Nigloshima - 22
Capítulo 9
Escucha la Canción del Viento
El grupo caminaba, ¿Hacia donde? Ni ellos mismos sabían, iban persiguiendo una pista que eran tan irreal como la situación en sí, caminaban hacia el este, por una arboleda de troncos pequeños. Nicola cargaba el arma pero el lugar estaba desierto, todo pensaron que en algún momento, inexorablemente se encontrarían con algún animal que los atacara, pero no fue así, ni un pájaro, ni una serpiente, siquiera había incestos. El camino a veces se complicaba, debían agacharse entre hierbajos, esquivar algunos troncos caídos, saltar algunos baches, cruzar unos pequeños ríos. Se alejaban cada vez más de la nieve y esta se convertía a cada paso en más delgada, a diferencia de lo que creía Nicola dentro de aquel lugar parecía menos densa, estaba casi derretida en alguna partes y poco a poco el color amarillento de la hojarasca iba ganando terreno. Yuke intentaba por todo los medios ser lo más perceptible posible, es verdad que la estaban acompañando por decisión propia, pero siguiendo una idea de ella misma, se sentía culpable por le cansancio y la desconcentración de sus compañeros, pero no podía hacer más que estar atenta a cualquier cosa que le llamara la atención. Pero no parecía haber nada, miraba alrededor buscando algo que pudiera darle una pista más concreta de lo que buscaba, pero solo encontraba arboles y hojas, escuchaba las pisadas de Nicola frente a ella y las de Ethan detrás, formando un ritmo casi militar, sentía el silbido del viento filtrarse por algún lado, aunque solo era un ruido, no llegaba a acariciar su piel ni mover su cabello, era una simple melodía a lo lejos, casi armónica, como una canción de cuna serena que le invitaba a seguir, como si fuera aquella cosa la que buscaba, como si aquel sonido tan leve le guiara hacia algún lugar. Cerró los ojos y se dejó llevar, comenzó a canmiar en dirección a lo que ella suponía era el camino.
Nicola a un lado se sorprendió al ver que cambiaba de dirección tan bruscamente y cuando hizo un intento por hablar o tomarla de un brazo Ethan le dijo que guardara silencio, y le hizo un gesto de que la siguieran. A él le resultaba muy fácil seguir a Yuke , era casi algo natural, algo que estaba en sus ganes, y a pesar de que nunca le ofuscaba es tipo de cosas, había aprendido a no protestar por ello. Ambos le siguieron mientras caminaba, a pesar de que iba con los ojos cerrados, no se topó contra ningún árbol, siquiera rozó una rama o tropezó con algún bache, era como si recorriera un camino trazado por ella misma o aprendido al dedillo, como si tuviera los ojos abiertos, o aun mejor, como si tuviera un mapa del alma de aquel lugar. De pronto como la entrada a un lugar mágico, los árboles que continuaban su camino parecía inclinarse unos a otros formando una hilera de reverencias, se enredaba unos con otros formando un puente de hojas donde el sol casi no podía atravesar. Anduvieron por aquel lugar casi a oscuras hasta que un rayo de luz tan fuerte inundo el lugar que Nicola y Ethan tuvieron que caminar el último tramo al igual que Yuke, a ciegas. Cuando pudieron abrir sus ojos se encontraban en un claro, los arboles formabas esta vez una ronda, donde dejaban un tramo de césped virgen, sorbe ellos un techo de hojas casi trasparentes le permitía llegar el sol de forma conveniente y en el centro de aquel lugar, algo que ni Ethan ni Nicola pudieron comprender.
Aunque Yuke sí, ni siquiera tuvo que abrir sus ojos para sentirlo. Se acercó a ella y la tomó, había tenido una en sus manos desde que era niña, o al menos desde que recordaba, sabía como era su tacto, como se sentía rozarle con los dedos, sabía donde soplar, que agujeros tapar, sabía que se sentía al llevársela a los labios y el sonido que producía, por eso no importaba que allí no hubiera ninguna flauta de viento, sabía que sonaría, la sopló y así fue. El sonido empezó extenderse suavemente y lento por el claro, finas notas danzaron por el lugar inundado todo de una melodía casi mágica. A Ethan le pareció el sonido más vivo y hermoso que había escuchado jamás. Casi podía ver las pequeñas notas danzar en el aire, llegar el techo de hojas, chocar con él y caer estrepitosas al suelo para alzar vuelo nuevamente como hadas. Simplemente no podía apartar la vista de todo el espectáculo. Yuke se veía serena, hermosa, se veía más hermosa de lo que recordaba. Las hojas comenzaron a danzar una vez más, revolotearon alrededor de ella formando un tejido de miles de luces brillantes, aquello se podían sentir, se podían ver, aunque no estaba seguro si Nicola a su lado podía sentir lo mismo que él, lo que si sabía era que había algo que debía hacer, algo que esperaba por él.
Aquellas notas formaron un cúmulo alrededor de Yuke y fue cuando lo recordó, había visto eso antes. Se acercó a aquel caos de brillo y tan solo hizo lo primero que se le pasó por la mente, aunque no estaba seguro si surtiría efecto ni si podría hacerlo. Estiró su manos e intento hundirla en aquel amasijo de luz, era una luz tan cálida que casi parecía bañarlo en agua caliente, parecía meter la mano en un recipiente enorme de manteca hirviendo, invitándolo a hundirse completamente en él, cómodo y gentil, pero sabía que no era el momento ni era su trabajo, tan sol debía arrastrar aquello fuera. No sabia aun que, ni para que, tan solo era su labor y lo hizo. Tomó algo a tientas y con todas sus fuerzas lo arrastró fuera, o hacia dentro, o hacia el lado, llamarlo estrictamente fuera tal vez no era la palabra adecuada pero no estaba en momento de pensar tecnicismo. Cuando la figura salió de aquel torbellino de luz caliente, éste se disipó en un estallido suave de viento y Yuke dejó de producir aquella melodía.
Cuando Ethan notó que era lo que había traído hasta su lado, ya era tarde para dudar. La tenía sobre él, una chica totalmente desnuda, y mojada, lo primero que pensó fue que si así había sido como el había llegado a aquel mundo, lo segundo fue su instinto masculino, sus ojo instintivamente se desviaron hacia su cuerpo descubierto y aunque intentó por todo lo medios no pensar en nada, le era casi imposible. Aunque lo que vio a continuación le ayudó a olvidar cualquier cosa, y era que el rostro de aquella mujer, de aquella chica, le sonaba tremendamente familiar, era alguien que conocía, alguien con el que había hablado y a pesar de que un velo de oscuridad se cernía sobre sus recuerdo, al ver su cara lo recordó todo como si nunca lo hubiera olvidado.
No solo su rostro le era familiar, también su cuerpo, y aunque no recordaba del todo, si podía apostar porque no había visto muchos cuerpos de chicas desnudas. Recordaba ese vientre de piel suave, ese ombligo, recordaba esa cintura y…
– Sabrina… –balbuceó en una especia de pregunta que no esperaba respuesta, la chica abrió sus ojos color caramelo, aquello mismos ojos que parecía derretirse y esbozó una sonrisa en sus labios.
– ¡Tú! –gritó con una aire divertido y alegre.
De todas las personas que podrían haber aparecido allí, al menos agradecía que era una que conocía, aunque Sabrina tal vez no era la más indiada para aclarara el camino neblinoso por donde transitaban. Recordó que ella no sabía cómo llamarlo, así que sentía la necesidad de presentarse, la misma sensación que había sentido en aquel sueño
– Me llamo Ethan –dijo y Sabrina sonrió, se puso de pie y le abrazó rápidamente. Ethan volvió sentir aquella sensación tan extraña que sintió la primer vez que le había abrazado, y no se refería a sus pechos apretándose contra su torso, ni a la vista perfecta que tenía de su espalda y más abajo. Lo que sentía era más profundo y olió el perfume extraño que siempre asociaba con aquella muchacha.
– ¿Qué está pasando? – preguntó Yuke a un lado, intentaba ponerse de pie sujetándose del brazo de Nicola que parecía no comprender tampoco toda la situación.
–Soy Sabrina – dijo la chica soltado a Ethan.
–Ella es mi…era mi…es…mi prima, es la hija de… –balbuceó Ethan
Sabrina rio ante la confusión del chico , parecía o no notar que estaba desnuda o no importarle en lo más mínimo, cada vez que reía su cuerpo temblaba y toda si figura expuesta bailaba
Nicola se quitó una de sus chaquetas y se la lanzó cubriéndola.
– Oh, gracias – dijo mostrando una sonrisa algo más tenue
– ¿Ella es de tu mundo? –preguntó Yuke masajeandose la sien con los dedos. Ethan intentó acercarse a ella pero Yuke pareció decirle que se alejara con la mirada, el muchacho se sintió por un momento sucio, somo si sus manos no pudiera volver a tocarla nunca más. Yuke se sentía confundida y cansada, estaba algo molesta por la chica desnuda que se había lanzaos sobre él, sí, pero era lo último en su lista de incomodidades.
–Ethan, que nombre tan elocuente –decía Sabrina
– ¿Elocuente? –preguntó él
– Sí, ¿no crees?
–¿Por qué lo sería?
– No lo sé, pero lo es
Todos callaron por un segundo, un segundo bastante incomodo en el que solo intercambiaron algunas miradas
– ¿Recuerdas algo de aquel lugar? –le preguntó Ethan intentando salvar la situación
– No, hay muchas cosas que vienen a mi mente pero así cómo llegan, se vean muy rápido – Sabrina hizo un gesto con la mano como si imitara un avión al tiempo que soltaba el aire de su boca de forma graciosa– Aunque recuerdo el día que me salvaste
– ¿Te salve?
–Sí, de aquel autobús
Ahora que lo mencionaba, a Ethan le vino a la mente la imagen de un autobús pero, aunque el resto de imágenes en su cabeza sobre aquel momento eran borrosas, recordaba casi perfectamente que Sabrina estaba congelada
–Pero si tu no…
–¿Cómo va a ayudarnos una persona que ni siquiera recuerda de donde vino? – inquirió Nicola con una aire ofuscado interrumpiendo a Ethan que en realidad se alegró que así fuera
– ¿Estaban buscando un lugar donde ir? Puede que sepa donde –dijo Sabrina intentado que la chaqueta sobre su hombros no caiga al suelo–. Creo que sé donde pueden estar tus padres, puede que estén en La Isla
En aquel momento Yuke perdió por un segundo el sentido de donde estaba parada. Una vez más olió un aroma familiar, aque olor a papel quemado mezclado con algo que no pudo reconocer claramente pero le recordaba a leche hirviendo. Estaba nuevamente en otro lugar, era otra persona o al menos eso le pareció, levantó la vista y vio la cara de sus padres, mirándola desde algún lugar un poco más alejado, se veían más jóvenes y ella se sentía tan pequeña que casi no podía abrir los ojos, había demasiada luz y el lugar estaba tan frio, escucho el maullido de un gato y la voz de Ethan llamándole de algún lado
– ¡Yuke, Yuke! ¿Estás bien? – le preguntaba a un lado, sujetándola de la mano, la sentía tan fría y distante que pestañeo unas cuantas veces para volver a la realidad.
– La Isla, me suena, es como si hubiera escuchado de aquel lugar
– Claro que te suena –interrumpió Nicola casi con un aire divertido–, La Isla es una isla artificial de investigación al norte de la nuestra, a salido en la radio y la televisión estos últimos meses, es donde el infectado humano apareció. No conozco los detalles pero allí había cosas raras, los soldados que quedaban estaban yendo en caravana hacia allí, hasta un ferry con la prensa permitía acercarse a unos metros.
Recodó lo del ferry y lo del centro de investigación pero, su recuerdo no era de un lugar, aquellas palabras las recordaba de otro acontecimiento. Le evocaba algo mucho más profundo. Sabin había dicho que Ethan venía de su interior, y que aquellas cosas eran una representación de su conocimiento, por lo que si Sabrina sabía sobre La Isla, significaba que ella lo sabía también, muy en sus interior y tal vez no lo recordaba.
Comments for chapter "22"
QUE TE PARECIÓ?