, creando un estallido de fuego que impregnó todo el hoyo.
El Disforme fue bañado en llamas y empezó a gritar peor que antes.
La criatura que debería ser inspiradora de todo tipo de pesadillas estaba siendo reducida a cenizas fácilmente. Así es, algo tan espantoso en realidad era un insecto ante aquel general.
Pero antes de que el Disforme pudiera convertirse en cenizas…
—¡Pero si el castigo que debe recibir esta mierda es más que obvio! WUAJAJAJAJAJA. —Como si fuera el diablo en el infierno que quería crear, el general rio como demonio y se aproximó a la niña.
Primero acarició su pelo. Después le susurró algo al oído. Luego rió y rió. Finalmente le metió una fuerte patada en los glúteos.
La niña salió disparada hacia adelante, cayendo hacia la piscina de fuego y muerte.
Aún en esta situación, la niña seguía carente de emoción. Descendía como un saco… no, como un cadáver.
No mostró señal de dolor aun cuando la parte delantera de su cráneo besó el duro suelo, cuando sus costillas se partieron y aún con su piel y carne ardiendo.
Pero el cadáver aún estaba vivo. Aún con los pulmones habiendo sido perforados por sus propias costillas, el cadáver seguía respirando. Respiraba fuego.
Pero un solo aliento de vida fue más que suficiente para atraer a la pestilencia de muerte. Aquel Disforme, aun siendo consumido por la ira del fuego, fue comandado por sus primitivos instintos. Corrió hacia el pequeño cuerpo destrozado en el suelo.
Sus fauces dentadas se abrieron. Y trataron de engullir…
Lo que estaba por ocurrir era tan sangriento que hasta aquel general sádico y la misma multitud sedienta de sangre tuvieron que voltear la mirada.
Hasta algunos vomitaron.
La escena era tan cruenta que la muchedumbre que no paraba de hacer bulla por fin guardó silencio.
No obstante…
—Arte… jeje.
Solo una persona no hizo esto. Lilith prestó toda su atención, miró hasta el último detalle, ni siquiera parpadeó.
El antifaz de Lilith se mojó con las lágrimas llenas de pasión que le salían.
Y poco a poco empezaron a curvearse las comisuras de los labios de esta chica que hasta ahora había estado neutral.
Una sonrisa de oreja a oreja fue trazada en el rostro de Lilith.
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja! —Y su potente risa descontrolada fue escuchada en toda la plaza.
Incluso las mentes enfermizas de los demás presentes pudieron sentir la gran emoción que contenía aquella carcajada.
El general Brower incluso sintió miedo al escucharla.
Después de todo, la risa de Lilith no era sádica.
No era vil.
Tampoco de burla.
Y que no fuese así resultaba ser para los demás algo demasiado diabólico.
Lilith reaccionó así por una razón simple: para ella, lo que contemplaba era genuinamente hermoso.
Porque Lilith no veía a una niña cuyo abdomen estaba siendo penetrado por un pico. Lilith veía a una niña que estaba recibiendo cosquillas en la barriga.
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja!
Porque Lilith no observaba a una niña cuyas vísceras estaban siendo desparramadas por todos lados. Lilith observaba a una niña que desparramaba su amor por todo el mundo.
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja!
Porque Lilith no distinguía a una niña cuya cabeza fue aplastada por una pesada pata de águila. Lilith distinguía a una niña cuya cabeza era amablemente acariciada.
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja!
Porque Lilith no miraba a una joven cuyos sesos eran volados por todos lados. Lilith miraba a una joven que se llenaba de alegría volátil.
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja!
Porque Lilith no vislumbraba a una chiquilla cuyos brazos y piernas eran arrancados y luego masticados. Lilith vislumbraba a una chiquilla que arrancaba todo mal de su ser.
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja!
Porque Lilith no percibía a una niña que era devorada en una licuadora de dientes que sacudía sus fauces y regaba sangre por todos lados. Lilith percibía a una niña que se bañaba de esperanza y futuro.
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja!
Porque Lilith no admiraba a una joven que había sido reducida a pedazos que terminaron en un estómago lleno de porquería. Lilith admiraba a una joven que dejó atrás toda señal de maldad y ahora por fin…
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja!
Porque Lilith no divisó a una persona que murió atrozmente. Lilith divisó a una persona que dejó de estar muerta para ahora por fin empezar a vivir feliz para siempre.
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja!
Porque…
Lilith no veía un final para aquella…
…que fue masticada en pútridas fauces
Lilith veía el inicio…
…de la alegre vida que ahora llevaría aquella…
…que fue engullida en la inmaculada boca de la vida con sentido.
—¡Awwwjajajajajajajajajajajajajajajajaja!
Por lo tanto, la risa de Lilith no era sádica, ni vil, mucho menos de burla, su risa era una llena de amor. Una risa llena de pureza. Una risa llena de satisfacción por ver la alegría del otro.
Es natural que las personas se sientan felices por las cosas buenas que le pasan a quienes le rodean. Aunque quizás tú no te estés beneficiando con el logro de ese alguien, igual te sientes bien, compartes su alegría. Porque la recompensa es mirar sonrisas y sentir la felicidad que se contagia.
Es por eso que Lilith se sentía verdaderamente feliz. Sí, no había absolutamente nada de falsedad en aquella emoción. Porque para Lilith, esa niña había adquirido un logro maravilloso: dejó de sufrir.
– ɫ ɫ ɫ –
Cuando por fin la belleza de lo recién ocurrido acabó. Lilith recuperó la compostura. Salió de la plaza y fue hacia el lugar donde pasaría la noche: la Ciudad Baja. Lugar que es cuna de los Disformes.
Extras
El rincón de ¿?
ɫ Primera víctima ɫ
ɫ Rosalía Van Broferengeir ɫ
“Su carne sabía tan mal que incluso el Disforme hecho de excremento tuvo diarrea mientras se quemaba, ¿no resulta gracioso?
-¿?”
ɫ ɫ ɫ
El rincón de Fayette Chibi
—Lectoras y lectores, ¿cómo están? Para mí saber la respuesta es fácil, están tristes porque ni Rai ni yo aparecimos en este capítulo. Están tristes ¿¡verdad!?
—…
—¡Me niego rotundamente a que seamos totalmente ignorados en este capítulo! Existencia que mueve los hilos del destino, en serio… qué tienes en la cabeza. ¡¿Cómo se te ocurre dejarnos a Rai y a mí fuera de esta historia?!
—…
—Seré parte de este capítulo y lo haré dejándoles un dato curioso que me aportó mi amado Rai, hijijiji.
—…
—¿Sabían que en Surelia cuando un grupo de personas le arrojan monedas a alguien tiene un significado?
—…
—Oh, ahora tienen curiosidad, hijiji. Aquí voy: la moneda que se arroja es la que tiene menor valor. Esta moneda no es circular, sino que tiene la forma de la cabeza de un hombre. Estas simbolizan las cabezas decapitadas de los enemigos del norte. Por eso, cuando le arrojan monedas de estas a alguien, significa que están pagándole a esa persona para que se arranque la cabeza.
—…
—Y eso me hace despertar una idea. ¿Y si le arrojamos monedas a la maldita de Elga? ¡Una idea estupenda, kijijiji! Pagarle para que se corte la cabeza, suena muy bien. Pueden arrojarle monedas a esta mujer por una muy buena causa tocando el siguiente “lanzador de monedas dimensional”: https://paypal.me/ferkrit
—…
—No se contengan. ¡Arrojen, arrojen! ¿Conseguiremos pagarle lo suficiente a Elga para que se decapite? ¡Lo descubriremos!
—…
—Gracias por leer, se despide su queridísima loca favorita, Fayette chibi, hijiji.
Comments for chapter "0.5"
QUE TE PARECIÓ?
Vaya chica :v
Un nuevo gif hermoso para mi colección.
Lilith está loca v:
Noooo vale, cómo crees…