Moonaris Vidre - 01
El día 25 del doceavo mes de hace algunos años, el aislado pueblo de Deepvalley recibió una visita especial e inusual. Un aristócrata de grandes fortunas y cuya historia familiar vivía como propia, llegó al pueblo. El hombre decía conocer al pequeño pueblo, de mucho antes que se llamara Deepvalley, contando historias y anécdotas de tiempos de cuando el bosque no había crecido, de cuando el terreno aún era llano y de cuando su majestad el rey vivía con su palacio establecido donde ahora, muchos años después, sería erguida una escuela para los hijos de los que vivían en Deepvalley.
El aristócrata era un hombre un tanto mayor, viudo y con una extraña enfermedad, bastante servicial y atrapante, a las mujeres del pueblo las tenía fascinaba con su encanto y su atractivo, a los hombres del pueblo los maravillaba con su carisma e inteligencia, a los niños bastaba con comprarles unos dulces.
Todo el pueblo estaba encantado con su presencia. Y se encantaron aún más cuando descubrieron que el caballero con mucho dinero y demasiado tiempo libre quería regresar al pequeño pueblo a su antigua gloria. Poco a poco, y con ayuda del buen dinero del aristócrata, el pueblo se fue revitalizando, primero el hospital, la escuela, las calles y cuando se dieron cuenta, Deepvalley; ahora llamado Mooncub, ya era una pequeña ciudad perfecta para que cualquiera viviera una larga y pacífica vida.
O bueno… Sería el lugar perfecto, de no ser por el pequeño detalle de estar bajo el control de un vampiro avieso y cruel, que se instaló en el pueblo luego de la muerte del aristócrata.
Desde que se mudó al pueblo, la gente de Mooncub decidió que, para apaciguar el hambre del vampiro y asegurarse de que su pacífica vida siga intacta, cada año, durante el cambio de estación, cuando la nieve está por caer y los caminos siguen aun secos, cuando la luna es visible y con su brillo ilumina hasta el más pequeño detalle; un criminal es entregado al vampiro como sacrificio.
¿Y qué pasa cuando, aterrados de ser sacrificados, los criminales dejan de cometer crímenes y enderezan sus vidas? Pues primeramente ¡En hora buena! ¡Has limpiado el crimen de tu ciudad! Pero, ante la falta de humanos desechables ¿Qué mejor opción que aquellos enfermos mentales, pobres y lisiados para el trabajo?
¡O mejor aún! Valientes o deprimidos que se ofrecen para la tarea de ser comida de monstruos, ya sea por valentía o estupidez, por desesperación o un impulso que nadie detuvo, voluntad propia o no, el vampiro siempre recibirá una persona que le sirva de alimento por un año entero.
Hoy, 25 de Moonaris, 17 años luego de la llegada de los monstruos a Mooncub y mientras todo el pueblo celebra en la hoguera, los cazadores, valientes asesinos de monstruos sin ninguna habilidad más que la ser estúpidamente valientes, vigilaban los alrededores en caso de que alguna criatura decidiera aparecer, aunque todos sabían perfectamente que al menos una aparecería.
Pronto la luna estuvo en su punto más alto, iluminando todo con su brillo de plata, los niños corrieron hacia sus padres en busca de sus regalos, ignorantes de que el motivo de estos era únicamente para distraerlos del grupo de gente, en fúnebre procesión, encaminados a entregarle al vampiro su alimento.
Los familiares de la joven víctima iba adelante junto a ella, detrás de ellos iban los pobladores que conocían de este ritual. A cada lado, dos filas de cazadores los escoltaban, para asegurarse de que todo saliera de acuerdo al plan.
Sin embargo, había alguien en la procesión que no estaba muy alegre con toda la situación. Uno de los cazadores, despojado de su uniforme característico, se mezcló entre los familiares de la víctima, con un objetivo fijo en su mente, mente demasiado terca como para ser persuadido de otra cosa.
Más pronto que tarde, la parte más oscura y profunda del bosque alzó sus ramas intrincadas para hacerse presente, los pobladores, asustados de las leyendas, rumores y uno que otro susto que algunos entre los presentes habían vivido, esperaron a la orilla, con solo la luz de la luna y sus antorchas para acompañarlos. Los cazadores por su parte, sujetaban con fuerza sus espadas de hierro y plata, listos en caso de que algún improvisto saliera del bosque para atacar.
La noche no era una bonita, las nubes a cada tanto se interponían frente a luna ocultando su reconfortante luz, hacia un viento de los mil diablos que arrastraba consigo los primeros suspiros del frío invernal y el pesado ambiente que se sentía entre los humanos hacían que la noche fuera más como un funeral con mal clima que otra cosa.
El tranquilo bosque, con las criaturas agradables a la vista durmiendo tranquilas y los animales nocturnos rondando por ahí, de pronto se quedó en un silencio sepulcral, ese silencio en el que se quedan los bosques cuando algún depredador anda cerca, el tipo de silencio que te cala en los huesos, ese silencio que nunca quisieras escuchar si andas solo por el bosque.
Lo único peor que ese silencio absoluto, es un repentino sonido que rompa ese silencio. Aquellos cazadores menos experimentados entraron en estado de alerta, pero aquellos con más experiencia se mantuvieron estoicos y desinteresados, cuando a la distancia el tranquilo andar de un par de caballos asesinaron la quietud del bosque.
De entre la negra profundidad del bosque salieron dos carruajes tirados por dos grandes corceles uno negro azabache y otro negro como la noche, de no ser por la brida de cobre y la lógica no se sabría que están ahí atados a los carruajes para empezar. Las calesas eran dos hermosos vehículos, una de fuerte roble oscuro y otra de rojiza caoba, ambas con preciosos y complejos diseños de plantas y animales respectivamente.
Sentado sobre el carruaje rojo iba un joven de aspecto delgado, tenía los inicios de una pequeña barba alrededor de la fuerte mandíbula, sus fuertes manos llenas de pelo guiaron al caballo hasta que se detuvo, el caballo en el carruaje de roble no llevaba conductor, pero se acomodó solito.
El cochero se bajó de la calesa y se acomodó el sombrero, su nariz respingada inhaló profundamente antes de que una sonrisa juguetona y maliciosa se le dibujara en el rostro, sus ojos dorados brillaron bajo sus tupidas cejas mientras levantaba la mirada.
“Ahhh señor alcalde, es raro que venga por aquí en estas fechas, pero me alegro de verlo. Por cierto, lamento lo de su padre, era un buen hombre, mi señor y yo extrañaremos a ese viejo loco” dijo el cochero mientras se acercaba al grupo de personas.
“Gracias por su pésame” le respondió el señor de traje que estaba hasta al frente, junto a la joven que iba a ser sacrificada, “Perdóneme, pero ese segundo carruaje ¿Para qué es? Normalmente solo es una carroza para un solo sacrificio”
“Oh claro, claro, verá usted, como han intentado entregar ‘mariposas’ como sacrificios, mi señor ha venido personalmente para recibir al afortunado humano de esta noche…” El cochero sonrió ampliamente al terminar sus palabras, sus dientes caninos se mostraron ante todos.
Toda la atención de los presentes se dirigió hacia el carruaje negro, a los cazadores les brillaron los ojos al saber quién estaba con ellos, mientras los ciudadanos comunes temblaban de pánico al sentir la repentina aura de muerte y peligro que se cernía sobre el lugar y sobre ellos.
“… Aunque debería decir ‘La afortunada’ por lo que veo” dijo el cochero extendiendo su peluda mano hacia la joven chica de blanco que temblaba frente a él.
Pero antes de que la joven pudiera hacer cualquier movimiento, alguien la jaló desde atrás y en cuestión de momentos un joven tomó su lugar por la fuerza. El chico tenía cabello castaño y desordenado, un rostro cuadrado que guardaba sus ojos almendrados y serios y sus labios pequeños fruncidos en una mueca de molestia.
“¿¡Que significa esto!?” ladró el cochero.
“Ella no irá a ninguna parte” le respondió el joven, poniéndose entre la gente y el peludo cochero.
“… Ahhh claro, claro. Un momento por favor” dijo el sujeto respetuosamente y acomodándose el sombrero se acercó al carruaje negro para tomar dos sacos de oro que lanzó a los pies del alcalde, “Supongo que con eso estamos bien por este año, ahora, señorita”
El cochero volvió a extender la mano a la chica, pero una conmoción los distrajo. En cuestión de segundos el joven castaño sujetó la espada de uno de sus compañeros cazadores y deslizó la mano por el filo, abriendo una profunda herida en su palma.
Sin dudarlo ni un segundo el chico dio un paso al frente. La sangre salpicó toda la ventana del carruaje negro con un simple movimiento de mano y para horror de los presentes la puerta del carruaje se abrió mientras el cochero zarandeaba al chico.
Los temblorosos ciudadanos observaron, congelados en pánico, cuando de entre la profundidad del oscuro roble emergió una figura oscura y alta, ante la mirada de los cazadores se presentó quién tanto habían buscado y entre todos se debatían cuando sería un buen momento o no para saltar sobre la criatura.
Criatura la cual solo se acomodó la ropa por unos segundos, primero el saco negro, luego los botones de las muñecas, los blancos guantes y al final, su sombrero. La blanca luz de la luna se hizo presente desde atrás de las nubes iluminando el claro y a todos los presentes.
Aquellos que deseaban ver el rostro del monstruo se quedaron con las ganas, pues su rostro estaba cubierto por sombras, las señoras chismosas buscaron con la mirada a sus amigas aún más chismosas, mañana a primera hora todo el mundo oiría el rumor de que el monstruo que aterroriza a Mooncub hizo un pacto con el maligno y a cambio de eso perdió su rostro, aunque sin duda su rostro siguiera ahí, puesto que sus dedos limpiaron unas gotas de sangre de donde debería estar su nariz, manchando los dedos de sus guantes de rojo. El cochero empujó hacia adelante al chico responsable de la salpicadura y habló tratando de que su voz sonara menos aterrada de lo que en verdad estaba.
“E-este humano quiere tomar el lugar del sacrificio que usted eligió mi señor”
Tras terminar de hablar, el extraño cochero volvió a empujar al chico castaño justo frente a su amo. El cuál se reverenció y extendió su mano hacia el muchacho, el rojo carmesí tiñó los blancos guantes y todos retuvieron el aliento cuando los filosos colmillos aparecieron y se acercaron a la herida sangrante. Primero dio una probada, luego otra para asegurarse y pronto el vampiro estuvo succionando la sangre de la herida ante todos los presentes.
Solo el joven castaño fue capaz de notar los brillantes ojos morados de la criatura antes de que la criatura tomara su mano con delicadeza y envolviera la herida con su pañuelo cuidadosamente. Otros tres sacos de oro cayeron frente al alcalde y el vampiro personalmente escoltó al joven muchacho, sujetando su mano con firmeza, casi como si temiera soltarlo, con los modales de un caballero le acompaño hasta el carruaje negro, pese a que la ofrenda va siempre en el rojo.
Nadie intentó evitarlo ni tampoco nadie pensaba hacerlo ¿Para qué arriesgarse por un chico pobre y huérfano si el monstruo estaba satisfecho con su juguete nuevo? Nadie iba a arriesgarse, nadie quería arriesgarse, aunque los cazadores intentaron seguirle el rastro por el profundo y oscuro bosque, llegó un punto en el que ya era imposible. No había nada que hacer. Aquella noche se agregó un nuevo registro a los archivos de los cazadores.
>>25 de Moonaris, año 17 tras el segundo levantamiento de los monstruos, Dailen Helsden, pelotón 25. Muerto en Acción tras ser enviado como Sacrificio de Sangre en Mooncub. Todos sus bienes ahora son propiedad de las Lechuzas del Exterminio<<
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