Mi novia es una súcubo - 1
Las súcubos.
Dicho de un espíritu, diablo o demonio: Que, según la superstición vulgar, tiene comercio carnal con un varón, bajo la apariencia de mujer.
Bueno, eso es básicamente como otras razas nos describirían a las de mi especie, aquellas chicas que andaban de aquí para allá en busca de la vitalidad de esas bestias tan sucias, feas, viles y repulsivas llamados hombres. Un trabajo muy arduo sin duda alguna, más si lo haces por compromiso a la sociedad como una servidora.
Me explicaré. A cambio de cumplir los deseos más lascivos de nuestros clientes, tomamos un poco de su vitalidad. Ehhh… Digamos que es nuestra forma de alimentarnos; no es obligación para nosotras el comer o beber, pues simplemente haciendo eso resulta efectivo para seguir viviendo. Sin embargo, si había algo seguro es que había demasiada competencia.
Este negocio se volvió tan complicado que se trataría de todo un mundillo. Con mencionar que existían sociedades que protegían los derechos de las súcubos, por lo que si te metías con un cliente que no era tuyo… ¡Bum! ¡Demanda! No mentía al decir que se puede encontrar demasiada toxicidad en el ambiente laboral, por lo que trataba de alejarme de aquellas quienes quisieran perjudicarme. Pero lo peor de todo es que yo no soy una súcubo cualquiera, oh no no no no.
Yo soy…
—¡Buenas noches, Princesa Astaroth!
—¡¡Aaaaaah!!
De repente escuché la voz de una compañera de trabajo, justo a mi derecha. Sí que me sacó un susto esta tipa, ¿qué acaso no vio que me encontraba concentrada? Por los pelos de Dante, ya no hay respeto en estos días.
—Ay, perdón, ¿la asusté? —preguntó preocupada. Se tapó la boca, mostrando genuino arrepentimiento.
—¡No, boba, claro que no me asustaste!
—Menos mal, creí que sí.
—¡Estoy siendo sarcástica!
—¡Ay, lo siento mucho! ¡No era mi intención, lo juro! —Hizo varias reverencias, parecía muy preocupada.
—Ya, no le des importancia…
Como decía, yo soy ni más ni menos que Astaroth von Goetia, hija del rey del infierno, Lucifer, por ende una princesa. ¿Sobra decir que cuento con un total de setenta y un hermanos? No lo sé, pero puse el dato por si acaso. En fin, al ser una princesa la gente solía esperar mucho de mí, pero al mismo tiempo existía demasiada envidia así como un desprecio hacia mi persona. Si llegase a cometer un error créanme que las críticas y las burlas llegarán a mí más rápido que lo que tarda un padre humano en ir por los cigarros.
—¡Aaaaaah! ¡Es demasiada presión! —grité a los cuatro vientos, con las manos en la cabeza.
—¿Princesa, está bien? —preguntó mi compañera, quien correspondía al nombre de Lala.
—¡Por nada del infierno dejaré que se burlen de mí! ¡Les demostraré lo que puedo hacer y les callaré la boca a todos!
—¡Así se habla, princesa! ¡Le deseo mucho éxito!
Entonces volé lo más rápido que pude, tratando de buscar algún hombre que no estuviera bajo el contrato de otra súcubo. La ciudad era demasiado grande, según leí al parecer esta se trataba de una de las más pobladas del mundo, la verdad es que siempre me sorprendía que siguiera habiendo mucha actividad a altas horas. Era una noche muy bonita sin duda alguna, la luna brillaba muy alta en el aposento y la fresca brisa soplaba.
Volé y volé. Surqué los cielos a toda velocidad hasta que por fin pude sentir un olor peculiar. Era sin dudas la energía de un hombre virgen, alguien que no ha tenido suerte con las chicas. ¡Sí, di con el pez gordo! Me dirigí con rapidez hasta el hogar de quien emanaba tanta vitalidad, abrí la ventana y al entrar a la habitación lo vi, a mi primer cliente de la noche, acostado en su cama… ¿Llorando? Estaba en posición fetal pero seguía despierto, sollozando. Tenía puesto unos audífonos y podía alcanzar que escuchaba alguna una melodía triste que estaba fuera de mi conocimiento.
En ese momento tuve un sentimiento extraño. El aura de este tipo era inusual, un cosquilleo en el fondo me decía que él no era como cualquier otro. Solo pensé que pudiera tratarse de un cliente inusual, pero basta de distracción, yo solo haré mi trabajo y me iré.
Tosí para llamar su atención. Cuando volteó su rostro hacia mí, pude ver sus ojos. Estaban llorosos, poseedores de una tristeza profunda. Sea lo que sea que haya pasado, mínimo una alegría podré ser capaz de traerle a este sujeto.
Comments for chapter "1"
QUE TE PARECIÓ?
Me siento sucio leyendo esto jajaja, está valiendo la pena Bv
Que triste lo de llorar en posición fetal. No pensé que el mundo laborar de las súcubos también fuera tan duro. Fomentemos el libre comercio>:)