Namaenai Volumen 1 - 11
Capítulo 11: Re-uniones
[ 2014, Septiembre, 15 ]
.
Es posible escuchar el bullicio de los chicos conversando en el patio. Aunque sea la hora del almuerzo, la directora decidió terminar las clases más temprano.
Varios andan ubicados en filas, a punto de salir, pero algunos deciden quedarse a comer primero.
Esto es porque los días que les permiten retirarse a las doce, es opcional almorzar antes o irse. Siendo así, la escuela está dividida en quienes todavía se hallan en el curso, y los que atraviesan lento las puertas hacia afuera.
En el aula 104, se puede ver que Yuu está abrazando a la Sakura. Él no se encuentra precisamente enojado con ella, aunque tampoco está enterado de lo que sucedió los otros días.
Pese a que él preguntó, ella prefirió no contarle qué hizo o qué pasó en específico con Io. De esta manera, él sólo conoce una versión: «Io quiere vengarse de Sakura y ella no lo sabe, le quise decir, pero no me escuchó y se fue».
Sumado a eso, es claro que recuerda la escena en el parque. Sin embargo, él mismo expresa que no puede haber existido romance alguno si Sakura lo ama a él. Es gracioso porque no está equivocado.
—Ay Yuu, te dije que estamos bien, pero suéltame, no puedo ver el monitor~ —se queja, intentando quitarse los brazos del chico.
—Niña, hace mucho que no te abrazo. Déjame un ratito. Después te suelto —ríe animado y le aprieta más fuerte, a modo de broma.
—Ya, no se muevan mucho que no dejan ver —ríe también Chitose, esforzando la vista, y cambiando de posición varias veces para alcanzar a observar bien la pantalla.
Están terminando lo que trajeron en la lonchera, al mismo tiempo que faltan cinco minutos para finalizar el capítulo del anime.
Chitose parece también encontrarse de buen humor. Se puede entender que decidió hablar con Sakura primero.
Es curioso el hecho de que siendo una persona que siempre insulta jugando, llama la atención a propósito con comentarios graciosos y busca ser «revolucionaria», siempre busque la forma de hallarse al margen de cualquier discusión que sea en verdad seria.
En ocasiones sí se queda, pero en la mayoría no.
—¡Uh! —Chitose alza la voz—. Qué interesante estuvo el episodio. Qué bueno que ninguno lo había visto, casi parece que nos hubiésemos puesto de acuerdo —comenta con una sonrisa amplia, enarcando las cejas.
—Ayer estuve muy ocupado haciendo unas cosas para la iglesia. Y al último recordé que tenía que entregar un trabajo práctico hoy —se lleva una mano a la frente, negando varias veces. De paso, se separa de Sakura y se acomoda en la silla.
—Yo… Ayer estaba decaída —todavía no menciona nada al respecto—. Así que estuve escuchando música y ya.
—Lo importante es que lo vimos todos juntos —Chitose les guiña el ojo, alzando el pulgar. Luego se incorpora, estirándose de brazos—. Creo que me iré primero.
—Te acompaño~ —se levanta también la otra y le rodea el brazo con sus manos, apoyando la cabeza en el hombro ajeno.
—¡Rayos! —Yuu mira con preocupación el celular, y lo guarda en el bolsillo. Se acomoda el bolso y el abrigo—. Niñas, tengo que irme ya, así que no las puedo acompañar.
»Hay una promoción en el supermercado que no voy a alcanzar si no me apresuro —las saluda sólo agitando las manos y sale corriendo del aula.
—Eso fue repentino —opina Chitose, arqueando una ceja y torciendo la boca.
—Sí… —se separa de ella y regresa a la cercanía de su banco, para guardar la netbook en la mochila. Luego, se la pone en la espalda—. Bueno, ¿Vamos? —dice con una voz tierna.
—Obvio, animal bello —camina hasta ella y le jala una mejilla.
Las chicas pasan por la puerta del curso, y hallan a Umi a unos metros de las dos. Ella también sale recién, se nota que estuvo durmiendo en su rostro que aún refleja el sueño.
—¡Umi! —la voz de enojo de la chica de Sakura resuena en el patio. Se acerca a la otra a un paso apresurado, como si no quisiese que se vaya sin escucharla primero—. ¿Por qué mierda le dijiste a Io que te traté mal?
»¿Por qué le cuentas las cosas? Esas cosas te las estoy diciendo a ti, no a él. ¿Entiendes? Me haces quedar mal, como mala persona. Encima siempre te haces a la víctima.
Nadie voltea a ver, en la escena se hallan sólo ellas tres. Todas las puertas de las aulas se encuentran cerradas, y los estudiantes que rondaban por el patio ya salieron.
—Él vio que me sentía mal y me preguntó porqué, ¿Qué problema hay en que le responda? —en su cara se aprecia su nula intención de seguir la conversación.
Umi se siente cansada, no quiere tampoco que la primera conversación con la mayor desde la última vez sea otra pelea. Igual lo veía venir, hubiera sido muy utópico si no pasase.
Chitose observa todo desde donde está, no avanza ni se mueve, ni muestra intenciones de querer meterse entre ellas.
—Que nadie tiene porqué saber lo que te digo. Se llama privacidad —frunce el ceño, apretando los puños.
—¿Y entonces por qué siempre le cuentas a todos de mí, si hablas de privacidad? Yuu siempre me dice que le cuentas cosas mías, y a mí nunca me importó.
—Es diferente. Yo quiero privacidad, yo no quiero que la gente sepa que te trato así, sino van a odiarme, y después hablarán mal de mí. Y si Yuu se entera se va a enojar conmigo.
»¡Todo porque tienes que ser una puta, haciéndote a la víctima cuando deberías sólo aceptar las cosas que te digo y quedarte callada! —voltea hacia atrás, en donde está la más alta. Sin exagerar, la lleva de la mano hasta frente a Umi—. ¿No es cierto Chitose, que Umi tendría que hacer silencio?
—¿S-sí? —arquea ambas cejas, mirando hacia los lados y luego abajo—. Haces sentir mal a Sakura… Deberías respetar su espacio…
—¿No sería mejor que cambies un poco tu personalidad, ah? —Umi dirige la vista hacia Sakura—. Si no quieres que nadie hable mal de ti, entonces no deberías hacer cosas malas, y yo no tendría porqué sentirme mal si me tratas bien.
En lugar de reaccionar como el día anterior con Io, o como la vez anterior con ella, no se ve asustada ni nada similar. Quizás es el cansancio y estrés acumulado.
—Eres una estúpida. Por eso Yuu prefiere estar conmigo. Soy mejor que tú, yo no soy puta como tú. Yo soy mucho mejor, no tengo porqué cambiar.
»Si te trato mal es porque lo mereces, ¡No te hagas la víctima! ¡Deja de decirle a la gente cuando te sientes mal por mí! Inventa cualquier estupidez, menos que yo te hice llorar. Sino no esperes que te siga hablando.
—Deberías agradecer —se acerca a su rostro para hablarle al oído— que sólo hablo de mis sentimientos, y no de tu verdadera vida privada de jugar con varios chicos.
»Eso, sí podría dejarte mal parada. Incluso con Yuu que tanto quieres que no tengan problemas, si se entera de todas esas «relaciones sin concretar» y que él es otro más…
—¡No te atrevas…! —sus pupilas se contraen y abre mucho los ojos.
—No digo nada sólo porque eso es tu responsabilidad y teóricamente me confiaste secretos, pero no está bien, y a mí me molesta ser cómplice al conocer qué haces y no decirlo —se cruza de brazos y se aparta de ella, mirándola con disgusto.
—No hagas eso… —baja la mirada, mordiéndose el labio inferior.
—Si fuera Yuu con quien sales, ten por seguro que no me quedaré callada. Si me entero de algo mientras sales con él, hasta ahí llega mi tolerancia. Lo mismo si es otro amigo mío.
—Abres la boca y verás cómo todo tu estúpido mundo se derrumba.
—Inténtalo. Mi imagen es lo peor del mundo, no tengo nada que perder. La gente que me conoce, sabe cómo soy.
A este punto, Umi ya no sabe si sería mejor que dejen de ser amigas. La reacción de la otra es muy hipócrita a su parecer. ¿Privacidad? ¿De cuál privacidad habla, si Sakura no sólo cuenta cosas vergonzosas de Umi, sino que hasta inventa más?
¿De verdad «se victimiza» por contarle a alguien lo que hizo su amiga? Es más que suficiente hacer silencio de las cosas que conoce de su verdadera privacidad, de las que se enteró únicamente por pasar mucho tiempo con ella y no por sus palabras.
Su decisión es, en este caso, esperar a que se le pase el enojo y ver si decide cambiar con ella. No es la primera vez que Sakura le hace una escena, cualquier motivo es suficiente para que se enoje.
—Luego veré qué hacer contigo Sakura. Ahora estás muy molesta, no estás pensando en lo que dices —suspira y se aleja de ella, dirigiéndose a la salida.
Sakura, en su berrinche, pisa fuerte el suelo y grita de manera poco entendible.
Umi, pasa por las grandes puertas de Tomoedo, y baja las escaleras con desgano. Cada situación desagradable en los últimos días la deja sin paciencia. Si tuviese una barra imaginaria de verde a rojo, estaría en negro.
Por otro lado, se lleva una sorpresa al girar hacia la izquierda para ir por el camino de siempre. El nuer se halla de brazos cruzados, apoyado en la pared, observando en su dirección.
—¿Qué sucede Sou? Usualmente sólo me acompañas para venir a la preparatoria —lo mira un tanto confundida, arqueando una ceja.
Antes de responder, el chico comienza a caminar, y le hace una seña con la mano para que vaya con él. Sin nada que objetar, ella lo sigue al paso que marca.
En pocos segundos, doblan en la esquina, todavía sin cruzar hacia ningún lado. Parte del recorrido es seguir derecho hasta el otro vértice de la cuadra, y recién ir en forma oblicua hacia la plaza.
—No es nada en particular, sólo que Io no vendrá hoy. Así no me aburro en el camino —comenta Kazuma con una sonrisa de lado, y luego cambia a su expresión seria común—. Vaya que estás aturdida. Deberías pensar en otra cosa.
—Como si uno pudiese decidir en qué pensar —infla una mejilla, frunciendo el ceño.
—Anda, no te enojes. Mejor cuéntame del día de ayer, que fue la reconciliación —le pone una mano en el hombro, y le da un par de palmadas.
Hay una gran cantidad de personas que caminan por el mismo lugar que ellos. Como si fuesen mares, o una «avenida de gente», muchos vienen de la salida de la escuela hacia el frente y otros desde Ichiro hasta esta vereda.
En general, así se encuentran todas las cuadras en donde hay institutos o lugares grandes de trabajo cerca de estas horas, sobre todo en el segundo centro.
—No se te escapa nada, ¿Eh? —suelta una corta risa y suspira. Sonríe apenas, aún no lo asimila—. Fue inesperado, y a la vez no. Ya me habías dicho que vendría en dos semanas, pero pasó un poco antes.
»Io se disculpó… Y… Se quedó hasta las once en mi casa. Como le cae bien a mis padres, no habría problema de que se quede hasta las dos si quiere mientras no sean días de semana.
—Será mejor que para mantener la idea que tienen de él tus padres, no les cuentes lo que pasó la semana anterior —le sugiere, como una observación. Tiene que moverse hacia los lados por un momento para no chocar con nadie.
—No soy tan tonta. Ni siquiera mis hermanas lo mencionaron, no quieren que me quede sin novio —voltea a verlo, riendo tan suave que no se nota. Niega un par de veces.
—Es bueno saber que apoyan su relación… Aunque aún no son pareja —extiende el brazo a un lado para detener los pasos ajenos.
—Ah, gracias —parpadea varias veces y mira hacia arriba, al semáforo.
Por estar distraída conversando, no se había percatado de que los autos están pasando a toda velocidad por la carretera.
Luego de un minuto, vuelve a habilitarse la circulación de los peatones, y allí avanzan.
Cruzan hacia Ichiro con mucho cuidado. Como se les acabó a ambos el agua que llevaron a la escuela, aprovechan para tomar de un bebedero público casi al comienzo de la plaza. Luego de eso, continúan caminando.
Umi decide cambiar el tema, así que propone que él le cuente sobre lo que estuvo haciendo.
Siendo de esperarse, el chico nunca le explica hacia dónde fue a investigar o qué información específica en particular obtuvo. Sólo se limita a hablarle de sus pasatiempos.
Quizás le sea peligroso hablar de su trabajo con alguien, o simplemente no le gusta hacerlo y quiere descansar de ello.
Kazuma «discute» con ella acerca de una táctica para tener un mejor equipo en su juego amado de DZ, y Umi insiste en que no debería ser tan exagerado en una partida que no está dentro del competitivo.
Ella jamás busca unas estadísticas perfectas, le da una extrema flojera. En eso difiere en totalidad con el nuer, que le dedica muchas horas más a eso que a sus estudios.
Ahondando en lo último mencionado, se sabe que él por lo usual aprueba sin estudiar.
Las razones del por qué serían obvias para alguien que conozca de su habilidad, pero los demás creen que tiene una condición especial llamada «memoria fotográfica». En realidad, lo es en parte, tampoco están tan lejos.
La adolescente alza la mirada hacia el cielo. Aunque las hojas de varios árboles cubren su vista por momentos, se aprecia el color blanco debido a las nubes.
Hay una corriente de aire fresca, además, que provoca que las ramas choquen unas contra otras.
La humedad también se sigue notando en el clima, aunque no hay indicios de que llueva otra vez. No se siente el aroma del agua venir desde arriba hacia abajo.
—Oye Sou, quería saber, ¿Por qué me cuesta tener amigas mujeres? —le pregunta algo que en serio lleva mucho tiempo pensando, mientras camina cerca de la estatua.
—Pues… No veo que tengas muchos amigos hombres tampoco —enarca un poco las cejas—. ¿Cuál sería el problema, de todos modos? En tener más amigos que amigas.
—Pues… Sólo lo que dicen. Que soy puta por juntarme con chicos. Lo dicen en el sentido de que creen que hago cosas con todos y… No es verdad —baja la mirada, encogiéndose de hombros.
—Y si lo hicieras de todos modos, ¿Eso te haría mala persona? —ladea la cabeza, parece confundido con la afirmación de la menor—. Creo que lo que haga alguien en la cama, no tiene por qué ser de la incumbencia de los demás.
»Mientras no ilusiones a las personas, no debería ser ningún problema. Y bueno, cuando tengas pareja, debes mantener lo llamado fidelidad —opina tranquilo, de nuevo frenándola para cruzar.
—Mh —mira hacia la calle. Al notar que no pasa ningún auto más, avanza hacia la cuadra siguiente—. Pienso lo mismo en ese sentido, pero… Si dijese algo así… Creo que volverían a tratarme mal. No me gusta que me traten mal.
»Tampoco me gusta que traten mal a esas personas, a aquellos que tienen varias parejas y es consentido… ¿Sabes? Me hace sentir triste cuando tratan mal a alguien que no les hizo ningún daño a propósito, o a veces ni han hecho daño.
—Esa misma frustración que dices es la que llevaba a Io a actuar, por si tú todavía no entendías su punto de vista.
»Aun así, no está bien ni vengarse, ni dejarlo crecer en el interior. Los dos tendrían que buscar un modo de que esos sentimientos no crezcan en su interior.
»Aunque piensen de forma diferente, lo que les aturde es lo mismo: no querer ver a alguien sufrir injustamente —explica como si un tema estuviera ligado al otro, y luego hace una pausa—. Sé que quieres llevarte bien con tus amigas, y quieres que no te traten mal.
»Pero de verdad Umi, deberías tener… Un poco más de carácter. Más similar a lo que hiciste hoy. Lo que venías pensando en la puerta.
—¿A qué te refieres con carácter? Yo sí quiero seguir siendo amiga de Sa y Chi… No es como si no las fuese a perdonar. Pero… Creo que, principalmente con Sa…
»Creo que voy a dejar de tenerle miedo a su enojo. Yo también me puedo enojar —infla una mejilla, frunciendo el ceño. Incluso aprieta un poco los puños.
—A eso me refiero. Di lo que sientes, no tengas tanto miedo de expresarte con ella. En general, no deberías tener miedo de pedir que te tengan respeto. Eso digo yo que es carácter. Que pongas los puntos.
»No sé hasta donde puedas ser «dura», pero prefiero mil veces a esta Umi que a la que llora por temor.
»Sé que en algunas ocasiones te puede superar el sentimiento, pero intenta ser más fuerte —voltea a verla otra vez y le da una palmada en la espalda.
»No significa que tratarás mal a la gente, sólo que no serás un saco de boxeo con tal de que te hablen. No todos te odian ahora, y así como te acostumbraste a soportar el dolor, debes aprender a recibir amor también.
—Sí… Es verdad… —hace silencio por un momento, ya que lo último que le dijo es muy real aunque le parezca de fantasía. «Y él tiene que aceptar sus sentimientos también. Pero creo que él está aprendiendo mucho más rápido, a expresarse…».
Sí hay gente que la quiere, existe de verdad. No debería conformarse con que la quieran nada más, está bien exigir un buen trato.
—Creo —prosigue Umi—, que sólo puedo expresarme así cuando estoy enojada, así que por eso siento que les trato mal. Pero entiendo tu punto. Sí te prometo que voy a intentarlo lo mejor que pueda. Justo hablé ayer con Io de eso…
Se detienen otra vez luego de dos cuadras ya que hay una gran cantidad de vehículos en circulación.
Por la hora, hay veces que uno debe esperar varios minutos para pasar de una vereda a otra. Así como por el contrario, al mismo tiempo, en otras calles hay congestión.
—Ayer dijiste que con tus amigos no aplica, puedo escucharlo. Pero cambiaste de opinión.
»Tendrías que haberlo hecho antes, pero supongo que tienes mucha paciencia —mira hacia la izquierda en la vereda, sonriendo de lado—. ¿Puedo comentar algo que no tiene nada que ver con esto?
En la dirección en la que el Kazuma ve, hay un gran poste de luz exactamente a la mitad de la extensión de la vereda, en el sentido de estar casi molestando el tránsito de la gente. Lo normal es que se encuentren en el borde, no en el medio sin más.
Se puede notar que hay varias personas atraviesan el pequeño espacio que hay entre el poste y la pared de una oficina, y hay muchos que no salen hacia el otro lado. Por alguna razón, la gente parece ignorar por completo lo que sucede allí.
—¿Era ese poste del que me hablabas el otro día? —sonríe divertido, y luego regresa la vista hacia a ella. Camina hasta la cercanía para hablarle en el oído, se ve que prefiere que no le escuchen. Le habla en voz baja y calmada.
»Este es el sub-plano dos de la Tierra. ¿Tienes alguna duda en particular? Me limitaré a responder sólo esa duda, por motivos de tu seguridad.
—Okey… Creo que mi duda es muy obvia —susurra también de cerca, entiende que se trata de algo delicado y llamativo—. ¿Acaso nadie ve que la gente entra y sale?
»¿Por qué al pasar por ahí hay otro lugar diferente? —en realidad son dos preguntas, pero siempre las tuvo en su cabeza desde que vive por esa zona.
—Respecto a lo segundo —cambia de posición con ella de nuevo, ahora él haciendo un hueco con dos manos para contestarle—, evita de cualquier forma pasar al sub-plano dos.
»Sería peligroso para ti, y para casi cualquiera. El sub-plano dos, se divide en dos, graciosamente. No sé a cuál de los dos pasaste, pero sería mejor que no lo hagas.
»Y… Sobre la primera pregunta… No es que la gente no lo vea, es que todos creen que se confundieron. Nunca ves que eso suceda cuando hay poca gente, ¿Verdad?
—Tienes razón… Uhm. Creo que hubiera preferido seguir pensando en esas pocas dudas que en las veinte mil que tengo ahora —mira hacia el lugar y de nuevo a Kazuma, arqueando una ceja.
»Realmente, no sé si sólo estás analizándome o qué, porque me dices todo a medias, ¿Esperas una reacción específica o de verdad es porque sería peligroso que lo sepa?
Confiesa su suposición, que no es extraña si se toma en cuenta que él dijo en reiteradas ocasiones lo de venir a investigar.
¿Y si decir que uno no es un objeto de estudio fuese para poder ahondar? Sería la pregunta más lógica, que alguien con sentido común se la habría realizado desde el comienzo.
Más en específico, lo común sería no querer acercarse a alguien que pueda leer la mente.
—No te estoy mintiendo Umi. Y realmente sí esperaba otra reacción. Pensé que te sentirías más animada o algo, porque veníamos hablando de muchas cosas serias.
»Lo siento —se aleja a una distancia normal, del mismo modo en el que estuvo durante lo que van del camino.
Como si se sincronizara la situación, llega el momento en que una fila de autos no puede circular porque se amontonaron.
Allí, todos los que se ven impacientes por la espera, son capaces de cruzar hacia la vereda de en frente. Kazuma y Umi también aprovechan para avanzar, algo lento por la cantidad de personas que pasan a la vez.
—Perdón Sou, yo no quería hacerte sentir mal. Realmente fue muy estúpida esa última pregunta que hice…
»Irónicamente, hablando de no tener miedo, y me dio miedo alguien que me trata bien. Lo siento Sou.
»Tienes toda la razón en que debo acostumbrarme —baja la mirada, a la vez se siente confundida y desubicada—. Sólo que… Estos días no fueron los más… Cómo decirlo… Es difícil confiar con todo lo reciente y-
—Está bien. No te carcomas la cabeza por esto —cierra los ojos unos segundos, suspirando, y luego mira al frente, pensativo—. Cambiemos de tema otra vez, así no hay más tensión —es bastante práctico y directo al proponerle aquello.
»Quizás es algo personal, pero sé que te va a llevar la cabeza hacia otro lado —anticipa sus palabras, mirándola con una graciosa curiosidad.
Tampoco será un problema que hablen de eso allí, porque los que habían ido hacia su misma vereda, doblan en la esquina en lugar de seguir derecho como ellos. Aún les faltan dos cuadras hasta donde queda la casa de los Murasaki.
—¿Qué cosa puede ser realmente personal viniendo de mí? —se lo pregunta tanto a él como a sí misma, ya que es cierto que no suele dejar mucho en su interior.
—Sólo vi algo en tu cabeza. Parecía un recuerdo por su nitidez —regresa la vista a la chica. Le muestra una sonrisa amplia—. ¿Vas a avanzar rápido o lento con Io?
—… —tras un corto silencio, comienza a reír nerviosa. Sus mejillas se tornan algo rojas—. Se supone que estoy molesta con él… Pero… Agh…
»Eso es lo que pasa cuando estás en el período. De repente sueñas cosas bien raras, y te afectan mucho más las hormonas de lo normal.
»Aunque de por sí creo que él me causa ese sentimiento raro —aclara la garganta mientras se lleva una mano a cubrirse los labios, desviando la mirada.
—Bueno, no soy mujer pero —asiente un par de veces para sí mismo—, creo que lo entiendo.
»Aunque tampoco he sentido ese tipo de atracción aún, la sexual. Si te soy sincero, nunca hice nada de nada, pero conozco por los libros que hay en casa sumado a varias investigaciones.
»¿Crees que aún no encontré a nadie que se me ajuste? ¿O qué podría ser? —le pregunta con naturalidad.
—¿Quizás? No sé realmente. No sé de qué depende en todos si alguien le atrae o no de esa manera.
»En mi caso al menos es por el aroma y la voz. ¿En los demás será cómo se ven? No tengo idea —ladea la cabeza, mirando hacia arriba. Termina siendo una gran duda para ella. Nunca se le había pasado por la mente considerarlo.
—Tendré que pensarlo, analizarlo como si tratase de cualquier otro trabajo. Conocerse a uno es importante, a mi parecer —cruza los brazos, torciendo la boca apenas. Abre más los ojos, muy pensativo al igual que Umi.
»Por lo pronto, sé que mi cuerpo puede reaccionar ante estímulos sensoriales directos y físicos, como un roce. No obstante, es lejos de llamarse atracción sexual.
»Si lo provoca una acción directa, no es lo mismo que sólo percibir algo cercano o lejano con los sentidos.
Umi tiene la intención de proponerle que pruebe algo con Chitose si quiere averiguar más. Tras recordar las palabras del nuer sobre las relaciones, no lo dice por respeto a su decisión.
Además, no es como si su amiga le hubiera dicho que quiere ir tan rápido con él. Esas ideas sólo dan vueltas.
—Creo que quedará en una simple lectura —asegura el adolescente—, al menos hasta que se me ocurra algo.
—Lo estás haciendo muy complicado Sou. Es fácil. Vives solo —alza los hombros, riendo bajo—. Mira un vídeo y fíjate qué pasa. Si no sirve, escucha un audio. Si no sirve, busca dibujos. Y así. Si nada sirve, puede que seas demisexual o asexual.
—Mh —se lleva la mano en forma de puño a los labios, cubriéndolos como expresión—. Ya. Lo intentaré.
A fin de cuentas, Kazuma estuvo en lo cierto con que eso le haría olvidar todo lo que venían hablando.
Para Umi es divertido poder comentar algunas cosas que no se le ocurriría mencionar, por lo extraño que puede sonar.
La persona con la que en la actualidad tiene una confianza similar es Yuu, y eso le lleva a cuestionarse si cuánto falta para poder lograr algo parecido con Io.
En verdad, es lo que más desea en el momento, así sentirse más cercana y cómoda.
Es bien establecido en sus ideales que la base de una pareja es la confianza.
Porque sin ella, el amor no es capaz de mantenerse. Si todo el tiempo tuviese miedo de que la persona con la que sale le mienta o le abandone, terminaría resultando en más daño que disfrute.
Claro, esa es su opinión. Hay gente, como Yuu, que Umi no entiende si busca algo estable o no, ya que su forma de llevar las relaciones y las personas con las que lo intenta no se acoplan a él.
También, hay gente como Sakura, que es casi obvio que busca a alguien que jamás le lleve la contraria en nada, y tal vez una buena cantidad de seguridad.
Son las cosas que uno puede deducir en base a las palabras mismas dichas por ellos en diferentes ocasiones.
Por estas últimas cuadras en específico, la mayoría de los autos sólo pasan por su mano derecha, siguiendo en línea recta hacia el frente. Casi ninguno viene desde la derecha hacia la izquierda, lo que les permite cruzar sin ninguna dificultad.
Se mantienen conversando sobre Io, de alguna forma el nuer siempre quiere saber de él.
Eso le genera a Umi muchas ganas de que los dos se conozcan, porque considera que podrían ser amigos muy cercanos con todas las cosas que tienen en común.
Cuando llegan a la cuadra de la casa de los Murasaki, la adolescente pasa del portón así acompaña a Kazuma hasta la esquina de esa vereda.
Se despiden con un saludo de manos a medio metro, y cada uno se dirige a donde planean desde el inicio del recorrido.
Es sabido para la chica que no va a almorzar. Tardó varios minutos en caminar con él y de por sí en salir de la preparatoria, así que, si sus hermanas ya están en casa, sólo subirá las escaleras. Con ese «mini-plan» en mente, gira el picaporte.
Al ingresar, se encuentra su familia alrededor de la mesa.
Una comida normal en su casa como lo es el kepi cocido, está servida en los platos de todos. Ella saluda con una corta reverencia y camina hacia las escaleras, subiendo despacio y con pesadez por la vagancia y el cansancio de llevar el peso en la espalda.
Tras entrar a su cuarto, cierra la puerta para que el aroma de abajo no termine abriéndole de más el apetito. Es decir, igual se siente, pero menos.
Luego, deja la mochila en el suelo al lado de la litera, y trepa hasta arriba con cuidado.
Sobre las sábanas deja siempre el cargador, porque tiene un tomacorriente en la parte opuesta a la del ventanal.
Ese bendito lugar para cargar su celular le da la comodidad de poder estar echada mientras lo usa. Además, todas las noches deja el móvil allí, así al día siguiente suene la alarma. Es muy útil en varios sentidos.
La desventaja es que, en el mismo lugar a centímetros arriba, se halla el interruptor de la luz. A ella le toca apagarla aunque esté durmiendo. La despertarían para decirle que oprima el botón.
Al conectar el móvil, lo enciende. A este llegan varios mensajes a Up apenas se activa el WiFi, así como algunas notificaciones de Book F.
Para su sorpresa, al revisar por la primera aplicación, encuentra que Sakura ya no la tiene bloqueada. Abre mucho los ojos, igual decide no mandarle nada. ¿Qué sentido tendría comenzar otra discusión, además con el estómago vacío?
Seguido de ello, se pasa al chat de Io, que le comenta sobre sus planes para la tarde.
—⟨⟨ Umi~ Hoy voy a juntarme con Kabuto y Chris a la tarde. Dijeron que no hay clubes hoy. Cualquier cosa puedes mandarme mensajes, ¡Suerte en canto! ⟩⟩
Umi sonríe hacia la derecha y baja la cabeza un momento. Luego regresa la vista al aparato. Antes de contestarle a él, envía otro mensaje en lo que piensa qué responder.
¿Podría ir a su casa si están libres? De cierto modo, ella es amiga de los otros dos, y ellos mismos son los que la invitaron en muchas ocasiones.
Sin embargo, quizás sea incómodo aún luego del distanciamiento que ocasionó Io con su venganza.
—⟨⟨ ¿Cómo te fue con la oferta de pescado? Cuéntame cuando llegues Yuu. Ojalá que hayas conseguido un montón, de paso me das sushi (? ⟩⟩ —bromea, aunque curiosa al respecto.
Aún no marca que haya llegado el mensaje, y seguro no lo hará hasta dentro de una hora como mínimo por la distancia entre el supermercado y el hogar del chico.
Dejando pasar dos minutos más, se le ocurre qué decirle al primero. Teclea con lentitud debido al hambre, se escucha el sonido que la delata.
—⟨⟨ Hola Io, recién llego a casa. Como te había dicho salimos más temprano, me acompañó Sou. ⟩⟩
»⟨⟨ Ciertamente, me gustaría mucho que pudieran conocerse ahora mismo, pero recién estará libre, según sus propias palabras, cerca de diciembre. De ahí, quería saber cómo están Chris y Kabuto, ya que no hablamos desde… Ya sabes. ⟩⟩
.
A diez cuadras hacia la izquierda de Niiro, se encuentra ubicada la preparatoria Komasu. En la actualidad, Io es el único entre aquel grupo de tres que asiste a esta eescuela
Chris fue transferido rápido según lo pactado entre la familia Lee y los Tsuyomi. Igual que siempre, actúan al instante con el tema de los papeles cuando se trata de casos «especiales» como lo son las influencias de familias adineradas.
La vista se dirige al curso 102, en donde se pueden ver unos ojos amarillos cansados. Se ubica de lunes a viernes en el segundo banco de izquierda a derecha, primera fila.
Por cuestiones de comodidad, le gusta sentarse en el frente. En esta escuela, cada pupitre está separado uno de otro, en lugar de haber dos juntos y dos pequeñas mesas pegadas.
—¿Vieron que el mayordomo pelirrojo de verdad ya no viene? —comenta una chica en forma de susurro, conversando con un grupo de compañeras.
—Sí… Al final sí lo transfirieron… —se queja, con un tono algo triste otra adolescente.
Es de suponerse que con su apariencia Chris sea un chico muy buscado. Y lo natural es que no sólo el, sino también Io y Kabuto. Aunque en específico, en el caso del más musculoso, es el más popular entre los tres por ser tan sociable y alegre.
—Señor Sawada —una de sus compañeras se acerca a hablarle—, ¿Sabe si hay posibilidades de que el señor Hanazawa regrese?
—¿Chris? No lo creo —suspira y se encoge de hombros, arqueando apenas las cejas—. Ya ni ganas me dan de ir a la cafetería si no está él.
El pequeño grupo en el fondo hace en coro unos gritos graciosos tras la respuesta de Io.
—아이고… Ustedes sólo piensan en el ship, pero de verdad lo extraño. Se siente raro ver su banco vacío… —forma un puchero con sus labios, mirando en esa dirección—. En fin… Supongo que las cosas salieron de esta manera por algo.
—¿Y va a cambiarse también de escuela? —le pregunta la misma chica, como si de verdad le importara el asunto.
—¿Eh? Ahora que lo mencionas… No es una mala idea. Pero luego, el año que viene. Quiero terminar los exámenes y demás, para ir con las notas listas —mira hacia arriba, algo pensativo sobre lo que planea.
»Gracias Eri. Es una buena sugerencia —le muestra una sonrisa sincera, no lo había considerado hasta el momento.
La estudiante se sonroja y regresa con las demás a la parte trasera del aula, a cotillear otra vez.
Io mantiene la misma expresión, mientras toma el móvil de encima de la mesa para ver si hay algún mensaje nuevo. Es una costumbre tenerlo en silencio durante las horas de clases.
—Oh, sí me habló —se acerca el celular al rostro por unos segundos y luego lo aleja. Escribe apresurado, porque pasaron varios minutos sin que se diera cuenta de la notificación.
»⟨⟨ Ellos están bien, y también me preguntaron por ti. Lo más seguro es que quieran disculparse por lo que… Sucedió por mi culpa. Obviamente no es culpa de ellos, así que me gustaría que no haya problemas entre ustedes. ⟩⟩
»⟨⟨ Si no estuvieses ocupada hoy te diría que vengas a mi casa a jugar con nosotros un rato… ⟩⟩
—⟨⟨ Estoy disponible. No voy a ir a canto hoy, pero no es por ti en particular. Sólo… Hoy no tengo tantas ganas de ir al club. De todos modos, mis padres no me prohíben salir mientras haga las tareas y regrese temprano. ⟩⟩ —le contesta al instante, con una expresión de alivio total.
—⟨⟨ Me alegra saber eso~ Nos vemos más tarde entonces Umi. ¿Quieres que vaya a buscarte? Seguramente debes estar muerta de hambre ahora. ⟩⟩ —luego de mandar este texto, golpea apenas con los dedos la mesa, jugando.
—⟨⟨ Aaaah… Sí. Adivinaste que llegué tarde. Hahaha. Bueno, ven cuando quieras, dejaré mis cosas preparadas. ⟩⟩
»⟨⟨ Haré las tareas en tu casa, voy a llevar la mochila. Jugaré cuando termine con eso, ¿Sí? Sé que no soy brillante pero sí soy responsable. ಠ◡ಠ ⟩⟩
—⟨⟨ Kkk… ¿Qué rayos es ese emoji Umi? Bueno, voy a prepararte algo rico cuando llegues a casa. Pasaré por ti en auto, no quisiera que te desmayes por el hambre. ⟩⟩
—⟨⟨ ¡Pero no te gustan los vehículos! No te obligues a hacer eso si no te gusta. ⟩⟩
—⟨⟨ No es como si no viniese a veces en auto a la escuela por quedarme dormido. Kkkk. ⟩⟩
»⟨⟨ Deja de hacerte a la difícil, me será más fácil que te lleve un transporte a que te cargue por todas las cuadras hasta mi casa. ¡Así que sin peros! ರ╭╮ರ ⟩⟩ —ríe a la vez por fuera de los mensajes, mirando con calidez hacia la pantalla.
—⟨⟨ Se supone que debo ser más dura contigo porque tuvimos una pelea. O algo así. ⟩⟩
»⟨⟨ O sea, aún no estamos bien perfectamente, ¿Me entiendes? ⟩⟩ —lo menciona también ya que Kazuma le sugirió acerca del carácter. Aunque no funciona así. Al menos lo intenta.
—⟨⟨ Se supone, se supone. Pero no estás enojada, ni yo tampoco. No puedo hacer como que no pasó nada, pero tampoco te fuerces tú a fingir enojo. Sólo tranquila~ ⟩⟩
»⟨⟨ De verdad no volverá a pasar algo así, así que de verdad desearía poderte ver bien. ⟩⟩ —arquea una ceja y sonríe de lado, negando con la cabeza.
»Sí está mejor, pero quizás le da vergüenza no poder estar enojada —piensa en voz apenas audible, sólo para él.
—⟨⟨ Bueno, bueno. Gracias entonces. Voy a dormir una siesta, llámame cuando estés afuera. Hasta luego Io. ( ̄^ ̄) ⟩⟩
—야… Cuánta intensidad, hasta aquí llega su odio —ríe entre dientes y suspira, dejándose caer sobre la mesa—. De verdad trataré de evitar hacerle daño otra vez. Sí sé que fui un tonto… —continúa hablando en voz baja.
Las estudiantes atrás lo miran desentendidas, porque como no se encuentra en ninguna llamada telefónica, resulta raro que hable consigo en un lugar público.
.
A dos minutos de las tres de la tarde, Io llama al chofer para que pase a buscarlo de Komasu. Se escucha del otro lado como el señor se muestra jovial de que lo hable, ya que el adolescente prefiere ir a pie normalmente.
Le explica el primero también el motivo de que le pida eso como favor, y el hombre acepta gustoso, avisándole que estará en poco tiempo por la preparatoria. Sumado a eso, dice que le llevará algo de beber.
Io guarda todo lo que hay sobre su pupitre, y revisa si no se olvida nada debajo. En efecto, no, así que ya tiene todo listo.
Se coloca en la espalda la mochila, y sale junto a sus demás compañeros por la puerta del aula, sincronizados con la campana del fin de la jornada escolar.
Él saluda con una reverencia en general a los que se despiden de él, y camina hasta la salida del establecimiento. Hay unos cinco escalones de distancia entre la altura del lugar y el suelo de afuera, así que no tarda en bajar.
Tratándose del responsable señor Sato Takeda, es natural que este aparezca muy pronto. El chofer sólo se toma unos siete minutos en hacer presencia, y podrían ser menos si los semáforos siempre estuviesen de su lado.
El menor llega despacio hasta el vehículo, un auto blanco y un poco alargado. Se puede apreciar cómo al abrirse la puerta, se visualiza a un hombre incluso más alto que él.
Mide un metro noventa y cinco, con una mejor contextura física que la de Chris. Bien podría ser un guardaespaldas.
Su cabello es rubio cenizas, peinado algo hacia atrás; y lleva unos lentes de sol que cubren unos filosos ojos azules. Va vestido entero de manera formal, con un traje, pantalón y zapatos negros, lo único blanco es su camisa.
—Atrás —ríe y él mismo abre la puerta para entrar. Mira los alrededores un tanto incómodo, y cierra despacio—. 아이고. A veces siento que quizás sea claustrofóbico —deja la mochila a un lado, así sentarse más cómodo.
—No exagere, señor Sawada —sonríe de lado, ingresando por la derecha, el lado del conductor—. Si lo fuese, estaría golpeando las ventanas para salir —cierra también, y revisa que no haya ningún problema en el auto—. Dejaré las ventanas abiertas si gusta.
—Como te parezca Take~ No sé de qué forma me mareo menos. Así que te lo dejo a ti —pone las manos sobre las piernas propias, mirando hacia abajo.
—De acuerdo —presiona un botón que causa que todas las ventanas se abran hasta la mitad—. Y, ¿Qué tal le fue hoy? ¿Dieron tareas muy complicadas?
No es extraño que el mayor quiera entablar conversaciones para hacer amena su compañía. Io le responde con tranquilidad, pues le tiene una gran confianza.
Como el hombre lleva trabajando con la familia desde que viven en Japón, lo ve todos los días desde los doce años.
El señor se dedica a hacerle más cuestionamientos superficiales acerca de las clases, y luego la dirección de Umi.
Después de que él le contesta eso, le explica lo triste que se siente por estar solo en la escuela. Siendo que toda la vida había sido compañero de Chris, es obvio que la «separación» le causa cierto shock.
Por su parte, Sato intenta hacerle ver otro lado de la situación, que sería que puede tratar de hacer más amigos. Y si aun así no se siente cómodo, se sabe que tiene la libertad de decidir si seguir allí, o ir a privado, o lo que quiera.
Juri siempre le dijo que mientras no cause problemas, no pasa nada.
Io le comenta que planea cambiarse a la preparatoria a la que asisten Kabuto y Chris, y sino, a Tomoedo. Ante la última opción, el señor reacciona con sorpresa.
—Imagino que iría a los cursos avanzados, ¿Verdad? Sería ideal para poner a prueba su inteligencia, y recibiría un mejor título —menciona su observación, con la vista fija en el camino. Detiene el auto un momento por el semáforo.
—Por supuesto que sí. Es… Todo un reto. Me pregunto si podría tener las mismas calificaciones que aquí.
Io mira por la ventana, cómo «se mueve el paisaje» mientras él está quieto y sentado. De cierta manera, si su rostro se tratase de un dibujo, su frente estaría azulada por la incomodidad del vehículo andando.
—Igualmente, aunque me metiera en avanzado, quisiera usar el uniforme de Tomoedo. Se ve bonito.
Por seguir tratándose de una hora de gran circulación, hay algunos embotellamientos que son inevitables, sobre todo al dirigirse hacia la casa de Umi.
Las calles y avenidas, incluso las veredas, son mucho más angostas hacia la zona del primer centro y cercanías. Parece como si ese lugar se hubiera construido por terminarse rápido.
.
Trece minutos más tarde, el auto de la familia Sawada se halla frente de la casa Murasaki. Io, adentro todavía, le envía un mensaje para avisarle que ya se encuentra afuera.
Luego parece recordar que la mayor duerme, y presiona la opción de llamar.
En la habitación en donde ella está acostada, a los pies de la cama suena el celular con el tono de llamada que escogió para Io. Decidió ponerle la canción que él compuso, pero sólo la parte instrumental así evitar delatar lo acontecido.
Ella reacciona rápido ante el sonido, y atiende con una voz ronca.
—Dame cinco minutos y bajo. Quiero ir al baño y eso. Un momentito por favor…
—Claro, no hay problema. Aquí te espero —le responde animado y corta la llamada.
Umi primero desconecta el móvil y se lo guarda en el bolsillo. Baja con cuidado de la litera.
Luego, abre la mochila que había dejado preparada, revisando de no dejarse nada necesario para la ocasión. Se está olvidando de unas toallas higiénicas.
Ya que de todos modos debe ir al baño, no perderá tiempo. Abre la puerta despacio. Puede escuchar que en el living andan conversando todavía.
Suenan muy fuerte, tanto las voces como la televisión, ya que la estructura del techo de su casa es algo triangular desde la parte del ventanal hasta el pasillo en donde se encuentra de pie (el que conecta su cuarto, el baño, y el mini cuarto).
Es por eso que siempre necesitan dormir con la puerta cerrada, porque se escucha mejor arriba que en la misma sala de estar.
La pequeña entra al baño y junta la puerta lo suficiente para que no se vea nada. No funciona el picaporte de este lugar tampoco, aunque es como si se «atorara» un poco y tiene el mismo resultado que cerrar.
En general, en este hogar funcionan la mitad de las cerraduras, y las otras no. La de la entrada al menos, sí.
Umi cepilla sus dientes, porque es común tener mal aliento después de dormir.
Era una de las cosas que la atormentaba cuando fue el viaje unos meses atrás, pero se las arregló para llevar una pasta y usar un vaso pequeño para el agua.
Ríe recordando el hecho de que lo estuvo haciendo a escondidas, porque cualquiera le hubiese dicho que exageraba si la idea era que sea «al aire libre».
Simplemente no está hecha para ese tipo de cosas, necesita de su amada tecnología y comodidades.
Luego de lavarse el rostro y recoger un par de toallitas, regresa a su cuarto y acomoda todo otra vez en su mochila así pasar la tarde. Se la equipa en la espalda, y cuando cree estar lista, algo la perturba con notoriedad: cólicos.
Se agacha de golpe, sosteniéndose la parte baja del abdomen con las manos. Le atraviesa un dolor punzante, cual aceite hirviendo por dentro.
Según su propia experiencia, sólo podría compararlo con la vez que tuvo 42° C de fiebre y sentía el pecho aprisionado por la neumonía. En el caso particular de ahora, no tiene mucha temperatura, es a causa del período.
—Creo que no podré ir… —se sienta en el borde de la cama de Kana, y saca el celular del bolsillo. Selecciona al contacto de Io y lo llama—. Io, perdón… Me duele mucho la panza… Y… No quiero molestar en tu casa.
—Con más razón sería mejor que vengas. Te voy a cuidar y nadie te hará burlas por eso aquí, nadie te dirá que exageras o te haces a la víctima —le explica con seriedad, a la vez denota la preocupación por la mayor.
—¿Estás seguro de que no voy a molestar? Agh…
Por desgracia, la expresión que tenía de ansias por verlo ya no ocupa su rostro. Sólo muecas de dolor.
—Seguro, seguro. Tranquila, ¿Sí? Ven. Y si yo no pudiese hacer algo bien, te aseguro que Chris sabrá. Él es muy bueno cuidando a las personas.
—Está bien… —oprime el botón de finalizar la llamada y guarda el N95.
Baja como puede las escaleras, respirando profundo. Se sujeta de los metales que hay en los costados, es afortunado que hayan unos barandales. Camina hasta su madre, que se encuentra tejiendo en el sofá.
—Má, iré a la casa de Io. Haré las tareas allá, no volveré tarde —en su mirada se aprecia el que no se siente bien.
—Bueno Umi, ve tranquila, pero de verdad no bajes las calificaciones más de lo que ya las tienes. En matemáticas, química, física y biología no te está yendo bien —alza una ceja y suspira, negando despacio—. Ve con cuidado.
—Gracias… —se aleja y atraviesa la entrada, cerrando la puerta tras ella. «Ah, pero en literatura, historia, astronomía y todas las demás materias que me va bien, ¿No cuentan?»
«No es como si no estudiase para matemáticas, lo intento muchísimo… Agh». Recuerda aquella mención de Kazuma sobre su condición, más molesta. Niega despacio.
Busca con la mirada cuál puede ser el vehículo que hipotéticamente es el que la espera. Hay muchos estacionados tanto frente a la casa como hacia la vereda de enfrente.
Hace pucheros por un momento y se deja guiar por el aroma. Es cierto que se encuentra a unos metros de la puerta. «Debo actualizar las dioptrías de los lentes…».
Da unos cuantos pasos hacia allí, y gira la manija, ingresando al auto. Cierra con cuidado, pero de manera correcta, y recién se dedica a observar a la persona que está a su lado.
Él se ve radiante igual que siempre, hermoso y bien peinado, con todos sus accesorios. Ella, tiene los ojos semiabiertos, desarreglada, hambrienta y se ve muy cansada.
Es similar a su primer encuentro, a excepción de que esta vez no Umi no se halla llena de tierra.
Ella se quita la mochila para tomar asiento, dejándola en el suelo del transporte, así no tener más peso encima.
—Take, ¿Podrías ir algo rápido? —dice tras ver a la chica en esas condiciones.
—Señor Sawada, ¿Usted estará bien? Si usted se encontraba más o menos igual hace un par de minutos —lo mira por el espejo retrovisor, preguntándole con su voz profunda usual—. Supongo que no cambiaría de opinión de todas maneras.
Unos ojos flameantes de determinación ante la opción escogida alcanzan al conductor, que suspira por la preocupación de tener a dos chiquillos sufriendo en la parte trasera del auto.
Sin más que objetar, pisa el acelerador. Claro, con la intención de respetar todas las señales de tránsito y demás.
El viaje transcurre en silencio. Pese a que el chico dijo que la cuidaría, ambos están como si se derritieran, esparcidos por el gran asiento.
Le causa cierta gracia a Umi, pensar que incluso el chico «tan fuerte y genial» del modo en que lo conoce, podría estar a su lado en una situación similar.
A diferencia de él, un vehículo en movimiento ella le relaja y le da sueño. Por eso es que prefiere no usar el autobús sola.
El señor Sato revisa de a ratos a través del espejo cómo se ven los dos, y sonríe de lado. Umi duerme, así que lo más probable es que se le haya pasado algo el dolor. No obstante, él se mantiene a la misma velocidad, ya que la orden no cambió.
Io busca incorporarse lento y despacio, atento a cuánto falta para llegar. Allí se percata de lo mismo que vio Sato, a una Umi durmiente.
Sin hacer ningún ruido, lleva con suavidad la mano a la frente de la otra, quizás en un intento de tomarle la temperatura. Luego se acerca más, sólo mirándola con cariño.
El auto frena de repente ante un semáforo, provocando que Io caiga sobre la chica. Sato no se percata de ello por fijarse en el tráfico, por lo que no se disculpa.
Por otra parte, Umi pese a poder dormirse con más facilidad en los viajes, a la vez tiene un sueño bastante ligero.
Ella está despierta desde que el otro le puso un dedo encima, nada más que no quería moverse.
Umi abre los ojos, encontrando a Io muy corta distancia de su rostro, pero se muestra muy tranquila. Al revés, Io se incorpora con rapidez y desvía la mirada, completamente rojo.
—Lo siento Umi, no es lo que parece. El vehículo frenó y-
—Lo sé. Sólo me dormí unos segundos —ríe bajo, y toma asiento. Cierra con fuerza un ojo, sosteniéndose el abdomen con una mano—. Estoy mejor por las dudas, ya no duele tan fuerte.
»Fue como un susto cuando me dolió más, ya que me suele doler mucho menos de la mitad de lo que sentí al subir aquí —arquea las cejas, con una sonrisa de ojos cerrados—. Al final no necesitarás cuidarme.
Mientras le habla, se dedica a mirar por la ventana, como si curioseara el paisaje urbano. Luego regresa la vista a él. El adolescente en toda la cara lleva escrito «mareado».
—Casi llegamos señor Sawada, aguante —ríe el mayor por la vista que tiene en el espejo retrovisor, y acelera otra vez.
.
A las 15:35 PM, el auto se detiene en frente de la gran casa rosa pastel obscuro y opaco. Umi se anima a salir primero del vehículo, y jala con fuerza del brazo de Io para que él también pueda poner los pies afuera.
Abre los ojos al recordar que las mochilas están aún dentro, y ella misma las saca, sosteniendo una en cada mano. En realidad, la propia es la más pesada, lo que le lleva a preguntarse qué cosas tendrá el otro.
—Señor Sawada, un gusto llevarlo de paseo, si se podría llamar así —camina hacia él y lo despeina leve—. Volveré al edificio de Miranosuki. Si necesita algo más, puede llamarme cuando guste. Claro, siempre y cuando la señorita Sawada no me necesite antes.
Luego de decir aquello último, regresa al auto y se retira, dejando detrás unas pequeñas nubes de humo. Umi e Io divisan la silueta que desaparece en el horizonte.
—Hace mucho que no voy en auto~ —la chica habla como si hubiese tomado una siesta rejuvenecedora, cargando todavía las cosas de ambos.
—Lo mismo digo… —él no se ve bien aún. Igual, no le tomará más que unos minutos recuperar su color natural en el rostro—. ¿No te es pesado todo eso?
—¿Oh? Obvio que sí. Pero una vez que dejas de sentir el brazo ya no duele, así que no pasa nada.
»Es como… ¿Acostumbrarse? Creo que la gente podría ser mucho más fuerte de lo que ya es si ignorase el dolor —le comenta su observación, mientras espera que él abra las rejas negras que los separan del jardín.
—No sé si lo que dices sea sano, pero te doy las gracias. Te lo compensaré en menos de lo que crees. Sólo… —inspira profundo—. Quiero respirar primero.
Abre el seguro para dejarlos pasar, y enseguida cierra tras ellos. Atraviesan rápido el jardín, y luego la entrada principal. Se topan con Juri, que está guardando varias cosas en el maletín que siempre lleva al trabajo.
—¿No te tocaba ir más temprano hermana? —inquiere, arqueando una ceja mientras ladea la cabeza—. ¿Hubo algún problema?
—Nada en particular, avisé que hoy iría más tarde. Ayer me desvelé revisando varios correos de la compañía —suspira, encogiéndose de hombros.
»De verdad, necesitaba dormir. Ya comí y lavé lo que usé… —se yergue y a la vez estira los brazos—. En fin, ahí te esperan tus novios arriba.
»Nos vemos~ —le saluda con la mano y recoge el maletín con la otra. Al caminar, se escucha cómo suenan sus tacos aguja contra el suelo.
[ BGM Breakfast is Ready]
Io la ve irse, achicando los ojos, con un enojo fingido. Luego de unos segundos, regresa la vista a Umi.
Le hace señas con las manos para que tome asiento en el comedor, por mientras él cierra la puerta. Ella se quita primero los zapatos, ya que trajo los de la escuela como los tenía a mano.
Tal cual lo indicado, se dirige a una de las sillas. Deja las mochilas en el suelo, al lado de en donde está.
—Puedes ir pensando en qué deseas almorzar.
»Pero primero te pregunto, ¿Quisieras comer sola y luego vemos a Chris y a Kabuto? ¿O prefieres hablar con ellos hasta que esté la comida? —le pregunta con verdadera curiosidad, dando varios pasos hasta la encimera de la cocina.
»Oh, por las dudas, ellos no tienen una copia de mi llave o algo así. Juri les abrió.
—Sí sé que no son tus novios —ríe divertida, viéndole. Su estómago ruge del sólo hecho de estar en una mesa—. Podrías hacerme un omelette, es algo fácil y rápido.
»Sobre los demás, si ellos quieren bajar, pueden estar aquí tranquilamente. Soy yo la que «vino a último momento». Lo normal sería que yo pregunte si no molestaría.
—No debería ser lo normal —le da un golpe despacio en la cabeza—. Debes dejar de creer que molestas sólo por respirar.
»Pero eso es difícil, ya lo tienes muy arraigado —niega dos veces—. No importa —saca el móvil del bolsillo y teclea unos mensajes al grupo de Lime—. ⟨⟨ Oigan, bajen si quieren botanas par de holgazanes. Ya llegué. (づ。◕‿‿◕。)づ ⟩⟩
Deja a un lado el celular sobre la encimera, y empieza a sacar las cosas que utilizará para la comida.
Busca tres huevos en el refrigerador y el paquete de queso. Del último corta unos pedazos y los deja en la orilla de un plato limpio que se halla a simple vista.
—¿Ahí te parece bien o quieres más queso? —voltea a mirar hacia atrás, dando lugar para que la mayor pueda ver hacia allí.
—Eso es más que suficiente, si le pusieras más te lo daría a ti —mueve las manos hacia los lados en forma de negación.
Mientras él guarda la pieza de queso, se escucha que arriba se abre la puerta. Las voces del par que está lejos, se oyen cada vez más cerca a medida que bajan otro escalón. Kabuto se sienta a su lado, y Chris en frente.
—Ha pasado un tiempo —se anima a comenzar ella a hablar, imagina que de otro modo quizás se pongan nerviosos.
—Sí… —sonríe Chris mirando hacia abajo, y luego alza la vista hacia ella—. Así es.
—¿Qué tal Umi? —le dice en un tono algo tímido quien está a su derecha.
—Estoy bien Kabuto, gracias —sonríe de lado y alza apenas las cejas—. ¿Qué anduvieron haciendo estos días? Además de que… Chris está usando el uniforme de… —se frota las sienes intentando sacar el nombre.
»De la preparatoria de Kabuto —no le salió, como suponía. Hay palabras que no puede recordar nunca.
—Se transfirió hoy, por unos problemas que tuve en la escuela —el heredero deja de lado cómo se llama el establecimiento, sólo pasa a explicar—. Igualmente él se adaptó muy rápido. Siempre es así, es muy sociable.
Se le nota entusiasmado contando lo que hizo durante el día, así que los tres le prestan atención.
Io estaba un poco enterado por los mensajes, pero ahora lo sabe con más lujo de detalles. Chris lo deja hablar, ya que se conoce que gusta escucharlo cuando se pone «conversador».
Así transcurre un rato agradable durante el almuerzo, donde resuena en principal la voz de Kabuto. Esos ojos grises se ven tan brillantes cuando explica. Los iris negros de Chris también, reflejan la expresión tierna del otro.
Comparten entre todos más de una botana, así que Umi consigue saciar su hambre así sea comida chatarra. Igual, no se queja, sí le encanta. Por algo ama tanto los hot-dogs.
Cuando terminan con la comida, Chris ayuda a Io a lavar la vajilla mientras el otro par sigue en la mesa. Es más que otra cosa por motivos de rapidez, sino esperarían mucho.
No les lleva más de cinco minutos en dejar los platos y demás secos y acomodados. Con ello listo, suben por las escaleras juntos. Se escucha cómo la casa está vacía a excepción de sus voces y pisadas, es tranquilo.
Kabuto les abre la puerta para que ingresen al cuarto de Io, y allí, se «instalan» los cuatro en la cama. El heredero más en el extremo derecho, Chris a la zurda de este, luego Io, y Umi totalmente en la izquierda.
El espacio es apenas suficiente. Es una cama grande, pero siempre van a quedar apretados si son tantos. Si se esfuerzan mucho, podría caber uno más.
Al comienzo, las primeras veces que se acomodaron así, a Umi le resultaba incómodo. No sólo por el poco espacio, sino por ser la única chica allí. Con el pasar de los días, se le hizo costumbre. Ya no le parece extraño.
Además, eso le da la posibilidad de que Io se encuentre muy cerca. Puede sentir sus brazos bastante seguido, chocar con su torso, como algo tan casual. Embriagarse de su aroma… La vibración de su voz casi o en el oído, es relajante.
Claro, si la forma en la que se ubican fuese diferente, estaría disgustada por completo. No importa lo lindos que sean los amigos de Io, no son él. Por fortuna, ellos dos siempre están juntos cual audífonos enredados.
«Curioso tener el nivel de confianza como para que estemos así, pero no para hablar de todo». Umi recuerda su charla de más temprano con Kazuma, y le surge el mismo cuestionamiento. ¿Cómo conseguir más confianza con la gente?
Creía que con Io y este par de aquí tenía una muy grande, hasta que fue hablando más con el nuer. «Io quiere ir lento. Sus amigos son igual. Yo soy impaciente».
Se ve que Io voltea a mirarla. Él sonríe cálido con un ligero rubor en las mejillas, y le revuelve los flequillos.
—¿Por qué tan callada de repente? —alza las cejas.
—Pensaba, nada más. Siempre me voy de a ratos —ríe, estirando un brazo hacia arriba y luego bajándolo despacio.
—Ya que Chris y Kabuto conversan del otro lado, ¿No quieres comentarme qué piensas? No hemos hablado tanto recientemente —le sugiere con una expresión tranquila y tierna.
Umi ríe para sus adentros. Se pregunta por un instante si Io tiene algo de nuer o cómo consiguió adivinar qué quiere. La ironía de la vida es que no sabe cómo explicarle.
—¿Quieres contexto, o que diga exactamente qué pienso?
—Quizás el contexto me ayude —ríe bajo. Se muestra muy curioso al respecto.
—Por empezar, debería estar molesta contigo, pero no puedo. Me hiciste de comer y te disculpaste bien… Y no hueles a mentiras… Así que eso me hace querer pensar en el futuro —se atreve a mencionar, cabizbaja—, en avanzar la amistad y eso.
—¿Es vergonzoso para ti? —pregunta en un susurro.
—Sí y no. Siempre creí que todos tienen su forma de manejar la vida. Hay sufrimientos que sí me los causo yo por permitir algunas cosas. A la vez, creo que la gente no tendría por qué buscar dañar a los demás —frunce un poco el ceño.
—¿Es otro golpe por lo que hice? Lo siento —esconde los labios en una línea, desviando la mirada.
—No es sólo por ti. En general, digo. La gente cuando se enoja hace cosas que lastiman, otros sólo lastiman porque sí… Y es normal, ¿Te diste cuenta? Que no hay nadie que no lastime a propósito —arquea las cejas, frustrada por ello.
—De hecho, sí hay… Conozco dos, y están dentro del mismo cuarto —alza la vista para verla, riendo—. Tú y Chris.
—¿Y cómo puedes asegurar eso así sin más?
—Es una simple corazonada —sonríe de ojos cerrados.
Umi se fija en cómo se le marcan los colmillos cada vez que muestra los dientes. Le dan ganas de dibujarlo.
—Io… Uhm. Quisiera preguntarte algo —se acerca a su oído, haciendo un hueco con las manos para susurrar.
—¿S-sí? —tiene un sobresalto—. ¿Qué cosa? —responde en el mismo tono de voz—. Puedes decirlo de frente, nadie te oye.
La chica se aparta de su rostro. Debió imaginar que igual que a ella, algo directo en la oreja le daría escalofríos.
—Te propongo una cosa. Cuéntame un secreto que nadie sepa, y yo te diré uno mío —no está segura de qué pueda conseguir, más no pierde nada con intentarlo.
—¿Tienes secretos? Eso sí no lo esperaba —la molesta.
—La mayoría no son míos —añade, riendo bajo—. Pero tengo uno que otro que sí son míos de verdad.
—Bueno… Dime tú primero. Veamos qué hay —le acomoda un flequillo hacia el costado, curioso.
Umi no puede evitar sonrojarse. Esos ojos amarillos con párpados coloreados pese a no ser maquillaje. Es muy apuesto, es artístico. Sabe que debe haber gente más linda, no obstante, la forma en que la mira no podría hallarla en otro lado.
Una mezcla de inocencia y perversión, extraño equilibrio.
—Antes de dormir, pienso en cómo despedirme. Algo así como una carta de suicidio. Le agradezco a Dios por todo lo lindo, e imagino qué cartas le dejaría a cada persona.
La expresión de Io cambia en totalidad a una de asombro. Luego, a preocupación, y después, a pensativo. Deja de jugar con el cabello ajeno, dirigiendo esa mano a sus propios mechones.
—¿Todas las noches? —parece nervioso.
—No, ya no es tan seguido. Bueno, no era. Cuando ando muy triste, me pasa de nuevo. Y los otros días estuve muy mal.
Io, en silencio, se acerca más a ella y la abraza con fuerza. Umi no sabe cómo reaccionar, si corresponder o no. No imaginó que se pondría de ese modo.
A la adolescente le hubiera gustado que el motivo de tal apego fuese otro, más natural y menos deprimente.
—Te prometo, de verdad, que no voy a vengarme de esa forma otra vez. No quiero volver a causarte tanto dolor…
—Las palabras son vacías hasta que el tiempo pase, diría cualquiera. Para mí, es a medias. Sé que no mientes, pero no sé si vas a cambiar —tuerce la boca. Luego sonríe y le da unas palmadas en la espalda—. Dejemos de lado eso.
»Digo, podemos hablar de esas cosas en otro momento. Ahora sí estoy bien, y tus amigos también, tú también, ¿O no?
Io asiente despacio, Umi puede percibirlo en su hombro. Él se aparta para mirar otra vez.
—Antes de eso, sólo me gustaría decirte que lo siento. Y… bueno —cambia a un semblante un tanto serio—, sé que tendré que esperar para recuperar tu confianza. Es lo correcto.
»Puedo decir que, aún si no estás enojada, dejas en claro lo que quieres. Es lindo que lo demuestres sin tratarme mal.
—¿Gracias? O de nada —ladea la cabeza, confundida.
El ambiente tenso entre ambos desaparece otra vez. Un espacio de silencio ocurre, al menos para ellos. Sólo sonríen, mirándose. Io también debe pensar en mucho.
Umi desconoce si retrocedió o avanzó. Su idea inicial es que se acerquen más, por eso quería hablar de cosas «personales» a propósito. Supone que no funciona.
—Oh, quería decir —Io se encoge de hombros—, lamento no tener ningún secreto especial que pueda contarte. Kabuto y Chris lo saben todo de mí.
—Wow, ¿Todo? —Umi abre más los ojos, sorprendida.
—Más de lo que yo mismo puedo imaginar —asegura y sonríe de lado, divertido. Alza la voz a un tono normal—. ¿No es cierto chicos, que ustedes conocen todo de mí?
—Sabemos hasta qué categoría de porno busca más —ríe fuerte Kabuto, como si quisiera molestarlo.
—Conocemos hasta la ropa que usa a escondidas —añade Chris, sumándose al escritor, explotando en carcajadas.
—야! —Io niega con las manos y la cabeza, rojo hasta las orejas—. No les hagas caso Umi, no es lo que parece.
—Pero acababas de decir-
—No, eso… Eso sí me están intentando hacer quedar mal contigo —infla una mejilla—. Yo no hago esas cosas.
—O sea, sí ve porno, pero no se toca —asegura Kabuto, asintiendo con los brazos cruzados—. Es un tipo raro este Io.
—Lo de la ropa era para ayudar a su hermana con las medidas de algunas cosas —explica Chris el contexto, sonriendo divertido—. No hay nada extraño en eso~
—Ya veo… Bueno, me sirve —Umi se lleva una mano al mentón, analizando la información nueva.
—Aeish —Io achicha los ojos, como si quisiera matar a sus mejores amigos—. Ustedes…
—Tú nos invitas, ya sabes cómo somos —ríe de nuevo Chris. Luego, comienza a hacerle cosquillas en el abdomen.
Io no puede evitar reaccionar por eso. Casi lo patea por las carcajadas. Es gracioso verlo de ese modo.
Para Umi, esa risa, más que contagiosa es llenadora. Es cálida, tierna, linda, y le gustaría escucharla siempre. Sin embargo, no es que en toda ocasión sea del mismo modo.
Cuando «bromea» acerca de algunos temas en particular, humor negro, suena diferente. Muy burlista. Podría decirse que es su otra faceta, como si se dividiera en dos personas: un Io dulce y servicial, y uno maldito y pesado.
En otras palabras, no escapa de lo que Umi acostumbra de sus amigos, alguien bueno y malo a la vez.
—¡Hombre, suficiente! —Io lo aparta, tratando de respirar—. HyukSoo… Me muero —exagera, descansando la cabeza en el hombro del mayordomo.
—Yo sé que te ayuda a relajarte~ —Chris sonríe de dientes y lo despeina—. Y hay alguien más que necesita relajarse.
Él se incorpora de la cama, caminando despacio hasta la izquierda. Allí, se acerca a Umi así darle una dosis de cosquillas también, aunque no sale como lo planea.
Resuena un g***do en la habitación, a lo que ella se cubre la boca al poco tiempo. Los tres chicos se ruborizan.
—아이구. Bueno, ya sé para no hacerlo con ella —ríe el mayordomo y regresa a su lugar junto a Kabuto.
—Ella e Io tienen varias similitudes —asiente para sí mismo el heredero—, ¿No crees, hombre?
—Perdón, perdón Umi —se disculpa Io con una corta reverencia, como le sale en la cama pues está acostado—. No sabíamos que… Bueno, no pensamos que…
—Sí, ya sé. No pasa nada —niega una vez, riendo despacio—. Yo no tengo cosquillas en ningún lado, creo.
—Uuuh~ —Chris y Kabuto hacen un ruido gracioso.
—Hombre, te está invitando a que lo compruebes —dice el escritor, alzando la voz como expresión.
—Yo que tú no perdería la oportunidad —agrega Chris.
—¡Chicos! La van a espantar —hace un puchero con los labios—. Aeish —su rostro se torna aún más rojo.
—Descuida, es divertido ver cómo te joden —a Umi no le da tanta vergüenza si ve que él es el más afectado.
—Qué mala —Io le jala las mejillas, frunciendo el ceño.
Ella ríe ahora, divertida por su reacción. Juega con el cabello de Io por unos segundos, llevándole los flequillos a un lado y al otro, disfrutando cómo él sólo se ruboriza más.
Para finalizar, le da un beso en la frente y se sienta en el borde de la cama. Eso toma por sorpresa a todos. A Io por el acercamiento, a los otros dos porque no vieron en donde fue.
—Wooo~ —Chris y Kabuto se incorporan a la vez.
—No fue en la boca, no fue —Io les explica rápido.
—Oh, desilusión —el escritor finge secarse una lágrima.
—Tragedia —Chris baja la cabeza, dramatizando.
—¿Quieren morir, eh? —Io frunce el ceño, muy avergonzado. Se acerca a ellos y les proporciona a cada uno una mordida, a ambos en el brazo izquierdo.
—Más fuerte~ —Chris le guiña el ojo a modo de juego.
Por supuesto, se lleva más de un almohadazo de Io, lo usual. Umi y Kabuto ríen a carcajadas por lo que sucede.
Cuando el dueño del cuarto termina de asfixiar a su amigo con la tela, la chica se levanta y se dirige hacia la puerta. En específico, recoge la mochila de al lado de esta.
—Si no les molesta, voy a hacer la tarea, así me quedo libre más tarde —comenta y regresa con ellos, aún sin sentarse.
—Cierto —Io suelta la almohada, dejándola en su lugar. Luego, estira los brazos—. ¿Quieres que te ayude?
—Nah, estoy bien. Es de lengua —abre el cierre, sacando la caja de lapiceros y una carpeta.
—Entonces, yo puedo ayudar —se ofrece Kabuto.
Hay un ligero desorden y luego todos se acomodan en diferentes lugares. Ya no siguen acostados, sino que se sientan en una ronda sobre el acolchado negro.
—No sé si sea necesario, pero si no tienes nada que hacer, sí —Umi se encoge de hombros, sonriendo animada.
—Kabu y yo ya terminamos con la tarea en la escuela, así que estamos libres~ —Chris estira los brazos y truena los dedos—. Umi, ¿Te molestaría si me llevo a Io a jugar?
—No, no tiene nada de malo, jueguen tranquilos.
—Aún no hice el inicio de sesión en Craine —menciona Io, dirigiéndose a encender tanto la computadora como la laptop—. Si quieres jugar con nosotros más tarde, te doy lugar, ¿Te parece? —le sugiere Io, mirándola con una sonrisa.
Otra vez, hay un cambio de lugares. El mayordomo y el anfitrión se quedan sentados frente a los ordenadores, mientras que el otro par continúa en la cama.
Kabuto, con el fin de mayor comodidad, se recuesta mientras saca su laptop para escribir del bolso a los pies del mueble. Le lanza el cable a Io así él lo conecte a corriente. Debe estar sin baterías.
—Vamos por las quest diarias, y a la dungeon —planea Chris, haciendo doble click en el acceso directo.
—¿Y el gacha? Necesito el arma nueva, ¿No salía hoy?
—Hay tres intentos por día para tirar, y según un vídeo que vi en Nintube hay que esperar a que sean las ocho para tirar. Dicen que da más suerte —Chris cierra los ojos, sonriendo con el ceño fruncido, totalmente convencido.
—Yo quiero tirar~ —Umi se mete en su charla, aún sentada lejos—. Cuando sean las ocho, ¿Puedo tirar yo?
—Claro~ —Io ríe bajo, animado—. ¿Tú qué dices? ¿Crees que tengas más suerte?
—Es en lo único que tengo suerte —Umi pone los labios como una línea y luego ríe fuerte—. En los juegos tengo suerte.
—Entonces juguemos a la lotería y tú escoges —la codea Kabuto, sonriendo divertido.
—No sé si tanta —se retracta—, pero con varios juegos sí.
—Bueno, por el momento, concéntrate en este párrafo de aquí —le señala el escritor—. Así cuando termines lees mi novela.
—Oooh~ Sí —le intriga el contenido, así que se inspira.
Termina siendo una cálida reunión entre ellos, mucho más agradable de lo que imaginaban al comienzo. Las risas de los cuatro inundan la habitación.
[ 2014, Septiembre, 17 ]
.
El cielo de mediodía refleja la hora con un bello sol cálido. Cada vez más cerca de otoño, son más las hojas rojas y amarillas que abundan tanto por los aires como por los suelos de muchas plazas, parques y algunas veredas.
No sería la excepción en la ubicación de Tomoedo, ya que hay muchos árboles tanto en el patio de la parte del intermedio igual que a pocos metros de la calle.
La corriente de viento está en una temperatura templada, no hace precisamente ni calor ni frío. No hay rastro de que los días anteriores hayan sido tan helados y tormentosos, las nubes se disiparon en totalidad.
En el aula 103, se puede apreciar a Umi degustando un rico almuerzo. Se ve muy feliz.
Una lonchera con sushi, onigiri y una base de arroz por abajo. En la tapa del tupper, a un lado sobre la mesa, se alcanza a leer una pequeña nota pegada con cinta adhesiva que dice «Vive Umi (。•̀ᴗ-)✧ «. Se nota que es la caligrafía de Io.
—Ah~ Cocina tan rico el hijo de mil —dice para sí, sosteniendo un rollo de sushi entre los palillos—. Debe haberse enterado que a las mujeres se las conquista por el estómago.
Lleva la porción a su boca y sonríe con los ojos cerrados.
—Qué rico… Sería lindo si yo también pudiera regalarle un almuerzo, pero no tengo dinero y no me dejarían usar las cosas de la casa para eso —toma otro bocado con los palillos.
Desde el mismo lunes por la tarde en el que Umi fue a casa del menor, él le dio una lonchera para llevar el martes. Y ese día al pasarla a buscar, le intercambió la anterior vacía por otra con el almuerzo del miércoles. O sea, hoy.
Desconoce por qué comenzó con esa idea, pero le resulta muy agradable. Sabe que lo normal es que sea al revés, que las chicas le regalan almuerzos a los chicos que les gustan.
No obstante, hasta que no busque un trabajo de medio tiempo, no puede darle nada más que lo que su padre le da los fines de semana.
—Es irónico que aunque haya comida en casa, no pueda regalarle. ¿Cómo hacen las demás personas siempre?
»¿Les llueve dinero o comida, o los padres no controlan qué comen sus hijos y cuánto arroz utilizan? —mira hacia arriba, bastante pensativa con una mano en el mentón.
»Misterios de la vida —dice como una de sus tantas «dudas existenciales». Continúa comiendo, con la vista en la nota de Io—. Es muy tierno.
Al pasar un par de minutos, se escucha el sonido del picaporte de las puertas de la sala. Ingresa caminando despacio Sakura, que las cierra apenas pasar.
La mencionada abre mucho los ojos al encontrar que hay sushi sobre la mesa de la menor, ya que es rarísimo que tenga algo más que un sándwich o un par de gomitas.
Toma asiento en el lugar de Shin, que ya casi podría considerarse «la silla de todos» mientras él está en el receso o justamente a las doce.
—Uhm… Hermana. Hola —le dice en voz baja, mirando hacia la dirección de las manos propias. Juega con sus dedos, entrelazándolos nerviosa.
—¿Te fue mal en un examen o algo así? ¿O pasó algo en tu casa? —es lo primero que pasa por su mente, teniendo en cuenta que a primeras impresiones no ve que la mayor tenga intenciones de otra discusión o una cosa similar.
—Perdón —se mantiene con la vista hacia abajo.
—No —parpadea varias veces. Ella sigue almorzando.
—De verdad, perdón —insiste, y le sujeta despacio de la manga de la camisa.
—¿De qué sirve que me digas perdón? Al final siempre vuelve a ser lo mismo.
»Estoy cansada de que te enojes si te hablo y si no te hablo, que si soy cariñosa y si no lo soy, si te busco y si no te busco —enarca una ceja, explicando su punto de vista. Suspira y niega con la cabeza un par de veces.
—Quería decirte que… Perdón por lo del otro día. Estaba muy enojada, me porté como una estúpida…
»No quisiera perderte como mejor amiga, no me gustaría que sigas enojada conmigo. Yo te conozco, y sé que aunque seas amable conmigo, estás enojada —levanta la mirada lento hasta encontrarse con los de Umi.
—Sí planeaba perdonarte desde un inicio, pero… Quisiera aclarar un par de cosas. Una, es que Io es mío. Yuu no, es todo tuyo si él también lo quiere así.
»No me interesa salir con él de otra forma que no sea amistad, y lo tengo súper seguro ahora. Así que puedes confiar en mí en ese sentido.
»Otra cosa, no quiero que me sigas haciendo berrinches de cosas que no son mi culpa. Yo no voy a reaccionar de la misma manera más —deja los palillos sobre la tapa por un momento. Se sienta de otra forma, para estar viéndola de frente.
»Voy a ignorar que estés molesta conmigo si no es mi culpa. En caso de que sí lo sea, tomo toda la responsabilidad.
—Lo entiendo… —junta la silla en donde está con la de la otra, y se apega a ella en un abrazo. Se desliza hasta las piernas ajenas, en donde se queda acostada—. Te quiero Umi, perdón de verdad. Aunque debo decir… Que nunca esperé escucharte decir esas cosas.
—Yo tampoco, siendo sincera —sonríe de lado y ríe bajo. Juega con el cabello de Sakura entre sus dedos, como es su costumbre al tenerla encima—. Yo siempre estoy preocupada de no querer molestar, pero ahora otra cosa atraviesa mi cabeza.
»Superpuesto a ese deseo de no lastimar a nadie, también quiero ser feliz. También puedo querer algo bueno para mí, ¿No?
—¡Claro que puedes! Es más… En mi curso tengo un regalo para ti —ella le acaricia una de las rodillas, sin intenciones de molestar o incomodar—. Te lo daré más tarde.
»Te… Compré un bloc de hojas de dibujo, y lápices de colores. Sé que no es tu cumpleaños, pero me estuve portando mal y pensé que con disculparme no sería suficiente.
—Muchas gracias por eso, me servirán mucho —muestra una sonrisa más amplia.
«Primero Io y ahora Sa. Aunque no hacía falta que gastara mucho… Sa siempre gasta demasiado en los regalos que me compra». Sostiene la mano de la chica con la propia, porque le da escalofríos lo que hace.
—Sa, mejor quietita —ríe bajo Umi.
Se escuchan unos pasos con nitidez provenir de la entrada del curso, pero la puerta está cerrada. Como la ventana de la misma se encuentra tapada con un papel grueso para cubrir un agujero del vidrio, se alcanza a notar una silueta.
—Bueno, bueno —ríe más animada, y se acomoda mirando hacia arriba, en lugar de al frente como estaba—. Oh, te iba a decir, ¿Escuchaste un ruido?
—No, estaba muy ocupada viendo tus manos. Siempre me gustaron mucho tus uñas —le comenta tranquila, mientras pasa la yema del pulgar por la suave uña del índice ajeno—. ¿Qué ruido dices?
El picaporte se gira, desde cómo puede verlo el par de chicas. Ingresa Yuu, y cierra las puertas con delicadeza. Camina hasta ellas y las mira, intrigado.
—Sa, me dejaste solito en el curso. Primero me preocupé, pero ya veo que no es nada grave.
»¿Hay más espacio por ahí? —pregunta con total confianza, acercando una silla de la otra fila hacia Umi.
—Yo digo que sí. Pero ella se debería sentar diferente —le contesta Sakura, viéndolo por unos segundos y luego vuelve los ojos a quien la está mimando.
—No entiendo qué quieren que haga o qué pasa —arquea una ceja, muy confundida. Siente también que los otros se hallan más sincronizados si ellos entienden de qué hablan sin haberlo mencionado.
—Hermana, siéntate de piernas cruzadas —le dice y ella se incorpora, irguiéndose.
—¿Bueno…? —no es que le cueste hacerlo, así que toma dicha postura y ríe.
Como si lo hubiesen planeado, Sakura y Yuu se recuestan cada uno de un lado. Era por ello que querían que se acomode de una manera distinta. Al comienzo Umi se muestra aún más perdida por la situación, pero no le desagrada.
Le resulta muy tierna la imagen que le dan, porque mientras están acostados, Sakura y Yuu se toman por las manos que caen de las sillas.
—Igual Yuu, Umi es mi hermana, no la tuya. Te la comparto un ratito nada más —bromea y ríe, balanceando el brazo con el que lleva el agarre.
—Yo te comparto con Umi —le sigue el juego, y aprieta despacio las yemas de los dedos de la otra, parece que no pudiera quedarse quieto tampoco.
Quien funge de «cama» según cómo lo siente, ríe despacio por escucharlos y seguirlos observando. No es la primera vez que los tiene de esa forma.
A veces, cuando se realizan algunos «actos» en la escuela y duran muchas horas, de esos en los que hay que sentarse literalmente en el suelo hasta que terminen porque son recreativos; tanto Sakura como Yuu se turnan para usar el regazo de la chica, o están los dos como ahora.
Otra vez la puerta se abre, pero la que pasa denota flojera de cerrarla. Camina hasta el trío, formándose así como al inicio el cuarteto conocido.
Chitose se muestra algo tímida, y se ubica de pie detrás de Umi. Forma con sus manos un hueco para susurrarle en el oído. ¿Quizá no quiere irrumpir el ambiente?
—Yo quería disculparme por lo del otro día. Me sentía acorralada, y no sabía qué responder. Espero no haberte hecho sentir muy mal —dice sólo audible a través del espacio creado por ella. Toma distancia y sus ojos expresan su arrepentimiento.
—No pasa nada Chi, ya pasó —suspira y sonríe con los ojos cerrados. Le responde en voz baja también, sin acercarse—. Ahora andan todos bien, ¿Viste? Parece como si ya hubiéramos armado el rompecabezas como corresponde.
»Lo seguro es que yo era la pieza mal encajada —continúa sin mirar, siente el cabello de sus amigos a través de las yemas.
—Supongo que es verdad. Aunque sea poco, sí estás siendo más firme y más expresiva con lo que te molesta a ti. Eso me agrada, ojalá lo sigas haciendo.
—Me gustaría creer que puedo ser así con todo y no sólo al llegar a extremos. Me pregunto cuántos años podría tomarme madurar como corresponde.
Por su parte, el otro par está conversando de cosas diferentes en totalidad, así suele pasar siempre cuando hallan los cuatro. Sakura y Yuu gritando tonterías, Umi y Chitose poniéndose a filosofar los asuntos de la vida.
De nuevo para Umi, todo se ve brillante. «¿Cuánto durará esta vez?». Atraviesa por su cabeza por unos segundos, e inconscientemente niega despacio.
La tranquilidad que siente debería ser más duradera ahora, porque ella está siendo más asertiva, como a ella le sale. Eso parece ser más que suficiente para que su entorno quiera respetar más sus decisiones.
Los momentos lindos siempre parecen irreales para Umi, pero cada vez es más tangible, más posible.
Y aunque sea probable que ese círculo de amigos se rompa en el futuro, porque así se muestran de inestables, debe aceptar que la felicidad es en parte disfrutar el presente sin cuestionarse todo el tiempo acerca de luego.
En otras palabras, vivir tranquila el ahora y después preocuparse por si le seguirán hablando o no, en lugar de tenerle miedo a lo inevitable. Nada es para siempre, nada es eterno, ni siquiera la existencia misma va a seguir manteniéndose.
.
Varias horas más tarde, en el momento de la salida. Se ve cómo los grupos atraviesan hacia afuera, bajando las escaleras. El sol continúa iluminando del mismo modo que en el medio día, y ahora se suma una brisa apenas fresca que recorre las calles.
El cuarteto se despide, saludándose con las manos de lejos, ya que toman cursos diferentes.
Yuu y Sakura doblan hacia la derecha así esperar el autobús, Chitose cruza al frente porque su madre pasa a buscarla en auto. Y Umi, busca con la mirada a Io, que por alguna razón no está presente todavía.
—Qué extraño, ¿No? —le comenta Kazuma, apoyado de brazos cruzados en la pared del lugar techado.
—Sí… ¿Habrá tenido algún problema? —voltea a verle, arqueando las cejas con preocupación—. Es que me da miedo que haya cruzado mal y lo chocaran…
—Esa serías tú.
—Ah, sí. Es verdad.
En silencio, los dos se quedan viendo la zona de las escaleras. Umi continúa preguntándose en su mente de qué podría haberle sucedido, casi mordiéndose las uñas por la ansiedad. Kazuma le da unas palmadas en el hombro y niega con la cabeza.
Transcurren diez minutos, ya no hay nadie dentro de Tomoedo, las puertas principales se encuentran cerradas. Resuenan unos pasos en la vereda casi vacía, que hacen más eco cuando llega hacia en frente de los escalones.
Se presenta Io, respirando agitado y agachado, con las manos sobre las rodillas. Es casi seguro que estuvo corriendo todo el camino.
—Io, ¿Estás bien? —Umi baja rápido hasta estar a su lado.
—La hora… Tuve un examen en el último módulo, y… Agh… —toma siento en las escaleras—. Estoy seguro de que el profesor nos quería reprobar —se queja, frunciendo el ceño.
»Nunca habíamos visto esos temas, no estoy seguro de si lo hice bien… —baja la cabeza—. Lo siento por llegar algo tarde. Usualmente pido permiso para irme antes porque termino todo primero… Pero hoy no pude.
La chica abre mucho los ojos al oírlo. No recuerda que en algún momento le haya mencionado cómo hacía para estar temprano siempre. Tampoco se lo había cuestionado, era como… Normal para ella a estas alturas.
Por otra parte, Kazuma no parece sorprendido, debe haberlo sabido desde mucho antes.
El nuer se acerca y se sienta a la diestra de Io. Amaga con abrazarlo, pero se detiene y regresa a la posición original. El otro se muestra curioso por la reacción de Kazuma y ríe bajo.
—Buenas tardes, ¿Sou? —lo saluda ya menos tenso, sonriendo.
—Si quieres llamarme así también, no hay problema —le devuelve la sonrisa y desvía la mirada—. Lo normal es que me llamen Kazuma, se te debe haber pegado de Umi.
—Sí, ella es vaga para llamar a la gente por un nombre que tenga más de una sílaba —estalla en risas, ahora sí mucho más relajado.
—¡Oye! O sea… Sí, pero… No queda mal, ¿Eh? —toma lugar a la izquierda de Io y lo abraza—. Perdón por no responder primero. Tuve un error cuatrocientos cuatro.
»No hay problema si te tardas, o incluso si no quieres venir algunos días. No es una obligación.
—Nunca sería para mí una obligación verte, lo hago por gusto —la despeina despacio. Sus mejillas se tornan rojizas.
Umi reacciona abrazándolo fuerte, porque le resulta muy romántico lo que dijo. Kazuma parece contento con lo que ve, ya que tiene una sonrisa cálida en el rostro. Espera un par de minutos, hasta que se atreve a preguntar algo.
—¿Quieres que vaya con ustedes hasta la casa de Umi? O me voy primero —no se expresa como si tuviese impaciencia por la respuesta, por su tono calmado.
—Aún no te conozco tanto, pero… Te ves como una persona confiable, y nunca suelo equivocarme en mis primeras impresiones —se jacta de ello. Él siempre cree en sus corazonadas—. Así que, si a Umi le parece bien, podemos ir con ella los dos a veces.
—¿Eeeeh? —se rasca una mejilla—. Supongo que no hay problema. Creo que la salida de la escuela y el almuerzo son los momentos que tiene más libre Sou.
»Aparte, viene diciendo desde hace mucho que te quiere conocer —está intrigada de cómo se llevarán. Espera que bien, porque le gusta la relación que posee Io con Chris y Kabuto. Le agradaría ver a Kazuma siendo tan cercano a alguien.
—Bueno~ Vamos entonces. Voy a quedarme a comer, así también puedes almorzar —ríe Io mientras se incorpora, estirándose de brazos—. Pero me iré temprano por el club.
—Está bien, tengo canto a la tarde —se levanta también, sacudiéndose la ropa. Ella comienza a avanzar hacia la izquierda.
—Voy a preguntarte algo serio —Io mira a Kazuma, achicando los ojos—. Muy importante —se le acerca—. ¿Cuál sería tu inicial en la tercera generación?
—El de agua, naturalmente. Pero me gusta variar de acuerdo al equipo con el que quiera jugar en esa partida —le responde seguro de sus palabras en totalidad.
—¿Verdad, verdad~? —ríe, como si le emocionase la contestación. Se aleja y empieza a caminar también, al paso de la chica.
Umi imagina que lo más seguro es que haya decidido ese tema porque ella le comentó que a él le gusta bastante esa franquicia de juegos.
Se entretiene mucho al oírlos debatir sobre qué estadísticas y estrategias deberían hacer, y se siente muy animada en general.
Es un comienzo del día muy lindo, inesperado en muchos sentidos, y sin embargo, muy bueno.
Avanza con una sonrisa de oreja a oreja, a pesar de que ella no esté tan metida en la conversación de los otros.
Es simplemente muy agradable para ella escucharlos entusiasmados por lo que les gusta. A la vez, siempre le llega la pregunta de si cuándo ella hablará de esa manera sobre algún tema. No como algo triste, sino una simple curiosidad.
Comments for chapter "11"
QUE TE PARECIÓ?