Nigloshima - 04
Capítulo 4
Lucille
4/9
Entré en la casa con una sonrisa ensayada que por suerte no tuve que mantener, dentro, no había nadie salvo el ruido monótono del reloj en la pared. Sobre la mesa había una nota que rezaba:
Hija, tuve que salir temprano, te dejo algo de comer en la heladera, no pude comprar el pan que te gusta.
Te amo
PD: No olvides alimentar a Billie
PD2: No olvides recoger la colada
Hice una bola con él papel y lo arrojé a la basura, dentro de la heladera había un tupper con lo necesario para hacer un emparedado, y una manzana. Estaba bastante acostumbrada a manejarme sola al llegar a casa, mis padres tenían horarios complejos y casi siempre estaba sola hasta la noche, no era algo que me preocupara pero algunas veces el silencio de la casa me agobiaba. Cuando pasaba eso solía salir a caminar, iba hasta la plaza o simplemente jugaba con el gato, pero había días donde nada parecía funcionar…
Tomé la comida de la despensa y llené un boul pequeño. En el instante de dejarlo en el suelo se escucharon unas rápidas pisadas acercándose desde mi dormitorio, cruzando la esquina, derrapando como un vehículo en una película de acción, con una bola de estambre en la boca que, al ver la comida dejó caer a un lado. Llegó junto al boul y luego de olfatear mi mano de forma amistosa comenzó a comer
–¿Tú estarás siempre conmigo verdad?
Con lo difícil que había sido convencer a mis padres luego de lo de Morty…
Aunque siendo sincera los entendía, y a veces no comprendía como se me había permitido tener otra mascota. Había sido doloroso para mí, pero estoy segura que para ellos también, al fin de cuentas Morty los había acompañado el mismo tiempo.
No, no podía ponerme a pensar esas cosas, si continuaba con eso, seguiría así todo el día y comenzaría una espiral de negatividad que me deprimiría, necesitaba salir.
Fui a mi dormitorio y me cambié el uniforme
Las personas tienen la impresión de que el cuarto de una chica suele estar ordenado y limpio, sin embargo el mio no lo era. Nunca me había caracterizado por ser prolija ni ordenada y ese día no era la excepciona, tomé la primer ropa que encontré entre el bulto de prendas que había sobre la cama y me vestí
En el exterior el clima había empeorado considerablemente, la cálida temperatura de la mañana había dado paso a una brisa fría y el cielo empezaba a tornarse negro , amenazaba lluvia y la luz del sol parecía apagarse como si se estuviera bajado una persiana gigante sobre el horizonte
Tenía que hacer las cosas rápido si no quería que me encontrara en la calle la lluvia, o peor, la oscuridad. No era que tuviera pánico a la oscuridad pero no me agradaba, no podía dormir con la luz totalmente apagada ni siquiera podía canmiar tranquila en al noche, no era un miedo que me paralizara ni mucho menos pero me incomodaba. Repasando todo tal vez si que pudiera llamarse pánico pero no había porqué etiquetarse, al fin de cuentas a nadie le importaba.
Dentro el supermercado era bastante grande y aunque iba a menudo siempre olvidaba donde se encontraba cada producto y hoy le pan se había escondido muy bien.
–Lo siento –le dije a un chico que reponía –¿Puedes decirme donde está el pan de…?
El chico levantó la vista y rápidamente la volvió a enterrarla en el cajón con productos
–Al fondo, detrás de los productos de cocina.
–G-Gracias…
Me alejé rápidamente por el pasillo
¿Qué le pasa? ¿Por qué es tan grosero?
Bueno ya estaba acostumbrada pero, por alguna razón había veces que me molestaba, a veces me ponía furiosa. Un dolor de cabeza punzante me sacó completamente de aquel lugar, como si me hubiera atravesado la cien con una aguja. El dolor fue pasando poco a poco mientras tomaba le pan de la góndola y lo pasaba por la caja. Mientras caminaba por el pasillo de la salida, empecé a sentirme algo extraña, aunque el dolor había pasado casi por completo, cerrando los ojos podía ver una luz blanca, que iba y venía haciendo flashes y sentía olor familiar, no podía describir con exactitud que era pero me pareció una mezcla extraña entre leche caliente y papel quemado.
Tenía que terminar lo que hacía y volver a casa, el cielo empezaba a oscurecer cada vez más, y las nubes parecían que no iban a aguantar mucho sin explotar. Solo quedaba la lavandería un lugar que siempre me resultaba nostálgico por algún razón, me acerqué al mostrador donde el dependiente leía un cómic antiguo.
–Hola, buenas tardes.
Nada, el hombre no se percató de mi presencia.
Aclaré mi garganta con fuerza, pero el hombre seguía concentrado en la paginas del la revista
–¡Hola! –grité
El hombre se sobresaltó haciendo que casi lance el cómic al suelo
–Niña, no me des esos sustos –dijo llevándose una mano al pecho y mirándome por perima vez
–Vengo a buscar un pedido –dije enseñándole la lista
El hombre la observó y susurró el contenido para si mismo, luego de mirarme una vez más se marchó sin decir nada hacia el fondo
La gente parecía particularmente grosera aquel día y yo estaba mucho más molesta que lo normal o tal vez era solo mi perspectiva. El hombre parecía no volver en unos minutos, me empezaba a molestar pensar que lo estaba haciendo a propósito, tal vez éste leyendo algún cómic del otro lado pensando que no me daría cuenta.
“Tranquila Yuke no pienses esas cosas, seguro que tiene un buen motivo”
Me acerqué al vidrio del escaparate, las personas se apuraban caminando rápidamente por la acera cargando bolso y llevando carteras sujetadas con fuerza a su pecho, somo si temieran salir volando por el viento. Un chico me llamó particularmente la atención, levaba un anorak una tallas más grande y la capucha le tapaba casi toda la cara, no quería juzgar a nadie sin saber la circunstancia, pero los había visto antes: algunas persona estaba en contra de la ley de regulación de Nigloshima y preferían tomar justicia por mano propia, ¿Qué pasó con el beneficio de la duda? ¿Acaso se puede juzgar a alguien sin saber? ¿No era lo mismo que lo que yo hacia ahora mismo?
Al fin de cuentas la estadista superaba la razón, era más del cincuenta por ciento tal vez setenta los que llegaban a despertar pero ¿Y el otro treinta? ¿Qué era el resto para las personas como el chico del anorak?
Pero no podía convertir el mundo en una lucha de bien y el mal, dividía por una fina linea de pensamiento y opiniones subjetivas, y las personas que debían parar esto simplemente hacían la vista gorda, al fin de cuentas les convenía que alguien hiciera le trabajo sucio por ellos, la mayoría de las beses. Solo debían aparentar de vez en cuando para evitar el caos y seguir con el mismo circulo
Mis pensamientos fueron interrumpidos por el hombre de la lavandería que traía mis cosas y en ese preciso momento como si fuera planeado por algún ser macabro, la lluvia comenzó a caer intensamente. Tomé la bolsa con al ropa y volteé a mirar al hombre algo apenada.
–Buena suerte –dijo riendo socarronamente mientras continuaba su lectura
El primer golpe del agua sobre mi cuerpo me estremeció, intenté mantenerme calmada y no perder los nervios, el cambio brusco de temperatura en mi piel me provocó un espasmo casi gracioso. Al rato de caminar comencé a apurar el paso, si bien sabía que no iba a mojarme menos por tal razón, no podía evitarlo, luego se convirtió en trote. El agua caía sin parar de forma violenta y aunque no había demasiado viento la lluvia cambiada de dirección de un lado al otro dándome azotes desde todos los ángulos.
Aun quedaba unas cuadras hasta la casa, parecía que había avanzado en cámara lenta, necesitaba parar un segundo y al menos escurrirme el cabello o no podría continuar. Miré a ambos lados y encontré un local que tenía un pequeño alerón. Me acerqué rápidamente y me paré debajo, pero lamentablemente éste se encontraba en pésimo estado, unos grandes agujeros permitían pasar el agua como un gran colador. Estando cerca de la puerta pude leer el nombre del local
Lucille
Abajo rezaba unas palabras más:
Adivinación
Intenté mirar dentro del lugar pero el vidrio solo reflejaba una imagen diluida de mi rostro empapado. No podía darme el lujo de pensar mucho, no mientras el agua seguía cayendo sobre mi espalda.
Entré el local, la puerta no hizo ningún ruido ni sonó ninguna campana al contrario de lo que esperaba que sucediera. Ahora que había parado el ritmo de la caminata y mi cuerpo se había enfriado empezaba a sentirme mucho más incomoda, empezaba a sentirme consiente de cada parte de mi cuerpo mojado: el cabello empapado, tenía gotas corriendo por mi pestañas y hasta el interior de mi ropa estaba completamente mojada, provocandome una sensación incomoda. El elástico de mi ropa interior bailaba de arriba abajo y cada pliegue de mi cuerpo se encontraba pegajoso. En estos momento agradecía no ser una chica demasiado pronunciada.
–Buenas tardes
¿Buenas? Pensé, pero la instante mi atención se giró hacia la mujer parada frente a mí, sostenía una toalla.
–Yo .. no –quise decir pero la chica me observó atenta de arriba abajo, estiró la toalla hacia mí
–Muy bonito –dijo
No lo entendí hasta que baje la mirada en dirección a donde apuntaban su ojos, mi brasier negro se trasparentaba casi al completo a través de mi camiseta mojada, no solo los tirantes, podía notar hasta los pequeños detalles bordados en la copa y las puntillas en los bordes, es más la camiseta empapada se empezaba a pegar tanto contra mi cuerpo que comenzaba a notar parte de mi pecho. Tomé rápidamente la toalla de la mano de la mujer, avergonzada, y comencé a secarme como pude aunque teniendo en cuenta el estado de húmeda de mi cuerpo parecía algo inútil.
–Tomate tu tiempo, la lluvia parece violenta
–Gracias – dije, y aunque quería decir algo más no sabía cómo continuar
–No hay de qué.
Mientras me secaba observé a la mujer que preparaba la mesa del local con diligencia, en su rostro se dibujaba una sonrisa serena casi todo el tiempo y sus ojos parecían siempre entrecerrados lo que la brindaba de un aura de serenidad, su voz sonaba tranquila, suave y un lunar bajo su ojo izquierdo parecía hipnotizante, seguro era una buena cualidad para su trabajo.
Le devolví la toalla cuando creía que ya no podía absorber más el agua que chorreaba por mi cuerpo, aunque al decir verdad ya me encontraba mucho mejor.
–Puedes tomar asiento
–No, ya me marcho, gracias.
La mujer dio un vistazo hacia le exterior y me devolvió una mirada divertida mientras embarajaba un mazo de cartas con una sola mano.
–Creo que puedo esperar un poco, si no le molesta
–Claro que no.
La mujer hizo un gesto con la mano señalando la silla justo en frente de la suya. Dudé unos segundo pero al final desistí y me senté, al fin de cuentas estaba siendo amable conmigo y mi actitud podría considerarse una falta de respeto. Me senté con mis piernas apuntando hacia un lado, como si con eso evitara parecerme a un cliente.
La mujer seguía con el labor de embarajar las cartas mientras tarareaba algún canción , en otras circunstancias ese gesto me resultaría molesto pero por alguna razón en ella resultaba tranquilizador. Miré de reojo la mesa frente mí, tenía un mantel negro con algunos dibujos que no logré identificar. Al cabo de un rato la situación empezó a tornarse algo incomoda.
–¿Eres de por aquí? –rompió el silencio como si hubiera estado esperando hasta el último momento
–Si –dije casi al instante haciendo que el intento por crear una conversación se cortara rápidamente. Por suerte la mujer parecía tener mucho más experiencia llevando esas situaciones
–Entonces no tendrás problemas para regresar una vez la lluvia cese
–Creo… que sí…
–Me llamo Lucille –se presentó
–Yo me llamo Yuke
–Un gusto Yuke – dijo emitiendo una sonrisa algo más pronunciada pero sin dejar de lado su serenidad casi innata. La forma de pronunciar la g me resulto extraña, como si le faltara fuerza, no había escuchado a nadie hablar así antes pero sabia que cruzando el océano las personas hablaban con acento y hasta idiomas completamente diferentes.
–¿No eres de por aquí? –inquirí
La mujer pareció sorprendida y vi por primera vez en su rostro un gesto de incertidumbre
–Así es, ¿cómo lo sabes?
–Se nota al hablar.
–Oh, y eso que hago un gran esfuerzo por ocultarlo
–Lo lamento
–No tienes porque disculparte, significa que debo seguir trabajando en ello, gracias por notarlo.
Aunque su rostro parecía sincero, no podía evitar sentir que había cometido un error, aun así un impulso dentro de mi me obligó a seguir entrometiendome, un impulso que podría ser perfectamente definido como curiosidad.
–¿De donde vienes?
–De un continente más al norte
¿Un continente más al…? ¿Donde? Intenté ubicarme exactamente donde se refería pero antes de poder seguir pensando me interrumpió:
–Tuve que hacer algunos sacrificios para venir aquí
–¿Sacrificios? – pregunté
–Sí, dejé atrás algunas personas que quería.
–Oh…
–No es que me arrepienta, pero cuando se está lejos de su hogar, todas las cosas parecen más blancas y frías…
Blancas y frías
–Y aunque no pueda remplazarlas –continuó–, estoy segura que encontraré personas que me hagan sentir en casa aquí también, personas a las que amar
Personas a las que amar
Al escuchar aquellas palabras todo parecía fácil, lo hacía sonar muy sencillo y casi natural, pero ¿Acaso no era algo sencillo y natural? ¿No era el amor el sentimiento más natural del ser humano y lo que muchas veces significaba el cambio en una persona? ¿Por qué un corazón que se cierra al amor sufre tanto? ¿Por qué un corazón que ama lo hace de igual forma?
–¿Quieres hablar de amor? – preguntó como si leyera mi mente y por un momento, por un mínimo segundo casi creo que es así. Aunque tal vez fuera que estaba poniendo una cara muy extraña, lo solía hacer cuando reflexionaba, pero siempre trataba de que no hubiera nadie enfrente para notarlo
–¿De amor?
–Con esto – dijo enseñándome el mazo de cartas que tenía en la mano
–Oh, no tengo como pagarte
–No era mi intención cobrarte
–No puedo, es tu trabajo yo…
–Creo que podre sobrevivir sin que me pagues, trataré de no caer en bancarrota –dijo sonriendo un poco
Luego de meditarlo un segundo, acepté, tenía que pasar allí un rato más ya que fuera el agua no parecía dar tregua y aunque intentara negarlo la curiosidad me estaba matando
Lucille comenzó a embarajar nuevamente, a pesar de que había mezclado el mazo de cartas muchas veces durante la conversación, precia que debía de hacerlo una vez más. Comenzó a colocar las cartas sobre la mesa de forma aleatoria, al menos eso fue lo que me pareció a mi, empezó a voltearlas una a una siguiendo el orden de las agujas del reloj y cuando faltaban dos cartas cerró lo ojos fuertemente aun con su mano de finos dedos sobre el reverso de una y habló.
–Eres una persona muy sensible, me agrada el color que emite tu corazón, es tan cálido, aunque esté rodeado de fantasmas, su luz no deja de brillar.
Dejó escapar un suspiro y continuó
–Me recuerdas a alguien que conocí hace mucho tiempo, el solía decir que las personas que podían escuchar a otros eran las más inteligentes.
Lucille dio vuelta la carta
El mundo 22
–El amor vendrá a ti, él te encontrará y aunque sufrirás experimentaras el amor más profundo…
hizo una pausa y habló, ésta vez lo hizo tan bajo que apenas pude escuchar sus palabras.
–Así como lo hizo él…
Lucille cerro los ojos con fuerza y una lagrima rodó por su mejillas hasta caer sobre la única carta sin voltear
–Lucille ¿estás bien?
–Lo lamento –dijo limpiando su rostro y mostrando una sonrisa rápidamente –Los recuerdos se sienten más nostálgicos los días lluviosos.
https://www.youtube.com/watch?v=-Y8QxOjuYHg&ab_channel=TexasStrat
Comments for chapter "04"
QUE TE PARECIÓ?
No puedo con esto, quiero saber de uno pero al siguiente alternas de perspectiva y ahora quiero saber qué pasó con yuke y se que el siguiente volverá a alternar, ahhhhh!!, Siento como que el capítulo de esta vez fue más corto, o soy yo que ya se me pasa volando el rato?
No niego que sea lo segundo pero sí, los capítulo son cada vez más cortos, al menos de momento, tiene todo una explicación más adelante, gracias por leer y comentar cada capítulo, me encanta leer tu opinión