Namaenai Volumen 1 - 14
Capítulo 14: Un año nuevo nuevo.
[ 2014, Diciembre, 31 ]
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Aún son las tres de la tarde, una hora en la que en la mayoría de las casas ya se almorzó. Y el clima se siente más cálido que en las fiestas pasadas.
No hay nubes, la nieve ya fue removida de prácticamente todos lados; y en donde ninguna persona se había tomado la molestia, la naturaleza misma se hizo cargo.
La temperatura es de 15 °C, muy caluroso tratándose de invierno. Es ideal para que a la noche no haya dificultad con respecto a los transportes.
En la habitación de Io, se encuentran sus amigos y él recostados en la cama frente a la pantalla de una notebook.
El propietario en este caso es Kabuto, quien está deslizando el cursor así mostrarles algunas escenas de una de sus novelas en emisión.
No se trata de la terrorífica, sino de una nueva historia BL. Es un género que, como ya se conoce, es de los favoritos de muchas chicas y también de este grupo de amigos.
Kabuto se muestra curioso por la reacción del par, ladeando la cabeza con las cejas apenas enarcadas.
Denota su obvio deseo de espera de una respuesta, sincera, porque si no recurriría a preguntarle a cualquier seguidor en su blog y no a ellos dos.
Comienza con una crítica del chico de Io, que expresa su confusión por el actuar de aquellos personajes. Por otra parte, el más alto asiente varias veces, mostrando que está de acuerdo con los argumentos del otro.
—Quizás estoy estresado… No puedo pensar con claridad cómo demostrar el deseo que se tiene la pareja principal —tuerce la boca y esconde el rostro en las colchas azules de Io—. Además estoy llegando a una parte importante en la otra novela.
—Siempre te dije que algún día ibas a tener problemas por escribir más de una a la vez —Io se encoge de hombros y se incorpora, sentándose sobre la cama—. Creo que el problema principal se encuentra en la mirada.
—¿La mirada? —se da media vuelta para verle, atento a lo que dice.
—Sí. Por ejemplo… Hyuk Soo. Mírame —le toca el hombro con el índice un par de veces—. Mira así como estás —se agacha un poco, acercándose a su rostro.
—¿Mh? —voltea a verle, topándose con unos ojos amarillos en primer plano—. ¿Qué sucede hombre? —cuestiona calmado, parpadeando varias veces.
—¿Ves? —dirige ahora sus pupilas hacia Kabuto y sonríe de lado—. Eso pasó. ¿Realmente pensarías que un personaje tímido reaccionaría de esa forma?
—¿Y el deseo? ¿Cómo debería plantearlo? —continúa en la espera de la iluminación por parte de sus mejores amigos, bastante pensativo.
—De esta manera —ubica una mano en la mejilla de Chris y alza dos veces las cejas—. Bueno no —ríe a carcajadas y niega, bajando el rostro y soltándolo.
—Así —Chris usa una voz más seria, viéndole fijo. Ahora él lo sujeta por el mentón, y pareciera buscar los labios ajenos con los suyos por el acercamiento.
Io abre mucho los ojos, cubriéndose rápidamente la boca con toda la palma.
—¿Ves? Hasta JeongMin se lo creyó —ríe fuerte y aleja la mano del contrario—. Hombre, en la vida te he hecho algo así, no te asustes —lo despeina y suspira.
—Y que siga siendo así, no quisiera golpearte —infla una mejilla frunciendo el ceño.
—Uhm —Kabuto asiente con la cabeza, algo sonrojado, y se sienta estirando los brazos—. Gracias chicos, perdón por el mal rato Io. Al parecer sí era estrés, porque son cosas que con facilidad hubiese podido describir antes… Agh.
—Yo me exalté —Io se rasca tras el cuello—. Sucede que… El otro día Chris se ofreció para practicar y me hizo preocupar.
»Pero veo que siempre será broma —deja salir un suspiro largo de alivio, ahora él se acuesta boca arriba. Se golpea con la laptop por su torpeza y se soba en el lugar afectado.
»¿Y no quisieras hacer algo con Chris? Eso siempre te ayuda con el estrés.
—No me ha dejado —comenta Chris—, también se lo sugerí —se cruza de brazos, viendo hacia el heredero—. Kabu~ Incluso Io lo dice, ¿Qué te pasa de repente~?
—Me está costando escribir romance. Y también me está costando aceptar cosas que yo mismo pedía —baja la mirada. Sostiene el peso de la cabeza propia con el puño—. Y para colmo no me dejarán ir contigo hoy al templo, Io.
—Espera, ¿Qué? —arquea ambas cejas y lo ve sorprendido—. ¿No? Pero habíamos hecho los planes y todo… No lo entiendo.
—Mi padre tiene una reunión en otro templo importante con una compañía de transportes. En casa están pensando sobre lanzar una serie de autobuses y bueno…
»Así es la cuestión —continúa quejándose, apretando los dedos con fuerza—. Chris, tú hoy estás literalmente obligado a venir también, tú y tu padre.
—Eeeh… —un tono aireado de decepción sale de sus adentros—. Trabajo es trabajo.
»Sigo siendo un mayordomo —cambia de repente su expresión a una sonrisa—. No podemos dejar que eso nos arruine el día. Yo me encargaré de que Kabu se divierta. Y voy a mandarte mensajes y fotos de nosotros durante la noche, ¿Qué opinas, Io?
—Me parece bien, bien~ —le devuelve la sonrisa, y ríe bajo. Se cubre la vista con el dorso de la mano, quizás le incomoda la luz—. ¿Creen que el año que viene sí podamos juntarnos? Realmente lo de hoy sí fue inesperado.
»Aunque no saliera con Umi no hubiese podido estar con ustedes lo mismo.
—Seguro que sí, hombre. Estas cosas no suelen pasar. Es más probable que ganes la lotería a que se repita la misma historia en el próximo Año Nuevo —le responde Kabuto, y también se suma a las expresiones tranquilas.
»Oh, ya pueden seguir haciendo cualquier otra cosa. Me ayudaron mucho, se los agradezco de verdad. Así que si quieren que los ayude en algo ahora a cambio, puedo hacerlo. Por ejemplo a Chris con su dungeon, o algo así.
—Ahora mismo no estoy farmeando nada. Sólo nivelando a un personaje~ —le menciona el mayordomo y se levanta de la cama, para regresar a sentarse frente al ordenador.
—Chris, ¿Podrías poner Jamir*quai? En la laptop, así no interrumpe que estés jugando el Craine.
»De paso cierras el juego en mi laptop~ —señala la computadora portátil propia con el índice, y también se yergue. Se lo ve buscar la mochila a un costado.
—아이고~ ¿Algo más, su majestad? —bromea y ríe divertido. Cierra las pestañas como le dijo, y pone en la barra de Nintube la banda que el mayor le pidió. Selecciona una canción.
Comienza a escucharse en un volumen no muy alto V*rtual Ins*nity. Parece que la escogió a propósito, ya que es una de las favoritas de Io.
Siempre que reproducen música, cuando no se trata de bailar, la dejan de fondo de un modo que no «distraiga».
—Gracias, panda~ —sonríe amplio y coloca sobre la cama una de sus libretas. Además, el lápiz mecánico que le regaló Yuu, y una goma de borrar—. Yo sí te quiero pedir algo a ti, Kabuto.
»Creo que es obvio —se sienta de piernas cruzadas y coloca sobre una de ellas los objetos, avanzando por las hojas hasta llegar a una vacía.
—Sí, lo es —ríe y mira con curiosidad el lienzo blanco—. ¿Qué pose debería hacer?
—Ponte en cuatro —ríe a carcajadas, con los ojos cerrados y arqueando ambas cejas
Naturalmente, Kabuto reacciona con pegarle un almohadazo.
—En serio hombre, o me voy a escribir —ríe también, negando varias veces.
—Bueno, bueno. Sólo recuéstate mirando hacia acá, cómodo —dirige la vista a la hoja ahora. Sostiene entre los dedos el portaminas, apretando dos veces la parte superior.
—No es muy complicado —toma la posición requerida con completa facilidad.
—Bien~ Mantente así. Igual puedes hablar tranquilo, mientras no te muevas tanto. Ahora voy a hacer un retrato realista, eh —le explica y empieza a trazar el boceto.
—No creo que lo termines antes de la hora a la que te quieres ir. Mejor haz uno estilo manga, sin ofender —objeta con calma y tuerce la boca.
—Tienes razón. Hm —suelta un suspiro corto, cambiando un tanto las líneas de guía—. Ahora que lo recuerdo, Chris, estás saliendo con alguien otra vez. ¿La vas a saludar a la noche o algo así? —termina de marcar más o menos en dónde va la cabeza.
—Por mensaje le diré~ Aunque de todos modos no es nada serio, tú sabes. Si terminamos el mes pasado sólo porque no le compré una blusa. Literalmente se había enojado por eso —le comenta sin desviar los ojos de la misión en el juego.
—야… —entrecierra los ojos tras oírle, como si estuviese un poco decepcionado—. Más allá de que no sea nada serio, no me gusta que te dejes tratar así. Preferiría que no salgas con nadie a que sigas en relaciones de ese tipo.
—Realmente tampoco es que me importe mucho. Es sólo para pasar el rato. No hay ninguna chica con la que realmente quiera salir —lleva a su personaje a la ciudad principal.
—Mh… Veo que no puedo hacerte cambiar de idea —alza los hombros y luego los deja caer. Regresa a concentrarse en la imagen de quien tiene en frente.
—Yo dije lo mismo cuando te vengaste por última vez.
»Todos tenemos cosas que son difíciles de solucionar, ¿No crees? —se atreve a mencionarle, aunque sin intención de discutir con él—. Pero así como cambiaste, ¿Quizás pueda yo hacerlo algún día?
—Seguramente sí. Igual, aún somos adolescentes… Supongo que no es que podamos esperar ser perfectos —dibuja los esbozos de los ojos de Kabuto.
—Io, nadie es perfecto. Incluso si crecemos vamos a seguir cometiendo errores —Kabuto le advierte sobre la triste realidad.
—¿En serio? —cambia la mirada a una de intriga, a la vez pensativa—. Pero… Si hacemos las mismas cosas, una y otra vez. Si viviéramos en una rutina. ¿Aun así?
—Io, si aspiras a ser perfecto te aviso que entre nosotros tres eres el menos indicado. Piensa en lo torpe que eres.
»Torpe, terco, y siempre quieres tener la razón —cual granada, Kabuto lo suelta sin ningún tipo de filtros.
—Ouch —Chris alza las cejas y muestra los dientes como expresión.
—No voy llevarte la contraria. Sé que es verdad.
»Y tampoco quisiera decir tus defectos ahora que estás pasando por complicaciones en cuanto a escribir. De hecho, todavía estoy preocupado por tu estrés —la mirada ajena comienza a esclarecer dentro del papel.
—Ja, gracias hombre. Y aun así, eres sorprendente —dice en voz más baja para sí.
—En algunas cosas —no tiene problema en admitir eso tampoco.
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Lejos de aquella enorme casa, la vista se sitúa en la de los Murasaki. Umi está tomando un baño con anticipación porque su cabello no debe permanecer mojado cuando llegue la tarde.
No suele utilizar secador puesto que le causa más frizz del que ya posee. Esto último es imposible de eliminar sin un buen tratamiento, pero no es que el dinero le sobre para ello. No puede utilizar cualquier crema por sus alergias.
Sólo se oye el sonido de las gotas de agua dentro del espacio cerrado. Una fuerte lluvia, que cubre en totalidad la vista de la chica. Cuando los ojos se cierran, en su caso, en muchas ocasiones imagina cosas desagradables.
Como si la obscuridad misma fuera uno de sus peores enemigos, ni siquiera unos segundos en soledad inmersa en la cálida ceguera provocada por la ducha le son soportables.
«¿A qué le temo tanto? ¿Por qué es tan aterrador cerrar los ojos? ¿Por qué mi mente es tan mala conmigo misma cuando hay silencio u obscuridad?», se pregunta mientras desliza el jabón por su cuerpo.
Sin exagerar, imagina como si por no estar viendo, al dirigir la mirada de nuevo al frente suyo pudiese encontrar uno de esos espíritus que la atormentan en la habitación, o en el pasillo de fuera de esta. Y si no es eso, todas las inseguridades que deja de lado salen a flote.
Finaliza rápido con enjabonarse, y busca con los dedos por el suelo la botella de shampoo. Al encontrarlo, mira con dificultad, entre la lluvia y sus problemas de vista no le favorece. Luego de echar un poco en su mano, se refriega el cabello.
Un cuestionamiento que viene esquivando desde hace varios días aparece cual pantallazo en su cabeza: «¿Será que a Io le incomoda que sea mujer?».
¿Qué otra explicación podría haber, hablando de forma lógica? Cualquiera pensaría eso, considerando que con la única persona que ha tenido acercamientos más significativos es un hombre.
Y no sólo eso, sino que casi siempre dibuja chicos, que prefiere leer BL que historias hetero, que nunca en su vida le había gustado una chica.
Por su lado, Umi ha besado más mujeres que hombres (un chico), pero está segura de que lo que siente por Io es amor genuino, incluso atracción química.
«¿Hormonalmente no le atraigo? ¿O es mi cara? No es como si la gente no me recalcara siempre que no les parezco linda».
«Sa dice que no hay mucho que hacer con mi cara, Yuu dice que aunque maquille bien, no hay mucha diferencia en mi caso, Chi piensa que me veo mal por dormir poco…».
«De Sou no tengo idea, no le pregunté. Shin dijo que lo que importa es lo de adentro. Bueno, eso se nota, porque le gusto a varias personas aunque me digan que soy fea».
«Y mis hermanas se asustan cada vez que me encuentran en el pasillo si no iba con ellas… ¿Será mi cabello?»
Luego de quitarse la espuma, sostiene entre sus yemas un mechón, analizando la textura. Sí, hay mucho frizz, está seco.
No obstante, no siente que sea tan fea como le dicen. No es Miss Universo, más no considera que su apariencia sea tan poco agraciada.
«¿Quizás es porque tengo un poquito de panza? Igual un rollito no hace nada… O… ¿Las ojeras? A mí me gustan».
«¿Mi busto? A mí sí me gusta, me queda bien. No me imagino mi cuerpo sin mis pechos. ¡Oooh…! Y si a Io… ¿Le gustan planas? O… ¿Es porque soy muy bajita? ¿O es porque mi voz no es grave? Tsu tiene la voz un poco más grave que Io… Mh».
Si lo piensa una y otra vez, recuerda que el cuerpo de Io sí posee un aroma específico cuando están muy cerca o cuando le muerde. Entonces, algo de atracción sí hay.
«¿Y entonces por qué no avanzamos? ¿Hice algo malo? Hm. Él tiene todo el tiempo que desea, y no le insulto nunca fuera de bromas, no lo trato mal…».
«Por otro lado, él se ha enojado conmigo a veces por ser despistada… Aunque no lo hago a propósito, de verdad hago mi mejor esfuerzo… Pero tengo TDAH y ansiedad al igual que Yuu…».
«Hm. Ojalá pudiera ser mejor… Quizás si fuese más inteligente, y menos miedosa… Si fuese como Kana o Aoi… O como Sa… O Chi… Pero soy yo…».
Pese a que una de las cosas que dijo antes de iniciar la relación es «ser lo mejor que puede ser», no siente que eso sea suficiente para alcanzar a los demás.
Todos hacen cosas tan maravillosas, y ella no puede compararse a nadie. ¿Dibujar? Io y Chitose lo hacen mejor. ¿Bailar? Chris, Io, Kana y Sakura. ¿Escribir? Kabuto, por supuesto. ¿Cantar? Io y Yuu. ¿Estudiar? Io, Kana y Kazuma.
¿Y ella qué puede hacer? Si hasta se le quema el arroz. Si tropieza con la mismísima nada.
Si estudia un mes para matemáticas y obtiene un 30 por calificación, cuando Kana e Io sacan siempre por encima de 90 estudiando tres días o menos.
Si en las cosas que mejor sabe hacer, incluso con todo el esfuerzo, no consigue la mitad de los resultados que ellos. ¿Serán todos unos genios talentosos, o es Umi el problema?
Es, según ella, un milagro que le guste a Io aún cuando no tiene nada en lo que se destaque. Se siente eclipsada por todo su entorno, donde es menos que «la sombra de».
Luego de la segunda vuelta de shampoo, termina con su baño y comienza a secarse todo el cuerpo.
Se mira con desgano. Su reflejo en los azulejos de la pared le recuerda que es ella. Que es tantas cosas que no funcionan, y que no es tantas cosas que desearía.
Suspira pesado. Tras enrollarse con la toalla desde los pechos hacia la cadera, exprime su cabello repetidas veces.
«Que no sea nada no significa que voy a dejar de intentarlo. Tengo que cantar más bonito. Tengo que dibujar mejor».
«Debo mejorar las únicas cosas en las que sirvo. No me voy a rendir hasta que yo misma lo considere digno de mi admiración. No importa cuántos años me tome… Sólo espero que Io no se aburra de mí hasta que consiga ser un poco más interesante».
Se quita ahora las telas y las lleva a su cabeza, con la intención de vestirse. Aún no va a usar lo que llevará durante la noche, únicamente algo casual mientras esté en su casa.
Un pantalón de gimnasia grueso y abrigado, una polera negra y una sudadera roja. Perfecto para invierno.
—Después tendría que ver unos tutoriales en Nintube de cómo rayos usar un kimono —dice en voz baja, abriendo la puerta del baño y luego la de su cuarto—. Hey chicas, ¿Podría hacerles una pregunta un poco extraña?
Mira a sus hermanas, mientras cierra tras ella. Toma asiento en el borde de la cama de Aoi.
—Pues sí —ladea la cabeza confundida Aoi—. ¿Qué pasó?
Kana continúa leyendo en el celular, pero mira de a segundos hacia Umi.
—¿Ustedes piensan que Io se vaya a… aburrir o cansar de mí? —juega con las manos propias, algo nerviosa. Sus dedos comienzan a enfriarse desde las puntas, típico de su ansiedad.
—Lo dudo. Eres graciosa sin darte cuenta, y no eres mala persona. Más allá de que seas una súcubo —hace referencia al tiempo que pasa con su pareja—, creo que si los dos tienen esa simbiosis es porque él también es igual de idiota. O sea, no creo que se separen.
Le comenta con total sinceridad Aoi, en realidad no lo dice a modo de insulto.
—Yo digo que no le preguntes nada así al pobre chico más tarde. Si te sientes mal por el bullying o las cosas que te pasaron no es problema suyo. No le arruines el año —le responde Kana, mirándola como si estuviese molesta.
—¿Qué mierda te pasa Kana? ¿No ves que ella se siente mal? Y aunque nadie sea un centro de rehabilitación, no está mal que ocasionalmente uno cuente lo que le pasa.
»Imagínate si cada vez que lloras te dicen «sal de aquí, tu presencia molesta». Eso deja marca, como para que le digas lo mismo que le decía el pá o los bullies. No jodas —arquea una ceja, viéndola confundida.
—Es que yo odiaría que yo tenga un día bonito y venga alguien con sus problemas.
»O sea, no me interesan sus problemas, a mí no me afectan. Entonces no tiene que arruinar mi tranquilidad —alza la voz y se levanta de la cama, yéndose de la habitación.
El sonido de la puerta resuena contra la pared, causando un eco en el área.
—Está de mal humor ahora, no le hagas caso. Sabes que cuando la gente se enoja dice estupideces, seguro más tarde te pide perdón —Aoi arquea ambas cejas, mordiéndose el costado de un labio, denotando la preocupación.
—Perdón… Es que… Estaba pensando varias cosas cuando me bañaba… Pero… No sé… Aunque lo haya dicho enojada, muchas personas piensan así en serio de mí… —baja la mirada, con las manos ahora heladas.
—¿Acaso Jiro es así? No tiene pinta de ser así. Además, no saldrías con él si fuera te tratara como todos. ¿O me equivoco? Sino me voy a decepcionar.
—No, él no es así. No lo es… —lleva la vista hacia el techo por unos segundos y alarga la boca progresivamente hasta formar una sonrisa—. Gracias Aoi. Ya me voy a calmar.
—Eh, tranquila. No han tenido discusiones fuertes ni nada desde esa vez que te dejó de hablar, y eso fue antes de que sean pareja. Eeeeh… —se queda pensativa y la mira entrecerrando los ojos—. ¿Tuvieron sexo y no le gustó o algo así? ¿Por eso tienes miedo?
—No. En realidad no hicimos nada. Nada de nada, de nada, de nada —suspira con los ojos cerrados, un tanto frustrada. «Aaaaah Diosito perdóname por ser tan caliente».
—¿Quizás sea asexual? Como yo. O sea, yo quisiera tener un novio que no me haga falta que nos besemos ni tener sexo.
»Y que sea serio, y use traje~ —entrelaza los dedos de las manos propias, juntándolas. Lo que comienza como un intento de entender, termina siendo una expresión de sus fantasías.
—Ay Aoi —ríe fuerte por la reacción de su hermana, de verdad sí la hizo sentir mejor—. Bueno, no es asexual, pero tampoco sé si contar sus experiencias sea algo… Mh. Creo que es algo personal de él —desvía la mirada.
—Oh, se entiende. Igual tampoco quiero saber —ríe también y suspira bajo, incorporándose. Camina despacio hasta la puerta—. Voy a ir con Kana, quiero ver qué mierda le pasa. A ver si hago que se le pase.
»Después si te quieres desahogar de algo, me cuentas. Anda viendo cómo se usa esa cosa que te trajo Jiro para la noche.
—Sí~ Eso voy a hacer. Ya mismo voy a buscar —ella se encamina al ordenador, encendiéndolo y sentándose en el pequeño banco negro.
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Varias horas más tarde, a las 18:03 PM, se observa en la escena a el mencionado chico alto manteniendo una conversación con Umibozu, y Umi ya arreglada y lista para salir, pero con una expresión nerviosa otra vez.
El señor no está de acuerdo en que vayan a un lugar tan lejano, le disgusta demasiado la idea. No es nada más por la distancia, sino el horario. Sería imposible pedirle que regrese a las dos de la mañana aunque quisiera.
Io intenta explicarle que no tiene nada de qué preocuparse porque él la va a cuidar, y que si le da mucho miedo de que regresen en tren, es capaz de traerla de vuelta en auto.
Cuando escucha esa opción, el señor enarca una ceja, más convencido. Naturalmente, el hombre todavía lleva aquel semblante de seriedad.
Umibozu le repite que no se hagan más de las cuatro de la mañana, que no quiere que ella se quede a dormir en ningún lugar, ni con él ni sus amigos o amigas. Que debe volver a su casa sí o sí. Io asiente, con una sonrisa que sólo por el aroma se puede notar que es fingida.
Con el permiso concedido, el par se retira del lugar luego de saludar con una reverencia, saliendo lento por la puerta.
Io también trae un kimono, entre negro y amarillo. Parece que le gusta bastante jugar con esa combinación de colores, así también la de negro y rojo.
Con este «conjunto» lleva sobre su cabeza unos lentes de sol. En el hombro, carga un bolso simple de jean en donde guarda tanto las cosas de él como las de ella.
Umi lleva el hermoso detalle que le regalaron en navidad, el houmongi rosado opaco con negro, blanco y rojo en las demás partes de la prenda. Y a pedido de su pareja, tiene un bálsamo labial brillante pero incoloro. ¿Un adorno, quizás?
Caminan hasta la esquina de la cuadra, hacia el lado izquierdo, opuesto a la dirección de cuando van a Ichiro.
—Ah. A veces me saca de quicio tu padre —le susurra al oído, porque sólo avanzaron unos metros de la puerta.
»O sea, ¿Por qué tus hermanas pueden quedarse a dormir a dónde quieran y tú no? ¿Por qué debes ocultar que hablas conmigo hasta tarde? No lo entiendo.
—Porque debo ser una señorita perfecta. Según mi padre, yo de por sí ya doy una mala imagen a mi familia porque «llamo la atención con estupideces como dibujar y cantar» en los recesos a veces. Entre otras cosas, no sé qué piensa que soy.
»Ni que saliera a drogarme o algo así, por Dios —rueda los ojos y suspira, negando con la cabeza—. En fin, ignoremos eso. Todavía no puedo independizarme.
—Uhm. Cuando seamos un poco más grandes te voy a sacar de ahí, y vas a poder estar más tranquila. A mí no me molesta que quieras ser una artista, me gusta —le sonríe cálido y le acaricia el cabello con suavidad.
Cruzan hacia la cuadra de en frente, riendo bajo.
El adolescente toma la mano de la chica, entrelazando los dedos ajenos con los propios. Así avanzan a su paso normal, algo rápido porque Io es muy alto. Umi está acostumbrada a ir casi corriendo cuando se trata de él.
Hoy en particular, los planes son los siguientes: ir en tren hasta cerca de una montaña en donde se encuentra uno de los lugares sagrados en los que se llevará a cabo la fiesta.
Hay muchos templos en Japón realmente, pero hay uno en donde se considera que hay de las mejores vistas y ornamentación: el templo Ishihara, del mismo nombre que aquel bosque al que fueron de vacaciones en junio.
La idea era en un inicio que se junten todos, incluyendo a los mejores amigos de Io. Yuu es quien se muestra más ansioso por conocerlos, ya que habla seguido con Io. Sólo que, como se sabe, la situación cambió tras los planes de la familia Tsuyomi.
Aun así, hay alguien que sí se halla disponible y que había querido ir con ellos desde hace tiempo a algún tipo de festividad, Kazuma.
Es a su casa a donde se dirige la pareja por empezar. Es cerca, pero el lugar por el que caminan no es muy agradable.
Toda esa zona se siente algo densa en horas de la noche. Y no es extraño, porque hay muchas casas abandonadas por toda el área.
—Sería genial si pudiésemos caminar más rápido. Io, no me gusta ver a gente que aparece y desaparece cuando es de noche, ni de día, ni nunca —muestra los dientes, estirando el labio superior hacia abajo—. Es incómodo.
—Sí… También lo vi. Pero no te sucederá nada mientras vayas conmigo. Le voy a pegar, ya verás. ¡Le daré un puñetazo astral, o algo así! —parece que habla seriamente, pues se muestra muy decidido a ello.
—Aeish —con la mano libre se golpea la frente y niega despacio—. Al menos me ayudas a calmarme —ríe bajo y suspira—. ¿Sabes? A mí sí me lastimaron unos espíritus.
»Uno desgarró mi pantalón a cuadros negro con rojo, por eso es que tiene esas marcas de hilo, hubo que arreglarlo.
»Otra, tenía una habilidad extraña… Cuando tocaba a la gente, dos personas, una de las dos se enojaba con la otra. Le hizo eso a varios compañeros, y después a mí y a Yuu. Sin exagerar, él se enojó de la nada y me gritó, eso jamás sucede.
—Nunca he visto a Yuu gritarle a nadie por enojo. Hasta te diría que es mentira —ladea la cabeza, impresionado por lo que le cuenta—. Y lamento que te hayan lastimado… Agh. Supongo que no puedo cuidarte todo el tiempo. Eso es algo triste.
—Tampoco tienes la obligación. Lo ideal sería que yo sea lo suficientemente fuerte para cuidarme sola. O que yo pudiese cuidarte a ti también —infla una mejilla, frunciendo leve el entrecejo mientras acelera un poco el paso.
Van con rapidez a la siguiente vereda, ya no muy lejos del edificio en donde se ubica el apartamento del nuer.
Sus pisadas incluso tienen eco, las calles están vacías. El sonido de aquello puede resultar una de las cosas más relajantes… de día. Sería aterrador para cualquiera notar que alguien más camina junto a uno y no es posible ver quién.
Una especie de espíritu pálido de ojos negros se muestra a ellos por unos segundos, mirándolos con las escleróticas más que notorias en la parte superior, y desaparece.
—Qué horror —dicen los dos a la vez, y sueltan aire entre los dientes.
Para mucha gente es algo de todos los días encontrarse con «fantasmas». Es el caso del par, aunque se hace más terrorífico cuando hay más obscuridad que otra cosa.
—Hay que enviarle un mensaje a Sou de que estamos afuera, ¿Podrías decirle tú? Yo no tengo crédito —le pide como un favor Umi, queriendo ir más veloz todavía.
—Sí, claro —accede a ambas peticiones, incluyendo la implícita de «correr».
Ni siquiera estando acostumbrados a la situación les deja de atemorizar, ¿Algún día podrán verlo de una manera diferente? ¿O podrían no encontrarse con esos seres?
Un minuto luego, llegan al frente de la puerta del edificio. Si estuviesen en un lugar cerrado, podría escucharse que sus corazones laten fuerte por la impresión.
—¿Lo llamo o le envío un mensaje? —pregunta Io mientras saca el móvil del bolsillo.
—Como te parezca. Si lo llamas bajará más rápido —le responde riendo bajo, cubriéndose un poco la boca con la mano libre.
Con delicadeza, el menor desarma el agarre así poder teclear en el celular. Presiona la opción de llamar al otro.
Se escucha el tono del teléfono por el silencio absoluto de afuera. Apenas pasa un auto, porque es en la calle paralela en donde hay más movimiento.
—Sou, ven~ Ya llegamos. Ven, ven —Io expresa su emoción.
—Ya voy, espera un segundo —él está terminando de acomodarse las geta.
Revisa sobre la cama si llevar algún bolso o algo, y opta por no hacerlo. Corta la llamada y deja el móvil, ya que no tendrá donde guardarlo. No tarda más de dos minutos en llegar abajo, y sale, cerrando la puerta tras él.
—Hola, un gusto verlos hoy.
Una ligera emoción se siente provenir de él, sumada a su amplia sonrisa al saludarles. Viste un kimono violeta opaco con detalles en negro y blanco, además de un gorro del mismo color para combinar. No podría ir sin esto último por obvias razones.
—Sou~ Ah, te sienta muy bien la ropa tradicional —le comenta Io mientras lo «escanea» con la mirada y se ubica detrás de él, abrazándolo fuerte por la cintura.
—Mh, gracias —aclara la garganta y ve hacia un costado—. Aún me resulta extraño que sea yo quien recibe el abrazo —dice como una referencia a una costumbre propia.
—Eso es porque me divierte hacer eso con mis amigos cercanos —lo suelta unos segundos luego y le revuelve los flequillos, sonriendo de dientes—. Por fin vas a salir~ Idiota ermitaño.
—No es que no salga, sólo estaba ocupado con algunas cosas de mi trabajo —explica y se estira de brazos—. ¿Y bien? ¿Está muy lejos la estación? —ve a Umi.
—No lo sé, Io sabe —alza los hombros y tuerce la boca. Suelta una corta risa—. ¿De verdad me querías preguntar a mí o sólo me miraste?
—Se puede tener esperanzas de que conozcas algún lugar —mantiene esa expresión alegre y tranquila. Ahora mira a Io—. Te seguimos.
—Me declaro el líder de la party —se señala a sí mismo con el pulgar. Sonríe con el ceño algo fruncido, hablando animado—. Y los invito~ a seguirme.
»La misión es llegar a salvo a la estación. Los obstáculos son: los espíritus, y que tengo hambre.
—Mira si el líder va a venir sin comer —Umi le da un suave golpe en el hombro y le jala de la mejilla—. Podemos comprar algo mientras vamos.
—De lo que yo estoy enterado, los demás no son puntuales, así que no habrá problema en detenerse en una tienda de conveniencia. Recarga tu maná —asiente Kazuma un par de veces. Es difícil creer que pueda decirlo con tanta seriedad, pero le sigue el juego.
Tras aquellas palabras, el trío empieza a moverse. Caminan en línea recta por unas cinco cuadras, mientras hablan acerca de un juego al que le hicieron una remasterización hace una semana.
Las calles por donde pasan ni dejan de verse cada más más obscuras e incómodas. A uno le causa preguntarse, «¿Quién querría vivir allí?».
Lo cierto es que no mucha gente, por esa misma razón hay tantas edificaciones abandonadas. Aunque eso sólo lo vuelve aún más tétrico, qué ironía.
La pareja se muestra muy atenta al camino, tensa.
En específico, Io y Umi no suelen pasear por esas zonas, justo porque no se trata únicamente de una serie de casas sin dueño y de faroles descompuestos, sino también porque hay una hilera de cementerios más adelante.
Hay tres, y uno que es imposible de esquivar. Incluso los autobuses pasan por allí cuando tienen que ir hacia la estación de Nosora.
En la sexta cuadra, se detienen por un par de minutos para realizar una compra simple en una tienda de conveniencia.
El menor escoge dos bolsas de Darits, unas botanas de forma triangular de sabor a queso y otro picante. Al salir, comparte con Umi y Kazuma. El miedo no es un impedimento a la hora de comer.
Por otra parte, el nuer se ve curioso por el gusto de los Darits, comentando que no los había probado con anterioridad.
A la vez, el último es el único que no se le avista ni una pizca de susto. ¿De verdad alguien es capaz de estar tan calmado aún cuando el lugar es tan tétrico? En serio, hasta quienes no pueden «ver nada» resultan incómodos por este tipo de ambiente.
«¿Será que no diferencia a los espíritus de la Tierra de las personas? ¿Estarán en otro plano o algo similar? Tantas cosas que no entiendo y quisiera preguntar…», piensa Umi.
Los ojos violetas de Kazuma posan en ella, y alza un poco las cejas, pues en la presencia del otro no puede responderle. Pero, ¿Lo haría de todos modos si estuviesen solos? Si siempre tiene motivos para no decir las cosas.
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En una distancia de quince cuadras desde el apartamento, todavía en línea recta, es posible encontrar a simple vista el primer cementerio, que es Kinomi.
Ahora, el porqué no es capaz de esquivarse es: hay una calle que corta el lugar en dos mitades.
Es bastante ancho, más que largo. Y desde la dirección en la que vienen, conviene mil veces atravesar por el medio, sino tendrían que trazar muchos metros más.
Unas enormes cercas de metal están ubicadas a un metro de las orillas de cada mitad, impidiendo el paso sin autorización, pero dejando suficiente espacio para transitar por lo que hipotéticamente es «la vereda».
Por alguna razón, el clima se siente más húmedo y frío. La tierra en el suelo es más obscura, y los árboles parecen estar sin hojas desde antes de invierno.
Las ramas y troncos son anchos y altos, igual que en los bosques. Aunque no hay una gran cantidad.
Las lápidas tienen diferentes formas, y varían entre blanco, negro y gris en colores. Algo de musgo las rodea, así como también enredaderas espinosas. Además, en algunas hay ramos de flores, fotos, y otras cosas que suele dejar la gente.
No obstante, no se ve que haya otras personas pasando por allí aparte de ellos en este momento. Al igual que durante todo el trayecto, las pisadas se escuchan rebotar entre los objetos que ocupan el cementerio. Al menos al comienzo.
A medida avanzan, se suman unas huellas, algunas más grandes y otras más pequeñas que las de ellos. Ninguno hace mención de eso, a pesar de que no sólo se oye sino que también se ve. La tranquilidad de Kazuma sigue siendo un misterio.
«Podría ser un fanático de las películas de terror o algo así… Esa gente que busca meterse a propósito en lugares embrujados, quizás», piensa Umi. El nuer se lleva una mano a la frente, negando un par de veces.
—¿Eh? ¿Qué sucede Sou? —pregunta Io, intrigado por aquella reacción repentina—. ¿Te molesta el aroma del cementerio?
—Mh… No. Sólo pensé algo, que no tiene nada que ver con lo que hablamos. Pero tranquilo, no es nada importante.
Contesta Kazuma con una expresión calmada, mirándolo por un momento y luego regresando la vista hacia el horizonte.
«Ah, hijo de toda su… ¿No es importante? Ay, cierto que puede oírme. Rayos».
—Io, ¿Me convidas más? —Umi, intentando esquivar lo que pensó, arquea ambas cejas con los ojos cerrados y le acerca la mano.
—Sí~ No hay problema —deposita varios Darits en la palma ajena. Él come con lentitud para que dure más.
Un espíritu muy alto se detiene frente al trío, viéndolos con una expresión seria. Io se ubica con rapidez delante de Umi, con las manos temblando un poco por el miedo.
Por otra parte, Kazuma reacciona muy diferente. Le lanza una mirada fría, sumada a un enojo evidente. Le indica con la mano que se aparte.
De alguna forma extraña, el espectro parece hacerle caso, ya que se desplaza a un lado, atravesando el muro enrejado.
—¿Qué rayos hiciste? Esa cosa literalmente se… se movió cuando le dijiste —Umi abre mucho los ojos, esta vez esperando una respuesta real.
—Lo que deberían hacer ustedes también. Imponer autoridad —arquea una ceja y levanta apenas los hombros, suspirando bajo—. Ustedes son fuertes, sobre todo tú Io. No les teman, ustedes son los que están vivos.
—Aunque lo digas no lo hace más fácil, ¿Sabías? —él se rasca tras el cuello, desviando la vista—. Pero con esto me queda claro que todo el tiempo estuviste viendo lo mismo que nosotros y ni te inmutaste.
—Hay cosas a las que les tengo mucho miedo, pero a eso no —sonríe de lado y se adelanta, caminando tranquilo a unos pasos de la pareja.
El par lo sigue, pues tampoco es que puedan tomarse todo el tiempo del mundo con los pequeños inconvenientes. Las horas no paran y deben llegar a la reunión.
Graciosamente, se aparece otra cosa a un costado del menor. De la rama de un árbol, baja lento por un hilo blanco una araña colorida.
Lo cierto es que se ve muy bonita, entre negro y rojo, como si su estómago tuviese un corazón.
—Cuidado, mi amor —Umi le advierte sobre el arácnido.
—Mh… —si su rostro fuese capaz de tomar un tono azul desde la frente lo haría.
—Ven aquí —lo jala del brazo, atrayéndolo hacia ella y ríe bajo—. Se supone que deberías moverte, sino te va a picar.
—Las arañas me dan miedo también. Pero no sabría decir que si es una «fobia» como tal, sólo… Siento si hubiera una de esas en casa, le prendería fuego a la casa —cierra los ojos con fuerza, negando varias veces con la cabeza.
—Aeish, son arañas. Las puedes pisar mientras estén en un lugar que no sea una esquina.
»Entonces, ¿Quién va a matar las arañas cuando vivamos juntos? —ladea la cabeza, expresando verdadera curiosidad. Ella en particular es alérgica, sin embargo, no les teme.
—Mh… Supongo que el que esté más cerca. Espero que seas tú —asiente para sí y ríe bajo, luego tuerce la boca—. O sea, sí puedo, pero espero que no deba hacerlo seguido.
La charla de los tres cambia a una sobre artículos de limpieza y como mantener un hogar bien cuidado, de evitar que el polvo se junte y las invasiones de insectos.
Pese a que la anchura de cada mitad es de más de cuatro cuadras en total (porque se cuenta la calle también), por fortuna el largo del cementerio es de dos cuadras.
No es necesario atravesar el otro par de lugares santos, ya que esos se hallan hacia la izquierda.
En otros términos, la visita involuntaria de esa área, concluye sin percances.
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A las 20:05 PM, se es capaz de apreciar en la escena al trío ingresando a la estación Nosora. Es un lugar muy amplio, que no se ubica en el subsuelo y al se puede acceder con facilidad.
Claro, Umi e Io tienen que comprar los boletos, ya que ellos suelen ir a pie la mayoría del tiempo. En el caso de Kazuma, él posee una tarjeta, por su trabajo debe hacer muchos viajes.
El bullicio de toda la gente conversando en semejante espacio crea una contaminación sonora tal que termina por parecer un ruido blanco.
No se entiende nada, apenas se distinguen unas palabras de otras en quienes pasan por la cercanía.
Nosora se ve linda en estética, todas las paredes son de un color azul pastel opaco, con un suelo blanco tan reluciente que refleja aún con las abundantes pisadas de las personas.
Sólo es diferente por dentro (los colores) en las tiendas de conveniencia que hay allí dentro.
También, está lleno de señalizaciones a simple vista, porque incluso a los mismos japoneses les es complicado manejarse bien en las estaciones tan grandes.
Además, hay varios bancos para sentarse por allí, algunas pequeñas televisiones en partes altas de las columnas que sostienen la edificación, que choca con la música de fondo que hay más adelante. Básicamente es un «lío ordenado».
Ubicados en los lugares y asientos de espera, están: Sakura, con un houmongi negro de flores violetas y detalles en blanco; Chitose, con un yukata azul zafiro y adornos en negro sin llevar su característico chóker; y Yuu, con kimono azul prusiano con partes blancas.
Sin embargo, no pueden comenzar una conversación aún. El sonido del tren se oye cada vez más cercano, hasta que en unos segundos se posiciona allí.
Ingresan despacio a través de las puertas, y de suerte caben en las hileras.
Umi, Io y las chicas toman asiento del lado más próximo a la estación, mientras que Yuu y Kazuma van el opuesto. En el mismo vagón, se ven enfrentados el nuer con Chitose, y Yuu con las otras dos.
En cuanto comienza a andar el vehículo, desde ese momento ya se puede notar a Io algo mareado. Baja la cabeza y suspira, apoyando las manos en las rodillas propias.
Su pareja lo mira con preocupación, no sabe si darle palmadas o cariño, porque de todos modos podría devolver, así que sólo niega con la cabeza.
Chitose observa de reojo a Kazuma, sin decirle nada, sólo lo escucha hablar en voz baja con Yuu. Este último también se queja porque quería conocer a los mejores amigos de toda la vida de Io, con quien se lleva mejor dentro de lo reciente.
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Una hora más tarde, el ambiente en el interior del vagón es más cálido que afuera, aunque el aire está saturado por la cantidad de gente en el mismo.
No todos los pasajeros mantienen conversaciones, una gran mayoría se halla en silencio, y con una expresión de emoción por ser noche vieja.
—¿Hubiera sido mejor comer o no comer…? —se queja Io en voz baja, acariciándose el abdomen aún sin levantar la mirada—. Oh, cierto…
Saca el celular del bolsillo para enviar varios mensajes. A sus amigos un «¿Qué onda chicos?», y al señor Takeda le explica hacia dónde se dirige, así él venga también y pueda recogerlos más tarde, pues se lo prometió a Umibozu.
—¿Te acostumbraste un poco ya? —pregunta Umi al verlo tan decaído.
—Algo —guarda el móvil y recuesta la cabeza sobre el hombro de su pareja.
Ella ahora juega con su cabello, acariciándole despacio. Le quita los lentes de sol con cuidado, para que esté más cómodo. Lo deja colgando entre el obiage y el obi.
Por las ventanas, en la actualidad se puede apreciar un paisaje diferente al usual, fuera de lo urbano.
Árboles de mediana y gran altura, parece como si se multiplicaran a medida que el tren avanza por las vías.
Hay más iluminación por parte de las luciérnagas y la luna que por faroles, ya que están muy distanciados uno de otro. Aunque, claro, el vehículo también tiene cómo alumbrar por dónde va.
Los diferentes colores, apagados de algún modo, llaman la atención de Chitose y Umi, quienes miran a través de los cristales. Cada una se fija en una ventana distinta.
Umi se concentra en la del frente, no en la que tiene literalmente detrás, por no molestar a quien parece dormir sobre ella. Mientras, Chitose sí se fija en la que está más cerca.
Como si una música agradable adornase los paisajes, Umi imagina historias de magia, prestando atención al horizonte. El sonido de las ruedas contra los rieles no son una molestia tampoco, es parte de la «fantasía» que piensa.
«Viajando en tren hacia otra dimensión~ Los personajes ven hacia su pasado y sus problemas, alejándose cada vez más de ellos y a una nueva versión de sí mismos… Espera. ¿No es eso D*gimon Fr*ntier? Rayos, qué poco original que soy».
Kazuma lleva un dedo al vidrio que tiene tras él, dando un pequeño y casi inaudible golpe en este. Sin embargo, es lo suficiente para que la otra le preste atención.
Ella ladea la cabeza, curiosa acerca de qué quiere decirle. El nuer articula con sus labios unas palabras, sin producir sonido: «no existe nada original, todo depende de cómo lo lleves».
Ella enarca las cejas, y quisiera asentir con la cabeza, pero no se mueve por Io.
—Ey, Kazuma. ¿Por qué siempre estás jugando en la DZ? ¿No te regañan en el curso avanzado por no estar prestando atención en clases? —Yuu expresa algo que le da mucha curiosidad, seguro no sólo él quiere saber.
—No —alza un poco las cejas, volteando a verlo de nuevo, ya que con él es con quien habla desde que subieron—. En realidad, ellos buscan resultados.
»Mientras hagas la tarea y tengas buena nota, con tal de que no hagas mucho ruido, no les importa mucho qué estés haciendo —le responde en su experiencia, sonriendo de lado.
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Durante otros quince minutos, Yuu continúa hablando con el nuer.
Por otra parte, Sakura, quien lleva un buen rato en silencio, empieza a buscar una charla con su amiga a la derecha. Chitose le responde con tal entusiasmo que incluso sin que alce la voz se puede notar por sus expresiones faciales y pequeños «tonos».
No obstante, esa corta conversación entre las dos se arruina cuando la primera escucha a Yuu intentar decirle algo a la persona a su izquierda, Umi.
La mencionada ni siquiera se percata, porque está perdida en el paisaje. No hay forma de que se dé cuenta si no interrumpe su vista, como lo hizo Kazuma momentos atrás.
Yuu tuerce la boca a un costado, suspirando bajo. Seguro que se siente ignorado. Y no es el único que parece verse así.
Sakura le dedica una mirada de absoluta molestia, y quizás hasta frustración. Sin contestar nada más a nadie, se incorpora y se aleja del grupo, caminando hacia la puerta que llevaría al otro vagón. ¿Pensará cambiarse acaso?
Allí Umi sí enfoca su atención a la figura de la otra alejándose, ya que la sintió separarse de su lado.
El aroma que ella percibe de su mejor amiga denota enojo, y como imagina que no hizo nada para que eso pase, sumado a que duda bastante que Chitose se lo haya causado, sólo decide quedarse en su lugar.
¿Para qué volver al ciclo de preocuparse hasta el infinito por cada acción de Sakura? Más ahora que «cuida a un niño enfermo», simplemente no hay caso.
Yuu, por el contrario, sí se levanta y va tras ella. Quizás tenga alguna especie de sincronía con la otra pues siempre parece poder notar cuando tiene un problema con él.
—¿Qué pasa Saku? Es Noche Vieja. ¿No podrías tratar de no discutir por hoy? Si llega a ser lo que creo que es, yo me voy a enojar —una mezcla de preocupación con… ¿Una advertencia? La acorrala con la mirada, firme ante su propia oración.
—Mira qué escena estúpida estás haciendo… Vete con Umi, si total a mí no me querías hablar —voltea la cabeza hacia la derecha, cruzándose de brazos.
A pesar de que susurran, como la mayoría de las personas en el tren, lo que realizan es diferente. Pasar a través de todos sólo para hablar al fondo, es llamativo.
Mientras tanto, Kazuma opta por sentarse en el espacio disponible entre Umi y Chitose.
La última lo mira, tomando un pequeño sonrojo en las mejillas, pero aún no se anima a entablar una conversación con él. Eso es extraño al venir de Chitose.
Más allá de sus nervios o timidez, nunca pareciese tener inconvenientes para charlar con alguien.
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En esta parte del recorrido, casi siempre una hora y media luego de haber subido al transporte (como es en este caso), se atraviesa un túnel.
Para los familiarizados, reconocen que en la entrada el tren suele frenar de repente, ya que se debe esperar el pase de otro que viene en un sentido diagonal. No es raro que las vías converjan en algún punto.
A este grupo de amigos, aquello lo toma por sorpresa. Sakura resbala, y Yuu la sostiene. Eso, graciosamente, cual hechizo mágico pone fin a su discusión. Así, deciden abrazarse de manera voluntaria, ahora en silencio.
Al mismo tiempo, Umi tiene que cuidar que Io no caiga por estar dejando el peso sobre su hombro. Un quejido sale de los labios del menor.
Y como una nueva interacción, Kazuma choca contra Chitose. Ella abre mucho los ojos, con más rubor que el que ya tenía. Él se disculpa con una reverencia corta, sobándose la cabeza. Se queda mirando por unos segundos a la contraria.
—Uhm. No quería golpearte. Lo siento. Creo que es porque no hay suficiente espacio —tiene el amague de abrazarle, notándose apenas en que levanta un poco ambos brazos, pero luego los baja. ¿Será que estaba analizando la situación?
—No hay problema… Es… No duele —aclara la garganta y desvía la mirada hacia abajo. Luego la regresa a él—. Kazuma… Uhm…
De nuevo, la luz de la noche se hace presente, el túnel no era tan largo después de todo.
—¿Quieres hablar? Has estado muy callada todo el trayecto —él puede leer su mente, pero siempre intenta que no sea obvio. Lo que propone podría ser una observación de cualquiera—. ¿Qué cosas son las que más te gustan?
—Pues… —respira profundo y suelta el aire con rapidez, como si intentara arrojar toda la vergüenza de una sola vez.
»Me gusta mucho dibujar, ver anime, cantar, jugar juegos de vestir, escuchar música… Mh. A veces leo. ¿Y a ti? Además de jugar —sonríe de lado con los dientes, se la ve más confiada.
—Jugar, cantar, dormir, ver anime, leer, investigar —le devuelve la sonrisa, a su forma—. ¿Cuál es el tipo de música que más sueles escuchar?
—Obviamente metal —con su mano da una vuelta, dejándola extendida como expresión—. Aunque también me gusta mucho el rock~ Puedo escuchar algo de pop…
»En general, soy muy exquisita con lo que busco —y parece haberse soltado del todo.
—Oh, curioso —uno se pregunta si él piensa eso de verdad, porque lo más probable es que todo lo que le pregunte ya lo sepa. ¿Cuántas cosas sabrá?
Un ambiente mucho más agradable se genera entre las otras dos «parejas» a simple vista. No se conocen las intenciones de Kazuma con Chitose, ¿Quizás intenta ser su amigo?
Por otra parte, Sakura y Yuu regresan al espacio que de milagro aún hay en el gran banco frente a los demás, sentándose juntos por el resto del viaje en tren.
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A las 22:10 PM, el vehículo llega a su última parada. No les deja con exactitud en el lugar a donde deben ir, pero sí muy cerca.
Similar a cómo se veían los montes en el camino, el templo Ishihara se halla cuesta arriba en una gran colina. Y por fortuna, no es necesario escalar, aunque subir escaleras sigue siendo un fastidio si se trata de algo tan elevado.
El grupo no es el único allí, muchísima gente viene a este festival en específico.
No miran con asombro la cantidad de personas que suben y bajan, pero sí les llama la atención los chōchin que desde ahí mismo ya adornan los árboles, iluminando así también para evitar tropiezos. Naturalmente, sería imposible controlarlo todo; igual, la idea está.
Umi se muestra muy holgazana ya en los primeros diez escalones, pese a que todos los días en su casa debe subir y bajar. Io, como si le hubieran dado cuerda, es la persona más animada del mundo ahora que salió del tren.
Los otros pares no muestran señales de agotamiento sino hasta los cuarenta escalones, donde el ritmo de caminar disminuye un poco, aunque es más en el caso de Chitose y Kazuma, porque los otros dos por lo general son enérgicos.
Tras unos diez minutos, consiguen llegar a la cima, en donde se les presenta una vista muy divertida y colorida, además de aromas que todos pueden percibir.
Aún más linternas de papel, comidas típicas de la temporada ubicadas en una enorme variedad de puestos. Y no sólo hay de eso, sino además muchos juegos.
Es difícil decir en qué parte se escucha más ruido: ¿La escuela, la estación, algunas plazas, o aquí? El tumulto de gente crea bastante, entre sus pisadas, sus acciones y palabras.
Los adolescentes avanzan varios pasos adelante, para no estorbar a los que van llegando como ellos.
—¿Quieren jugar? ¿O comer primero? —ladea la cabeza Chitose, alzando la voz por la multitud, ubicándose en frente de ellos.
Se nota que aún se van armando algunos puestos, en principal los de comida son los que van llegando.
Los otros de souvenirs, más objetos y de juegos, se sabe que están desde mucho antes, a juzgar por unas pequeñas cantidades de tierra sobre las mesas y toldos.
—Compremos algo rápido, y jugamos. Después más tarde comemos bien~ Directamente diría que vayamos a jugar, pero me van a tener ahí tirada —responde Umi en su intento por no desmayarse y disfrutar de la noche.
Sus amigos la ven y ríen bajo, lo que dice no es mentira. No sería ni la primera ni la última vez que tendrían que recogerla del suelo.
Io le toma por la mano, y con la que tiene libre la despeina. Luego quita con cuidado sus lentes de sol del obiage, para ponérselos sobre la cabeza como los usa siempre.
Él muestra una amplia sonrisa, que cambia tenuemente a una expresión avergonzada.
—No me había dado cuenta, de verdad. Sólo pensé en-
—Wuuuuuuu —los molestan, a excepción de Kazuma, quien sólo se golpea la frente.
—Lo sé —suspira, negando con la cabeza. «Lo sé idiota, nunca haces nada a propósito. Eso también es frustrante. Aaaaaaaaah».
—Hermana, vamos a comer. ¿Quieres que te invite takoyaki? —Sakura se le acerca y la toma por el brazo disponible, sonriendo con dulzura.
—Yo le puedo pagar, es mi novia. Igual, gracias —le muestra una sonrisa falsa.
Esa cara, y ese tono de voz, es algo que en la actualidad sólo Sakura y Umi pueden distinguir. Claro, el nuer no necesita fijarse en ello.
—Es mi amiga, yo la voy a invitar. ¿Me oíste? —protesta, con una mirada desafiante por su parte—. Anda hermana, dile que lo haré yo.
Sobre que su estómago ya está revuelto por el hambre, se le suman los nervios. ¿A quién le debería decir que sí?
O es más. ¿Por qué rayos los dos se pelean hasta por eso? Ella tuerce la boca y mira hacia abajo, rascándose una mejilla. Luego recuerda algo que le dijo Kazuma. «Ser más firme». Cierra los ojos con fuerza, y luego los ve a ambos.
—Si se van a pelear, por eso voy a pagarme yo —se cruza de brazos, frunciendo leve el ceño.
—No tienes dinero —le responden ambos a la vez, riendo bajo, pero en seguida se miran mal otra vez.
—Bueno. Si van a insistir, túrnense. Ni que fuera la única persona aquí a la que le pueden pagar de todos modos —pese a que la forma en que lo dice suena como si fuera desinteresada con la situación, por dentro se está muriendo.
«¿Eso es lo que dices que es correcto, maldito nuer? ¡Me van a odiar! Aaaaaah. Tengo miedo».
Kazuma le hace una seña con el pulgar arriba, cosa que llega a ver el resto del grupo.
—A Sou le parece bien la propuesta de Umi, que nos turnemos. ¿Qué dices, Sakura? ¿Cuánto te atreves a gastar este día? —sonríe de oreja a oreja, mostrándose muy confiado.
—No me subestimes, no tienes idea de lo que soy capaz de hacer por ella —mueve su cabello con aires de grandeza, y luego lo ve con seriedad—. Pagaré yo su primera comida, ahora.
—Bien —Io achica los ojos, observándola fijo.
—¡Bueno! —ella alza más la voz, y mueve a Umi con fuerza más hacia su lado.
—Que es mi novia te digo —jala también a la mayor hacia su parte, pero sin querer usa tanta fuerza que atrae a las dos.
—¡Aaah! —Umi y Sakura gritan por lo repentino, arrastradas por el más alto.
Los tres caen a la tierra, ensuciándose las manos y parte del kimono. Se puede limpiar con una sacudida, aunque no quita el golpe que se dieron.
Io abre los ojos, asustado con notoriedad por lo que causó. Él se levanta rápido y, sorpresivamente, le extiende la mano a las dos chicas para ayudarles.
Umi le toma sin pensarlo. Sakura, podrá ser envidiosa pero no orgullosa, así que acepta sólo un segundo después que la primera.
—Io, Sa, los dos. Pórtense bien —Umi los regaña esta vez con una verdadera firmeza, no una «creada»—. A los dos los aprecio mucho, de manera distinta.
»Sa, eres mi mejor amiga, al igual que como considero a todo el grupo e incluso a Io, que es mi pareja —voltea a mirar al último mencionado.
»No te puedo pedir que seas la madurez en persona, pero intenta evitar causar discusiones sin sentido, mi amor.
—Sí… —le responden ambos desganados. ¿Al menos estarán arrepentidos?
Umi tiene su propia «técnica» para quitarse toda la suciedad velozmente, haciendo de sus telas como si fuesen una sábana.
Io saca de dentro de su kimono un pañuelo, ofreciéndoselo a Sakura. Él en su rostro lleva una sonrisa con las cejas arqueadas, tal vez nervioso, parece una disculpa sincera.
—Sí sabes ser educado, al menos… —dice en voz baja para sí misma, y toma lo que le acerca el menor entre manos, sacudiéndose las prendas.
Io se da varios golpes en la ropa, no fuertes, sólo lo suficiente para quitarse la tierra. Mientras ellos hacen eso, el otro trío conversa. No iban a esperar a que «se arreglen», aburridos hasta que se les ocurra dejar de pelear.
—Sakura, ¿Puedo pedir dango? En lugar de takoyaki ahora.
—Claro hermana~ Pide cuanto quieras. Hoy también me dieron mucho por ser una fiesta —sonríe amplio como al comienzo, y le devuelve el objeto al otro—. Gracias.
—De nada —lo limpia rápido con la palma y lo guarda—. Por cierto, sería mejor si nos lavamos las manos antes de comer. En general, chicos —voltea a ver a los demás.
—¿A dónde podríamos hacer eso…? —se rasca tras la cabeza Chitose, observando los alrededores—. Creo que había una manguera por allá, la que se usa para el jardín de al lado del templo —les señala en esa dirección.
—Bueno, vamos entonces —Yuu se adelanta un poco, lo más seguro es que esté impaciente por jugar.
Sin más tiempo que perder, en un paso veloz, todos siguen al adolescente. Debido a la muchedumbre, les toma cerca de seis minutos llegar hasta allí.
Io se ofrece a ayudarles a todos sosteniendo él la manguera con el mismo pañuelo, eliminando cualquier pizca de incomodidad en referencia a su comportamiento pasado. Todos tienen sus momentos.
Al terminar de limpiarse, se dirigen al lugar planeado por el par de chicas. Un puesto techado, que consta de una barra y una hilera de bancos recién disponibles.
Toman asiento, uno al lado del otro. De izquierda a derecha estarían Io, Umi, Sakura, Yuu, Chitose y Kazuma.
En la parte interior del negocio, al lado de la mujer que atiende, hay un cartel que explica los precios y las porciones, incluso con pequeños dibujos coloridos para adornar. Cada varilla viene con cuatro dango, una bandejilla trae ocho.
—Quiero dos bandejas~ —la primera en hacer su pedido es Chitose. Entre suaves risas, saca del kimono un monedero y lo deja sobre la larga mesa.
—Yo sólo una. ¿Puede ser? —Umi mira a Sakura, curiosa.
—Claro~ Bueno, pediré dos entonces. Mh… —se fija en el chico más alto de reojo, torciendo la boca—. Tres. Voy a pagarle a Io también una. Como disculpa.
Se ve que ella también ubica su monedero sobre la madera. La reacción de Io es bastante graciosa, un rostro de confusión total. «Io.exe ha dejado funcionar», ríe bajo Umi.
—Vaya. Eso es inesperado —comenta Yuu, enarcando las cejas. Voltea a ver a Kazuma, que es el único que le quedaría por pedir—. ¿Quieres? Yo te invito.
—Quiero probar. Huele muy rico —expresa su intriga, pues de por sí no suele comer mucho, no lo requiere—. ¿Qué tan dulce es?
—¿Eh? ¿No has probado dango? —Chitose también mira en su dirección—. Son muy buenos, ojalá te gusten~
La mujer se acerca a ellos, como si hubiese estado esperando a que se pongan de acuerdo. Ella anota en un papel todas las órdenes, y recibe el dinero.
Se dirige ahora a su cocina, para preparar los platillos. Por el tamaño del puesto, lo hace casi en frente de ellos.
Los adolescentes conversan entre sí, viendo de a momentos en dirección de la comida, e igual más que nada concentrados en sus palabras.
A pesar de que están ubicados en hilera, no quita que puedan buscar hablarle al que se halla en la otra punta.
Eso se torna gracioso porque necesitan alzar la voz. Y por fortuna, con todo el ruido ya presente, a nadie le molesta. No son los únicos causando alboroto.
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Tan sólo quince minutos luego, se aprecia en la escena al grupo saboreando una de las comidas callejeras más típicas pero deliciosas de Japón.
Un dulce sabor, acompañadas con el caramelo. Es algo que se puede pedir en cualquier lado, sin embargo, el grupo no suele hacerlo a menudo por buscar algo salado (takoyaki).
La expresión de Kazuma no tiene precio. Sus ojos se ven centelleantes, muy diferente de cómo suele mirar. Una amplia sonrisa abarca su rostro.
¿Será tan fanático de las cosas dulces, o sólo habrá quedado encantado con el dango?
Por otro lado, los otros dos chicos llevan una mirada similar. No obstante, en ellos en específico es más común emocionarse hasta por cosas pequeñas. Son alegres por naturaleza, si le podría llamar así.
El trío de chicas también disfruta, tanto la textura que se estira como el sabor.
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Al terminar con ese aperitivo, se deciden en tomar rumbo a la «sección» de juegos. Observan con mucha indecisión por la gran variedad. Es bastante más fácil escoger qué probar en cenas que algo que no se ve con frecuencia.
—¡Quiero ir a la prueba de fuerza! —sugiere Yuu, muy entusiasmado al respecto—. ¿Sí~? Antes de que estemos más cansados. Vamos, vamos~
—Veamos qué tan fuerte eres~ —Io lo mira desafiante, frunciendo el ceño con una sonrisa de dientes—. Siempre quise saber eso.
—Ya vas a ver. Voy muy seguido al gimnasio, así que no te sientas mal si no me ganas —cierra los ojos y alza un poco los hombros, negando sonriente.
Umi no lo comenta, pero también se siente muy intrigada de quién ganará esa «mini competencia» que plantean. No sólo entre ellos dos, sino entre todos ellos.
Hasta donde anda enterada, Chitose también posee una buena fuerza física, más no resistencia.
De lo único que está segura es que ella es la más débil, puesto que puede cargar cosas sólo por ignorar el dolor. Le causa la pregunta de qué tanto pesara el martillo.
Caminan hasta allí y se detienen en frente de la atracción.
Io paga por un intento para cada uno por adelantado, riendo bajo. Él le ofrece a su pareja ser la primera, y ella acepta sin problemas. Sería fácil superarla, no supone ningún reto.
—Bueno, veamos… —sostiene el mango entre ambas manos, el peso es menos del que esperaba. Alza las cejas en cuanto lo nota—. Deben ser unos dos kilos.
El juego posee varios números y marcas, es más como una versión electrónica.
En pequeñas pantallas en cada raya, dicen 10, 20, 30, hasta el 100. Y en la parte más alta, hay espacios más grandes que mencionan «puntuación actual» y «récord». Este último se muestra 85.
—¿Cómo funcionará…? ¿Será muy difícil llegar a cien?
Piensa Umi en voz alta y camina un par de pasos hacia atrás, como si eso pudiese darle más impulso.
Alza los codos, dejando caer un poco por la espalda el objeto. Luego, realiza un corto trote y golpea el lugar indicado por la máquina.
Vuelve a reír, llevándose una mano a la frente. Semejante preparación para unos quince puntos. ¿Esperaba más en verdad?
—Ay hermana —le da unas palmadas en el hombro y toma despacio el martillo con una mano—. Deberías hacer gimnasia —ella ni siquiera parece esforzarse, con la derecha toma un pequeño impulso y azota el círculo del juego.
La luz en el medio, similar a un termómetro de mercurio, llega hasta la mitad de veinte y treinta. A la vez, también se crea el recuento en la pantalla superior. Aún sigue siendo una baja puntuación, pero es suficiente considerando lo que hizo.
—Wiii~ —festeja y ríe fuerte, pasándole el objeto a la rubia—. Ahora prueba tú~
—Eh Saku, qué holgazana forma de participar —comenta Yuu, arqueando una ceja, contagiándose de la risa ajena.
Ella le saca la lengua, quedándose al lado de Umi con las manos propias entrelazadas.
—Siempre quise probar este juego —comenta Chitose, mirando hacia arriba—. Mi mamá no me lleva a parques de diversiones ni tampoco me daba tiempo cuando veníamos a los festivales de año nuevo.
Menciona un dato curioso de su vida, mirando hacia arriba. Al instante, se limita a golpear la zona estipulada. Sonríe victoriosa cuando ve su anotación.
Unos treinta y siete puntos. Según un cartel de la cercanía, en específico al lado del juego, dice que lo normal en los hombres es de cuarenta, y en las mujeres treinta.
—Yo sabía que era un poco más fuerte, pero es más de lo que esperaba~ —ríe divertida y le entrega el martillo a Yuu, regresando rápido al lado de Kazuma.
Ella lo mira con una sonrisa muy amplia y un ligero color en las mejillas. Resalta la pintura de sus labios en esa tierna expresión. ¿Estará esperando alguna adulación?
—Bien hecho, Chitose —le dice con su voz tranquila, sonriendo también. Sólo él sabe en qué está pensando la otra.
—Ahora le toca a la persona más genial del mundo, o sea, a mí~ —anuncia Yuu, mientras se levanta un poco las mangas del kimono.
Mueve rápido el objeto desde la altura de sus hombros hasta sobre su cabeza, y luego lo asesta con toda su fuerza contra el círculo. Mira con impaciencia el recuento de las luces.
Son exactamente cincuenta y cinco puntos. Él abre mucho los ojos, lo más probable es que no imaginase que anotaría tanto. Incluso se lleva una mano a la boca.
—¡¿Quién será el loco que obtuvo 85?! —exclama, sorprendido e intrigado.
—Fue un señor musculoso de más de dos metros, pasó por aquí temprano —le responde el hombre que atiende la atracción, para quitarle la duda.
—Uwwa… ¿Más de dos metros? ¿En Japón? Era un gigante —deja el martillo en manos de Io y sonríe animado—. Yo creo que vas a pegar unos cincuenta. ¿Qué dices?
—¿Quieres apostar? —ríe divertido, posicionando de momento lo que le dieron como si se tratara de una raqueta de tenis, al revés.
»Si paso de los cincuenta, me dirás superior Io por el resto de la noche —una falsa sonrisa maliciosa le adorna la cara.
—¿Qué dices? Yo soy tu superior, idiota. Ni siquiera usamos honoríficos entre nosotros —lo patea despacio a modo de broma. Luego se cruza de brazos—. Y si yo gano… ¿Podrías decirme 형? Sería algo parecido… Pero más bonito.
—Mh. 콜. Aunque lo equivalente sería 선배 —le comenta su observación, pero sin retractarse de su decisión de aceptar la propuesta.
—¿Por qué querrías que Io te diga así? ¿Por tu obsesión con los doramas? —ríe fuerte Sakura, llevándose una mano a la frente y negando.
—No sabía que mi nacionalidad era un secreto —arquea una ceja y ve a Umi, confundido—. ¿Te avergüenza que los demás sepan que soy coreano?
—¡No, no! —niega varias veces, con las palmas a la vista. Después baja los brazos, dejándolos caer—. Sólo que… Pensé que no querías que los demás lo sepan.
—Oh, era eso entonces. Pero Yuu lo sabe. ¿Entonces se lo dijiste aún pensando que era un secreto? —achica los ojos, mirándola fijo mientras tuerce la boca.
—Lo descubrí tras ojear en un cuaderno aquella vez que fui a tu casa —confiesa Yuu, rascándose tras la cabeza, apenado.
Lo que dice el chico es verdad. Y como el menor también es capaz de reconocer los aromas, puede detectar con facilidad aquello. Io suspira, luego ríe bajo, dándole unas palmadas en los hombros a su pareja que se nota muy nerviosa y confundida.
—Umi, sólo estaba jugando. Es broma, es broma~ No estoy enojado —se acerca a susurrarle al oído, soltando otra corta risa—. Mi amor, tranquila —toma distancia de ella y camina hasta en frente del juego de prueba de fuerza.
—Oh, yo creía que el flaquito era otro maniático de los doramas —ríe Chitose, señalándolo con el pulgar—. Sin ofender, eh.
—No me ofendes. Lo soy de todos modos —ríe fuerte y toma impulso dos veces con los brazos, como si calculase la fuerza. Tras una tercera vez, le da con todo al círculo.
No sólo el ruido del impacto contra el juego deja atónitos a la gente que pasa por allí, sino la puntuación: noventa. Supera por cinco al anterior récord.
—¡Esto es muy impresionante! ¡Usted es muy fuerte! —lo felicita el señor que maneja el puesto—. Puede escoger un premio por tener el puntaje más alto.
—¿Había premios? —mueve la cabeza hacia un lado, arqueando una ceja, expresando su confusión—. Mmm… Veamos qué hay.
El hombre lo guía hasta una carpa cercana, en donde hay muchos juguetes, souvenirs y varios objetos en diferentes filas.
Se podría decir que son más lujosos que el resto de premios del festival, ya que anotar números grandes en ese juego sí es un desafío.
Umi, Sakura y Yuu siguen al par, con la total intención de curiosear.
Por otra parte, Kazuma y Chitose se quedan solos un poco más lejos, en el mismo lugar en donde llevan parados varios minutos. La gótica mira intensamente a esos ojos violetas, mientras que Kazuma está serio como siempre.
Es de esas personas que parecen inexpresivas hasta que les hablan, a diferencia del resto del grupo: si no tienen una sonrisa en la boca, se les puede notar en los ojos; claro, mientras no estén decaídos.
—¿No vas a jugar? —cuestiona Chitose, intrigada.
—No tendría sentido. Debo tener la misma fuerza que Sakura, y… Bueno, creo que Io se burlaría —se rasca una mejilla, un poco sonrojado—. Me daría vergüenza. Quizás en el futuro no, pero ahora no me gustaría darle esa impresión de mí.
Hay un espacio de silencio, en el que la chica sólo lo observa. Él, por otra parte, está viendo en dirección a Io y Umi. Las expresiones graciosas que ponen al divagar sobre qué escoger, cómo se zarandean, sus risas.
—Kazuma.
Ella lo saca de el ensimismamiento al nombrarlo.
—¿Qué sucede, Chitose? —el nuer ladea la cabeza y abre un poco los ojos, de una forma tan tierna que de seguro alguien desconocido le querría jalar una mejilla.
La contraria aprieta apenas los puños, sin apartar la vista de él todavía. Un notable sonrojo cubre sus mejillas. Toma aire y trata de respirar profundo.
—Me gustas —manteniendo esa firmeza, sus iris reflejan el rostro del chico.
—Gracias, pero lo siento.
Le contesta con calma, sin embargo, esta vez sí la abraza. Es indudable que nota la tristeza de Chitose al oírlo, y como es su costumbre, abraza a las personas cuando se sienten mal. Ella no lo aparta, tampoco le corresponde.
—No hace falta que me des una respuesta hoy —ahora sí baja la mirada, y suspira. No hay ninguna lágrima que derrame, pese a que sería lo común en esas situaciones.
—No me conoces. No está bien que te enamores de alguien por su apariencia —la suelta con suavidad, apartándose a una distancia común.
—Sí te conozco… Muchas veces estás cerca, aunque recién hoy me animé a hablarte. Te conozco de lo que escucho, de lo que veo, de lo que haces cuando estamos en los recesos, de las cosas que me cuentan Umi e Io…
—No es suficiente. Debes conocerme por ti misma para considerar que de verdad te gusto.
»No es lo mismo escuchar hablar de alguien y saber cómo se ve, que saber cómo actúa de verdad y qué piensa.
—¿Acaso ellos saben eso de ti? —pese al cuestionamiento, no se siente ni una pizca de celos en el tono de habla.
—No, tampoco. Pero un poco más que tú. Además, tengo sentimientos por… —niega despacio—. Rechazaría a todos en esta instancia, no puedo… —dice en un tono de voz más apagado, con bajo volumen.
—Entiendo… Bueno, imaginé que lo principal era porque te gusta alguien más, lo di por hecho —tuerce la boca y desvía la mirada unos segundos. Luego la regresa a él, con una expresión de curiosidad—. Pero, ¿De verdad te conozco tan poco?
—Me idealizas. Incluso si pasase contigo más tiempo que con Io y Umi, ellos todavía me conocerían más que tú, porque me idealizas. Idealizar a la gente es lo que no permite que la conozcas del todo.
»Que conociéndome tan poco… —se frota las sienes, cerrando los ojos. Los abre de nuevo—. A ver… Lo dirás con tus propias palabras. ¿Cómo soy, según tú?
—Lindo —comienza a enumerar con los dedos, señalando con la izquierda los de la derecha—, hiperactivo, juguetón, muy bromista, súper humilde, enojón, inocente, dramático, exagerado, sincero, observa-
—Creo que te confundiste de persona. Io tiene la mayor parte de esas cualidades, no yo —tuerce la boca y se cruza de brazos, suspirando—. Dudo que alguien que me conozca te haya dicho algo así de mí. Excepto dos palabras, sincero y observador.
—Puede que no le haya prestado tanta atención —se rasca tras la cabeza, riendo bajo—. Pequeños detalles.
—Diría que hay una gran diferencia. En fin… —se toca el brazo con el índice, quizás para pasar el rato—. Considero que de todos modos no aceptaría a nadie. Tengo otras prioridades.
—¿Es para mantener una nota alta? —intenta adivinar.
—No —niega despacio—. Mi trabajo.
—Cierto, a los idol o modelos no les dejan tener pareja…
—Chitose —suspira y sonríe, como si dijese «no importa» con la mirada—. Seamos amigos. Puedes conocerme, despacio. Nos vamos a encontrar más seguido.
—Mh… Puede que tengas razón. Pero eso no quita lo que siento. Así que… La próxima vez, voy a declararme luego de haber hablado más contigo. Ahí sí podrás considerar que lo que digo tiene más sentido, ¿No?
—Sí, es así —sonríe de lado, más relajado otra vez.
—¿Podrías pasar más tiempo conmigo hoy para que te conozca mejor? Si no te molesta —juega con las manos propias.
—Lo intentaré —responde con su expresión seria—, sólo quisiera pedirte que tengas un poco de paciencia, ya que hay mucho ruido y…
—Está bien —sonríe de dientes y se lleva los brazos tras la cabeza, entrelazando las manos.
A pesar de que la rechazaron, ella no parece incómoda o tensa, apenas se le ve la tristeza. Nadie notaría lo que sucedió.
En ese momento, como si fuera planificado aunque es mera coincidencia, regresan los demás con ellos.
Io trae consigo en un collar unos binoculares de muy buena calidad. A la vez, se lo observa tecleando en el móvil, contestando mensajes de sus amigos y de Takeda.
—Oh, flaquito. ¿Qué onda con eso? ¿A dónde los vas a usar? ¿Espiarás en las aguas termales? —bromea Chitose, estallando en carcajadas.
—Aeish. 바보. Hay cosas más importantes en que usarlos como… Mmm… —parece que no se le ocurre ningún ejemplo, así que ríe—. Lo admito, sólo me las llevé porque se ven genial. Mira esto —los sostiene con la derecha—, ¡Son de verdad!
No pueden evitar reír por la emoción del otro con su «juguete nuevo».
.
Jugando al típico juego kingyo-sukui, ninguno consigue atrapar peces a excepción de Yuu. Tras una segunda apuesta con Io de quién obtiene más, resulta ganador por la nula competencia. De ese modo, se libra de tener que llamarle superior como habían acordado.
Continúan explorando diferentes atracciones, en lo que se aprecia que Kazuma cumple con tratar de acompañar más a Chitose, dejando que ella pregunte cosas no tan «peligrosas».
Se separan de diversas formas de a ratos, a veces las chicas de un lado y los chicos del otro. Se nota un gran interés de Io por hablar más con el nuer, lo cual no es raro puesto que es con quien más conversa fuera de su pareja, Chris y Kabuto.
Esto, sin querer termina interrumpiendo la idea de Kazuma con Chitose.
No obstante, Kazuma parece súper feliz con la compañía de Io. Aparentemente, él y Umi son los que más lo alegran en el grupo. Pese a que nadie lo ha visto reír en todo el tiempo que llevan de conocerlo, su sonrisa amplia reluce.
Chitose no insiste, sólo deja que se divierta. Por fortuna, a diferencia de Sakura, ella no es celosa en general. Espera «su turno» para hablarle.
Io se despega de Kazuma un momento, yéndose a otro juego con Yuu. Una sana rivalidad, dejando de lado el pasado en totalidad. Mientras que con el nuer es más cariñoso y lo mima, con Yuu siempre se ponen desafíos.
No quiere decir que con Kazuma no tengan sus «mini competencias», sólo que aplica más a videojuegos como con Chris.
Por su lado, Chitose no coincide con el nuer en tiempos. Está con Sakura, lanzando unas argollas allí a lo lejos.
—Oye, Umi. ¿Quieres que comamos algo más? —propone Kazuma, quizás al verla sola.
—Supongo que no hay problema —estira los brazos y suspira—. La verdad sí tengo hambre. Tengo sueño del hambre.
—Yo siempre quiero dormir, pero ahora no es el momento. Es la primera vez que vengo a este festival —sonríe cálido.
Empiezan a caminar despacio, alejándose de los dos pares, hasta volver al puesto de comida del inicio. Eso demuestra que el chico quedó fascinado con el dango.
Deciden pagar a medias, puesto que Umi siente que es exagerado que no le hayan permitido gastar un centavo.
En vez de quedarse sentados en aquel lugar, Kazuma la guía un poco más apartados de la multitud, ubicándose ambos en un borde de construcción, al lado de los árboles.
—¿Quieres decirme algo personal o algo así? Porque no veo por qué irnos tan lejos —la adolescente alza las cejas, intrigada. Si de algo está segura, es que no es una confesión.
—Es así… No es una confesión —siendo lo usual, responde a su mente—. Estoy algo mareado hoy. Mucha gente, más que en Tomoedo. Me siento desacostumbrado a las multitudes.
Comenta, haciendo girar una de las varillas que lleva en la mano. Él y la chica tienen dos, con las ocho pequeñas esferas intactas todavía.
—Estaba pensando —Kazuma se acomoda los flequillos—, me suele divertir que las personas traten de adivinar acerca de mí, así como viste hoy que Chitose pregunta, así como tú, Io y Yuu también se muestran interesados.
»Lo que no me gusta, es que obvien cosas de mí. Sé que todo el mundo lo hace en mayor o menor medida…
»Sólo que la gente «superficial», por no decir «las chicas a las que les gusto», lo hacen a un nivel inalcanzable —mira hacia el cielo, realizando una pausa en lo que prueba un poco de dango. Luego, regresa la vista a ella.
»Son pocas las personas que se cuestionan «¿En qué está pensando? Tiene pinta de que le gusta tal cosa, ¿Será así o no?» Esa última parte es a lo que me refiero. Esa duda.
»Prefiero que duden de lo que no escucharon de mí, y que aseguren lo que salga de mi boca.
A Umi no le resulta extraño escucharlo quejarse, ya que él siempre discute con buenos argumentos cuando siente que alguien está errado. Lo raro es el tema. No son juegos, ni manga, anime o música, o algo de ella. «Esto es algo suyo… ¿Personal?»
—¿Por qué dices esto? ¿O qué quieres que diga? Me siento perdida —arquea una ceja. Ella también come de la varilla propia.
—Pues… Yo conozco a todos… Más gente de la que quisiera conocer. Mientras más tiempo estén cerca de mi rango de mi habilidad, más sé. Una ventaja, o desventaja quizás —se toca una mejilla, hundiendo un par de dedos, pensativo.
»Creo que hay cosas que no debería saber. Digo, así entendería mejor a la gente que se ilusiona. Tal vez no me molestaría si yo fuese igual, ¿No crees?
—Lo dudo… —come otro dango, y tras tragar, le da tiempo para pensar qué responderle—. Mira, lo que le gusta o no a alguien, no depende de si uno es igual o no.
»Hay mucha gente hipócrita. Gente que causa daño y se ríe, pero si le haces lo mismo, lloran o se enojan. Así que, podrías llegar a ser así. Que te moleste que se ilusionen, y tú te ilusiones.
—Es un punto interesante… Sólo que no me considero hipócrita, más bien empático en la mayoría de los casos. En este no, particularmente. No diría que me enoja, sino… Cansa.
—Podrías tratar de verlo de otro modo. ¿Y si lo ves como algo bonito? Como que les vas a dar sorpresas a las demás personas cuando sepan cosas de ti —sonríe amplio, intentando animarlo—. ¿No te parece buena idea?
—Sería buena idea si no lastimara a nadie. Creo que olvidaste lo que te dije antes —muerde otro pedazo del dango, y después suspira—. No quiero gustarle a la gente porque me iré, porque sé que eso les lastimará.
»Si se ilusionan conmigo y no soy lo que creen que soy, también se lastimarán, aún si no planeaban ser mi pareja.
—Ey, eso último no me lo dijiste antes. Obviamente no iba a saber —infla una mejilla, frunciendo apenas el ceño—. A ver… Bueno, creo que ya somos bastante maduros los dos como para saber que es imposible no lastimar a nadie, ¿No?
»Lo que importa es no hacerlo a propósito. Todos nos equivocamos, pero diferente es lastimar a alguien a voluntad.
—Es así —vuelve a suspirar, y luego sonríe—. Qué difícil es cambiar algunas cosas. Supongo que con el tiempo sabré si al final lo que no me gusta es sólo porque no me gusta, o si de verdad es porque me preocupan los demás, o ambas cosas.
—Nos hace falta crecer. Hay gente grande, como mis padres, que aún no saben muchas cosas. Es normal —se anima a darle unas palmadas en la cabeza—. Ánimos Sou.
—Mh —asiente lento, terminando una de sus dos varillas de comida—. Por cierto… Hay otro tema que quería mencionar.
»Es más relacionado a ti que a mí —hace unos segundos de silencio—. No deberías encariñarte tanto con Chitose.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? —Abre mucho los ojos. Se pregunta si hubo alguna discusión en lo que ella estaba con Io.
—Ella es… Fría. Muy fría —comenta, pensativo—. Detrás de esa actitud tan bromista y divertida, es sumamente fría. No es mala como tal, no tiene malas intenciones contigo ni los demás, sólo… Te decepcionarás si la estimas tanto.
—¿Me dices que no me quiere? —arquea las cejas. Siente un calor frío que le recorre la espalda por la ansiedad.
—No es eso… Te quiere, pero del mismo modo que tú a ella —asegura, comenzando a probar la segunda varilla.
—Oh… —siente un gran alivio al oírle. Se escucha un suspiro largo de ella—. Eso no me preocupa. Siempre es así, yo soy muy… Densa quizás. Quiero demasiado, doy demasiado.
»Yuu siempre se quejaba de eso, Sa también antes. Luego se acostumbraron, supongo. Io y tú, así como Tsu y Hyuk, nunca vi que se quejen de eso. Chi tampoco… Pero bueno, yo no puedo leer la mente de la gente. Quizás no les gusta tampoco.
—Mh. Bueno, sí tú lo dices Umi. Sólo no quiero verte mal.
En lo que la adolescente ordena su cabeza así preguntar otras cosas, Kazuma se termina los dango que compró para él. Umi casi lo hace también, le queda uno.
—Ey Sou, iba a decir… ¿Y Sa me quiere? Yo creo que sí.
—Es así —asiente varias veces. Sonríe como si riera—. Es un caso extraño, ella. Te quiere igual que Io, sólo que no de forma romántica. Te quiere quizás más que tú a ella. Pero, también te odia cuando Yuu se te acerca con segundas intenciones.
—Qué rayos —deja salir una risa, sorprendida de la respuesta—. Pensé que nada más se enojaba, no que me odiaba. Pero bueno. No puedo saberlo con el aroma. No hay aroma a «odio», sí hostilidad, enojo…
Antes de que pueda preguntar otra cosa, se ve que Io se acerca a ellos dos. Viene solo. Toma asiento al lado de Umi, apoyando la cabeza en el hombro de ella.
Kazuma sonríe viéndolos, todavía girando los palillos vacíos en sus manos.
—Voy a dejarlos solos un rato. Estuvimos mucho juntos los tres hoy, creo que también merecen su privacidad.
—A mí no me molesta —comenta Io, relajado, con los ojos cerrados—. Sí me divierte estar con ambos.
—Él está acostumbrado a Tsu y Hyuk, viven instalados en su casa, así que creo que por eso no siente diferencia —ríe Umi, negando con la cabeza—. De verdad Sou, no pasa nada.
—Gracias chicos, me alegra saber que lo ven así —de igual manera, se incorpora, estirando los brazos—. Pero lo siento. También es otra cosa. Le prometí a Chitose que la acompañaría.
—Oh, si es por eso lo hubieras dicho antes —el otro le sonríe, y se levanta un momento para abrazarlo—. Suerte con eso, hombre. Diviértete~ Cuando quieras ven con nosotros.
—Suerte Sou~ —lo saluda con la mano, de pie también. En lo que se levanta, aprovecha para tirar los palitos a un cesto.
—Uhm —asiente con un leve rubor—. Volveré pronto, de seguro. Suerte a ustedes también —se aleja despacio, viéndose su silueta perderse entre la multitud.
Umi e Io vuelven a sentarse en esa orilla, esta vez de una forma distinta. El adolescente acomoda la cabeza en el regazo de su novia, mirando hacia arriba para poder toparse con su rostro.
Juega con los flequillos de ella, también le acaricia una de las mejillas. Mece una de las piernas, a la otra la tiene flexionada. No parece importarle el que estén en público, ya no es cerrado con eso desde que son pareja.
Algunas personas muy tradicionales los miran mal, mientras que la gente cercana a su edad habla sobre lo tierno que se ve Io en esa posición.
Umi ignora los comentarios feos que tratan de su apariencia que contrasta tanto con la del otro, acostumbrada. Ningún insulto es más fuerte que la felicidad que siente de tener a Io tan cerca.
De algún modo, el ángulo que más le gusta para verlo es desde arriba, exactamente desde su regazo.
La mirada que posee cuando él abre apenas más los ojos y anda relajado, es mucho más adorable de lo usual. Es una expresión particular, que sólo vio repetida en Kazuma y Yuu.
La chica decide pasarle con suavidad el pulgar por la mejilla, y luego los dedos hacia su cabello. Le gusta, está muy cuidado y no tiene frizz, como el de la mayoría de sus cercanos, con la diferencia de que es ondulado.
Se agacha apenas para besarle la frente. Sin querer, aplasta un poco a Io con su busto. Este se sonroja hasta las orejas, pero sus iris no dejan de posarse en Umi.
—Perdón mi amor, no te quería asfixiar —ríe bajo ella.
—Está bien, lo sé —sonríe con calidez y todavía rubor.
—¿Te divertiste jugando? —enarca apenas las cejas.
—Sí~ Mucho. Pero ya sabes lo que pienso —suspira.
—Que te gustaría que hayan venido Tsu y Hyuk, sí… Sí sé bebé. Es normal. Bueno, al menos, normal para ti. Para mí, es la primera vez que salgo así a un festival, con amigos digo.
»Había estado en algunos simples de la ciudad cuando ayudaba a mi madre a vender ropa, cuando éramos pobres —ríe de nuevo, negando con la cabeza—. Pero nunca en uno así.
»Sí la primera vez que estuve en un ambiente natural del todo fue en el viaje que te conocí. Fue muy raro para mí.
—Así que… ¿También soy tu primera vez en un festival lejano? Me siento halagado~ —sonríe divertido, cerrando los ojos—. Yo no… Perdón por eso, siempre venía con Chris y Kabuto.
—No pasa nada. Que sea o no tu primera vez, no lo hace menos especial para mí. Es especial por el mero hecho de que estoy contigo. Todos los días son especiales si estás —aunque no suele ser tan romántica con las palabras, en ocasiones sale.
—G-gracias —su rostro se tiñe de nuevo de arrebol, le cuesta mantener la mirada—. Es… Muy lindo escuchar algo así.
—Tú dices cosas más bonitas, y más seguido. Quizás incluso tú me lo dijiste antes, y me quedó en el inconsciente, y ahora lo estoy diciendo yo —se encoge de hombros, tranquila.
—Nos falta originalidad —bromea y le jala una mejilla.
Ambos ríen animados, y vuelven a un silencio corto en el que se oye el sonido de la cercanía. La gente caminando, subiendo y bajando las escaleras, los puestos, los juegos. También se escuchan las campanadas del templo.
—Oye Umi, ¿Crees que Sakura se enoje de que me eche así contigo? —cuestiona, suena muy curioso al respecto.
—No sé. Supongo que no le importa mientras ella pueda seguir haciéndolo —se rasca una mejilla, pensativa—. De hecho, eres tú el que se enoja a veces por eso, o porque me llame mucho.
—Perdón. Todavía… No hace mucho que salimos, me da miedo. Un poco de celos —tuerce la boca, desviando la mirada.
—Ya te dije, no te voy a dejar por ella, ni por nadie. No te quiero dejar. Sería… Imposible que te deje. Con lo que me costó encontrar a alguien que me soporte —ríe fuerte, negando.
—야, no seas tan dura contigo —le jala ambas mejillas con un poco más de fuerza—. No es soportar. Sí te amo, idiota.
—Yo también, mucho —lo despeina, con cuidado de no quitarle los lentes—. Realmente me alivia saberlo. Hoy estaba preocupada por eso, entre otras cosas.
—Los dos necesitamos irnos calmando, ¿No? —dice en un tono aireado, casi como suspirando la frase.
—Supongo que es difícil. Yo de por sí no me considero celosa, pero sí miedosa. Sólo soy celosa cuando me dan motivos.
—Yo te los di —finge secarse una lágrima—. Pero lo estoy arreglando con el tiempo, ¿Verdad?
—Sí, bastante~ De hecho, me alegra muchísimo ver que te lleves bien con mis amigos —sonríe con amplitud, volviendo a acariciarle el rostro con delicadeza.
—Lo mismo de mi parte. No sé qué hubiera sucedido si te llevabas mal con ellos —tuerce la boca, mostrándose muy pensativo—. Hubiera sido muy complicado.
—Supongo que tuvimos suerte —asiente para sí misma.
—Uhm —imita su accionar—. Oye Umi, ¿sería raro si te digo que de a ratos… aunque estemos aquí… me gustaría que estemos juntos en tu casa, echados?
»Aunque me divierto, siento que estoy tan cómodo ahora que me gustaría que durmamos… Y eso —confiesa, apenado.
—Si quieres podemos dormir así la siesta —comenta con calma, sonriéndole cálido—. Pero ahora deberíamos estar despiertos, todavía no son ni las doce.
—Cierto —se sienta, estirando los brazos. Bosteza y luego recarga la cabeza en el hombro de Umi—. ¿Será el hambre?
—Es lo más seguro, no cenamos como tal —suelta una risa corta—, aunque yo volví a comer.
—Esta doncella chanchita va a rodar después~ —la molesta, jalándole una mejilla, entre risas.
—Ey~ —le golpea el hombro despacio—. Siempre aprovecho cuando tengo para comprarme comida.
—Lo sé, sólo bromeo —le acaricia el cabello, volviendo a cerrar los ojos—. ¿De verdad no te molesta que te diga chanchita?
—Me encantan los chanchitos —dice con una gran sonrisa—, tanto como los gatitos. Así que no~ Me gusta.
—Siempre pienso que me llevé un premio al salir contigo, aunque creas lo contrario —exhala de manera larga—. No te enojas con casi nada, siempre eres amable, y a tu forma impones respeto, siempre me haces saber qué piensas o sientes, o quieres.
»Eres tan simple. De verdad, amo que seas así, directa y simple. Y decidida. Aún con todo el miedo que tienes, siempre eres decidida y valiente. Quisiera ser tan valiente.
—Ay Io, ya es mucho —se cubre el rostro con una mano, avergonzada por tantos halagos—. Gracias, en serio… Gracias.
Por una parte, siente un poco de ganas de llorar. ¿De felicidad? Es tan extraño y diferente para ella. Las palabras del otro no son vacías, y eso le encanta. Lo aprecia en demasía.
Las lágrimas no salen, pero el nudo en la garganta existe. Es más que suficiente.
—Mi amor, ¿Vas contando las campanadas? —pregunta Io, separándose despacio de ella, para luego ponerse de pie.
—¿Qué pasa con las campanadas? —ladea la cabeza.
—Que ya tenemos que ir allá —señala a lo lejos, a donde la gente está comenzando a juntarse.
—Ah, cierto —ríe bajo y se incorpora también, agarrando a Io del brazo con la izquierda.
Ya es una costumbre para ellos ir de ese modo. Io suele colocar su propia mano (cualquiera de las dos) en el abdomen así no dejarla colgando cuando su pareja se aferra desde el pliegue de su codo. Según él, es cómodo.
Van adentrándose al mar de gente, sin soltarse para no perderse.
Se acerca la función principal de la noche. En el templo Ishihara, las campanadas vienen sonando desde hace un largo rato. La número ciento ocho, concuerda con las doce y el inicio de los fuegos artificiales.
El cielo estrellado se muestra aún más iluminado con las luces creadas por el hombre, en sus diferentes formas y colores. La mayoría de la gente se enfoca totalmente en la magnificencia del espectáculo. Es tan brillante, tan hermoso.
El aroma de la pólvora llena el lugar del mismo modo que la luz. Hay risas de felicidad y varios comentarios de las personas casi inaudibles por los estruendos.
No obstante, Umi está perdida en el rostro de su pareja, viendo cómo cambian sus expresiones con cada una de las formas que el otro halla arriba. Los ojos de él destellan como el cielo mismo. Aquello le causa una gran ternura.
Ya sin poder contenerse más, con ambas manos le jala del cuello del kimono para atraerlo hacia ella.
No hace ninguna pausa entre eso y su siguiente acción: posar los labios en los de Io, acortando la poca distancia que hay en un beso. Por supuesto, el rostro del chico se tiñe en arrebol hasta las orejas, agrandando los ojos por la sorpresa.
Sólo dura unos segundos tal acercamiento, aunque para la chica es como si hubiera sido un vistazo hacia la eternidad.
Una vida a su lado. Incluso pudo imaginarse conviviendo con él en una confortable y pequeña casa donde las paredes parecen de madera, donde a través de la ventana se puede ver un bosque muy cercano.
—U-Umi… Lo siento por no haberte besado antes… Quería que fuese especial. Y… Temía que no lo recordaras si no hacía de la experiencia algo memorable… —baja la mirada.
—Tonto. Cualquier beso es especial si viene de ti —ríe bajo y suelta las telas.
Sin erguirse, Io aprovecha la posición en la que está y ubica sus dedos alrededor del mentón de ella.
Con la boca un poco abierta, la besa como si mordiese su labio inferior con los propios. Más de una vez, los desliza con calidez mientras cierra los ojos.
En este caso es ella quien se sorprende, apenas entrecerrando la vista porque quiere seguir viendo las mejillas de su pareja, sus flequillos, sus pestañas, sus párpados que siempre parecen pintados de un suave marrón aunque no lo estén. A la vez, cuenta.
El más alto se separa con lentitud, bajando los brazos, y deja salir una corta risa. Quizás por timidez, o felicidad por el conjunto de lindos momentos.
—Fueron… Cinco —dice Umi, llevando una mano a la comisura de los labios propios.
—¿Los contaste? —él se cubre el rostro con las dos palmas, irguiéndose.
—Besas muy rico —le sale del alma decirlo de esa forma, porque siente que le alteró todos los sentidos en muy buena manera.
—야, ¿Cómo puedes decirme algo así sin más…? —deja de esconderse tras las manos—. Pero gracias. También sabes rico.
Los dos se quedan en silencio por un momento, analizando la última frase que dijo. Ambos mueren por lo vergonzoso que sonó. Le debe haber traicionado el inconsciente.
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