Namaenai Volumen 1 - 8
Capítulo 8: Cuántas tormentas
[ 2014, Septiembre, 1 ]
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Las vacaciones de verano terminan, y cada vez se acerca más el otoño. En algunos árboles parece estar llegando antes que en otros. Las hojas que el aire lleva son variadas entre rojas, amarillas y verdes.
Sumado a ello, algunas flores comienzan a caer. Quizás podría ser ocasionado por los cambios climáticos de los últimos años, el que las estaciones se adelanten.
En este caso, la vista se enfoca en Sakura. Como se está olvidando su móvil, tiene que regresar a buscarlo.
Su casa se ubica cerca de las montañas, a ochenta cuadras de Tomoedo. Es muy lejos, motivo por el cual siempre debe despertar a las 6:30 AM para poder cumplir con el tiempo.
Tras atravesar el jardín, llega a la puerta. Y al pasar, deja los zapatos a un lado. Apenas al entrar uno se topa con el living, en donde hay dos sofás y una televisión.
Luego le sigue un pasillo, que divide la casa en varias partes. Hacia la izquierda, una habitación y el baño. Hacia la derecha, dos cuartos más.
Si se sigue por el pasillo, están la cocina y el comedor, en donde hay otro televisor. Y el pasillo no se termina todavía, porque se puede seguir hacia adelante. Allí conecta con otra casa, que es la de sus tíos y otros familiares.
Las paredes de la habitación de Sakura son blancas y el techo es negro. El suelo, al igual que en el resto de la casa, es verde con figuras. En el medio del cuarto ubica su cama, y hacia la derecha contra la pared una mesita de luz.
Hacia la izquierda, un armario grande y otros muebles con cajones. Sobre uno de estos, un gran espejo.
La chica se dirige con rapidez hacia su cuarto, encontrando con facilidad el celular al frente del espejo. Y como ya está allí, aprovecha para retocarse un tanto el maquillaje. Su hermoso brillo labial, y un poco más de rímel.
Pensando en el tiempo que aún le queda para que pase el autobús, decide quedarse un rato más allí.
Se limita a mirar imágenes en Book F, hasta que se escucha gracias al silencio de la mañana, algo similar a una bocina y una gran corriente de aire.
Al salir, debe correr para alcanzar el autobús en la esquina. Quizás no vuelve a pasar otro en media hora, así que es sumamente necesario llegar.
Y lo consigue, subiendo agitada. Luego de pagar, se sienta cerca del medio, mirando hacia la ventana.
El cielo todavía está obscuro, con algunas nubes tapando lo poco que aún se ve de la luna. El paisaje varía entre casas que parecen antiguas y otras nuevas, incluso hay algunas fábricas por allí cerca.
Ella mira con cierto agotamiento, apoyándose con el brazo para ver hacia afuera. No sale ningún suspiro de su boca, como si estuviese sellada.
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Son tantas las paradas y vueltas que da el autobús, sumado al tiempo de espera, que termina dejándola a las 8:30 AM en la plaza Ichiro. Y eso si es que no sufre retrasos, ya que en ocasiones pasa cada hora y no cada treinta minutos.
Desde allí, Sakura debe caminar. No es mucho el trayecto de Ichiro hacia Tomoedo, es un poco más de media cuadra. Y al llegar, siempre las puertas están abiertas. En este caso, al ser lunes, la escuela abre más temprano.
Se dirige al segundo piso, en donde se encuentra el curso 104. No tarda tanto en acomodar la mochila sobre su silla.
Se sienta y mira la pizarra con el mismo desgano con el que estuvo durante todo el viaje hasta la escuela. Se puede notar que dentro del curso hay ya varios bolsos y demás también, lo más seguro es que sus compañeros estén en el patio.
Con el transcurso de sólo dos minutos, atraviesa las puertas el chico que le gusta, con su usual sonrisa felina.
Se ve diferente hoy. Por alguna razón, volvió a cortar su cabello. Ahora lo tiene ondulado y con menos volumen. Aunque mantiene casi el mismo largo hacia la parte de atrás del cuello.
—Hey —Yuu la saluda y toma asiento en el lugar de al lado, dejando el bolso sobre la pequeña mesa propia por el momento—. ¿Cómo estás Saku?
Ella no sabe cómo reaccionar, pero lo mira abriendo los ojos, con las mejillas ruborizadas. Quizás le resulte agradable el verle con el cabello de ese modo.
—Es entendible si no me quieres hablar. No te dije nada durante las vacaciones —mira hacia un costado, jugando con uno de los flequillos propios.
—No he dicho nada todavía —aclara la garganta y hace una pausa, tomando aire antes decir otra cosa—. Yo… Te extrañé mucho…
Sin intenciones de buscar pelea por lo ocurrido anteriormente, Sakura decide dejarlo pasar. El par conversa como si todo hubiese estado bien desde el comienzo.
Yuu le comenta acerca de las actividades que realizó durante el tiempo ausente, sobre qué cosas aprendió, y también del campamento al que asistió por una semana.
La mayor lo escucha muy atenta, y a medida que le atiende, se va formando una tierna sonrisa en su rostro.
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El timbre toca a las 8:45, porque es comienzo de semana. El alumnado de toda la institución se forma junto en el gran patio de la preparatoria.
Como siempre, la directora tiene uno que otro pequeño discurso. Sobre todo hoy, que regresan de vacaciones.
El grupo del aula 103 y el del 104 se hallan formados en filas de chicos y chicas, de igual modo que hacen a la hora de la salida también. Al encontrarse los cursos uno al lado del otro, se topan todos los lunes así no lo quisieran.
La pequeña Sakura cruza la vista con Umi, que está a sólo medio metro de distancia.
Mientras que la primera la mira con una expresión de culpa, quizás debido al comportamiento que tuvo con ella durante el último mes, la segunda tiene los ojos llorosos y voltea hacia otro lado, esquivando el contacto visual.
Sakura suspira, mostrándose preocupada por la situación, pero vuelve a sonreír en cuanto Yuu posa sobre su hombro una mano.
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Cuando termina el acto de reinicio de clases, cada grupo se dirige con sus docentes al aula.
Lo mismo sucede con el aula 104, donde apenas al tomar asiento, el encargado les avisa incluso antes de tomar asistencia, que el día de hoy van a retirarse más temprano, inmediato luego del almuerzo.
Como si fuese una gran noticia, los adolescentes festejan aquello y ríen. El profesor les cede, además, unos minutos para que hablen de su reencuentro.
Es normal que todos quieran contar qué hicieron durante sus vacaciones, así que en lugar de enfadarse por callarlos, les deja conversar primero.
Se puede ver a Chitose y Risa sentadas detrás del par reconciliado. Ellas están también participando de la «pequeña recreación». Realmente, la gótica parece mucho más tranquila al ver a su mejor amiga recostada en el regazo de Yuu.
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Varias horas más tarde, a las 18:00, se aprecia que a pesar de que las clases finalizan más temprano, se encuentran los clubes disponibles.
Estos, duran un promedio de dos horas a dos y media, y no tienen una «nota» que afecte a la libreta escolar, ya que es opcional.
Pero sí, suma bastante al momento de decidir una universidad o en sí intentar ingresar a alguna actividad extracurricular relacionada.
Cada uno de los conocidos se dirige a los clubes correspondientes. Umi y Sakura al de canto, Yuu al de deportes, Risa y Shin al de literatura, y Chitose y Kazuma al de arte visual.
Centrándose en las primeras dos, se ve primero el curso vacío. Lo usual es que tarden cerca de diez minutos en llegar todos. De este modo, el encuentro entre ambas es inevitable.
Umi busca sentarse en el lugar de la «cuerda» asignada a ella, soprano. Respira hondo, y trata de calmarse.
Lo cierto es que tiene miedo. Apenas al cruzar miradas con Sakura, Umi vuelve a darse vuelta. Sus manos tiemblan, heladas por la ansiedad.
No quiere que le diga algo feo de nuevo. Aunque tampoco quisiera que la ignore. Se pregunta cómo hacer para no pasar la tarde deprimida si Sakura vuelve a tratarle mal.
La mencionada, que anda sentada en la parte de mezzo-soprano, se levanta y camina hasta la otra. Toma ahora asiento a una silla de distancia, no para estar lejos, sino para dejar caer su cabeza sobre el regazo de la menor.
En otras palabras, se recuesta en las sillas y Umi.
—Hermana… —mira hacia arriba, en donde está el rostro de la chica—. Quería decirte que perdón por haberte tratado mal… Estaba… Muy celosa… Pero ya estoy mejor.
—¿Ya n-no estás enojada conmigo…? —todavía tirita, con el pulso acelerado.
—No… Tranquila… —rodea con sus brazos la cintura de la chica con fuerza, apoyando el rostro en el abdomen contrario.
—Es que pasó mucho tiempo… Nunca estás enojada por tanto tiempo… —se muerde por dentro el costado de la boca.
—Ya está todo bien. Yuu me habla normal —continúa en la misma posición—. ¿Te está ignorando a ti ahora?
—¿Eh? No, me saludó a la salida. Pero no me mandó nada después —aunque le responde rápido aquello, ahora se pregunta si estuvo bien decirlo. «Aaaah… ¿Y si se enoja de nuevo por eso? Qué tonta que soy…».
—Qué bueno hermana~ Significa que ahora no nos va a ignorar a ninguna de las dos~ —voltea a mirar arriba y sonríe amplio—. Sabes, yo lo regañé bien feo antes de las vacaciones… Le dije que si me hablaba a mí, que no te ignore.
—¿En serio? —se sonroja un poco, y acaricia el cabello de quien tiene en sus piernas—. Yo le dije lo mismo. Que no tenía por qué ignorarte.
Ambas ríen por la confesión, y siguen conversando de esa forma hasta que ingresa el profesor de canto.
Allí todos los integrantes del club o «coro» como sería específicamente en este caso, se acomodan según su cuerda entre soprano, mezzo-soprano, contralto, tenor, barítono y bajo.
El club está formado por alumnos de primero a tercero de preparatoria. La mayoría de las chicas se dividen entre mezzo-soprano y soprano, mientras que pasa similar con los chicos, entre tenor y barítono.
Son muy pocos los integrantes de las cuerdas bajas, siendo en particular que hay un solo chico en bajo, y cuatro chicas en contralto.
—Muy bien. Hoy vamos a comenzar con lo de siempre, los ejercicios de vocalización —el profesor coloca sobre la mesa un teclado musical y lo conecta en un tomacorriente.
»Y vamos a repasar la canción que estuvimos aprendiendo antes de que fuesen vacaciones. Espero que me hayan hecho caso, y practicaran en sus casas como les dije. No quiero escucharlos oxidados.
Este docente de canto es muy exigente y firme.
Lo cierto es que los mismos estudiantes fueron quienes pidieron a la directora por este profesor. Todos se toman en serio la idea de mejorar la voz, muchos de los presentes tienen como meta dedicarse a la música.
Uno es el caso de Umi, que busca ser una cantante y compositora. Aunque por lo general uno se la encuentra dibujando en su curso, suele estar haciéndolo mientras canta.
También se nota en que utiliza seguido en el ordenador el Strawberry Studio para componer instrumentales, pasatiempo que comparte con Shin. No obstante, este último se siente más apasionado por la poesía que por el canto. Además de que él rapea, no canta.
Comienzan las escalas en el teclado, seguidas por las voces de los chicos en el aula. Unos ejercicios también para manejar mejor el aire, y soltarse un poco.
Es muy necesario para cualquiera, sea el estilo que estén por cantar. En el caso del club, se dedican a la ópera, canciones tradicionales y algunas religiosas. Es decir, la técnica que utilizan es la voz de cabeza.
Entre cada uno de los diferentes ejercicios, siempre hay un corto descanso de un minuto, para luego continuar.
—Se nota que estuviste cantando en las vacaciones —le comenta Umi a Sakura, pensando en lo dulce y linda que es la voz de la contraria.
—Gracias hermana~ —sonríe con los ojos cerrados y el ceño fruncido, moviendo su cabello. Una expresión divertida, como si le presumiera.
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Luego de las dos horas de clases, se ve cómo Sakura y Umi se estiran de brazos al salir del curso. Si a la segunda le duele la espalda, lo más seguro es que a la otra también.
—Hermana, ¿Quieres que vaya a tu casa? Digo, un rato.
Pregunta con naturalidad mientras se acomoda el cabello, como si nada triste hubiese sucedido en lo reciente.
—Claro, vienes seguido luego de canto, así que no me parece una mala idea —sonríe amplio, aunque con ojos cansados. Estira los brazos y deja salir un suspiro.
En verdad, Umi se siente más aliviada en demasía ahora que las cosas parecen ir bien otra vez. Si hay algo que de verdad detesta, es la ansiedad que le provoca cuando la gente se enoja con ella, sobre todo si se trata de las personas que quiere mucho.
—¿Invitamos a Chi? Ella está saliendo ahora —menciona Umi, ya que la ve caminando por el pasillo.
—Es tu casa, no la mía —ríe divertida, negando con una mano—. Pues sí, invítala~ Segura también quiere jugar con nosotras en la computadora.
Antes de que ellas se dirijan a la mencionada, ella misma camina hacia el par.
—Animales bellos, ¿Qué tal la clase? —sonríe y las despeina a ambas.
—Chitose~ Me acababa de peinar. O sea, o sea —se queja Sakura entre risas, intentando dejar su cabello como antes.
—Me gustó, lo normal supongo —parpadea varias veces y luego le devuelve la sonrisa—. ¿Quieres venir a mi casa? Sa también viene.
—Por supuesto~ ¿Vamos entonces? —se adelanta un poco mientras camina en reversa, mirándolas.
—¡Sí! —le responden ambas y la siguen en pasos.
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Durante el trayecto hacia casa de Umi, que no es muy largo, las chicas ríen y se empujan en medio de la vereda. Hace más de un mes que no están juntas de esa manera, por lo que andan más hiperactivas de lo usual.
Al llegar al destino, suben rápido los escalones ya que no hay nadie en la casa. Los padres de Umi se encuentran trabajando, y Kana y Aoi andan afuera. Quizás se hallan en el hogar de su mejor amiga, que también es cerca de Tomoedo.
Apenas al entrar a la habitación, dejan el calzado al lado de la puerta. Luego, Chitose y Sakura acomodan las mochilas en uno de los banquillos frente al ordenador. Seguido a eso, oprimen el botón de encendido.
—¿Quieren jugar al ZEG4 o ver anime, o qué? —les pregunta Umi, ladeando la cabeza a modo de curiosidad.
—Yo diría P*yo P*yo si Chitose jugase también —comenta Sakura—. ¿Qué quieres jugar tú? —mira a la gótica.
—Juegos de vestir~ Esos que la gran señora estúpida me pasó el otro día —asiente para sí misma—. Los tienes, ¿No?
—Si no los tuviera no te los podría pasar, duh —le responde Sakura primero y ríe.
—Dices el otro día como si fuera hace poco —niega varias veces, riendo—. ¿Cuál pongo? ¿Los de avatares, o los de escenas?
—¡Escenas! —dicen a la vez Sakura y Chitose.
—Quiero que me hagan en una cita con Yuu~ —se muestra animada, viendo la pantalla que aún no tiene nada abierto, luego a Umi.
—Yo quiero una donde salga haciéndole un kabedon a Kazuma —suelta una risa traviesa Chitose, posando el índice izquierdo en la comisura de los labios.
Umi revisa en sus memorias qué rayos es kabedon. Recuerda que es la expresión que se usa para decir cuando se «acorrala» a alguien contra la pared, apoyando una o las dos manos, pero dejando espacio para que ambos se vean.
Suelen ser momentos románticos en los manga shoujo.
—Uff, no piden mucho —niega despacio, riendo a carcajadas—. Chi, no tengo un «kabedon maker» —dirige la mirada ahora a Sakura—. No hay ninguna forma de hacer a Yuu en un juego, porque su cabello… Ah.
—Tonta —le da un golpe suave en la cabeza—. Ya te olvidaste de que se lo cortó de nuevo —ríe fuerte Sakura.
—Si fuese atenta no sería Umi. Discúlpala, es ciega~ —la molesta Chitose, con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Ey! Sí soy atenta… A veces. Y no estoy ciega —infla una mejilla, con una falsa indignación.
—Todavía —bromean las dos y ríen.
—No me echen la sal~ Si quieren que las siga dibujando todavía —mira a Sakura, achicando la vista—. Y si te gusta que te maquille, te conviene que pueda ver.
—Ay cierto~ Ojalá no te quedes ciega hermana —le acaricia la rodilla a modo de juego, aún riendo.
—Mh —se muerde el interior del labio para no hacer ruido, y suspira—. Sa, tampoco te pases con el cariño —desvía la mirada, con un leve rubor en las mejillas.
Como ve que el ordenador ya está encendido, busca entre los archivos que tiene la carpeta de juegos de vestir.
—Ah. Cierto que chillas cuando te dan cuerda~ —le responde, riéndose entre dientes.
—Uy, ¿Ya van a empezar con el toqueteo? Por lo menos quítense la ropa así disfruto la vista —alza ambas cejas Chitose, y estalla en risas, golpeando la pierna propi, exagerando.
—¡A ti te voy a desvestir si le sigues el juego! —le dice Umi y le hace cosquillas en el abdomen.
—¡Ah! —grita y a la vez ríe más fuerte—. Suéltame o te pateo~ —intenta detenerla.
Sakura se suma a hacerle cosquillas a Chitose, hasta que sí las golpea así quitárselas de encima. Claro, no muy fuerte, pero lo suficiente para zafarse.
—Ay, me duele el abdomen ya —trata de respirar normal tras el ataque anterior—. A ver gran señora estúpida, ¿Qué juego tiene para darnos a conocer hoy? Fufufu~
—Tengo uno… —busca con el mouse entre las opciones y hace en la que selecciona dos clics—. Este. De la primera vez~
Pese a cómo siempre bromean con eso, Sakura y Chitose reaccionan cubriéndose el rostro con las manos y un sonrojo notorio en las mejillas.
En el monitor, se ve que el juego escogido es exactamente una escena donde los personajes parecen estar por hacer el amor por primera vez. Hay unas bases, de un chico y una chica, en una cama. El chico desabotonándose la camisa, y la chica nerviosa mirando hacia arriba, porque está recostada.
—¡Ah! —Sakura grita a modo de expresión—. ¿En serio vamos a jugar ese?
—Y ahora se ponen tímidas —niega con la cabeza Umi, con una sonrisa divertida—. A ver~ A cuál de las parejitas hago primero…
—¿Y por qué no te haces a ti con el flaquito? —Chitose intenta darle la vuelta.
—Mmm… —su rostro se torna rojo como el de ellas, es inevitable—. Aeish —entrecierra los ojos y le da un pequeño golpe con el índice en la frente—. Primero ustedes, después yo.
—Trampa, trampa~ —Sakura alza los puños a la altura de los hombros—. Tienes que hacer una demostración, si no, ¿Cómo vamos a jugar?
—Aaah —se queja y se despeina, riendo a los segundos de ello—. Bueno, hagamos eso.
El par de amigas mira con intensidad de a momentos la pantalla y el rostro de Umi. Ella, por su parte, se dedica a seleccionar las partes para formar a los personajes.
Como en gran parte de los juegos de este género, llamado en lo coloquial «Dress Up», las figuras base se encuentran con una ropa simple y el cabello en gris.
Sobre todo en los juegos de escenas, no es que están en ropa interior y luego se le agregan las prendas, sino que lo que uno hace es personalizar.
Colores de ojos, cabello, detalles del rostro, tipos de cabello y ojos inclusive, accesorios, cambiarle su ropa sin quitársela (al seleccionar otra, cambia en automático) y luego también el fondo.
Entonces, Umi busca con la vista los peinados más parecidos al de ella y al del otro chico con el que sus mejores amigas la molestan. El cabello de Umi se halla con facilidad, pero el de Io tiene tantos flequillos peculiares que es casi imposible.
Lo más similar que puede ponerle, es «el que sea ondulado con flequillos». El mismo caso en realidad sucedería si tuvieran que buscar el cabello rizado de Yuu.
Escoge los colores de ojos, selecciona una sudadera negra para Io sin los detalles amarillos porque no hay eso en el juego, por defecto son blancos. Aunque de igual modo, porque se la está quitando en la escena, no hace mucha diferencia.
Luego añade que la habitación esté con las luces encendidas, porque el fondo anterior parecía como si estuviesen en la obscuridad.
Tras unos cinco minutos, termina con la personalización y voltea a ver a quienes la miran con una divertida expresión de satisfacción.
—Listo. ¿Felices? —tuerce la boca, todavía con rubor hasta las orejas.
—Ahora falta que lo hagas en la vida real —ríe Chitose y la codea, a la vez alzando las cejas.
—Aaaaah —se despeina a sí misma—. ¡Aún no nos besamos siquiera! Todavía no somos pareja —aclara la garganta.
—No es necesario ser novios y sí lo sabes~ —Sakura también ríe, y luego cuenta los dedos de una mano usando la otra—. Sino tuviste como cien novias en la preparatoria.
—Es diferente besar a alguien que te parece bonita y ya, que tratar seriamente con alguien que te gusta —asiente varias veces—. La única que me gustaba que besé era Kohaku, pero…
»Bueno, no era buena persona, ustedes saben —mira hacia abajo y a un costado, luego regresa a ver a Sakura—. Un beso con amor es insuperable.
—Sí sé~ Yo besé a muchos chicos antes y ninguno se sintió tan bonito como besar a Yuu. Él es especial —ríe, llevando una mano a la comisura de los labios.
—Chi, ¿Y tú besaste a gente antes? —ladea la cabeza, abriendo más los ojos, en forma de curiosidad.
—Ah. Mmm… —hace una pausa—. Sí pero… No son experiencias muy… —vuelve a otro silencio—. Nada llamativo todavía —asiente para sí.
—Oooh —las chicas miran intrigadas a Chitose.
Como están jugando, cambian de lugares para que ahora arme una escena la siguiente. Es el turno de Sakura.
Reinicia la base, así escoge las cosas que le corresponden a las figuras.
Empieza con ella misma; su largo cabello, su piel llamativa para Japón, una sudadera rosada, una falda negra. La expresión de su rostro imita la del juego, sonrojada y nerviosa.
Y seguido de eso, al chico en el que tanto piensa.
El cabello sería el que tiene en la actualidad, ondulado y algo más corto. En sus ropas, una camisa azul, y un pantalón ajustado negro. Sólo que, como es esta escena, la prenda superior llega hasta el abdomen.
—Ah… —hace un grito aireado a modo de expresión y queja, negando varias veces por la vergüenza—. Ya está. ¿Cómo quedó? —se cubre la boca un poco.
—Yo digo que bien~ Me gusta. Aunque no sé por qué te da tanta vergüenza, ¿No se han recostado así ya?
—Mmm… No así. O sea, Yuu sí anda sin camisa a veces, pero no estábamos haciendo nada raro —baja la mirada—. O sea, Umi, todavía no hice ninguna cosa así, nunca.
—Ooh~ —tanto Chitose como la otra la ven con sorpresa.
—Yo pensaba que sí —parpadea varias veces la gótica, enarcando las cejas, pensativa.
—Yo igual —lleva una mano al mentón propio.
—No hermana. La única que hizo ese tipo de cosas eres tú —ríe, aún apenada.
—Ay Sa —la abraza despacio y ríe también—. Me da curiosidad algo. Si yo no hice nada más que tocar todavía, ¿Sigo siendo virgen?
—Creo que sí… ¿Creo? —se levanta con la intención de que cambien lugares otra vez, con la vista fija en la Chitose—. Que yo sepa no es así… —dice inaudible, tal vez esperando que la gótica capte una «señal» o algo similar.
«No se acuerda», menciona Sakura moviendo sus labios, escondiendo el rostro de que Umi la intercepte.
Umi también mira con intriga a la gótica, esperando una respuesta. Al mismo tiempo, se pone de pie.
—Ni sé para qué se hacen problemas por eso —ríe, negando varias veces. Cambia asientos con Sakura—. Yo digo que el significado que le dan a la virginidad es muy exagerado.
»Imaginen si la pureza de uno dependiese de a quién o cuántos hemos llevado a la cama. Y aunque yo no hice nada, me daría igual si lo hubiese hecho —Chitose, con cada una de sus manos, le empuja un poco la nariz a cada una con el dedo índice.
»No me quiero enterar que cuando tengan novio les diga cosas feas por no ser vírgenes o estupideces así.
—A mí sí me parece importante… —tuerce la boca Sakura—. Quiero que mi primera vez sea especial~
—Espero que lo sea entonces, animal bello —ríe Chitose, cerrando los ojos.
—Yo no sé. Sólo quiero que la experiencia que tenga sea linda —mira hacia a un lado. «Que sea como las caricias que fueron con amor el año pasado, y no como los chicos que me tocaban sin permiso en intermedio y antes… Aaah…»— Quiero que se sienta bonito y no forzado.
»No hace falta que sea lo más especial del mundo. ¿Estaré pidiendo mucho? —cambia la posición en la que está sentada, llevando los pies a la silla y las rodillas cerca del rostro. Como se encuentra sin los zapatos, no ensucia.
—Ay hermana, dices cosas obvias. O sea, o sea~ —la empuja suave, apartándola a modo de broma—. Claro que está bien pedir que sea lindo.
Lo cierto es que la única persona a la que Umi se animó a contarle muy brevemente acerca de aquellas experiencias incómodas (según recuerda), es a Io. Es quien ella considera que no la juzgará.
Siente que el abuso es una cosa que de manera constante afecta en su cabeza, pero lo mismo intenta vivir su sexualidad de una forma tranquila.
Si no quiso mencionarlo en terapia, es porque las tres psicólogas distintas a la que asistió, le dijeron que ella tiene la culpa de que la gente la haya maltratado durante su infancia por ser «diferente» y que no debería sorprenderle si volviese a ocurrir.
Le generó un temor de seguir yendo a esos consultorios.
No quiere escuchar «eres rara, es tu culpa», «los niños siempre golpean a los que son como tú», «yo también te hubiera tratado igual si hubiera tenido esa edad», «también estaría enojada contigo si fueras mi hija, incluso hoy, causas vergüenza» …
Le resulta un mayor alivio simplemente no asistir.
—Mh… —Umi mantiene la mirada baja, porque sus pensamientos y recuerdos se superponen a su realidad.
—Gran señora estúpida, ¿Pasa algo? —voltea a verla, mostrándose preocupada.
—Hermana~ —ahora es ella quien la abraza—. No te quería hacer sentir mal con lo que dije, perdón.
—¿Eh? —se percata de la atención de las demás.
—Anda distraída nada más, parece —ladea la cabeza Chitose—. ¿No querías ver cómo queda mi escena?
—¡Sí! ¡Sí quiero! —asiente varias veces—. Perdón Chi, ahora sí te doy toda mi atención —sonríe hacia la derecha, y después ríe suave.
Se ve cómo la gótica comienza a realizar los cambios. En lugar de reiniciarlo, va agregando y quitando las configuraciones de a poco, causando que se vea algo confuso. Porque, primero que nada, selecciona las cosas para ella misma.
—¡No, Chitose~! —ríe fuerte Sakura, negando varias veces—. Chitose con Yuu, no~
—Ni de broma estaría con el demonio —ríe a carcajadas. De inmediato intercambia el cabello del otro por uno similar al de Kazuma—. Mejor —le guiña el ojo—. Va quedando.
—Me gusta, se ve bien —opina Umi, aunque la «obra» todavía no está completa.
—Espera a que termine, idiota —la despeina con una mano, y vuelve a ubicar la mirada en el monitor.
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Llegadas las 21:10 PM., las invitadas deciden que es mejor regresar a sus casas. Teniendo en cuenta el tiempo de espera y lo que tomarían hasta llegar allá, se les hizo algo tarde para ser un día de semana.
Mientras ellas salen por la puerta, al mismo tiempo, ingresa la familia al hogar que las saluda con tranquilidad. La puerta se cierra y las hermanas comienzan a subir.
En general, cuando no traen invitados o están cansadas, las menores suelen ser muy calladas. Aoi toma lugar en el ordenador, y Kana se recuesta en la cama con el celular táctil.
Hay un objeto más en la habitación que nadie usa, pero todas quisieran hacerlo. Es una tableta Samseong, que por desgracia tiene problemas con la entrada de carga y por ello únicamente se puede utilizar cada varios días.
Umi la desconecta despacio y mira a sus hermanas, haciéndoles señas con las cejas.
—Úsala tranquila, ahora estoy en la computadora —le responde Aoi, mientras cierra las pestañas abiertas del explorador de archivos.
—Yo sólo la uso para grabar cuando practicamos las coreografías, de otro modo no me interesa —le comenta tranquila Kana. Ella está leyendo fanfics.
—Oh, oky —sube primero la tableta y luego trepa hacia la parte superior de la litera—. A ver, ¿Qué habrá pasado mientras no estuve? —dice para sí misma.
Revisa en las notificaciones de Book F, sólo un par de menciones de Io. Luego en Up tiene mensajes de Yuu, también de sus amigas en la parada. Hay más, que ya no se muestran en la pantalla por la cantidad. No los abre todavía.
Umi tuerce la boca mientras imagina que le gustaría que ella y las otras dos tuviesen su «grupo de amigas» en Up o Lime, ya que lo posee la mayoría de la gente que conoce.
A la vez, se pregunta si el grupo no es «tan cercano» como para tener su propio chat. Suspira y niega varias veces, «es un capricho tonto, qué tonta que soy».
Hace meses ella había creado uno, pero Sakura lo abandonó tras una de las tantas discusiones de siempre, así que no quiso intentarlo otra vez. Tampoco es como si el par hubiese mostrado intenciones de formarlo otra vez.
Es común de los adolescentes estar empecinados en ser parte de algo, alguna cosa de la qué decir «yo soy de tal grupo». Mientras que Sakura asiste a la iglesia, y Chitose tiene varios grupos de amigos, Umi no puede decir que «forma parte de algo» todavía.
Es decir, se lleva mejor dentro de lo reciente con algunas personas, pero todo es tan inestable que incluso decir que «es amiga de tal gente» podría ser una simple afirmación sin fundamentos, porque eso podría cambiar en cualquier momento.
No es una suposición de ella, sino que lo considera un hecho debido a experiencias anteriores.
Ella suspira otra vez y niega varias veces. Su mente casi nunca está de su lado. Cuando piensa en música e historias es un buen escape; aun así, cuando recuerda algo o se detiene a analizar nimiedades desde su punto de vista, se deprime.
—A ver. Los chats, los chats —habla sola en voz baja y se da un par de golpes en la cabeza.
«Tuve una linda tarde con mis amigas, ¿Por qué no puedo simplemente disfrutar eso? Y listo, está todo bien ahora. Pero tengo miedo de que Sa se enoje otra vez… Tengo miedo de que todo se repita… De que otra vez me dejen de hablar…»
Al ver los mensajes en la aplicación Up, todo se dispersa.
Una foto de Chitose y Sakura muy animadas mientras esperan el autobús, Yuu deseándole suerte con la reunión de la tarde, Kazuma enviándole fotos de su nuevo equipo en el juego que siempre lleva abierto en la DZ, un curioso mensaje de Kabuto promocionando su novela…
Y al final, la ventana con el número más grande de «no leídos» es el de Io. Ella sonríe con mucha calidez, dedicándose a contestar todos y cada uno de los textos de sus amigos.
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[ 2014, Septiembre, 2 ]
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El viento tiene un papel especial en esta mañana. Causa que las ramas choquen contra el gran ventanal que hay en la habitación de Umi, alertándola de lo que ella supone una posible tormenta.
No hace más de cinco minutos que sonó el despertador, y ya debe pensar en cómo ir a la escuela con la lluvia.
El aroma del petricor no es inexistente. Aunque ella no pueda sentirlo debido a una congestión nasal por el cambio de clima, dich fragancia inunda por completo el área en donde las hermanas también se levantan de a poco, refregándose los ojos.
—Umi…
La voz ronca de Kana se escucha algo más baja todavía por el ruido del agua de afuera.
—Sí… Está feo el clima. Además del frío, la tormenta —le contesta al instante, tiritando un poco.
—Le deberíamos pedir a el pá que nos lleve en la camioneta —se estira de brazos Aoi, hablando en un tono similar a las mayores.
—Sí… —dicen las dos mientras comienzan a buscar el uniforme y abrigos.
Siempre (en días de clases) Umi es la primera en levantarse porque le gusta llegar temprano y conversar con sus amigos antes de ingresar a la preparatoria.
Mientras, a Aoi no le gusta la escuela, y a Kana así le gustase o no, no suele estar de muy buen humor temprano.
El que siempre se despierta de malas es Umibozu. Sus gritos rebotan por las paredes todas las mañanas, quejándose del agua, del desayuno, de la hora, entre otras cosas. Y ahora se sumará la lluvia, no hay dudas.
La tormenta significa que si no salen pronto, las calles estarán intransitables por los autos, y le será más difícil a la familia llegar a tiempo a los establecimientos correspondientes.
Una llovizna no suele ser nada, o cuando empieza el diluvio luego de que ya están a donde deben, pero a falta de un paraguas en casa (que quién sabe por qué no quieren comprar), ir en vehículo es de todos modos la mejor opción.
Tras peinarse y lavarse los dientes, las adolescentes bajan a toda velocidad, pues saben que sino tendrán que irse caminando. Por lo apresurada Kana se deja la mochila, así que tiene que subir las escaleras por ella.
—¡Vamos! ¡No puede ser que siempre olviden todo! —alza la voz el señor.
—¡Eso pasa porque nos apuras! —Kana muestra el entrecejo fruncido mientras regresa a la planta baja.
La madre del mismo nombre que la menor, Aoi, se dirige a abrirles la puerta del garage.
Allí ingresan todos a la camioneta a excepción de ella, porque abre el portón desde afuera para que puedan salir.
La misma secuencia cada día: Umibozu moviendo el vehículo, y ella cierra tanto la puerta como el portón. Al final, ingresa ella al lado del asiento del conductor. Dependiendo del día, es Aoi quien maneja o el señor. En este caso, es su marido.
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Tras varios minutos, llegan a la preparatoria y secundaria Tomoedo. Aoi y Kana se acerca cada una a su grupo de amigas, de pie en la parte más cercana a las puertas.
Umi, se sienta en el primer escalón, lo de siempre. A su izquierda, llega alguien que le habla seguido recientemente. Igual que en su primer encuentro cercano en un día de lluvia, en el mismo lugar, el chico de ojos violetas.
—Hey, Umi —sonríe de lado, con su expresión tranquila. Alza apenas las cejas—. ¿Necesitas hablar de lo que sucedió en tu casa? —pregunta en voz baja.
—Mmm, más o menos… —responde en el mismo volumen—. Más que eso, me da miedo de que Io odie a mis padres sin conocerlos por las cosas que escuchó o vio en mi casa…
»No sé cómo decirlo… Mi padre es malhumorado, pero es capaz de dejar entrar a cualquier animal de la calle a casa y darle de comer aunque no sea suyo. Siempre dona su ropa a la iglesia, lo mismo mi madre.
»Ayudan a muchos familiares también, son buenos. Que se enojen conmigo no significa que sean malas personas —le comenta de forma natural, todavía bajo—. Nunca mido si alguien es bueno o malo por cómo me trata, yo desespero a la gente.
—Mh —ladea la cabeza un poco—. Según lo que puedo entender de ti, la gente antes te odiaba por ser diferente, porque es… Una cosa biológica, alejar al que está «enfermo».
»En la naturaleza, las madres y varios animales, matan a las crías que no podrán valerse. Si un pato fuese de otro color que el resto, también lo marginarían.
»Creo que sería inútil que te molestases por eso, porque hay cosas en la cabeza de la gente que van más allá de su raciocinio —apoya la mano en el suelo—. Y si ahora te siguen tratando mal, es porque tú lo permites.
»La forma de que no lo hagan, es alejarte. Sólo estar cerca de quienes son buenos para ti —hace una pausa—. Sé que durante todos esos años antes, eras una infanta y no podías.
»Pero ahora que tienes dieciséis, eres libre de irte de casa.
»Y sobre Io, ¿No sería mejor que se lo aclares? Es una sugerencia. Si quieres que tenga la idea correcta, díselo. Él no puede leer tu mente.
—Mh… —suspira y asiente despacio—. Sí se lo diré.
»Pero lo de irme de casa… Sou, no tengo ningún título ni nada, no me he graduado todavía —niega varias veces—. Me gustaría graduarme primero. Mis padres siempre me dijeron que sin un título no soy nadie.
—Laboralmente hablando, es así. Necesitas uno si buscas algo más que un trabajo de medio tiempo. En lo demás, creo que no es verdad.
—Y sobre lo de «alejarme de quien me trata mal»… Yo cambié de escuela varias veces y la gente me trataba mal igual. No puedo vivir aislada de la sociedad —baja la mirada, y luego lo ve, sonriendo—. Pero mi vida cambió, no sé por qué.
»Ahora tengo amigas que me quieren, y… Una persona que quiere ser mi pareja, los amigos de él no me tratan mal, y… También te tengo a ti. Eres un amigo bueno.
—¿Gracias? —arquea una ceja, con una sonrisa más amplia. Quizás sea su forma de reír—. Yo… Actualmente hablo contigo. Y… En el futuro me gustaría acercarme a Io. Es el que me interesa más de la gente que he visto por aquí.
—Tienes buen ojo, entonces —sonríe divertida—. Io me resulta alguien muy… Llamativo a mí también.
»Me gustaría que pueda hablar con él para siempre, y que no haga lo mismo que mis demás amigos. Tú viste. Sa, Yuu, y Chi… Van y vuelven. Se alejan por peleas que no entiendo, y vuelven. Yo quisiera alguien que sea constante. Io parece serlo.
—Lo que pides es muy difícil, Umi —mira hacia la lluvia y extiende la mano, dejando caer gotas sobre esta—. Ni siquiera la persona que tú consideres la más buena, va a ser perfecta.
»Estás idealizando a Io. La gente no es como queremos que sea. Todos tienen sus defectos. Y si él llegase a ser algo que tú consideres perfecto, no sería de la noche a la mañana, ni menos siendo tan pequeño. Somos adolescentes.
»Debemos experimentar cosas fuertes para mejorar de manera significativa.
—Perdón por la pregunta Sou, pero… ¿Cuántos años tienes? —arquea una ceja, mirándolo con confusión.
—Sabes —se acerca a su oído a susurrarle—, en Namaenai existen especies que crecen un año mental y físicamente cada horas, llegando a ser adultos en una semana.
—¿Me estás diciendo que te vas a morir? —abre mucho los ojos.
—No he terminado de hablar —se golpea la frente con suavidad —. Perdón que te lo diga —la cita a medias—, pero eres muy impaciente —niega, y prosigue—. Yo soy un nuer.
»Cada quince años de Namaenai y otros planos, los nuer cumplen un año más de forma física y mental —hace una pausa—. En la Tierra, mi crecimiento se vio acelerado.
»Al estar un año en la Tierra, es un año para mí también. Yo llegué a la Tierra con quince años, y cumplí dieciséis este febrero. Tengo tu misma edad. Pese a que te decía «adolescente inmadura», yo también lo soy.
»Hay muchas cosas que no sé, muchas experiencias que no tuve, mi madurez mental y física es la misma que la tuya y la de cualquier humano de dieciséis…
—Te hacías al grande y eres igual de chiquito que yo, desgraciado —achica la vista, susurrándole.
—Sólo pongo de prioridad el trabajo. Incluso teniendo dieciséis, tengo otras responsabilidades. Tú sólo debes ir a la escuela, pero hay adolescentes y niños que deben trabajar para pagársela —mira hacia arriba, con su expresión seria usual.
»Yo debo llevar información a casa, trabajar para pagar la renta aquí… Aun así, la preparatoria es agradable.
»Me hubiera gustado sólo jugar, ir a la escuela, y trabajar cuando sea mayor de edad… —confiesa, como si sonara decaído—. Pero no decido eso, lo decide mi padre.
»Sin embargo, como no estoy cerca de él, estoy intentando un par de cosas nuevas. Nuevas experiencias, cosas que haría la gente de mi edad.
»Estudiar en una preparatoria, ir a clases, rendir exámenes. Él no me dijo que me inscribiera a la escuela, ni siquiera sabe que vengo a Tomoedo.
»También, por ejemplo, eres mi primera amiga. Este año se me ocurrió un nuevo método de obtener información.
Kazuma sonríe. Es como si admitiera de algún modo que está en su etapa de rebeldía, y al mismo tiempo, que tratara de contener lo que siente. Una contradicción.
Se nota que quiere tener amigos y vivir igual que un adolescente común, pero su devoción hacia su padre choca con sus propios deseos.
—Eres… Curioso. Pese a que hablas como si yo fuese «información», abrazas a la gente cuando se siente mal.
»Ayudas sin esperar nada. Y tratas de ayudarme cuando estoy mal, me cuentas varias cosas…
»Creo que deberías aceptar que tienes sentimientos. Tienes más empatía que mucha gente que conozco.
—Supongo… —deja caer ambas manos sobre las piernas propias—. Traté de no involucrarme mucho sentimentalmente porque mi padre quiere información precisa… Objetiva…
»Y él siempre dice que los sentimientos son problemáticos. Nunca me quiere decir por qué.
—¿Y por qué no lees su mente simplemente? —tuerce la boca, viéndole extrañada.
—No puedo. De todos los nuer… Es el único a quien no puedo leer su mente. No sé por qué tampoco.
»Él es una persona misteriosa, pero no mala. Nunca me gritó, nunca me trató mal. No me ignora, ayuda a varias personas desinteresadamente.
»En nuestro país dicen que nos parecemos mucho —mira hacia el cielo—. Pero él decide no contarme muchas cosas.
—Claro… No soy quién para juzgar a tu padre tampoco. Espero que algún día sí quiera contarte. Sobre ti —lleva la vista hacia arriba también— yo sólo te sugiero, que no tengas miedo de ser tú mismo, y que te aceptes.
»Aceptarse es el primer paso para cambiar nuestros defectos. Todavía no conozco los tuyos, pero si no aceptas siquiera tus virtudes, no podrías avanzar.
—Es irónico que tú me lo digas, sin ofender —vuelve a su expresión seria usual—. En el futuro me gustaría preguntarte más cosas, por curiosidad. Cuando consideres que nuestro vínculo es lo suficientemente apto.
—Ay Sou, sí puedes leer mi mente de todos modos. Según creo, lo que estamos hablando ya se consideran cosas personales.
»Así que puedes preguntarme lo que quieras, y mientras sepa te voy a decir qué pienso —sonríe con los ojos cerrados y luego regresa a verle—. ¿Todos los de Namaenai plano… Cero… Son buscadores de información?
—No —niega con la cabeza—. Los nuer son una especie que parece haber sido creada con ese fin, porque no sé para qué más serviría tanta memoria.
»Los demás no son así, a menos que… Claro, trabajen como espías o algo similar. Incluso en la Tierra hay espías. Pero entiendo tu pregunta.
—Gracias por responderme todo —ríe bajo y se fija en las gotas que se reflejan por los autos—. Si no fuese por la lluvia, ¿Estarías hablando de esto así como si nada? Digo, porque se escucharía más lo que hablamos.
—Es obvio que no. Nadie nos está escuchando. Pero puedo asegurarte que la gente quiere saber qué digo —desvía la mirada hacia un costado y luego la ve otra vez—. Me incomoda gustarle a tantas personas sólo por mi apariencia.
—Uhm. Yo creía que a la gente linda le gusta ser el centro de atención.
—No cuando se supone que debo pasar desapercibido.
—¿Y cómo se supone que abrazar a gente que no conoces es pasar desapercibido?
—… —acomoda la garganta—. En todos los lugares en los que estuve, nadie me dijo que eso era extraño. La gente siempre hace ese tipo de cosas cuando alguien se siente mal.
—Sí, pero… Mh. O sea… Mmm… —lleva una mano al mentón—. No te voy a negar que nadie te dijo que era extraño… Porque tampoco vi que alguien se molestase por eso… Esto confirma lo que dijiste de que te falta experiencia.
—No lo niego —cierra los ojos y enarca las cejas—. Si te soy sincero, no es sólo lo de pasar desapercibido.
»Preferiría no gustarle a nadie porque tendré que volver a casa. Podría hablar con esa persona por mensajes, pero no nos volveríamos a ver. Probablemente se sentiría muy mal.
—Oooh… —parpadea varias veces. Le causa algo de tristeza la situación del contrario—. Sí, lo entiendo. Espero que alguna vez puedas salir con alguien que sea capaz de acompañarte en esas misiones de información.
—Gracias por los buenos deseos —sonríe de lado, no parece sentirse mal por ello.
Luego de aquella conversación, las puertas son abiertas para el ingreso, aunque a una hora más tardía de lo usual.
Hay algunos días en los que la directora llega más tarde, uno supone que en el caso de hoy es por la tormenta. De igual modo, ya sólo faltan cinco minutos para que suene la campana del inicio de clases.
El alumnado se amontona en la entrada, intentando pasar todos a la vez. Hay mucha gente acumulada por el clima.
—¿Esperamos a que pasen y recién vamos? —le pregunta pensativa a Kazuma.
—Sí, me parece bien —cruza los brazos—. Oh, uno de tus amigos está por allá. Ese Yuu.
—¿En serio? No me había dado cuenta —arquea ambas cejas y luego le muestra un puchero—. No puedo sentir el aroma muy bien, a menos que se encuentren muy cerca. Es que hoy estoy congestionada.
—Debes sentirte ciega, lo lamento.
—Tampoco para exagerar, idiota —no puede evitar reír por la comparación.
Tras que los alumnos se encuentran del otro lado ahora, ellos se estiran y pasan también, despidiéndose para dirigirse cada uno a su curso.
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Mientras tanto, en el aula 104, es posible ver al otro grupo conocido. Sakura y Yuu acomodan su mochila y bolso así sentarse juntos, Chitose y Risa detrás del par.
No tienen en específico un lugar fijo dentro de la fila, más que decir que se sitúan del lado derecho del aula, pegados a la pared. Si adelante o atrás, depende del humor y del día.
Yuu parece algo distraído de la conversación de Sakura. Se queda viendo por la ventana cuando Umi pasa por allí para ir al curso 103.
—¿Me estás escuchando? —la chica frunce el ceño.
—Lo siento, lo último no te oí —regresa a verle.
—Jum… —se fija en la dirección en donde el otro tenía sus ojos antes—. No importa. No es muy importante —tuerce la boca, algo molesta.
—Oh Saku, sólo no te escuché por un momento —se queja, arqueando las cejas.
—Mmm… Bueno… Igual de verdad no era nada importante —suspira, se ve muy ofendida.
—No me gusta que exageres así. Haces lo mismo cada vez que hablo con cualquier persona o te dejo de lado un segundo.
»Tienes que ser más paciente —enarca una ceja, exponiendo su opinión.
—Sí, sí… —infla una mejilla y baja los brazos, escondiendo la cabeza entre ellos.
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Durante el primer receso, se aprecia en la escena que Yuu está durmiendo sobre su mesa. Chitose y Risa conversan despacio entre ellas, y Sakura decide salir del aula.
No le tarda mucho en llegar hacia donde se sitúa su mejor amiga Umi, pues es literalmente en el curso de al lado.
Ingresa y cierra las puertas tras ella, caminando lento hasta el lugar que suelen ocupar cuando la visitan, el asiento de Shin. La observa en silencio y le toca el brazo, puesto que como de costumbre se encuentra dormida.
—¿Mh…? ¿Quién será? —no puede saberlo hoy, así que se sienta derecha y voltea a verla—. Oh, Sa. ¿Qué tal estás?
—Molesta. Estoy… Cansada —le contesta, con la voz aireada a modo de queja.
—¿Qué sucedió ahora? —cambia su expresión a una de preocupación.
—Creo que le sigues gustando a Yuu, a pesar de que hable conmigo de nuevo. Creo que si las cosas siguen así, no voy a poder sentirme cómoda contigo.
—Pero si ya le dije que no. Lo sabes. Sabes que no quiero salir con él, quiero salir con Io… —arquea ambas cejas. Sus manos van perdiendo el calor por la ansiedad.
—¿Y por qué mierda no salen más rápido? Si salieran ya mismo, seguramente Yuu ya no se fijaría en ti. No entiendo por qué tienes que ser tan puta y acaparadora —frunce el entrecejo, mirándola con seriedad.
—No soy puta, ni soy acaparadora… Quiero tener amigos que no gusten de mí. De verdad.
»Y la única persona en la que estoy interesada ahora, a pesar de que… —«de que en su aroma se nota que le gusto por sus hormonas sexuales fuertes y también huele a felicidad cuando me ve…»— Aunque parezca que siente algo por mí…
»No avanza. Y yo no puedo forzarlo. No quiero obligar a alguien a estar conmigo.
—A mí me parece que quieres a todos los chicos para ti sola —se cruza de brazos, indignada por completo.
—Tú eres la que quiere que tus amigos gusten de ti. No yo —le responde sin meditarlo mucho. Sin embargo, le tiemblan los dedos.
—Y si sabes eso, ¿Por qué no te buscas los tuyos en lugar de fijarte en mis amigos? No estás respetando nuestra amistad.
—Sa… Yo te juro que no quiero salir con Yuu… —baja la mirada y esconde los labios, decaída.
—Entonces deja de hablarle. Si la única forma de que él me preste toda la atención es que no seas su amiga, entonces no le hables.
—¡Eso es demasiado! —alza la voz sin percatarse, pero luego regresa a su tono normal—. Yo sólo quiero ser su amiga, como pasaba a veces cuando nos hablaba a las dos…
—Pues no está funcionando eso ahora. Normalmente gustaba de mí en esas veces… Y ahora no parece ser el caso…
»¿Por qué no te alejas de él…? —sus ojos se humedecen, alzando apenas las cejas.
—Voy a hablarle menos tiempo, si eso te sirve… Quizás así se acostumbre.
—Bueno. Soluciónalo rápido —le dice en voz baja, mientras se seca las lágrimas.
Se levanta del lugar y se retira del curso con rapidez, entre suaves sollozos.
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A la hora de la salida, a las 15:00 PM, se repite lo mismo de siempre. Los alumnos forman filas, saliendo en el orden de los números de menor a mayor.
Se ve que Sakura y Yuu no se saludan antes de irse, aunque vayan hacia la misma dirección. Chitose niega varias veces con la cabeza y cruza a la vereda de en frente de Tomoedo para esperar el carro de su madre.
Mientras Umi baja las escaleras, ya puede ver al chico con lentes de sol esperándola con un paraguas en la mano.
Éste no la levanta por los aires ahora, porque la cara que tiene denota tristeza. La expresión de él cambia a una más seria, y le da unas palmadas en el hombro.
Dan la vuelta en la esquina, caminando despacio. Io le lanza un par de miradas que no obtienen respuesta, así que opta por hacerle una pregunta más directa.
—¿Otra vez es Sakura?
—No es tan grave como las otras veces… Creo que me seguirá hablando. Es sólo que ella se siente triste… Y yo la estoy haciendo sentir mal. Siempre la lastimo —responde con la vista fija en la vereda.
—¿Tú —remarca—, la haces sentir mal a ella? ¿Estás segura, segura? —enarca una ceja, mirándola con incredulidad.
—Sí… Yo no soy muy buena amiga… No voy a decir que ella me trata perfecto todos los días, pero creo que ella sufre mucho más que yo. Todo sería mejor si Yuu saliera con ella. Seguramente ya no tendríamos más problemas…
—¿El chico está obligado a salir con alguien? 아이고… Ninguna de ustedes entiende cómo funciona la cosa.
»Él puede sentir lo que él quiera, es su cabeza, su corazón. Y tú deberías haberle dejado de hablar cuando ella mostró que no le importaba lo que tú sentías por él… Eso es lo que sucede. Pero no me harás caso, ¿Cierto?
—¿Tú dejarías de hablar con Chris y Kabuto si se pelearan, y yo te digo que no lo hagas? Obvio que no. Ellos son tus mejores amigos —tuerce la boca hacia un lado.
Ahora están atravesando la plaza Ichiro, van a un paso lento todavía.
—Son cosas diferentes. Ellos son buenas personas, a diferencia de Sakura —parece algo molesto por la comparación. Frunce el ceño de un lado mientras se rasca tras la cabeza.
—Si me parase a escoger si un amigo es «bueno» o «malo», probablemente me quedaría sola.
»Me costó mucho que alguien me quiera hablar como para juzgar a la gente por tener buen o mal carácter. Io, Sa tiene muchas cosas buenas. Siempre te digo eso.
»Ella es muy divertida, tierna, cariñosa, me escucha, me busca, es atenta conmigo, juega conmigo, salimos, canta conmigo, y me cuenta muchas cosas —se detiene de hablar por un momento—. Obviamente sus secretos no te los diría, porque ella no quiere que cuente.
»Pero las cosas que cualquiera las nota con sólo estar en el curso, como todo lo bueno y lo de Yuu, esas cosas te cuento.
—Hm —mira a un costado y abajo, donde ella está—. Bueno… No voy a opinar de su amistad… —tuerce la boca y niega un par de veces—. Lo haré lo menos seguido posible, porque no puedo dejarlo de lado de la nada.
—Gracias por entenderme. Te prometo que las cosas van a mejorar con el tiempo mientras seamos amigas.
»No te aseguro de que ella querrá ser mi amiga para siempre. Pero sí creo que luego dejaremos de tener problemas entre nosotras.
Umi teme que Sakura la odie después, ya que todavía no ha experimentado otra suerte respecto a sus amistades. Sin embargo, mantiene la esperanza de que podría haber otro final.
No siempre deben pasar cosas horribles, ¿No? No es obligatorio que lo único que suceda sea algo… Tan amargo.
—Si tú lo dices… —Io mira hacia el frente, mientras con la mano la despeina leve.
Continúan conversando, pero de temas más variados y ajenos a las cosas personales, hasta llegar al destino que es la casa de los Murasaki. Se despide de ella en la puerta, y él toma rumbo hacia su hogar.
Es de esperarse que al caminar solo acelere el paso, pues por su altura ir al ritmo de Umi resulta muy lento. Se mantiene con una mirada pensativa, sin tararear ninguna canción ahora. Sus ojos y labios rebozan de seriedad.
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A las 14:50 PM, Io llega a su casa. Al poco tiempo de pasar, da las buenas tardes a su hermana, percatándose de que hay más pares de zapatos que los de ella y los propios.
Sube las escaleras. Estando al frente de su habitación, es más notorio el sonido de las voces de sus amigos conversando.
—A veces me pregunto si no les gusta vivir en la mansión.
Dice en voz baja para sí mismo y abre la puerta. Primero y antes que nada, deja sobre una silla pequeña su mochila. Luego se quita su usual saco negro largo que usa en los días frescos, dejando a la vista el uniforme de su preparatoria.
Una camisa blanca larga, con una corbata azul de rayas verdes. El pantalón es negro, los zapatos marrones obscuros los dejó en la entrada de la casa. Esta ropa es la que lleva Chris puesta también, ya que asisten a la misma institución.
Mientras, Kabuto luce una camisa negra con una corbata blanca, el pantalón es un verde obscuro, y los zapatos negros se hallan también a la derecha de la puerta del hogar.
—Me alegra que estén aquí, me ahorra el trabajo de llamarlos —les comenta en un tono serio, acercándose a la ventana a cerrar las cortinas.
Chris y Kabuto tienen un sobresalto al oírlo, como si se les erizara la piel del susto e incomodidad. Ambos dejan de lado lo que hacen en la computadora, y toman asiento en la cama, suspirando confundidos.
Io continúa sentado frente a los vidrios cubiertos de tela, sobre los acolchados.
—Hombre, ¿Qué sucede? Este no eres tú —reacciona Kabuto, arqueando las cejas.
—Claro que sí —él también deja salir mucho aire de su boca, y comienza a desabotonarse la camisa.
—¿Quieres…? —Kabuto parpadea varias veces, con un leve sonrojo en las mejillas.
—No, no. Sólo estoy cambiándome el uniforme —se quita la corbata y se levanta, en busca de una polera gris en su placard.
—형… —Chris le habla con una voz suave—. ¿Peleaste con Umi?
—No. Pero quizás… No, seguramente se va a molestar conmigo por algo que planeo hacer —conserva la mirada fija en la nada—. Saben, sí me voy a vengar al final.
»Ya me cansé de esperar. Umi no se da cuenta de lo mal que le hace la otra chica, y a la chica no le importa hacerla sufrir. Es más, a veces siento que parece que le divierte hacerla sentir mal. Todo por… Una estupidez…
—Io, deja de meterte en la vida de los demás de ese modo. Si ella no hace nada es porque no quiere. Quizás Umi es una masoquista —arquea una ceja Kabuto.
—No lo es. Ella cree firmemente que se debe conformar con que la gente la trate como la mierda cuando quieran, sólo porque antes no tuvo amigos ni gente con quién hablar.
»Está desesperada por mantener a alguien a su lado… Y simplemente no sé por qué tiene mala suerte con las personas que se le acercan.
—¿Acaso tú no vas a ser una de esas personas también si haces esto? —se denota una sensación de incordio en los ojos de Chris.
—Claro que no —se viste en la parte superior, y cambia su ropa inferior por un pantalón ajustado negro—. Chicos, yo quiero darle una lección a esa mujer.
Io tuerce la boca y en seguida aclara la garganta. Se da media vuelta para hablar con ellos, además regresa a sentarse en la cama de piernas cruzadas.
—La cosa es así —prosigue—, y es algo que cualquiera puede notar incluso sin hablar con ella. No es un secreto, porque si estás en su curso o las escuchas conversar, es más que obvio…
»Esa chica, le tiene celos a Umi porque a él le gustan las dos. Y ella quiere ser la única. Umi no quiere salir con él, pero a esta chica no le importa y le echa la culpa por seguirle hablando al tipo —niega varias veces.
»Imagina que Umi dijera que no me hables más sólo por capricho, sin ser mi pareja —mira a Kabuto—. Y aunque lo fuese, ella no tendría derecho a exigirme algo así. Pero, ¿Ella tendría que tratarte mal a ti por eso? ¿Por un ataque de celos?
—Lo entiendo, hombre… La comparación es… Muy lógica, obviamente, viniendo de ti —baja la vista y luego la regresa a él—. Pero sigo creyendo que está mal… ¿Qué es en todo caso… Lo que planeas hacer?
—Pues… El plan es simple. La haré ilusionar a esa chica de que saldré con ella, para que imagine que alguien de verdad alguien podría gustar de ella por su personalidad.
»Así, dejará de insultar a Umi por un tiempo. Fingiré insultar a Umi, y de paso podría evaluar qué es realmente Sakura. Si de verdad tiene las cosas buenas que Umi tanto presume. Si se deja llevar por lo que digo, claramente no lo sería.
Hace una pausa, quizás para que su cabeza se disipe.
—Le diré a Sakura que es «una venganza hacia Umi porque Umi la hace sentir mal». Si ella acepta, significa que de verdad cree que «su mejor amiga» es la culpable de todo.
»Y si no es capaz de aceptar que ella no puede obligar a este tipo Yuu a enamorarse de ella, significa que es una idiota, inmadura y mala persona.
—Si eres capaz de hacer tantas suposiciones sin haberle dirigido la palabra antes, ¿No crees que es muy exagerado? Lo que hayas leído en los chats, no necesariamente significa que ella es así siempre —expone su pensamiento Chris.
—Aunque no fuese así siempre, que es lo que Umi dice… «Ella es buena, sólo se porta así cuando se enoja, no pienses mal de ella». Es como, ¡Hombre! Me desespera.
»¿Cuántas veces más la tiene que gritar e insultar esa amiga? Si te soy sincero, también estoy enojado con Umi.
»¡Me desespera que no abra los ojos! Los amigos no se tratan así. Jugar a insultar a alguien es una cosa, pero esos insultos no son de juego. Esa mujer la odia.
—Eso pasa porque te metes demasiado en cosas que no son tuyas. JeongMin —Chris parece de muy mal humor—. La gente tiene que lidiar sus problemas por su cuenta, y si ella no lo ve como un problema, tú serás el problema.
»Lo entiendes, ¿Verdad? —los ojos negros del mayordomo parecen atravesarlo con la mirada.
—La cosa es la siguiente. Ustedes, no le van a responder los mensajes a Umi si ella pregunta algo al respecto, porque ella ya debe tener una idea de lo que pienso hacer.
»Y yo, voy a estar… Mmm… Dos semanas con esa mujer, para que esto funcione. Yo tampoco voy a contestar los mensajes de Umi, porque si esta chica ve que le sigo hablando, va a darse cuenta de que no es cierto lo que digo.
—No estamos de acuerdo —le responden a la vez.
—Oh, vamos. Ustedes no tienen que hacer nada. Sólo no contestar unos mensajes… ¿Es muy difícil?
—Nunca estuve de acuerdo con esas cosas —Chris suspira pesado y baja la cabeza—. Sólo esta vez… Te dejaré que vuelvas a hacer esa estupidez…
»Sé que no puedo hacerte cambiar de opinión ahora, porque cuando se te mete una estupidez así, eres terco.
»Pero si vuelves a hacer una de tus «venganzas serias» como le llamas, te aseguro que me voy a llevar a Kabuto conmigo y no dejaré que te vuelva a hablar. Porque quién sabe cuándo podrías atacarnos a nosotros.
—Ustedes nunca hicieron nada que me haga considerarlo, pero estoy de acuerdo con tus términos.
»Será la última vez. Lo prometo. Y sabes que nunca rompo mis promesas —le acerca el meñique de la mano derecha.
—Más vale. O te voy a arrancar el dedo —entrelaza el dedo con el del contrario—. También te aviso que vas a mandar todo tu progreso con Umi al caño con esta tontería.
—¿Tú crees? —mira hacia arriba y luego a él—. Yo espero que ella me entienda. Además, no la quiero lastimar.
»¿No crees que ella podría llegar a sentirse feliz en algún punto, de que yo haga algo que ella no se animó a hacer? O sea, reaccionar, defenderse.
—No estoy seguro… Según todo lo que nosotros conocemos de ella, no parece ser ese tipo de persona… —se ve algo nervioso Kabuto, sus iris grises están más apagados.
—Quizás porque nunca experimentó la satisfacción de que la persona que la lastima reciba su merecido —sonríe de lado—. Ella seguramente estará bien. Espero que esto pueda hacerla cambiar y darse cuenta de que vengarse está bien.
—Te conocemos hace muchos años y no pensamos lo mismo, así que… No lo sé, hombre —Chris se ve desganado ante la situación.
—Bueno… Ya pasó la charla seria. Pueden seguir en lo suyo, yo me pondré a estudiar —se acerca a buscar la mochila, para sacar de esta los libros y cuadernos, además de útiles.
—Está bien… —responde Chris casi en un susurro, mientras regresa a sentarse frente al ordenador.
Pese a que a Io se lo ve con una sonrisa serena mientras lee, el ambiente en su habitación continúa siendo tenso. El sonido de los clics y tecleos, al igual que el de pasar a la página siguiente, son los únicos presentes en el área.
Cada uno tiene su propio punto de vista. Estar en contra de hacer daño a alguien es lo más lógico, siempre se busca evitar la violencia o la venganza porque no es correcto.
Sin embargo, hay quienes piensan que devolver las malas acciones es un estilo de vida, aunque no sea en defensa propia.
No es lo mismo jalar del gatillo a alguien que amenaza con un arma, que dispararle a alguien porque golpeó con la mano desnuda.
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