Mi novia es una súcubo - 2
—¿Quieres ser mi novio? —preguntó la hermosa chica frente a mí.
—¡Sí! ¡Sí quiero ser tu novio! —respondí de inmediato con toda la felicidad del mundo.
Y entonces desperté del sueño…
¡Hola! ¿Qué tal, cómo están? Espero que bien.
Antes que todo, me presento. Yo soy un chico de nombre Max Vega. Vivo en México, cuento con dieciocho años y estoy cursando el primer semestre de la universidad. Me metí a estudiar la carrera de diseño gráfico, aunque honestamente estaba muy indeciso a la hora de escoger. Nunca supe muy bien cómo sería mi futuro, pues estaba inseguro con respecto a que era lo que quería ser en esta vida.
Mi vida es, por decirlo de alguna manera, normal, pero tirándola a aburrida y monótona. ¿Qué se esperarían de la vida normal de un tipo como yo? Nada. Me gustan lo mismo que a muchos otros sujetos como yo: el manga y el anime. En mi clase había sujetos como yo, todos unos malditos frikis del mundo audiovisual japonés. También había chicas, pero ninguna que se interesara en mí. Nunca en la vida me le había declarado a una chica, jamás tuve una iniciativa de tal magnitud, con excepción de una sola vez…
«Quiero que nunca me vuelvas a hablar».
Mi corazón se rompió en mil pedazos desde aquella vez, y tal como ella me lo pidió, procuré nunca volverle hablar. Y ahora aquí estoy, escuchando música triste como las de José José o las de Juan Gabriel, mirando el techo de mi cuarto, llorando porque nunca en la vida alguien podría fijarse en mí.
—Ja, ja, ja… Qué tonto fui —dije, mientras mis ojos no paraban de segregar lágrimas.
Mis amigos constantemente me decían que ella no era la única, que existían millones en este mundo. Y es cierto, sé que ella no la única chica, pero este dolor no parece sanar. Solo buscaba algo bonito, nunca pensé que estaría llorando en posición fetal.
¿Qué tengo que hacer para conseguir a alguien que se fije en mí?
—¡Ajem, ajem! Buenas noches, humano.
De repente, de la nada, escuché una voz dentro de mi cuarto. Una voz femenina que no sonaba ni a la de mi madre, ni a la de mi hermana, mucho menos a la de mi padre; simplemente no podía identificar de quien procedía ese tono. Giré mi cabeza rápidamente hacia la procedencia de aquel sonido, viendo algo que me dejó pensando si poseía esquizofrenia, si tenía delirios de tanto ver anime o si había consumido alguna sustancia que me llevó a la quinta dimensión.
—Vaya, hasta que por fin volteas.
En la ventana de mi cuarto se encontraba una chica desconocida, más o menos de mi edad. No obstante, no se trataba de una chica común y corriente, oh no. Esta singular muchacha destacaba por varias razones: tenía alas oscuras hechas de escamas al parecer, cuernos en la cabeza como las de un carnero, una larga cola que terminaba en una punta. Casi no vestía ropa, por lo que mostraba alrededor de un noventa por ciento de piel; tenía un buen cuerpo, nada que envidiarle a cualquier a otra mujer. Su cabello era largo, lacio y de color rubio, mientras que sus ojos eran rojos.
—Sabía que al huevo de cafetería le ponían algo raro —comenté, en voz baja.
—¡¿De qué hablas, maldito humano?!
Llamar a la policía no serviría de nada, en este país no tiene tanta efectividad, sobre todo si le digo que quien invade la morada se trataba de una chava demonio. Viéndola detenidamente, parece como si saliera de algún anime, aunque claro, de proporciones faciales realistas. Irónicamente «realista» era la palabra que menos utilizaría para una situación como esta. Ya, en serio, ¿qué diablos está pasando? Por alguna razón no me siento asustado, es como si quisiera que algo como esto pasara. Digo, ¿quién no quisiera ver a su waifu en la vida real? Aunque bueno, esta chica no parece ser un personaje ficticio que haya visto antes, además, parece no estar de buen humor.
—¡¡Humano, te estoy hablando!!
—Shhh, baja la voz —susurré, enojado—. Mis padres están durmiendo en la otra habitación.
—¡¡Cállate tú!! —gritó, apuntándome—. No sabes con quien te estás metiendo.
—Tampoco es que quiera saber. ¿Quién eres? ¿Qué haces en mi cuarto y por qué estás vestida así? Bueno, apenas y estás vestida…
En eso lo pensé un poco. La inseguridad en este país puede ser un poco blanda, así que tal vez se trate de una ratera, ¡o mucho peor! ¡Tal vez se trate de una secuestradora o asesina! ¡No puede ser! ¡Jamás había estado en una situación como esta, no sé qué hacer!
Me quedé tieso, completamente, sin realizar ningún movimiento. Tal vez sea malo, pero si hago un acto repentino puede que esta extraña me haga daño. Debo… Debo… Debo de hacer algo, pero que sea inteligente.
—¿Estás bien, humano?
Vaya, ¿una secuestradora que se preocupa por el estado de su víctima? Hemos progresado como sociedad.
—Ah, bueno, solo quiero hacer esto rápido —suspiró, dándose una facepalm—. Escucha, humano, no sé si lo sepas pero como estás viendo yo no soy como tú. Soy una súcubo, una demonio que se encarga de drenar la energía de los hombres a cambio de cualquier sueño, por ejemplo, hacer eso que los de tu tipo jamás han experimentado.
¿Una súcubo? ¿De verdad estoy ante una legitima súcubo y no una cosplayer que se le zafó una neurona? Quien sabe pero mejor le sigo el juego por mientras, tal vez sea lo mejor por el momento.
—¿Cualquier sueño?
—¿No escuchaste acaso? ¡Cualquier sueño!
¿Acaso es una vendedora de drogas? No sé, no debo confiarme. No quisiera encontrarme con algo que no termine gustando.
—¿Y por qué yo?
—¡No te creas especial! Tú solo fuiste el primero de todos tras una incesante búsqueda. Pudo haber sido cualquiera.
—¿Pero hay pautas o algo así?
—¡Solo el que seas un maldito virgen! ¡¡Ya cállate!!
Que ya me calle… Es doloroso escuchar esas palabras, parece que a nadie puedo contentar.
Esta supuesta súcubo y posible nudista chasqueó los dedos, apareciendo de la nada lo que parecía ser un papel enrollado, tipo de los que se usaban en el medioevo. Ella lo desenrolló y empezó a leer.
—¡Ajem, ajem! Por medio de este contrato hago saber que yo, la súcubo Astaroth von Goetia y princesa del infierno, presto mis servicios para generar un trueque con el presente macho, absorbiendo su vitalidad a cambio de cualquier sueño que sea de su agrado, sin restricción alguna. Una vez el macho humano firme se volverá cliente exclusivo de la súcubo en cuestión, sin derecho alguno a recurrir a las prestaciones de cualquier otra súcubo. De lo contrario, el firmante será castigado a una eternidad en el infierno.
—¿Esto va en serio? Estoy pensando a creer que es broma. ¿Dónde está la cámara?
—¡Solo firma el contrato! —espetó, restregándome el papel frente mío.
Santo cielo, ¿esto va en serio? ¿Acaso estoy alucinando o algo? Este papel se sintió tan real como la vez en la que me rompieron el corazón. Pero bueno, seguiré la corriente por si acaso. Cuando vea la oportunidad escapo, o lo que sea.
—Dijiste que a cambio tendría cualquier sueño de mi agrado, ¿no? —pregunté.
Sin embargo, si llega a ver la posibilidad de que todo esto sea real, tal vez no resulte tan malo después de todo.
—Así es, puedes cumplir el sueño que siempre has querido, porque así de patético eres. Yo absorbo tu vitalidad y tú tal vez puedes soñar que una mujer te quiere, es un ganar-ganar —Se cruzó de brazos, orgullosa.
Soñar lo que yo quiera… Aunque sea solo dentro de mis sueños, prácticamente lo podré ver como si fuera la realidad. Y definitivamente sé que es lo que quiero soñar, aquello que siempre amé pero que terminé perdiendo. Pensar en ello no hacía más que poner un estúpida y gran sonrisa en mi rostro.
—Tu cara me da miedo, humano.
—Está bien, acepto la oferta, ¿qué más me queda en esta vida? Pero espera, no tengo bolígrafo a la mano.
—Dame tu mano —Me dijo ella, quedándome perplejo—. ¡Que me des tu mano!
—Ah, sí…
Extendí mi brazo y ella, en un acto sorpresivo, me mordió un dedo.
—¡Auch! —Traté de no gritar tan fuerte, no quisiera llamar la atención de mi familia o incluso la de mis vecinos.
Noté que salía sangre de la herida que me provocó la mordida.
—Listo, firma —Casi que ordenó, con una voz indiferente.
—Hmmm…
No me está agradando esta nudista pero bueno, estoy hablando con alguien que apareció de la nada en mi cuarto y volaba.
Con mi dedo ensangrentado, firmé el contrato. Todo estaba escrito en una letra inentendible, supuse que sería alguna clase de lenguaje universal en el infierno, a pesar de que esta chica hablaba perfecto español con un acento como el de cualquier persona de por aquí.
—Por cierto, mencionaste que eras una princesa —dije, algo cansado.
—E-Espera, ¿yo… dije eso? —La noté nerviosa.
—Sí, aunque… tengo tanto sueño que no presté mucha atención. ¿Eso es cierto o…?
No pude completar mi pregunta, pues me interrumpí a mí mismo con un gran bostezo. No podía evitarlo, el día en la universidad fue tan cansado además de que tuve que hacer demasiada tarea, que solo pensaba en dormir. Mi cuerpo y mente ya no podían más, así que solo empecé a cerrar los ojos y a recostar mi cabeza en mi cómoda almohada.
Al poco tiempo abrí los ojos. A partir de este momento experimenté cosas raras; primero, estaba el hecho de que no me sentía cansado, al contrario me sentía con las energías repuestas.
—¿Un sueño? —Me levanté de la cama y decidí abrir la ventana, pero al hacerlo, me encontré con algo que me sorprendió—. ¡¿Qué diablos?!
Normalmente cuando abría la ventana por las mañanas esperaba encontrarme con el sol saliendo por el horizonte, las casas vecinas y la calle, pero nada de lo anterior. Ante mi vista estaba un entorno completamente en blanco. ¡Me encontraba en la nada!
—Efectivamente, estás en tu sueño —Escuché una voz detrás de mí. No pudo ser otra más que la súcubo.
—¡¿Sigues aquí?! —Volteé de inmediato—. ¿Cómo qué este es mi sueño?
—En la vida real sigues dormido, tu cuerpo se encuentra acostado teniendo un placentero descanso. Pero espiritualmente te encuentras en el sueño que me pediste a cambio de tu vitalidad. La pregunta es, ¿qué fue lo que soñaste?
—Bueno, yo… —Me rasqué la cabeza. Podía soñar lo que sea que yo quería y eso fue lo que hice, pero no veo rastro de que se haya cumplido.
—¡¡¡Waaaaaaaaaaaaah!!!
Un grito retumbó mis odios, uno desgarrador hecho por la súcubo, quien se ocultó detrás de mí.
—¿Qué pasa? —pregunté, a lo que ella solamente apuntó la causa de su temor.
Cuando miré hacia la dirección en la que ella señaló, vi algo que simplemente no pude creer.
—No puede ser… —murmuré, incrédulo ante lo que mis ojos veían.
—¡Aleja esa bestia de mí!
—No es una bestia —Quise llorar, pero trababa de aguantarme. Me agaché y la vi más de cerca—. No es una bestia, es… es… ¡Es Suzy!
Suzy, así se llamaba la mascota que me acompañó durante ocho años de mi vida. Se trataba de una perra raza Border Collie, quien moriría tras que se infectara de una enfermedad hacía ya un año. La empecé a acariciar y abrazar, mientras que ella me regresaba el afecto. La sentía tan real que juraba que esto no podía ser un sueño, esto… esto…
—¡Suzy! ¡Como te extrañé!
No pude aguantar más, empecé a llorar.
—Humano… ¿Este fue el sueño que pediste? ¿Reencontrarte con tu mascota?
—Sí —contesté mientras limpiaba mis lágrimas—. ¿Acaso estaba prohibido? Si es así, no me importa que me…
Ella me hizo una ademán, pidiéndome que parara de hablar.
—Si esto es lo que querías está bien, no tiene nada de malo. Puedes pedir todo lo quieras sin restricción alguna, sin embargo de todas formas tendrás que darme de tu vitalidad como parte del contrato.
—Está bien, no me importa con tal de ver a mi querida Suzy.
—Bien —Ella se cruzó de brazos y dio la media vuelta, dándome la espalda. Juraría que noté unas lágrima en su rostro—. Yo me retiro, humano. Tengo que seguir buscando más clientes, pero volveré todas las noches como parte de nuestro contrato exclusivo.
—Entendido.
Se echó a volar por la ventana, dándome a entender que salió de mi sueño. Mientras tanto, yo continué jugando con mi querida mascota.
Era cierto, podía haber pedido cualquier otra cosa, pero no me retracto. Aunque sea un sueño, aunque mi mascota en la vida real ya no esté con vida, el cariño que ella me da no tiene precio. Eso sí, no espero pasarme viviendo sueños, pues también tengo pensado enfrentar la realidad.
Comments for chapter "2"
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Dicksad B»v