Namaenai Volumen 1 - 9
Capítulo 9: Lejos
[ 2014, Septiembre, 3 ]
.
El cielo está nublado, aún sin hay pizca de lluvia. Las nubes no se ven tan cargadas, pues la tormenta pasada fue muy pesada.
Io se acomoda los lentes de sol mientras se dirige hacia la preparatoria Tomoedo. Camina como todos los días, para esperar a Umi en la salida de la escuela. Pero en este caso, la persona a quien viene a buscar no es la misma.
Pese a lo seguro que parecía al respecto el día anterior, se denota en su expresión los nervios de lo que planea realizar. Aprieta con los dientes, a un punto que se deja una leve marca de sus largos y particulares colmillos.
—Aaaah… —se queja, cubriéndose un momento el rostro con ambas manos—. Todavía no la vi y ya me quiero pegar un tiro. No sé si rezarle a la Santa Muerte o pedirle a Buda que me ilumine —niega varias veces.
Tras pocos minutos, llega al lugar propuesto. Mira la hora en el móvil, pronto tendrían que comenzar a salir los estudiantes.
Él ve hacia las puertas, impaciente. Se muerde un costado del labio, sus cejas están fruncidas y arqueadas en el entrecejo. Una de sus manos tiembla, hasta que la detiene con la otra y suspira.
—Umi estará bien. Es por eso que lo decidí… Para ella. Hubiese hecho lo mismo si a Chris o a Kabuto le hicieran algo así, porque es mi deber cuidarlos… —suelta aire otra vez.
»Pero ya me prohibieron vengarme, así que… Es realmente la última vez. Debo hacer algo digno de mi propio juicio, que valga la pena el tiempo que no podré hablar con Umi.
No tarda mucho en comenzar a escucharse bullicios. Las filas que se acaban de formar hacia los adentros, se dispersan al atravesar la salida. Curso a curso, avanzan por los escalones.
Hay una pequeña distancia de tiempo entre el 103 y el 104, de modo que Umi no alcanza a acercarse a Io a primeras.
Él mira a Sakura con seriedad, y se detiene frente a ella. Sus dedos continúan temblando.
—Tenemos que hablar, tú y yo, ahora —le dice sin quitarle los ojos de encima.
—¿Ajá? —ladea la cabeza, muy extrañada—. ¿No vienes por Umi?
—Hoy no. Tengo que hablar contigo, a solas.
—¡Sa! ¡No vayas con él! —alza la voz asustada y preocupada—. ¡Cuidado! —alza el brazo a la altura de los hombros y extiende la mano.
—Ay hermana, ¿Qué me puede hacer este chico? —enarca una ceja y ríe despacio—. No seas exagerada. Seguro estás celosa de que me busca a mí.
—De verdad no es eso… —le responde con la voz entrecortada, dejando caer la mano hacia abajo—. Sa, es…
Antes de que ella pueda terminar de explicarle, Sakura se aleja hacia el lado opuesto del camino que suele tomar la primera, a un paso acelerado con Io. Es como si a propósito buscasen perder el rastro, porque Umi no alcanza a seguirlos.
Ella corre, tratando de hallarlos, pero no puede. Sigue congestionada, y su vista no ayuda.
El par se «esconde» dentro de una cafetería a una cuadra de allí que posee vidrios polarizados, siendo lo normal por esa zona. Toman asiento en una mesa de a dos. La chica se nota perdida ante la escena, aunque no muestra alguna intención de alejarse.
—Puedes escoger el almuerzo si gustas —sugiere Io, con la vista en la carta que hay en la mesa.
—¿Sí…? Bueno, algo barato, no quiero hacerte gastar mucho por una conversación nada más —desvía la mirada y luego lo observa otra vez—. ¿De qué… quieres hablar?
Antes de proseguir, el menor hace el pedido a la camarera, un simple plato de fideos y bebidas de frutas. La mujer se retira a entregar la orden en la cocina.
Regresando la vista, Sakura sigue nerviosa, quizás en alguna parte de sí sepa que las advertencias de su mejor amiga no son en vano.
—Ahora sí. Te explico… Me he enterado por fuentes fiables…
»Por no decir, tu supuesta amiga y haber observado la situación yo mismo, que estás atravesando una situación difícil con la persona que te gusta, por culpa de ella —su corazón late algo rápido, ¿De verdad va a llevar a cabo el plan?
»Ella… Hace un largo tiempo, cuando recién nos conocíamos, me mencionó varias cosas creyendo que no seguiría hablando conmigo. Pero no lo olvidé —sonríe de lado—. Y veo que ella tiene una versión tergiversada de la situación.
»Según ella, tú la tratas mal, pero la realidad es que ella es quien te lastima por interponerse entre tú y el chico. ¿No es verdad?
—¡Claro que sí! Incluso mi otra amiga lo sabe —se sostiene la cabeza, apoyando el codo en la mesa mientras agarra la mejilla propia con la mano—. Si esa amiga no le dijo a Umi las cosas como son, es porque obviamente no quiere tener problemas con ella.
»En ese sentido me cae mal Chitose —se le escapa el nombre—, de que siempre deba fingir estar de un lado u otro para no tener problemas —aclara la garganta—. Pero, ¿Qué tiene que ver esto contigo?
—Me pareció una total injusticia de su parte —enarca ambas cejas, con una sonrisa extraña para ser suya—. Es decir, no podía quedarme de brazos cruzados ante una situación así.
»Siempre he sido alguien que le gusta defender a los inocentes de la gente malvada, golpeando a los bullies y salvando a las víctimas. Aunque claro, eso no es lo único.
»Solía realizar una venganza personalizada para esos bullies, porque una golpiza en el momento del acto no me resultaba suficiente para equiparar los daños contra los débiles.
Io niega varias veces, alzando un poco los hombros y las palmas cerca de ellos.
—De este modo, Sakura, quisiera proponerte una venganza contra Umi. Tú y yo vamos a salir, y entonces Umi va a sufrir lo que sufres tú por su culpa. Le vas a «quitar» a su chico. ¿Qué te parece?
—Hm… —achica la vista, con total desconfianza—. ¿En verdad esperas que me crea eso? Si hablas en serio, bloquéala ahora mismo. En todas las redes.
—Por supuesto, no es nada difícil de hacer —aún diciendo aquello, el brillo de sus ojos desaparece mientras presiona la opción en cada una de las aplicaciones—. ¿Lo ves? —vuelve a mirarla, mostrándole el celular.
—Está bien. Me parece perfecto. Y… ¿Cómo es que te has terminado interesando en mí? ¿Sólo por lástima? —se muestra curiosa al respecto.
—Oh, claro que no.
Todo el tiempo, con cada palabra que dice, cualquier persona que lo conociera de verdad se daría cuenta de que no es cierto. Aunque como se trata de ella, que casi nunca lo escuchó hablar, no necesita esforzarse en ello.
Si fuese alguien diferente, sería algo más difícil, pero nunca imposible. Es un experto en esos engaños.
Su voz es su mejor herramienta cuando se trata de una venganza o salir de aprietos. A menos que, claro, puedan ver a través de su mirada. Y para eso es necesario conocerlo bien.
—¿Entonces qué es? —Sakura le sonríe, interesada, con un leve rubor en las mejillas.
—Naturalmente, tu personalidad tan decidida y agraciada. La ternura que desborda cuando hablas.
»También, el afecto que eres capaz de darle a las personas… —debajo de la mesa, cuenta con los dedos de una mano. Está repitiendo las cosas que Umi le suele mencionar—. Que eres divertida, sabes escuchar a los demás y eres muy sincera con tus seres queridos. Además…
»Es interesante también que seas buena en artes, y tus gustos son muy compatibles con los míos.
»Te gusta mucho jugar, ver anime, cantar, bailar, incluso escuchamos músicas similares.
—Para ser que dices que Umi hablaba mal de mí, también te ha contado muchas cosas buenas —ríe bajo, ahora convencida con la actuación del contrario—. En fin, me alegra que aprecies mi persona.
—La mayoría de los problemas que ustedes tienen me he enterado porque Umi no cubre el chat cuando conversa con alguien. Ella no me quería decir cuál era el problema, sólo me decía que se sentía mal —ríe también.
»Y pues, ella no se da cuenta de que puedo ver lo que escribe si me siento cerca —posa el índice al costado del ojo propio—. Mi vista es muy buena, en verdad.
»La cuestión es que, ella hacía ver como si tú fueses la mala, siempre andaba con mala cara como si sufriera.
»O sea, es como si manipulase la situación para que crea que ella es un ángel.
»No la insultarías porque sí —suspira—. Pero, ya dejemos de hablar de ella. Hablemos de… Nosotros. ¿Qué opinas?
—¿Nosotros…? ¿Es por eso que no querías avanzar rápido con Umi, porque estabas pensando en mí todo el tiempo? —su rostro se torna rojo.
—Me sorprende tu inteligencia, Sakura —sonríe con los ojos cerrados.
La manera más eficaz de evitar que sus ojos denoten la frustración y cansancio que siente al fingir sus palabras, es ocultarlos en una sonrisa que parezca natural.
Y si no fuese por una pequeña arruga que se hace debajo de su ojo izquierdo, con eso podría incluso engañar a las personas que más lo conocen.
Un tic, imperceptible para alguien que no lo ve seguido o no vio su rostro de cerca con anterioridad.
Así ellos conversan durante un largo rato en el almuerzo, acerca de los intereses de cada uno y otros términos del acuerdo.
Entre eso, Io también le pide a que bloquee a Umi de sus redes. Y que, si es posible, no la escuche en la escuela, porque de seguro «la querrá molestar por irse con él».
Lo último también es mentira, ya que la idea es que Umi no pueda advertirle de la venganza.
.
En la parada de autobús, Sakura se despide de Io, porque necesita darse un baño antes de ir a canto a la tarde. Y así también quedan en que se verán en unas horas, para que él la acompañe hasta la preparatoria.
De este modo, el chico comienza a caminar de vuelta a su casa, suspirando mientras baja la cabeza.
—Aaah… Ni el infierno se debe sentir tan feo…
»Hasta náuseas tengo, por Dios. Ni siquiera sé si podría ser su amigo, fingir ser su pareja es un completo fastidio —niega varias veces—. Espero que no intente besarme o algo así, porque le dije que soy una persona que ciertamente se toma las relaciones lento… Y, al menos eso… No es mentira.
Camina con desgano, como si sus piernas no quisieran avanzar un paso más. De no ser porque tiene que encargarse de la limpieza en su casa, de seguro se quedaría por ahí, echado en algún banco de Niiro.
.
Por otro lado, horas más tarde. En el lugar de los Murasaki, se ve cómo los ojos de Umi desbordan de lágrimas. Su rostro no es una excepción, brilla por el agua y las sales.
Mira con preocupación y tristeza la pantalla de su celular, preguntándose si de verdad hizo algo tan malo para que su mejor amiga y el chico que le gusta la bloqueen al mismo tiempo.
No quiere almorzar, ni bajar tampoco. Sólo se halla sentada en su cama, con las manos heladas por el miedo y la ansiedad de no saber qué hacer o qué sucede en realidad.
Ella desea advertirle a Sakura de las ideas extrañas del otro, y a la vez quiere regañarlo a este último por ignorar sus deseos de que no se meta en sus asuntos.
Umi considera verdaderamente que Sakura no es una mala persona, sino que atraviesa una etapa difícil en su vida por ser adolescente. Está segura de que la quiere mucho, e intentaría hacer… casi cualquier cosa por verla feliz, en la actualidad.
En el pasado, incluso sí dejó de hablarle a Yuu porque ella se lo pidió. Tenía miedo de hacerla enojar, y de que luego invente muchas cosas sobre ella.
Pero luego, con el tiempo, comenzó a pensar también un poco más en lo que quiere para sí misma. Por ejemplo, una amistad con Yuu.
Llegó a estar segura de que una amistad no tendría que perjudicar la otra, porque si ella no tiene intenciones de romance, debería estar todo bien. Y ella podría ser feliz con su grupo de amigos, así ocurrió en varias ocasiones.
O eso creía, antes de que se presente esta nueva circunstancia.
—¿Es el karma por haberla hecho sentir mal a Sa…? ¿Ahora debo quedarme sola otra vez porque la hice sufrir mucho…? ¿Qué debo hacer?
Se pregunta en voz baja, en la soledad de su cuarto. A la vez se arrepiente de no haber disfrutado el día anterior por preocuparse de «otras tonterías» según ella.
Como si sus pesadillas se hicieran realidad, no sólo Sakura no le contesta, tampoco Chitose. Ni Chris, ni Kabuto.
Shin y Risa no saben nada acerca de la situación, aunque tampoco es que le hablen seguido fuera de la escuela. Es raro que le hagan algún mensaje, muy raro.
Es obvio que Yuu tampoco está enterado, pero hablarle ahora significaría tener que explicarle todo… Y no quiere que se lleve mal con Sakura otra vez, porque eso la haría sentir mal a ella, y a la vez sería probable que esta se enoje más aún.
Siendo la única persona que queda, a quien puede expresarle todo el pesar que siente sin que termine ocasionando los mismos problemas que vive ahora por haberle contado a Io tontamente, es a Kazuma.
«Si hubiera sabido… Que Io sería tan… Así… Para intentar una cosa tan horrible… No hubiera abierto la boca. Dije la verdad… Dije cosas buenas y cosas malas…».
«Y lo que yo he dicho de Sa, no es ningún secreto, no diría sus secretos… Todos en la escuela saben de Yuu, Sa y yo, y no sé cómo todos lo saben ya que no le conté a nadie más que a Io…».
Deja salir un suspiro largo, negando varias veces. «Sou lo sabe porque me leyó la mente, eso es trampa. No tiene caso ocultarle nada». No obstante, duda de hablarlo.
¿Por qué la primera vez que le cuenta de su vida a alguien que conoce hace poco, creyendo que no lo volvería a ver, termina así? ¿Qué va a hacer con sus propios secretos? Cosas que nadie sabe… Casi nadie, Kazuma lo sabe, le interese o no. Es nuer.
Umi vuelve a suspirar. Necesita ayuda, desahogarse. Pero teme arruinar peor las cosas. Y a la vez, necesita soltarlo. «¿Y si Sou reacciona como Io? ¿Qué hago? ¿Qué hago? Yuu sí se enojaría… Y… No quiero estar sola cuando estoy tan triste…».
No quiere matarse. La soledad le provoca querer hacerlo. Le recuerda su pasado, y su pasado ahora es casi el presente. Voces en su interior la insultan, el silencio es tan fuerte que deja que todo lo negativo la llene. Resuenan gritos en su cabeza.
Lleva la diestra al hombro izquierdo, con la zurda se rasguña una mejilla de forma involuntaria. Ansiedad, pánico. «Todos te van a odiar por hacer llorar a Sakura, estúpida», escucha. «Eres mala persona, estúpida». «Vas a estar sola».
«Te mereces todo lo malo que te pasa. Te mereces que te abusen, que te golpeen, como dijeron tus psicólogas. Te lo mereces por ser mala, rara, loca». «Vas a estar sola».
«No estoy sola… Yuu me escucharía pero… No quiero que él y Sa se peleen… Pobre Sa… Tengo que detener esto…».
Abre en el móvil la aplicación de Up, y teclea a Kazuma. Borra y reescribe el mensaje tantas veces… No lo quiere molestar, aun así, tampoco es que sepa cómo llevar la situación.
Es como si el mundo que estaba construyendo por fin, se hubiese derrumbado.
«¿Volverán a insultarme mucho? ¿A romper mis cosas? ¿A golpearme o manosearme cuando camine sola?».
Se anima a enviarle, por fin, un mensaje al nuer.
—⟨⟨ Te hago un resumen rápido, estoy asustada. Io quiere hacerle algo malo a Sa y no sé qué está intentando. No sé. Los dos me bloquearon, nadie me contesta de la gente que podría saber qué está pasando. ¿Qué me sugieres? ⟩⟩
.
En un lugar cercano, a una cuadra y media de donde vive Umi, se sitúa el hogar de Kazuma.
A este se llega caminando desde la esquina del bar que se encuentra al lado de la casa de la chica, cruzando hacia la farmacia de en frente. Luego, pasar por la senda peatonal para llegar a la esquina de la paralela.
Se sigue recto por esa cuadra, hasta llegar al vértice en el que se halla una tienda de conveniencia. Allí se cruza al frente otra vez, pero en lugar de seguir adelante, se dobla a la izquierda.
Y tras media cuadra, quizás un poco más, se ubica este pequeño departamento, parte de un edificio de tres pisos.
Su lugar consta únicamente de una habitación, la cocina y el baño. Las paredes de toda la casa son amarillas y los pisos de madera; a excepción del baño que es blanco hasta el suelo.
Sin embargo, en la cocina no hay un refrigerador, ni tampoco un horno. No hay rastros de utensilios ni una mesa. Es sólo un espacio vacío.
Al menos, en su cuarto posee una cama y varias consolas de videojuegos, una diana con diferentes armas de juguete muy realistas, además de un armario. En este último guarda, además de ropas, libros también.
Él está sentado sobre las sábanas, mientras juega con la DZ, hasta que su celular vibra y suena despacio.
Una notificación holográfica que se puede dar el lujo de activar mientras no esté afuera, se muestra con un mensaje y la hora, 17:22 PM.
—Tengo que ir.
Dice para sí y se coloca la campera verde con negro sobre la polera gris obscura. Por lo apresurado, sale sin su característico gorro rojo bordó.
Camina unas pocas calles, de las cuales resaltan en las veredas la mencionada tienda de conveniencia, más adelante una preparatoria en la otra esquina de la cuadra de en frente a la ubicación del hogar de Umi.
Cruza hacia la farmacia, y seguido de ello, al destino.
Tras cinco minutos, está en el pequeño sendero anterior a la puerta de la casa de los Murasaki. Mira con curiosidad el ventanal de la planta baja, cubierto por cortinas, y luego el que es de la habitación de la chica, tampoco se puede ver a través.
—⟨⟨ Estoy afuera. Ven. ⟩⟩
La chica, por su parte, se cambia tan rápido como si fuese que va a canto. En realidad, suele ir unos minutos más tarde al club, pero supone que es para eso que el otro la visita: conversar mientras van de camino allá, y sin prisas.
Baja por las escaleras, aún refregándose los ojos y tratando de normalizar la respiración.
—¿A dónde vas tan bien vestida? —pregunta su madre, con una sonrisa curiosa.
—Creo que me buscan para ir al coro. Vuelvo más a la noche, cuando terminen las clases, como siempre —trata de que en su voz no se note que estuvo llorando.
—Ve con cuidado —le da unas palmadas en el hombro.
Umi sale y cierra pronto, no permitiendo que se distinga quién es la persona de afuera. Sus padres aún no lo conocen como para tener que hacer una presentación ahora mismo.
—Vamos a la esquina —señala Umi al bar—. No adentro, sólo sentarnos en la vereda de ahí —dice en voz baja—. No sabía que vendrías… Deja que me esconda en el rincón, todavía no abre el negocio… Puedo sentarme ahí y mirar a la puerta cerrada…
»Me da vergüenza estar así. No me mires…
Ella lo guía hasta ese lugar. Es casi como si fuese a una casa de en donde estaban antes. Porque está la puerta de su casa, el portón de la cochera, y de inmediato a la izquierda el bar.
Lo único de «lejos» que tiene, es que doblan en esa esquina, y no estarían a simple vista de Umibozu y Aoi.
—Te ves muy mal, hablando seriamente. ¿Qué pasó? —le pregunta con su expresión seria usual.
Se denotan los ojos violetas del chico que se halla frente a ella. No sólo eso, sino detalles imperceptibles antes por llevar la cabeza siempre cubierta.
Su cabello es entre lacio y ondulado con mucho volumen, pero del mismo largo que se alcanzaba a ver. Además, unas largas y puntiagudas orejas, casi el doble de grandes y largas de lo normal; estas se sacuden dos veces.
Umi no hace mención de ello, a pesar de que es en lo que piensa, pues no tiene nada que ver con el tema principal de conversación. De igual manera, no se encuentra a salvo de la habilidad especial del otro.
—Oh, ¿De verdad? —toca las orejas propias y las cubre con ambas manos—. Uhm. Todavía nadie me vio porque la calle está vacía… Así que no me había percatado.
»¿Podemos pasar por mi apartamento? Así busco el gorro. Puedes ir contándome de todos modos, o sólo pensarlo si gustas.
—Bueno… Vamos.
Todavía suena desanimada. Bajo sus ojos, unas pequeñas bolsas por la hinchazón de haber estado llorando. Lo sigue a un paso lento, caminando a una distancia normal de él.
Ruega que nadie se fije en su rostro. Ya es suficiente con que Kazuma la encuentre así. Únicamente quería conversar, que la escuchen. Creyó que la llamaría como otras veces. Sin embargo, aprecia de sobremanera el gesto. Muchísimo. No está sola.
Se mantiene en silencio, sumida en su cabeza por las cosas que acontecen. Aunque, también, atraviesa el pensamiento de que este chico parece el más confiable entre todas las personas con las que habla.
Es irónico, ya que se trata de alguien que proviene de otro plano, y es más amable que mucha gente que conoce.
Supone Umi, que la especie no tiene mucho que ver, pero que le alegra conocer a alguien que se preocupe tanto y no tenga segundas intenciones con ella. A la vez se pregunta, «si Sou es tan bueno, ¿Por qué me gusta Io y no él?»
Al mismo tiempo que piensa lo último, están frente al pequeño edificio. Kazuma ingresa primero, abriendo la puerta por la que pasan ambos.
Umi la cierra, y mira con intriga los adentros, los pasillos. Hay muchas puertas, una de todas esas debe ser la del nuer.
Él le indica para que suban las escaleras, llamándola con la mano. Las pisadas de ambos resuenan en eco, no hay otro sonido que el de su caminar.
De algún modo, a Umi siempre le resulta agradable escuchar los diferentes tipos de pisadas, así que eso la relaja un poco de todo lo que lleva en la mente.
Al llegar al último apartamento hacia la derecha de la segunda plata, el pelirrojo abre con la llave, dejándola pasar primero, y cierra tras ellos.
—¿Y el refrigerador? —apenas al ingresar es lo primero que ve.
—No lo necesito —niega con la cabeza, mirándola—. Los nuer no necesitamos comer para vivir. Sólo dormir. Lo máximo que podemos estar sin dormir son tres días.
—Uhm, en cierto modo no sé si los humanos aguantarían más que eso —se lleva una mano al mentón—. ¿Entonces por qué te he visto comer en algunos recesos?
—Aunque no sea necesario, puedo hacerlo —sonríe enarcando ambas cejas—. No siento nunca hambre, pero hay cosas muy ricas. También puedo obtener energía a través de la comida, pero la recupero mejor durmiendo.
Se dirigen a la habitación con calma. Allí Kazuma se acomoda el gorro, aplanando sus orejas. De ese modo no se nota que son diferentes, parecen las de cualquiera.
—Sabes Umi, tu mente parece como si fuese una carrera de qué pensamiento termina primero. Piensas mucho al mismo tiempo, muchas cosas.
»Una canción superpuesta sobre todo en cada situación, en varias personas a la vez, el estar atenta a tus sentidos y lo que debes hacer luego.
»Y en la mayoría de las veces, lo que dices no tiene absolutamente nada que ver con lo que piensas —le explica su observación—. La única persona aparte de ti que he escuchado así, es a Io. Por eso es que siempre pregunto por él.
»Al menos, me ha saludado en varias ocasiones a la salida. Creo que ya sabe quien soy.
—Sí… Además, también te conoce porque le hablo de ti. En cierto modo, creo que eres con quién más hablo aparte de él. Aunque sea por mensajes y llamadas más que en persona.
—Ya veo —toma asiento en el suelo, usando la cama como respaldar—. Lamento el desorden, tendría que haber dicho al comienzo —saca de bajo su cama una bolsa bien cerrada llena de caramelos y varias envolturas sin contenido.
—Mi habitación es peor, tranquilo —se sienta a su lado, abrazando las rodillas propias mientras lo mira.
—Bueno… ¿Quieres que te diga en qué piensan tus amigos ahora? Io y Sakura.
»Si los veo, puedo decirte al respecto —come uno y le ofrece otro, acercándoselo entre dos dedos.
Ella niega con la mano, arqueando las cejas. No es algo que se le antoje en el momento.
—Sí quiero saber… Estoy muy preocupada de qué puede estar pensando Io en hacerle… Me da miedo.
»A la vez, sé que no le va a pegar… Pero… No sé… ¿Estoy exagerando al preocuparme tanto?
El chico deja cerrada la bolsa sobre la cama, y regresa la vista a la invitada.
—Pensando que se trata de Io, considero que la chica está fuera de peligro, físicamente hablando. Psicológicamente, mh…
»No me parece que sea tan grave tampoco. ¿Cuál crees que sería el peor escenario posible? —cierra los ojos con una expresión seria.
Más allá de lo que teme por su amiga, la pregunta del contrario le hace imaginar algo que ni siquiera había pasado por su cabeza en todo este tiempo.
La idea de que Sakura e Io se besen, o vayan caminando de las manos. Que todo el tiempo ella haya sido un peldaño para que Io pueda salir con su amiga. Que no vuelvan a hablarle más, ninguno de los dos.
Ante esto, Umi no puede evitar romper en llanto otra vez. Era casi de fantasía que pudiese siquiera imaginar en salir con la persona que le gusta, y que la otra persona también guste de ella. Y ahora todo se ve tan lejano.
Al mismo tiempo, se siente egoísta. «¿Cómo puedo poner encima de la seguridad de Sa un capricho mío…? Me doy asco».
—Oh… Me arrepiento de haber cerrado los ojos —los abre y se acerca a ella, abrazándola del mismo modo que la primera vez que hablaron—. Creo que tienes un gran dilema, entre la seguridad de tu amiga y tu propia felicidad al mismo tiempo.
»Pero quiero que sepas, que eso no te hace mala persona.
—A veces siento que no te merezco, en serio. Eres muy puro Sou…
—Mereces amistades sanas como la mía, y de pareja a alguien que te haga sentir especial —le acaricia la espalda despacio—. Sé que piensas en que Chitose, Yuu y Sakura también son así a veces.
»Pero, creo que lo ideal sería que fuesen así más seguido. Un siempre es imposible cuando se trata de ánimos o actitudes, sólo más seguido.
—También quiero eso… Quiero muchas cosas… Quiero ser feliz, quiero que mis amigos no me dejen de hablar.
»Quiero poder salir con Io, y que mis padres me dejen ser cantante y dibujante —confiesa entre sollozos, intentando secarse bajo los párpados—. Estoy cansada de tener problemas en mi casa y con todos. Quiero que todo se arregle…
—Y lo mereces, así que no lo dudes. Ya has pasado suficiente en toda tu vida. Y aunque escucho que te fuerzas a conformarte porque «antes era peor», debes saber que siempre puede ser mejor. La felicidad existe.
»Yo soy una persona feliz por ejemplo —enarca ambas cejas y sonríe ampliamente.
—Gracias… —en ningún momento intenta corresponder al abrazo.
No es que no lo quiera, pero hay dos cosas. Una, no quisiera faltarle el respeto a Chitose. Ya es mucho para ella estar a solas con el chico como para realizar tal acción.
Y la otra, que siente que está mal que abrace a un chico que no le gusta, o incluso, sentiría que está mal abrazar a un chico si tuviese pareja. No que esté mal que los demás lo hagan, sólo siente que cuando es ella misma sí.
Se siente culpable de algo que desconoce, no lo entiende.
—Oh. Creo que lo de Chitose es algo que no debía escuchar —parpadea varias veces—. Lo siento. No diré nada, de igual forma que lo de Chris y Kabuto.
—Gracias —suspira profundo. De todos modos, se deja abrazar, pues no sabe cuándo volverá a sentir cariño con el problema actual—. Uhm, Sou. ¿Está bien que sepa lo que piensan ellos? ¿No sería invadir su privacidad?
—Es una sugerencia mía nada más —le responde con suavidad y ve hacia arriba por segundos—. Ellos pasaron por frente del edificio en el momento que te lo mencioné. ¿Te digo?
—Creo que una sola vez… Que pregunte… Una vez —no puede contra la tentación.
—Io decía «sólo dos semanas y termino con esta mierda«, parecía muy aturdido y cansado.
»Y también se pregunta cómo se supone que se disculpará contigo —se separa de ella, pues pasaron más de cinco minutos de esa manera—. Sakura, por su lado, pensaba en que se siente culpable de estar haciendo eso.
»Pero también un «se lo merece por puta«. Eso sería, en resumen, las cosas de los dos —se rasca tras la cabeza como expresión—. Me disculpo por el vocabulario vulgar.
—Ah… Bueno, no es tu culpa —alcanza a decir, no sabe qué responderle.
Dos semanas le parece un largo tiempo en general. Significaría, dos semanas en las que Sakura, Io y muy seguro Chitose, no le contestarán nada.
Y, aunque en teoría la idea de una disculpa del chico supone que volverán a hablar, ¿Qué pasaría con las otras dos? ¿En qué va a quedar su amistad? ¿Se arruinaría por culpa de Io?
A Umi le resulta molesto en demasía que el menor interfiera en su vida de esa manera. Sakura es su mejor amiga. Alguien que, aún si tienen problemas, ella aprecia bastante.
Según Umi, sí son cercanas. De verdad, pese a que Sakura tenga mal carácter en ocasiones.
Considera que su padre es más gruñón, así que en cierto modo la otra no es tan difícil de llevar.
—¿Quieres no ir al club hoy, y quedarte aquí? Por mí no hay problema —comenta mientras le acerca un mando de Pley.
—¿Eeeh? No me parece correcto… Yo… —se siente nerviosa por lo mismo de Chitose, sus manos tiemblan un poco.
También le da miedo que Kazuma pudiese tener otras intenciones… Tuvo suficientes malas experiencias con gente en la que ni siquiera confía y no se quedó a solas. «¿No es peligroso?»
—No —niega un par de veces y deja el control en el suelo—. No soy así. Aunque estés congestionada, te lo aseguro.
»No soy ningún aprovechado. Si fuese otra situación, me gustaría intentar algo con alguien como… —se sonroja leve y aclara la garganta—. Realmente no sé si sea lo correcto decirlo. Pero no. Además, lo mío sería imposible de todos modos.
—No digas eso Sou, no creo que sea imposible. Yo… Mmm… —hace una pausa—. Como sabes, estoy en una encrucijada con eso. Yo quisiera ayudar a Chi. Pero también a ti.
—Lo entiendo. Es parecido en mi caso. Quizás algún día te cuente quién creo que me gusta —hace una pausa—. Gustar… Aún no estoy seguro, porque es la primera vez que siento eso.
»Pero te juro que no estoy sintiendo nada sexual ahora, de verdad —se muestra muy serio al respecto. Extiende la mano hasta el frente de su rostro—. Puedes olerme si no me crees.
»Eso es lo suficientemente cerca por lo de tu nariz hoy, ¿Verdad?
—Ay Sou, sí te creo —suspira despacio, viéndolo fijamente—. Te comento como una curiosidad, tu aroma es muy… Relajante. Es como si caminaras por la calle, y el viento te trajera los azahares, pero más suavecito… Y fresco.
—Ya lo había escuchado en tu cabeza, pero me sorprende que no te avergüence decirlo —sonríe amplio y con un ligero rubor, enarcando las cejas. Vuelve a acercarle el mando de Pley, dejándoselo casi en la mano—. ¿Jugamos?
—Bueno, bueno. Si no quieres ir al club no necesitabas usarme de excusa —le es inevitable sonreír de lado. A la vez, se pregunta si podrá seguir sonriendo en su casa.
—Puedes venir cuando quieras, también puedes invitar a Io aquí cuando se arreglen. No es un lugar muy grande, pero no creo que le moleste —saca el celular de su bolsillo, y lo ubica a un metro frente a ellos.
—Claro… Bueno, de las veces que te ha saludado, parecía natural al hablarte. Pero sólo intercambiaron unos «hola y adiós», así que no sé aún qué piensa de ti.
—Yo sí —sonríe y desbloquea la pantalla del celular, dejando visible el mismo holograma de las veces anteriores.
Ingresa a una aplicación llamada «Geemu», y oprime la opción de visión completa. De ese modo, el tamaño aumenta al de una televisión de treinta y dos pulgadas.
—Io piensa que soy apuesto, al igual que todas las chicas. Es curioso, pero pensó en dibujarme, al igual que tú y Chitose.
—Sí, él también dibuja —observa con asombro lo que sucede frente a ellos, aunque entiende que para Kazuma es normal—. Oye Sou, si invitas a Io él también verá tus… Cosas tecnológicas. Futuristas —no sabe cómo decirlo.
—No había pensado en eso… —baja la mirada por un momento, luego la regresa al frente—. Ya veré entonces qué sucede con el tiempo.
»De todos modos, no estaré «libre» para presentarme como corresponde hasta dentro de unos meses —le comenta de forma casual—. Ah, Umi. Conecta el mando a la pantalla.
—Pero es un holograma —arquea una ceja, extrañada.
—Sólo hazme caso. Mira —coloca el cable del modo que dijo.
Del lado opuesto a esa televisión peculiar, no hay rastro del extremo conectado.
—Ah, así funciona. Qué cosas —imita la acción del otro, y regresa a sentarse al suelo—. ¿Y qué estamos por jugar?
—Uno de los éxitos de Prisma, actualmente. ZEG4 tiene mucha popularidad en Namaenai también. La aplicación puede emular todas las consolas anteriores de ZEG4, y es oficial.
»Al igual que se pueden comprar los paquetes de juegos por un buen precio —toma asiento a su lado, animado mientras le cuenta—. Además, allá continúan saliendo nuevas consolas.
»Cuando pasa un tiempo, después esa consola también se puede emular en Geemu y los juegos están más baratos al comprarlos de forma digital dentro de la aplicación.
»Realmente me parece muy inteligente lo que hicieron. Todos pueden jugar de esta manera. Aunque claro, si la versión del sistema operativo del celular es un poco vieja como la mía, hay algunos juegos que no funcionan muy rápido.
«¿Eso es viejo? Me dejas en vergüenza. Hace poco compramos con Io las cosas para arreglar el ZEG4 y otros cartuchos para que yo deje de «jugar ilegal» y me entero que existe esta cosa. Dios. Quiero ese teléfono».
Dentro de sus pensamientos, este es menos triste. Cada vez más cosas le distraen, por fortuna.
Volviendo la vista a la pantalla, el juego que aparece viene con unas instrucciones al comienzo.
En síntesis, son dos naves que derrotan flotas, y luego utilizan los objetos conseguidos así mejorar el equipamiento o, el segundo «mini juego», que es atender un negocio de repuestos.
Una mezcla inusual de jugabilidad, pero que a su vez hace obvia la popularidad.
Para sorpresa de Kazuma, Umi tiene cierta facilidad con cosas de esa temática, así que les es posible avanzar con rapidez a través de los niveles.
Todo es tan colorido, entretenido y divertido, que a Umi le encantaría poder llevarse el juego, la aplicación y en sí el teléfono a su casa para usarlo toda la noche. Aunque eso es imposible, no podría explicar de dónde sacó aquello.
.
Transcurre más de una hora en la que prueban varios de los éxitos de esa ciudad llamada «Prisma» de Namaenai, hasta que la chica quiere tomar un descanso. Es irónico, cuando poco antes quería llevarse el teléfono ajeno.
Suspira, dejando caer la cabeza en el borde del lado de la cama que está utilizando como respaldar. Le gustaría acostarse, pero duda de hacerlo. Es la primera vez que se encuentra allí.
Observa el techo, y al pasear la vista, se fija en la diana en la pared. Supone que el otro necesita practicar tiros para que en los videojuegos le sea más fácil.
Luego, oye un sonido fuerte que confunde con una motocicleta arrancando. No lo es. Contra la ventana que se ubica al final del cuarto, lejos de la cama, se ve y escucha cómo chocan varias gotas. Brillan por los relámpagos.
Umi siente que es uno de los años que más está lloviendo. Recuerda que cuando llegó a Tokio no era así, sino menos.
Suspira. Agradece el no haber ido a canto hoy, porque sino tendría que regresar en la tormenta. Al menos, desde el departamento de Kazuma no es una distancia grande.
Saca del bolsillo el N95 para fijarse qué hora es, y no tiene batería. Considerando que lleva usándolo todo el día, no es raro.
—Las seis y cuarenta —responde el nuer, mostrándole en la pequeña pantalla holográfica—. Es temprano.
—Sí, supongo… —tuerce la boca y lleva una mano al abdomen propio—. Me preocupa no tener hambre.
—Estás deprimida, sería extraño que tuvieras —le ofrece su móvil, dejándoselo en una de las rodillas.
—¿Qué pasa? ¿Qué quieres que haga con eso? —dirige la vista al chico. Todavía continúa con esas ojeras rojizas, no desaparecen con facilidad—. Te vas a aburrir, úsalo tú.
—Podríamos escuchar música si quieres, o cantar. Eso te suele divertir, ¿O no? —enarca las cejas. Más que serio, se ve tranquilo. Su expresión es tierna cuando… Hace algún gesto, en todo el sentido de la frase. Tiene una mirada inocente.
—No… Eso no. Si cantamos algo, luego me voy a acordar de cuando estaba triste porque Io y Sa se alejaron —vuelve a parecer más decaída. Cierra los ojos y niega—. Perdón.
—Tranquila, es mi culpa —gatea hasta su lado y le da unas palmadas en la espalda—. Había sugerido lo de la música porque sé que te gusta mucho. No sabía de ese detalle.
—No es algo que piense seguido, en mi mente es más como «ahora no», aunque a veces sí lo pienso… Supongo que depende —bosteza, refregándose un ojo—. Gasté mucha energía poniéndome mal, y enojándome.
—¿Quieres dormir? Puedes usar mi cama. Yo puedo dormir sentado aquí, o poner una sábana en el suelo, o en sí donde sea. No me cuesta —menciona, sonriendo amplio.
—Lo dices como si estuvieras orgulloso —de algún modo, el comentario de Kazuma le saca una corta risa entre dientes.
—¿Qué tiene de malo? —ladea la cabeza, arqueando una ceja y enarcando la otra—. Dormir es mi pasión —asiente.
—Pensé que lo era jugar —vuelve a reír en voz baja.
—Es así —cruza los brazos y sonríe de lado.
—Tienes varias pasiones —gracias al nuer, su mente se despeja otra vez respecto a lo triste. La distrae.
—Es lo normal. Por eso a muchos nos cuesta decidir qué queremos hacer en el futuro —recoge el móvil que dejó sobre Umi, ya que nota que no lo está usando.
Además, se recuesta en la cama. Mientras se aprecia cómo Kazuma se ubica boca abajo pero dejando la cabeza cerca de la adolescente para seguir conversando, también se ve que Umi tiene un ligero sobresalto.
—Tus reflejos son extraños —comenta el chico, abriendo una aplicación llamada KyKyu y bajando por esta con el dedo, revisando algo como un «inicio» de una red social.
—Ah, sí —se rasca una mejilla, tratando de no pensar.
—Oh —un rubor aparece en el rostro de Kazuma. Sin embargo, se disipa tras que aclara la garganta—. Es cierto, eso…
—Sí. Por favor, no me molestes con eso también.
—Podría ser bastante molesto, pero no soy desalmado. Mientras no te sientas con un vínculo de cercanía suficiente, voy a mantener una distancia prudente —asegura. En sus iris se refleja lo que ve en la aplicación.
—Me da vergüenza sólo imaginarlo —infla una mejilla. La sangre no llega a su cabeza como debería, está pálida. En sí, le hace mucho frío, y no se percata hasta ese momento—. ¿Tienes unos guantes o algo? No quiero el cliché del abrazo.
—Ya busco —se desliza por la cama hasta el suelo, como quien no quisiera levantarse de esta, y se incorpora para caminar hasta el armario. Regresa con ella y se los entrega—. Estos uso.
—Gracias —hace una corta reverencia con la cabeza, colocándoselos. Le quedan grandes. «Lo imaginaba». Ríe para sus adentros—. Ey Sou, ¿Por qué las ropas de las personas tienen su aroma tan fuerte incluso cuando no las están usando?
—Parte de la piel muerta queda allí. Aunque no es sólo eso —vuelve a recostarse en la misma posición que antes, mirándola—. También el lugar en el que habita la gente mantiene su aroma, porque todo se relaciona.
—¿Y tú tienes el olfato de Io? —alza las cejas, curiosa. Se da media vuelta para verlo al hablar.
—No, ni el tuyo. Pero sí escucho mejor que ustedes —se saca el gorro y se lo ofrece, mientras se señala una oreja.
Umi acepta sin dudar el abrigo, pues muere de frío. Se lo coloca sobre el cabello, y respira lento.
Desearía no estar congestionada así poder relajarse con «la fragancia de los azahares». Apenas es capaz de percibir una parte ahora. Igual, es lo suficiente para que pueda calmarse un poco de una bola de nieve de desgracias que van agregándose.
El calor adicional que le provee le causa más sueño. No obstante, no planea dormir allí. Es probable que con el cansancio que tiene, despertaría al día siguiente.
Bosteza, y dirige la vista a las alargadas orejas del nuer. Esas se sacuden dos veces. A Umi le llaman la atención.
Como algo típico de ella cuando quiere tocar algo que desconoce, sólo acerca la mano y empuja con el índice.
—¿Tienen más músculos? —parpadea varias veces.
—Y cartílagos más largos —asegura Kazuma, un tanto sonrojado—. Umi, cuidado con eso. Son… Mis orejas.
—No las voy a lastimar, nada más quería ver. Es que son… Viste, parecen las de los elfos en los dibujitos —agarra la punta de una de esas entre dos dedos—. Están geniales —lo dice como si tratase de un accesorio para disfraces, riendo bajo.
—O-oye —cierra una mano con fuerza. Su respiración se escucha algo perturbada—. Cuidado.
Umi se percata de que no se refiere a lo que ella creía. Su rostro se pondría del mismo color que el gorro y que las mejillas ajenas si no fuese porque ahora posee la presión baja.
No se le ocurre qué decir. Siente que ya lo arruinó.
—Está bien… —Kazuma aún inhala y exhala un tanto entrecortado—. No es la primera vez que me sucede. En la Tierra sí, pero… Afuera no. Casi siempre… La gente tiene curiosidad cuando ve algo «nuevo» —aclara la garganta.
La chica lleva tantas preguntas en la cabeza juntas que ya quiere irse para que él no las escuche.
Por ejemplo, ¿Por qué sus orejas en lugar de «sacudirse», descendieron apenas? En los dibujos suele tratarse de tristeza, y no parece ser el caso. O qué significa cuando se mueven, o que sólo una baje como en un inicio.
O el hecho de que sí le hubiera gustado oír…
El rostro del nuer se pone cada vez de un tono más rojizo.
Umi se levanta del suelo. No siente vergüenza como tal de que conozca sus pensamientos, sino culpa. Cree que Chitose debería estar en esta situación, no ella.
Kazuma sujeta su muñeca y niega con la cabeza despacio.
—No te asustes. No voy a hacer nada —ya no suena extraño—, así que no salgas en medio de la tormenta —la suelta con suavidad—. Hagamos como si no hubiera pasado.
»Estábamos hablando de música, ¿No? —trata de cambiar el tema—. ¿Recuerdas cuál fue la primera canción que le mostraste a cada persona?
Al principio, la adolescente continúa con la idea de irse, pero cuando observa otra «expresión» de las orejas ajenas, unas mucho más caídas, reconoce que le entristecería si se aleja.
Sopla despacio a modo de expresión, volviéndose a sentar donde antes. Niega varias veces, como si «borrase» la escena anterior para evitar alguna incomodidad.
No es complicado en su estado de ánimo actual. Si bien Kazuma le ayuda a distraerse, lo que sigue siendo un peso gigante en su mente es el miedo y ansiedad por lo de Io y Sakura. De no ser por estar en el apartamento, seguiría llorando a mares.
—Déjame pensar… Creo que recuerdo, mi memoria sí sirve para eso —contesta Umi, torciendo la boca—. A Sa fue…
»Le mostré algo de P*yo P*yo, instrumental. A Chi, de un dress up. A Yuu, Jojo de SH*Nee. A Io, también de un dress up. Y a ti, de K*kiy*ma, Neon —ve hacia arriba y luego a él—. ¿Por?
—¿Por qué tantas instrumentales? —enarca una ceja.
—Son bonitas, es lo que más escucho —baja la mirada, pensativa—. Igual, también hay que tener cuidado de qué canción le muestras por primera vez a alguien si tiene letra.
»Eso va a definir cómo va a ser el tipo de relación que tendrán, ya sea por un tiempo largo o en general.
»Lo descubrí con el tiempo, después de haberla cagado muchas veces. Es frustrante —hace una pausa—. ¿A qué quieres llegar con preguntarme eso?
—Investigación sobre los humanos. Está dentro de las cosas que tengo que averiguar, y es más fácil preguntarle a una fuente de información directa —asiente tranquilo—. Otra cosa importante, tú recuerdas eso.
Hay un silencio momentáneo en la habitación, en el que sólo se escucha el sonido de la lluvia. Los truenos no son tan fuertes, lo es el agua que continúa golpeando las ventanas.
—Por curiosidad Sou, ¿Por qué no recuerdo cosas importantes? —así como él investiga, ella desea saber también.
—¿Quién dice que lo que recuerdas no es importante?
Él arquea una ceja, como si no comprendiera la pregunta.
—No sirve para la escuela ni para el trabajo, entonces no sirve. No puedo retener mucha información… Sólo hechos. Y sonidos, aromas… —se lleva una mano a la mejilla, y levanta la rodilla para apoyar el codo en esta, así sostenerse el rostro.
—Ya muchas personas que recuerdan información, no está de más que alguien recuerde lo demás —asegura, sonriente.
—No me estás respondiendo —infla una mejilla, achicando la vista—. Eres consciente de que así no podré conseguir trabajo, ¿Verdad?
—Al contrario. Puedes ser lo que más quieres. Puedes cantar. No necesitas más —aclara la garganta—. El motivo exacto no es algo que te agrade, y no lo aceptarías… No te gustaría oírlo ni sintiéndote bien, ahora podría afectarte mucho.
—Yo te respondí las cosas que querías saber.
Kazuma deja salir un suspiro largo y observa los alrededores de su habitación. Por un minuto, dibuja círculos con el índice sobre las sábanas de la cama. La mirada ajena lo atraviesa, por lo que termina soltándolo.
—Tienes cierto grado de autismo, Umi. No todos tienen el mismo tipo de inteligencia, no todos son genios. Ya te lo deben haber diagnosticado las psicólogas, junto con el déficit de atención, depresión y ansiedad —comenta serio.
—Las psicólogas esas no saben lo que dicen. Me insultaban, me decían cosas horribles y aseguraban que me tratarían mal si fueran mis compañeras de clase. ¿Cómo creerles? —frunce el ceño, indignada.
—Un diagnóstico y una opinión no van de la mano —lleva la vista hacia el techo, después a ella—. Está bien si no quieres aceptar todo eso de una vez.
—Es que es como si fuera loca si en serio tengo tanto…
—No estás loca. Es normal tener una que otra condición, sólo que la gente no lo suele decir —sonríe amplio y le da unas palmadas en la espalda—. Mejor volvamos a hablar de algo diferente. La idea de traerte es para que estés bien.
La última frase resuena en la cabeza de Umi. Todavía no entiende cómo es que puede haber una persona tan pura, que desee tanto el bien ajeno y verdaderamente sin esperar nada.
Suspira de forma corta, pensando en que tampoco quiere hacerse una imagen de Kazuma que no sea la real. Considerando lo que sucedió con Io, es mejor tener «ideas» que asegurarlo.
Se pregunta cuánto tiempo irán a ser amigos. También, le da intriga qué sucederá con los demás. Si le seguirán hablando o no, si volverá a estar sola.
Lo cierto es que no parece que vaya a estarlo nunca de nuevo. Tal vez no sean las mismas personas, y es eso lo que la lastima. No quiere que se vayan, más allá de los problemas. Intentará todo para arreglar las cosas.
—¿Quieres comer algo? —pregunta Kazuma, rascándose una mejilla—. No dulce si no te gusta. Pero debes comer…
»Cuando regreses a tu casa, así como estás, lo más probable es que no quieras cenar. Así que deberías comer ahora.
—Mmm… —esconde los labios en una línea.
—Un señor en el apartamento del pasillo vende comida. Es similar a una pequeña tienda de conveniencia, y es barato —le asegura, quizás para que no piense en el precio.
—De acuerdo… Aunque se sentirá extraño que no comas nada si voy a cenar —ladea la cabeza, pensativa en ello.
—Te acostumbrarás. Igualmente, comeré dulces —sonríe y enarca las cejas un poco—. A diferencia de lo humanos, yo sí como por gusto —busca en el bolsillo unos billetes—. Vamos.
El tiempo va tan lento en el edificio, demasiado para Umi. Lo compara con contar los segundos bajo el agua para salir a tomar aire. Cree que, si no está loca, va a volverse. Dos semanas le es infinito. Pesa más a medida que avanzan los minutos.
Ni siquiera Kazuma consigue distraerla a estas alturas. Lo escucha, le responde. No obstante, sus pensamientos siguen al par que en la mañana vio irse y desaparecer de sus sentidos.
Incluso al comer, todo es desabrido. Suele perder gran parte del gusto al congestionarse, pero no del todo. Tarda en terminar una sola porción, y aún quedan tres. Ella suspira. El nuer sigue preocupado, más no puede ayudarle.
La cena concluye cerca de una hora después. La tormenta continúa, en varios sentidos. Umi se dirige a lavar la vajilla puesto que no cree que a él le corresponda si va por toda la casa con una bolsa de dulces. Los platos los ensució la chica.
Luego de secar, se fija en el celular de Kazuma si ya debería volver a su casa. En efecto, son las 8:00 PM. No quiere mentir de que sigue allá, puesto que nunca fue.
—Vamos —el adolescente se ofrece a acompañarla.
—Te vas a mojar Sou, no hace falta —se quita el gorro, dejándoselo en las manos—. Gracias por todo hoy. De veras. Eres un gran amigo y muy buena persona, al menos de lo que sé.
—Me alegra que pienses eso de mí. También es bueno que decidas conocerme antes de asegurarlo. Me cae mal cuando la gente es muy superficial y asume de mí sin hablarme —dice en un tono más serio, luego sonríe de nuevo—. ¿Vamos? —insiste.
—Supongo que no me vas a dejar ir si te digo que no.
—Supones bien —se agacha a buscar un paraguas de bajo su cama. Lo sacude bastante, aunque no tiene polvo.
De hecho, no hay una pizca de suciedad en la habitación. A Umi le sorprende que todo esté desparramado y limpio.
De ese modo, ambos salen a un paso tranquilo, bajando las escaleras. Ya afuera, Kazuma abre el paraguas. A estas alturas, a la chica no le importa compartirlo.
Las gotas son largas y causan un sonido agradable al chocar con la tela violeta obscura que cubre a ambos.
Umi quisiera que fuese transparente para verlas brillar. A la vez, le agrada poder notar que el nuer siempre busca combinar los colores. Negro, gris, blanco, verde, anaranjado o violeta en la mayoría de sus pertenencias. Es curioso.
Kazuma voltea a mirar a la izquierda antes de cruzar, y de repente sujeta la muñeca de Umi, haciéndola regresar al edificio en donde estaban. Cierra la puerta, y el paraguas, aunque no suben al apartamento.
—¿Qué rayos? ¿Sou? ¿Qué pasa? —arquea las cejas.
—Hay una persona en la esquina… Y… No puedo leer su mente. No había notado que estaba allí hasta que giré. Es peligroso que salgas. Espera un momento —la «esconde», ubicándola detrás de las escaleras.
—¿Quién es? —se asusta por cómo lo ve tan nervioso.
—No lo sé. Por lo mismo, quiero que se vaya antes de que salgamos. Vigilaré. Por favor, quédate aquí cerca, donde estás.
Kazuma reposa el paraguas contra la pared y sale a la entrada. Se aprecia que tiene la mano en el bolsillo izquierdo de su abrigo, como si estuviera sujetando algo.
Observa a sus alrededores, atento. Aquel tipo de cabello negro lacio y mirada perturbadora continúa de pie allá. Cubierto con una capucha y por culpa de sus flequillos, ahora no es posible distinguir más que sus labios.
De estos se puede apreciar una corta frase, insonora, modulada. «Ella atrae la desgracia, no yo».
Kazuma apresura el paso de forma disimulada, y mientras lo hace, el otro va alejándose de su rango visual.
Cuando el nuer llega a la esquina, no lo encuentra. Hay gente esperando el autobús por ser una parada, y un gato negro que se pasea entre las piernas de todos.
—¿A dónde se fue…? —continúa buscando con la vista, ignorando cómo su gorro se pone cada vez más pesado por el agua que acumula. Suspira—. ¿Qué será… ese tipo?
A unos metros de allí, en el edificio, Umi se sujeta el hombro izquierdo, temblorosa. Es tan extraño que su amigo parezca tan tenso, jamás lo había escuchado así.
Le preocupa que algo le suceda. ¿Acaso esos son los peligros de los que le habló por conocer acerca de Namaenai? ¿O es algo aparte? ¿Por qué no puede leer su mente?
Tras diez minutos de espera, se ve cómo Kazuma regresa, ingresando lento. El exprime sus prendas. Tiene la nariz algo roja y el rostro un poco pálido, producto de la lluvia helada.
—Sou… ¿Qué pasó al final? —no quiere preguntar si está bien, porque por lógica no.
—Ya no está, aparentemente —exhala despacio, apretando el gorro y llevándoselo a la cabeza propia.
—¿Por qué no llevaste el paraguas?
—Por si acaso. Si tuviera que inmovilizarlo o atraparlo, habría necesitado ambas manos.
Mientras él entra en calor de nuevo, Umi le acerca los guantes que llevaba hasta segundos atrás.
—Gracias —se los coloca en las manos y sonríe. No se ve relajado todavía—. Creo que ya es seguro afuera. De cualquier forma, no te separes hasta que lleguemos.
—No lo haría aunque no me lo pidieras… —tiene los dedos entumecidos por la ansiedad, sumado al frío. No imagina cómo los tiene él—. Sou, ¿Conocías a esa persona?
—Dije que no —suelta un suspiro largo—. No sé de dónde sea, o qué sea, sólo… Sé que no es humano. Y por su apariencia, no puedo saber nada —baja la mirada—. Estaba cubierto… Lo que puedo decir, es que nunca sentí su presencia antes.
»Vivo aquí hace más de un año, y jamás pasó por aquí. Quizás te busca a ti. Creo que no deberías salir sola.
—Pero yo siempre espero a Sa y a Chi en la plaza…
—Es una sugerencia. Puedes elegir si hacerme o no caso, sólo digo lo que considero mejor opción —vuelve a agarrar el paraguas, abriendo la puerta despacio.
Desconfiado del entorno, decide echar un vistazo más, antes de hacerle una seña con la mano para que lo siga. Presiona el botón en el metal para que la tela los cubra de la lluvia. Al salir Umi, cierra tras ella, nerviosa también.
Diferente a lo usual de conversar, pese a que sea mentalmente y que Kazuma responda, ninguno dice nada.
El sonido de sus pasos es opacado por la lluvia, y se supone que deben prestar atención como sea posible por si apareciese la persona que según el nuer intenta lastimar a Umi.
Hay algo similar a un río en la calle, común en los días tormentosos. No es posible pasar sin mojarse, a menos que se tenga las piernas largas o se pueda saltar lejos.
—Si intento levantarte, nos vamos a caer los dos —suelta Kazuma, es probable que en un intento de aligerar la tensión.
—¿No tienes fuerza? —ladea la cabeza, alzando las cejas.
—Tengo resistencia —asiente con una sonrisa de orgullo—. No necesito fuerza física, hay otras cosas de qué valerse —agrega—, aunque para estos casos serviría.
—No es necesario que me alces, ni siquiera lo pensé.
—Tendrás que saltar.
—Hay otra forma —estira lo más que puede su pierna, y aunque una parte pequeña de sus borceguíes se hunde en el agua, el resto está bien. El problema es lo que sigue, su otro pie.
Tiene que sujetarse del brazo del otro para no caerse.
—Lo siento —aclara la garganta—, me parecía más seguro que resbalarme en el intento.
—Lo sé, te oí pensarlo —sonríe de lado, caminando junto a ella hacia la vereda de en frente.
Por fortuna, esta no es intransitable. Consiguen llegar a la tienda de conveniencia. Allí, continúan hasta la esquina, y cruzan hacia la farmacia. Desde esta última, hasta el bar.
—Aquí nos despedimos, si no quieres que tu perro haga mucho ruido porque me acerque —sugiere Kazuma—. Gracias por venir. Incluso si no lo crees, me divertí —sonríe amplio.
A Umi le agrada ver al nuer más relajado. No hay cómo negar que ella también lo está, en lo que se refiere a lo reciente.
—Bueno, ve con mucho cuidado. Y por favor, cámbiate de ropa. Te vas a enfermar, hace frío ahora —eso le preocupa.
—Lo haré, tranquila —se quita los guantes, sin dejar de sostener el paraguas puesto que lo cambia de mano—. Umi, llévatelos. Te harán bien.
—No —niega varias veces—, tú los necesitas. Hace frío. Yo tengo un montón, no necesito más. Igual gracias.
—No me refiero a eso, sino por lo de relajarte.
Otra vez, siente que si no fuese por lo acontecido hoy, su rostro presentaría tal rubor que la lluvia se secaría.
—En serio, no. Esas cosas… Esas cosas… Aunque yo siempre le diga a las personas lo que pienso de ellas, no significa que estoy esperando algo extraño. Es una opinión —desvía la mirada—. Digo… Mh… ¿No suena extraño lo que propones?
—Para nada —enarca las cejas, con una expresión tranquila—. Yo siempre intento ayudar, y si eso funciona, está bien. Además, no le hace daño a nadie.
—Gracias, de verdad, pero prefiero dejar ese tipo de cosas medio «extrañas» con alguien que sea mi pareja. Puede sonar hasta tierno para mí si viene de quien me gusta, pero…
—Entiendo. No hay problema —vuelve a colocárselos, repitiendo la acción en reversa—. Es por Chitose, ¿Cierto?
Umi asiente. Lo que ella dice es verdad, sin embargo, lo de su mejor amiga tiene el mismo peso. Le gustaría guardarle el privilegio de esas cosas.
Recuerda acerca de lo que Io dijo sobre Yuu. «Como si él tuviera la obligación de que le guste». No quiere obligar a Kazuma, sólo desea que a Chitose le vaya bien. Es difícil. Más todavía cuando el nuer conoce la situación.
—No puedo tener ese tipo de relaciones… En mi trabajo. Me iré, por eso no puedo —ladea la cabeza, y niega suave—. Ni siquiera con quien yo creo que me gusta.
»Antes de que te incomode, no hablo de ti.
Umi suspira de alivio por lo último. Se pregunta por otro lado sobre si cómo Chitose tomaría una relación a larga distancia… Muy, muy larga.
—Cuando te dirija la palabra otra vez podrías preguntarle, quizás —alza los hombros.
Eso es un golpe directo. Umi se pregunta si lo hizo enojar. Él niega con la cabeza y le da una palmada en el hombro.
—Perdón Sou, tengo esperanzas.
—Lamento haber sonado tan tosco, no lo quise decir de ese modo —suena sincero al respecto—. Si nos conocemos y ella se declara, le haré saber lo que pienso. Si me convence, podríamos salir, si llega a gustarme. Diría que no esperes mucho.
»Soy muy específico con las cosas que busco. No sólo mente abierta, sino cosas en la mente. No me importa cómo vista, o qué diga, sino cómo es de verdad.
—¿La gente es muy diferente en su mente que afuera?
Un vehículo causa tal ruido al pasar por la calle que denota que la lluvia continúa con fuerza.
—Te contestaré por llamada, ¿Sí? Te regañarán si llegas tan tarde —la conduce hasta la zona techada del bar—. Nos vemos en unos minutos, y también cámbiate o abrígate.
Umi asiente con la cabeza. Además, lo saluda agitando la mano antes de irse. Tiene que pasar rápido ya que el garage de su casa por fuera no posee dónde cubrirse, distinto a la parte de la esquina, que hay hasta mesas afuera sin una gota de lluvia.
Gira el picaporte y no encuentra a nadie en el living. Quiere decir que sus padres aún duermen desde la siesta. Eso es bueno, no tiene que dar explicaciones.
Se percata de que Kazuma ya lo sabía por el rango de su habilidad. Imagina que sólo no quería seguir tomando frío.
Sube lento por las escaleras, dirigiéndose a su habitación. Sus hermanas están en lo suyo, Aoi en el ordenador y Kana con el teléfono, en un silencio tranquilo donde únicamente se oye el teclado.
Deja sus borceguíes en la puerta del cuarto, y escala hasta la parte superior de la litera. Tal como la sugerencia de Kazuma, vuelve a usar las prendas que tenía más temprano, dejando las otras a secar al colgarlas del espaldar.
Por supuesto, saca el móvil antes, sino se escucharía cómo cae desde lo alto. Lo conecta con el cargador que siempre deja sobre el acolchado, en el enchufe de los pies de su cama. De no ser por dormir arriba, no tendría este beneficio.
Enciende el celular para poder atender al nuer, y espera, revisando las notificaciones. No hay señales de nadie, excepto Yuu. Hay varios mensajes de sugerencias de música.
Le responde un simple texto de que las oirá luego, no puede explicarle por qué sin que se enoje con su amiga.
No transcurren más de cinco minutos hasta que suena su móvil. Conecta los auriculares que tiene guardados en una bolsa en el espaldar, y atiende a Kazuma.
.
A unas cuadras del edificio, Io y Sakura se encuentran caminando en dirección opuesta a Tomoedo.
La escena es un tanto extraña. Sakura le lleva de la mano como si se tratase de algo natural, pero él no aprieta el agarre.
Le resulta imposible, denota en sus ojos. Ni aunque quisiese mostrarle a dónde queda algún lugar podría realizarlo con comodidad.
La idea de caminar con «el enemigo» como si fuese su pareja, no sería del agrado de nadie. Por desgracia, todo parece estar saliendo de acuerdo al plan. La mayor se muestra muy ilusionada ante la posibilidad de ser amada genuinamente.
.
[ 2014, Septiembre, 11 ]
.
Durante los últimos días, se sabe que Umi mantiene más comunicación con Yuu y Kazuma que con la otra parte del grupo, por no decir que del otro lado es nulo.
Chitose no quiere meterse, así que no habla ni con Umi ni Sakura. La última, es buscada todos los días a la salida, del mismo modo que Io lo hacía para quien de verdad le atrae.
Yuu, por su lado, visita en varios recesos a Umi. De alguna extraña forma, todavía no coincide con el nuer. Quizás el último intenta «no molestar», o es casualidad, quién sabe.
Umi es acompañada hacia Tomoedo por Kazuma en ocasiones, ya sea por el club o a la mañana, por el descubrimiento de que viven cerca.
Así también, se deja llevar una vez más por su ansiedad y curiosidad. Preguntó en una oportunidad cuando iban hacia el la escuela por tarde, en qué pensaban Io y Sakura.
Aunque haya sido una sola vez más, considera no preguntarle nunca de nuevo al respecto, a lo que Kazuma asegura que le parece bien; pero que si cambia de opinión, tampoco tiene problema.
.
El clima de la siesta está por fortuna más caliente que a la mañana. Todos necesitan un descanso de la humedad y el frío, mientras aún sea posible la calidez por no ser invierno.
No hay corrientes de viento, e igual todavía se desprenden las hojas. Tampoco mucha movilización en las calles por las zonas que no son del segundo centro, así como sucede en casi todas las áreas excepto cuando hay festivales.
La escena ahora se enfoca en Yuu. Se encuentra sentado en la cama, leyendo un libro. Él no sólo se fija en conocimiento, también disfruta mucho de leer historias y novelas. En este caso, una de amor.
El silencio de su habitación es lo suficiente para que resalte el pasar de las páginas. Sin embargo, no se muestra tan concentrado. Parece que algo aturde sus pensamientos, causando que lleve la vista hacia la pared por varios momentos.
Al terminar con un capítulo, añade un marcador así no perderse, y lo cierra. Deja el objeto sobre la mesa del cuarto y regresa a sentarse.
Mira en el celular la hora, las 17:25 PM. Por ser jueves, no le es necesario asistir a ningún club, además de que no tiene otras tareas en este día. Sin embargo, eso no significa que no tenga planes.
La pareja que hacían Umi e Io a simple vista de todos, era bastante llamativo por la diferencia de estatura y la apariencia del más alto. Que ahora mismo él no la busque, es algo de lo que la preparatoria entera puede percatarse.
Los rumores sobre Umi corren por Tomoedo como si tratase de alguien importante (aunque más de la mitad son burlas, el doble por ser «dejada de lado»).
Este hecho afecta a Yuu de una forma particular. Al saber que no está juntándose con Io, significa que él es capaz de aprovecharse de la situación.
Sus ideas para esta tarde consisten en ir a visitarla e invitarla. No podría rechazarlo ahora que pasa tanto tiempo sola en la escuela y que el chico que le gusta no le presta atención.
Según esta lógica, Yuu busca cambiarse de ropa, algo con lo que pueda atraer la mirada de la mayor.
—Es una lástima que no es invierno, porque a ella le gusta verme con ropa abrigada —se mira en el espejo, con una expresión pensativa—. Igualmente, siempre me veo hermoso, así que seguro le gustará lo que use mientras se trate de mí.
Observa con detenimiento en el armario, hasta que encuentra lo que quiere vestir. Una camisa marrón pastel, y un pantalón de jean celeste ajustado. En sus pies, como siempre utiliza zapatillas. Estas y los zapatos suelen ser los únicos calzados que usa para salir.
Tras arreglarse y acomodarse el cabello, le sonríe al espejo. Sus ojos denotan la seguridad que tiene en sí mismo, a la vez una corta risa animada.
No es algo extraño de él que su apariencia le sea un deleite visual, siempre se busca en el vidrio de los vehículos, ventanas y cualquier superficie reflejante.
Recoge algo de dinero y guarda el móvil, apresurándose para ir por el autobús que pasa por estas horas. Al salir de la casa, cierra con llave y camina rápido hacia la parada.
En Japón los horarios son muy respetados, así que a menos que tratase de una zona en particular difícil de alcanzar para los vehículos, no suele haber tardanza alguna.
Sólo transcurren dos minutos, y el transporte se halla en el lugar marcado. Luego de subir y pagar, busca un asiento del lado derecho en la tercera fila. La abertura pequeña de la ventana permite a una brisa atravesar hasta el interior del autobús.
Los viajes de este tipo nunca tienen un tiempo exacto de duración, la diferencia va incluida en el aviso de a qué hora «llega» el vehículo. Son en único diez minutos extra, que se deben a los semáforos o aglomeraciones de tráfico.
En una parada, el autobús empieza a llenarse de gente. Casi todos los asientos están ocupados de repente. Como el aire comienza a viciarse también, abren por completo las ventanillas.
—Con permiso —dice el conocido chico, acomodándose el gorro rojo obscuro mientras toma asiento al lado de Yuu.
—Claro, no hay problema —voltea a ver hacia su izquierda, y le sonríe—. ¿Tú no eres uno de Tomoedo? De los cursos avanzados.
—Lo soy —ladea la cabeza, con su expresión seria—. Es curioso encontrarte por aquí.
—¿Me conoces? —enarca una ceja, viéndolo con curiosidad. Juega con las manos propias, inquieto.
—Ah. Algo así. Mh… Hay personas que hablan mucho de ti. Eres popular —le habla con tranquilidad, sin apartar la vista.
—Tú también eres popular, no hay nadie que no sepa tu nombre, Kazuma Souma —ríe bajo. Muestra cierta intriga en la mirada—. ¿Vives por aquí?
—Vivo cerca de Tomoedo. Pasé a comprar unas cosas por esta zona —le muestra la bolsa que lleva sosteniendo—. Hay unos dulces que sólo venden en una tienda de aquí.
—¿Qué? ¿Literalmente te fuiste hasta el otro lado de Tokio —exagera, haciendo señas con las manos— por unos caramelos?
—Lo haces sonar como si fuese extraño —arquea una ceja y enarca la otra, sonriendo divertido. Entrelaza los dedos propios.
—Mh~ Bueno, quién soy yo para juzgar —ríe de nuevo.
De esa manera, el recorrido hasta la casa de Umi es más corto. Yuu conversa con Kazuma con total confianza.
No es raro para Yuu ser alguien sociable.
Es el tipo de persona que podría hablar por horas con cualquiera que esté comprando en una tienda, esperando el autobús, en la escuela simplemente sentado a su lado; en cualquier situación mientras no tenga prisa.
.
Luego de un largo rato, a las 17:57 PM, llega a la parada más cercana de la casa de Umi, que se sitúa en la vereda de aquella preparatoria a pocos metros.
Allí, se despide de Kazuma que toma el camino hacia su apartamento. Yuu parece sorprendido de lo cerca que vive de ella.
Cruza hacia la esquina en la que está el bar, y camina varios pasos más, pasando por el portón e incluso de la puerta.
En lugar de avisarle con un mensaje que se encuentra afuera, trepa un poco por una pequeña columna de la parte anterior a la entrada.
Estas columnas están como si fuese cercando un «jardín» sin plantas, de las cuales en el medio se halla el pequeño sendero hacia la puerta.
Él se ubica en la columna izquierda, y se mantiene con un pie. Estirándose con cuidado, toca con los nudillos despacio el gran ventanal de la habitación de Umi.
Del otro lado de aquel vidrio que tiene algunas rejas de metal con un espacio decente entre cada varilla, la chica está bajando de la litera para ver quién puede ser.
Lo imagina. No sería la primera vez que alguien intenta llamar su atención de esa forma. En específico, Yuu ya lo ha hecho muchas veces.
Abre el vidrio y corre las cortinas a un lado así atenderle.
—¿Qué demonios Yuu? —lo mira extrañada, arqueando una ceja—. ¿Te olvidaste algo en la escuela o algo así? Yo no lo tengo por las dudas ahora.
—Holo —sonríe divertido, se ve animado—. Nah, no es eso. Vengo a invitarte a salir un rato.
—No me siento bien. Además, ya te dije que estoy en etapa de superación. Casi termino, pero, aún falta un poquito.
»Muy poquito —le muestra una distancia ínfima entre el pulgar y el índice de su mano derecha.
—Ooh~ No es necesario que me superes, no me he ido a ninguna parte —le responde con tranquilidad, insistiendo.
—Sí sabes a qué me refiero —baja la mirada y suspira despacio, pensando «este idiota…»—. Igualmente, ¿Cuánto quieres apostar a que si yo intento declararme otra vez me vas a rechazar de nuevo?
—No lo harías —toca su nariz, a través de las rejas.
—Y obvio que no, menos ahora. Estoy pensando en salir con Io —infla una mejilla, frunciendo leve el ceño.
—¿A dónde van a salir? Si él no te presta atención —abre un poco más los ojos—. Por eso es que estoy aquí, hoy estamos libres los dos en horarios.
—Jum —le empuja la frente con dos dedos.
—Aaah Umi… —tambalean sus piernas, tratando de mantener el equilibrio—. Es peligroso que hagas eso.
—Podrías haberme dicho como una persona normal que estabas afuera —alza los hombros, negando un par de veces.
—Si hacía eso me dirías que no quieres salir —forma un puchero con sus labios.
—Tienes un punto —suelta un suspiro largo y lo mira otra vez—. Bueno, hoy y ya. De todos modos, casi ni cenizas quedan.
El menor se muestra entusiasmado, mirándola alegre por el ventanal. Ella posee unos ojos sin brillo, apagados desde el miércoles en el que comenzó el problema con quien le gusta. Probablemente Yuu sabe cómo se siente, pero lo ignora.
Umi cierra la abertura hacia afuera, después de haberle hecho señas para que se aleje. Recoge un abrigo cualquiera de encima de su cama, y se retira de su cuarto, sin la necesidad de llevar el móvil porque cree que no irán muy lejos.
Baja las escaleras y avisa a su madre que saldrá, y con quién. Aoi no se ve preocupada en lo más mínimo, ya conocen a Yuu desde el 2012.
Le dice la misma advertencia de siempre, que regrese antes de las diez. Así se despide y sale por la puerta principal, cerrando tras ella.
Ladea la cabeza hacia ambos lados, apenas, como si estuviese pensando en algo importante. La realidad es que no. Tiene la mente casi en blanco, con la única idea de cuántos días faltan para que sean dos semanas.
—¿Qué pasa Yuu? ¿Qué quieres hacer? —le pregunta en un tono tranquilo.
—Pasear un rato, conversar. Vamos a la plaza Niiro, ¿Te parece? —propone, quizás es el primer lugar que pensó.
—Está bien. Gracias por respetar que quiero quedar cerca de mi casa —se mantiene con un semblante serio. Pero esto no es a propósito, sólo se siente mal.
—¿Quieres cantar alguna cosa hasta que lleguemos a Ichiro? No hay prácticamente nadie en la calle por el camino que sueles tomar hasta allá —empieza a dar los primeros pasos hacia la derecha de la casa de los Murasaki.
—No lo sé… ¿Cantar qué cosa? —lo sigue, caminando a su ritmo. Alza la mirada hacia él, poniéndose a observar la ropa con la que el chico está vestido.
—Mmm… Si quieres algo de B*g B*ng, o de SH*Nee. Cualquier canción que sepamos los dos —le toma por la muñeca para cruzar la calle y luego al llegar a la otra vereda la suelta.
Es una costumbre que Yuu tiene, casi siempre que va con alguien que es de menor estatura que él.
—No tengo muchas ganas de cantar, en serio… Además, estoy con la voz algo ronca. Llevo enferma desde… ¿El miércoles quizás? —ladea la cabeza y mira hacia arriba mientras se lleva una mano al mentón, intentando recordar.
Yuu observa la manera en la que los ojos de la chica son por un pequeño momento más grandes. Aunque unas ojeras notorias adornan el párpado inferior, pareciese que desde la perspectiva de Yuu se ve tierna.
Un ligero rubor colorea sus mejillas, a lo que él reacciona volteando al instante a mirar hacia el frente.
—Supongo que no deberías forzar tu voz —acomoda la garganta—. Dejemos lo de cantar de lado entonces —deja salir un suspiro corto—. ¿Qué estuviste haciendo en la tarde hasta que yo llegué? —regresa a verle.
—Pues… Jugar al ZEG4, aprovechando que Io lo arregló… También leía un manga shoujo que salió hace poco. No recuerdo el nombre —casi tropieza por intentar verlo mientras camina, así que ahora se concentra en la vereda.
—Cuidado, idiota. Aeish —entrecierra los ojos y le da un pequeño golpe en la cabeza—. Sí, mejor que veas al frente —hace una pausa—. ¿Pensabas en mí mientras leías ese manga? Tenías la costumbre de compararme con algún personaje.
—Hace mucho que no me pasa —le explica, incluso ella misma curiosa al respecto—. Resulta que los personajes con los que te comparaba, en particular no se parecían a ti, sino a las situaciones que vivíamos.
»Entonces, como no lo tengo presente todo el tiempo ahora, me siento bastante más cómoda al leer. Sin ofender.
»Es que me dolía mucho antes pensar en que las cosas ya no serían así —niega varias veces—. Estaba tan obsesionada que parecía un chiste.
»Cualquier lugar que pisaba, me hacía recordar cuando pasé por allí contigo. Jugaba al O2U!, y me daba la impresión de que te vería más tarde, porque eso jugaba al esperarte.
»Y cada vez que había lluvia…
Se detiene al mencionar lo último. Eso sí sería algo que le sigue pasando. No en preciso lo recuerda con el deseo de que suceda de nuevo, pero la escena de ellos corriendo con las bolsas de compras para la pizza de un jueves, le resulta gracioso.
—A mí me parece lindo, no es un chiste que pensaras en mí de esa forma. Eso es lo que sucede cuando uno está enamorado —le despeina con suavidad—. Preferiría que sigas pensando así de mí siempre, y no que te empiece a pasar con ese chico, Io.
—Estás diciendo abierta y literalmente que estás celoso.
—Pues sí. Sí sabes que soy sincero siempre —ríe bajo y suspira—. Dejando eso de lado, yo también pienso en ti cuando hago muchas cosas. El sólo hecho de que suene el teléfono de casa me hace creer que me estás llamando —vuelve a reír.
»Cuando paso por estas calles, que son por las que te acompañaba de regreso a tu casa el año pasado.
»También varias situaciones. E incluso he llegado a comentarlo a mis demás amigos, como «ah con Umi hacía tal cosa».
»Pero —tiene un sobresalto, y se abraza los brazos—, cometí el error de decirle eso también a Sakura, y ella… Uff… Ya te imaginas el resto.
Pese a que la actitud del menor podría resultarle algo como para reírse de la ternura, la chica no consigue emitir alguna desde el día en que fue al apartamento de Kazuma.
De igual forma, sí le saca una que otra sonrisa. «Ya parezco Sou con mi risa en mute», piensa, haciendo referencia a una opción del control de la televisión de quitar el sonido.
.
Las pisadas que hacían eco en el área dejan de escucharse en cuanto llegan a la plaza Ichiro, la primera parte del recorrido. Los autos vienen de varios lados.
En esta esquina siempre comienza a haber estancamiento de tráfico, o al revés, que pasen tantos por la calle que sea muy difícil cruzar.
Como es normal viniendo de él, otra vez el chico la guía para llegar hacia el otro lado, soltándola de inmediato al poner un pie en la plaza.
—Gracias por aceptar una vez salir a pasear —le sonríe amplio. Se nota muy sincero al respecto.
—Sí te dije que era por lo de superarte, hasta sentirme cómoda. No es porque esté enojada contigo ni nada, yo también soy sincera, quizás de más —esboza una sonrisa y desvía la mirada hacia abajo—. Agradezco que tú no estés molesto.
—No me voy a enojar por eso —le aprieta la nariz con dos dedos—. Oye Umi, ¿Quieres comer algo? Puedes pedir lo que quieras.
Mientras caminan por el medio de Ichiro, intenta imaginar la idea de comer.
Cuando se siente muy deprimida, su apetito disminuye a un punto de que hay días que no toca los palillos. Eso se nota también en que ahora está más delgada. Debe haber disminuido al menos dos kilos de peso.
—No tengo hambre. Pero no tendría problema en acompañarte ahora si tú quieres comer algo. De veras —mira hacia arriba y a un lado, en donde está él.
—Aeish, tonta —suspira y se para frente a ella un momento, para tirarle las mejillas hacia los lados.
—Ah, Yuu —se queja, frunciendo el ceño—, ¿Qué sucede?
—Mira lo flaca que estás. Me preocupa —le suelta y continúa caminando despacio a su lado—. Vamos por unos hot dogs. A ti te encantan.
—Bueno… —no opone mucha resistencia, ya que cree que cuando sienta el aroma de esa comida podría abrirle el estómago.
.
Luego de una hora, se puede ver que terminaron de comer, porque están tirando el cartón y las servilletas en un bote de basura de Niiro.
La plaza se encuentra llena aunque no sea un fin de semana, por alguna razón desconocida. Muchos adolescentes pasean principalmente cerca de la fuente, algunos otros ocupan los bancos que tienen las columnas con enredaderas.
Es en principal un ambiente juvenil, entre varios gritos que se pierden con el resto de la contaminación sonora que hay en el centro.
Umi y Yuu se acercan al medio, con la intención de sentarse en uno de los extremos de la fuente. Pero para su sorpresa, se topan con algo que no esperaban de ningún modo. Sakura e Io, en frente de ellos, tomados de las manos a medias.
( BGM Chill Time )
Umi pareciera escanear por un momento lo que está viendo. Aunque Io no aprieta el agarre, la otra le sostiene.
Eso es algo que ni ella misma había intentado con él, porque sólo se dejaba llevar cuando Io quería guiarla hacia alguna parte.
En el rostro de Sakura se ve una expresión de confusión, al igual que en el de Yuu. El otro par, se observa con las cejas arqueadas, como si se hubieran encontrado con el peor fantasma de una casa embrujada.
Un dolor punzante atraviesa el pecho de la más bajita, mientras de sus ojos comienzan a brotar lágrimas.
Io, instintivamente intenta extender un poco el brazo hacia el frente, pero Yuu reacciona primero. Agarra con fuerza de la muñeca a Umi, haciéndola dar media vuelta y llevándosela lejos de ellos.
En silencio, se desplazan por cuadras y cuadras. No es sino hasta que llegan a la preparatoria de en frente de la casa de los Murasaki, que él decide soltarla.
Toma asiento en una pequeña columna como las que usó para treparse, levantando despacio a Umi para que ella pueda estar a su lado.
—Yuu… —solloza, con las lágrimas aún dentro de sus cuencas—. ¿Qué debería hacer…?
—La verdad, no lo sé —le mira con una notoria preocupación—. Todavía no termino de entender qué pretende hacer él con Sakura.
—Dijo que se iba a vengar o algo así… No sé cómo, no sé por qué… Tengo casi la misma idea que tú de lo que vi… —sin poder contenerlo más, las lágrimas caen por sus mejillas.
»Yo de verdad quiero salir con él… —no puede manejar bien el aire por el llanto, además de ya estar congestionada. Trata de respirar con la boca—. No sé qué mierda le pasa, por qué está haciendo esto…
»Porque fuera de esta estupidez de venganza, Io no actúa así… No era así… Siempre era divertido, tierno, atento, interesante, le encanta el arte, el anime, los juegos, la música, es muy inteligente y siempre es decidido cuando se propone algo…
»Él es realmente la persona que yo esperaba…
—¿No será que sólo te fijaste en él porque lo comparas conmigo, o algo así? Digo… Todas las cosas que dijiste también las tengo yo. ¿No estabas literalmente, intentando reemplazarme con él? —mueve la cabeza hacia un costado, arqueando una ceja.
—¿Qué dices…? —intenta secarse la humedad de la cara con las mangas.
Lo que supone el chico, tiene su grado de verdad. Antes, cuando recién había conocido a Io, ella comparaba de forma constante las acciones de este con las de Yuu.
No sólo eso, sino también algunas características físicas, habilidades, la voz, entre otras cosas.
Sin embargo, esto no duró mucho. Consiguió muy separar la imagen de dos personas distintas.
Lo que le había causado intentar comparar a ambos, era el hecho de que tanto él como Io son los únicos chicos que la trataron de una «forma especial».
Todo lo que se refiere a gustos también los comparte con Chitose y Sakura, incluso Kazuma, pero es innegable que lo que busca en una persona es que sea divertida y tierna.
—No… No me parece que sea por eso… —se lleva una mano los labios, mirando hacia abajo—. No es por eso… —hace una pausa y suspira.
»¿Debería volver a ser como antes? Besar a todas las chicas lindas porque sí… Y no pensar en el amor… Dejar de hacerme problemas por esto…
»Es sólo que… —suelta otro quejido—. Siento como si estuviese pasando lo mismo por segunda vez. Que Sa sabe que me gusta alguien, y se va con esa persona aunque a ella ni le gustase primero.
—Umi… —con los pulgares, intenta secar sus lágrimas. Deja salir un suspiro largo—. Yo pregunto seriamente, ¿Para qué quieres una amiga tan envidiosa? —niega con la cabeza.
»Y este chico Io, ¿Por qué no se mete en sus propios asuntos, en lugar de hacerte llorar?
Al escuchar la última frase, Umi tiene una mental risa sarcástica. Él no es quién para decir que no quiere verla llorar, con todo lo sucedido en épocas pasadas.
De todas formas, también acepta que Yuu ha cambiado en varios sentidos. Parece más maduro.
—En fin… Gracias por haberme sacado de ahí. No sabía cómo reaccionar —baja un poco la cabeza, cerrando los ojos.
—Tampoco me sentía cómodo con esa escena —juega con las manos propias—. En serio yo quería conocer a Io —se atreve a comentar—, para saber quién era el genial y perfecto hombre con el que te veía salir todas las mañanas.
»Quizás hacerme su amigo, para integrarlo al grupo. Pero con esto… Realmente no sé qué podría pasar.
»No hay grupo actualmente. Chitose y Sakura no me hablan —mira hacia el azul obscuro del cielo, y apoya la mano en la orilla de la columna—. Si de algo te sirve saberlo, yo también tenía mis propias intenciones con él.
»A la vez, quisiera decirte que te rindas con Io, pero no sería lo correcto.
La espontánea confesión del menor, la hace sentir aún más confundida. «¿Qué debería hacer entonces?»
«¿Cómo llevar la espera?», «¿Vale la pena esperar?» Son algunas preguntas que se repiten en eco dentro de su cabeza. Sobre todo la primera, que es en lo primero que piensa cuando se siente perdida. «¿Qué debo hacer?»
—Umi —la abraza con fuerza y juega con sus mechones de cabello—. Sé que es repentino, pero debo irme. Hoy los autobuses dejarán de pasar dentro de media hora, y es el último que vendrá de mi línea —se separa y la mira a los ojos.
—Lo entiendo Yuu, no hay problema con eso —inhala lento, y exhala de la misma manera. Trata de normalizar la respiración, así puede dejar de llorar.
Había olvidado por completo el anuncio de más temprano. Habrá un mantenimiento de emergencia de los vehículos debido a un accidente del día anterior.
El mencionado transporte que hacía segundos estaba en la cuadra anterior debido al semáforo, ahora está tomando lugar en su parada correspondiente.
—Gracias por todo hoy Umi. Hablamos más tarde. Lamento que las cosas no salieran como esperaba, pero intentaré compensarlo la próxima vez.
Acorta la distancia entre ambos en un beso rápido, y corre hacia la esquina de la vereda, en donde espera el autobús.
—¿Pero qué…? —ella arquea ambas cejas, cubriéndose la boca con una mano.
—Aunque salgas con alguien más, siempre seré el hombre más lindo en tu vida —alza la voz mientras sube el primer escalón del transporte.
—¿Y por qué rayos me besas? ¿Qué tiene que ver con lo que hablábamos? —también levanta la voz por la distancia.
—Siempre lo hago, ¿No?
Esa última frase se escucha más despacio a pesar de que Yuu trata de hablar más fuerte, porque el autobús avanza.
Umi ve cómo se aleja la silueta del vehículo en el que va su mejor amigo. No se siente a gusto con su última acción.
Es como si toda la charla se fuese al otro lado del mundo. No sabe si arrepentirse de haber aceptado la salida, o si agradecer el tiempo dedicado.
A la vez, una sensación de incomodidad se apropia de ella. El vínculo que tiene con Io es tan grande, que a pesar de que no hay nada pactado ni escrito, le cruza el pensamiento de haberle sido infiel.
«¿Cómo puedo pensar eso… Si ni siquiera es mi pareja?»
No puede tener la cabeza más revuelta. Aunque sí entiende algo con claridad. Mientras que antes hubiera muerto en paz por un beso de Yuu, ahora siente un rechazo total hacia alguna acción romántica proveniente de él.
Eso significa, con seguridad, que al menos sí consiguió superarlo como ella quiso todo el tiempo.
.
Luego de esperar veinte minutos afuera para que no se note en su rostro que estuvo llorando, decide entrar en su casa.
Lo irónico es que, no era necesaria tal espera. Se escuchan los ronquidos de los padres de Umi, que descansan de su larga jornada laboral como profesores de francés.
—Bueno… No importa.
Dice para sí misma y se dedica a subir las escaleras despacio. Pasa por la puerta de la habitación y cierra tras ella.
Sus hermanas, Aoi y Kana, sí se encuentran despiertas. Por fortuna para su desastre mental, ellas se hallan en un hermoso silencio. La menor en la computadora programando juegos simples, y la otra leyendo libros en el celular.
Umi trepa como siempre para subir a la litera, y se acomoda entre las sábanas. Revisa las notificaciones del celular que está allí mismo, y sólo tiene unos mensajes en Up de su amigo Kazuma.
—⟨⟨ ¿Sabes, Umi? Hoy encontré a Yuu cuando fui por unos dulces de un barrio. ⟩⟩
»⟨⟨ Calculo que por el tiempo de llegada a mi casa, y por lo que él venía pensando, vas a leerme cuando regreses a tu casa. Claro, si es que logra convencerte de salir. ¿Cómo les fue? ⟩⟩
«Ah, el hijo de su madre también parece que ve el futuro», piensa y sonríe, negando con la cabeza.
Asume que se está volviendo loca. «¿Cómo hice para soportar todo el bullying, el abuso sexual y verbal, estar sola por muchos años, y ahora no puedo con una cursilería?»
«Mi yo del pasado le haría bullying a la del presente. Aunque antes quería matarme y ahora no… Pero antes soportaba más. ¿O no lo soportaba si me quería morir?»
Dejando de lado lo que hay en su cabeza, teclea en el N95 para contestarle.
—⟨⟨ Resumen. Salí a comer, encontré a Io y a Sakura juntos, Yuu me sacó de ahí y más tarde me besó. No entiendo nada, nada de nada. ⟩⟩
—⟨⟨ Oh. Eso es bastante. También estaría confundido si fuera tú. ¿Qué vas a hacer con todo? ⟩⟩ —él, en su apartamento, se puede ver que también escribe desde la cama.
—⟨⟨ Si digo que no entiendo nada es porque tampoco sé qué hacer. Sólo quisiera que todo se arregle rápido, y… No sé. Quizás no. Quizás esta vez las cosas no tengan arreglo. ⟩⟩
»⟨⟨ Sa e Io todavía me tienen bloqueada, y me enteré hoy que Chi y Sa tampoco le hablan a Yuu. Ya no sé qué va a pasar, quizás sólo deba dejarlo de lado y tratar de comer de nuevo. ⟩⟩
»⟨⟨ Enfocarme en mi salud, y me encomiendo a Dios con el problema de mis amigos e Io. ⟩⟩ —a pesar del cansancio y ardor en los ojos, escribe rápido.
—⟨⟨ Nunca debiste dejar de comer, por empezar. Entiendo que te dé náuseas hacerlo si estás mal, pero la alimentación en los humanos es importante. Por eso te hice cenar cuando viniste, y mientras vengas aquí, comerás. ⟩⟩
»⟨⟨ Sobre lo demás, me parece bien que no pienses en los problemas con tus amigos ahora. Te dañan demasiado. ⟩⟩
»⟨⟨ Yo creo, personalmente, que sí se arreglará. Pero tampoco quisiera ilusionarte. ⟩⟩ —Kazuma suspira y se estira un poco de brazos, para luego mandar otro mensaje— ⟨⟨ Te deseo suerte, igual te estaré leyendo si necesitas algo. ⟩⟩
Umi, seguido de leer el último texto, se acomoda con el abdomen hacia abajo, recostada en el lado opuesto del de la almohada. Deja de usar el celular, cerrando los ojos y respirando profundo.
.
Mientras tanto, otro rato más tarde. Apenas al llegar a su casa, Yuu se decide por tomar un baño. Parece ser una de las cosas que más le ayudan a pensar.
Camina hasta la habitación primero, para buscar unas prendas cómodas. Luego, se dirige al baño, abriendo la ducha.
Por el clima que hubo durante el día, no lleva tanto tiempo en calentarse el agua.
El rostro del adolescente refleja cierta vergüenza, ¿O quizás sería por la misma temperatura del líquido que cae sobre él? Se refriega el rostro varias veces, todavía sin jabonarse.
—Creo que fui demasiado impulsivo. Agh —niega varias veces, mientras se remoja el cabello más al pasarse las manos por este, intentando aprensarlo con el agua—. Como es Umi no se va a enojar.
»Pero… No tendría que haber hecho eso. Ella ya se siente mal —tuerce la boca, bajando un poco la cabeza.
Busca el shampoo de la cercanía para limpiar su cabello, ondulado tras el corte reciente.
La expresión de su rostro es una mezcla de tristeza, alegría, sonrojo y pensativa. Una ola de confusión.
—Dios, señor Dios… Siempre te pido por los demás y hoy no es la excepción… —suspira—. Ayuda a mis amigos… A mami… A papi… Todos estamos pasando algo difícil estos días.
»Hoy necesito ayuda también. Quiero cambiar. Quiero ser mejor. Es difícil…
»Umi dice que las personas son ciclos, que la gente siempre varía entre las mismas actitudes y «épocas» de lo que quieren hacer o les gusta. ¿Puedo «variar» en poco, pero que sea dentro de cosas buenas nada más?
»Lo que hice hoy no fue bueno… Ella estaba muy triste.
Fuera de aquella pequeña conversación consigo mismo, canta en voz baja diferentes canciones al azar.
.
Por otro lado, Io ya se encuentra en su hogar. En esta ocasión, en soledad dentro de su cuarto.
Sentado, esconde la cabeza en las rodillas mientras las rodea con sus brazos. Un llanto suave, pero que se escucha, proviene de él.
Sus labios temblorosos, sus ojos cubiertos de lágrimas. Lo usual es que su párpado superior esté de un color entre marrón y rojizo por naturaleza, pero ahora se suma el inferior, algo inflamado y más rojo que otra cosa.
—Agh… Mis amigos tenían razón… A este paso de verdad voy a perder todo mi progreso… Tendré que adelantar las cosas así termino rápido…
Se refriega los ojos repetidas veces con las manos casi en puño. Su respiración suena algo entrecortada por llorar, pero tampoco se ve que intente calmarse.
—Esta venganza incluso afectó mis notas esta semana… Tenía de noventa y cinco a cien en todas las materias… Y me está yendo mal…
»Tampoco estoy hablando tanto con Chris y Kabuto… Realmente podría perder más…
Cambia de posición, dejando descansar sus piernas hacia adelante, estirándolas.
—¿Por qué sucede esto, si no estoy haciendo nada malo…? Sólo quiero que Sakura deje de tratar mal a Umi… ¿Tan malo es eso?
Se deja caer de golpe hacia atrás en la cama, causando un ruido acolchonado que resuena en la habitación.
Se cubre con su brazo derecho, quizás la luz le molesta por la sensibilidad que causa el llorar en los ojos. Suspira, aún con algunas gotas que caen por sus mejillas.
—Voy a pensar… Otra vez. A ver… He dejado yo mismo de lado todo, para que esto saliese lo mejor posible.
»Es mi culpa —respira profundamente con la boca, su nariz está congestionada por el llanto—. ¿Qué hice además de no hablar mucho con mis amigos, y estar arruinando lo que quería tener con Umi…? Mmm…
De a poco desliza su brazo hacia el acolchado, dejándose ver aquellos orbes brillantes por el agua salada natural. Una expresión de sorpresa, arqueando las cejas, hace parecer que se hubiese encontrado con una escena de muerte.
—Implicar a gente inocente… Lastimé a mis amigos… Y a Umi también… ¿Qué… qué estará pensando de mí…? Parecía tan aterrada cuando la vi…
Golpea la pared con la que limita su cama, y suelta un quejido incluso furioso. No una vez, sino tres puñetazos sin sentido. Eso no cambiará nada, pero no sabe qué más hacer.
Como si de su padre se tratase, continúa pegándole a la pared hasta que sus nudillos quedan enrojecidos. Si no fuese por lo lisa que es la superficie, estaría sangrando.
—Soy un estúpido… Agh… —suspira de forma pesada y profunda, tomando asiento en la cama de nuevo, con las piernas cruzadas—. Voy a acelerar todo para disculparme con mis amigos y Umi.
Saca el celular del bolsillo, así comenzando a teclear. No le escribe a nadie en particular, está dejándose notas en una aplicación.
Comments for chapter "9"
QUE TE PARECIÓ?