Nigloshima - 17
Capítulo 4
El Gato Negro
La mañana siguiente le costó comer, no podía sacarse de la cabeza el cadáver de aquel animal ni la sonrisa de Yuke, aun así una era mucho más fuerte que la otra y se sentía pesado. Kalahan y su hijo le habían saludado con intenciones de charlar pero Ethan había hecho su mejor esfuerzo porque notaran que no quería. No era que no le agradaba, todo lo contrario, Kalahan y Morris eran las únicas personas que le gustaba fuera del grupo de Yuke y sus padres, aun así, eran personas difíciles de tratar. de conversar y la cabeza de Ethan estaba muy revuelta esa mañana. Aun así no había podido evitar del todo tener contacto con alguien, y fue justamente con el último que pensaría que hablaría estando allí dentro. Cain era el chico rubio que los había acompañado el día anterior a explorar. Hablaron mucho más fluidamente de lo que pensó en primer lugar, era un persona mucho más habladora de lo que daba la impresión. Él tampoco tenía familia, aunque no tenía nada que ver con Nigloshima, era huérfano desde que nació y eso era lo único que recordaba. Antes de todo, solo tenía la preocupación de comer, dormir y asearse a veces. Era un chico tranquilo y sereno, todo lo contrario a lo que a Ethan le había resultado el día anterior, aunque su pasado pareciera difícil, no le costaba hablar sobre él, parecía que la soledad en la que se encontraba en el mundo no le entristecía demasiado, algo parecido a lo que le pasaba a él mismo, aunque la suya no era comprensible por ninguna ser normal, si es que Cain lo era.
–¿Quién es la chica que va contigo? – le preguntó–. La chica de los ojos brillantes
–Es la persona que me salvó
–¿Es tu novia?
– No, no, Yuke es solo mi…
– Con que Yuke… –Cain meditó unos segundos y finalmente volvió a hablar
– ¿Ibas a decirme que era solo tu amiga? –rio algo sereno
– Sí, lo es…
– ¡Ha! No me mientas, odio las mentiras y a los mentirosos
Ethan pensó protestar pero finalmente desistió
–¿Tu no tienes amigos? – Le preguntó. Cain apretó ambas manos entre sus muslos en una ademan de protegerse del frio.
–¿Amigos? Solo tengo tres amigas – el joven levantó la mano derecha enseñando tres dedos –: una me cuida el corazón, lo pulmones, el estomago, mi interior. La otra mi piel, me acaricia y evita que me lastime –inclinó su rostro sobre la mesa para tenerlo más cerca de Ethan–. La tercera cuida mi mente, evita y que haga, ¿cómo se dice? Locuras.
Extendió cuatro dedos y en cada una de su intersecciones reposaban tres comprimidos, uno rojo y redondo, uno amarillo pequeño y otro más grande color verde.
Suspiró
–Aunque con todo lo que esta pasando, me esta siendo difícil encontrar más de mis amigas
¿Qué había conmocionado tanto a Ethan que no podía sacarse aquella conversación de la cabeza? Era una mezcla de lastima, empatía y miedo, aunque el miedo venía muy detrás, apenas arrastrado por un simple deseo de supervivencia, empujado por la desazón de vivir en u mundo hostil. El miedo era lo poco que le ataba a lo normal y lo perdía de vez en cuando. No le temía a Cain, le daba lastima y como había escuchado a alguien decir una vez , la lastima es le peor sentimiento que se le puede tener al ser humano. ¿No tendrían lastima de él también? ¿Entonces es justo sentir lastima de un igual? ¿Quién no tenía lastima de cualquier humano vivo en esos momento?
La empatía era tal vez el peor sentimiento, sentía muy en la superficie que se parecía a Cain, sentía una conexión de hermandad por le chico sincero y libre de prejuicios frente a él. El Cain normal era aquel, el que la sociedad quería ver era el sumiso y sereno joven medicado del hospital, huérfano y dejado, pero el verdadero velaba por su integridad física en un mundo de locos donde él es tan loco como cualquiera y menos que las bestias que acechan detrás de las dunas de nieve, ese joven escaso de medicinas, de escrupuloso y miedo, se convertía sin duda en un arma de doble filo
¿Cual era la medicina de Ethan? Partiendo de la premisa anterior, la medicina ataba Cain a un mundo irreal pero aceptado, lejos de ese mundo sin drogas, el mundo real es cruel y sin necesidad estar despierto, debía estar loco pero sobrevivir. Desde aquel punto la droga de Ethan era aquel mundo perfecto de donde venía y que había perdido para siempre, era esa su droga que lo mantenían dormido en un sueño lejos de los problemas, ahora que había perdido aquel medicamento etéreo se encontraba en un mundo hostil que le invitaba a pelear con una mano en la espalda, sobrado de fuerza y valía, le invitaba a combatir en una pelea totalmente injusta a la vista de todos, e ineludible, imposible de luchar dormido, drogado o anestesiado.
2
Todos lo sentimientos que Ethan estaba guardando e intentaba mantener en su interior se perdieron una vez saliera nuevamente a frio nevado, le seguía agrando el olor a nieve, pero empezaba a sentir una extraña incomodidad al estar allí. La luz le día brillaba en el horizonte y a todos le brindaba un poco más de esperanza, si bien en la situación que se encontraba nada cambiaría por un poco de luz, aun así, aquella sensación en su piel no podían dejarla pasar y creí que todos pensaban igual.
–La nieve creció un poco – dijo Grant levantando la voz
–Fue buena idea venir hoy – dijo François un poco más alejado del grupo, cuidando la retaguardia.
El búnker estaba igual de silencioso que el día anterior, Ethan no quiso miralo pero lo iba a ser imposible así que lo hizo rápidamente para sacárselo de encima, el cadáver del lobo seguía allí, había acumulado algunas moscas alrededor, el frio había servido para que no se descompusiera más rápido. Podía ver mejor ahora sus heridas en el pelaje violeta, parecía las garras de una animal más grande, como un león o un oso, aunque no sabía exactamente que tipos de animal habitaban por la zona.
Esta vez todos llevaba unas mochilas y bolsos mucho más grandes, querían llevarse la mayor cantidad de cosas posibles. Todos lo cargaron a reventar. Cain guardó una última lata de frijoles en su bolso que parecía estaba a punto de ceder por sus costuras. Al notar que Ethan estaba cerca le dedico una mirada algo divertida
–Me encantan estas cosas, solía comer muchas antes – dijo casi en un susurro
A Ethan le pareció graciosa el intento del chico por demostrar un poco de nostalgia en sus palabra. Juno a un lado peleaba con una mochila que parecía bastante pesada, hacía un tremendo esfuerzo por colocarla en su espalda. Ethan la tomó y se la cargó a su propio hombre, no era que le sobraran fuerzas pero no podía ver a Juno cargara con más peso, así su espalda se lo reprochara luego. El hombre le dio un palmada de agradecimiento que casi hace que se cayera si no fuera porque Kalahan detrás suyo lo sujetó.
–¡Eh, compañero! – dijo en un tono de broma
–Suerte que estas para cubrir mi espalda – dijo Ethan con una sonrisa
–¡Así es, siempre! – sentenció el hombre sonriendo
Y así marcharon todos, una vez más. El día les permitía no llevar consigo las linternas en la manos pero aun así el peso de los bolso dificultaba demasiado el andar. El camino se volvió mucho más largo y pesado, Grant y Fran parecían llevar las cosas con más calma pero aun así estaban mucho más cansados que el día anterior. Mientras caminaban a Ethan le pareció ver algo en el horizonte, como una estela de luz, un brillo, como si algo le llamara, una sensación extraña y casi apagada por el cansancio pero suficientemente fuerte como para dejarlo incomodo.
Miró a Juno a su lado, ambos viajaban ahora en el medio de la caravana, Kalahan le había dicho que cuidaría de ellos por detrás, aunque podría ser una escusa para que no lo vieran balancearse de un lado al otro por el peso. Aquella sensación en su interior lo obligó a voltear, al ver al hombre calvo luchar con el bolso le dio algo de gracia, éste hizo una esfuerzo por soltar una de sus correas y hacer un gesto con la mano de aprobación acompañado de una sonrisa.
No llevaba su arma en la mano, casi ni podía andar, aun así Ethan no creía que le hubiera ayudado, aquel relámpago violeta cruzó la duna casi en un segundo y sujetando aquella mano que irónicamente simbolizaba seguridad, arrastró su cuerpo junto a la nieve tiñendo esta de sangre roja e intensa. Ethan no escuchó nada más, veía la boca de Kalahan abrirse y cerrarse, sus lagrimas caer de sus ojos y la sangre bañando de forma macabra la nieve mientras aquel oso jugaba con lo que un día había sido su extremidad.
Un zumbido en su odios se intensificó hasta explotar en un grito que vino de su lado
–¡Corran hacia el refugio! – gritó Grant y apuntado al animal con su arma disparó dándole en una de sus patas. Era la primer vez que Ethan veían un animal con Nigloshima, vivo. No se asemejaba para nada a lo que había visto en aquel lobo del búnker, aquella aura de miedo y terror, aquella demencia y ese brillo en sus ojos, era mucho pero mucho peor, al punto de que sus pies, aunque intentaba moverse, parecían pegado al suelo. El animal advertido por el disparo lanzó al hombre sujeto entre sus mandíbulas a un lado y corrió hacia ellos, levantando una nube de nieve, como un gran tren que iba a embestirlo sin duda. Ethan estaba paralizado, no había forma de que su piernas se movieran, cuando el oso estuviera unos centímetros más cerca ya sería el fin, era inevitable, como la lluvia.
El recuerdo de una conversación sobre la muerte le vino a la mente, era la misma clase de recuerdos que a veces evocaba y que como un resorte se acercaba y se alejaba sin que pudiera sujetar el extremo para entenderle del todo. Recodó la sensación de sentirse encerrado, de sentirse rodeado y de saber que moriría, de saber que era lo único que podía pasar.
De pronto un grito frágil y dolorosos cubrió el lugar, justo en el instante que el animal se acercaba a su alcance, éste se detuvo.
¿Quién? Pensó Ethan, y estaba seguro que aquel animal enorme a unos centímetros de él pensó exactamente igual y a ambos le costó tan solo un vistazo entenderlo.
Kalahan, con le brazo casi fuera de lugar, con lagrimas en sus ojos ensangrentados y apenas de pie, levantó el pulgar se su mano en el gesto de aprobación más lamentable y triste que Ethan había visto jamás.
Cuidare tu espalda chico
–¡Corran! –gritó con la mayor fuerza que sus garganta le permitía y en ese instante el oso cambió su atención hacia él. Fue ese segundo, ese pequeño segundo el que les sirvió a todos para correr, Grant intentó sujetar a Morris pero no lo logró, el niño se zafó y corrió unos metros hacia su padre
–¡Papá! – Ethan estiró un brazo para sujetarlo pero tampoco alcanzó, y luego, cuando Juno le tomó del hombro y lo empujó a correr, cerró lo ojos para no ver más.
Y corrió. Corrió casi en un trance hacia el búnker sin ver por donde ni escuchar, mejor era si no escuchaba
Al final habían cumplido sus palabras hasta el final
Gracias
Antes de que siquiera el refugio fuera visible para el grupo un nuevo oso los interceptó en el camino, parecía un poco más pequeño pero igual de violento. Grant y Fran que eran lo únicos que portaban aun sus armas comenzaron a disparar al animal.
–¡Corran al refugio, pidan ayuda! – gritó Grant en el momento que recargaba su arma, el oso se abalanzó y lanzó aun zarpazo que rozó a Ethan, y le hubiera arrancado parte de su cara si no fuera porque Cain le había movido con un golpe, éste que a su vez, arrastraba a Juno de su chaqueta. Los tres rodearon al animal y se marcharon rápidamente por detrás. El oso lanzó otro golpe y éste dio de lleno en el hombro de Grant provocando que lanzara el arma aun lado junto a un charco de su propia sangre.
Al menos no me lo arrancó, ¡que surte tengo!
Pensó, manteniendo su tonto humor hasta el final. Cuando el grupo que había eludido al oso hizo un pequeño amague por detenerse al verle herido, gritó lo que podría ser su última orden como líder de La vía
–¡Corran!
4
Ethan volvió en si cuando vio el refugio a unos metros del lugar, no quería mirar atrás, si miraba atrás no podría seguir, a pesar de que aquello estuviera en la posibilidades, a pesar de ello, no era algo que pudiera cargar con él, no era algo a lo que se hubiera acostumbrado aun.
La imagen del refugio no era para nada alentadora, la nieve alrededor se había pintado de rojo y violeta, uno cuantos alces y lobos rodeaba en lugar, embestían la puerta con sus cuerpo. Algunas persona había salido hacia fuera y corrían intentando alejarse.
Corran al refugio, pidan ayuda
Aquellas palabras, que le guardaban un poco de esperanza, se hundieron al ver la nueva situación. Una mujer que se había lanzado ventana abajo con un niño fue alcanzada por unos lobos que acabaron con ella en un instante. El corazón de Ethan dolía tanto, la angustia apretaba tanto su garganta que casi no podía respirar. Juno a su lado de un disparo había dado fin a uno de ellos y Cain que parecía un poco más receptivo que todos, había acabado con el otro.
–¡Corel, Yuke! – gritó Juno soltando el brazo de Ethan y corrió hacia la puerta de refugio, un alce que había notado su parecencia se abalanzó hacia él y si no fuera por un disparo de Cain, ni lo hubiera notado.
–¡Corran, vayan por su familia yo me encargo aquí! – dijo el chico rubio empujador con el pie a Ethan que, en ese momento, recuperó el sentido y, luego de un intento vago por tomar su arma en la mano, recordó que la había soltado unos metros antes. Otro alce cayó ante una bala de Cain, Ethan pensó en preguntarle cómo era que tenía una puntería tan precisa pero…
–¡No puedo dejarte solo aquí! – le dijo
–¡No estoy solo, vete!
– ¡No me iré!
– ¡Maldición Ethan, vete de aquí!
– ¡Que no, no te dejaré
Cain mordió su labio en un gesto de impotencia y luego volvió gritar:
– ¿Vas a dejar que maten a tu novia, mentiroso?
La angustia en la garganta de Ethan se disipó de golpe, una bocanada de oxigeno llegó a sus pulmones y sus ojos parecieron aclararse. Miró al chico que seguía disparando certeramente hacia los animales.
–¡No mueras, prométemelo! – dijo sujetándolo de un brazo. Éste lo miró a lo ojos, con una mezcla de incertidumbre y cansancio. Luego esbozó una sonrisa algo picara y dijo:
–Solo si me prometes que volverás por mí
–¡Lo prometo! –dicho esto salió corriendo hacia la entrada del refugio .
Cain retrocedió aun disparando, trepó una escalera de cajas destruidas y tanques vacíos y llegó a la parte más alta del búnker. Solo para ver como desde el bosque a unos metros de distancia varios animal más venían uniéndose a la fiesta: alces, osos, lobos, algunos puma de montañas y aves. Disparó una cuantas veces más sus pistola pero sabía bien que no podía mantenerlos por mucho tiempo a raya.
–Perdoname Ethan, no creo que pueda cumplir mi promesa
5
Dentro encontró el mismo caos que fuera, algunas personas corrían de un lado al otro y los animales igual. Sentía que todo a su alrededor se balanceaba, veía las paredes y el techo moverse, se alejaban y acercaban como ondas de agua, intentó canmiar un poco pero casi se tumba, veía a las personas correr, gritar y pedir ayuda, los animal arremetían hacia ellos pero nadie parecía notarlo a él y en ese momento sintió una sensación desagradable en su interior, algo que lo hizo sentirse un ser despreciable y más que un sentimiento era un deseo, un anhelo.
Que nadie me note, que nadie me pida ayuda, no quiero salvar a nadie, solo me interesa una persona.
Y caminó, caminó como anestesiado, caminó en trance, caminó como si nadara en aquella ola de adrenalina que lo mareaba
Yuke
Yuke
¿Donde estás?
No mueras, por favor
No me dejes
Aunque era casi invisible para las personas no lo era tanto para las bestias. un pequeño lobo se abalanzó hacia él. Tomó un palo del piso, tenía aun clavo saliente hacia fuera, lo balanceó de un lado al otro alejando como pudo a algunos animales que quisieron verlo como presa, como aquel, varios intentaron llegar rápidamente y a traición a sus tobillos, otros querían empujarle con sus cuernos o picotear alguna parte de su cabeza. A pesar de que aun se movía en trance, sus reflejos parecían mucho más finos, porque logró esquivar, tal vez con un poco de suerte, todos los percances. Hasta que sintió un grito.
Un grito triste de dolor,
¡Yuke!
¡Yuke no mueras!
Esta vez si corrió, no escuchaba exactamente de donde provenía el sonido pero podía casi verlo, podía casi sentirlo con su cuerpo. Corrió de un lado al otro hasta que llegó frente a la puerta de la despensa de alimentos y allí estaba Yuke, recostada en la pared contraria a la entrada y sin pensarlo dos veces entró en el lugar rápidamente. Pero para su sorpresa y habiendo gastado sus surte con anterioridad, no estaba solo, un lobo algo más pequeño que los que había visto fuera se abalanzó hacia el llegando a su brazo, el dolor hizo que soltara el palo y cayera al suelo. El animal apretaba sin descanso, movía su mandíbula de un lado al otro como si quisiera romperlo, sentía como su piel se habría fácilmente dejando entrar los dientes del animal, bañado en sangre y saliva, con las orbitas de sus ojos desencajados mirándole de cerca. Tanteó con su mano buscando su palo pero parecía que no estaba cerca, su suerte se había acabado definitivamente. Pero no, no podía dejar que eso pasara, no podía morir allí, porque si moría, nadie podría ayudarla a ella..
Una vez más, por favor, solo una vez más
Volvió a extender su brazo libre hacia un lado y esta vez dio con su arma improvisada. Con toda la fuerza que tenía en su interior, comenzó golpear la cabeza del animal que no quería soltarlo, los golpes parecían no afectarle, seguía mirando con sus ojos a punto de estallar, seguía moviendo su brazo como si jugara con un pedazo de carne cruda. Estaba dispuesto a arrancar su brazo de lugar y a Ethan por un momento la idea de sacrificarlo para poder moverse no le sentaba mal. Finalmente con un golpe certero el clavo saliente de la madera se incrustó en la cabeza del lobo que, con un grito agónico de dolor, lo soltó por fin dejando escapar un chorro de sangre. El animal corrió de un lado al otro, como si intentara con un movimiento quitarse aquel clavo herrumbriento. Por último y luego de darse tumbos contra las paredes se perdió de su vista chillando. Ethan no tuvo tiempo siquiera de mover su brazo para cerciorarse de que funcionara bien, de que aun estaba en su lugar o de preocuparse por la sangre que estaba perdiendo, así cómo se puso de pie, casi resbalando con su propia sangre, corrió hacia Yuke.
–¡Yuke!
Grito acercados rápidamente a ella
—¡No te acerques! –gritó. Un grito tan fuerte y conciso que hizo que Ethan se parara en seco.
– Yuke ¿qué …?
–¡No me toques! –En su voz se notaba una debilidad casi doloroso, como si aguantara una pena que no podía liberar, apretaba sus manos al pecho como si le doliera el corazón. Ethan la observó de arriba a abajo, salvo algunos rasguño no parecía herida. Miró su pecho, lo apretaba con fuerza y bajo su ropa, algo se contorsionaba con fuerza.
Lo había olvidado, había pasado tantas cosas que lo había olvidado por completo y ahora que lo veía todo tenía sentido. En otro momento tal vez hubiera dudado, tal vez hubiera pensado mejor o hubiera analizado la situación de distinto ángulos pero, no había tiempo, no porque todo a su alrededor estuviera yéndose al diablo, si no porque Yuke sufría, y eso más que nada en el mundo lo hacia sufrí a él. Con fuerza apartó la manos de la chica que gritó en un intento evitarlo pero el muchacho uso toda su energía, sabia que no había otra alternativa. Bajó el cierre de su abrigo, sujetó con fuerza a Billie y lo sacó rápidamente de un tirón. Bajo la chaqueta la piel de Yuke estaba destrozada, toda su su ropa hasta su brasier había sido cortado por pequeños garras abriéndose paso. Su pecho estaba rojo y ensangrentado, aun así, hizo un intento por evitara que Ethan lo tomara. El chico observó al animal, y aunque lo sospechaba, verle de aquella forma no dejaba de impactarle, aunque se viera de una forma mucho menos peligroso que los animales de fuera, aun así, aquella aura de ferocidad y violencia era, en menor medida, la misma. Yuke lloraba, intentó tomar el gato pero Ethan le dio la espalda para bloquearla, y ella dejó de intentarlo en ese momento, tan solo, como una especia de actuación, como convenciéndose de que estaba haciendo algo para evitarlo, se apretó contra su cuerpo.
Ethan lo recordó, Juno le había dado una pistola, aquel revolver brillante y pesado. La tomó en sus manos, nunca había usado uno pero le había dado instrucciones, quitó el seguro como pudo, sin soltar al pequeño gato con la otro mano y puso la boca de la pistola justo en su cabeza, el pequeño felino arañaba los dedos del chico y mordisqueaba sin tregua el frio metal de la pistola.
–Yuke lo lamento, debo hacerlo.¡Yuke lo lamento! –decía y ella detrás tan solo lloraba y hacía un intento totalmente vago por alcanzarle desde su espalda con los brazos, apoyando su cabeza en su hombro. Ethan sentía su respiraron, sentía sus llanto en el oído, la lagrimas que caían hasta su hombro y sentía el dolor en su corazón, muy fuerte.
Respiró hondo, inflando su pecho.
También sentía le gruñido del animal y justo cuando ella abrazó su pecho desde atrás, con toda su fuerza, jaló el gatillo haciendo que dejara de sentirse para siempre. Yuke a su espalda apretó aun más fuerte sus brazos contra él, uniendo su manos sobre su torso, apretando cada vez más fuerte su cara contra su hombro, llorando desconsoladamente. Lloró como si liberara años de lagrimas acumuladas. Ethan aflojó sus manos y tan solo dejó que unas lagrimas cayeran también, hizo un intento por tomar las de Yuke entrelazadas en su pecho, pero cuando estuvo cerca, al notar sus dedos manchados de aquella sangre, al notar sus manos frías y blancas, sintió que no podía hacerlo.
Comments for chapter "17"
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