Namaenai Volumen 1 - 3
Capítulo 3: La sonrisa de un comienzo
La heladería llamada Greed, tiene varias sucursales dentro de Tokio y sobre todo por esta zona. Es gracioso, la otra heladería ubicada en la cuadra anterior es de la misma cadena. Y se sabe que hay una más frente a la plaza Niiro. Están conquistando.
En el local donde Io se detiene un momento, se encuentran Sakura y Chitose tomando un helado. El clima es más asfixiante de lo que estaba el bosque, debido primeramente a la notable contaminación por los vehículos.
—O sea… Yuu me hizo enojar varias veces en este viaje, más que otras —Sakura asiente para sí misma con la cabeza.
—Y sí —enarca las cejas con los ojos cerrados—. Yo todavía me siento resentida con esa profesora por muchas razones. Si fuese de nuestro curso no se lo dejaría pasar tan fácil, eh —muerde una parte del cono—. No le daría paz.
—Ah, recordé algo. Chitose, Chitose —lame el helado primero, y luego se acerca a ella—. Sabes —a pesar de la distancia, no habla en voz baja.
»Umi se acostó con un chico en el viaje. ¡Yo los vi! Tuvieron sexo afuera de carpa, y por eso después Umi se sentía tan enferma. De seguro le hizo frío por desnudarse afuera.
—¿De verdad? Qué raro que Umi no me contase nada al respecto… Digo, así como es de extrovertida, seguro que me hablaría de su primera vez —lleva la mano con la que no sostiene el helado al mentón propio.
»Supongo que me lo contará después —sonríe de lado, parece tomarlo con tranquilidad—. ¿Era lindo?
—Sí… Podría compararlo con lo lindos y sexys que son Yuu y Kazuma. Creo que se llevó el premio —ríe, y sigue degustando el chocolate.
Sakura está muy concentrada en la conversación, así que no se percata de que se ve a Io atravesando esta vereda.
Él avanza media cuadra más, y se detiene nuevamente, mirando hacia abajo.
—Yo no hice eso. Aún soy virgen, por Dios… —dice lo último en voz más baja. Se cubre el rostro con ambas manos, rojo por completo. Suspira y continúa con su caminata.
Regresando la vista al local Greed, las dos mejores amigas se mantienen conversando.
—En ese caso… Para ser eso lo que pasaba supongo que actuó bastante bien… —Sakura baja la mirada—. Hablemos de otra cosa… Por ejemplo… ¿Viste a algún chico o chica que te guste en el bosque?
—Mh… —ladea la cabeza, pensativa—. Tú eres linda pero demasiado… Algunas cosas para mi gusto, así que no sé —ríe y sigue tomando del helado de crema americana.
—Yo vi al chico ese, pero fuera de Yuu y Shin no había más chicos apuestos —termina la esfera de chocolate y vuelve la mirada a Chitose.
—Íbamos a acampar, no a cortejar —ríe ella, finalizando también con lo que le quedaba por tomar—. Aunque no hubiera estado de más si encontraba una pareja de gays teniendo sexo en alguna de las carpas.
—No~ —ríe fuerte, cubriéndose con una mano apenas.
Es un lindo ambiente, dos amigas comparten tiempo y palabras, que compensa el hecho de que el clima esté caluroso.
Por suerte comienza a correr una brisa más fresca, que por fortuna no se mostró cuando tomaban helado, de lo contrario se les habría ensuciado el cabello.
—Chitose, ¿Conseguiste… Algún recuerdo del viaje, digamos? —le pregunta con una mirada curiosa.
—Pues tengo una que otra flor marchita, y los dibujos que hice. Estaba medio difícil conseguir otras cosas ya que ni siquiera es un templo… Creo que el recuerdo más lindo será el de mi memoria.
—Suena… Bastante inspirador —se mira las manos mientras habla, enfocándose en sus uñas—. Mis recuerdos creo que también los tendré en mi memoria, pero de la cámara.
—¿En qué momento…? —Chitose parpadea varias veces, se muestra algo sorprendida.
—Las revelaré luego a ti y Umi, pero por ahora no. Recién volvemos y quiero dejarte con la intriga —esboza una sonrisa de «maldad».
—Uff, bueno, tampoco me voy a morir por eso —le jala las mejillas a la contraria.
—¡Eh, eh! Se supone que deberías estar desesperada por saber —arquea ambas cejas, un tanto frustrada al parecer porque no salió como planeaba.
—Uy sí, mira qué desesperación estoy atravesando, se me cae el cabello de tanta intriga, me sudan hasta las uñas y no puedo apartar la vista de tu cámara.
—Eres mala —forma un puchero con sus labios, hundiéndole un dedo en el hombro a la contraria.
—Sí, sí —le acaricia el cabello, volviendo a reír suave.
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Umi despierta debido a un fuerte dolor de cabeza. Ya no puede continuar relajándose en el mundo onírico.
Como de costumbre, se levanta rápido de su cama. Baja con cuidado por las escaleras y se dirige a la cocina, buscando una novalgina. Esta pastilla es lo primero que se le ocurre cada vez que sufre de fiebre.
Entre varios quejidos, trata de tragarla con agua. Los cambios de clima o de lugar a veces le traen alergias o enfermedad. De hecho, es algo común. A sus hermanas les pasa, así como a sus padres, y varios conocidos.
Se sienta en la mesa y posiciona la cabeza sobre sus brazos. Hay algo que la perturba en su inconsciente, una incomodidad en su pecho lo asegura.
—Izquierdo, derecho… Me duele… Izquierdo. Sólo me siento triste. Menos mal que no es el derecho, no me conviene que pase algo malo justo ahora.
Del igual modo que ve espíritus, en ocasiones tiene premoniciones. Lo usual es en los sueños; pero agregado a eso, cuando se encuentra despierta, un dolor punzante en el lado derecho de su pecho indica que se le aproxima una desgracia.
Suspira pesado y se levanta, estirándose. Mira el teléfono de la casa, que es uno inalámbrico. Este se halla en una orilla de la chimenea. Tuerce la boca, mientras lo observa fijo.
Pensando en lo que sucedió con Yuu al final del viaje, recuerda que el otro había apretado sus dedos. Revisa que las manos propias estén bien… Por fortuna, así es.
Camina lento hasta allí y lo piensa con detenimiento. Opta por llamarle. Se escucha el tono de la señal. En el tercero, recién aparece una voz: ronca, y a la vez suave.
—¿Umi? Estaba durmiendo, ¿Qué pasa? —del otro lado de la línea, se encuentra el chico aún recostado.
—Yo ni siquiera hablé, no sé cómo supiste que… —sonríe apenas por el dolor de cabeza—. Quería saber… Si aún estás molesto conmigo —pregunta de forma directa y sin rodeos. Enrolla en el dedo los rizos de las puntas del cabello propio.
—Ah, cierto… Me había olvidado, la verdad. Igual creo que ya no estoy molesto… —hace una pausa—. Me sentí bastante incómodo de que me dibujaras con ella, aunque se vea lindo.
»Aún no puedo definir mis sentimientos por ella. A veces creo que me gusta, luego no. Cuando se pone idiota me cuesta llevarlo, y cuando se le pasa de nuevo me gusta —bosteza, causando otra pausa.
»Además… El hecho de que tú lo dibujes… Sí sabes lo que yo… —vuelve a callar unos segundos—. Sabes… Que si tú me dibujas con ella, es como si me dejaras de lado.
Está acostumbrada a oír la vida amorosa del contrario, es una de las tantas cosas que le recuerda que no es Mina.
«¿Acaso espera que yo siga gustando de él mientras él busca a otra persona y él es quien me deja de lado realmente? Qué egoísta. No me molesta compartir, pero sí que me olviden».
—Supongo que no piensas pedirme perdón por la violencia ya que yo te pegué primero, ¿Cierto? —cuestiona Umi.
—Efectivamente, pero tampoco espero el tuyo. Es como un estamos a mano —sonríe de lado, tallándose los ojos. Todavía suena su voz aireada y un tanto ronca.
—Puede decirse… Sobre lo de no dibujarte más, no era broma, pero quizás no entendiste el sentido.
»No te daré más mis dibujos de ti. Me los quedaré yo, y quizás muchas veces no te los muestre si quiera —siente un pequeño dolor en su pecho por la tristeza de tener que decir eso.
—¿Así que… Comenzará a haber secretos entre nosotros? —en el otro lado, Yuu lleva una expresión de sorpresa, como el sueño se lo permite. Enarca las cejas.
—Creo que ya los había. Cosas que pasamos por alto, creyendo que no es algo importante. ¿Cuántas cosas quizás no nos dijimos, y a futuro sea algo crucial? Ninguno de los dos lo sabe, sólo Dios, dirías tú.
—No lo había visto de esa manera… Y lo cierto es que tienes razón. Bueno, si no me muestras no te voy a obligar, no es como si te enviara fotos de lo que hago en el baño.
Tras lo último que Yuu comenta, es imposible para Umi no reírse. Lo que comenzó como una charla muy seria, se transforma en una conversación de esas que duran horas, llenas de tonterías, juegos y demás.
Lo único que a Umi duele y que tiene presente, a pesar de lo que sucede, es que no se debe acostumbrar a hablar tan fluido, porque Yuu es «a veces» y ella «siempre».
Él suele hablar más tiempo por llamada con la persona que le gusta en el momento, y es lógico, no está mal. Quizás Umi haría lo mismo si le gustase otra persona.
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En un lugar alejado de ambas casas de conversación, se puede apreciar a un chico dibujando.
Se encuentra en su habitación. Al entrar a esta, lo primero que llama la atención es el diseño. Tiene las paredes negras con detalles de grandes siluetas de rombos blancos.
El suelo es de color bordó, con algunas formas grises: parece cubierto por una gran alfombra. El techo, blanco. De este cuelgan un par de focos araña, plateados brillantes.
Lo segundo que impresiona, es el tamaño. Diez metros de largo y quince de ancho.
La cama es una matrimonial, y se sitúa al final de la habitación si se la ve desde la puerta. No está en los vértices, sino al medio. Al lado de la parte de arriba de la cama, hay una mesita de luz con una lámpara.
Del lado de los pies de ese mueble, hay una mesa más grande, que tiene una notebook y una computadora de escritorio.
En el medio de la cama y la mesa, se ubica la ventana, que es amplia y se puede alcanzar uno de los vidrios desde cualquiera de ambos lugares en donde estés sentado.
Dentro de la pared derecha de la habitación, viéndolo desde la entrada, está el placard a un metro de la mesa de computadores. Este es especial, ya que posee una cama plegable de una plaza adentro, además de los cajones, la ropa y el espejo.
Hay una estantería llena de libros a los dos metros de ingresar hacia el cuarto, pegado a la pared donde no se halla el placard. Frente a este mueble de estantes, una mesa de vidrio con luces abajo. Es ideal para hacer animaciones.
Se encuentra prácticamente todo amontonado hacia el lado de las paredes y más que nada de la ventana, dejando un enorme espacio vacío. Pero, este lo ocupa para bailar.
Y a pesar de todas las opciones que puede usar, está dibujando en su cama de acolchado blanco, incómodo.
—Aeish, no me sale. ¡No me sale! —se queja Io. Se le nota frustrado de intentar una y otra vez un ojo que no queda igual que el otro.
—Ya hombre, paciencia. A veces uno tarda en hacer sus cosas —lo calma Kabuto, riendo por lo bajo mientras escribe en su notebook. Se halla recostado boca abajo, a su lado—. Podrías ir a la mesa, no es necesario que estés conmigo en la cama.
—Pero sin ti no soy nada… No puedo estar más lejos otra vez —bromea Io con un tono dramático, tomándole por el mentón con el pulgar y el índice.
—Io… —niega con la cabeza y ríe fuerte, lo empuja—. Ya, ve para allá.
—야~ —hace pucheros y se cambia de lugar como le sugirió, caminando con vagancia hasta la mesita—. La noche inspira, ¿Viste? Siempre me dan más ganas de dibujar de noche.
—Después andas con sueño en la escuela —una voz apenas más aguda se escucha desde la mesa del ordenador.
Se ve sentado a un chico de un metro ochenta y cinco, de cabello anaranjado y ojos negros brillantes: estos son más grandes que los de Io, con la diferencia de que son algo caídos. Lleva una polera de cuello largo marrón, y un pantalón ajustado negro, zapatillas blancas. Se encuentra jugando a un MMORPG.
—Lo dice el panda pelirrojo que se queda hasta las cinco de la mañana jugando —lo molesta Io, sonriendo. Se nota que ya le está saliendo el dibujo—. Por cierto Chris, ¿Ya se actualizó el Craine?
—Y… ¿Qué crees que estoy jugando? —frunce apenas el ceño y ríe, va a la selección de personaje y deja esa pantalla cargando, acercándose—. ¡Me invitas para ignorarme~! —finge ahorcarlo por unos segundos.
—Cuidado~ Me vas a hacer salir mal —suelta el lápiz un momento para no equivocarse—. Vuelve a tu dungeon.
—¡Me niego! —le hace cosquillas en el abdomen al chico contrario.
—»Y el pelirrojo se acercó al joven de tez pálida y ojos bellos como las estrellas, tomándole por la cintura para darle un beso» —finge Kabuto que escribe en su novela aquello.
—¡Noooo! ¡No pongas eso! —dicen Io y Chris al unísono.
—Dejemos ese cariño raro un rato —les dice Kabuto en tono de regaño, jugando.
—Pero si tú eres el más cariñoso de los tres —arquea una ceja Chris y camina hasta él para empujarlo de la cama hacia el suelo. Simplemente lo molesta.
—Es que se ponen cariñosos sin mí —se peina con las manos tras la caída.
—아이고… —Io niega con la cabeza sonriendo y vuelve a concentrarse en su dibujo.
El silencio no dura más que la mitad de un minuto.
—Oigan chicos, ¿Saben qué? Ya tengo novia —les presume Chris, ya jugando de nuevo en la computadora.
—¿Volvieron? La otra vez dijiste que te dejó antes del viaje… —pregunta Kabuto con un tono de poca sorpresa, sin apartar la vista del aparato que usa para escribir.
—No, no es ella, es la anterior —responde animado, se ve que está ingresando a una mazmorra en Craine—. Me dijo que me da otra oportunidad.
—¡No! —reaccionan Io y Kabuto.
—Hazte respetar, maldición… En serio, deberías tomarte con más calma lo de tener pareja… Hablo de que no es para aceptar a cualquiera. No deberías volver con las mismas que te dejaron, ¡Y son cinco! —a Io no le gusta esa actitud de Chris.
—Bueno, tengo mucho amor para dar~ —hace cejas, mirando por un momento al chico de ojos grises.
Kabuto frunce el ceño y le da con la almohada en la cara.
—¡No! Me mataron… —Chris baja la cabeza, refiriéndose al juego. Le devuelve el almohazado—. ¡Toma esto!
—Serás buen amigo, pero en el amor eres un desastre, hombre… —Io termina el dibujo y comienza a bocetear siluetas de mujer—. Y, Kabuto, ¿A ti cómo te va en el amor?
—Y… Yo… —se queda con las manos lejos del teclado un momento. Tiene una expresión pensativa, con las mejillas algo rojas. Mira a Io despacio, luego baja la mirada. Luego voltea a ver a Chris. Juega con los dedos propios. Regresa la vista a Io y sonríe leve—. Quizás soy demasiado joven para pensar en eso.
—Supondría que me responderlas algo así —le devuelve la sonrisa y niega con la cabeza—. Tú no cambias, Kabuto —ríe Io y luego toma otra postura en la cama, sentándose de piernas cruzadas—. Seré específico y directo —los mira serio a ambos.
»Chicos, durante el viaje conocí a una chica. Sentí que era el destino porque… Había dos personas, un chico y ella que… Mh… —por alguna razón, no consigue explicarlo bien primero.
»Ignoren lo primero. Es como cliché de manga shoujo cuando la chica conoce al tipo en el primer capítulo, pero diferente. Resulta que a ella le gusta alguien, y dice que «está en proceso de superarlo», se nota que no avanzó mucho.
Él tuerce la boca, mirando hacia abajo.
—Entonces —Io prosigue—, estoy entre si la ayudo o no. ¿Sería un plato de segunda mesa? O lo dejo pasar, o intento que se le pase lo suyo y luego avanzo, o qué… —suspira y los ve, esperando una reacción de los dos.
Se escucha el ruido de una batalla del juego Craine, el viento de afuera, la tensión de la electricidad.
Kabuto y Chris miran fijo a Io, él también no aparta sys ojos, arqueando ambas cejas con una sonrisa tímida. Los dos toman asiento en la cama cerca de Io, y suspiran.
—Tercera opción —responden en la misma seriedad.
—Es la primera vez que haces mención de que alguien te llama la atención para algo romántico en la vida real.
»Si lo dejas pasar, quizás no te vuelva a suceder —expresa su opinión Kabuto, girando la mano una vez como expresión.
—Yo no soy el indicado para dar consejos, pero yo lo haría, o sea salir con la chica —sugiere Chris.
El par lo mira con una cara de «obvio».
—Gracias por escucharme, chicos —les da un abrazo corto—. Ahora, lo que no les dije… No tengo manera de contactarla. No sé dónde vive, no tengo su número, sólo sé que va a Tomoedo —ríe, rascándose tras la cabeza.
—Podrías visitar la escuela y preguntar, ¿Sabes su nombre al menos? —Kabuto lo observa, abriendo más los ojos y enarcando un poco las cejas. Parece curioso.
—Su nombre es Umi… Murasaki… —saca el diario que escribía anteriormente en la plaza y les muestra—. Algo así se ve.
Vuelve el silencio de los chicos a la habitación. Se fijan en el dibujo por unos minutos. Los tres llevan una expresión de pensativos. Se los ve a todos regresar al lugar en el que estaban, pero haciendo cosas distintas a antes.
—No la encuentro en mi blog, tampoco en el club de fans… Tienes una pista, tal vez no lee novelas de terror o suspenso, ni BL —le comenta Kabuto, bajando por la sección de seguidores de la página.
—En Book F no sale la foto de alguien como ella —busca entre decenas de perfiles—, pero hay varias que se llaman así… Siento que ya me van a matar por decir obviedades —Chris ríe un poco nervioso, cliqueando mientras busca.
—Menos mal que te das cuenta —Io lleva una mano a su frente, golpeándose suave—. No se preocupen ahora chicos, yo me encargo luego, igual muchas gracias por la intención —sonríe mirando hacia abajo.
—¿Y si bailamos algo? Hace rato que no bailo nada de Te*n T*p —Chris vuelve a sonar súper animado, mientras busca en el ordenador unos vídeos versión baile.
—¡Está bien! Hay que volver a ponerse en forma —Io, con sus ojos amarillos rojizos por dibujar, se apunta sin problema al instante. Se aprecian sus colmillos en su tierna sonrisa.
—Si no fuera por ustedes yo no bailaría, ¿Saben? —se queja Kabuto, arrastrándose por la cama hasta el suelo—. Voy a cerrar la ventana así no molestamos a los vecinos con el ruido.
Le dan «reproducir» al vídeo, y comienzan a seguir los pasos que ven en la pantalla. En la actualidad, esta actividad es bastante común en los adolescentes de Japón.
La habitación de Io posee gran espacio, así que no hay problemas cuando se cambian de lugares en la coreografía.
Los tres bailan coordinados ya que llevan mucho tiempo en eso, además de saberse de memoria cientos de canciones. Por supuesto, una nueva es más complicado. Chris escoge variado, entre canciones recientes y algunas que bailan siempre.
Al cabo de una hora, deciden tomarse un respiro. Io y Kabuto se acuestan encimados en el suelo, mientras Chris se pone a mirar por la ventana, que acaba de abrir.
—¡Aire fresco! —dice riendo suave y agitado, secándose un poco el sudor de la frente.
—Cierra la ventana, se va a ir el aire acondicionado… Aeish, a veces parece que lo haces a propósito —Io se levanta y lo empuja jugando—. Ya la cierro yo directamente —dicho esto, realiza la acción. De paso, también acomoda las cortinas.
—Y… Ahora, ¿Qué hacemos? ¿Volvemos a lo de antes, o qué? —les habla Kabuto, aún echado. No muestra intenciones de levantarse.
—Podríamos ver un dorama, o dormir… Ya es tarde, no lo sé —dice Io, dejando sus goggles sobre la mesita de luz.
—Pues durmamos… Aún no tengo sueño, pero quiero estar bien despierto para mañana…
»¡Ah, eso! Justamente, ¡Mañana almorzamos una parrillada en la mansión! Si ayudamos con el fuego y alguno va haciendo la ensalada, vamos a comer más —Chris se aleja de mirar por los vidrios.
—Suena muy rico~ Quiero comer~ —a Iole suena el estómago—. Ya quiero que sea mañana… Oh, es mañana —ríe suave—. Creo que ahora a mí me afecta la hora —dice mientras tiende su cama.
—Yo pensaba quedarme un rato más despierto escribiendo —menciona mientras se levanta despacio, pero en lugar de lo que planea, guarda la laptop en un bolso que trajo. También, del mismo saca su pijama.
—¿Dónde dormirán? Yo en mi cama —comenta Io a la vez que se quita todo excepto el bóxer, luego se echa sobre las sábanas hacia la parte opuesta a la pared.
—Hay espacio para todos en tu cama, es casi tan grande como la de Kabu… Cuando veo sus camas, sufre mi corazón. La mía es de una plaza, apenas quepo yo —ríe fuerte Chris, negando varias veces—. Igual dormiré en el placard.
—Yo en la cama también —ya en su pijama, Kabuto gatea hasta ponerse del lado contrario a Io. Da vueltas hasta quedar pegado y lo abraza.
—Oye, hace calor ahora —se queja Io con un puchero en sus labios, pero luego arquea una ceja, mirando hacia arriba con una sonrisa—. ¿Quieres saber… Qué siento cuando me hace calor? —cambia a una voz provocativa—. ¿Quieres saber? —se da vuelta, quedando ojo a ojo con Kabuto.
—No, no, hombre. Ahora no —se va hacia la pared, con el rostro rojo por completo, nervioso a decir por su mirada y manos.
—Sabes que no haría nada que no quisieras —ríe y se da media vuelta—. Yo sólo estoy jugando, del mismo modo que molesto a Chris —mira hacia un costado.
—Cierto. Si yo no te lo pido no harías nada… —vuelve a acercarse a abrazarlo, más tranquilo.
—Por cierto, si llego a salir con esa chica, ya eres consciente de que no voy a seguir siendo igual, ¿Verdad?
»O sea, sí puedo bromear como con Chris, decirte muchas cosas, abrazarte un rato… Pero no dejaría que me estés abrazando prácticamente desnudo, ni nada serio.
»Contigo siempre fue diferente que con Chris. Pero al salir con alguien, te trataré del mismo modo que a él, ¿Lo entiendes? No por nada malo —le menciona con un tono suave, aunque serio.
—Lo entiendo… —baja la mirada. Se levanta de la cama para recoger unas sábanas. Los tapa a ambos y se acomoda como estaba, otra vez.
—Espero que se vayan callando así dormimos, quiero comer rico mañana —dice en voz más alta que ellos Chris, molestándolos de broma.
Unos minutos después, recuerdan que deben apagar la luz, así que Io la apaga con el pie para no levantarse.
Chris se encuentra acurrucado en la cama del placard, tiembla un poco, calienta sus manos. Kabuto ya está tapado en un extremo de la cama.
Io, apenas cambia de posición. Sólo mira a la izquierda, con un brazo bajo la almohada, con el cuerpo descubierto.
Por la hora y como ya dijeron, la falta de sueño, les cuesta dormir. Hablan por momentos hasta que lo consiguen.
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[ 2014, Junio, 29 ]
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El clima se siente fresco y húmedo, un alivio teniendo en cuenta el día anterior. El cielo, semi nublado. Corre algo de viento. Para ser las dos de la tarde, es difícil que haga aumente la temperatura de nuevo.
A esta hora, Umi aún no almuerza. En su casa suelen comer desde las tres en adelante, con suerte antes.
Se halla en su habitación, chateando por Up con Chitose y Sakura, mientras en el ordenador compone música en un programa con el que está casada, Strawberry Studio. Lo descargó unos meses atrás, y debido al viaje tuvo que dejarlo unos días.
Se la ve impaciente, frustrada, por momentos animada, a veces tiene cortes de inspiración por tantos fallos.
A unos minutos de terminar una base, le llaman para almorzar. Durante la comida, continúa chateando con sus mejores amigas, acordando en dónde juntarse.
También, de a ratos chatea con Yuu, quien por suerte no perdió el celular, pero no lo usa seguido por vivir ocupado.
La comida no es mucha, así que termina rápido y vuelve a subir a su cuarto. Apenas pone un pie, suena el teléfono de la casa. Tiene que apresurarse otra vez, porque sino el ruido de llamada podría molestar a los demás.
—¿Hola?
Pregunta Umi. No se oye nada, y luego suena «usted tiene mensajes nuevos». Ella corta y deja el aparato en el suelo, desilusionada. El objeto posee un problema, a veces suena de la nada y no llama nadie.
—Voy a dejarlo cerca, por las dudas… —lo levanta y lo coloca sobre el escritorio de la computadora.
Continúa haciendo música, hasta que dentro de su mente vienen recuerdos de su sueño. Piensa en las flores, y en Io en parte. Cambia de inspiración, le dan ganas de dibujar.
Guarda el progreso de la canción, y se va por unos útiles y hojas. Aún no tiene una tableta digitalizadora, así que suele hacerlo en tradicional y después remarcarlo con el mouse.
Se sienta en el suelo y acerca la mano a las hojas, a punto de asentar la punta en una, y otra vez suena el teléfono. Atiende con la zurda.
—¿Hola…? —habla suave, preguntándose quién o qué será esta vez.
—Holo —se escucha una risa graciosa del otro lado.
—Ah, Yuu —sonríe, aún mirando hacia el papel—. Pensé que sería la contestadora de nuevo —ríe también—. Estaba por ponerme a dibujar, pero… No sé, ya me mareé.
—¿Estás bien? —pregunta con un tono preocupado. Desde su lugar, se ve que anda acomodando ropa en su cama.
—Sí, sólo que crasheé de ideas. Quiero hacer varias cosas a la vez —ríe, dejando el lápiz en el suelo.
—Aeish, idiota… —niega con la cabeza—. Ey, ¿Qué quieres hacer hoy? ¿Te gustaría salir un rato? —termina de doblar las camisas.
—¿Qué…?
Umi se siente aún más confundida. Le duele el pecho del lado izquierdo. Eso significa que no es un mal presentimiento, pero sí una decisión difícil.
Después de varios días de no haberse encontrado frente a frente, sería un momento perfecto para reconciliarse por completo. Eso piensa, por una parte.
Por otra, cabe la posibilidad de que Yuu haya peleado con Sakura y quiera usarla para distraerse, esa idea le molesta. Además, Umi, que está intentando olvidar el hecho de que ya no es así con ella seguido, no le favorece.
¿Disfrutar algo que sabe que no durará y nunca tendrá para sí, o acostumbrarse lento a que no suceda nada romántico?
Umi no quiere salir a solas con él, porque ahora mismo no sería una salida de amigos como tal.
Mientras él y ella continúen con esos sentimientos cruzados, salir solos significa peligro.
Significa que Yuu podría besarla. No es bueno eso, intenta dejar de pensar en él en modo de un interés amoroso.
—Yuu… —suspira y sonríe, cerrando los ojos—. Sí, me gustaría salir, por eso iré con Sa y Chi hoy, ayer no salimos.
—Ah… Bueno, pero… Mmm… Nadie puede rechazarme a mí, ¿Estás segura de lo que dices? O sea, te estoy dando la oportunidad de cambiar de opinión —Yuu no suena muy a favor de la respuesta anterior.
—Sí, segura. Tú tienes amigas, yo también, ¿Cuál es el problema? —contesta tranquila, no siente que haga algo malo.
—Pues, ninguno, está perfecto. Ya me habían invitado a otro lugar hoy y no tendré que cancelar —suena molesto, sarcástico, incluso se oye un chasquido de su lengua.
—Está bien… Me alegra entonces, ojalá te vaya bien en eso, ¿Quién te invitó?
—Una amiga.
Es la respuesta que siempre le da cuando quiere sonar misterioso, ya lo conoce.
—¿Una brasilera? ¿O alguien de aquí? —pregunta de verdad curiosa, no celosa ahora.
—Brasilera. En fin, estoy ocupado así que adiós —dicho esto, corta la llamada.
Umi se siente extraña. No sabe si estar bien o mal. Por lo visto, todo vuelve a ser igual. «Probablemente llamará a Sa».
Suspira y lleva las cosas a la litera para dibujar. Ahora le surgen ideas diferentes: ojos llorando, nubes, bocas tristes, chicas con sonrisa grande, con ojos vacíos.
No le toma mucho tiempo, es lo que siempre dibuja cuando se siente mal. Y ahora cae, en que no es feliz. La etapa que atraviesa de tal aceptación es difícil.
«¿Cómo ser feliz si no volveré a ser amada nunca? ¿Cómo se es feliz sola? Mucha gente lo es… Creo… Debería ser más agradecida con la vida. Ahora tengo amigos, ya no soy pobre, ya puedo comer. Ya no me hacen bullying todos los días».
«No estoy del todo sola. Sa y Chi son mis amigas. Ellas me quieren de verdad. Incluso Yuu me quiere… Le gusto… ¡Pero yo quiero algo permanente, algo serio! ¡O es sí o es no! No que hoy sí y mañana no… Aunque fuésemos las dos a la vez…».
Ella sabe que Yuu cambia todo el tiempo, y le sigue afectando. Entre todo lo que piensa, lo expresa en lienzo.
Apenas termina de marcar sus ideas, cambia de posición. Deja las hojas de lado, mirando a la pared mientras continúa perdida en su mente.
—De suerte estoy sola en mi habitación… —una lágrima resbala por su mejilla—. A ver. Sí, extraño quien era antes, extraño quién era yo… Extraño estar hiperactiva…
»Pero… Lo extraño a él también… ¿Por qué Dios no me presentó gente que me trate bien antes de Yuu? ¿Por qué no me quiso dar amigos antes de él…?
»Si yo hubiera tenido otra infancia, y amigos antes de los catorce, si nadie me hubiera tratado tan mal…
»Yuu sería sólo un gusto pasajero… Siento que tiene tanto peso porque es mi primer amigo, la primera persona que me hizo sentir feliz, y mi primer amor a la vez.
Se da un par de palmadas en el rostro con la intención de «hacerse reaccionar». Odia esa parte de sí misma.
Según Umi, su mayor defecto es cuando está triste, porque su personalidad se torna molesta para su entorno. Todos se quejan cuando se siente mal y la mandan a callar en la mayoría de los casos. Sólo Chitose le tiene paciencia, a veces.
Umi detesta que no pueda mantenerse animada todo el tiempo, aunque reconoce que nadie es capaz, que existen otros sentimientos que lo condicionan.
Pone una alarma en su celular para descansar de «actuar como estúpida» a su parecer. Se se concentra en imaginar historias aleatorias y así adentrarse en el mundo onírico.
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Dentro de otra casa, se ve a Sakura con su cabello lacio completamente suelto, sin sus trenzas. Parece a punto de tomar una ducha, por cómo no se halla vestida frente a la puerta del baño. Tiene una discusión por llamada.
—Uhm, no Yuu. Es una salida de chicas, hace años que hacemos eso —dice con una voz quebradiza.
—Oh, ¿Por qué? —se queja, molesto—. ¿No dicen siempre que soy una más? ¿Por qué ahora no se aplica?
—Existe una cosa que se llama espacio personal, y no lo entiendes. Algún día lo entenderás —oprime el botón de colgar.
A pesar de esa actitud tan firme, a Sakura se la ve mal. Se acerca a la ducha y abre la llave para dejar calentando el agua. Mientras espera, se sienta en la esquina del baño, suspirando.
—Siempre tuve ese espacio, no le voy a permitir que me lo quite —se jacta, llevando una mano al pecho propio en forma de puño.
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Como si tratase de una transición, ahora se muestra la casa de Yuu. Está sentado en su cama, en una habitación no muy amplia. Hay un armario hacia la derecha de esta, un mueble con un espejo a la izquierda; ambos pegados a la pared.
Una pila de libros también. Las paredes son similares a las de la casa de Umi, pero el suelo es más obscuro. También tiene una mesa con una lámpara.
—Sí, es cierto que me invitó una amiga, sólo no quiero ir allá, quiero salir con Sakura… O Umi… Mmm… ¿Y si Chitose sí me deja ir? —marca a su número y suena el tono.
—No —la llamada se corta al instante.
—¿Pero qué les pasa? Sí sé lo que es el espacio, no me gustaría que alguien tuviera mi contraseña de Book F…
»Ah, cierto, Umi la tiene. Ya la voy a cambiar —saca los auriculares de bajo su almohada y el móvil del bolsillo. Escoge una canción para escuchar, a la vez que concluye con lo propuesto—. Si es que estuvo leyendo algo no importa, no me dijo nada… Va, es confuso, tal vez Sakura tiene algo de razón…
En el Book F hay mensajes de la chica quien le invitó, y sin excusas no tiene otra alternativa que ir, si no quiere mentir.
—Bueno… —suspira pesado—. Yo quería salir con Umi o Sakura…
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Unas horas más tarde, a las 18:00 PM suena una alarma. Es la hora de despertar para Umi. Se levanta rápido de la cama y se dirige al baño al baño. Lava sus dientes y se peina con agua, no toma un baño porque lo hizo más temprano.
Se arregla un poco, un simple delineado en los ojos. Se asoma a la ventana de su habitación para revisar el cielo. «Está nublado, casi negro el cielo… Ah, maldita sea. No tengo paraguas… Nos vamos a enfermar».
Agarra las prendas de la cercanía, vistiéndose con un pantalón negro ajustado, una polera de cuello escotado de color mostaza, y un chaleco gris obscuro con capucha.
Sumado a eso, sus borceguíes de siempre, las cadenas colgantes a donde iría el cinturón, y en sus manos unos guantes cortados en la parte de los dedos, rayados entre gris y negro.
Recoge el dinero que llevará, el móvil y los auriculares, seleccionando en el reproductor «Ai-ing Aish*teru – H*y!S*y!JUMP» y así sale de su casa.
Siempre le incomodó caminar sola en silencio, así que por lo general lleva música. Y si no, canta ella en voz no muy alta, no busca llamar la atención. Aunque claro, a veces se distrae y suena algo más fuerte.
Las chicas decidieron encontrarse en la plaza central Niiro, que no es muy lejos de su casa.
El recorrido mental lo tiene memorizado para ese lugar: al salir de la puerta, ir por la misma cuadra hacia la derecha. Luego, al llegar hacia la esquina, cruzar hacia su mano izquierda. Caminar cuatro cuadras hasta la plaza Ichiro.
Luego, cruzar en la esquina superior derecha de allí, hacia la cuadra de en frente. Y desde esta, literalmente hacia el norte. Seguir derecho por esta y doblar en la esquina.
Allí se encuentra la secundaria Tomoedo. Y desde esa esquina, caminar dos cuadras hacia el norte. ¡Y listo, Niiro! Ahora falta hacerlo. Son sólo tres cuadras desde Ichiro.
Casi cuatro minutos luego, la canción que suena cambia, olvidó desactivar la reproducción aleatoria.
Escucha «O*ly U – V*XX». Esa canción le trae el recuerdo de siempre: Una llamada a las siete de la mañana y ella sin dormir. Mina llega a su casa y la lleva a la terraza, juegan y hablan. Comienza una tormenta y los mandan por las compras.
Luego almuerzan pizza y él le da de comer, juegan y bailan, escuchan música y se queda hasta las 23… Todo eso viene a su mente, porque esa canción era el tono de llamada que tenía, más fácil aún asociarlo con el clima actual.
Siente una melancolía por escuchar, aun así, no cambia la canción, es su favorita de ese grupo.
Otros pocos minutos, suena «Only Le*rned Bad Th*ngs – B*A4». Eso la hace sonreír porque recuerda el vídeo, el mini baile, los conciertos en vivo.
Ya con esta última llega al centro de la plaza. Al parecer las chicas aún no han aparecido. Hace pucheros y da vueltas alrededor de la fuente.
—Entiendo que vivan lejos, pero lo mismo no me gusta la impuntualidad… —tuerce la boca hacia la izquierda—. Debo ser paciente —se sienta en un banco y mueve las piernas, inquieta, mirando del cielo al suelo.
Los domingos son muy vacíos en esa zona de Tokio. Apenas una o dos personas atraviesan las cuadras. Resuenan las pocas pisadas, haciendo imposible ignorarlas.
Umi gira la cabeza en dirección de las que escucha que se acercan a ella, y no se equivoca. Alguien se ubica a su lado.
—Disculpa, Umi. Voy a estar más ocupado ahora —se lo ve decaído, cabizbajo, su cabello negro rojizo le cubre los ojos. Mantiene la distancia aunque se encuentren en el mismo banco.
—¿Sí…? —no tiene idea de quién es el chico que está allí. No reconoce ni su voz ni su aroma, mucho menos su rostro.
—Estoy terminando mi trabajo, así que nos veremos muy poco. Tan pero tan poco, que es deprimente. No me esperes más. No me vas a ver casi nunca, y no exagero —el joven suspira.
Va vestido similar a ella en estilo, podría decirse. Una camiseta sin mangas negra, borceguíes de ese color, pantalones verdes con manchas obscuras, y cadenas. Si nadie los conociese, pensaría que van a juego.
—¿A qué escuela vas? ¿Es tan difícil el trabajo que debes dejar la preparatoria? —no sabe cómo responderle.
«Me siento mal por él. Me habla como si lo conociera, y me cuenta todo. Ni siquiera se presentó, a diferencia de Io que también hablaba así de fluido… Y si Io sí se presentó, significa que esta persona sí me conoce». Lo mira con curiosidad.
—Algo así. Te prometo que… Aunque esté lejos, seguiré pensando en ti. Estaré ocupado, y probablemente casi nunca te hable. Por eso te aviso.
»Quizás me encuentres una vez cada muchos meses —se levanta el cabello de los ojos, y se sienta erguido—. ¿Vas a estar bien sin mí? —arquea las cejas.
—Creo que… ¿Sí? Digo, nunca hablamos seguido… Al punto de que no sé quién eres —confiesa, y suelta un suspiro largo—. Perdón por eso. Igual, te deseo suerte.
—Te diré algo —achica la vista y enarca las cejas, sonriendo—. Me encontrarás por más tiempo en unos años. Pero este año, y el que sigue, quizás sólo una o ninguna vez. Igual, te lo digo a propósito, porque sé que no lo recordarás —ríe bajo.
Esa risa tan extraña… Tan particular, graciosa, aguda, diferente. Umi abre más los ojos, ladeando la cabeza. Por un segundo, su silueta se vuelve más nítida en su memoria.
—Oye… Tú… Siento que te he visto antes, de verdad. ¿Veníamos aquí? ¿A comer o algo así? —le da bastante intriga.
—Tú… —toma más distancia, poniéndose de pie fuera del asiento—. Perra insolente… —ahora él suspira, negando con el ceño fruncido, más de lo que ya lo tiene por naturaleza—. Por lo que noto, el sonido sigue siendo tu mayor compañero…
»Aun así, nunca va a ser suficiente. No podrás superarme.
El joven se da media vuelta, y camina a un paso lento, alejándose de lo que Umi alcanza a observar con sus lentes.
Ella piensa en lo que mencionó sobre «no verse por años, o más de una vez al año». Si algo es seguro, es eso. Literalmente lo que él dijo, que no debe esperarlo pronto.
Por otro lado, le causa intriga tanto misterio. No es irrelevante. Debe recordarlo, hasta que ese tipo regrese.
—Debo… Recordarlo. Debo recordarlo —se repite, cerrando los ojos, agarrándose de las sienes—. No me debo olvidar de esto. Es importante. Es una advertencia, no un saludo. Esa persona quería hacerme daño recién, olí su hostilidad…
»¿Cuántas veces se habrá acercado a mí? ¿Por qué? ¿Me verá una vez o menos al año, y no me hablará? ¿Para qué? ¿Era un amigo con quien me peleé? ¿O es un acosador?
Siente muchos nervios, por lo que lleva la mano derecha a su hombro izquierdo. Respira agitada.
«No debo esperarlo, pero sí recordarlo… Es peligroso. Es peligroso. No debo olvidarlo… No debo… Debo recordar… Recordar para que en unos años, cuando vuelva a hablarme…».
Un mareo se apodera de ella, causándole que casi pierda la visión por unos segundos, similar a cuando uno se va a desmayar (o en el caso de alguien con mala salud, estar sentado un buen tiempo y levantarse de golpe).
—Debo… Algo debía hacer. Sé que estaba hablando con alguien. Recuerdo… Que hablé con alguien —se suelta el hombro, mirando a los lados—. No hay nadie en la plaza, pero… ¿Habrá sido mi imaginación?
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Al cabo de veinte minutos, llega Chitose muy animada y saluda a Umi con un abrazo.
Apenas se ubican en el banco, Sakura llama a la segunda, avisándole que el autobús llega algo tarde y se retrasará. A ninguna de las dos del otro lado de la línea le sorprende, así que se quedarán aquí para esperarle.
—Chi… Te haré una pregunta muy directa y necesito que me respondas, por favor —le mira fijo, jugando con las manos propias, colocándolas una encima de otra.
Aún posee dudas sobre lo sucedido un rato atrás, esa sensación de haber conversado y que nunca haya sucedido. No obstante, ¿Cómo podría preguntar eso? ¿Siquiera tiene sentido? Busca qué otra cosa en su cabeza sonaría natural de ella.
—Okey, lánzalo pues —ríe un poco, alzando los hombros.
—¿Crees que me sigue gustando mucho Yuu? —se muestra muy nerviosa y preocupada, aunque es por otra razón.
—Mira… Es obvio que aún no lo superas, pero no te estanques, ya sientes menos y yo lo veo. Pero tampoco puedo decir que no sientes nada.
»Sólo no te preocupes, y no te cierres a conocer a otras personas, no es la única persona en el mundo —le dice en detalle, con una expresión tranquila.
—Mh… Es muy difícil conocer a alguien mejor… Digo… Alguien mejor que se dije en mí —entrelaza los dedos de la izquierda con la derecha—. A decir verdad, desde lo de Yuu no me esforcé ni en hacer nuevos amigos.
»Él era quien antes me decía que hable con la gente, pero se contradecía, porque cada vez que le daba mucho tiempo a otro chico le molestaba.
—Gran señora estúpida —ríe, llevando una mano al rostro propio. Con las yemas de los índices y mayores se toca las cejas. Niega con la cabeza—. En ese entonces le gustabas.
»Por eso quería tenerte para él, pero su sentido común no le dejaba expresarse por completo… Ya Umi, si quieres pensar en él, piensa, pero cambia la forma de verlo. No está mal si se arreglan, pero arreglarse no quiere decir ser pareja.
—Sí… Entiendo a qué te refieres… —tuerce la boca y se come superficialmente el labio superior.
Cada vez recuerda menos lo que de verdad quería preguntar, ya que lo que Chitose dice le sirve mucho. No es lo que busca, no obstante, es muy útil.
—Quizás lo mejor para ustedes es ser amigos, ¿Entiendes? No será mejor en el sentido de romance, pero sí de amistad, y eso no es malo, para nada —le da una palmada en el hombro, mirando hacia el frente y de nuevo a ella.
—Sí, no voy a decirte que no tienes razón… Pero… —baja la cabeza por un momento y luego la mira otra vez—. Agh… No importa. Gracias por escucharme, y perdón, estoy muy confundida. Sólo quiero no sentir esto que siento por él y verlo como un hermano o algo… Así.
«Olvidé algo. Quería decir algo pero ya no recuerdo qué era. ¿Qué quería decir? ¿Habré pensado algo tan rápido que se me olvidó? Si no recuerdo nada hasta dentro de un rato, imagino que no debe ser nada importante».
—Haz lo que te haga sentir mejor —Chitose le sonríe—. No me voy a enojar contigo, igual lo que quieres hacer ahora mismo está perfecto, sino seguirás sufriendo…
»Tú y Sakura, no sé qué le vieron a ese demonio, pero voy a seguir en mi posición neutral. Las puedo consolar a las dos, pero no esperen que haga mucho si no se ponen de acuerdo.
—Chi, no hace falta que seas neutral… Sí quiero que ayudes a Sa con Yuu. Yo también lo haré, si él ahora quiere estar con ella, y ella es feliz con él, no seré egoísta y los ayudaré… Si de todas maneras ya los shippeamos.
—Pues como gustes —alza los hombros y esconde los labios en una línea—. Sólo recuerda las cosas que me dijiste, porque no quiero quejas después —niega con la cabeza, mirándole con una ceja arqueada.
»Si quieres que actúe con acciones, prométeme que intentarás alejar tu amor de ese chico, y no vas a arrepentirte.
—Te prometo que haré lo imposible para superarlo, porque quiero que Sa sea feliz —tiene una expresión decidida.
—Tú también, gran señora estúpida. También serás feliz con el tiempo —la despeina con ambas manos—. Sólo ten paciencia y no te cierres.
Continúan hablando acerca del tema y ramas, hasta que a las 19:22 PM llega Sakura. Ella abraza a Chitose y a Umi no por un momento. Muestra que es broma, mientras ríe luego la abraza también.
Salen de la plaza central y, a pedido de Sakura, caminan hacia un pequeño centro comercial al que coloquialmente la gente de la zona le llama «shopping».
—Ey, ¿Podemos jugar al Pump? —lo primero que Umi piensa al pasar, la sala de juegos.
—Ahora no hermana, quiero ver ropa —la pequeña Sakura opina, señalando una vidriera, tocando sobre el cristal.
—Yo me a punto a donde decidan —ríe Chitose, mirándolas a ambas.
—Chi, quieres ver arder el mundo —Umi la empuja leve, jugando—. Vamos al Pump~
—Primero veamos ropa —le jala de la manga a ambas chicas, mirando a una y luego a la otra—. Por allá, hay unos cosplay que quiero comprar.
—Uh~ eso cambia la cosa —ríe Umi, mostrándose notoriamente más interesada en la propuesta—. ¿A ver?
—Fufufu~ —ríe también Chitose, dejando salir una mirada pervertida—. Muestre.
Las chicas se dirigen a un local que se halla en frente de las escaleras de la sala de juegos.
Al concentrarse en sus conversaciones, Umi no se percata de que aquel chico Io pasa detrás de ella, y él tampoco la ve por la misma razón: está abstraído por hablar con sus amigos.
Siguiendo a este otro trío, la vista se enfoca en la mencionada y querida sala de juegos.
—¿Con quién voy primero? ¿Contigo, o con Chris?
Pregunta Io animado, escogiendo la velocidad en la plataforma del Pump.
—Chris es mejor, déjenme el tercer crédito —sonríe apenado Kabuto, rascándose tras la nuca como expresión.
—¡Yahoo! Rápido, rápido Io, escoge una canción —Chris festeja y sube del lado del segundo jugador.
—Sí, sí~ —elige «U de S*per J*nior» en dificultad difícil.
—Tres, dos, uno… —Kabuto cuenta para que comience la canción, y filma a ambos con su móvil.
Los chicos tienen una adaptación de esa coreografía para bailar la de allí. No se equivocan en los pasos; tras haberlo practicado el día anterior, pueden moverse con gran fluidez.
—Luego lo hagamos en dificultad crazy —dice Io agitado al par, bromeando. Todavía lleva las manos sobre los muslos propios, algo agachado.
Por lo general, uno se cansa mucho hasta que termina varias canciones. Sin embargo, el Pump de este «shopping» tiene poco mantenimiento y es necesario pisar con demasiada fuerza.
Sumado a ello, el hecho de que no es lo mismo un juego de pies que las coreografías movidas que requiere el aparato. Es una mezcla de atención a la pantalla, a las pisadas y a los pasos.
—Vamos a morir, juguemos otra en crazy —Chris le contesta con la misma respiración desastrosa.
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Mientras tanto, en la tienda de ropa, se sigue viendo a las tres mejores amigas entusiasmadas. Señalan varios cosplay y opinan sobre telas.
Sakura y Umi gustan de disfrazarse de personajes, aunque siempre tardan mucho en ello por lo costoso que es. Ahora, ambas suspiran viendo unas telas brillantes.
—Quiero hacer cosplay de Mad*tsuki… Pero también de *B… ¿Qué debería hacer? —pregunta la bella Sakura en tono de preocupación, llevándose una mano a la comisura de los labios.
—¿Tanto te gustan los juegos que te pasé? —ríe Umi—. Creo que por tu cabello te quedaría mejor, pero las trenzas también me gustan cómo te quedan —juega con algunos mechones de la contraria, enrollándoselos en el índice.
—A mí me gustaría hacer de Int*gra, pero… —se mira en un espejo de la tienda—. Me faltan pechos, y mi piel quedaría rara, que se le va a hacer —niega con la cabeza, riendo—. De todas formas no lo haría, qué flojera.
—Ay Chitose, pero qué vaga, o sea, o sea.
Sakura hace una voz molesta de chica «de alta clase» a propósito, hasta que Chitose la abofetea jugando.
—Bueno, bueno —ríe divertida la morena, intentando cubrirse el rostro.
—Animales bellos, deberíamos movernos de aquí, si no vamos a comprar nada.
—Es cierto… —Umi forma un puchero con sus labios, frustrada—. Vamos al —su estómago suena—. Mh… A comer.
—¿Qué lugares de comida estarán abiertos los domingos?
Se pregunta en voz alta Sakura, saliendo de la tienda.
—Ah, cierto, cierto… Estamos en domingo. Pero qué astutos los de esta tienda, abrir un domingo —observa Chitose, caminando en reversa hacia fuera.
—Lo que yo sé que normalmente hay son hot dogs, eso casi siempre… Y alguno que otro lugar de licuados… Oh, heladerías también —Umi conoce de comida, de hecho, es de la única forma en la que consigue ubicarse lo mínimo por el centro.
Chitose y Sakura se miran, quedando en silencio un momento y ríen.
—Helado no —ríen las dos.
—Está bien, comamos hot dogs por —señala un camino, ya en la salida del shopping— allá, ahí no cuestan mucho y son muy ricos.
A Umi continúa rugiéndole el estómago de tan sólo pensar en comer. Extraña aquel sabor y hace mucho que no prueba nada con aderezos, así que no siente culpa. Pensando en su peso respectivamente, se le ocurre una idea.
—Ey chicas, ¿Quieren ir a pesarse? Pasó un buen rato de que no hago eso tampoco.
—¿Y qué otra cosa no hiciste? —ríe Chitose, negando con la cabeza—. Bien, vamos pues, en el camino había una farmacia con balanza, ¿No?
A un par de cuadras caminando, llegan con facilidad. Como las tres son de querer cuidar su figura, se ponen algo nerviosas antes de subir. Dejan sus bolsos y demás a un costado. Primero se pesa Umi, quien busca contagiar los buenos ánimos.
—Dice… Cuarenta y seis kilos… Ay no —forma un puchero con los labios, a la vez abriendo más los ojos—. ¿Cómo haciendo subí dos kilos?
—Ay Umi, para tu estatura está bien, o sea, un metro cincuenta y cuatro, eres… —Sakura no puede evitar reír—. No estás gorda, pero enana sí —trata de animarle de otra forma al parecer—. ¡Me toca!
Umi se mueve, así dándole el turno a Sakura.
—Cuarenta y siete… —le hace espacio a la otra, bajándose con cuidado—. Para un metro sesenta y dos está bien.
—Yooo… Peso cuarenta y seis. Vaya, creo que hasta estoy delgada de más —ríe, mirando unos números que hay a su derecha—. Según la tabla, para un metro sesenta y cinco, estoy bien, perfectamente.
—Así que tú saliste siendo la más delgada… —Sakura juega con el cabello propio, en específico los flequillos—. Igual estoy bien así, no necesito ser más delgada.
Umi y Chitose ríen viendo el auto convencimiento de su mejor amiga y luego le abrazan.
—Ya, tranquila Sa, sigues siendo hermosa —la despeina con una mano Umi.
—Animal —le revolotea el cabello también y la abraza por la espalda—, disfruta la vida y ve pensando qué salsa ponerle al hot dog —se separa de ella.
Luego de recoger sus cosas del suelo, Chitose les toma por las manos disponibles a ambas. Continúan por el camino.
«Chi estuvo actuando muy raro estos días, demasiado cariñosa y amigable. No será que…». Umi se preocupa.
—Chi, ¿Te estás por morir? —alza la vista hacia ella.
—Cada pregunta que me hiciste hoy —suelta una carcajada—. ¿Qué rayos, gran señora estúpida?
—Es que estás muy cariñosa —le responde, avergonzada.
—Ah, es verdad —Sakura muestra intriga, mirando a Chitose con una cara tierna—. Casi siempre nos mandas a la mierda cuando intentamos abrazarte, o cuando-
—Ya sé. Estoy intentando cambiar. A veces me sale bien, pero no siempre —confiesa, mirando hacia arriba y a un costado.
—Ooooh~ —el par asiente, satisfecho con la información.
Luego de avanzar cuatro cuadras desde allí, se sitúa el puesto de hot dogs que más le gusta a Umi, uno que abre todos los días excepto en feriados no laborales. No es muy grande, así que ella les sugiere comprar y salir.
Después de escoger los aderezos, se van del local.
—Uhm, hermana… En onda te digo, creo que ya somos grandes para ir por la otra parte del centro, ¿No te aburres de andar en esta parte que parece un pueblo? —cuestiona Sakura, exponiendo su opinión—. Rara vez vamos más allá —da una mordida a su comida.
Umi y Chitose se miran entre sí, pues es Umi quien les había pedido ese favor antes. Ella siempre tuvo mala orientación.
Luego del parque Saniro se encuentra un lugar muy grande, por lo que si ocurriera cualquier inconveniente y la dejaran sola, no tendría cómo volver (su familia no la buscaría).
—Umi… —Chitose deja salir un suspiro largo—. Sakura tiene razón.
—Mira hermana, es cierto que siempre te digo que pagues porque soy tímida, y que muchas veces actúo como niña contigo… Pero nunca sabrás ubicarte si no comienzas a ir más lejos seguido.
»Te prometo que no te vamos a dejar intencionalmente sola, pero vayamos seguido al verdadero centro —le toma la mano que no está ocupada.
—Perdón… Y gracias por haberme acompañado varios años por esta parte. Lo que no entiendo es por qué ustedes no salieron juntas seguido para allá.
»Supongo que tendrán sus razones. Bueno, comenzaré a conocer más y a prestar más atención.
Las chicas rodean a Umi con sus brazos.
—Sí fui sola muchas veces, la cosa es que Chitose y yo no mucho. Ya sabes, siempre buscamos juntarnos todas —le sonríe, explicándole sin miedo—. Ahora estaba molesta, y exploté.
—Qué confusa es esta conversación —ríe divertida Umi, rascándose una mejilla con el índice—. ¿Por qué no sabían qué lugares abren los domingos? O sea, para ir a comer —no lo entiende, de verdad.
—Pues porque no salimos a comer los domingos —la gótica sonríe de lado y niega—. Gran señora estúpida, deje de hacer preguntas tontas y camine —le da unos pequeños golpes en la espalda.
Sakura y Chitose la sueltan para que se mueva.
—Uwwa~ Parece que me quieres arrestar si lo dices así.
Comenta Umi, terminando su comida, mirando en la dirección de ellas.
—Tiene derecho a guardar silencio —Sakura le sigue el juego a la otra.
—¡Eh~! No me callen, malditas —frunce el ceño, haciendo pucheros por un momento, pero a los segundos cambia la expresión—. ¿Y a dónde quieren ir?
—Es domingo, reiterando reiteradamente —molesta Chitose, haciendo volar su cabello con un movimiento de la cabeza—. ¿Quieres saber a dónde? En el futuro, yo no tengo idea.
—Yo tampoco sé a dónde… —Sakura habla con una voz muy suave riendo, mientras mira hacia abajo.
—¿Y entonces por qué tuvimos esa charla? —fija la vista en ellas, achicando los ojos. Luego enarca una ceja—. Aeish… ¿Después decidimos entonces?
—Sí —responden ambas.
—Resumen de nuestro día: es domingo, Chitose nos mueve y Sakura quiere llevarme la contraria —bromea Umi, negando varias veces mientras alza los hombros.
—Ay Umi, pero qué desubicada. Piensa en nuestros sentimientos, o sea, o sea —Sakura hace nuevamente esa voz de «chica de alta clase» y ríe.
—Umi, gran señora estúpida —la mueve hacia ambos lados, jugando. Sus ojos muestran como si riera, aunque sonríe.
—Oigan, ¿A ustedes las llamó Yuu también? —recién sale el tema, de parte de Sakura.
—Recuerdo que dijiste que te pidió venir con nosotras, y que le cortara si me llamaba… Pues sí, le corté —Chitose le mira con una expresión pensativa.
—Ah… —Umi no estaba enterada de eso—. A mí también me llamó, obvio que le dije que no.
—Menos mal —Sakura termina de comer y le rodea la cintura en un abrazo—. Hermana buena~ No te dejaste llevar por su voz —se apega a su mejilla.
—Oh, su voz —sonríe hacia la derecha y mira abajo. Suelta el aire un poco más lento.
—Hermana —hace una voz tierna, de preocupada. Le agarra despacio por el hombro—. Estás muy rara hoy… Sé que hiciste bromas y eso, pero, no como siempre. Pareces triste.
Lo gracioso es que Umi no recuerda el porqué. «¿Tenía que ver con Yuu? Creo que me sentía mal por eso de… Alejarme. Aunque tengo la sensación de que había algo más, porque si me pregunto en mi cabeza qué me tiene mal, la respuesta es «no sé»».
—Perdón, tienes razón. Igual, me siento mucho mejor que más temprano, en serio. Pero creo que, por confundirme, y el miedo de una cosa, y de otra…
»No sé. Me dirás que estoy exagerando, pero siento que es todo de golpe… —mira a un costado, luego a ella de nuevo. Intenta decirle algo más pero no encuentra cómo—. Primero quiero disculparme bien por lo de no ir al centro más grande.
»Sé que me perdonaste, pero quiero darte la razón de nuevo, y decirte gracias. No puedo avanzar si sigo en una burbuja, y ustedes junto a Yuu de a poco me van sacando… Eso en serio les agradezco.
Las dos chicas la escuchan con atención a Umi.
—Soy una miedosa, y lo acepto, pero ese es el primer paso… De verdad voy a intentar ser mejor, hasta yo me estoy cansando de temer… —tuerce la boca—. Gracias… Y, te quiero ayudar a ti —mira a Sakura—, a que seas más cercana a Yuu.
—¿A que seamos mejores amigos? —le sonríe animada, moviendo los brazos hacia los lados.
—A que salgan. Me refiero, a que le gustes como te gusta a ti… Incluso tú pudiste notar que a mí me gustaba, pero no lo reconoces en ti —ríe Umi, y suspira con una sonrisa.
—¿…Me gusta? ¿De verdad me gusta…? —su rostro se torna rojo—. Sabía que yo le gustaba un poco… Yo a él.
—A veces —agrega Chitose, quien siempre se muestra observadora—, uno necesita de terceros para darse cuenta. También te ayudaré.
—Muchas gracias~ Creo… Ay, ya me voy a confundir también… —ríe, aún más sonrojada que antes—. Chicas, gracias… Gracias…
—Ya ves por qué te digo que es de golpe… Bueno, me pasaron últimamente muchas cosas de repente, que no me esperaba varias. Otras sí, pero no sabía que serían tan pronto.
—A todos nos pasan cosas, sólo que no nos hacemos tanto la cabeza —comenta Chitose su punto de vista.
—Sí Umi, o sea, qué exagerada~ —bromea otra vez Sakura, dando una vuelta alrededor de su amiga.
—Cállese usted, que se arma ideas como ella o peor —la gótica le empuja suave, interrumpiendo su mini caminata.
Ríen las tres. Es una tarde, casi noche, de confesiones. Durante el viaje, todos trataron de pasarlo lo mejor posible, pues la idea era divertirse, y debido a eso, no hubo muchas conversaciones profundas de manera intencional.
En el círculo de Umi, todos son muy expresivos, y la mayoría de decir lo que sienten.
Esa es una de las principales razones de por qué se siente cómoda con sus amigos. No todos sus pensamientos, aunque en general, son sinceros con ella.
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Transcurren unos veinte minutos y por fin se hallan en «el verdadero centro de Tokio». Esto se ubica, literalmente a un par de casas del parque Saniro.
Se aprecia una gran cantidad de carteles y pantallas por todos lados, pero la gran mayoría están apagados.
Hay uno que otro puesto en la calle, y no muchos bares abiertos. Eso sí, el lugar es gigante.
Cuadras y cuadras de centro, en preciso eso es lo que ponía nerviosa a Umi, ¿Cómo podrá memorizarse todos los caminos?
Para la mayoría es normal ubicarse sin problemas, sin embargo, ella por ser distraída y haber tenido tanto miedo por experiencias pasadas, anda atrasada con el tema.
En eso piensa, y también en una frase de Chitose «eres sincera respecto a eso». «Supongo que se refería a una parte de unos sentimientos, porque no conocía este centro hasta hoy».
Fuera de su mente, otra vez observando, no está vacío, a diferencia del que se encuentra cerca de su casa.
Pasean las personas de aquí a allá, tomando helado, o sólo conversando. Se ven algunas mesas de bares afuera.
Hay un único problema, y es el clima. El cielo ahora se ve aún más obscuro, y comenzando a lloviznar. Igual se veía venir. De mañana cuando las nubes están «cargadas» poseen un color grisáceo o blanco, a la noche siempre son rojas.
Las tres se muestran algo nerviosas por la situación.
—Oh, mierda… ¿Cómo no me di cuenta de traer paraguas? —Umi no se quiere mojar. Mira hacia arriba, cubriéndose apenas con la mano, pero de igual manera el agua pasa entre sus dedos.
—Debe ser porque no tienes —Chitose niega con la cabeza, viéndole un poco preocupada.
—Estás más despistada que de costumbre —arquea una ceja y suspira—. Hermana, lo siento… Ya sé, puedes usar el autobús igual que nosotras —le jala de la manga.
Sin pensarlo mucho, comienzan a caminar hacia una parada de en la plaza que se halla en frente.
—¿Cuál es el número que debo tomar? —Umi ladea la cabeza, y la sigue, dejándose llevar del brazo. Le entristece un poco que no haya llegado a ver nada de este nuevo lugar. Sin embargo, ya sabe que debe irse en el autobús.
—El dos, ese te deja a una cuadra de tu casa —Chitose le explica sin problemas, usando como ejemplo los números de algunos vehículos que pasan—. Puedes decir «parada» o apretar un botón cuando quieras bajar, o esperar a que se detenga solo.
—Gracias por decirme, de nuevo… Hace mucho que no voy en autobús… —está preocupada por ir sola. Ella no suele ir en ningún vehículo, por lo que la excursión fue una excepción para Umi. «Tampoco he viajado en tren nunca todavía…»
—Entonces al viaje fuimos en dragones, ¿No? —bromea Chitose, tratando de hacerle dar cuenta de que se expresa mal.
—Ay, sí sabes a qué me refiero. ¡Ir sola! —la mira con enojo fingido, cruzándose de brazos.
—Yo, yo, todavía sigo emocionada por lo de Yuu~ —da vueltas, haciendo una voz tierna al hablar.
Las otras dos se ríen y le jalan las mejillas.
—Pídele que se vista de mucama de nuestra parte —la gótica alza las cejas dos veces, a la vez la codea.
—Uuuh, sí~ Seguro se ve hasta más femenino que yo.
Comenta Sakura divertida, mirándose las uñas.
Estas son, algo largas desde la raíz, no hacia afuera (no sobresalen del dedo). No sólo eso, es que la última falange de sus dedos es un poquito más larga. Esto es lo que provoca a la gente tener «dedos largos» en realidad.
Siempre que alguien tiene esa característica, sus uñas son más largas por naturaleza, así que no necesitan dejarlas crecer hacia afuera.
Mientras Sakura se mira, Umi también observa sus dedos, comparándolos con los de Sakura. Como Umi estuvo deprimida estos días, no se deja crecer las uñas.
Eso se ve feo a su vista, ya que mientras las uñas de Sakura parecen un rectángulo de puntas redondeadas, las de Umi círculos. Es lo normal, sólo que a ella no le gustan.
Luego se fija en las de Chitose, ella sí las deja crecer, son largas y en punta. Se entiende que si no lo hiciese, de seguro serían círculos como las de Umi.
«¿Cuándo fue la última vez que las dejé crecer…? Fue cuando tenía quince, creo… ¿Tan mal estuve? Cuando las deje crecer otra vez, sabré que me siento mejor».
—Dile que haga cosplay de una hermana~ Me gusta más la ropa de monjas. Sería divertido, me haría pensar en la hermana de Ar*kawa Und*r The Br*dge.
Umi continúa con la conversación, todo lo anterior lo había pensado en pocos segundos. Su mente es acelerada a la hora de perder el tiempo en detalles insignificantes.
—Va a parecer la de Chr*no Cr*sade —niega Chitose riendo fuerte, exagerando con su expresión de golpearse el estómago despacio.
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Apenas un rato más tarde, llegan los autobuses de Sakura y Chitose. Esta parada, al ser sólo un simple cartel y un poste, claro que no posee ningún resguardo ante la lluvia.
Umi esperaría en alguna de las plazas del primer centro, si supiese cómo volver. Pero esta es la Mienori, y no conocía ni el nombre hasta hace un rato.
De nuevo, sola, ahora con un clima diferente. Tiene una reminiscencia de la situación de más temprano, de haber conversado con alguien cuando esperaba a sus amigas.
No obstante, es tan leve y superficial, que no dura más de un segundo. Piensa en lo que habló con Chitose sobre Yuu, lo que decidieron las tres, y lo difícil que va a ser.
Otros quince minutos luego, se supone que debe llegar el bus que ella espera, y no sucede.
Las gotas se hacen más grandes y pesadas, cae como cuatro veces más de agua. Es una tormenta.
Umi está preocupada por su celular, espera que su ropa no deje pasar la humedad hacia este. Tampoco le agrada la lluvia, no le gusta mojarse prácticamente nada.
En una parte de la plaza Mienori, la misma donde se sitúa la chica ahora, en el otro extremo se ve ingresar a los tres chicos que también andan afuera hoy.
Io liderando al frente, todos con paraguas. Dan vueltas hablando, hasta que llegan cerca de la parada. Tras unos árboles que se encuentran a pocos metros, se quedan susurrando debido a la reacción de Io.
—¿Es ella? —le preguntan ambos, sorprendidos.
Io asiente con la cabeza y se sonroja leve. Mira hacia sus amigos, y luego donde la chica. Se le ve algo nervioso, por los movimientos de sus labios como pequeñas mordidas. Regresa la vista a los otros.
—Chicos… Voy a acompañarla unos minutos —les menciona, con un tono de voz decidido, al igual que su mirada.
Muestran su aprobación levantando el pulgar, y Chris literalmente le da un pequeño empujón.
A menos de medio metro de distancia, se encuentran Umi e Io. Se escucha el sonido de la lluvia contra el suelo y árboles, así como el de los vehículos.
El chico acerca su mano al hombro de la contraria, para llamar su atención. Le toca suave. La pequeña voltea la cabeza hacia la dirección de donde vino el roce.
La vista de ambos es diferente: Io se topa a una chica cansada, con los ojos rojizos y algo hinchados, mientras que Umi lo ve con una gran y tierna sonrisa, que va desapareciendo de a poco al tiempo que se miran.
—¿Te encuentras bien? ¿Te hizo frío? —la torpeza de lo que parecen ser los nervios de Io, lo llevan a posar el paraguas sobre ella de forma muy tardía.
—Sólo un poco —su corazón se acelera al sentir el aroma del otro, a pesar del clima.
De verdad, esa sensación extraña le causa cierta incomodidad, ya que no le pasó con más de una persona. Es diferente de «sentir atracción sexual», es más como un mareo al estar impregnado de la presencia ajena.
—Una casualidad tras otra —sonríe Umi, apenas—, me llevan a encontrarte varias veces en poco tiempo. ¿Cómo estás?
—Preocupado por tu cara, podría confundirse con la lluvia pero… —niega con la cabeza—. Olvídalo… Ven conmigo, vamos a llevarte a casa —apoya la mano libre sobre el hombro de la chica.
—¿Vamos? ¿Tú y quiénes más? Estoy esperando el autobús… Cómo se nota que eres impulsivo, lo mismo hiciste con invitarme a dormir —ladea la cabeza.
—Es que no puedo dejarte así… —suspira, arqueando las cejas con una mirada de preocupación—. No es por lástima, en serio, quiero hablar más contigo… —baja la mirada—. Y también quiero que estés bien.
—Gracias Io, de veras, igual es muy lindo escuchar algo así hoy… —piensa «¿Realmente lo dice en serio? No nos conocemos mucho. Diría que seguro me está mintiendo, pero… Su aroma dice lo contrario». Suspira despacio.
«Me da algo de curiosidad. ¿Para qué querría hablar con alguien como yo un chico así? Fácilmente podría tener a todas las chicas de Tomoedo, o de Tokio, no sé».
—Bueno… Si quieres hablarme —continúa ella—, búscame en Book F. Salgo como Umi Murasaki y tengo una foto de perfil de una chica anime de cabello celeste.
—¿De H*tsune M*ku? —le pregunta en tono curioso y suave, aún sin alejarse.
—Sí, esa misma. Si me hago cercana o me das más curiosidad, te pasaré mi número.
Si bien a Umi le agrada mucho cuando alguien es tan abierto para conversar, no significa que vuelque toda su confianza de una vez. Antes sí, y al haberle traído consecuencias, vive alerta. En general, siempre tiene miedo.
—No hay problema, muchas gracias —vuelve a sonreírle.
El tiempo de encuentro se agota, el autobús hace presencia ni bien terminan esas palabras. Io la despide agitando la mano, viendo hacia la dirección del vehículo, hasta que desaparece en la niebla.
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