Mi novia es una súcubo - 8
—¡¿Hermano?!
—Saludos, Astaroth, ¿cómo te encuentras?
La súcubo y el gato… hermanos… Seguro había algo entre medio como para que si quiera sean familiares.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Astaroth, cruzándose de brazos y volviendo a su personalidad regular.
—Al parecer alguien me invocó —respondió Beleth.
—¿Invocar? —dije.
Es decir, cuando le pregunté al gato sus intensiones de rondar por mi casa, no fue tan explícito como para comprender. Ahora que dijo que aparentemente alguien lo invocó, las dudas no dejaron de disiparse.
—¿Invocar? —exclamó Astaroth, ignorándome—. ¡¿A ti?! No te creo.
—¿Me ves cara de que bromeo? —Beleth también me ignoraba. El gato movía la cola de lado a lado, sentado en mi cama como si fuera la suya.
—Es que… No, es que es imposible creer que alguien haya sido capaz de invocarte. ¿Hablas en serio?
—Totalmente.
—Hola, sigo aquí —interrumpí, o al menos eso traté.
—¡¿Acaso te invocó este humano?!
—No, no lo veo capaz.
—Yo menos. Entonces, ¿quién fue?
—Es lo que trataré de averiguar. Aparecí de repente en el patio y como olí un delicioso aroma, decidí entrar. ¡Resultó que era un pastel de tres leches! ¡Fue un manjar!
—Hmm, típico de ti.
—Fue increíble que coincidiéramos.
—Bueno, ya sabes, ¡mis clientes están por todas partes!
—Qué raro, yo escuché que habías perdid…
Rápidamente Astaroth tomó a Beleth, tapándole la boca, impidiéndole al felino hablar.
—¡Oh, hermano, casi sueltas una bola de pelos, jejejejeje! —dijo Astaroth, aunque la escuché un poco agitada—. Mucho cuidado, no quiero que ensucies la casa de mi cliente.
—¿Cuál bola de pelos? ¿Me crees gato de poca clase? —Beleth parecía algo molesto por la repentina acción—. Yo siempre las escupo cuando no hay nadie presente.
—Jajajajajaja, sí, claro que sí.
—¡Astaroth!
—Ahmmm… Sigo aquí —dije, tratando de llamar su atención.
—¡No interrumpas, humano, este es un asunto familiar! —gritó Astaroth.
Ella le empezó a susurrar cosas a su aparente hermano. Su voz era tan baja que nada fue audible.
—Oh… ¿En serio?… Comprendo, es una lástima… Sí, está bien… Entiendo, no te preocupes.
Fue cuando entonces los dos me miraron a mí.
—¿Ahora qué? —pregunté, ya no sabía qué más esperar.
—Nada que te concierna —respondió la súcubo, bajando a Beleth al suelo.
—Así es, información personal —secundó el gato—. Oh, de seguro debes estar preguntándote si somos hermanos de verdad o no.
—Ah, no, no, claro que no. Bueno, tal vez solo un poco, pero no es como si la duda me estuviera carcomiendo la cabeza todo este rato. Digo, quizás, pero no creo, la verdad es que no me interesa saber el parentesco que tengan. Siendo honesto, a mí no me quita el sueño la vida de los demás, así que no me preocupo para nada, créanme.
—Somos hermanos de sangre —confesó de repente la súcubo.
—¡¿Qué?!
—Hmh —El gato asintió varias veces con la cabeza—. Medios hermanos para ser exactos. Me presentaré de nuevo: mi nombre es Beleth von Goetia, mi madre era una gata común, nuestro padre es… Digamos un demonio habitante del infierno; eso me hace mitad gato mitad demonio.
—Qué padre tan travieso: tuvo como hijos a un gato parlanchín y a una súcubo con ciertos problemas temperamentales… ¿Algo más?
—Bueno, no somos los únicos —reveló Beleth—. Espera y tal vez conozcas a los demás.
—¿Demás?
—S-Solo somos unos cuantos… —respondió Astaroth, jugando con sus dedos.
—Seh, solo «unos cuantos»… —afirmó Beleth.
Provine de familias numerosas, varios tíos por lado de mi madre y otros tantos por lado de mi padre, ni se diga de mis abuelos que de seguro cada uno fue uno de muchos. Yo tenía una hermana así que nunca he tenido la experiencia de provenir de una familia grande. No sé porque, pero sentí que en el caso de Astaroth y el gato era dos de quince, tal vez veinte a lo mucho, pero tal vez estaría exagerando.
—Vaya… No creo que su padre se emocione al ver la pensión alimenticia.
Espero algún día no tener que lidiar con más demonios aquí en la casa. Con dos ya era suficiente, pero un pandemónium… No, no quise ni pensarlo.
—En fin, humano, a lo que vine —dijo la súcubo—. Ya es de noche y vine a cumplir mi parte del contrato. ¿O qué? ¿Me dirás que hoy tampoco dormirás?
—Todo lo contrario. Tengo tanto sueño que pensaba dormirme justo en unos momentos. Haberme desvelado afectó mucho mi desempeño, necesito un descaso.
—Como veas, humano.
Di un gran bostezo. Ya no aguantaba más el cansancio, lo único que quería por el momento era ir a la cama y descansar. Fue lo que hice, me acosté y me acobijé. A mimir, como dirían algunos.
—Buenas noches —dije.
—Qué tengas dulces sueños —dijo Beleth—. O lo que sea que hayas pedido.
—Mi trabajo aquí ha terminado —dijo Astaroth—. Ahora tengo que ir a atender a mis otros cientos de clientes.
—Adiós… —dije.
Un último bostezo hizo que mis parpados se fueran cerrando poco a poco. De un momento a otro me había despertado en el mundo de mi sueño. Suzy estaba acostada en mi piernas, sin tener rastro alguno de los peculiares hermanos.
El sueño que había pedido se cumplió con éxito. No me encontraba en mi cuarto normal, más bien me encontraba en una cabaña, ubicada cerca de un bosque. Qué decir, el lugar era sencillamente tranquilo, el ruido era inexistente salvo el de una cascada que se escuchaba al fondo. Era un lugar en verdad tranquilo, algo así necesitaba para despejar mi mente.
Suzy y yo fuimos al exterior, explorando el lugar. No sé si pudiera haber límites dentro de mis sueños, pero por lo menos puedo decir que el lugar fue vasto. Qué lugar tan perfecto, ojalá Astaroth se hubiera quedado aquí para pasar un rato juntos, pero entiendo que es alguien muy ocupada. Astaroth… Dentro de todo me alegra mucho haberla conocido. Se me ha hecho agradable su presencia y mi vida ha sido cuanto menos amena.
Si tuviera un sueño que quisiera que se convirtiera en realidad… sería tener una amiga.
Una amiga… ¿Astaroth una amiga mía? Lo veo complicado, a nivel personal la desconozco, mantenemos una relación «profesional», «socios», pero más allá de eso no había nada. ¿Sería posible qué…?
Suzy ladró, me estaba llamando, tal parece que se encontró con algo. Fui hasta donde ella y, cuando noté lo que descubrió, me quedé sin palabras. Esto… no lo soñé yo, de eso estaba seguro, pero estaba aquí por alguna razón. Había un enorme huevo, de un metro de altura.
¿Qué carajo? La próxima vez que vea a Astaroth le preguntaré sobre esto.
—Max…
¡Una voz susurrante! Al igual que la de Beleth, esta sonaba dentro mi cabeza, así mismo también desconocía de quien se trataba esta ocasión. ¿Más demonios? No por favor.
—Únete Max…
¿Ahora qué estaba pasando? Nunca estaré en paz, siempre habrá algo que irrumpa mi tranquilidad.
—Únete… ¡Únete! ¡¡Únete!!
—¡Aaaaahhhh!
Desperté. Mi sueño se había terminado, me encontraba en la vida real. Revisé mi celular, eran las dos de la mañana. La súcubo y el gato naturalmente ya no se encontraban aquí, así que por el momento no era posible preguntarles que era lo que acababa de pasar… Un momento, ¿qué fue lo que soñé? ¡Aaaaggh! ¡Se me acaba de olvidar!
Me volví a dormir, esta vez ya no tuve ninguna pesadilla.
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