Nigloshima - 02
Capítulo 2
Oh, Ms Believer
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–No es necesario decir que… – la campana interrumpió a Loyd que pareció algo molesto. Observó a la clase, esperando que alguno hiciera el intento de pararse de su asiento, retándolo con la mirada, pero ninguno lo hizo. Loyd era joven pero sabía cómo hacerse respetar.
Luego de unos segundos largó todo el aire de sus pulmones en un estruendoso suspiro.
–Dejen el informe sobre el escritorio y que tenga un buen día – dijo al fin. Casi al unísono el aula entera tomó sus bolsos y mochilas y, como si fuera un culto presentado sus respetos al dios de la clase, fueron colocando sus cuadernos sobre el escritorio y despidiéndose con una leve inclinación de cabeza
Cuando llegó el turno de la chica delante mio una de las hojas de su carpeta se escabulló como soplada por una brisa y fue a parar junto a mis pies.
–Oye, se te cayó esto—dije acuclillandome para tomar la hoja
–Gracias – dijo rápidamente tomando el papel antes que pudiera hacerlo yo y sin mirarme a la cara salió casi al trote del salón, dejándome a soleas con el profesor.
Me mantuve unos segundos allí, inclinada con la mano extendida como si acariciara algo inexistente. Loyd pareció incomodarle y aunque se veía como intentaba buscar las palabras correctas para decir, al final no las encontró
–Casi no preciso echarle una mirada a ese informe Yuke –dijo al fin–, seguro que está aun más completo que mis propias notas.
–Gracias profesor Loyd –Después de dejar la carpeta sobre el escritorio me dirigí a la salida
–¿Apurada otra vez?
–El club de música – dije, no precisaba decir nada más para que me comprendiera.
–¿Otra vez? ya te dije que es en vano, deja de lastimarte
–No me quedaré conforme si no lo intento todo lo que pueda
–Siempre tan optimista Yuke, solo no dejes que te maltraten ¿Sí?
–Muchas gracias por preocuparse – dije sonriendo y salí del aula.
“No dejes que te maltraten”
Si tan solo eso estuviera bajo mi control.
Caminé por le pasillo a paso rápido, el instituto no era demasiado grande pero había que doblar unas cuantas esquinas y cruzar algunos pasillos para llegar a la sala del club de música. Aun estaba a tiempo, la clase empezaba en cinco minutos, lo alumnos iban y venían de un lado a otro por los pasillos, hablan entre ellos, intercambiaban apuntes, se tomaban de la mano, seguían la vida normal de personas de su edad. Pero todos tenían en común una cosa: todo mantenían la mirada fija en el suelo, mirando hacia algún lugar, algún lugar más allá del piso, como si buscaran algo, como si aquello que vieran los entretuvieran de forma casi hipnótica. Una imagen que veía a cada lado donde iba …
Observé mi reloj pulsera justo al llegar al salón de música, aun faltaba dos minutos para que la clase comenzara, golpeé la puerta con los nudillos insistentemente pero no tuve respuesta. Dentro se escuchaba el ruido de personas, había alumno adentro, lo sabía. Escuché la voz de la profesora sususurrar algo, hablaba tan bajo que me era imposible distinguir una sola palabra, parecía que lo hacía con la intención de que nadie pudiera escucharla desde fuera.
–¡Se que está ahí, por favor, quiero hablar sobre…! – El fuerte ruido de un trombo ahogó mis palabras
–¡Solo será aun minuto por…! –Otra vez el mismo sonido superó mi voz e hizo que esta se perdiera en el pasillo.
Tomé mi flauta de dentro de su estuche y me llevé la embocadura a los labios, por unos segundos me mantuve allí estática, con los dedos listos y el aire en mis pulmones.
Pero no pude producir ningún sonido. Solté el aire en un suspiro y guardé la flauta otra vez en sus estuche dentro de mi mochila
Golpeé mi mejillas con ambas manos y esbocé una sonrisa
–Lo intentaré de nuevo mañana
En la explanada que precedía al instituto la feria de ciencia seguía en su máximo esplendor, decenas de stand con diferentes exposiciones decoraban el paisaje y viera donde viera cientos de personas interactuaban entre si de forma amistosa. Prefería evitar a la gente pero una vez dentro de aquel lugar era imposible escapar, aun así las personas parecían concentrada en los stand por lo que podía andar tranquilamente.
Observé uno por uno, la mayoría no presentaba nada interesante, algunos diseños e impresiones poco llamativas, algunos inventos bastante lamentables, como el Pela Papas Ocho , una especie de cuchara con cuchillas que no parecía nada confiable. Cerca de allí había dos chicos vestidos con batas discutiendo con una persona sobre un extraño aparato; parecía una balde ordinario, pero tenía una pantalla de led pegada a un lado, y como era de esperarse de los inventos como esos, tenía unos números casi siempre aleatorios,
100-101
–¿Qué es esto? ¿Para que sirve? – pregunte acuclillándome para poder ver aquel aparato más de cera. Uno de los chicos lo tomó para enseñármelo.
–Es un contador de monedas
–¿Es una alcancía?
– Algo así – el chico sacó un par de monedas de su bolsillo y las arrojó por una pequeña ranura en la tapa, al caer la primera moneda un numero uno apareció en la pantalla digital, que se transformó en un numero dos al colocar la siguiente
–No está mal, parece bastante útil.
–Oh, ¡gracias! – dijo el chico que pareció sorprenderse por mi alago
–¿Qué significa el numero 100 y 101? – pregunté poniéndome de pie y mirándole al rostro por perima vez
–Era el numero de monedas que… –el chico se interrumpió al ver mi rostro, parecía algo confundido al principio, algo decepcionado, como la cara que pones al pedir un café en un bar y ver que te sirven algo completamente diferente. Aquella expresión dio paso rápidamente a la incertidumbre y casi instantáneamente al miedo
Que descuidada.
–Lo lamento – dije y salí sin mirar a ningún lado, al pasar rozando al chico junto a mi empujé su hombro haciendo que casi perdiera el equilibrio y cayera.
—¡Lo siento! –me excusé torpemente pero aun sin voltearme, aun sin dejar de correr, aun alejándome lo más que pudiera de allí.
–Espera, yo no… – dijo el chico con la bata, pero no logré escuchar el resto.
Corrí un buen rato hasta alejarme lo suficiente del bullicio de la feria.
Me ardía el pecho, intenté calmarme tomando largas bocanadas hasta regular mi respiración. Mis piernas estaban cansadas y mis ojos me lloraban por correr contra el viento
Mis ojos…
Ni siquiera podía sentirme ofendida, no podía enojarme ni reclamarle nada, no podía atribuir su comportamiento a una simple falta de respeto, ni siquiera podía enfadarme, al fin de cuentas era normal sentirse así, era normal que ellos actuaran así.
Cuando retomé la marcha el camino se sentía tranquilo, nunca había mucha gente por allí, tan solo algunos vecinos que hacían sus mandados y labores, y unos pocos niños que jugaban corriendo de aquí para allá. Algunas personas que saludaba por cortesía casi instintiva y a los que le devolvía el saludo sin levantar la mirada del suelo, a veces esbozando una sonrisa y cerrando los ojo o inclinando la cabeza.
Para los niños y adolescentes que crecimos con Nigloshima era algo normal, casi natural, no ver ni un solo animal por la calle, ni un pequeño pájaro en un árbol, no escuchar ni un ladrido ni un maullido durante un paseo al vecindario. Cuando creces privado de una sensación es casi tonto pensar que podrías extrañarla, pero aun sin sentir en carne propia lo que era aquello, no podía evitar sentirme nostálgica ante el silencio, tal vez no fuera la misma impresión que tenían los pioneros de la cuidad, pero aun así, algo en mi se sentía vació.
Parece que nunca te terminas de acostumbrar a las desgracias, a sentir algo que nuca estuvo allí, a temerle a un color…
Junto a una de las casetas de teléfono que aun se conservaba en la cuidad un soldado observaba tranquilamente calle arriba, aburrido, sin nada que hacer.
Así era mejor…
Si ellos no tenían nada que hacer significaba que la cuidad estaba a salvo, que no había que hacer más sacrificios, que por ahora, al menos solo por ahora, nadie sufría.
Al pasar junto a él le hice un gesto con la cabeza, el observó y sin cambiar una ápice de su expresión me devolvió el saludo inclinando levemente la suya. Había visto esa mirada antes, no le guardaba rencor porque sabía bien que no había otra alternativa, sabía que cuando debían hacer su trabajo ya no había vuelta atrás, no la había y, al final, los que se ensuciaban las manos eran ellos.
Cuando al fin llegué a mi casa mi rostro aun no podía volver a su estado normal, aun aquella sonrisa, esa sonrisa casi ensayada, no volvía…
“No puedes fingir ser feliz siempre, eso no es sano”
Era verdad, pero en aquel momento no podía darme el lujo de estar mal, debía ser fuerte sin mentirme a mi misma. Al sacar la llaves de mi cartera la fotografía de Morty cayó al suelo.
Morty
Su pelaje blanco, enmarañado y sus ojos vivos color café observaba a la cámara casi con incomodidad, siempre hacía eso cuando quería sacarle una foto, para luego lanzarse hacia mí y llenarme de baba.
–Morty…
dije y por fin la sonrisa volvió mi rostro.
Comments for chapter "02"
QUE TE PARECIÓ?
Gracias por las canciones las ando guardando xd, me gusta la historia aunque tengo ganas de leer el siguiente capítulo ya estoy cansando, así que me daré un descanso.
Por cierto, hay varios errores en algunas palabras en este y el primer capítulo, pero por mi pasables viendo lo bien que escribes y narras.
Muchas gracias, el tema de las canciones es muy importante como ya habrás visto es casi parte de la historia. Y con respecto a los errores, soy consiente de ellos, pero lo corregí tantas veces, tantas, tantas veces lo mismo que ya mis ojos no veían los errores, supongo que sabrás a que me refiero. Muchas gracias por tus palabras eso significa mucho para mi de verdad y me hace querer seguir subiendo la historia, espero puedas seguirla hasta el final.