Mirada de dragón - 2
Perspectiva de Brayan:
Hoy los dos fuimos a desayunar con nuestros amigos, los dragones y dos parejas de amigos más. La carne de seis conejos, el café también tienen algo de fruta entre ellas granadillas; no hablamos más que del clima, el cual fue igual que ayer de modo que no fue una conversación larga. Al terminar mi encanto y yo volvimos a la biblioteca, la mansión donde se encuentra tiene cinco pisos hecha de bloques de piedra; el diseño de esta propiedad desentona del resto luciendo casi como un templo tribal; que a dentro tiene algunos muebles y decoraciones en madera… el diseño el príncipe lo vio en un lugar apartado del imperio y decidió hacerlo igual. Como notaran este territorio es basto y tenemos una gran diversidad cultural.
Tras un rato de limpiar volví a mi lectura nada concentrado, es de esos días donde solo puedo pensar en el pasado como en la incertidumbre del presente.
–El tema de las líneas. Pensar que todo es tan simple y complejo. Era mi trabajo soñado. Desarrollar esta magia fue el trabajo de años de estudio, práctica y preparación –lo menciono con una expresión serena, voz decepcionada y mirando al suelo.
De uno de los bolsillos de mi pantalón tomo con mi mano izquierda, pues soy zurdo, un collar con un prisma el cual activo, mi ojo visible brilla de celeste, este cristal hace que en las palmas de nuestras manos derechas aparezcan unos símbolos hechos con líneas, las mías son azules y parecen un copo de nieve cual miro fijamente. Yo mismo elegí tanto el color como la forma, las de mi encanto son rojas y parecen una llama.
Trato de seguir limpiando ya que no logro interesarme en mis libros, pero no puedo y mi encanto lo nota, veo preocupación en sus ojos, ahora en su situación o nuestra situación, no es capaz de decirme algo.
–Pensar que solo se logró marcar a menos de mil personas… pero sin poder alejarnos de la barrera sin saber qué podría pasar, no hay más que hacer –la tranquilidad de mi voz es falsa, es más decepción, frustración ya inocultable. Ahora la barrera que debía protegernos es también el límite de a dónde podemos ir.
En todo eso tuve el collar en las manos activo, me tomo unos minutos dejar de usarlo y guardarlo. Tras un rato la preocupación de mi encanto solo fue en aumento y me arrastro a los jardines, en el lugar se encontraban varios conocidos ocupándose del lugar de acuerdo a precisas especificaciones.
Es regado por una fuente de agua que viene de lo más alto de la propia mansión cayendo como una pequeña cascada que se convierte en un riachuelo. Los hombres usan camisetas y pantalones de tela, las mujeres usan blusas y faldas largas a los tobillos. Esta situación nos tiene sin poder preocuparnos de moda alguna. No muy lejos hay unas cinco colmenas de abejas, en unos árboles a las que un apicultor está revisando al menos dijo que sabe del cuidado de esos animales.
–Qué bueno es ver como por fin estamos entendiendo como hacer esto. Supongo que es un logro –nuevamente intento sonreír infructuosamente mientras hablo, debo verme lamentable. Supongo que pensó mi encanto que necesito aire fresco.
Todos me dan la razón con risitas curiosas menos mi encanto proyecta un aire distante, supongo que no desea que los demás noten su preocupación; todos siguen con su trabajo en los jardines en total normalidad.
***
Perspectiva de Carlos:
Algo que me ayuda a distraerme es ir a nadar, vengo a este lago artificial el Pozo Claro desde, según mis abuelos, mi concepción; mis padres lo niegan siempre. Aunque como notaran por el patrón que sigo y mi alta exigencia este no es un nado recreativo. Me gusta estar en forma y como dragón es una obligación. Al cansarme y volver a la orilla notaran que además de tener el cabello suelto me encuentro desnudo, no hay nadie al rededor y que importa.
Mirando mi reflejo en el agua puedo ver el arete de oro del que cuelga la perla en mi oreja izquierda, en el reflejo también veo a mi izquierda un anciano dragón albino, claro, de cabello corto a los lados de la cabeza, la parte superior está vacía hace mucho, ojos rojos de pupila rayada sin novedad, tez morena; de 1: 80 centímetros, usando lo que yo tendría que llevar puesto un samue azul oscuro; es decir una camisa y un pantalón tipo kimono, tiene un bastón de un metro de largo de madera castaño claro en cuya empuñadura esta incrustada una piedra esférica amarrilla, de modo que lo sujeta por medio de una dragonera roja, que es la cinta que sale de cabo de la empuñadura.
–Es duro ser un dragón sin importar donde naces –el anciano habla con una voz que demuestra tanto serenidad como sabiduría, está mirando al agua en vez de a mí. –No crecemos como los otros en ningún sentido. Tardamos un poco más que el resto en madurar mentalmente y nuestro proceso de maduración física es compleja –el anciano mueve sus ojos para mirarme, si es un hábito de todos solo mover los ojos. –Tu cuerpo crecerá cada vez más rápido, sentirás y desearas muchas cosas para las cuales no estarás listo en años –queda en silencio como esperando respuesta un momento.
– ¿Por eso no entiendo a mis padres, maestro Didier? –le pregunte serio mirando fijamente el reflejo del agua.
–La verdad es que los padres no se suelen entenderse ni ellos mismos… Experiencia –mi maestro Didier me respondió con la misma serenidad, cruzando sus brazos.
Respiro profundamente recuperándome del esfuerzo físico, la imagen de mi maestro permaneció un rato en el agua.
***
Perspectiva de Brayan:
En la zona urbana en un restaurante o quizá un bar, no lo tengo claro, estamos ayudando con el fuego en un horno de metal mientras los demás preparan los ingredientes de lo que será una sopa, de pie en una gran y larga mesa. De apoco llegan otras personas para un total de veintitrés, jóvenes y niños. De apoco nos estamos animando a reunirnos en grupos más grandes.
–Este almuerzo sí que se está demorando. Y vamos a acabar hartos de comer conejo en menos de una semana –con voz tranquila le hablo a todos; tras un momento de silencio pregunto al aire fastidiado – ¿Cómo se pudieron descuidar tanto con esas sabandijas?
Todos siguen preparando el lugar para comer, los dragones son los últimos en llegar ella se a amarrado el cabello dejando ver sus orejas las cuales son largas terminando en punta, y él usa su camisón café oscuro y su bermuda negra holgadas, hoy traen una mirada distante. El almuerzo entre todos es muy tranquilo, hoy no hay conversación, hasta que alguien murmura sobre lo que ocurrirá fuera de la barrera y el resto lo mandan a hacer silencio. Luego se habla de la realización de diversas tareas durante el día, como no es raro ni extraño todos respetan a Carlos y Vanesa, no los miran fijamente y se refieren a ellos como《don》y《doña》
Tras comer Carlos va a uno de los parques dos niveles abajo de donde nos encontramos caminando por un buen rato hasta una pequeña torre de 12 metros castaño oscuro con una gran gema o cristal translucida en su cima, yo muy serio estuve detrás de él durante todo el camino. Sin hacer preguntas o ruido alguno, me limite a seguirlo, después de todo él no me pidió acompañarlo.
– ¿Por qué has venido aquí? –algo curioso le pregunto, manteniendo los brazos detrás de la espalda, los tuve así todo el camino.
–Este es nuestro límite debajo de la montaña; solo un par de metros –Carlos me responde con un tono más suave a lo usual, mirando fijamente la torre.
–Si salimos de este límite seremos presa de los otros. Para nuestra desgracia esta ciudad es también nuestra prisión ahora –me responde con un tono algo más serio, tocándose la frente con la mano izquierda. No es zurdo, es ambidextro.
– ¿No deseas buscar lo tuyo que está del otro lado? –Carlos me pregunta, bajando la cabeza.
–Sin duda siento un vacío molesto en mí, sin embargo si muero sin obtenerlo no voy a conseguir nada. Aun así ese deseo comprensible e insaciable está presente a cada momento de mi día –alzando la cabeza como si estuviera frustrado le respondo con ese tono apenas serio, mientras termino de hablar cruzo los brazos.
–Solo queremos recuperar lo que es nuestro, solo que ahora ya no tenemos cómo –Carlos me habla alzando la cabeza mirando fijamente la torre.
–Lo perdimos todo, es tan simple como eso –respirando profundo añado. –Solo podemos esperar la muerte –tras decir la última palabra volteo la cara a mi lado derecho para no mirarlo.
– ¿Será lo mismo para los demás? –Carlos me pregunta volteando me a ver, con cierta seriedad.
En ese momento Carlos estira su brazo derecho lo que hace reaccionar a la torre que se levanta del suelo y cuando este mueve los dedos hacia adelante la estructura avanza lentamente alejándose de nosotros unos centímetros. Esto me preocupa mirando todo atentamente mientras delante de la estructura va la barrera que incomoda a los conejos y mueve la yerba hasta que algo bajo la tierra se activa generando varias explosiones las que provocan humo. Asustado y por puro instinto me abalance sobre Carlos tirándonos al suelo, hasta que estas explosiones se detuvieron. Los dos nos levantamos para revisar con cuidado viendo los agujeros que se crearon en unos lugares y como hay clavos y demás cosas enterradas en el suelo como en los conejos muertos o heridos.
Con respecto a las torres estas se encuentran por toda la ciudad, ahora están casi todas en esta área cuando deberían rodear todo Monte Alto uniformemente, la barrera que crean nos protege de una serie de hechizos capaces de afectar la mente de las personas.
–Tengo el corazón helado por la guerra y aun así temo por nosotros –hable mirando a Carlos, apenas más serio y algo agitado por lo sucedido.
–Así es la realidad. Esto es el resultado de nuestros propios actos –Carlos caminando hacia las escaleras, para volver arriba, dijo más para sí que para mí.
–Incuestionable –le hablo intentando calmarme, mientras lo seguí a solo dos pasos. –Volvamos con el resto al centro –nuevamente coloca mis brazos tras la espalda.
–Será así por el momento –Carlos susurro bajando algo la voz.
Supongo que no esperaba que yo lo escuchara, esto ya me altero y tratar de hacer algo como esto de nuevo, no lo permitiré con facilidad.
El resto de la tarde fue completamente tranquilo, casi en la noche mi encanto ayudo a encender algunas farolas, usando un rubí que tiene incrustada en una pulsera de oro en su muñeca derecha, al activar la joya le brillan los ojos de rojo. No es la mejor hechicera, pero con tanto conocimiento mágico en el imperio el estándar es muy alto. Espero que llegue de pie en la entrada de la casa, me niego a considerar este sitio un hogar, nos saludamos con un beso en la boca y entramos.
***
Perspectiva de Carlos:
En la noche estábamos listos para dormir en nuestras hamacas, todo el día estuve inquieto y en ese momento no era diferente.
–Dime mi hibisco ¿Extrañas a quienes están fuera de la barrera? –la mire con cierta intriga, ahora girando no solo los ojos, la cabeza y el cuerpo.
–Claro que sí –ella me respondió abriendo los ojos y quedándose mirando al techo.
– ¿Quieres ir por ellos? –le pregunto como si no quisiera la respuesta que ella me dio.
–Sí, pero tengo miedo de alejarme y no volver. Somos dragones –me dijo tras un breve suspiro, estas palabras la hacen colocar un rostro de preocupación.
–Yo también temo por nosotros –le dije mientras cerré los ojos. Sospecho que metí la pata al tocar el tema.
Esa noche dormí profundamente, una calma que siento rara vez desde hace semanas. Sin embargo uno de los encargados de la vigilancia esa noche, Ana Luz nos contó al día siguiente algo interesante.
Por si preguntan quién es bueno van a identificar a Ana Luz fácilmente usa su cabello castaño en cola de caballo desde que esto empezó, ya no usa trenzas. Maneja arco y todas sus flechas tienen veneno, también se le dan las armas de fuego, pero sabrán que no tenemos pólvora. También podría tener más musculatura, pero se limita a estar en forma.
***
Perspectiva de Ana Luz:
Vigilaba bajo la luna llena mientras soplaba la brisa con fuerza, por la torre que Gra… Carlos había movido vi a una pequeña niña asustada o eso parece al arrastrar una muñeca, estaba sucia y desalineada. Esta tomo algunos cuerpos de los conejos muertos y se los llevo uno por uno, hasta tres niveles bajo, a una casa de dos pisos donde otros niños apenas más grandes hacían un fuego y los cocinaron de manera bastante rudimentaria. Los cuales comieron desesperadamente, por su aspecto no sería extraño que tuvieran días sin comer. Toda una escena lamentable, por precaución me abstuve de bajar del techo desde donde los miraba.
Tras un rato se escucharon a unos perros, esto los puso en alerta levantándose de donde estaban; estos animales son negros de ojos azules, cuyo pelaje tiene ligeros brillos plateados. Supe en el acto lo que eran esas aberraciones y me indigne al notar la total falta de respeto por las leyes.
Al verlos los menores soltaron todo y salieron corriendo, los perros se detuvieron un momento a oler los restos de los conejos, asumo que les ordenaron controlar quienes lo comen, y después siguieron a los ocho infantes quienes corrieron instintivamente hacia la torre teniendo cuidado donde pisan, algunos lugares parecen casi hacerlos tropezar, y solo dejaron de correr cuando estuvieron junto a dicha estructura. Los perros que los siguieron caminado todo el trayecto no cruzaron la barrera, y solo dieron vueltas en círculos hasta que uno activo otra trampa que creo varias explosiones que《mataron》a ese perro, si es que se puede decir de esa manera pues no tiene sangre ni corazón que lata, son pura magia, y los otros huyeron.
Entre la luz del astro de la noche y la luz tenue de la torre vi que estos ocho niños, espero que en verdad no lo sean, pasan por un terrible momento, sentados alrededor de la estructura al aparecer sin saber qué hacer, lo que sus harapientas prendas viejas demuestran es que no tiene poco de esa manera, la preocupación como la angustia era visible en sus rostros; extrañamente todos tienen el cabello muy corto. ¿Qué mentalidad lleva a cortar tan drásticamente una muestra de identidad?
–No esperábamos esto, pero esto es lo que tenemos. Al fin llegamos casi al centro, con suerte nos tendrán piedad –hablo uno de los varones, de cabello negro, ojos negros y tez blanca.
Comprendí su situación como sus lamentos, escucharon una voz engañosa llena de verdades a medias e ilusiones pasajeras.
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