Moonaris Vidre - 05
Año Nuevo. Una hermosa festividad para pasarla en familia y compartir dulces momentos. Un cálido momento para celebrar que; por otro año, el planeta no decidió implosionar aleatoriamente, matándonos a todos en el proceso. En Mooncub está festividad era especialmente apreciada. Pues no sólo significaba el fin e inicio de otro año, sino un recordatorio del haber sobrevivido un año más. Eso sin contar la Gracia de Primavera.
La “Gracia Primaveral” no es más que un respiro del constante ataque de los monstruos. Siendo que en primavera las criaturas del mal están muy ocupadas buscando pareja como para molestarse en encontrar alimento en los pobres habitantes humanos del mundo. Sin olvidarnos claro de la bendición que es el verano. Muchas veces se ha confirmado que el calor y la luz parecen ser veneno para los monstruos. Y bueno… Eso dicen los archivos de los cazadores y el boca a boca de la gente, por lo que no queda de otro camino que confiar en esas palabras.
De todas formas, “Año Nuevo” era un evento que debía celebrarse como se celebra la vida misma. Con alegría y gozo, y comida y galones de licor y horas sin fin de música. Además ¿Quién no necesita una buena excusa para emborracharse? Los monstruos definitivamente aprecian una buena oportunidad para el alcohol. Es obvio que, al convertirte en un monstruo, tu vida anterior y los placeres de ser un ser humano común y corriente desaparecen. Sin embargo, los ligeros placeres se quedan contigo en forma de memoria. El recuerdo de una comida normal, el olor de un fino perfume, el calor de otra persona junto a ti, son algunas de las cientos de cosas que pierdes junto a tu humanidad, pero qué recuerdas cálidamente al pasar de los años. Al menos el mareo que provoca mucha cerveza en tu estómago sirve para hacerte sentir algo aparte del odio que se siente al solo hecho de existir cuando eres un “no-muerto”.
Y claro, con el prospecto de la vida eterna, vienen incluidas infinitas fiestas y mucho, mucho alcohol. Esto también implica una gran competencia, especialmente entre los vampiros, los de las clases más altas en específico. Siendo inmortal, uno no se puede permitir que tu fiesta sea peor que la de Susan hace 200 años, con su opulenta decoración, animales que te servían la cena y sus exagerados e intrincados cubiertos hechos con gemas preciosas. Por 100 años todo de lo que se hablaba era de Susan y su fiesta, muchas veces comparadola con celebraciones que nada tenían que ver con año nuevo. Con un resentimiento infantil, cientos de vampiros se propusieron y fallaron en superar el esplendor de la celebración, porque ya nada supera la sorpresa y el esplendor de aquella fiesta. Por lo que, con Susan de estándar, ya uno podría hacerse una idea del nivel al que llegan las fiestas de vampiros.
Mientras que en el castillo de cierto famoso vampiro, año nuevo era una celebración más que especial. Aunque nadie sabe el verdadero motivo del porqué es tan especial, pero debe serlo. ¿Por qué sino el amo del castillo obligaría a todos y cada uno de sus engendros a limpiar y decorar el castillo entero desde el amanecer del día previo a Año Nuevo, hasta el amanecer del esperado día? Es de admirar, sin embargo, la diligencia con la que trabajan los engendros. De forma meticulosa a pesar de su adormilado estado, sin dejar pasar ni un solo detalle, incluso la más pequeña decoración era estudiada y colocada con suma delicadeza. Y aunque la noche anterior se llevó un buen susto por precisamente esto mismo, Dailen se dio una vuelta por los pasillos una vez que los sonidos de pasos yendo y viniendo desaparecieron. Al contrario de la noche anterior, esta vez el castillo estaba iluminado por completo, linternas con un hermoso acabado en su diseño llenaban los pasillos con una cálida luz perfecta para husmear por ahí.
Dailen tomó la oportunidad y aprovechó detenerse en cada cuadro del castillo y observarlos con detenimiento. Había cientos decorando las paredes, todos en estilos diferentes, pero en su mayoría había exclusivamente paisajes, flores o animales. ‘Piezas de arte de dueños anteriores o robadas por el vampiro’ Dailen pensó antes de anotar en su diario. Los pocos retratos de personas que había eran todos diferentes, si se suponía que eran cuadros familiares ¡Pues ésta familia era increíblemente diversa! ¡Nadie se parecía entre sí! Había incluso esclavos vistiendo ropas que solo podían ser de la realeza, tomados de las manos con gente que perfectamente podría ser de la alta sociedad. Incluso en un cuadro había gente de raza esclava sosteniendo a sus hijos mestizos, todos vestidos como si hubieran robado la ropa de su maestro. Era una imagen ridícula, no podría ser más que ficción del artista, pero las pinturas eran bonitas cuanto menos.
Siguiendo su camino, Dailen pronto se encontró con una estatua que se le hizo familiar. Una estatua de una rosa. Ya la había visto antes y la emoción lo inundó en cuanto se dio cuenta de que estaba cerca de la salida. La emoción era tal que ni siquiera lo pensó cuando bajó las enormes escaleras corriendo y abrió las enormes puertas dobles. El contraste entre el oscuro y opresivo salón y la brillante luz de la luna era impresionante. El aire frío del anochecer golpeó sus mejillas, la dulce libertad en forma de bosque estaba a simple vista, ya podía sentirse libre huyendo por el bosque… Y entonces el universo le dio una cachetada otra vez.
Al pie de la puerta había una pareja tomada del brazo. El hombre, bajito y barbón, con la mano levantada como si hubiera estado a punto de llamar a la puerta antes de que Dailen la abriera. La mujer era más alta, con un cuerpo de sirena arruinado levemente por su obvio embarazo. Ambos pálidos hasta el punto de verse enfermizos. Los largos años de entrenamiento hicieron efecto en Dailen en ese preciso momento. Su cuerpo se tensó, su mano instintivamente se movió hacia la daga de plata escondida en su bolsillo y la adrenalina comenzó a ser inyectada en su cuerpo desde la planta de los pies hasta las puntas del cabello.
“Vampiros, una pareja. Ambos hambrientos dado que tienen arrugas. La hembra parece haberse alimentado hace poco puesto que no tiene tantas canas o arrugas como el macho, pero nunca se puede estar del todo seguro con estas cosas.” pensó Dailen, jugueteando con el mango de la daga en su bolsillo por un momento, ponderando sus opciones, no estaba informado de que los vampiros pudieran tener hijos como los humanos ni tampoco de cuán fuertes eran estos dos, pero tomando en cuenta el tamaño de la barriga de la hembra podría acabarlos a ambos si jugaba bien sus cartas. Ir por la hembra y acabar con el macho cuando éste intente defenderla y rematar a la hembra. Un plan sencillo y efectivo.
Pero así que intentó sacar su daga de su bolsillo, un frío escalofrío le recorrió la espalda, como si del aire mismo hubiera surgido una presión inmensa. Las luces del gran salón se encendieron al mismo tiempo que una mano lo sujetaba por encima de la cadera. Dailen estaba seguro de haber palidecido al voltear y encontrar a La Masacre sin Rostro, dueño del castillo a su lado, tan elegante como se esperaría de un vampiro. Vistiendo un bello traje morado; traía consigo un aire tan refinado y de poder que prácticamente brillaba con el mismo, casi hasta podrías ignorar la falta de rostro. Muchos incluso serían capaces de asegurar que olían los millones emanando del vampiro, pero Dailen no pudo evitar que su sangre hirviera de ira. Esta cosa, este monstruo se atrevía a frustrar su escape una vez más. Ya hasta parecía que disfrutaba de la incomodidad del humano, encontrando placer en torturar la mente de sus víctimas.
Pero Dailen no se iba a dejar intimidar, eran solo unos vampiros claro que podía con ellos, no importaba que uno de ellos fuera un renombrado y famoso vampiro de leyenda ¡El cazador definitivamente saldría victorioso! ¡Eran solo tres alimañas al fin y al cabo!
Pronto esos tres se volvieron siete. Luego fueron quince. De repente eran treinta… El salón principal rápidamente se fue llenando de invitados. Cientos de vampiros llenaron el gran salón, la música y las risas inundaban el lugar. Todos los invitados vestían de forma elegante. Había de todo, desde elegantes trajes hasta asombrosos y bellos vestidos, todos con un color diferente, así fuera solo por la tonalidad pero todos eran diferentes. Solo se permitió que vistieran el mismo color aquellos que venían juntos o quiénes estaban relacionados unos con otros de alguna manera. Los engendros eran los únicos vestidos de negro, resaltando entre la multitud mientras se encargaban de entregar bebidas y tentempiés. Por supuesto, a Dailen lo obligaron a vestir de morado, como sí él tuviera algo que ver con La Masacre sin Rostro, quién no lo dejaba solo ni por un momento, atascado en conversaciones y saludos interminables con cada uno de los invitados. Como era de esperarse el vampiro solo hablaba en señas, aquellos invitados que sabían le respondía de igual forma, muy pocos hacían fácil para el humano seguir una conversación que de por sí ni le interesaba.
No es que Dailen estuviera interesado en escuchar larguísimas conversaciones sobre los altibajos de la vida, en cómo perciben la economía, que la sobrina de quién quedó embarazada, ni nada parecido. Mucho menos cuando esas conversaciones involucraban a vampiros viviendo una gran ‘vida’. Si por él fuera, todos los presentes estarían quemándose en el pozo más profundo del infierno. Pero es imposible no querer entender de qué están hablando cuando todas las conversaciones empezaban igual. Con el invitado señalandote y diciendo: “¿Es él?” “Ah ya veo. Bueno, me alegro por ti” o a veces era “Entonces… ¿Éste es?” “No me digas que…” “no, no por nada. No me hagas caso, estoy feliz por ti.”
¿De qué estaban hablando? Ni puta idea. Francamente Dailen dejó de tratar entender de qué iba la conversación después de 4 horas; más o menos. No había más que conversaciones insípidas de criaturas que no merecían el derecho a existir. Nada interesante había en ellas. Si por Dailen fuera y si el castillo no fuera de piedra en su totalidad, ya habría quemado todo el maldito castillo hasta sus cimientos. Como no tenía nada mejor que hacer, el humano dedicó su energía a tomar tanto vino como le fuera posible. Él solito había decidido que esa noche moriría devorado por un montón de vampiros. ¿Y como no hacerlo? Si todos los cuchicheos y chismes del lugar iban por la misma línea de:
“Pensé que habría más bolsas de sangre este año.”
“¿Teniendo en cuenta lo que se pagó este año? Yo esperaba que por lo menos nos dejarían darle una probada.”
“Siquiera es seguro que de verdad sea…?”
“Oh shush. No digas cosas así, no querrás que te oigan y te embrujen.”
“Bah! Esa bruja es demasiado educada para eso.”
“No hablo de ella, sino de él.”
“Oh… Cierto… Pero ¡Hey! Hasta ahora ha sido mejor que la fiesta de Año Nuevo de Susan…”
Eran ya pasadas las 10 de la noche. La fiesta estaba a rebosar del cálido ambiente. Gente bailando y riendo, bebiendo y comiendo. Todo el salón estaba lleno de rostros jóvenes o bellos. Pues qué curiosas son las criaturas de la noche que, al beber de la sangre de los vivos, se devuelven a cuando fueron convertidos, como si Dios mismo se burlara de ellos. Por eso no era raro en este tipo de reuniones, ver a un jovencito de 15 años, ebrio con ambos sangre y alcohol, coqueteando con las damas que, ya sabiendo quien era, solo se reían y sonrojaban. Ni tampoco era raro ver a aparentes jovencitas apenas en la infancia, darle un cariñoso beso a sus esposos que aparentaban tener apenas veintitantos.
Dailen -que ya iba por su veinteavo vaso de vino- discutía con uno de los sirvientes que se negaban a seguir sirviendole más copas de vino. Y claro que el humano estaba ebrio para este punto, pero ese era el objetivo. Embriagarse hasta no ser capaz de sentir su propio cuerpo y no sufrir cuando estos monstruos decidan devorarlo como hicieron con todos los sacrificios de Mooncub antes de él. Aunque… Puede que sea el alcohol; claro, pero una de las sirvientas se parecía a una mujer que tenía fama de loca en el pueblo y fue entregada al vampiro cuando Dailen iba a cumplir los 17.
Divagaciones a un lado, el alcoholizado cazador esperaba ansiosamente el ser atacado en cualquier momento. Sus sentidos estaban acalambrados, como si su cerebro y cuerpo estuvieran dormidos. Quién diría que la embriaguez era similar al control mental vampírico, similar, pero no lo suficiente diferente como para estar consciente del monstruo acercándose y agitando la mano despectivamente hacia el sirviente, el monstruo sin rostro despachó a sus sirvientes tomando la copa que no querían darle a Dailen. Los dos ahora solos en medio de la habitación, la criatura suavemente posó su enguantada mano en el cuello del humano, acariciando la piel debajo. Tomó un gran esfuerzo de parte de Dailen para mantener su miedo a raya y su pulso tranquilo y así evitar que su sangre fuera atractiva para el vampiro. Tomando acercando a sus labios la copa que no quisieron darle a Dailen la criatura tomó un largo trago y sus canas desaparecieron al mismo tiempo que el característico olor a sangre llegó a la nariz de Dailen por un momento. Resulta que el cazador estaba discutiendo por sangre en lugar de vino.
El monstruo entonces se acercó a Dailen, demasiado cerca en la opinión del humano. De detrás del velo de neblina que cubría el rostro del vampiro se escuchó un suspiro, como quien toma aire y valor antes de hablar. Pero antes de que cualquier cosa pudiera suceder, las puertas principales se abrieron de golpe, el aire frío apagó algunas de las luces. En medio de las puertas abiertas de par en par, había un hombre, su cabello canoso y su rostro, así como el resto de su cuerpo, ensangrentado. El olor de la sangre hizo a muchos de los invitados sisear con hambre, algunos incluso dieron un paso al frente, pero se detuvieron cuando el hombre, escupiendo sangre de su boca habló con una fuerza sorprendente teniendo en cuenta su estado.
“Thackery!” Fue todo lo que espetó antes de casi caer al suelo.
Todos los presentes eran vampiros, asesinos sin piedad alguna, criaturas que devorarían a un hombre herido sin dudarlo. Pero todos y cada uno se olvidaron de su propia naturaleza en cuanto el hombre herido del cual alimentarse escupió aquella palabra. Sonaba antigua y por la forma en que el mismísimo dueño del castillo se apresuró a tratar las heridas del hombre con desesperación. Parecía que para los vampiros ‘Thackery’ tenía un significado parecido al ‘Parley’ pirata o al ‘Cuartel’ en tiempos de guerra, porque nadie se atrevía a acercarse al hombre con malas intenciones. Era impactante de ver. Dailen atribuía todo el momento a una alucinación por cantidades absurdas de licor que había ingerido, ¿Por qué otro motivo este monstruo actuaría de manera tan genuinamente preocupada? ¿Cómo era posible que un asesino a sangre fría fuera tan cuidadoso y atento al sujetar a un hombre moribundo? ¡Y para colmo! El hombre se aferraba a él con fuerza, mientras pronunciaba sus últimas palabras.
“Thackery… Thackery… Ha vuelto… Él volvió y está loco! ¡Más loco que nunca!” Espetó alterado el herido, recibiendo a cambio unas palmaditas en el pecho, como quien no quiere que su hijo asmático se agite de más. Había sirvientes tratando de vendarlo, pero el hombre no podía estar menos interesado.
“Quitenme sus garras… pierden su tiempo… Sería inútil incluso si vuelvo a nacer… Yo muero aquí y el que me ha hecho esto vive todavía” gruñó el anciano y los sirvientes no pudieron más que obedecer y apartarse, justo con todos los presentes que no podían hacer más observar herido hombre morir.
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“Déjame ayudarte.”
“No. No pierdas tu energía conmigo.”
“¡Pero yo podría-!”
“No… Esa vida no es para mí… Y mi hija te odiaría.”
“¡Ella ya me odia! ¡Déjame hacerlo!”
“No… Mejor dame una última alegría.”
“… Sabes que no puedo hacer eso.”
“¿Ni siquiera por mí? ¿Ni siquiera ahora?”
No sé qué hacer. ¡Lo que me pides es un capricho infantil! Pero… Viéndote así, teniéndote aquí, me permito hacer una excepción solo por ti. Me tiemblan las manos cuando te abrazo a mí. Nos cubro de los ojos del mundo. Solo tú y yo, como siempre quisiste. Cuando la niebla de mi mente se calmó, me quité una máscara para ponerme otra. Que cruel de mi parte… engañarte así en estos momentos, pero te mereces ver mi máscara más feliz en una situación así. Besas los labios de mi máscara como en antaño soñaste en hacer, como nunca hicimos. No nos hemos separado cuando ya siento tu vida desaparecer para siempre de la mía. No puedo creer que, una vez más, todo terminó igual. Entre más busco tú calor más frío encuentro a mi alrededor.
Comments for chapter "05"
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