Nigloshima - 09
Capítulo 9
It`s A Hard Life
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Luego de despedirme de Sabrina volví casa, quería evitar recordar esa despedida, simplemente porque era tan normal que me daba escalofríos: se despidió de mi cómo si nada, me dijo “hasta otra” y se marchó, caminando ágilmente sobre sus tacones, sin trastabillar ni una vez sobre el suelo desmoronado de rocas disparatadas y brechas, perdiéndose en el horizonte rojizo.
No estaba débil, solo me dolían las piernas y los brazos, mis oídos ardían pero, creo que no podía ir peor. El camino a casa se me hizo eterno, pasando los objetos flotantes, las carreteras rotas, había limusinas en vez de autos en la calle, las casas se alargaban hasta el infinito o eran tan pequeñas como de muñecas, las farolas y postes daban giros estrepitosos sobre ellos y en el cielo una franja negra como un cicatriz asechando nerviosa a cada paso. Tardé un rato en darme cuenta que no estaba perdido, tan solo no existía un camino a casa.
Un simple hecho de la vida, le puede pasar a cualquiera…
Caminé un buen rato en linea recta, no tenía sentido ponerme a girar, las calles parecían no seguir un sentido concreto y si hubiera tenido un mapa en mi mano, hace tiempo que hubiera dejado de tener sentido guiarme por él.
Algunos carteles tenían cosas escritas en un idioma que no podía leer ¿Y si era mi nombre ? No, no tenía nombre, no era que estuviera escrito en otro idioma o lo desconociera, no era cuestión de entender o no, no había forma de encontrar mi nombre porque no existía, nunca existió y nada cambiaría eso, no al menos allí.
¿Donde es ? ¿Donde estoy y que estoy haciendo?
Estaba perdido, por perima vez me había perdido, y en aquel mundo tan grande, tan roto, aquella sensación de desasosiego era aun mayor
Miau
¿Y eso? ¿Qué es ese ruido?, tal vez solo fuera mi imaginación, no confiaba en mis sentidos, no confiaba en mi vista siquiera, por alguna razón mi ojos lloraban sangre, aunque no dolían, mis oídos a veces escupían alquitrán, mi boca estaba seca y mi piel quemaba, en llamas, a veces.
Miau
Podía sentir claro aquel ruido, lo reconocía, el mundo podía estar yéndose al diablo pero podía reconocer un maullido.
Volteé ver y allí estaba, esperando a ser encontrado, parado sobre una roca, de la pocas que se mantenía aferradas al suelo, Mirándome fijamente: el gato. Era el mismo gato que días antes
…Días…Horas…Meses…Años…
había visto junto al sujeto muerto, el gato que se había escapado entre mis piernas.
Ahora era color violeta, pero sabía que era el mismo, no precisamente por sus ojos, que eran aquellos mismos que trasmitan sentimientos, si no, porque lo sabía
Porque sí
–Hola ¿qué tal tanto tiempo? –Dije irónicamente–¡Tú eres le culpable de todo esto, lo sé!
No sabía porque ni siquiera tenía sentido pero creía que así era, tenía que serlo, debía desahogarme con alguien y ese gato…
ese gato era a fines prácticos el culpable de todo lo malo que me había pasado.
Un chivo expiatorio
Miau
El gato se puso de pie y volteó solemnemente, luego giró su cabeza para mirame y comenzó a caminar.
Quiere que lo siga
Así lo hice, el animal caminaba moviendo su caderas de un lado al otro tranquilamente y sin bacilar, atravesó el pasto, cruzo algún lugar empinado, un poco de agua, subió algunos muros y bajo otros. Detrás iba en pos de él. Me costaba un poco más pasar por esos lugares y a veces tenía que parar unos segundo a tomar aire
¿Siquiera necesitaba tomar aire?
Finalmente pareció llegar a su destino, perdiéndose de mis vista dentro de aquel edificio enorme.
La central eléctrica: aquella central eléctrica que veía de camino a lo de Alice en el tren. Era la misma, lo sabía, cómo sabía que ese gato era el mismo, aunque estuviera a cientos de kilométrico de distancia, ya nada funcionaba siguiendo las reglas normales del mundo. La central estaba enrejada y circundada por un perímetro de pasto artificial llenos de bobinas plantadas sobre él, como un jardín de arboles eléctricos. En cada una de las bobinas se leía las iniciales ES (Electric Soul)
Recordé aquel grafiti en el ascensor “Corazones suaves, almas eléctricas”
Cuando entré la oscuridad no me permitía ver nada, tan solo el ruido de las pisadas del gato retumbaban estrepitosamente en el silencio como fuego artificiales en navidad, resonaban exageradamente fuertes.
Aunque sentía que no estaba solo.
–Sal, sé que estás ahí – dije, pero a diferencia del día a anterior
…Días…Horas…Meses…Años…
no estaba nervioso, simplemente ansioso por terminar de una vez lo que fuera aquello
–No intentaba ocultarme –dijo, era el ser de los harapos, esta vez a su tono de voz dejaba escapar un poco más de sentimiento, más que ayer, mucho más que la primera vez.
– ¿Has pensado en lo que te dije? –preguntó
–Sí, mucho, quiero saber quien soy
–No creo que pueda ayudarte con eso
–¡Al menos dime donde estoy, que es esto! –grité, aunque con la fuerza de mi voz apenas pudo haberse notado cómo tal, estaba tan cansado y herido que mi cuerpo apenas se mantenía en pie, al menos mi cabeza estaba clara, como recién despierta y eso me permitía mantenerme cuerdo.
–Fuiste creado en éste mundo junto con todas sus cosas
–Creo que so ya lo sabía, ¿Significa que nada de esto es real, ni yo ni mi familia? ¿Qué pasa con mis padres? ¿Acaso…?
No sentía tristeza, al hablar con el ser, había descubierto cosas impactantes sobre mí, pero también cosas que afectaba a mi alrededor, cosas como la que veía, sentía. Pero nada de eso parecía afectarme ahora, todas las personas que había conocido hasta ahora podrían no ser real, mis padres tampoco, ni yo mismo siquiera, aun así no sentía pena por descubrirlo, era como si al saber la verdad, todo el dolor que podría sentir, todo la frustración, la decepciona y la pena de pensar que vivía en una mentira se evaporaran. Ni siquiera la tristeza de no poder volver a ver quizás nunca más a esas personas, a mi familia, nada de eso hacia mella en mi.
–Tus padres son tan reales como tú
–¿Significa eso que yo no soy real entonces?
–Eres tan real como éste mundo…
– ¡Ya deja eso! –grité –¡Ya deja de comparar las cosa! ¿Cómo puedo ser real y a la vez no?
En ese momento como accionado automáticamente al decir aquellas palabras una de las luces de la bobinas se encendió, iluminando una porción del lugar. Bajo aquella luz incandescente, Sabrina parecía esperar impaciente su turno de hablar
–¿Sabrina, que haces…?
¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste aquí? Al notar lo ridículas que podrían ser mis preguntas en una situación como aquella decidí no decir nada, no era cómo si alguien fuera a burlarse de ellas, simplemente quería guardar todo la fuerza que pudiera
–¡Vine a verte! – dijo sonriendo como era de costumbre
–Sabrina… – no pude decir nada más. Me observó desde lejos y luego comenzó a acercarse, caminaba tranquila como siempre, a paso lento, como de costumbre, con las manos entrelazadas y moviendo sus caderas a ritmo, como si no fuera consiente de nada a su alrededor. Las luces de las bobinas iban encendiéndose a su paso haciendo un camino luminoso.
–Oye ¿Qué es la vida?
Preguntó de golpe, mantenía los ojos cerrados y la cabeza en alto en un aspecto pensativo. Pensé que no valía la pena escuchar ahora pero, al fin de cuentas podría ser la ultima reflexiona y había algo dentro de mí que se agitaba al escuchar su voz, aquel sentimiento de excitación que sentía al escuchar hablar a Sabrina, aquella sensación era tal vez la única que me quedaba de mi yo anterior. Podría no sentir pena ni temor, pero aquella intriga casi desesperante que me provocaban sus diálogos, aquello, aun estaba en mí.
–No lo sé – dije
–Hmmmm, yo creo que la vida es simplemente, vivir
Algo rebuscado hasta para su nivel.
–¿Qué quieres decir? –pregunté, solía mantenerme cayado cuando hablaba pero esta vez quería ir profundo, quería rebuscar por los lugares más recónditos. Sabrina paró su caminata solemne justo a mi lado unos segundos y luego continuó, la seguí, a medida que caminaba la habitación se iluminaba cada vez más.
–Me refiero a que por más que nazcas, crezcas, ames, estudies luego consigas un trabajo, vivas de ellos, o simplemente transites por un camino infinito, ambos puede llamarse vida, pero puede que ninguna persona de esas pueda vivir.
–Creo que nadie elije la vida que tiene
–No, pero podemos elegir si vivir en ella, creo que, amar a la persona que quieres, oler las flores de un jardín, mirar el cielo, tomar un café, besar a tu mascota, llorar y sufrir, sin importar en que parte del mundo estés, sin importar si es real o no, eso es vivir.
Y algunos son como tú, como una pluma
Dicho esto Sabrina me miró y sonrió, la sonrisa más amplia y hermosa que haba visto en su rostro jamás.
Comencé a llorar, esta vez no era sangre, simplemente lagrimas, mis piernas cedieron ante el cansancio y caí de rodillas.
–No lo entiendo pero…no entiendo que pasa, no entiendo nada pero quiero vivir, quiero salir de aquí, ¡Quiero vivir!
–Eres libre como una pluma, puedes dejarte llevar por el viento
–¡No quiero desaparecer ! ¡No quiero ser un tren que viene de ningún lado, quiero volar!
–Eres tan real como todo en éste mundo, eres el mundo, nada y todo, y eres capas de cualquier cosa, pero tú, sol tú eres capas de escapar.
Dijo el ser.
–¿Cómo lo hago? ¡Dímelo! ¿Cómo puedo…?
–Tan solo debes seguir como hasta ahora, como siempre lo has hecho…
Levanté la visa, toda las bobinas se iluminaron, la luz fue tan intensa que todo se convirtió en siluetas de sombras negras borroneadas. Solo que había una que no había visto hasta ahora, una silueta más, era una mujer, se veía a lo lejos, la había visto antes pero, no sabia cómo alcanzarla.
–Quiero ir con ella, quiero alcanzarla, la quiero…
–Entonces haz como hasta hora, sigue al gato.
Miau
El gato pareció entre las sombras, brillantes en tonos violetas y caminó elegante hacia una puerta más allá de la luz. Antes de seguirlo, volteé para ver a Sabrina una vez más, ella me observó con la misma sonrisa de siempre, cerrando los ojos y meneando la cabeza hacia un lado
–¡Nos vemos mañana! – dijo, sentí en su vos una inocencia casi mágica. Una lagrima se fugó por mis ojo hasta mi mejilla, sabía que eso era imposible pero…
– Sí, nos vemos mañana Sabrina.
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