Mirada de dragón - 4
Perspectiva de Brayan:
En la mañana me encontré con que doce nuevos invitados estaban en la mansión, un par de niñeras estaban a cargo de ellos y las interrogue por un buen rato.
A la hora de desayunar me encontré con Carlos y Vanesa en la oficina, habían llegado con ellos, esto despertó mi curiosidad. Mi encanto y yo nos juntamos con ellos, aunque no paraba de preguntarme que diría de eso el príncipe.
–Más personas que lucen como niños. ¿Qué habrá pasado afuera mientras estuvimos inconscientes? –Vanesa sin muchos ánimos abrió la conversación.
–Solo siguen hablando. Las niñeras me comentaron que al parecer los perros fueron creado para evitar que la gente se comiera sin permiso a los conejos, Vanesa –serio le explico, sentándome tras mi escritorio.
–Eso no suena al discurso, pero si a la realidad –Carlos apenas algo serio dijo.
–Espera, no están para comerlos la idea es que sean mascotas para privilegiados –respirando hondo explico. Mi encanto se sentó en el sofá.
–Y la gente tiene hambre –Carlos intrigado comento.
–Puede que la idea de no seguir un gobierno sonara bien, sin embargo es claro que las personas no estaban listos para eso –Vanesa apenas algo seria explico.
–No, mi hibisco. Fue corrupción. No recuerdo bien todo lo que paso, pero sé que les dijeron a todos lo que querían escuchar, y en conjunto nada era realista –Carlos negando con la cabeza le contesto. No pude evitar estar de acuerdo con él.
–Tengo leves recuerdos de todo eso. La cantidad de rumores era una pesadilla. Todo se basaba en el tesoro imperial –les dije serio con una mirada casi de angustia.
– ¿Todos ya tienen sus líneas? –Carlos calmándose me pregunto.
–Desde luego –serio le respondí. Las niñeras se encargaron de eso.
–Dejare la barrera hasta donde está por ahora y usare la carne de los conejos para atraer a más como ellos –Carlos algo fastidiado menciono.
–Te entiendo, pero somos pocos y aún tenemos pocos recursos –Vanesa algo decepcionada le dijo.
–Espera unos días a que estos se recuperen. Así podrán darnos más información –inmediatamente le dije de manera firme.
–Muy bien –Carlos serio me respondió, mientras acentuaba.
Seguimos hablando, dejamos pasar unos días en los cuales los niños aumentan su grosor como su estatura, las niñeras les fueron legando algunas responsabilidades simples. Al parecer nadie aquí puede estar quieto por mucho tiempo.
***
Perspectiva de Ana Luz:
Una noche uno de los más grandes, un varón de cabello negro, salió de la mansión y a pesar de parecer algo perdido por momentos siguió caminando hasta llegar a la torre, salió de su protección y continuo bajando por las calles vacías muy preocupado. Lo seguí de lejos desde que lo note, con toda intención de defenderlo de ser necesario.
Este varón fue caminando lentamente con la cara agachada, llego hasta una casa de tres pisos donde busco a un grupo de quince niños y dos bebes, a los que llamo con calma y guío hasta la mansión prometiéndoles que hay comida, además de jurar que no ataca el dragón. Al llegar a la mansión nos encontramos con las niñeras molestas pues era plena madrugada, llevaron a todos adentro, mientras se bañaban se preparó el desayuno. Enseguida fui a llamar a Brayan quien al parecer se tomó todo con calma.
***
Perspectiva de Brayan:
Tras el aviso de Arman… Ana Luz, me reuní con los de siempre en la oficina. Todo ese asunto me tenía muy serio, mi encanto lucia indiferente con Carlos incómodo y Vanesa preocupada.
–Cada día se ven más grandes, en pocos meses se verán de sus edades reales –serio lo comente tocándome la frente con la mano izquierda.
–Solo uno ya tenía líneas –Carlos hablo algo preocupado.
–Solo menos de mil personas las tienen. Los pocos que estaban con nosotros –recordé, aunque quizá no debí decirlo en voz alta.
–Por eso debemos buscarlos y protegerlos aquí –Carlos muy serio nos dijo.
–Pero nos estarán buscando aun. Sobre todo cuando dragones atacan –Vanesa de manera ligeramente preocupada le replico.
–No miente con eso, Vanesa. Aumenta la distancia de la torre, Carlos; esta barrera debería cubrir toda la ciudad de modo que unos metros no la debilitara –les dije mirándolos algo incómodo.
–Me parece bien. Tenemos que proteger a los nuestros y ayudar a quienes solo se equivocaron al confiar en personas inadecuadas –Carlos insistió comentando.
–Todos merecen una oportunidad de cambiar –Vanesa afirmo antes de suspirar. Sin duda no soy el único preocupado.
Los cuatro nos dirigimos a la torre, la cual Carlos empujo como la otra vez, al irse desplazando por la plaza se fueron activando trampas que me colocaron nervioso. Los perros se acercaban llamando la atención de mi encanto, de apoco se fue acercando de manera amenazante hasta que la detuve y la lleve para atrás. Estas criaturas prohibidas no deberían rondar ningún lado, es aberrante lo que han sido capases de hacer.
Pasadas unas horas junto para la cena, fuimos al bar del otro día en el cual hay algunas personas más; los cuatro nos sentamos en la misma mesa.
–No tolero eso. Esas cosas deberían estar prohibidas –inquieto, tocándome la frente con siempre que estoy tenso.
–Son aterradoras y nadie sin poderes se les puede enfrentar. Como nosotros en este momento –Vanesa cabizbaja lo menciono.
–Separaron de nosotros nuestro poder dragoneo, y el elemental de ustedes… sin la barrera somos presa fácil –Carlos incomodo casi susurro dijo.
–Esperaremos la noche para vigilar las calles. Esa no es la única entrada. Sin importar lo que esté pasando no son activos en buscarnos –serio les dije.
– ¿Cuantas personas habremos en total aquí? –Vanesa apenas intrigada pregunto.
–No las he contado –sin ánimos le respondí.
Enseguida tome mi prisma e hice aparecer una esfera plateada la cual tiene como función amplificar las capacidades de la otra joya, activando las líneas de todos, el diseño es único en cada persona, por ejemplo las de Carlos son un circulo blanco dentro de otro circulo azul. Sostengo cada objeto en una mano, tras pasar al menos dos minutos, estuvo completo mi análisis y me detuve.
–En estos momentos somos un total de ciento diez personas. De las cuales son los recién llegados un total de setenta y tres –enseguida les respondí.
–Éramos unos mil, y eso es todo –Carlos decepcionado menciono.
–Bueno, novecientos ochenta y dos es el número total. Faltan ochocientos setenta y nueve –serio le explique.
–Acabamos de aumentar la barrera y queda la posibilidad que alguien intente entrar para matarnos, al no tener líneas los podemos alejar, pero solo si los vemos a tiempo –Vanesa levemente preocupada nos comentó.
–Vigilaremos –Carlos la miro fijamente hablándole.
–Yo me encargare de eso esta noche. Que me guste dormir temprano no me limita para hacer esa tarea, aunque no niego que la encuentro incómoda –les asegure tranquilizándome.
Cuando me escucharon en la otra mesa Ana Luz apenas aguanto la risa y Miguel, su esposo, ni lo intento. Para que no se confundan es el hombre que usa pequeñas trenzas en las orejas y una trenza que sale de arriba de su cabeza, de cabello y ojos castaños, y al aparecer es el único al que no le molesta andar con un pantalón rasgado. Lo cierto es que nada podía decir para acallar sus carcajadas.
Ciertamente la vigilancia no es mi actividad favorita entre las nuevas tareas a repartir. Las líneas, me enorgullezco de decirlo, dan control sobre diversos objetos por medio de los cuales puedo ver varias calles, espejos, primas casi todo lo que refleje o deje pasar la luz. También dan cierto control sobre las torres, no solo activar o apagarlas, ya que cuentan con algunos mecanismos para más defensa.
Mi encanto con no menos incredulidad se quedó a mi lado, para merendar trajo una ensalada. Quería permanecer de pie, pero toda la noche me asegure de que no lo hiciera. La costumbre de su antiguo trabajo, supongo. Al final se durmió apoyándose en mis piernas una vez que me senté en lo que queda de una fuente de roca casi en el centro de la plaza ahora desolada. Siento algo de angustia aunque actúe más que nada serio.
–Por el momento nada de interés. Mínimamente logro ver las figuras de las formas dragoneas a lo lejos de ellos dos. Sin sus conciencias deben ser solo caos. Solo podemos esperar que no hayan logrado lastimar al resto –algo a secas digo para mí mismo.
Los dragones proyectan sus energías alrededor de sus cuerpos y estos《genios》pensaron que si lo separaban de la mente seria solo energía que podrían controlar. Pero solo liberaron el poder y solo otros dragones pueden intentar contener.
Desde aquí sin necesidad de mis líneas o mis otros objetos puedo ver a los perros que cuando golpean la barrera se destrozan, lejos de estos se distingue la figura erguida de una persona, la cual parece mirarme fijamente, entre la oscuridad no se percibe ningún rasgo. Ni siquiera puedo decir si es hombre o mujer, aunque eso no me importa.
***
Perspectiva de Carlos:
Otra noche donde mi hibisco logro dormir plácidamente, yo por mi parte pasee dando vueltas en la hamaca. Nuevamente esas voces que no desean ser escuchadas, ni yo deseo oírlas están perturbando mis oídos.
–Que es un fastidio. No puedes vender el negocio porque todos esperan que lo herede él –con una voz entre dientes mi madre se quejó.
–Tendremos que seguir ahorrando como hasta ahora para tener suficiente para el viaje –con tono decepcionado mi padre le respondió.
–Ese niñito es un gasto muy grande y cada vez es peor. Cada tres meses duplica lo que come –mi madre continúo sus quejas.
–Al menos está haciendo él mismo ya las paletas bien, y está ganando su dinero –mi padre hablo y suspira como si quisiera calmarse.
–Lo sé, pero se sigue ganando lo mismo. Para que deje de ser un problema se tendría que ganar el triple –mi madre casi arrepentida de sus anteriores palabras le responde.
–Tengo unas ideas, si salen bien deberíamos estar ganando más en unos pocos meses –él algo emocionado le dijo.
–Espero que no se vuelva a enfermar –tras un suspiro de frustración ella le respondió.
–Dos días en cama, fue lo peor. Ya haciendo sus cosas es incómodo, sin hacerlas es detestable. Lo que también es cierto es que es responsable, estará bien sin nosotros –él como si quisiera olvidar esa situación le dijo.
Las voces se vuelven susurros que me hacen llorar y dudar. Esta demás asegurar que no soy hijo único y lejos estoy de ser el mayor. La conversación no solo es dolorosa es inquietante.
Casi en la madrugada todo eso me despierta con lágrimas en los ojos que por instantes brillan y ganas de gritar que apenas controlo cuando pasa, me visto y salgo a la calle. En los cultivos de café es donde dejo salir todo mi llanto y gritos a todo pulmón, con mis ojos brillando de rojo carmesí, en simultaneo a pesar que el cielo está despejado una tormenta de nieve de poderosos vientos helados está azotando una gran área algo lejana, puedo verla aunque no sé dónde está. Si, la vi, a través de mi forma dragonea.
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