Mirada de dragón - 7
Perspectiva de Brayan:
Como es usual soplaba fuerte la brisa que mueve mi cabello, en otras circunstancias seria agradable, estoy serio sobre un techo sentado, vigilaba a una pareja que está acampando en la plaza. Un hombre fornido, desde donde estoy se distingue alto, su cabello corto es negro, su tez es morena, está usando lo que parece ropa vieja y rota. La mujer que luce delgada, tiene el cabello castaño corto, su tez es morena, usa varias telas como falda y otra como capa. Llevan varias clases de armas, sobresalta un mandoble cuya hoja es roja y su empuñadura es negra, la cual no deja de mirar de tanto en tanto.
Cubierto de una capa negra llega Carlos tranquilo como siempre, pero sin su sonrisa. Se sienta junto a mí, me preocupan tanto que no reacciono a su presencia.
– ¿Llevan dos días en ese lugar? –Carlos mirando a esa pareja me pregunta.
–Esperan a alguien –con un tono muy serio le respondo.
–Si no tuvieran una mata dragones me acercaría –Carlos con algo de inquietud me menciona.
–Jamás te dejaría, además casi todos aquí somos conocidos –volteo a mirarlo diciéndole.
– ¿Y si mandamos a los《niños》? –Carlos haciendo énfasis en esta última palabra, me pregunta con un tono algo curioso
–Ninguno tiene conciencia de quienes son, no es buena idea –niego con la cabeza diciéndole.
–Las otras dos entradas al centro están muy bloqueadas; tiene sentido que estén ahí –Carlos coloca sus manos de tal modo que da a entender que está pensando y mencionándolo tras un instante de silencio.
–Ya me vieron, pero al parecer no les intereso –comentando muevo los brazos de forma que muestro confusión.
–Bien. Seguiremos así –Carlos con tono algo decepcionado me dice.
Esas personas solo están comiendo la carne de los conejos, lo cual molesta a los perros que les ladran desde el otro lado de la barrera. Solo los ignoran como parecen ignorarse entre ellos dos; en ningún momento se hablan o siquiera cruzan sus miradas. Lo que me hace asumir que no están casados.
***
Perspectiva de Carlos:
Me fui tras eso a mi actual casa donde se encuentra Vanesa sentada en la puerta haciendo una vasija de cerámica mientras come una paleta roja, aun lado tiene la vasija anterior ya hecha; me siento junto a ella quitándome la capa.
–No se van ni suben al centro –mostrando confusión le comento.
–Esas personas nos buscan –Vanesa con tono serio y mirada fija en mí dice.
–No podemos asegurarlo. Brayan piensa que esperan a alguien que quiere llegar aquí –niego con la cabeza diciéndole.
–Dayana dijo que las otras partes de nosotros y algunos amigos la habían dejado ahí mientras iban por otras personas –Vanesa luce algo pensativa un momento y con algo más de seriedad me dice.
–Eso es muy interesante. Creo que es la palabra –no sabía, así que mostrarme algo sorprendido diciéndolo es algo inevitable.
–Me preocupa su arma mata dragones –Vanesa sigue con ese tono serio cuando lo comenta. Está muy preocupada mi hibisco.
–Por algo nos mantenemos lejos de ellos –le respondo con seriedad.
–Al menos estamos dentro de la barrera –Vanesa deja de trabajar y de mirarme; se pone a mirar el suelo diciendo.
–Mantén la calma mi hibisco –preocupándome por ella; con la mano derecha le toca el hombro izquierdo diciéndole con mi tierna sonrisa habitual.
–Si mi cielo –Vanesa parece calmarse un poco respondiéndome.
Tras un momento me voy a los cultivos de café a recoger el grano, ella se va terminando la paleta mientras pareciera perderse en sus pensamientos.
***
Perspectiva de Vanesa:
Esa arma me preocupa, y ¿cómo no podría hacerlo? Aún recuerdo mis clases con los maestro dragón, cuando Carlos se sentaba delante de mí, en ese entonces él tenía el cabello amarrado en una cola de caballo, usual entre los nuestros, dejando ver sus orejas, y el arete dorado que a los varones enorgullece; solíamos hablar hasta que el maestro golpeaba su bastón contra el suelo llamando la atención de todos, éramos niños inquietos como los demás. En la pantalla se proyectaban ese día unas imágenes donde se mostraban varias armas todas hechas de ese material rojo. Al que siempre nos enseñaron a temer.
–Estén atentos. Estas armas existen para ayudar a ganar batallas; sus propiedades permiten atravesar la energía que da la forma a nuestros cuerpos dragoneos. De otro modo se requeriría de mucho esfuerzo para hacer eso con nuestras propias garras y colmillos –el maestro Didier nos explicó.
– ¿Por seguridad nuestra es que solo los paladines las tienen? –Carlos emocionado levanto su mano para preguntar. Aunque jamás esperaba que le dieran la palabra para hacerlo.
–Si. No hay dragón que pueda evitar que esas armas abran sus armaduras; es vital que estén en manos adecuadas –el maestro le respondió. Él siempre le toleraba esa conducta.
La voz de Carlos sonaba ligeramente más infantil y alegre, podría hasta decirse que más enérgico.
Un silbido llama mi atención, al regresar al presente veo a Brayan serio es quien silba hasta que me ve despierta, al parecer con mis ojos cerrados apoyada a la pared me creyó dormida, al verlo bostezo un poco, en eso noto a Carlos tranquilo sentado a un lado mirándome. El sol está bajando ya es la tarde noche.
– ¿Todo bien? –con su cara de sueño y el palo de la paleta en la boca pregunto.
–Claro que sí. Esas personas no se mueven de ese lugar –Brayan serio, pero tranquilo me responde.
–Dayana quiere que cenemos con ella. Logre convencer a Leo de ir a verla –Carlos con alegría me comenta.
–El tema lo molesta mucho. Como no puede ser de otra forma –Brayan con el mismo tono dice.
–Me alegro que vaya a verla –levándome les digo, con el palo de la paleta aun en la boca.
Los tres vamos hasta la casa donde ahora viven y no a la mansión, en la puerta nos espera Leo serio como de costumbre, los cuatro entramos y subimos a la habitación donde nos espera Dayana, otra persona, una de sus amigas, le ha traído la cena, al vernos esta se va. Los cuatro nos sentamos en el suelo de madera a comer, Dayana preocupada sigue sentada en la cama.
– ¿Esas personas siguen ahí? –Dayana nos pregunta.
–Si –Brayan le responde enseguida.
–Esto no me gusta. Y las otras entradas están inutilizables. Debe haber cómo solucionarlo –Dayana intenta comer mientras comenta.
–No podemos salir, y tampoco tenemos suficientes materiales para hacer una escalera o cuerda con nudos –Leo serio como siempre sin mirarla le dice.
– ¿Qué parte está menos peor? –Dayana con un tono de frustración pregunta.
–La este, la Puerta Dorada –Brayan sin pensarlo le responde.
–Manden señales por las líneas para que los demás vayan a esa parte. Al menos podrían ayudar a escalar –Dayana muy seria como preocupada dice.
–Podemos hacer eso –Carlos contento le dice, y hace silencio por un instante antes de preguntar: ¿Qué será lo que quieren esos dos?
–Todos saben que las mata dragones no funcionan porque son solo unos cascarones lo que están atacando, buscan tú corazón para eliminarte –Dayana muy seria y algo molesta intenta no gritar al decirlo.
–No soy el único, pero sí de los más poderosos. Hielo o fuego hacemos mucho daño –Carlos algo avergonzado comenta.
–Este no es momento para hablar de eso. Hubiera sido mejor tema el clima –algo fastidiada les digo.
–Hagan eso en la noche –Leo nos mira a todos con firmeza diciéndolo. Es imposible no obedecerlo cuando esta tan decidido.
Seguimos comiendo con calma, al terminar jugamos domino un rato, Brayan casi siempre gana o cierra la partida.
***
Perspectiva de Carlos:
Al caer la noche Brayan usando una de sus capas y yo cubierto esa capa negra vamos a la Puerta Dorada, es otra área pública que sin duda era una gran plaza. Todo está destrozado, las que eran las escaleras están todas llenas de escombros y con más de cuatro metros entre las áreas se entiende que no consideren que se pueda usar.
–Todos los nuestros tiene líneas así que llamémoslos –Brayan mira para todos lados diciendo.
–Esto es preocupante –mirando hacia los restos de las escaleras digo.
–Así quedo todo; como si el sol nos hubiera atacado –Brayan cierra su ojo y con algo de pena dice.
–El sol hubiera sido más benévolo –Carlos impávido solo le responde.
Enseguida Brayan hace brillar su ojo izquierdo activando sus líneas, la esfera parece en su mano izquierda palpitando, en efecto por la ciudad hay varias personas de diversas edades quienes poseen líneas y estas palpitan incluidas unas en forma de copo de nieve idénticas a las del propio Brayan. Todos se mueven con cuidado hacia la Puerta Dorada, esto evadiendo las otras personas y los perros, van lentamente moviéndose de manera temerosa, tienen algunas armas. Para la media noche han llegado dos a quienes los otros habitantes del centro ayudan a subir de manera bastante rudimentaria entre ellos y usando algunas sabanas, arriba enseguida otros los revisan; tienen pequeñas heridas.
–Tomen agua y cálmense –les doy un termo mientras les digo.
–Sera una noche larga. Además de ellos dos detecto unos veintitrés más –Brayan sigue mandando la señal mientras comenta.
–Ya veo a los otros –me acerco al borde mirando a lo lejos diciendo.
–Estemos atentos a cualquier extraño –Brayan luce pensativo diciéndolo.
Mientras van llegando los otros las cosas se van complicando ya que algunos tienen huesos rotos o heridas profundas, buscamos más cosas para improvisar camillas, hacer palancas y poleas con diversos materiales, pasadas las horas llegan dos personas una a caballo; cuyos pies están envueltos en telas que posa en el suelo con cuidado quejándose de dolor, y otra que se apoya en un bastón. Mientras suben llega esa pareja que acampan en la plaza, tienen sus armas en las manos y lucen dispuestos a usarlas; el hombre tiene en la espalda la mata dragones, lo cual sin duda me altera.
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