Mi novia es una súcubo - 9
Después de concederle el sueño al humano, sea lo que sea que haya pedido, cargué a mi hermano Beleth y me dispuse a volar por el vecindario. Beleth me había pedido que lo llevara a cierto lugar, desconozco donde, pero me dijo que sintió la inusual energía de cierto evento por el área.
—Me cae bien tu cliente, Astaroth. ¿Para cuándo la boda?
—Ni lo menciones, por favor.
—Vamos, tenemos mucho desde la última vez que hablamos. Realmente me alegro por ti, ¿sabes?. Es siempre bueno ver a alguien de la familia sobresalir.
—Me tienes lastima.
—No, para nada. Digo, yo sé que a ellas les van un poquito mejor pero…
—¿Poquito? No, hermano, de verdad que no hace falta mentir para hacerme sentir mejor.
Ellas… Yo solo he sido una sombra en comparación con aquellas dos, quienes han sido todo lo que yo no pude ser. Nunca importó lo que yo hiciera, siempre fui un fracaso. Siempre las envidié.
—Astaroth, yo…
—Por favor.
—Hmmm…
Aunque sus intensiones eran buenas, de verdad que no percibía la emoción que él trataba de transmitir. No tengo una habilidad como leer el verdadero pensamiento de los demás o algo así, solo soy una súcubo, pero conozco a los míos y puedo saber cuándo es que tratan de levantarme el ánimo. Aun así, tampoco debería de ser una ingrata, no todos tienen un buen gesto.
—De todas formas… gracias.
—Para eso está la familia. Si en algún futuro quieres a alguien que te escuche, no tendré problemas en estar ahí para ti.
—Lo aprecio mucho, tal vez considere tu oferta. Gracias otra vez.
—No es nada… ¡¡Astaroth!! ¡¡Allá abajo, alcanzo a oler algo!!
—¿Huh? ¿Qué cosa?
—¡Puaj! Es… Es horrendo, huele mal… ¡Baja, por favor!
¿Qué será? No tengo ni la menor idea, ni mi sentido de la vista o del olfato están igual de desarrollados que las de un gato. El lugar está algo oscuro, apenas hay luz pública por aquí. El sitio no está en las peores condiciones en comparación a otros lugares que he visitado, pero me da la sensación de que a las autoridades no les importa mucho hacer algún que otro arreglo por aquí. En fin, tal como me lo pidió Beleth, fui descendiendo hasta tocar suelo.
Cuando lo bajé, él caminó hasta acercarse a algo extraño que se encontraba en el suelo. Me acerqué, curiosa al respecto, pues no sabía que era aquello. Incluso estando más cerca no podía percibir un olor aparente, simplemente mi nariz no captaba algo en lo particular. En cambio Beleth parecía un tanto mareado.
—Astaroth, será mejor que no te acerques.
—¿Hermano? ¿Qué es eso?
—Nada bueno, me temo.
Me acerqué más y más. Al principio no le hallaba forma, tanto por la poca luz, como también porque era una figura extraña. Sin embargo, cuando por fin pude darme cuenta de que se trataba, me aparté de inmediato. Ojalá que no sea lo que creo que es.
—¡Ay no, qué horrible! —exclamé, tapándome los ojos.
—Hmmm… Esto es una verdadera lástima…
—Hermano… ¿Esto… tiene que pasar cada vez que te invocan? ¿No puede haber otra manera?
—Para invocar a alguien como yo se requiere un gran sacrificio… Estos fueron las víctimas…
Se trataba de un pobre gatito…
Como había mencionado en una anterior ocasión, existían prioridades en cuanto a los herederos al trono de mi padre. Para ello se utilizaba un sistema de niveles, teniendo desde el nivel uno como la prioridad más alta, hasta el nivel cinco como la más baja; también existía el nivel cero y el nivel menos uno, pero eso era otro tema. La mayoría pertenecía al nivel de prioridad tres, incluyéndome, mientras que Beleth pertenecía al nivel uno, o séase, era de los que más probabilidades tenía para ser coronado como el siguiente rey del infierno.
Esto de las probabilidades se definía basándose en varias características, siendo una de ellas la fuerza. Contrario a su apariencia, Beleth se trataba de uno los seres más fuertes del infierno, por lo que el precio para invocarlo era altísimo. Generalmente se solía hacer con sacrificios y, al parecer, alguien de por aquí lo logró con éxito.
—Pero… ¿Quién te habrá invocado? ¿Con qué propósito?
—Es lo que trataré de averiguar. Es realmente raro que mi invocación sea un misterio, tiene décadas desde que alguien lo hace pero nunca me había tocado un caso como este.
—Yo… no sé qué decir.
—No tienes que decir nada, Astaroth. Lo mejor para ti será que no te involucres, no hay nada que te ate a este incidente.
—Entiendo.
Miré el cielo. Pensar que se acercaban tiempos de cambios, que tal vez pasaríamos por ciertos acontecimientos me hace pensar que mi vida podría ser diferente de ahora en adelante. ¿Para bien o para mal? Eso aún no lo sabemos.
Ahora que lo pienso, siento que mi vida ha estado cambiado desde que conocí a ese humano Max… Cuando lo vi por primera vez, llorando, sentí que sería un cliente como cualquiera de los que tuve en el pasado. Me equivoqué, resultó ser muy distinto, tengo que admitir que al menos eso ha hecho que este tiempo no haya sido aburrido…
¡No! ¿En qué estoy pensando? Ese tonto nunca haría que mi vida cambie para bien, para mí solo es una forma de matar el tiempo y ya, es todo. Aunque… tal vez pueda darle algún pequeño obsequio, solo porque ha sido un buen cliente. Sí, como si fuera una mascota.
«¡Gracias, Astaroth! ¡Yo, Max Vega, seré tu sirviente de ahora en adelante! ¡Eres la mejor!»
¡Por supuesto que lo soy! ¡OH, JO, JO, JO, JO, JO!
—¿Pensando en tu novio?
—¡No es mi novio!
—¿Cómo no? Ya hasta me imagino el título de una posible novela: «Mi novio es un humano».
—Solo a semejante idiota se le ocurriría escribir una cosa así.
Me crucé de brazos, eso significaba que mis palabras eran irrefutables.
—Tendré que volver a mi apartamento, ya es algo tarde y no me gustaría que otra súcubo pase por aquí y me vea fuera del trabajo.
Ya me podía imaginar lo que dirían esas tres idiotas si me viesen…
Miriam: «¡Oye, Astaroth, no te veo muy ocupada con tus cientos de clientes! ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!».
Shiphrah: «No se preocupe, Princesa Astaroth, si quiere puedo compartirle a algunos cuantos de los míos, je, je, je».
Tabitha: «Yo no le haré ninguna mofa, su alteza… Usted ya es un chiste por sí misma».
¡Por el amor a Crowley, cómo las detestoooooo!
—¿Qué harás tú, hermano? ¿Te quedarás?
—Sí, me quedaré por aquí hasta que pueda resolver algo. Dormiré en los techos y tal vez pase por la casa de tu novio.
—¡Qué no es mi novio! Y está bien, solo no vayas a pelearte con los otros gatos.
—¿Disculpa? ¿Por quién me tomas? Son ellos los que buscan pelea, me tienen envidia.
—Ajá.
—Aunque claro, tampoco me voy a quedar quieto. Es decir, ¿qué harías si a ti te quitan la basura que con tanto esfuerzo encontraste? Por supuesto que te defenderías hasta la muerte.
—Un potencial heredero al trono no debería de hurgar en la basura.
—Soy gato fino, Astaroth, solo hurgo en lo mejor de lo mejor, tampoco me tomes como cualquiera de estos gatos callejeros.
—Nunca cambias, ¿verdad?
—¿Debería?
—Quizás. Solo un poco.
—¡Ok, lo intentaré! Pero no porque tú me lo digas.
—Sí, lo que sea. ¡Nos vemos…!
—Espera —interrumpió mi hermano justo cuando iba a despegar.
—¿Sí? ¿Qué pasa?
—Astaroth, de verdad ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos. ¿No te gustaría apreciar la luna un rato por lo menos?
Miré hacia la misma, era grande, estando en fase creciente. La noche era preciosa, debía de admitir eso. No tenía realmente las ganas de quedarme más tiempo aquí, estaba arriesgando a que mi reputación quedase peor de lo que ya está, pero mi hermano tenía razón. Supongo que no estaría del todo mal apreciar la noche.
—Seh, está bien. Pero solo un rato.
Lo cargué y volé hasta una casa de tres pisos, era la más alta que pude encontrar. Ahí nos sentamos, apreciando la grandeza de la luna y todo el cielo nocturno.
—Oye, hermano.
—¿Sí?
—¿No sientes… cómo si una emoción triste te invadiera de vez en cuando? La sensación de que realmente no tienes un espacio en esta vida.
—¿Cómo si sintieras que no mereces estar aquí?
—Sí, algo así. A veces me da eso y lloro, lloro mucho. Me pregunto «¿por qué sigo aquí?», abro los ojos y sigo viviendo, sin ver un verdadero cambio. Es como estar atrapada en un ciclo, uno que no pinta lo mejor para mi vida. Quiero escapar, no puedo, ni siquiera sé cómo…
—No todo se puede dar de un día para otro. Los humanos tienen un refrán: «Roma no fue construida en un solo día», y lo mismo se puede replicar para otras cosas. Es difícil dejar fluir las cosas, uno quiere cambios, hasta yo los quiero; pero créeme que ver el final del camino que con tanto esfuerzo pavimentase es muy satisfactorio de ver. Porque eso es lo que estás haciendo: pavimentar caminos, los cuales tienden a ser muy largos, llega un punto en el que parecen infinitos y que no habrá fin, pero créeme que lo habrá. En ese momento mirarás a atrás y te sorprenderás de todo el trabajo que hiciste.
—Siento mucha tristeza, hermano. No me gusta… Quiero que se vaya.
—No se irá sola, Astaroth.
—Lo sé, pero tampoco quiero depender de los demás.
—Roma no fue construida en un solo día ni tampoco fue el trabajo de un solo hombre. No tiene nada de malo recibir ayuda por parte de otros, Astaroth.
—Tienes razón… Mucha razón…
Roma empezó siendo una pequeña ciudad, pero con el pasó del tiempo se volvió un imperio, el cual se dividió en dos. La parte oriental perduró mucho tiempo mientras que la occidental… desapareció.
Hasta los más grandes pueden caer… Pero así mismo también pueden levantarse.
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