Mi novia es una súcubo - 3
La luz entraba por la única ventana de mi cuarto. Abrí mis ojos y esta vez me encontraba solo, no súcubo y no mascota; la soledad era más presente que nunca. Pensar que tuve un encuentro demasiado inusual y seguido de eso un sueño hiperrealista. Por más que pensara que lo de anoche pudo haber sido ocasionado por el cansancio o por alguna sustancia extraña, siendo sincero… la verdad es que me sentó bien. No lo voy a negar, fue una experiencia que me vino en momentos en los que más necesitaba sonreír.
Seguía dolido por las palabras de la chica que me gustaba, un dolor que no sanará muy pronto, pero que poco a poco las cicatrices irán cerrando. Si es verdad lo que dijo esa súcubo, que vendrá cada noche a conceder mis deseos aun sea en formas de sueños, entonces será una buena manera de recuperarme. No solo eso, hoy se trataba de un día normal de universidad, por lo que habrá que prepararme y asistir como lo era la rutina regular. Veré a mis amigos y veré si existe la oportunidad de contarles de la manera más sutil lo sucedido, chance y tal vez les habrá ocurrido la misma situación.
Una hora más tarde en la uni, ingresé al salón de clases, saludé a mis amigos y me senté en mi lugar habitual. Aún no llegaba el profesor de la primera materia del día así que tuvimos tiempo para charlar.
—¿Alguien hizo lo de programación? —preguntó Genaro Ziga, caracterizado por ser un gordito bonachón.
—¿Qué era lo de programación? —Quiso saber Edsel Fano, el «fiestero» del grupo.
—Era hacer una sistema para cobranzas —respondió Nelson Torrecilla, el listo—. Fue un poco difícil, tuve que investigar y ver muchos tutoriales para poder hacerlo. Y eso que es de lo más básico que veremos en el semestre.
—Solo es una actividad, no afectará mucho —dijo Edsel, despreocupado, con los antebrazos en la nuca.
—Exacto —secundó Genaro.
—Chicos, ¿hicieron lo de dibujo? —preguntó Danae de León, una chica muy simpática.
—¿Qué era lo de dibujo? —Edsel, una vez más, no mostró mucha preocupación.
—Dibujar a una persona —respondió Nelson—. Estuvo muy fácil, la hice en cinco minutos.
—Yo también pero no sé si la hice bien —Danae enseñó su libreta para dibujar.
—Está chido —comentó Edsel—. Yo ahorita la hago en corto —afirmó, chasqueando los dedos.
—Te quedó muy padre —dijo Genaro.
—¡Gracias! —expresó Danae con una sonrisa—. A ver el tuyo, Max.
No dejaba de pensar en lo de anoche, realmente fue emocionante volver a ver a Suzy, tocarla y sentir su suave pelaje. A pesar de lo alocado que pudiera parecer, realmente no me sentía preocupado o algo por el estilo, siento que no había nada de lo que temer.
—¿Max?
Además de eso, mi mente tampoco dejaba de pensar en la chica que me rechazó. Era alguien que me gustaba por varios años, me pareció muy hermosa la primera vez que la vi y a pesar de haber tenido una sola conversación de cinco minutos, me quedé flechado. Pero como dicen, nada era para siempre, por lo que si de algo dudase ahora mismo era de mi sentimientos. O sea, lo natural sería dejar de pensar en ella y seguir mi vida, pero imposible, me era difícil. Quisiera, pero no me parecía posible.
—Max —Oí la voz dura de mis compañeros. Volteé la cabeza hacia ellos y al parecer no les presenté demasiada atención, concentrado en mis pensamientos.
—Ah, perdón —dije, sacando mi tarea de dibujo para enseñárselos a mis compañeros.
No era la gran cosa, pero aun así me dijeron que era un buen trabajo. Naturalmente les agradecí.
—¡Anímate, Max! —exclamó Edsel, dándome palmadas en la espalda—. ¡Ya vendrán otras! ¡Viejas hay muchas!
No dije nada, no tenía palabras qué expresar y aun si las tuviera, me las hubiera quedado para mí solo. Mi compañero tenía la razón, chicas las había en millones, pero habiendo tantas dudo que encuentre una que me quiera. Pues dentro de todo nunca me he considerado un buen partido. Cada vez que me he mirado al espejo, me es imposible ver al chico deseado de cualquier chica. Sí, me resigno a ser un perdedor.
Si tan solo hubiera una que me quisiera.
Una sola.
Una.
Horas más tarde, había arribado a mi hogar después de un largo y ajetreado día de clases. Sobre la situación de la súcubo decidí no contárselo a ninguno, sería estúpido y carente de lógica para alguien cuya vida no está tan trastornada. Sería algo que me quedaría para mí mismo; supongo que así era mejor.
Una vez adentro de mi cuarto, tiré mi mochila como si se tratara de la personificación de la vida misma y me aventé a la cama de cara contra el colchón. Era notorio el dolor de estrés en mi espalda, pues cientos de tareas, actividades y demás proyectos estaban próximos a entregarse, mismos que aún no he empezado. ¿Qué será de mi vida una vez acabe la universidad? Si es que la acabo, claro está, a veces dudo de que lo pueda lograr.
De repente sentí un peso sobre mi espalda, pero uno ligero. Seguido, una de mis orejas empezó a sentirse húmeda pero cálida al mismo tiempo. Una sensación familiar.
—¡Suzy!
Me acomodé en posición fetal y vi a mi mascota fallecida, lambiéndome la cara. Una vez más, la sensación de su lengua era hiperrealista, por lo que esto solo significaba una cosa. Cargué a Suzy y me dirigí a la ventana, viendo el mismo escenario de la vez pasada: la nada misma, totalmente blanco. Me había quedado dormido y ahora estoy dentro de mi sueño, algo que se me hizo raro pues nunca vi a la súcubo llegar.
Tan solo pensar en ello mi celular vibró y emitió un sonido, me había llegado una notificación al parecer. Cuando revisé la pantalla, noté que era un mensaje a través de una aplicación que nunca en mi vida había escuchado, visto o sabido de él. Se llamaba Hell’s Messenger, teniendo como ícono un diablito. El remitente del mensaje era no otra persona más que Astaroth, diciéndome lo siguiente:
«Humano, no te lo conté pero esta es la aplicación oficial del infierno. Lo usamos para comunicarnos entre nosotros los residentes así como con los humanos. Tu contacto lo obtuve automáticamente cuando firmaste el contrato, por lo que podemos mantenernos comunicados por si algo sucede. Tengo otra aplicación que me indica cuando un cliente mío se haya quedado dormido fuera de mi horario de trabajo, en este caso tú. Quiero afirmarte que en el contrato que firmaste existe una póliza en la que no estoy obligada a concederte un sueño si un caso así pasa, dándome el derecho de tomar mi dosis de tu vitalidad diaria directamente. Tranquilo, no es algo malo, no hiciste algo que conlleve un castigo; no eres el primero ni serás el último, es algo común. Por lo tanto, con esto te digo que esta noche no pasaré a tu hogar. Eso sí, pareciste disfrutar la compañía de tu mascota la vez pasada así que te doy la oportunidad de estar con ella. Nos vemos mañana.»
«No te preocupes, Astaroth, yo lo entiendo y muchas gracias!!! Nos vemos mañana!»
Comments for chapter "3"
QUE TE PARECIÓ?