Nigloshima - 08
Capítulo 8
Purple Haze
4/11
No pude dormir bien esa noche, me desperté unas cuantas veces pero siempre que volvía a dormirme, el mismo sueño continuaba. Todo comenzaba con una mano, una mano cubierta de anillos y pulseras, sujetaba mi muñeca como empujándome hacia algún lado, me levantaba desde donde me encontraba y me llevaba a algún lugar, cuando alzaba mi cabeza para ver, no había nadie. Me encontraba dentro de alguna cosa en movimiento, parecía antigua ya que se mecía con fuerza cada paso que daba, los vidrios parecía empeñados y me costaba mirar fuera. Llevaba un vestido blanco de novia largo hasta el suelo, se sentía la lluvia y aunque otra vez intente mirar no lo lograba. El objeto parecía destartalarse, luego, despertaba agitada.
Mi habitación estaba envuelta en una niebla color purpura, una acumulación de humo violeta denso y confuso inundaba toda la casa, al menos es lo que me gustaría asegurar, quitar aquella sensación solo de mi cabeza y dejársela al mundo exterior. Me levanté desganada, me vestí a desgana, desayune a desgana. No podía dejar de pensar en el día anterior, mientras la tele encendida retumbaba como un megáfono en la sala, aun así sus palabras parecían perderse arroyadas por las de mi pensamiento.
¿Cómo vería a Loyd a la cara si me lo encontraba?
Tenemos la tazad de casos de Nigloshima más alta de…
¿Cómo hablaría con él hoy?
…la isla de investigación estará disponible para la prensa…
Si me preguntaba por lo de mis ojos o lo de ayer… yo…
…planeamos deja un ferry a disposición de la prensa y…
Volteé a ver el televisor:
–¿Un ferry?
El doctor Roland Millet parece haber sido afectado por…
Volví a sumirme en mis pensamientos.
No tenía sentido seguir dándole vueltas, había decido ir a estudiar hoy y no cambiaría por mucho que lo pensara, si pasaba algo ya improvisaría, al menos era lo que me repetía para mi misma, intentando convencerme.
…podríamos estar ante el primer caso de Nigloshima en un…
Apagué el televisor.
Silencio
Me agaché para acariciar a Billie, al sentir mi mano tocando su pelo hizo un ruido sordo y se resfregó contra mi tumbándose sobre su espalda
–Oye, tu no me abandonaras, ¿Verdad?
Últimamente las cosas no han sido lo mismo
A pesar de que había decidido ir a clases no entré a ninguna, me asustaba la idea de ver a Loyd a la cara. No sabía como podía reaccionar y el solo hecho de pensarlo me aterraba, me agobiaba un pánico que casi hace que corra hacia mi casa en varias ocasiones. ¿Por qué si estaba tan segura, ahora sentía aquella sensación? ¿Por qué ahora perdía aquella fuerza y voluntad que sentía estando en casa? ¿Por qué ahora aquella cuidad parecía querer tragarme? Me senté fuera, lejos de la entrada pero no tanto, podía ver quienes entraban y salían. Cada vez que una persona pasaba cerca mi pecho se aceleraba, sentía un aguja en la garganta, a veces mi imaginación jugaba una mala pasada, veía a Loyd mirarme a lo lejos, juzgarme, otras me miraba furioso, odiándome, a vece veía aquel perro labrador, me miraba culpándome por no salvarle
“Lo siento, no podía hacer nada”
“Lo siento”
Me miraba furioso, quería matarme.
Apretaba las uñas contra mis manos para intentar volver al mundo real, pero no sentía dolor, no sentía el viento rozar mi piel, el olor no me llagaba, mis pensamientos daban vueltas como una noria y terminaba en el mismo lugar. Parecieron días pero fueron horas, cuando sonó el timbre de la salida me puse de pie, como si hubiera sido un reto, al cumplir aquel propósito un poco de fuerzas volvieron a mi cuerpo. Como si me hubiera puesto una condición.
“Tienes que aguantar el horario escolar allí, sufriendo y pensando cosas sin sentido, lo hiciste bien, puedes irte ahora.”
Sentía un alivio en el pecho pero aquel miedo sordo que apretaba mi garganta como una aguja seguía allí, como acechando, aun así aquella fuerza me permitía marcharme, victoriosa, o…
Al voltear hacia la calle vi a una chica, una chica que no conocía bien, o no conocía del todo bien debería de decir: era compañera de una de mis clases, de la clase de estudios de Nigloshima. A la que había ayudado, o había intentado ayudar el primer día.
Pensé rápidamente la forma de evitarla, la forma de esconderme o eludirla pero no había posibilidad. Al pasar cerca aquella aguja se clavó tan fuerte en mi garganta, al punto de cortar mi respiración. Me miró a la cara, no podía evitarla, estaba frente mio, no había donde huir.
–¡Hola! – dije lo más rápido que pude, como expulsando todo el aire de mis pulmones, lo que hizo que fuera algo torpe y doloroso.
Pero por más doloroso e incomodo que mis saludo forzado haya sonado, nada era como aquella mirada, ya la conocía , la había visto miles de veces, había aprendido vivir con ella, había aprendido a que no me molestara.
Esa mirada de desprecio, de ignorancia, de miedo furioso…
Esos ojos, juzgando y mirando sobre mí, más allá, como si fuera un simple animal en una jaula. Aquella mirada que en un punto me dañaba pero que ya no, o eso pensé…
Paré en seco, aunque mis piernas querían seguir andando, aunque mis ojos miraban al suelo,
no lo hacían.
Miraban al frente, tal vez mis ojos miraban tan al frente que pudiera ver más allá del océano si quisiera. Mi cuerpo parecía estar en otro plano, como si mirara con una cámara a gran altura. Solo sentí mi mano apretando fuerte y mis uñas clavadas en la piel.
–¡Ah! ¿Qué…? – dijo, tuvo que frenar su paso y mirar directamente hacia mí. Un hilo de sangre corrió desde su muñeca por sus dedos hasta caer al suelo, hizo un intento rápido por zafarse pero mis uñas parecían echar raíces.
–¿Qué demonios? ¡Maldita loca de…!
dijo
Volteé a verla a la cara y no sabría decir muy bien que pasó, vi todo como si fuera un espectador: estaba sonriendo, sonreía como era de costumbre, esa mueca ensayada en mi cara, con ambos ojos abiertos, pero, por más que eso diga, mi rostro no era aquel, como si fuera un faro intermitente, mi cara estaba completamente negra y vacía, hueca, como un abismo infinito, sombreado de gris hasta el borde, con dos luces violetas intensas como reflectores y unos colmillos como un demonio. No puedo asegurar cual de las dos caras fue la que ella vio pero, si pude ver bien su expresión
Temor absoluto.
Su rostro temblaban, su labios y ojos parecían simplemente lineas boceteadas, brillantes por sudor y lagrimas, pedía clemencia, perdón, pero odiaban a la vez, como si esperara un hueco para actuar con violencia
No me ignores
No me temas
Deja de tenerme lastima
Así cómo llegó, se fue:
Solté su mano de golpe y volví a correr sin mirar atrás.
Ya era la segunda vez que lo hacia en dos días, me había vuelto una buena corredora, me volví buena escapando. Corrí tanto que esta vez mis piernas no soportaron y caí. Caí contra el suelo pero no dolió, sentí mis rodillas raspar contra el aflato caliente, sentí la palma de mis manos arder rojas al intentar ponerme de pie, sentí la sangre correr por un de mis codos hasta el suelo. Levanté la vista, había llegado a un plaza, la había visto antes, estaba lejos de casa, corrí un buen tramo, aun con la fuerza que me quedaba trepé a aquel árbol de flores azules, trepé lo más que pude; las ramas golpeaban y se enredaba en mi cabello y cuando llegué a la cima, lloré. Lloré muy fuerte y grité, lloré por un buen rato pero por más que llorara no me sentía mejor, no aliviaba aquel dolor en mi pecho, sentía que por más que llorara, apretara los ojos, por más que sangrara nada de eso saldría. Creí que llegado a aquel punto simplemente me quedaría sin oxigeno y me desmayaría. Pero no fue así, tan solo aquella sensación siguió. Palpé mi mochila y recordé lo que llevaba siempre conmigo: aquella flauta. Parecía nueva, el poco uso que le había dado aquel año solo me recordar mi fracaso constante por entrar al club musical, la odiaba y la amaba, me enojaba verla pero lo recordaba, en momento como ese, tocar me devolvía un poco de esperanza, llenaba mi alma de algo de color. Puse la boca en la embocadura y soplé, las notas salieron perfectas, era tan vez el intento más limpio que jamás había tocado, era mi mejor performance de aquella melodía ensayada desde niña. Aun así, aunque esas notas fueran perfectas, aunque el sonido fuera el más hermoso del mundo, aquella sensación no desaparecía, no había nota que sirviera, el sonido simplemente giraba en al aire y se perdía. Recordé a Morty, marchándose, como las notas en el viento, lo vi mirarme furiosa, mirarme con calma, lo vi blanco, lo vi purpura. El humo volvió a juntarse alrededor, sumiendo la plaza en llamas violetas, entró por cada uno de mis orificios y me hundió en un color tan fuerte que el sonido ya ni siquiera llegaba a mis oídos, toqué tan fuerte, lloré tanto, al final todo desapreció y solo quedaba yo en aquel árbol azul, sin consuelo y sin voz.
Todo se vuelve tan rápido cerca del final
Comments for chapter "08"
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