Namaenai Volumen 1 - 13
Capítulo 13: Un frío agradable
[ 2014, Diciembre, 24 ]
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Hace pocos días que comenzó invierno y el frío no se hizo esperar. Hay una pesada neblina que cubre gran parte de la ciudad de Tokio, y en general, en el país hay un temporal de nieve.
Como un enorme acolchado, los suelos están llenos de un suave y esponjoso blanco, del mismo modo muchos techos.
Por fortuna, las ventiscas más fuertes se han detenido, de manera que es posible transitar las calles.
Y menos mal, ya que en particular hoy es un día muy esperado para muchas personas.
Muchas familias, parejas y amistades crean grandes planes para una de las mayores fechas comerciales en Japón, como lo es Navidad. No es la excepción de los grupos conocidos, que incluso algunos desde temprano andan por los centros.
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Se puede apreciar en la escena a Io ingresando a su habitación, junto con sus mejores amigos. Todos llevan varias bolsas de compras, que dejan con delicadeza sobre el suelo.
Io revisa en el celular la hora, son las 16:25 PM. Sus manos tiritan a tal punto que el móvil cae de lleno; sin embargo, no le sucede nada, parece que el dispositivo posee gran resistencia con todas las veces que sucedió.
El mismo adolescente se mantiene en silencio, tratando de echarse todo el aire caliente de su interior en los dedos, frotando las palmas repetidas veces.
Pese a que lleva unos guantes puestos, no parecen surtir efecto. La misma acción la repite Chris, que tiene incluso los labios un poco agrietados por el clima.
Por su lado, el mayor de los tres no se ve tan afectado por el frío, sólo se guarda las manos en los bolsillos, tomando asiento en el borde de la cama del otro.
—Son unos exagerados —enarca ambas cejas Kabuto y suelta un bufido —ríe, dejándose caer sobre los mantos negros que hoy adornan aquel lugar.
—Hace seis grados centígrados bajo cero, no es una exageración —Io lo mira con un enojo fingido, formando un puchero. Luego gira a ver a Chris.
»Ni siquiera puedo bromear con calentarte con el frío que me hace —estira el cuello a modo de expresión y se frota los brazos, todavía no deja de temblar.
—Es lamentable —dice Chris con un tono serio, mientras le castañean los dientes. Luego esboza una sonrisa y mira en dirección al de ojos grises—. Kabu, si Io no puede, ¿Me calientas tú~? —camina hacia a él y se le abalanza, tirándose encima, dejando los brazos estirados sin abrazarlo.
—Hombre, estás pesado con toda esa ropa.
La voz del heredero denota lo aplastado que se siente por el otro. Sin embargo por más esfuerzo que realice, no es capaz de quitárselo. Resignado, ríe bajo. Intenta mirar al tercero en el área, pero tampoco le es posible.
—Io, ¿Cómo se supone que saldrás con Umi si estás así? Más tarde estará aún más helado —cuestiona Kabuto.
—Del mismo modo que siempre salí con ustedes. Debería ver si me queda alguna de esas poleras térmicas… —se acerca al placard para revisar entre las prendas.
Hay muchas ropas que varían entre negro, blanco, rojo y amarillo. Muy pocas en azul, hay más en un verde agua. Casi nada en otros colores.
Atuendos repetidos, una gran cantidad de guantes, varios tipos de borceguíes y zapatillas, sólo dos pares de zapatos, los lentes de sol están guardados.
En uno de los cajones, es en donde tiene las prendas más ajustadas. Allí se encuentran algunas de las poleras, y muy pocas camisetas y camisas.
Y buscando más a fondo, se topa con una ropa negra traslúcida de mangas largas, esa es especial para invierno.
—¡Sí~! Ahí la había dejado, 아이고. Kabuto, ¿Podrías mirar hacia otro lado mientras me cambio? —le pregunta de manera natural, tomando el objeto en manos.
—¿Por qué sólo yo? —infla una mejilla, torciendo la boca—. No te voy a hacer nada extraño hombre, puedes desvestirte en paz. Además, ni siquiera puedo moverme.
—Lo siento, me había olvidado —ríe Chris, tomando asiento a su lado, rascándose tras la nuca.
»Pero ya estoy más caliente —bromea, y le lanza una mirada traviesa a Io—. Deberías cuidarte de mí, hermano~
—Cállate HyukSoo —achica los ojos y le hace una seña con los dedos, como diciendo «te estoy observando». Ríe despacio, negando un par de veces.
Luego, procede a quitarse la gran campera gris que lleva sobre todo, un suéter, seguido de otro, y al final una de sus poleras blancas de cuello largo.
De esa forma, queda con el torso al descubierto. Su piel está totalmente erizada, sus dientes hacen más ruido.
Se coloca rápido la prenda negra, que aún con ella puesta, se siguen viendo las líneas de su cuerpo, tanto las que recorren el abdomen como el pecho.
—La persona que inventó estas cosas tiene asegurado el cielo —asiente Io para sí mismo y se recuesta boca abajo, a la derecha de los dos—. Chris, deberías tener varias así.
»Son lo mejor. Yo no las usaba porque pensé que se veían extrañas, pero Umi me la regaló en mi cumpleaños hace dos meses… Y bueno. Aquí me ven.
—¿A ti qué te parece Kabu? ¿Me vería bien con una de esas? —le sonríe de lado. Al igual que el menor, se quita el abrigo más pesado—. Podrías haberme regalado una en noviembre~ Yo a ti te regalé una rica cena en septiembre.
—Te regalé juegos y skins como siempre —arquea una ceja, ladeando la cabeza—. Es que siempre pides lo mismo, no podría adivinar —alza los hombros, riendo.
—Oye Io, ¿Y qué dices de la ropa que le darás a Umi para navidad? ¿Crees que le quede bien el talle colosal para la parte superior? —ríe fuerte Chris, llevándose una palma al abdomen.
—Idiota —con ambas manos coge la almohada y lo golpea con esta—. Me arrepiento un poco de haberles pedido que me acompañen a elegir el kimono.
»Ni que hubieran entrado conmigo a elegirle la ropa interior, HyukSoo —tuerce la boca—. Aunque igualmente no les hubiera dejado.
El mayordomo se cubre de la forma que puede, riéndose a carcajadas por la reacción del contrario.
—Hombre, tú eres el que tenía las medidas ciento diecinueve, sesenta y dos y ciento diez en un papelito —Kabuto alza las cejas, mientras lee aquel pedazo de hoja que está en la cama. Luego le mira extrañado—. ¿Por qué no los memorizaste como siempre?
—Quería cerciorarme de que sean los números exactos. Sino le iba a llevar algo que no le quede —se sienta de piernas cruzadas, apoyando las palmas en la cama—. Es irónico que de todo lo que compré sólo podré verla con el kimono.
—Eso es porque eres lento —opina Kabuto, empujándolo despacio. Se da media vuelta para verle—. Ni siquiera se han dado un beso todavía.
»A este paso van a terminar acostándose cuando sean viejos. ¿Por qué te cuesta tanto hacer cosas con ella?
—No es que me cueste —se queda mirando hacia el techo, y le responde con un tono pensativo—. Si lo piensas bien, a ti recién te besé cuando teníamos doce. Y te conocía hace muchos años. Es difícil encontrar un momento perfecto.
—Hombre —se queja Chris, cruzándose de brazos—. Es que eres muy perfeccionista. Por poco no esperas que la luna alumbre a noventa grados al este para el beso perfecto —resalta las últimas palabras en un tono burlista.
—¡Ninguno lo entiende! —infla una mejilla, frunciendo el ceño. Seguido de ello, suspira—. Tengo que competir con un beso inolvidable —hace una pausa.
»El día que nos contamos por curiosidad cómo habían sido los besos más bonitos y el primer beso, al escuchar las cosas que me dijo… Lo comparé con lo que yo hice y fue como…
»No lo sé. Tengo miedo de no poder superar al idiota de Yuu en eso —suena algo celoso al respecto.
»Es decir… No sólo no seré el primer chico que besa, sino que yo podría hacerlo mal… No estoy seguro de si sé hacerlo bien, no sé —expresa, cabizbajo.
—Yo digo que besas bien —acomoda la garganta Kabuto, llevándose una mano a los labios propios—. No es como si hubieras besado una sola vez en tu vida tampoco. Hombre, tienes suficiente experiencia, y… ¿Talento? No sé si se podría decir así.
—¿Qué dices…? —su rostro se ruboriza por entero, ni siquiera parece tener la intención de alzar la vista—. ¿Estás seguro de que no lo dices sólo por decir?
—JeongMin —Chris se aproxima a él, gateando por lo acolchonado—. Si quieres te quito la duda, yo nunca te he besado. Aunque tampoco quisiera —voltea apenas la cabeza y arquea las cejas—. Pero estás hecho un saco de nervios.
—No, gracias —levanta la mano a la altura del pecho propio, negando con esta—. Soy un hombre fiel, y tampoco siento ganas de besarte. Pero la única persona que quiero besar es…
»Tan complicado de hacer… Agh. Olvídenlo chicos —deja salir un suspiro largo—. ¿Van a venir conmigo ahora? A la salida de esta tarde.
—No conozco a nadie aparte de a Umi y a Chitose. Y eso que a Chitose sólo la vi una vez. No estoy preparado mentalmente para salir en un grupo grande —Kabuto se toca el tatuaje estrellado, luego juega con las manos propias.
»Creo que recién me sentiré más cómodo en año nuevo. O sea… Déjame asimilarlo.
—Bueno, tú sabes que si él se queda, yo también —Chris le pone una mano en el hombro a Io—. No quisiera dejarlo solo en navidad —sonríe de lado.
»No te sientas mal igualmente, hombre. Hemos salido juntos toda la vida, incluso nos vimos hoy. Seguro que para año nuevo él se anima.
—¿Estarán bien realmente? Es como si yo estuviera en el medio. Porque si no voy con Umi, ella y Yuu seguramente se pondrán tristes, y si me voy de aquí-
—Estaremos bien —le responden ambos, con una sonrisa tranquila.
—Lo que dice Chris es verdad. Hoy estuviste con nosotros desde la mañana. Ánimos hombre, yo estaré bien.
»Estaré con Chris en la mansión, y seguro pasaremos la noche en mi habitación jugando y comiendo —se incorpora, poniendo los pies sobre el suelo—. Entonces, ¿Te irás ahora?
—Uhm —asiente con la cabeza despacio—. Voy a vestirme, supongo —sonríe, un tanto más aliviado—. No quiero terminar como papá, chicos. Yo nunca les dejaré de hablar.
»Así viva aquí o en Corea, o esté estudiando, o trabaje como estos últimos días…
»Siempre les dejaré mensajes, llamadas, fotos… Y… Saldremos a pasear cuando podamos, como siempre —forma un puchero con los labios y se ubica en el medio de los dos, para abrazarlos a ambos.
—Calma hombre. Sí sabemos eso —le responde Chris, sonriendo incluso de ojos. Le despeina el cabello—. Anda, ve a arreglarte.
Io asiente con lentitud y finalmente se aleja de las sábanas así buscar qué ponerse. Se queda de pie, con las manos en las caderas, mirando con detenimiento el placard.
Ya lleva un pantalón ajustado negro. En el torso la prenda traslúcida. ¿Qué podría combinar?
Revisa en los cajones, y escoge una polera roja obscura del mismo modelo que la blanca que suele usar. Luego, un suéter negro tejido, y como el abrigo principal, esta vez, una gran campera negra con abrojos.
—Bueno chicos. Ya estoy listo. El calzado está abajo, voy a usar los mismos borceguíes. Cuídense mucho, cualquier cosa ya saben que pueden llamarme —se estira de brazos y camina despacio hasta el par.
Toma la bolsa de lo que consiguió para Umi.
—Sí~ —le responden con energías, recogiendo tanto lo que usarán como las bolsas de regalos en el suelo. Todas excepto una que, naturalmente, se trata del destinado a Io.
No es una sorpresa, ya que salieron juntos a comprarse una que otra cosa. Sin embargo, no deja de ser un detalle muy lindo y apreciable.
Salen a un paso normal de la habitación, cerrando la puerta. Bajan con mucha delicadeza las escaleras, ya que cargan con algunos objetos frágiles.
Cada uno se coloca su calzado, y se yerguen en poco tiempo. Revisan con la mirada si llevar o no un paraguas, y para ello se fijan a través de la ventana. No es como si hubiese una tormenta de nieve.
Ya listos, atraviesan la entrada principal. Io cierra con llave y seguro, porque no quedará nadie en su hogar. Así también, luego de pasar por el jardín, repite la secuencia con las largas rejas. Abraza una vez más al par, y ahora sí se despiden.
Io toma un camino opuesto al de los otros dos, alejándose de a poco con cada pisada por Saniro. Sus huellas se marcan al enterrar los pies en el blanco.
Se puede ver, a través de la sombra de los árboles, que hay un cielo gris de nubes cargadas.
No obstante, no hay anunciado algún cambio brusco del clima para la noche buena, más que el hecho de que la temperatura descenderá hasta -11 °C.
Io canta en voz baja mientras da algunas vueltas, paseando alrededor de los árboles.
Se mantiene de la misma forma hasta llegar a la esquina del parque. No es como si cambiase a una expresión más seria, sólo quizás guarda la música en su cabeza.
Se denotan las esquinas y bordes de las veredas, al igual que el ángulo de las paredes de cualquier edificación con los suelos, con una altura considerable de nieve. Las calles de esta zona no están muy llenas pese a tratarse de un día festivo.
No necesita esquivar muchos autos ni gente. Sin embargo, algo que de seguro quisiera evitar son las corrientes de aire. Los pequeños copos que esta trae, actúan como si quemaran la piel, una sensación incómoda para casi cualquiera.
El chico no se muestra igual antes respecto al frío, eso demuestra lo útil que son las prendas del tipo térmicas.
Con una de las manos en el bolsillo, aumenta la velocidad en la que camina. De a momentos se fija en las bolsas que sujeta con la derecha, ya que el contenido es muy variado, no únicamente telas.
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Once minutos más tarde, Io llega al primer destino del día. Por lo general esperaría apoyado o sentado sobre las columnas blancas, pero se encuentran mojadas. Cuando está a punto de tocar la puerta, esta es abierta y cerrada en segundos.
La mujer Aoi carga en la izquierda una bolsa de basura, de seguro una de la cocina.
—Oh, buenas tardes señora —hace una reverencia al verla, y casi resbala por lo húmedo de las baldosas. Se sostiene de una de las mencionadas pequeñas construcciones.
—Buenas tardes —ríe divertida y niega varias veces. Se dirige a pocos metros a dejar el objeto sobre una canasta especial, y regresa a donde el menor.
»Mejor no hagas eso afuera, te vas a quedar más plano de lo que estás —bromea, guiñándole el ojo—. ¿Podrías abrirme la puerta, por favor?
—Por supuesto, no hay problema —se muestra un poco avergonzado, no molesto. Así que consigue el permiso para pasar de esta manera.
Ingresan los dos lentamente. Se puede notar que toda la casa está adornada. Hay un árbol de navidad a pocos metros de la entrada, lleno de luces y esferas doradas y rojas.
En la misma puerta principal, hay una gran media con cascabeles. Incluso las escaleras poseen en los barandales unas guirnaldas, enrolladas por la parte superior.
La mesa, que por lo general tiene un mantel negro, cambió por uno rojo y más grueso.
Muy sonoro, resuena en el área la música seleccionada por Umibozu, quien no se encuentra a simple vista por estar tomando un baño. En la gran televisión, sale a través de los parlantes una canción en inglés de rock de los setenta.
Las tres hermanas se hallan de pie, armando empanadas con un relleno de pollo y varias masas circulares ubicadas en una bandeja. En otra superficie de metal, es en donde dejan las que están listas para llevarse a hornear.
Como si se sincronizaran por unos segundos, voltean a ver en dirección del sonido del picaporte.
—¡Oh, Jiro! —sonríe amplio la menor, Aoi, inclinándose apenas.
—Que soy Io te dije~ —infla una mejilla y sopla, achicando los ojos.
—Tienes cara de Jiro, te voy a seguir diciendo Jiro —le responde divertida, ignorando por completo su petición.
La mayor de las chicas no es la única que pone apodos. Chitose y Umi, según su criterio, deciden cómo llamar a la gente.
En el caso de Aoi, se refiere a las personas por alguna cualidad o por su opinión subjetiva de si la persona parece llamarse de otro modo.
—Señor Sawada, buenas tardes —Kana es más reservada y tímida, así que utiliza los honoríficos incluso con gente cercana. Sólo no los usa para su familia de sangre.
—Hey Kana, ¿Cómo está todo? —le responde tranquilo, y avanza hasta la silla vacía de su novia, tomando asiento en esta. Deja sobre la que él usa siempre la bolsa con obsequios—. Hola Umi~
—Aaah, me robaste el lugar —se queja en forma de juego. Se da media vuelta y lo abraza despacio, sin apoyar los dedos en él—. Tengo las manos sucias. Bueno, con comida.
»Así que todavía no te puedo saludar bien —ríe y le muerde despacio el hombro—. Pero~ Eso sí puedo. Estás acolchonado, seguro ni lo sentiste.
—Sí, casi no —ríe también y le acaricia el cabello con suavidad—. ¿Quieren que les ayude en algo?
»A las siete vamos a salir recién, así que tanto Umi como yo tenemos tiempo —se ofrece, y mira a todas las mujeres de la casa, esperando alguna respuesta.
—¿Podrías barrer el living? —la madre de las chicas se acerca a él bailando con la escoba, se encuentra de muy buen humor. Le entrega las maderas y se va hacia la cocina, a pocos metros de la mesa—. Me harías un gran favor~
—Sí señora, ahí voy —sonríe y aparta despacio a su pareja, depositándole un beso en la frente—. Ánimos Umi, ya les falta poquito para terminar de cocinar.
—Sí… —un leve rubor se apodera de sus mejillas—. Es gracioso pensar que no voy a comer nada de lo que estoy preparando, porque estaremos afuera.
—Mañana sí vas a comer, va a sobrar un montón —hace una seña extendiendo los brazos su hermana Aoi—. Así que ayúdanos, aaaah —se queja por la vagancia.
La escena se siente muy amena. El espíritu navideño abunda en la casa de los Murasaki. Más allá del cansancio, todas se ven muy alegres.
Kana se concentra en amasar primordialmente. Umi y la menor están súper enfocadas en el repulgue, que realizan con rapidez por la costumbre.
La mujer Aoi espera cada tanda de empanadas, controlando el tiempo que llevan en el horno tanto esa comida como las que ella prepara sobre las hornallas.
Y aún faltan los sándwiches exquisitos que prepara Umibozu, que todos los presentes concuerdan que son los mejores que probaron en Tokio. No son especiales en único por el sabor, sino porque sólo los hace en navidad y en año nuevo.
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Llegadas las seis de la tarde, la cena está lista. Sin embargo, como una costumbre familiar, guardan todo para la noche. Durante las fiestas prefieren cenar cerca de las 23 PM. En este caso, y por primera vez, Umi no se va a sumar a ello.
Es esperable que, en algún punto, los niños comiencen a crecer y a tener una vida fuera de casa.
Lo más seguro es que Kana y Aoi también saldrían si no fuese que sus mejores amigas siempre se encuentran de vacaciones en estas épocas, visitando a familiares que viven en otras prefecturas.
Regresando la vista al living, todos se dispersan. Las hermanas menores se dirigen a la habitación, subiendo rápido las escaleras. Umibozu y Aoi se quedan escuchando música en la planta baja, y Umi e Io van despacio hasta el cuarto de al lado.
El chico no se olvida de las cosas que trajo, por lo que las lleva consigo.
Al entrar a la pequeña área, juntan la puerta apoyando un ventilador. Es la manera más fácil de evitar que se abra.
En parte, más que por la privacidad, las corrientes de viento siempre provocan que choque fuerte contra la pared, así que es mejor cerrarla así.
—Por fin~ —dice Umi en un tono aireado—. Nos va a durar como tres días todo eso —hace referencia a la comida. Bosteza y gira las muñecas, le duelen un poco. Se sienta en la misma silla de siempre.
»¿Cómo estuvieron ustedes? Tú, Juri, Tsu y Hyuk —los últimos mencionados son, Kabuto y Chris, respectivamente.
—Juri hoy suele estar aún más ocupada de lo normal. Todo lo que involucre una fecha comercial significa que ella va a explotar —ríe y se ubica en una de las sillas blancas.
»De ahí, estuve un buen rato antes de venir con el par de idiotas —sonríe de lado, lo dice de cariño—. Y… Yo estoy bien.
»Feliz de verte. Además, voy a tener más tiempo libre. Como ya junté dinero suficiente, dejé el trabajo de medio tiempo.
—¿Eeeh? No parecías desanimado trabajando de ayudante de ese mangaka nuevo —ladea la cabeza, sorprendida por lo que le cuenta.
—Es entretenido al comienzo, pero luego se hace tedioso.
»Estar pegando las tramas y recortando cada cosa, y sobre todo me encargaban dibujar los fondos —baja la cabeza, dejando caer los brazos—. Nadie quiere dibujar fondos, no soy la excepción. A menos que, claro, sea un momento de inspiración.
—Yo no sé ni siquiera hacer árboles —ríe fuerte, y dibuja con el dedo en el aire—. Lo único que sé es dibujar personas, en poses simples obviamente.
—Por cierto Umi, ¿Qué te dijo Sou? ¿Vendrá hoy? —alza un poco las cejas, demostrando interés por ello.
—Está ocupado. No sé en qué, nunca sé qué hace. No sé qué puede ser tan misterioso para que no nos diga —tuerce la boca hacia la izquierda y suspira despacio—. En fin, nos desea por adelantado feliz navidad.
»También nos grabó un cover de una canción de B*AST.
—Oh~ —se cruza de brazos y frunce un poco el entrecejo—. Yo le había comprado un regalo. Supongo que se lo daré después —se sostiene la mejilla con la mano cerrada, apoyando el codo en la mesa.
—¿Quieres que lo escuchemos ahora? —alza las cejas.
—Me da intriga, obvio —sonríe otra vez—, pero más tarde. Está muy fuerte la música abajo y no vamos a poder apreciar esa voz tan dulce —dramatiza, apretando el abrigo en la parte del pecho—. Oh, eso me recuerda…
»Quería disculparme por no haberte grabado nada.
Io tiene la costumbre de enviarle a Umi audios con covers o fragmentos de estos, como mínimo cada dos o tres días, quizás como un detalle porque sabe que ama su voz. Sin embargo, hace cuatro que no recibe ninguno.
—Imagino que estabas ocupado… Además, no es una obligación —le da unas palmadas en el hombro—. Yo siempre voy a estar agradecida con el tiempo que me puedas dar, porque sé que haces tu mejor esfuerzo~
—Gracias, en serio —se rasca una mejilla, sonrojado.
La manera en la que Io se halla sentado, es con la silla «de costado», así que es capaz de mirar de frente a Umi.
—Te traigo muchos regalos. ¿Quieres ver? —le acerca la bolsa con la mano disponible—. No es ningún secreto, estuve trabajando desde comienzos de noviembre para esto.
—Bueno~ Mejor, así no estás cargando todo eso en el centro más tarde —sonríe amplio, indagando muy curiosa primero sólo con el tacto sobre el plástico.
Intenta adivinar de qué podría tratarse, atinándole en único a que hay ropa. Rendida ante la intriga, sacude con cuidado para escuchar si puede notar algo más.
De todos modos es en vano, ya que en el mismo lugar se encuentra el obsequio que el menor preparó para Yuu y el par de chicas.
—A ver —dice abriendo los ojos, en una mezcla de impaciencia y diversión.
Saca una caja grande, un poco pesada, pero casi plana. Por el tipo de cartón, se sabe que es una para prendas.
Deja la bolsa a un lado, así concentrarse primero en lo que ubica sobre el regazo. Si no fuese por la nota que dice «Umi», no podría reconocer que es para ella.
Al abrirla, se topa con un hermoso kimono houmongi (para fiestas, semi-formal). El color principal es rosado pastel opaco, con varias flores blancas.
El juban es blanco como suele ser, el obi es de un color beige, el obiage es negro y el obijime blanco y rojo en el medio.
—Uwwaaa~ —abre aún más los ojos, y siente con las yemas la calidad de la tela—. Esto debe ser muy caro… —traga saliva con notoriedad. «Es para año nuevo… wow»—. Te agradezco muchísimo en serio por el regalo. Algún día te voy a pagar por esto.
—Tranquila Umi, tú me das cosas mucho más valiosas que lo que se puede conseguir con dinero. Me das tu amor y tu tiempo —le toma la mano entre las suyas, sonriendo con el rostro algo rojizo—. En serio, recíbelo tranquila.
—Mh… —asiente un poco pensativa, pero vuelve a sonreír—. En el futuro buscaré un trabajo yo también para darte algo decente. Sólo tengo que buscar qué puedo hacer.
—¿Segura, segura? Igualmente, dejemos este tema para otra ocasión. Hoy es un día de descanso, ¿Sí? —la despeina, sonriendo cálido—. Aún hay más para ti, pero es algo…
»Más personal —de nuevo se ruboriza y desvía la mirada—. No tengo segundas intenciones todavía, lo juro, es porque te quejabas de tener un solo brasier.
—¡Oh! Genial~ —dice antes de ver, acomodando la caja del kimono sobre la mesa—. Me encantó el todavía —ríe y saca con cuidado un sobre plástico pequeño—. Con que aquí están.
Toda la ropa interior es de modelos simples, colores sólidos en blanco, negro y rojo. Los sujetadores no tienen metal ni son rellenos, son ideales para sus alergias.
—Wuuh~ Me gustan mucho. Muchas gracias Io —guarda lo que sacó, ubicando el sobre por encima de la caja más grande. Luego se acerca hacia a él y lo abraza con fuerza—. Más que nada, muchas gracias por estar conmigo.
—Lo mismo digo, de verdad —corresponde, en su caso con suavidad. Juega con los cabellos de la chica, intentando pasar los dedos entre ellos. No puede—. Uhm. Umi, luego también veré de darte alguna crema para el frizz —ríe bajo.
—Ay. Lo siento. ¡Te juro que sí me peino! E igual queda horrible de todos modos… Ya veremos qué hacer con eso —ella ríe fuerte y tiene el ademán de morder su hombro, pero no lo hace. Sólo infla una mejilla.
—¿Por qué te detuviste? —se atreve a preguntar, mirándola, confundido.
—No tiene sentido si estás con esa cosa puesta. Es mucho más gruesa que la sudadera, y no sientes nada —como si fuese un berrinche, se queja por eso—. Podrías no usarla, abajo te la habías quitado. Además, luego te hará frío sino.
—Es porque te divierte mi reacción —entrecierra los ojos, arqueando una ceja—, ¿Verdad? 아이고… Luego te morderé yo y veremos si reaccionas más divertido.
A pesar de esa respuesta desafiante de parte del menor, Umi está práctica y completamente de que no lo hará. Incluso luego de cuatro meses casi recién cumplidos de noviazgo, aún no hay nada. Todo se mantiene igual.
Más que otra cosa, el progreso se puede ver en la confianza con la que hablan ahora, el hecho de que los padres de ella aceptaron sin problemas la relación, que Kana y Aoi se llevan bien con Io, y que los amigos de Umi también (excepto Sakura).
Para esperar a que se haga la hora de la salida, se deciden por quedarse cantando un rato algunas canciones nuevas de los grupos que escuchan, los conocidos «regresos» que realizan cada dos o tres meses.
Io sí opta por dejar el abrigo en el espaldar de la silla, porque por tanto reír y jugar con su voz, es natural que sienta menos frío.
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Llegan las 19:30 PM, el horario en el que acordaron reunirse. Se puede ver a la pareja dando vueltas en círculos a paso muy lento alrededor de la gran fuente de Niiro.
Umi va vestida con el abrigo más lindo que posee de los de invierno, su campera con capucha verde grisácea. Sumado a eso, un pantalón ajustado negro, los borceguíes del mismo color, y una bufanda a cuadros roja y negra.
Por otro lado, Io sumó a lo que traía la mochila de su pareja. No lleva esta vez los útiles escolares, sino los regalos. En otras palabras, casi no tiene peso ahora.
—Tus amigos son muy impuntuales —comenta Io, mirando a los alrededores.
—Podría ser peor. A veces me cancelaban y yo ya estaba lista… —hace un puchero con los labios—. Pero hoy no será el caso. Me llegaron mensajes de que vienen para acá.
El móvil suena de nuevo, imponiendo su presencia con el fuerte sonido de los parlantes.
—Oh, hablando de los mensajes, una llamada… —saca el celular del bolsillo y atiende, oprimiendo el botón—. ¿Sa? ¿Qué pasó?
—Holo —el que saluda en realidad es Yuu—. Me encontré a Saku en el autobús, queríamos preguntar si nos podemos juntar en otra parte. Directamente vamos a bajar más adelante.
—Sí hermana~ Perdón por la tardanza otra vez. Espéranos frente al centro comercial —añade Sakura con un tono de voz animada. Ella está sentada, observando por la ventanilla.
—Bueno Sa, nos vemos en un rato entonces —mira a Io y le muestra la mano alzando el pulgar, como diciendo que se encuentra todo bien.
—Nos vemos hermana —le responde entre risas, y corta tras unos segundos.
—Io, debemos ir al centro comercial. Eso dicen los hijos de su madre —le comenta tranquila, riendo bajo—. Así que, ¿Vamos?
—¿Qué no era aquí? —expresa Chitose su confusión mientras se acerca a ellos—. Hola —ríe y se suma a su «caminata en círculos».
La chica lleva su saco negro, además de una bufanda. Está usando otro modelo de borceguíes, pero del mismo color.
En el hombro carga un bolso de jean. Tiene un poco de brillo en los párpados, sumado a su maquillaje usual. Es un retoque que le sienta muy bien.
—Hey Chitose —la saluda Io, inclinándose un poco. Sonríe de lado—. No hay mucha diferencia, tampoco es tan lejos, pero… Sí, jode que cambien de repente.
—Igual, de ellos dos hasta me espero que digan que al final no hay juntada —alza apenas los hombros, enarcando las cejas con los ojos cerrados.
—No eches la sal~ —Umi forma un puchero, mirándola con el ceño fruncido—. Sólo hay que cambiar de rumbo —toma por la mano a los dos, avanzando primero.
Su pareja y su mejor amiga se dejan jalar, riendo por el entusiasmo de Umi.
Mientras se alejan lento del medio de la plaza, se denota en la fuente un colchón de nieve, tanto por dentro como por las orillas, motivo por el que no habían estado sentados allí.
Incluso en los alrededores, nadie lleva algún paraguas. Pero se escuchan las pisadas húmedas de todas las personas que atraviesan el lugar. Unos más arropados que otros, en uno de los días más fríos del año.
Umi posa los ojos por un corto periodo, pues encuentra una silueta que reconoce y a la vez no. Una persona de cabello negro rojizo y mirada extraña la observa a la distancia. No sabe quién es, sólo percibe que se está fijando en ella.
Un poco nerviosa, apresura el paso de forma disimulada.
Llegando a la esquina, termina Io ubicado en el frente, ya que la más bajita aún no consigue memorizar el camino. La gótica les sigue el paso.
—Eh, gran señora estúpida. ¿Qué te parece que estén cayendo copos hoy, así justo para navidad? —levanta la mano libre hasta la altura del pecho, dejando la palma a simple vista.
Se ve cómo los pequeños pedazos de agua congelada se derriten al caer en la piel de Chitose. Seguido de esa acción, los chicos cruzan hacia la vereda de en frente ya que el semáforo lo permite. Hay más gente por este pequeño centro que lo usual.
—La nieve no me molesta, a diferencia de la lluvia —Umi lleva la mirada hacia lo gris del cielo, y luego a la carretera—. ¿Crees que en año nuevo siga igual?
—No sé, pero a mí me da una flojera limpiar el desastre que deja este clima —ríe fuerte, y la golpea en la espalda despacio—. Te voy a mandar a limpiar, a ti que no te molesta.
—Ay Chi, no gracias —ríe también, negando varias veces.
—Flaquito, es extraño no verte temblando mucho. ¿Qué pasó hoy? —pregunta divertida, a la vez ladea la cabeza en forma de curiosidad.
—Ah, ¿Te diste cuenta? —mueve su cabello, cerrando los ojos a modo de expresión—. En realidad, estoy usando una polera que me regaló Umi. Una térmica.
—Ooh~ Así que es eso. Mh —asiente para sí misma y regresa la vista al frente—. Está mejor así, porque vives resfriado. Quizás de este modo puedas enfermar menos.
—Porque siempre llevas cosas encima, no podría saber si la usabas o no —comenta Umi y tuerce la boca, un tanto pensativa. Aprieta un poco el agarre con el menor y mira hacia él.
»Creí que no era suficiente para que no pases frío, pero me alegra ver que funciona. Estaba preocupada igual que Chi.
—Claro que sirve, es sólo que… Inútilmente, pensé que podría llegar a soportar sin esto puesto. Además… —se acerca a su oído para susurrarle—. Siempre parece que te gusta escucharme con frío, así que… Esa sería la verdadera razón.
—… —Umi abre más los ojos, sonrojándose. Le responde en voz baja también—. No pensé que era tan obvio, ¡Pero no hagas eso! Cuídate, idiota.
—Fufufu~ —Chitose alza las cejas y se detiene frente a ellos por unos segundos—. No fue suficiente para que no escuchara. ¿Qué fetiches tiene esta gran señora estúpida~?
—야~ —también toma un color rojo en el rostro, frunciendo leve el entrecejo—. E-eso es algo que no hace falta que sepas —hace una pausa y desvía la mirada—. Yo no entiendo el por qué, seguramente le preguntaré luego.
—Aguafiestas~ —le responde en un tono gracioso, y continúa caminando en frente del par—. Umi quiere verte vestido como mucama —ríe entre dientes.
—¡Chi! —levanta un poco los hombros, cerrando los puños. Por supuesto que está avergonzada—. Io todavía no sabe esas cosas, yo no le conté nada todavía. Él sólo trata de adivinar porque… Aún no estamos en esa onda.
—¿Eeeeeh? —parpadea varias veces Io, más sonrojado si eso es posible—. Vaya… Supongo que será una larga charla cuando me digas todo.
A Chitose parece divertirle hacer sentir nerviosos a los dos, así que lanza ese tipo de comentarios al azar.
No es extraño viniendo de ella, es en cierto modo algo que demuestra la gran confianza que les tiene. De la misma forma bromea con Yuu y Sakura.
—Fuera de eso animales bellos, ¿Qué hicieron antes de venir? —les muestra una sonrisa sincera y animada, expectante a las respuestas.
Io se acomoda los goggles y se encarga de contarle en detalle todo sobre la comida que prepararon más temprano, además de el hecho de que cantaron.
Se lo ve muy contento conversando con Chitose, lo que causa a su pareja una sensación de tranquilidad.
Es muy agradable para Umi toda la situación. Siempre había anhelado tener ese tipo de cercanía con sus amigas y en sí, el hecho de saber que hay alguien que la ama también.
Ella siempre creyó que todos merecen amor y amistad, le es lo más importante del mundo. Por ese motivo, cada vez que no hay discusiones, que todo parece rosa, aunque se sienta irreal, son momentos que guardará en su corazón.
Incluso ahora, se pregunta todavía qué es lo que van a hacer en específico, ya que nunca salió en navidad.
Es el primer año en el que sus padres le dan permiso de seguir afuera hasta horas más tardías; sin embargo, tiene que volver a las 2 AM en lo posible. Es más que suficiente, teniendo en cuenta que paseará desde las 18:50 PM.
También está intrigada de saber qué más hay en el centro comercial, porque no han subido de la planta baja. En ocasiones anteriores, sólo estuvieron allí por Sakura, y no ha visto más que las tiendas de ropa y cosméticos.
El trío camina con más cuidado mientras más se acerca al segundo centro, porque hay zonas que se hallan muy resbalosas por el agua.
—Ey, gran señora estúpida. ¿Alguna vez hiciste patinaje sobre hielo? Yo sí.
Le comenta, mirando hacia algunos cristales que se forman en los toldos de las tiendas.
—No, pero no dudo de que me daría un buen golpe si lo intento —arquea las cejas con los ojos cerrados—. Ni siquiera puedo andar en bicicleta Chi.
—Vaya —lleva ambas manos a la cadera a modo de expresión—. A mí me gustaba mucho patinar en una piscina de cerca de mi casa.
»En verano es piscina, y en invierno la usan como una «pista». No es muy lisa y se hace lo que se puede, pero era más que suficiente si se piensa en los gastos.
—No sabía que sabías patinar, no me lo habías mencionado —se muestra curiosa del tema. Su estómago suena, así que eso le distrae por unos segundos—. Eeeh… ¿Qué te iba a decir…? Ah, sí. ¿Qué cosas sabes hacer? ¿Eso de saltos?
La noche se hace presente. A falta de la luz natural, al igual que siempre, los faroles toman un rol muy importante. Aunque en este momento se ve la mitad de iluminado de lo que suele ser. Esto es porque la nieve tapa o descompone algunos.
Una brisa más helada recorre, haciendo que las ramas en los árboles vacíos de hojas se congelen más.
De a momentos, además de los copos, también se escuchan caer cúmulos de blanco de repente. Por ese motivo están todos atentos al camino.
Cuando andan por Saniro, Chitose bromea con dejarlo a Io en su casa ya que pasan en frente. Claro, el menor la mira con una molestia fingida e infla una mejilla.
El recorrido se hace largo por el clima, pero no es precisamente molesto. El ambiente, hablando en otros términos, es jovial y cálido.
Negocios de todo tipo e incluso restaurantes tienen muchos adornos. Las pequeñas luces que rodean el contorno de las ventanas y puertas varían entre rojo, verde, amarillo y blanco. Las guirnaldas en algunos casos son opacas, no por ello menos lindas.
La mayor parte de quienes pasean son parejas, ya que suele tomarse este día como algo romántico en lo comercial de Japón, similar a lo que ocurre con el día de San Valentín y el Día Blanco. No obstante, hay muchos que igual salen con amigos.
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A las 20:06 PM, el trío consigue llegar al centro comercial, con dificultad porque las cuadras anteriores son similares a océanos de personas. Más aún por la época.
Desde unos metros antes de las puertas, se divisa al otro par que los espera allí.
Yuu está vestido con una campera beige con tres abrojos al medio en color negro, el largo sobrepasa sus caderas.
Lleva también un pantalón ajustado negro, zapatillas blancas, unos guantes gruesos grises, una bufanda blanca con cuadros negros, y un sombrero blanco tejido sobre la cabeza.
En el hombro posee el bolso que utiliza para la escuela, ¿Será que allí trae obsequios también?
Mientras, Sakura se encuentra usando un saco abrigado negro, un jean ajustado azul y unas largas botas negras.
En la mano, carga con un bolso blanco, que tiene como diseño un corazón obscuro en la esquina superior izquierda si se lo ve desde el frente.
—Hermana~ Chitose~ Se tardaron mucho. Llegamos aquí hace como veinte minutos —se acerca a ellas para abrazarlas con fuerza, y ríe bajo.
—Uy, nos salió descarada esta chica —enarca una ceja la gótica. Le da un ligero golpe en la cabeza—. ¿Quién cambió de hora a último momento? ¿Ah?
—Yo se lo sugerí. Porque sólo debíamos bajar unas cuadras más adelante, me pareció más efectivo —comenta Yuu, riendo también. Por su lado, saluda a Io, extendiendo el puño hacia él.
—Hey Yuu, buenas noches —sonríe y completa el choque suave contra los nudillos del contrario—. En parte siento que estamos a mano, ustedes llegaban tarde.
—Sí… Por eso no digo nada —Yuu ríe fuerte y se estira de brazos. Conserva una sonrisa amplia—. ¿Cómo estuviste hoy? ¿Qué hiciste durante el día?
—Oh, hombre. Para mí sí fue un día largo, y todavía no termina —le pone una mano en el hombro y camina hacia adelante, así indicando que avancen.
Yuu asiente a su petición implícita, ingresando con él primero hacia el gran edificio. Tras eso, el trío de chicas también atraviesa la entrada.
Como si se separasen un momento entre «chicos y chicas», cada pequeño grupo mantiene su propia charla.
El menor y Yuu, hablan en voz baja similar a que tratase de algo personal, aunque de todos modos sería difícil que los escuchen incluso en un tono natural debido a la contaminación sonora.
Chitose, Sakura y Umi ríen a carcajadas, se empujan y se abrazan de repente, algo bastante común en ellas en verdad. Además, elogian las prendas de Sakura, quien escogió vestirse de una forma muy «sexy» según dicen sus mejores amigas.
Fijándose uno en el lugar, hay mucha más gente de lo normal, por no decir que es imposible ingresar a las tiendas de ropa de la planta baja.
Eso causa preguntarse, ¿En qué piso sería conveniente estar? ¿Qué es lo que va a hacer allí el grupo conocido en primer lugar? Es casi seguro que no lo han pensado.
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De algún modo, Yuu termina dándole la vuelta a la planta baja mientras habla con Io. Y las adolescentes, se encuentran sentadas en uno de los bancos en el medio del área. Hoy incluso agregaron a las manos de buda un árbol de Navidad.
Por un momento Sakura y Chitose cambian de tema, así que Umi se enfoca en el par caminando a lo lejos. Le agrada mucho que se lleven así de bien. Aunque claro, sólo faltaría que su novio no tenga problemas con su mejor amiga.
Regresa la mirada hacia las chicas, en específico a Sakura. Ladea la cabeza pensativa, y suspira, pero luego vuelve a tener la misma expresión alegre.
Mueve las piernas bajo donde está sentada, en parte anda un poco impaciente por comer algo. Le resulta curioso que pese a que son las 20:27 PM los demás se muestran tan tranquilos respecto a eso. Sin darse cuenta, forma un puchero con los labios.
En ese instante, los chicos se hallan de nuevo junto a las demás. Yuu enarca una ceja al encontrarse con esa cara de Umi, y se agacha ligeramente para jalarle una mejilla.
—Ya estás con hambre, ¿No? Ya vamos a comer niña, paciencia —ríe divertido y se yergue, posando la mano derecha en la cadera propia.
Dos miradas de incordio se dirigen con rapidez al rostro del chico, que se muestra perdido por ello.
De inmediato, Io toma por la mano a su pareja, y a la vez Sakura coge la de quien le gusta. Por extraño que parezca, se ven mucho más tranquilos luego de eso, lo que causa que «los sujetados» se sientan confundidos.
—Chicos, ¿Les parece si vemos dónde cenar? —pregunta Io, echando un vistazo general a la zona y luego al grupo de amigos—. ¿Quieren subir?
—Me parece bien —se apresura a contestarle Sakura, y aprieta leve el agarre a Yuu—. Hermana, tú que siempre preguntabas por el aroma de las frituras, están arriba —le sonríe dulce y la despeina apenas con la mano disponible.
»Aún nunca fuiste al segundo piso, ¿Verdad? Al menos no fuiste conmigo —ve a Io.
—Ah, conmigo tampoco —se rasca tras la cabeza con la izquierda—. Por lo general no sale mucho del primer centro.
—Obvio que sé, la conozco desde antes que tú —mueve su cabello con aires de grandeza, y ríe—. ¿Vamos en el ascensor?
El aparato mencionado en línea recta desde buda hasta la pared. O sea, en el medio. Por otra parte, las escaleras se ubican del todo en el extremo izquierdo, al lado del vértice.
—Ay, animal bello. Estuvimos sentadas todo el rato, no está mal que caminemos un poco si ya nos vamos a volver a sentar —ríe fuerte y le da unas palmadas en la espalda.
—Bueno, bueno —ríe Sakura otra vez y se rasca una mejilla, desviando la mirada—. Sólo quería molestar a Umi con lo del ascensor.
—No me molesta, pero me dan miedo —cierra los ojos con fuerza por unos segundos en forma de expresión—. ¡El que había en el edificio donde vivía siempre se atoraba! Era un horror… Incluso a mí me pasó, tener que esperar a que vengan a abrir…
—Y si ya sabías que funcionaba mal, ¿Para qué lo usabas? Idiota —Yuu le golpea despacio en la cabeza y niega varias veces—. En fin. ¿Qué quieren comer? O qué podemos comer es la cuestión —comienza a caminar en dirección hacia la izquierda.
—Yo tengo tres mil yenes para gastar —le responde Sakura, siguiéndole el paso—. No me alcanzaría para algo de uno de los restaurantes, si quisiera comer mucho.
—Uh, ¿Qué dejas para mí entonces? —Chitose lleva la mano al bolsillo y suspira. La saca al instante—. Tengo la mitad nada más —avanza detrás de ellos.
—A mí hoy me dieron mucho~ Bueno, desde mi punto de vista es un montón que me den mil yenes —asiente varias veces para sí misma Umi.
Naturalmente, Io también jala despacio de Umi, yendo con los demás.
—Si falta cualquier cosa, puedo pagar yo —menciona tranquilo quien va al frente de todos, Yuu, subiendo los primeros escalones—. Así que no pasa nada si quieren comer en los restaurantes. Creo que sí traje suficiente.
—No tendría sentido comer hamburguesas en un restaurante, en los bares es menos caro —responde Umi como algo casual.
—¿Quién habló de hamburguesas? —ríe Chitose, también ya en las escaleras.
—Nadie, sólo yo quiero comer hamburguesas~ —después de decirlo su estómago vuelve a hacer ruidos. Es a lo que ella le llama «un gran antojo».
Incluso las escaleras resultan un lugar difícil de transitar. Entre la gente que sube y la que baja, es una situación muy similar a la que ocurre en el trayecto hasta el centro comercial.
Era de esperarse, pero sigue siendo una mejor opción que un ascensor que llega arriba y quién sabe cuándo bajará.
Este piso se nota más arreglado que el de abajo, además de ser climatizado. Se puede ver aquí que todos andan sin los pesados abrigos, llevándolos en el hombro o sobre las sillas que hay dispersas por este lugar.
Los locales de alimento que ocupan esta zona, son más que nada cadenas de comida rápida y pequeños puestos que uno encontraría en las calles vendiendo, por ejemplo de hot dogs o tempura.
Como lo había dicho Sakura, se trata de lo que se considera «comida chatarra». Más allá de no ser sano, no significa que sepa mal. El aroma de lo frito en cercanía es capaz de abrirle el estómago a casi cualquiera.
La mirada de todos cambia por unos ojos entrecerrados, con el reflejo de llevarse la mano al abdomen o a los labios.
—Uwwaaaa… Tantos puestos juntos —Umi, tiene tan rápido otra expresión, pareciera como si le brillase la vista—. Sí me puedo comprar una Big Wac. Uff.
—Ay hermana. O sea, o sea. Es barato acá. Por eso venimos, arriba es impagable —comenta Sakura mientras agita su bolso blanco, avanzando pocos pasos más adelante, como si ya buscase en dónde sentarse.
»¿Seguro que quieres algo de Wc D? ¿No prefieres de Bur Queen? Ahí tienen más carne y son más ricas —desenlaza el agarre con Yuu.
—¡Oh! No había visto el Bur Queen. Entonces ahí~ —le señala una mesa que parece haberse desocupado hace poco.
—Yo voy a comer a donde ustedes digan, a mí me da lo mismo, es comida —ríe animada Chitose, ubicándose de pie en medio de sus dos mejores amigas.
Umi suelta la mano de su pareja y toma a las otras dos por las mangas, jalando con cuidado, pero lo suficiente para atraerlas hasta donde ella quiere ir. El par de chicos las sigue, entre risas. En general, todos se ven muy divertidos.
El grupo toma asiento en una amplia mesa, de las pocas que hay de esa extensión porque lo usual es juntarlas.
Se ubican del siguiente modo: Io hacia el extremo izquierdo, luego Umi a su derecha de un lado, Yuu en frente de ella y a la izquierda de Io, Sakura a la derecha de quien le gusta, y Chitose a la derecha de Umi.
Todos dejan en el espaldar de las sillas los abrigos, guardando los guantes en los bolsillos.
Una mesera se acerca a todos con una sonrisa y limpia con velocidad la madera, dejándoles a cada uno una carta para que escojan qué comer.
A diferencia de en Wc D que uno debe ir a realizar el pedido, en Bur Queen tienen otro tipo de atención en una gran cantidad de las sucursales, como aquí justamente.
—아이고. Hay más variedad de lo normal —opina mientras voltea las páginas desde la esquina inferior—. Umi, ¿Hay alguna cosa que quisieras que no te alcance?
—Eh, Io~ Había dicho que yo pagaría —Yuu protesta con un puchero, mirándolo con unos ojos achicados.
—Nadie te dijo que sí, no sé si te percataste —sonríe de lado y hace el afán de despeinarle, pero se topa con el gorro. Sólo le da unos pequeños golpes en la cabeza.
—Ah. Es verdad —en efecto, recién se da cuenta de aquello—. Bueno, voy a guardar parte de esos ahorros para año nuevo. Y debo conseguir más, porque sino de todos modos me va a faltar —dice mientras revisa en la billetera, un tanto pensativo.
Escogen la hamburguesa más grande, y también se dividen el pago de las porciones de papas adicionales. Además, los dos chicos agregan más bebidas.
Por ejemplo, Sakura y Umi no suelen beber refrescos, sino jugo, así que Io y Yuu se quedan con las botellas que originalmente vienen en el «combo».
De nuevo, Umi se queda en silencio, escuchando la música del lugar. No le es necesario añadir a sus pensamientos una instrumental si ya hay una muy agradable ambientación.
Es similar al estilo que oyen sus padres, cosa que le gusta mucho. También pasea la mirada por sus amigos y su pareja. Ama cómo se ven con suéteres y demás abrigos, siente que se ven muy tiernos.
Se observa también que como centros de mesa, hay una pequeña bola de cristal con nieve.
Al igual que sucede con los negocios de afuera, en el centro comercial también está lleno de adornos. Algunas zonas más que otras, pero ninguna vacía de arreglos navideños.
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Diez minutos luego, llegan las bandejas de las órdenes. Son muchas cosas, por lo que aunque se trate de comida rápida, era imposible que esté listo en menos tiempo.
Son ahora tres meseros los que pasan por allí a colorcar todo, y se despiden de momento con una reverencia, avisando que si quieren algo más sólo los llamen.
Ni bien les dejan su espacio, comienzan a probar los primeros bocados. Sakura y Umi cortan con cuchillo y tenedor, por el gran tamaño de la comida. Mientras, Yuu y Chitose las agarran con las manos.
Io, por su lado, se dedica a abrir los pequeños sobres de aderezos, vertiendo un poco del contenido en las orillas de lo platos de cada uno.
—Eso es para las papas —les explica y toma una larga entre los dedos, pasándola por la mayonesa que dejó para él y luego se la lleva a la boca.
—Gracias~ —con la boca llena, se animan a responderle por lo realizado.
Las conversaciones cesan para los cinco, por el obvio motivo de que se concentran con la cena servida. Sin embargo, las sonrisas que tienen se reflejan en sus ojos.
De a momentos se ve que Yuu deposita en la boca de Sakura varias papas, algo normal entre ellos dos.
En sí, usual tratándose de Sakura, pues se conoce que con Umi también sucede. La última mencionada, mantiene esa visión de que le resulta una bella escena. Chitose, por su lado, los mira del mismo modo.
Luego a Umi le atraviesa un pensamiento distinto. «¿Chi estará bien realmente? ¿No se sentirá mal por no estar con la persona que le gusta?».
Siente que quizás Chitose podría haber estado más cómoda si pudiese compartir tiempo con Kazuma, pero por desgracia el nuer se encuentra ocupado todavía.
La duda no se denota en su rostro. Es lo ideal, tampoco quisiera preocupar a nadie y arruinar el clima.
Io alcanza con facilidad a casi el final de la hamburguesa, intercalando con la guarnición.
Él es el que siempre come más rápido, a un punto que a veces le preguntan si disfruta el sabor o sólo traga. Este ladea suave la cabeza a los lados, como si estuviera pensativo. Mira hacia el negocio y luego a la comida otra vez.
—¿Qué pasa? ¿Quieres más? —ríe su pareja, quien conoce más que el resto su voracidad—. Me queda aún unos cuatrocientos yenes, si te sirven.
—No, gracias —niega un par de veces con una de sus manos. Tiene ambas llenas de aderezo y aceitosas por no usar los cubiertos—. Sí puedo pagarlo yo —le sonríe amplio.
—Oigan —Chitose hace una pausa de comer, dejando la mitad sobre el plato—. ¿Qué vamos a hacer hasta que lleguen las doce? Digo, si estamos cenando ahora.
—¿Pasear hacia arriba? Duh —Sakura enarca una ceja y ríe bajo. Se limpia un poco con una servilleta, ella no ha llegado al medio todavía, es la que va más lento—. O sea, hay un montón de pisos en el edificio. De paso Umi conoce, ¿No?
—Oh~ —Umi asiente, abriendo más los ojos. Responde con la boca llena, animada—. Sí, me interesa la propuesta. Quisiera saber qué tanto hay por ahí.
—Primero traga y después habla, idiota —Yuu la empuja un poco con un dedo en la frente y ríe divertido. Él está cerca de haber comido lo mismo que el más alto.
—Ay, no hagas eso. Tienes las manos sucias —lo regaña y saca una servilleta para quitarse lo pegajoso, suspirando y formando un puchero a la vez.
—Gran señora estúpida, no seas exagerada~ Tú y Sakura son bien delicadas con esas cosas —ríe fuerte Chitose, pegándole suave a la mesa como expresión.
—Te voy a echar refresco en la frente, a ver si tan exagerada —infla una mejilla, frunciendo el ceño. Seguido de eso, ríe también. En realidad no era mucho que limpiar.
—Chicos, ¿Quieren algo más? Voy a ir a buscarme otra hamburguesa —sonríe con las cejas arqueadas, desviando la mirada—. Si piden algo más me sentiré mejor —Io se sonroja.
—Tan flaquito y comes tanto. Literalmente yo pensaba que este par —señala sin discreción a Umi y Yuu— eran unos hambrientos, y luego llegaste tú.
»Tenemos el equipo: la que vive pensando en comida y se llena rápido, el que come mucho y no sabes si va por el segundo plato o el tercero, y el que se puede terminar todo solo y después se queja de que le duele el estómago.
Les es inevitable estallar en risas por el comentario al azar de la gótica, haciendo que dejen de lado todas las pequeñas preocupaciones que podrían haber llegado a tener.
A segundos de eso, Io aprovecha para ir por otra ración y regresa con calma, sentándose otra vez en el extremo izquierdo.
La calidez de la comida recién servida se siente a corta distancia. De seguro por cómo miran la nueva bandeja presente, deben estar cuestionándose en su interior si pedir más o no.
—Io… Uhm. ¿Podría encargar otra? Aunque me faltan unos yenes… —le dice en voz baja, ella externaliza su deseo. A la vez, le pregunta si le ayuda un poco.
—Claro, no te falta mucho así que tampoco te hagas la cabeza —amaga con despeinarla, pero no lo hace. Sonríe de dientes con los ojos cerrados—. Dame lo que tienes —usa su mano como una pistola y la otra se la acerca, parece que le divierte esa forma de pedir dinero.
—Aeish. ¿No te cansas de la misma broma? —niega varias veces y ríe, jalándole despacio de uno de los flequillos. Después le entrega los billetes—. Gracias~
El menor se aleja con la misma sonrisa, y luego avanza más rápido, como si corriera unos pasos.
En eso, sólo por molestar, Yuu le «roba» una papa frita al otro. Igual, es atrapado por su mirada, que lo calcina desde lejos. Obviamente lo hizo a propósito.
Cinco minutos luego, regresa Io con más comida, sirviéndole la bandeja en frente a su novia. En las otras dos chicas se nota que no pueden más, pero Yuu sí, por cómo observa atento cada una de las semillas sobre el pan.
—Sabes, ella no se la va a terminar. Si quieres la parto a la mitad —ríe divertido Io, cogiendo un cuchillo y tenedor mientras le ofrece.
—Mmm… Bueno. Siempre te rechazo todo, así que no está mal que alguna vez diga que sí —se muestra algo tímido por ello, pero sonríe amplio.
Con tranquilidad, divide la porción de Umi. Ella está de acuerdo incluso sin que se lo pregunten. Es más, planeaba dársela a Io desde el inicio, sólo cambia quién va a recibirlo.
Io le sirve al otro en el plato, y se sincronizan al dar el primer bocado, continuando con la degustación de la noche. Por otra parte, Chitose y Sakura conversan sobre unas prendas que habían visto hace un rato en la planta baja.
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A las 21:17 PM, el grupo se decide por retirarse de la mesa. Primero y principal, pasan por un baño a lavarse las manos, y vuelven a abrigarse. Como habían mencionado con anterioridad, van a seguir subiendo por los diferentes pisos que comprenden el centro comercial.
Se ve cómo Chitose se ubica al frente y a la vez al medio, aunque continúa resultando una travesía pasar por aquellas escaleras. Lo normal es que estén divididas hacia las que suben y las que bajan, pero estas son amplias sin ningún barandal, sólo las paredes para apoyarse.
Entre los cortos empujones por lo apretados, consiguen llegar al tercer nivel de la edificación.
Aquí también es un lugar cálido, lo que hace obviar que todo por encima de la planta baja se mantiene de esta forma.
Este piso es bastante particular por lo silencioso, únicamente se escuchan susurros, y el ruido de las diferentes pisadas como de las hojas. Muchos negocios de libros abundan, de distintos géneros, colores y tamaños.
Hay varias mesas y estantes que parecen tener el fin pasar allí leyendo gratis, similar a una especie de atracción.
Esto es más que nada llamativo para Io y Yuu, que son los que tienen un mayor gusto por la lectura entre el ggrupo
Aunque, no es como si no hubiesen estado allí antes. A la única que le es nuevo es Umi. Ella piensa que parece una biblioteca gigante, y le gusta cómo huele el papel.
También, recuerda algo que no va al caso; sobre haber tenido un par de citas con Yuu en un lugar similar, al menos refiriéndose a la parte de afuera, no en específico a la cantidad de negocios juntos de lo mismo.
Toman asiento en una de las mesas, con la intención de pasar un rato leyendo.
Por supuesto, también hay novelas ligeras, muy famosas entre los adolescentes y quienes no disponen de mucho tiempo.
Las chicas optan por escoger algunas de esas de acuerdo a sus preferencias: Chitose BL, y Sakura de terror y misterio.
A Umi no le gustan las novelas ligeras porque siente que carecen de detalles. Sin embargo, tampoco es que lea seguido porque sin dibujos no recuerda quién es quién.
Podría decirse que es complicado encontrar un libro con narraciones extensas y dibujos a la vez. La Biblia quizás, en algunas versiones.
Para no desentonar con «el ambiente», agarra uno de romance, pero está usando el N95 de forma camuflada.
Los chicos, revisan entre unos libros más pesados físicamente hablando, aunque es obvio que no podrán terminarlos. Lo curioso es que, también quieren leer de romance.
Io toma uno BL como Chitose, y Yuu uno en general (lo que aparezca, sin limitaciones).
—Eeeh… —inquiere Sakura, ladeando la cabeza, viéndolos con algo de intriga—. ¿No les gusta otra cosa que no sea de amor? —arquea una ceja.
—Sí, pero hoy quiero esto —le contesta de inmediato Yuu, cruzando las piernas, con los pies sobre el suelo.
—En mi caso este es el volumen más reciente de esta saga, y no había podido comprarlo todavía —comenta Chitose, indicando el título en la portada.
—¡Oh! Yo tampoco lo vi todavía, pero lo haré luego —alza un poco las cejas Io, curioso. No obstante, a los segundos se concentra en su elección.
—Yo sólo vi la portada y me pareció muy bonita, me recuerda a varios manga shoujo —expresa Umi.
Es el tipo de persona que se deja llevar por ello más que por la sinopsis en sí. En específico, ni siquiera se fija de qué trata, es como «sorpresa».
Pese a que en el inicio no planeaba leer nada ahora, termina dándole curiosidad. Igual, no deja de ser ella. Se distrae env arias ocasiones con las expresiones de quien le gusta.
Io se ve tan interesado, y la forma de sus cejas cambia muchas veces, la manera en la que mira hacia las hojas, incluso por momentos se tapa la boca con una mano. Es divertido realmente cómo se toma ese tipo de lecturas.
Siempre que estudia anda serio, pero cuando se trata de una historia, parece como si estuviera viéndolo todo en una pantalla aunque ese libro no tiene dibujos.
«Mmm. Creo que nos vamos a quedar aquí un rato largo».
Umi decide revisar los mensajes en el teléfono antes de sumirse en la historia al igual que el resto del grupo. Desde que llegó se percató del WiFi por la vibración, más no tuvo la intención hasta ahora de fijarse qué le llegó.
—⟨⟨ ¿Cómo va la salida? Yo trabajo. Quisiera estar allá, ¿Sabes? Pero no coincidimos. Es frustrante. ⟩⟩ —un mensaje de Kazuma, a las 19:03 PM.
»⟨⟨ ¿Está bien Io con el frío? Espero que vaya abrigado. Lo mismo para ti, aunque no es necesario que te lo repita tanto ya que eres más precavida. ⟩⟩ —ese es de las 19:04 PM.
»⟨⟨ Tengo unos minutos libres, así que aprovecho para escribirles. No sé si cuál me lea primero de ustedes dos, pero espero que sepan que intentaré no faltar la próxima navidad. ⟩⟩
La adolescente sonríe por la ternura que le causa.
El nuer siempre es atento. De hecho, comparte la costumbre con Umi de enviar buenos días y preguntar cuando llegan a casa, o un texto como mínimo cuando no puede más.
Siendo que vive tan ocupado (aunque nadie sabe en qué), se las ingenia para no quedar incomunicado. Claro, uno supone que es posible mientras tenga batería o datos.
—⟨⟨ Perdón por responder tan tarde Sou. Estamos bien, estamos casi todos aquí. Faltan tú, Tsu y Hyuk. Io anda bien abrigado y además en el centro comercial está calentito. ⟩⟩
»⟨⟨ Ojalá que tengas una linda navidad, te quiero mucho amiwi. Te mando mis mejores deseos y mucha suerte 🍄 ⟩⟩
Para su sorpresa, no pasan más de diez minutos hasta que recibe una respuesta.
—⟨⟨ Gracias. Igualmente, les deseo lo mejor. Por cierto, cuánta obsesión tienes por las setas u «honguitos» como les llamas. Lo tendré en cuenta. ⟩⟩
Umi se inunda de preguntas ante el comentario. Arquea una ceja, y ríe para sus adentros.
—⟨⟨ ¡No me traigas drogas! No quiero ese regalo ಥ‿ಥ ⟩⟩
—⟨⟨ No, tonta ( ̄ヘ ̄;). No me refiero a eso. Igual, no importa ahora. Sólo digo que algún día te mostraré cómo se ven. De seguro no has visto ninguno todavía. ⟩⟩
—⟨⟨ Vi los blancos ahí al lado de Halloween~ ⟩⟩ —se refiere al bar en la esquina de su casa—. ⟨⟨ Me da curiosidad si son de los que se comen o los venenosos, pero no los probaré. ⟩⟩
»⟨⟨ ¡Quiero ver honguitos brillantes! Luminosos~ ⟩⟩
—⟨⟨ De acuerdo. Lo tendré en cuenta. ⟩⟩
»⟨⟨ Oye, ahora sí debo irme otra vez. Responderé mañana o a la madrugada, ¿Sí? Nos vemos luego, diviértanse. ⟩⟩
La chica sonríe y deja el teléfono sobre la mesa, continuando con la lectura.
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Una hora más tarde, Umi casi consigue terminar el libro porque lee rápido en general, mientras que sus mejores amigas aún con una menor cantidad de hojas solo llegan a la mitad.
Io también tiene la misma velocidad que Umi, pero está lejos del medio, porque son más de mil páginas.
Yuu posee un ritmo similar al de la pareja, apenas más lento, sólo que tiende a distraerse.
Es probable que el último compare lo que lee con experiencias pasadas o quizás con una que otra cosa de las que investiga. Le sucede con menos frecuencia cuando se trata de una novela que cuando estudia algún tema complicado.
Entre conversaciones, optan por continuar con el paseo. El par de adolescentes compra lo que no pudo terminar, con la intención de hacerlo luego naturalmente. Cada uno lo guarda en lo que trae: Io en la mochila, y el bolso en caso de Yuu.
Ya listos, se encaminan otra vez hacia las odiadas escaleras, en teoría más seguras que el ascensor (al menos se llega más rápido). En esta ocasión, las tres chicas van al frente.
Este cuarto piso atrae desde que uno se acerca a los escalones, invadiendo la nariz con el exquisito aroma de otras comidas más elaboradas.
Umi e Io ya podían sentirlo, incluso desde la planta baja es como si se mezclase para ellos con el resto de todo, confundiéndolos así de no saber si provenía de afuera.
El lugar está repleto de restaurantes y bares con comidas de alta calidad, y en equivalencia los precios son exorbitantes, incluso más que si tratase de los festivales como Año Nuevo que de por sí tienen comidas caras.
El área parece de lujo, todavía sin ingresar a ninguno de los negocios. Con un techo gris y el suelo de baldosas blancas, una tenue luz es la que se encarga alumbrar.
Algunas mesas se encuentran afuera, pero la gran mayoría se ubica por dentro de los locales.
Lo cierto es que a ninguno se le antoja nada, están satisfechos.
De ese modo, avanzan al siguiente piso. Al revés de en la planta anterior, aquí se aprecia lleno de luces. Se venden discografías enteras de todos los géneros de música que uno ni siquiera imagina que podría encontrar. Por ejemplo, ediciones limitadas de algunos CDs.
Más allá de que, sin excepción, todo el grupo tiene un gran interés en la música, no es como si les sobrase el dinero en la actualidad para tratar de comprarse algunos.
Mientras más suben, menos gente hay en cada piso.
El sexto es de instrumentos, y es casi todo negro con luces de colores respecto al ambiente. En el séptimo hay celulares y laptops principalmente.
El octavo trata de electrodomésticos. El noveno es de camas, colchones y espejos. El décimo es bastante curioso, pues hay muchas salas de cine. Las personas que faltan en los pisos anteriores de seguro se concentran aquí.
Más arriba, todo parece convertirse en un hotel. Sólo habitaciones enumeradas. Hasta que llegan al piso quince.
Allí les dicen que únicamente puede ingresar el personal autorizado. Se muestran pensativos al respecto, como una curiosidad rebosante, pero pasan de ello y suspiran, es obvio los van a echar si se meten por ahí.
—¡Chicos! ¡Faltan diez minutos para las doce! —anuncia Chitose emocionada, a la vez con un tono de preocupación—. No llegamos si vamos por las escaleras, para ver los fuegos artificiales… —se despeina un poco, cerrando los ojos.
—Entonces tomemos el ascensor~ —sugiere Sakura, indicando con la mano que se encuentra al lado de ellos—. Nadie lo está llamando, no marca ninguna flecha.
—Es cierto, vamos —dice Yuu y ubica un brazo por detrás del cuello de Sakura, dejándolo reposar sobre su hombro—. Eh, chicos, vamos —llama al otro par.
—Vamos Umi, estás conmigo. No te pasará nada grave mientras yo te acompañe, ¿Sí? —Io le acaricia el cabello, algo agachado para mirarla a los ojos de cerca.
—Agh… —ella no está para nada de acuerdo con la idea, pero asiente.
Sakura oprime el botón así las puertas se abran, pasando así hacia un amplio elevador. Con facilidad podrían caber unas diez personas y que puedan mantener aunque sea un poco de espacio personal inclusive.
Las paredes laterales son negras, el suelo es de un gris claro, parece ser un tapizado de madera.
Algo inesperado es que puede verse hacia afuera, como un enorme ventanal. La pared contraria a las puertas de metal, así también el techo, es un cristal reforzado.
Si uno prestase la suficiente atención al rodear el centro comercial desde afuera, podría encontrarse en ocasiones con este lugar a simple vista en la planta baja.
—Ay Dios —expresan con voz «temblorosa» Umi y Yuu al toparse con el enorme vidrio y mirar abajo.
—¿Yuu también le tiene miedo a las alturas? —ladea la cabeza Io en forma de curiosidad, viendo a Sakura.
—Depende. No sé muy bien de qué, pero creo que le da miedo sólo los lugares muy altos, como ahora —le responde con tranquilidad. Más allá de que se note a leguas que no lo quiere, no significa que todo el tiempo va a estar buscando pelea.
Mientras, presiona el botón de ir al piso 1, que sería el de las tiendas de ropa.
—Eeeeh… —Chitose mira hacia el suelo calmada—. Me gustaría decir el cliché de puedo ver mi casa desde aquí, pero está mucho más lejos.
Igual que siempre, sus comentarios alivian a los que se preocupan. Umi y Yuu sólo se dan media vuelta y suspiran, como diciendo «si no lo veo no está ahí».
—Saku, no hace falta que presiones muchas veces, con una vez es suficiente —Yuu arquea una ceja y ríe despacio, dándole unas palmadas suaves en la espalda.
—Es que no funciona. No baja, ni tampoco se abren las puertas de nuevo —ella tuerce la boca. No obstante, no parece asustada.
—Al final la gran señora estúpida tenía razón, hay que desconfiar de los elevadores —Chitose se cruza de brazos, y muestra como que no le da importancia a la situación.
Io se rasca la mejilla, arqueando ambas cejas, mientras Umi lo mira achicando los ojos y torciendo la boca a la izquierda. Sí se los había advertido, pero nunca le prestan atención cuando se trata de sus «malos presentimientos».
Es poco probable que el elevador caiga hacia el suelo, así que el miedo principal que tiene es que Umibozu se enoje con ella por llegar tarde. Esa sería la cuestión.
¿Quién rayos va a estar atento y supervisando algo como un simple ascensor en Noche Buena?
Al menos andan abrigados, ya que justo esta área no cuenta con un ambiente climatizado como el resto del edificio.
A la vez, por ello no se hallan empañados los vidrios, está extremadamente frío. Debe haber una diferencia de dos o tres grados con el exterior.
—Eeh… —dice a modo de queja y suspiro a la vez Sakura, viendo con desgano en la dirección de la paleta de botones—. Tiene luz, marca que sí lo apreté, pero no sirve.
—¿Servirá el de emergencia? Ese creo que envía una señal a la seguridad de aquí. Pero… Ya fue. Esperemos unos minutos, nadie vendrá ahora —ríe con resignación Chitose, y dirige la mirada hacia arriba con una sonrisa.
El cielo gris empieza a llenarse de colores y sonidos, los fuegos artificiales de navidad se hacen presentes. En realidad, gracias a dónde están, pueden verlos más cerca que nunca.
Pese a que suelen guardarse los mejores para el espectáculo de fin de año, no es como si no se pudiera disfrutar de esta vista urbana.
La cima de los edificios, lo brillante de las ventanas y de los carteles y pantallas de los negocios, mezclado con lo que ahora puede apreciarse por debajo de las nubes. No son las estrellas, pero algunos que lanzan poseen la forma de ellas.
A través de unas rejillas en el techo, que parece que pueden abrirse y cerrarse con un botón (aunque ahora sólo está abierta), dejan ingresar el característico aroma de la pólvora. Eso sí le causa tranquilidad a Umi, el cómo huele el fuego y aquello.
—No está tan mal si no miro abajo —ríe Yuu, que se ve emocionado por los fuegos artificiales—. Qué bonito, no pensé que llegaría a mirarlos así…
—La próxima vez vengamos a verlos de aquí, nada más hay que traer mantas —bromea Chitose, animada por la hermosa vista.
Sakura e Io también sonríen ante los colores, sus ojos reflejan el brillo mismo.
La nieve empieza a acumularse de a poco sobre el techo al no estar en movimiento el elevador, eso cubre parte de la vista, pero se puede seguir disfrutando sin problemas por lo enorme de la pared de cristal.
.
Diez minutos más tarde, la cantidad de luces del cielo disminuye. Eso los lleva a desviar la mirada de este, y volver a pensar en el frustrante acontecimiento de estar encerrados.
Sakura, claramente se ocupa de avisar a emergencias con el botón. Si no hay respuesta hasta dentro de media hora, de seguro tendrán que llamar a los bomberos o algo similar, algo que pueda bajarlos de allí.
El suelo no está muy limpio como para intentar sentarse, hay pisadas incluso marcadas, y además se encuentra mojado porque todos vienen del temporal de afuera. Umi también se fija en ello, lo que le provoca soltar un comentario.
—Es gracioso pensar que estuvimos tanto tiempo sentados y ahora nos vemos obligados a estar de pie —infla una mejilla y suspira, luego frota las palmas para calentarlas.
—Niña holgazana, imagina que estamos en un acto de la escuela. Es la misma cosa —le responde a modo de sugerencia Yuu, copiando su accionar de las manos.
—Uhm. ¿Qué les parece si hacemos la entrega de los regalos? Digo, para pasar el rato. No sé si ustedes tienen algunos, pero yo sí para ustedes —confiesa Io con una tierna sonrisa, mientras se quita despacio la mochila de la espalda.
—¡Cierto! Los regalos —Umi los había olvidado por completo—. Bueno, yo conseguí… —busca en la misma que Io, ya que es la de ella. Saca una bolsa y de esta una caja—. Les traje esto —les entrega a todos unos llaveros para la mochila.
Son mochi de peluche con diferentes caras.
El que le toca a Sakura tiene una sonrisa animada y un moño, el de Chitose posee ojos con brillos, el de Yuu una sonrisa felina y el de Io lentes de sol.
—Ay hermana, está muy tierno. ¡Son los que habíamos visto la vez pasada! —lo abraza riendo, por lo que se nota lo deseaba—. Gracias.
—Sí, gran señora estúpida. Están buenos —lo aprieta despacio varias veces con las manos—. También podrían servir para liberar estrés —se lo lanza a Yuu en la cabeza.
—¿Qué te pasa? —ríe fuerte el «golpeado», y lo atrapa antes de que caiga al suelo—. Me imaginé algo muy distinto cuando dijiste lo del estrés. Creía que era como esas bolitas de billar de goma o no sé —se lo devuelve—. Gracias Umi —la ve sonriente.
—Yo ya había visto el mío, yo la acompañé —voltea a verla y la despeina leve—. Pero igual te lo agradezco —ríe bajo y lo guarda otra vez—. Yo~ Tengo esto.
Saca una caja también, más grande que la de su pareja. Y a su vez, hay varias pequeñas dentro. Le entrega a todos un perfume de Miranosuki.
—Gracias Io, me gusta mucho este~ —le dice Yuu y lo deja en el bolso propio.
—Aunque les parezca estúpido, tuve que pagar por ellos. Ya saben cómo es Juri —ríe, rascándose tras la nuca y suspira despacio.
—Incluso si no fuese así, te estaría muy agradecida. Estos son carísimos —le responde Sakura, viendo con detenimiento el objeto—. Siempre quise uno. En serio, gracias.
—Literal, siempre estaba prendida en las vidrieras cuando pasábamos por las tiendas de Miranosuki —ríe divertida Chitose, señalándola con el pulgar.
—No era necesario que digas eso —Sakura forma un puchero con los labios, sonrojándose. Luego la empuja con una mano—. Pero no es mentira, son los mejores. Además me trajiste justo el que quería —dirige la vista a Umi—. Gracias por decirle.
—¿Eh? No le dije nada, yo recién me entero —parpadea varias veces, confundida por el agradecimiento de su mejor amiga. No esperaba tampoco recibir otro regalo de su novio. Sujeta la mano de él y le acaricia los nudillos con el pulgar.
—Digamos que adiviné~ —para quien lo conoce mucho, sabe que es mentira. Luego ve a Umi, un poco sonrojado, y le detiene el dedo con el suyo. Moviendo los labios sin producir sonido, le dice sólo visiblemente: «no hagas eso ahora».
—Me sorprende, en serio le atinaste —comenta Sakura con una sonrisa de oreja a oreja. Lo coloca con sumo cuidado en su bolso blanco. A la vez, saca otras cosas de allí—. Yo me disculpo, pero no traje para todos.
Deja sobre las manos de sus amigas sus respectivos obsequios. Para Umi, una pulsera de gemas agua marina, y para la gótica, un manga de edición limitada que se conoce que buscaba desde hace mucho tiempo.
Las chicas la miran con los ojos resplandecientes y la abrazan fuerte, en realidad se lució.
—¡Muchas gracias~!
—De nada —corresponde al abrazo y ríe bajo—. Se lo merecían~
—Es el turno del grandioso yo~ —Yuu indica su presencia, señalándose con el pulgar y una gran sonrisa ladina—. Primero~ Va para Io.
»Seguro que no deja de pensar en mí en todas las noches, así que le preparé algo especial —le dedica una mirada traviesa y saca del bolso un dildo de plástico blanco de veinte centímetros—. Para ti —se lo acerca.
—¿Eeeeeeh? ¿Qué rayos…? —su rostro se torna por completo de color arrebol. Por unos segundos se cubre el rostro, pero luego le mira con el entrecejo apenas fruncido.
»¡A ti te lo voy a poner, ya vas ver! —acorta la distancia entre ellos y lo abraza por la espalda—. Seguramente para eso lo compraste.
—¿Quién dice que yo soy bottom? —le lanza una mirada desafiante y ríe bajo.
Las chicas gritan, tapándose apenas la boca con ambas manos a modo de expresión.
—Nah, úsalo como quieras, pero no conmigo. Era un regalo de broma, pero no es broma si no quieres —ríe fuerte y le entrega un lápiz mecánico—. Sé que el tuyo se estaba muriendo, así que ten uno nuevo.
—Gracias —enarca ambas cejas en una sonrisa cálida y le quita el gorro de la cabeza para despeinarlo—. Me vengo aguantando todo el día esto. Seguro lo usas a propósito.
—No me gusta que me toquen mucho el cabello —le mira sacando la lengua y le quita la prenda de los dedos—. En fin. Aquí hay para… —toma un par de cuadernos de dibujo y se los acerca a Chitose y Umi—. Ustedes.
—Wuuu~ —sueltan con cuidado a Sakura y agarran los obsequios, guardándolos.
—¿Y para mí hay algo especial? —ladea la cabeza, enrollando los cabellos propios en el dedo índice—. Porque me dejaste hasta el final.
—Claro. Muy inteligente, Saku —camina hacia ella para apretarle la nariz con dos dedos y ríe bajo. Luego, del bolso coge cinco lápices labiales y un bálsamo. Abre el último frente a ella.
»Todos estos son para ti. ¿Quieres ver de qué sabor es?
—Wow, son muchos… Y son mate… —con mucha delicadeza los guarda, excepto al que el otro sostiene.
»A ver~ —extiende la mano con la intención de agarrarlo.
Yuu decide usar lo transparente en sí mismo, y la toma por el mentón, mirándola con los ojos entrecerrados. Deposita un beso en los labios de la mayor, seguido de un par más. Al último una leve mordida, y se separa con lentitud.
—C-chocolate… —comenta Sakura, con tal rubor que podría derretir la nieve con facilidad—. Gracias Yuu… —aclara la garganta y desvía la mirada.
—¡Wooooah! —gritan los tres, como si fueran los mayores fanáticos de la pareja.
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El ambiente no hace más que mejorar, puesto que diez minutos más tarde, el personal de seguridad llega a abrirles las puertas. No hizo falta armar un escándalo para salir.
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