Nisenai Fantasy - 10
Capítulo 10
Pasaron varios días desde la decisión entre las chicas sobre su amistad, sobre la forma de Kanae de ver a Jun, y de lo que a él le sucedió en su casa. Las cosas han marchado bien, en cierto modo.
Mitsuru, quien se sentía súper arrepentida por su «ignorancia», decidió aclararle a Jun que no está interesada en él de esa forma. Y él se lo tomó… Sorprendentemente bien. En realidad inclusive Yuki se podía imaginar un feo escenario al respecto, pero no. Apenas insistió durante el día acerca de ello, pero luego es como si lo hubiese olvidado. Claramente, este acontecimiento dejó mucho más tranquilo a MinHyuk, quien ya se sabe, realmente le gusta Mitsuru.
Por otra parte, el demonio, ha estado más pensativo de lo usual, y obviamente a quien primero le comenta todo lo que se le viene a la mente es a Yuki. No le ha mencionado aún sobre su trauma del otro día, pero sí acerca de su relación con las dos chicas. Él mismo admitió haber sido superficial, pero a la vez no. Como si se tratase de develar misterios, conocer a las chicas era como un juego. No le encontraba lo divertido a seguir hablando con alguien que ya conoce bien, aunque podría decirse que la cosa se aplicó principalmente a Kanae, ya que nunca mostró hostilidad hacia Mitsuru; eso llevó a Yuki a decidir, y decirle además, que no trate de salir con Kanae si va a ser indeciso sobre sus sentimientos, a nadie le gusta que jueguen con su corazón. Jun acepta su punto de vista, y trata de analizar bien porqué se comportó diferente con ella, sin llegar a algo en concreto.
En lo que se refiere a mensajes y llamadas, los chats se mantuvieron activos, inclusive se sumaron todos los ya conocidos a D*scord.
Mitsuru pudo fortalecer sus lazos con todos, y a pesar de lo sucedido, con Jun también, pero como amigos. SunHee, tras ver la seguridad de la chica de cabellos anaranjados, no duda en tratar de acercarse más a Yamato, dejando de a poco de lado aquél sentimiento de inferioridad.
Kanae, por su lado, habla mucho en el canal de voz con sus amigas, y también escribe mucho a Yuki y Ryōtarō. Jun le ha enviado mensajes a ella, pero en lugar de haberse emocionado al respecto, siguió el consejo de la rubia y los ignoró, ya que no le ha ofrecido una debida disculpa.
En ese ámbito, se ve que es algo que le costó mucho al chico de ojos rojos. Más allá de «sus deducciones» anteriores, todavía no entiende si realmente actuó o no mal, o el hecho de porqué la trató diferente: la única respuesta, si tratase de evadir sus problemas de personalidad e indecisión, sería que haya estado contaminado con los sentimientos negativos de todos. Tratando de encontrar respuestas, logra encajar algunas piezas con respecto a sí mismo, y nuevamente se lo dice a Yuki.
[ 2017, Abril, 14 ]
Viernes por la tarde, las horas de clase acaban de finalizar. Se ve cómo los alumnos van saliendo del edificio, a excepción de la que siempre tarda en acomodar sus cosas, Kanae.
Todavía en el curso, está de pie, al lado de su banco. Se coloca la mochila y estira un poco los brazos, cansada por las clases, al igual que los demás estudiantes.
Apenas poniendo un pie fuera del aula, se encuentra con alguien quien no pensaba que estaría allí. El chico de cabellos negros, cruzando los brazos y pies. Se detiene un momento a verlo, pensando en lo lindos que son sus ojos, y que hace mucho tiempo que no se daba aunque sea un minuto para contemplarlo. Sin querer decirle nada, cumpliendo como siempre los consejos de SunHee, pasa de él bajando la mirada.
—Espera. —el niño de ojos rojos le sostiene la muñeca, con una mirada firme, pero oculta entre sus flecos.
Kanae no quiere decirle nada. O más bien, no quiere que luego de decirle una palabra, tenga más deseos de hablarle. En tan sólo unos segundos pasan por su mente varias escenas, que la hacen preguntarse «¿Tan malo es que me guste alguien así? ¿Debería hablarle? ¿Podré superarlo si le hablo… O si no le hablo…?»
—Kanae… —vuelve a dirigirse a ella—. Quiero hablar contigo, de algo importante. —no aparta la mirada de la niña.
Entre una mezcla de incertidumbre, emoción y melancolía, piensa que no tiene más opción que tratar de atender a sus palabras.
—¿Qué necesitas? ¿Algún problema con la tarea? —le pregunta, desviando la vista a un lado.
—Sé que no debes estar cómoda conmigo ahora…
«Obvio que no. Sólo quiero irme a mi casa»
—Pero preferiría hablarlo en persona. —aclara la garganta— Perdón, lamento lo que hice… Aunque para serte sincero, no sé porqué fui diferente contigo… Te prometo que no volverá a pasar… Al menos, no sin que haya alguna razón lógica como que me hagas enojar… Lo siento. —suspira, de a poco soltándole la muñeca, puesto que al parecer ya le dijo lo que quería decir. Se queda a su lado, como si esperara una respuesta.
—Jun… Espera. —se muerde el labio inferior y se da media vuelta, para que el otro no pueda verla a la cara. Sus ojos humedecen.
Durante un buen tiempo, Kanae pasó varios malos ratos, inseguridades, intriga, tristeza; todo por no saber qué hizo mal para ser despreciada por la persona que le gusta. Una cosa sería que el chico no la conozca, que no le hable mucho porque no le interesa. Uno no está obligado a hablar con alguien si no le interesa, pero, ¿Cuál es la necesidad de cambiar un trato dulce y amigable, que sí le tenía, por uno tan cortante? Tan distante, frío, incluso cruel… Y aparentemente, sin razón alguna. ¿Es algo que debería perdonar? ¿Cómo estar segura de que no le hará lo mismo otra vez?
—Bueno… —su voz suena temblorosa, aprieta los puños—. Sí, acepto tu disculpa, pero no te puedo asegurar que yo… Te trate como antes… Como si nada… —habla entre pausas, tratando de no llorar.
—No tienes que hacerlo si no quieres… Sólo yo dejaré de ser… Malo, contigo. —tuerce la boca, pero sigue viéndola fijamente, como si quisiera darle seguridad de sus palabras.
—Gracias… —suspira y mira hacia arriba, luego da vuelta otra vez para verlo—. ¿Ya estás mejor del dolor de cabeza?
—¿Eh? —parpadea varias veces, sorprendido por la pregunta—. Sí, gracias. —respira hondo y deja salir un suspiro con voz suave, parece estar aliviado—. ¿Quieres que te acompañe a tu casa o… estás bien sola?
Nuevamente, Kanae está confundida. «¿Ya está? ¿Se acabaron los problemas, como si nada? No es que quiera que pase algo malo, pero, es demasiado pronto como para imaginar que está todo bien. Quizás sólo esté fingiendo», piensa, desconfiada de la actitud tan natural… Natural de como era antes con ella.
Aceptar su compañía sería abrirle las puertas de su corazón, como si no hubiese ocurrido nada malo. «O sólo perdonar». Es difícil de verlo como la segunda opción. Niega varias veces con la cabeza, pero a la vez no sabe qué decirle. Sí quiere que esté con ella, le encantaría que la acompañe, pero no quiere ilusionarse de que todo volverá a la normalidad.
De cierto modo, el hecho de que ya le haya enviado mensajes era una señal de que las cosas no estaban tan mal. Aún así, es difícil saber qué hacer. Si ella fuera más abierta con él, incluso a él mismo podría preguntarle si está bien que la acompañe o quedaría como una «idiota arrastrada».
—Déjame pensarlo… Si no tienes apuro, me esperarás. Si no, puedes irte. —es la respuesta más firme que le puede dar en el momento, mientras piensa en hacer una llamada.
—Te esperaré. —le dice tranquilo, apoyándose y deslizándose contra la pared, para quedar sentado en el suelo al lado del aula. Saca el celular del bolsillo—. Tómate tu tiempo. —abre Book F y se pone a ver memes.
La chica de cabellos negros se aleja considerablemente de Jun, llegando hasta unas 4 salas después. Ya están todas vacías porque la poca gente que aún está en la preparatoria está saliendo. Sabiendo eso, cuenta con la privacidad que necesita para hacer una llamada.
En la mansión Jung, no llegaron hace mucho del colegio los mellizos. Hoy, como marca la agenda de Golden G, les toca practicar un buen rato y ensayar para las grabaciones especiales.
Se puede ver que SunHee se dirige inmediatamente a su habitación después de despedirse de Yamato, y los chicos de la banda se quedan en la sala de prácticas.
Cada uno deja la mochila a un lado y toman asiento. MinHyuk se va a buscar unos refrescos para todos junto al chico de cabellos rojizos, y los demás revisan el móvil. Ryōtarō, que está acostumbrado a recibir mensajes de Kanae, es el primer chat al que entra. Para su sorpresa, llega una llamada de dicho número, a la que contesta sin pensarlo dos veces.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien? —tiene una expresión de preocupación—. ¿Es algo sobre Jun? —como a cualquiera del círculo de Kanae, es lo principal que vendría a su mente.
—Oh… Has adivinado. —se la escucha despacio, pero bien—. ¿Qué hago? Jun dice que me quiere acompañar a mi casa y no sé si decirle que sí o que no… Me da vergüenza pensar que le quiero decir que sí. —lo último lo dice más bajo.
—Vaya. Eso es muy repentino. —mira hacia arriba, sosteniéndose el mentón. Comienza a caminar despacio en círculos con el celular en la oreja—. Veamos… Él viene escribiéndote hace unos días según lo que me has contado, ya se veía venir una disculpa. No creo que quiera lastimarte precisamente, pero sigue dependiendo de ti el veredicto. —le responde con sinceridad.
—Oye Ryōtarō, ¿Es Kanae? —le pregunta curioso Tomoki, acercándose a él.
—Sí, es ella. —le dice en voz baja, tratando de tapar el micrófono.
—¡Hola~! —saluda divertido, sin tener idea de la situación.
—Idiota. —lo mira mal, pero tampoco molesto.
—Ryōtarō, muchas gracias por responder… Y bueno, dale saludos a Tomoki también. Supongo que contártelo me hizo sentir más tranquila, luego te diré qué pasó cuando vuelva a mi casa. —le responde en un tono más animado, y corta la llamada.
—¿Qué te dijo? —el chico de cabellos violetas le mira con curiosidad.
—Que te manda saludos, lo demás es personal. —le sonríe con los ojos cerrados, y lo empuja en la frente con un dedo.
—No la conozco, pero espero que solucione sus problemas. —le dice Josuke, quien no aparta la mirada del móvil propio mientras espera a los otros dos.
El dúo regresa rápidamente.
—Aquí tienen. —MinHyuk les da a cada uno una lata de refresco—. Deben estar sedientos, ya vamos a comenzar así que tomen aire.
—Imaginamos que ya almorzaron en la preparatoria pero de todos modos tienen aquí unos aperitivos. —deja en una de las mesitas de por allí una bandeja con sándwiches de miga, comiendo uno él primero.
—Sí comí Yamato, pero igual tengo algo de hambre. —ríe el chico de ojos color vino, pasando a buscar uno.
Mientras tanto, nuevamente hacia el lado de Nisenai; Kanae y Jun llevan caminando un corto trecho aún. Le trae cierta nostalgia a la más bajita, pero trata de no flaquear.
Las cosas se dieron así, ella le permitió que la acompañe, pero a la vez no se siente muy en confianza. Al mismo tiempo, todavía ni siquiera sabe si lo quiere superar o no. Si ella trata de superarlo, no podrá disfrutar el «romance» del momento, y si no lo hace, luego sufrirá por crear más recuerdos.
No se trata de que la amistad sea un problema, sino el cómo ella lo ve. Nadie está en contra de que ellos salgan hasta donde lo sabe, pero no sería una relación estable si el chico de la nada puede tratarla mal. Es normal hacerse la cabeza con esas cosas para una chica de su edad, ya que es un tema importante el amor.
—¿No tienes sueño? —le pregunta la niña, bostezando.
—No, la verdad. —le sonríe y regresa la vista al frente.
Los dos están caminando de cerca, sin hablar mucho. Se escuchan sus pisadas, pero también las de todos los chicos que aún andan por esa parte.
Por momentos corre un viento más fresco, el cuál lleva algunos pétalos de flores de por allí. Es común, ya que es primavera. Uno de estos le tapa un ojo a Jun, provocando la risa del mismo. Kanae sin querer se deja llevar un poco, mirándolo atontada por lo lindo que le parece, con un leve sonrojo en las mejillas. Jun se da cuenta de eso, porque le sonríe.
El camino se hace largo, y a la vez corto. Los dos terminan conversando muchas cosas mientras miran paisajes, sentados juntos en el tren, como era antes de que tuvieran problemas. El ambiente tenso desapareció a menos de la mitad del camino, llevándolos a estar cerca, cómodos, aunque algo acalorados por el clima y la cantidad de personas en el transporte. No falta para que tengan que separarse e ir literalmente por senderos diferentes.
—Kanae, quisiera decirte otra cosa. —interrumpe su anterior conversación, mirándola con los ojos entreabiertos.
—¿Qué tienes sueño? No hay problema, ya dormirás al regresar. —le responde tranquila, riendo bajo para no molestar a nadie en el tren.
—No… Quería decirte de nuevo que perdón… Y que yo tampoco podré verte de la misma manera, pero no en un mal sentido. —se acerca más al rostro de la menor, a menor distancia de lo que acostumbraba estar inclusive.
—¿De qué hablas…? —se siente acorralada. Entre la multitud, tampoco es como si tuviera a donde ir. Sus manos tiemblan un poco, pero no se siente mal, sólo nerviosa, confundida. Cierra los ojos para relajarse, pero aún así, a esa distancia, puede sentir aquél rico perfume que recordaba de los guantes que usó alguna vez. Su corazón se acelera más.
—Kanae… —casi rozando los labios de la pequeña de ojos violetas, respira despacio, mirándola cálidamente. Se detiene ahí, y sube lentamente hasta la frente ajena, para darle un beso.
En ese momento, el tren llega a la parada donde debe bajarse el niño de cabellos negros, quien no se atreve a decirle nada a la menor antes de irse. Le hace un saludo con la mano, yéndose con el rostro ruborizado. Ella suspira, y niega con la cabeza, con una expresión similar a la de él. Luego por inercia, toca su frente, no entiende porqué el beso en la frente.
Al llegar a su casa, Kanae todavía se siente nerviosa. Graciosamente, sus padres están allí. Es difícil fingir que no ha sucedido nada para ella. Son varias cosas juntas: una reconciliación, los estudios, y ahora, un casi beso. Teniendo que responder la típica pregunta de «¿Cómo te fue hoy?», sin poder pensar claramente, lo primero que se le ocurre es «no sé»; sin embargo, responde que sí, con el rostro rojo hasta las orejas. Los mayores la miran divertidos, realmente no parecen molestos con la expresión de su hija, aunque cualquiera se haría una idea de algo más grande que sólo un acercamiento.
La pequeña de cabellos negros camina con rapidez hasta el baño, donde en unos pocos minutos toma una ducha y se cambia de ropa. Inmediatamente después de eso, se dirige a su cuarto, llevando su mochila y uniforme.
—Qué día más raro… Fue sólo un rato pero… ¡Ah, no sé! —se sienta en su cama, sacando el celular de la mochila, obviamente con intenciones de hablar con SunHee—. Debería decirle… Oh, también podría contarle a Mitsuru, llamando en D*scord. —tuerce la boca, pensativa—. ¿Estoy emocionada? ¿Por qué…? —sus manos tiemblan un poco—. Quizás estoy asustada. —habla consigo misma, mientras ingresa en la aplicación. En lugar de entrar al canal de voz, envía una llamada para que se pueda ver.
Unos segundos luego, están 3 conectadas
—¿Qué sucedió, Kanae? —la niña de cabellos anaranjados parece preocupada.
—Es inusual que no hayas avisado ni que llegaste… ¿Qué sucede? ¿Estás bien? —SunHee también suena de la misma forma.
—No estoy lastimada, sólo… Tiene que ver con Jun. —lo último lo dice en voz más baja.
—Probablemente ya se arreglaron. —hace un suspiro de alivio—. ¿Y qué hizo Jun? —la rubia se muestra interesada en la historia.
—¿Te acompañó hasta tu casa? ¿Estás con él? —la pequeña de ojos azules se imagina muchas cosas, por lo visto.
—No, no… Bueno… En realidad… —aclara la garganta—. Iré al punto. Se disculpó conmigo a la salida, vieron que el resto del día no hablamos. Y eso… Me acompañó hasta el tren… Digo, hasta su parada y estuvo demasiaaaado cerca —hace énfasis en esa frase, con una voz algo temblorosa—. Siento que… Regresó a ser como era antes… Excepto por una cosa.
—¿Qué cosa? —le preguntan las dos, como si estuviesen muy ansiosas.
—Parece que quiso besarme… En verdad sí quiso… Pero al final besó mi frente, quizás se dio cuenta de que sería muy malo hacer eso si estuvimos peleados tanto tiempo. —tuerce la boca mientras piensa en la situación.
—Más bien, Kanae, sería muy desubicado que te hubiera besado así. No tengo nada en contra de que sean pareja si quieren, —no parece— pero sería feo comenzar de esa manera. —le da su opinión su mejor amiga.
—Pues… A mí me parece muy romántica esa reconciliación, a mí me hubiera emocionado si te besaba. —la pelirroja tiene un pensamiento completamente diferente.
—Siendo realmente sincera, sí me sentí emocionada, pero… Nerviosa. Demasiado confundida. Es como que un día me odia y al otro le gusto. No sé si debo dejar que mis sentimientos me cieguen. —les dice exactamente lo que sintió—. ¿Qué debo hacer? Ni siquiera sé si está jugando conmigo o no, como para decir «acepto o no sus sentimientos».
—En mi opinión, personalmente, creo que hay mejores opciones para salir que Jun. Bueno, obviamente debe ser que pienso eso porque me gusta Yamato.
—¿Qué hay de Yuki? Veo que siempre hablan mucho, ¿No te parece alguien para salir? —desde su casa, ladea la cabeza como si la otra la estuviera viendo.
—¿Yuki? No había pensado en nadie más que Jun de una manera… Así. Hasta me costó aceptar que lo que sentía por Jun era algo más que una simple amistad… ¿Piensas que debería abrirme a ver a otras personas, sin haber solucionado todavía lo que siento por Jun?
—Mmm… No sé si llamarlo así. Tú y Jun, no son pareja, ni están comprometidos a una relación, tampoco quisiste darle ilusiones a Jun. Jamás te le declaraste, jamás lo besaste, y es probable que si alguna vez lo abrazaste debe haber sido por un problema más que por cariño. ¿Verdad? —a SunHee no se la ve molesta con la idea de que tenga más posibilidades que sólo una persona—. Además de Yuki, también hablas mucho con Ryōtarō, ¿No sientes que se pudo haber fijado en ti?
—¿Eeeh? Ni siquiera sé porqué se fijó en mi Jun, como para que me miren otras personas. Tampoco quiero salir con Jun… No soy la gran cosa. Todos merecen a alguien mejor. —no se siente mal al decir eso, teniéndolo asumido como si fuera la única realidad posible, lo comenta bastante tranquila.
—Kanae, yo era igual en ese sentido. Y lo sabes… Pensé que Yamato era demasiado para alguien que no tiene nada de especial como yo, y aquí me tienes, tratando de ver cómo llegar a él despacio. Mitsuru me dio ánimos, viendo cómo ella no tiene problemas de estar con mi hermano.
—Bueno, yo no me creo especial, pero siento que no tiene nada que ver si puedo o no salir con MinHyuk. —ríe animada la pelirroja, cerrando los ojos—. No todos los chicos son interesados o superficiales, tampoco es necesario que tengas los talentos más grandes del mundo para llamar su atención. Tampoco sé qué le llamó la atención a MinHyuk de mí.
—Probablemente el hecho de que siempre estés con esa sonrisa lo debe animar mucho. —le responde la chica de ojos verdes, hablando con un tono de que la otra le dio ternura.
—Sí, siempre animas el ambiente. —a ella también le da ternura oírla tan feliz—. Supongo que debería quedarme más tranquila entonces. —suspira y sonríe, refregándose un poco los ojos—. Entonces piensan que debería… No sé, ¿Darle una oportunidad a otra persona?
—Nadie te obliga, ya conociste a Jun, ya no te puedo advertir más cosas de él. Y si quieres estar con alguien más, ya habiendo tenido tu primera experiencia de sentir algo como el amor, tú sabrás si te conviene o no. No quiero parecer que siempre te tengo encerrada, sólo no quería que te lastimaran. —le responde a su pregunta, con un tono serio.
—Sé cuánto quieres protegerme, y lo agradezco mucho, sí me sirven tus consejos siempre. Aunque sería más difícil escoger yo sola qué hacer… ¿No quedaría como una chica fácil si me acerco a alguien más gustando de Jun?
—Kanae, bueno, voy a decirlo así. —la pequeña de ojos azules aclara la garganta—. A las chicas de nuestra edad, les gustan muchos chicos al mismo tiempo. Les gusta Jun, Yuki, Yamato, MinHyuk, Ryōtarō y cualquiera que les parezcan bonitos. Sin pensarlo mucho, sin cuestionarse sobre si está bien o mal. Son capaces de dejarles cartas en San Valentín a 5 chicos si quieren, y nadie les va a decir que son unas fáciles por eso. Así son muchas chicas, y me parece que mientras no juegues con los sentimientos de nadie y no tengas una relación con varias personas, no está mal.
—¿No viste que las chicas en nuestra aula este año, y el año pasado, besan a 3 chicos diferentes en una fiesta sólo porque sí? Y 3 es poco. Luego se los llevan a su casa y todo, para hacer cosas que nosotras ni siquiera imaginamos. Y nadie les dice nada, es completamente común. —le hace ver SunHee que ella se preocupa por «tonterías», según ella.
—Sobre lo que dijo Mitsuru, supongo que entiendo… A mí me gustan varios personajes de anime. Supongo que es lo mismo. —se pone una mano en el mentón, pensativa—. Y de lo que dices, SunHee… Bueno, yo no pienso que nuestras compañeras sean malas personas por eso… Aunque la forma en que lo dices sí me hace pensar que tú las miras mal.
—Más que mal, sólo siento que no es necesario llegar a esos extremos en nuestra edad. Es verdad que nadie les dice nada, pero me parece… Bastante diferente tu caso, de tratar de superar a una persona y abrirte a nuevas posibilidades, con tu mentalidad, a esas personas que siento que no quieren una relación seria… Y bueno, no es mi problema lo que quieran hacer con su cuerpo, pero lo veo muy diferente. —lo dice en varias partes un poco cortado, porque está pensando mientras le responde.
—Es que es diferente, pero la idea es que Kanae no termine pensando que está mal si le gusta más de una persona a la vez. Kanae tampoco dijo que quiere una relación seria. Ella podría ser así si quiere, como tú pones de ejemplo, y nosotras debemos respetarla si es su decisión. Tú y yo no pensamos en otras personas que a quien miramos, pero no significa que ser de esta forma sea sí o sí la mejor. —además de defender otros puntos de vista, Mitsuru realmente no quiere hacer sentir presionada a Kanae.
—Sólo para que sepas, si tú llegas a jugar con mi hermano te golpearé. —tuerce la boca, frunciendo el ceño, aunque está sola en su habitación.
—Ay tranquila~ —ríe la niña de cabellos anaranjados—. No estoy jugando con él, a mí de verdad me gusta mucho. Realmente me disculpo por haberlo hecho sentir mal cuando Jun me acompañaba, no sabía que le dolía ver eso porque tampoco sabía que sí me correspondía. No volveré a lastimarlo mientras sepa lo que le lastima. —cambia ella a un tono más serio, explicándole las cosas para no dejarla preocupada.
—Lo siento… Creo que reaccioné mal contigo sin razón. —SunHee hace una mueca de vergüenza, y se queda en silencio.
La chica de cabellos negros escucha atentamente ambas opiniones, y en parte siente como si discutieran por su causa. Obviamente, 3 personas diferentes, tendrán pensamientos distintos. No se trata de que piensen igual todas, sino respetar lo que siente cada una.
No le sorprende la reacción de su mejor amiga, ya que suele molestarse siempre por malos entendidos. Sabe que SunHee hace lo mejor posible para aconsejarla, pero siempre el principal problema que tiene ella, es no poder manejar su enojo.
La situación la tiene nuevamente algo confundida, pero no tiene que dejarlas así, si ambas dan lo mejor de ellas para ayudarle
—Muchas gracias chicas. Tranquilas las dos. Para ser específica, no me gustaría que me besen muchas personas a la vez, sería incómodo cuando no he besado ni a una. Así que en ese sentido, tranquila SunHee. Y sobre lo que me dices Mitsuru, gracias, aunque no sé siquiera cómo abrirme a sentir algo más. Yo no pedí ni quise que me gustara Jun, sólo pasó y… No sé si hoy me gusta menos o más. —mira hacia arriba y suspira otra vez—. ¿Quieren que les cuente algo sobre Yuki?
—Sí. —le dicen las dos, con un tono de curiosidad.
—De vuelta, perdón Mitsuru.
—Yo también, perdón.
—Tranquilas, no pasa nada chicas.
—Sí… —le responden, soltando aire a modo de alivio.
—Bueno, principalmente sería más contarte a ti, Mitsuru, que me sugeriste a Yuki. El otro día, cuando Jun todavía actuaba como un idiota, Yuki me llevó a su casa a pasar el rato. Y de verdad me divertí mucho, porque vimos anime, y jugamos. Yo jamás hice eso con Jun, a solas… Tampoco Jun me llamó por tanto tiempo como Yuki. Y… De cierto modo, Yuki tiene un aura de paz.
—Concuerdo con eso. —le comenta la rubia.
—Bueno, no imaginé que irías sola a su casa. —parpadea varias veces, pensativa—. ¿No pasó nada extraño entre ustedes? ¿No sentiste nada especial con él? —otra vez, las preguntas sobre amor de Mitsuru.
«¿Algo extraño?» le queda resonando en la cabeza a Kanae un momento. Sí, algo bastante curioso, que los dos se hayan confesado sus poderes. ¿Sentir algo especial? Claramente, es especial, más todavía siendo lo que para los humanos significa un ángel, y literalmente.
—Nada extraño. —ríe bajo y se rasca la cabeza—. Y contándole esto a las dos ahora.
—¿Qué? —otra vez parecen impacientes de curiosidad, sin dejarle terminar la frase para preguntar.
—Yuki me parece muy amable. Muy, muy amable. A la vez raro, como a todos, pero que sea raro no me parece algo malo, sé que a ustedes tampoco. Y bueno… Es alguien que siempre ayuda a todos, y eso me parece muy lindo y tierno. Parece alguien perfecto en varios sentidos, si sólo conocemos ese lado suyo.
—Entiendo tu punto. —le responde la rubia—. Ahora sabes a qué me refiero, con conocer a las personas antes de sentir algo fuerte.
—En fin, no creo que sea una malo prestarle más atención. —dice tanto para sí misma como para ella, tomándolo en cuenta seriamente.
—Está bien, sólo… No… Ojalá que esta vez no salgas lastimada. —forma un puchero con sus labios la chica de ojos verde agua.
—Muchas gracias. —el celular de Kanae vibra, hay un mensaje en el grupo de Lime—. Oh, hablando de Yuki.
Ríen divertidas las tres y se van a echar un vistazo en el chat
—⟨⟨ Hola, buenas tardes a todos. Estuve pensando que… Hemos pasado un tiempo algo tenso, en varias ocasiones recientemente, y me gustaría que podamos hablar entre todos. A modo de disculpa, quisiera invitarlos a mi casa, y yo pagaré lo que quieran comprar para comer ⟩⟩ —se trata de un mensaje del chico de ojos grises.
—Chicas, ¿Ustedes quieren ir? Yo me divierto en su casa. De las veces que fui, aunque sean pocas, la paso bonito. —ríe Kanae, pensando en jugar con él nuevamente o ver anime.
—Yo sí, aprovecharía para hablar más con Yamato sin pensar que lo molesto o distraigo de sus prácticas. —le menciona, mientras se pone una mano en el mentón.
—Yo también quiero ir, no la pasé feo la vez pasada. —sonríe naturalmente, de oreja a oreja con los ojos cerrados.
—Entonces le pongamos que sí. —dice la niña de ojos violetas, mientras teclea en el celular—. ⟨⟨ Hola Yuki, yo sí quiero ir, sería bueno si nos dijeras la hora también, más que nada para quienes vean el mensaje luego. ⟩⟩
—⟨⟨ Oh, señorita Mitsugashi. Creo que una vez que todos respondan sería mejor que decidamos la hora, sin ofender. ⟩⟩
—⟨⟨ Yo también iré ⟩⟩ —responde la chica de cabellos más claros.
—⟨⟨ Me divertí la vez pasada, así que también quisiera ir ⟩⟩ —les responde la pelirroja.
—⟨⟨ Bueno, faltan los chicos, ustedes respondieron mucho más rápido de lo que me esperaba ^^ ⟩⟩
En casa de los Yami, una hora después de que Jun llegase, el chat del grupo en el celular mencionado aún está sin abrirse. La razón es simple, apenas llegó quiso tomar una siesta. Ante unos sonidos extraños en las afueras que llegan hacia su habitación, se despierta.
Con una expresión somnolienta y a la vez algo molesta, camina hasta el pasillo traslúcido para darse una idea de qué podría ser. Y aún se escuchan: pisadas fuertes que parecen acercarse a su hogar. El chico de ojos rojos sacude su cabeza para despertarse lo más rápido posible, y corre hacia la entrada, cerrando la puerta con una llave. Enciende una de sus manos en electricidad, y opta por una posición defensiva.
—¿Será un ladrón, o un resentido de las familias? —se pregunta, caminando con cautela por donde se escuchan más los pasos bruscos.
Al pequeño demonio siempre le habían encargado vigilar la casa por el hecho de que, específicamente su familia, no tienen una casa por allí y otra en su ciudad; como se sabe por haber sido exiliados. Los demonios siempre tienden a vivir juntos en diferentes lugares poco frecuentados, en el caso de Tokio, tienen el bosque Esmeralda. Y algunos tienen casas cerca de los humanos aparte de la otra, justamente para cumplir su labor en la Tierra. Sin embargo, ellos mismos tampoco viven en paz completamente entre la especie, puesto que tienen ciertas diferencias como cualquier especie.
La familia Yami es bien conocida por haber ignorado las típicas reglas de procrear con alguien de una raza diferente. Los «resentidos de las familias», en el pasado enviaban muy a menudo demonios a tratar de destruir o saquear la casa de los Yami, pero Jun, siendo un híbrido «peligroso» y claramente poderoso, estuvo encargado de defender el lugar todo el tiempo mientras sus padres trabajaran. En la actualidad como no ocurría hace bastante, le dieron permiso para ir a la Preparatoria Nisenai.
—Demonios… —tanto la expresión como literalmente—. Ojalá mis padres no se enteren, quiero seguir yendo a la escuela. —dice para sí con un tono muy serio.
Sale a la vista aquél que estuvo causando el desorden en su llegada, ignorando a Jun, pasando de largo para tratar de romper la puerta. Frente a ella, antes de que pueda poner un pie sobre las maderas, el chico de cabellos negros se adelanta y lo golpea con el puño sin electricidad, alejándolo lo más que pueda. Jun corre hacia la dirección a donde lo tiró, y enciende ambas manos, mirándolo molesto.
—¿No te han contado lo malheridos que quedan los ladrones que intentan entrar a mi casa? —con tres dedos canaliza un rayo que quema y rompe varios huesos de uno de los brazos del contrario.
—Tú… Tú eres el malnacido, el maldecido, por tu culpa… Si no hubieras nacido no estaríamos condenados. —pareciera que el odio hacia el niño no le permitiera sentir dolor.
—¿De qué estás hablando? ¿Acaso hice algo más que defender mi hogar? Tú eres quien está haciendo mal las cosas, queriendo destruir sin razón. —frunce el ceño y le contesta alzando la voz.
—Zaraín previó tu nacimiento… Y tú no lo aceptas. Un día iba a llegar el último híbrido, el séptimo, y será la destrucción de todos, sin importar lo bueno que hayas sido, todos tendrán el mismo destino… Tendría que matarte a ti, quitarte la casa no es suficiente… —el demonio cuya apariencia es la de un lobo musculoso y de pie, parece prepararse para pelear con el brazo que aún puede mover.
—No quiero arruinar tu vida, así que vete antes de que no puedas moverte. —le dice con completa sinceridad, sin volver a mostrar chispas—. Yo no necesito mis brazos para poder usar mis poderes, no como tu raza. —lo mira con firmeza, con la intención de no seguir peleando.
—¿Crees que las cosas se pueden solucionar tan fácil? No deberías existir. —unas garras tan largas como su torso crecen en sus «manos», y trata de atravesarlo.
—Sí te lo advertí. —esquiva con facilidad aquel ataque, la velocidad del otro no le es ningún problema para la suya. Con sólo posar una mano sobre el brazo ajeno es más que suficiente para darle una fuerte descarga.
El demonio hostil, tras perder la movilidad de ambos brazos, ya no tiene cómo atacar; es más que obvio que una mordida no le haría nada al chico.
—La próxima vez que te ataquen no seremos nosotros. —con una mirada de frustración, se aleja de la escena, saltando entre las ramas de los árboles.
No es de extrañar que Jun se sienta confundido tras lo ocurrido. Mira sus manos, luego al cielo.
—¿Séptimo híbrido? —deja salir una risa corta—. ¿Hasta los demonios creen en todo lo que leen? No tiene ningún fundamento científico… Aún si ha acertado con muchas cosas, se puede equivocar. —tuerce la boca y se estira, volviendo a su casa—. ¿La desgracia que hago es no matar? ¿Por eso estamos condenados? ¿Por ser un demonio que no mata? Agh… —se queja, cerrando la puerta nuevamente y de camino a su cuarto—. Tal vez debí haber sido un humano… Mmm… —tras pasar, se dirige a su cama, en donde está el celular—. Pero si no fuese por estos poderes, a la vez siento que no sería yo. —niega varias veces con la cabeza. Desbloquea el móvil, y entra a lo primero que aparece en sus notificaciones, los mensajes de grupo.
Apenas al abrir el chat, entre lo visible está el nombre de Kanae. Por alguna razón sus mejillas adoptan un color rojizo de repente con sólo leer su nombre.
—⟨⟨ No hay algún problema si voy también, ¿Verdad? ⟩⟩ —por lo visto, arrepentido de cómo había actuado antes y de ser el único sin saberlo, parece darse cuenta de que ir como si nada tal vez no sería del agrado de los demás.
—⟨⟨ Por mí no hay problema, Jun. Si siguen ahí chicas, ¿Qué opinan? ⟩⟩ —responde de inmediato Yuki.
En la mansión Jung, se puede apreciar que aún las chicas continúan en llamada, siguen conversando a través del D*scord. Las tres nuevamente leen el mensaje porque todas están atentas a su celular por usarlo
—Kanae, sabes que a mí no me importa mucho si va o no, pero la cosa aquí sería si tú quieres verlo. ¿Te sentirías incómoda si él va? —SunHee no tiene tacto a veces al preguntar las cosas, más si llevan hablando tan fluidamente desde hace rato.
—Bueno… No estoy muy segura. —le responde con una voz que refleja exactamente su duda.
—Yo me siento algo molesta con él por las cosas que te hizo, pero al mismo tiempo estoy emocionada por lo que hizo más temprano. Ni siquiera soy yo, pero… Tú me entiendes, ¿No? —ríe sonriente la niña de ojos azules.
—No, la verdad no. —le responden al mismo tiempo las otras dos.
—Supongo que debería dejarlo ir, así puedo superarlo, ¿No? No sé si evadir a alguien haga que no lo quiera ver más… Cómo decirlo… Cuando lo estaba esquivando por las cosas que hacía, lo mismo lo extrañaba mucho, por más que pareciera que no. —hace pucheros, mirando a la pantalla mientras juega un Match 3.
—Cuando te pregunté si lo extrañabas decías que no. —suspira, negando con la cabeza. La chica de cabellos rubios cambia de posición de sentarse—. No sé si me mentiste a mí o a ti misma. —arquea una ceja—. En fin, lo que dices ahora tiene sentido.
—⟨⟨ Pensamos que no hay problema en que venga. Se podría decir que estoy con Mitsuru y SunHee, así que este mensaje va por las 3 ⟩⟩
—⟨⟨ Me alegra mucho, señorita Mitsugashi. Ahora sólo nos quedan el señor Jung y el señor Yamaguchi. ⟩⟩
—⟨⟨ Lo siento por la tardanza, estábamos ensayando. Sí iremos. ⟩⟩ —responde el pelirrojo, justo a tiempo.
—⟨⟨ Entonces queda decidido. ¿A qué hora gustarían venir? (^∇^) ⟩⟩
—⟨⟨ ¿Sería raro que quisiera pasar todo el día en tu casa? ⟩⟩ —pregunta a menos de un minuto del mensaje anterior, el niño de ojos rojos.
—⟨⟨ No, eres mi mejor amigo, es comprensible. Puedes venir a la hora que quieras, más si no habrá ningún problema para los demás también como hemos aclarado ⟩⟩
—⟨⟨ Entonces yo iré a eso de la mañana, te ayudaré a cocinar el almuerzo. ¿Te parece bien? ⟩⟩ —el chico de cabellos negros parece entusiasmado de más.
—⟨⟨ Sí, sí~. Pondré una alarma entonces, para que cuando llegues no esté dormido. ⟩⟩ —el menor se ve de igual forma animado.
—⟨⟨ Yamato y yo llegaremos junto a SunHee, creo que nos quedaría mejor a las 18. Bueno, SunHee podría ir antes si quiere, pero Yamato y yo iremos a esa hora ⟩⟩
—⟨⟨ Yo creo que llegaré para medio día si quieres Yuki, no tengo nada que hacer mañana así que iré bien, bien temprano~ ⟩⟩ —le escribe la niña de cabellos anaranjados, riendo.
—¿Por qué te ríes Mitsuru? —le pregunta curiosa, Kanae.
—No, nada, nada. —sigue riendo, hasta que se le pasa.
—Debe estar emocionada. —le contesta SunHee a la chica de ojos violetas.
—Oh, claro. —ríe un poco también—. ⟨⟨ Iré a la misma hora que Mitsuru entonces, si mis padres no necesitan nada ⟩⟩
—⟨⟨ Ah, sabes Yuki, incluso podría llegar a las 11 de la mañana, ¿No tienes problemas con la hora?⟩⟩ —vuelve a reír.
—⟨⟨ ¿Oh? No hay ningún problema señorita Honda, sólo espero que no se aburra hasta que llegue la señorita Mitsugashi. ⟩⟩ —por su expresión, tampoco logra entender los cambios repentinos de opinión de la chica.
—⟨⟨ Descuida Mitsuru, supongo que trataré de ir más temprano entonces, no pasa nada (^v^)⟩⟩ —responde en el chat, pero ella realmente está pensativa al respecto.
Nuevamente en la casa de Kanae, se ve su común rostro sumido en pensamientos. «¿Está bien ir tan temprano? ¿No vamos a molestar por eso?» se pregunta aunque el niño de ojos grises haya aclarado que está todo bien. Tampoco sabría qué hacer desde tan temprano, pero si Mitsuru lo propone, probablemente ella debe tener alguna idea al respecto. Sin dejar de lado la conversación tanto en D*scord como en Lime, comienza a acomodar las cosas que piensa llevar para el día siguiente.
—Chicas, ¿Deberíamos llevar un cambio de ropa por las dudas? Me refiero a ropa para dormir. —ladea la cabeza Kanae. Sostiene el móvil con una mano, y a la vez mira su pijama en el mueble.
—¿Por qué deberíamos? No dijo que nos esté invitando a dormir precisamente. Aunque teniendo en cuenta que es esta época del año, quizás no sea tan mala idea después de todo. —comenta sus reflexiones la chica de ojos verde agua.
—Yo llevaré entonces. —sonríe ampliamente Mitsuru desde su lugar—. ¿Te molesta ir muy temprano por mí?
—No, para nada. Hablo en serio, no es sarcasmo. Sólo que tendrás que esperarme un poco. Iré lo más temprano que pueda, pero si mis padres me necesitan, tendrás que estar solita un rato. De antemano lo siento. —le dice con un tono muy tranquilo.
—Gracias, tampoco te sientas presionada.
[ 2017, Abril, 15 ]
El día comienza con el cielo semi—nublado. Ni frío ni calor, podría decirse. Unas brisas frescas y otras cálidas se mezclan a cada segundo, formando por momentos en algunos lugares pequeños remolinos que llevan de paseo unas pocas hojas.
Un sábado por la mañana. Siendo las 7 a.m., bastante temprano para una visita, Jun ya está fuera de la casa de su mejor amigo. Se ve cómo mira la puerta, y baja la mochila de sus hombros, estirándose. La noche anterior durmió temprano justamente para llegar con más energías.
—Aunque sigamos jugando cuando vengan los demás, creo que si estamos solos no se sentirá tan nervioso para sacar su espíritu competitivo. —ríe divertido, mirando hacia arriba como imaginándolo.
Para estas horas, casi siempre los padres de Yuki ya están en el trabajo, así que quien debe atender a la puerta es nada menos que él. Moviendo a un lado el pasador de la reja, que podría suponerse se dejó sin candando para las visitas, ingresa al jardín, dejándolo seguidamente como estaba. Y en la puerta toca un par de veces el timbre, pero nadie contesta. Hace una mueca de decepción, pero prueba con girar la perilla lentamente.
La puerta está abierta. Eso ya no sería tanto por los invitados, sino un descuido. Probablemente los padres del ángel olvidaron cerrarla con llave.
Aprovechando, Jun ingresa a la casa de su mejor amigo y deja su mochila a un lado de la puerta primeramente, cerrándola con una llave que estaba en la mesa. Alza la mochila con una mano y camina por el pasillo, seguido sube las escaleras, hasta llegar a la habitación del otro
—Ya llegué~ —le dice en un tono animado.
Sin embargo sigue sin contestar nadie. Así que otra vez ingresa a otro lugar sin permiso. Ya estando en su casa sin que su amigo lo supiese, que entre a su habitación es sólo una cosa más. El primero en saludarlo es el bello gatito Natsu, que hace una curva con su espalda para recibirlo.
—Hola gatito, tu verdadero padre te viene a visitar. —bromea, mientras le hace cariño en la cabeza. Se quita los zapatos y los deja en esa sección, pasando al otro lado.
En la escena se pueden apreciar los colores apagados de la habitación ya que las cortinas cubren la ventana, y un Yuki durmiente. Acostado sobre el brazo propio, el chico de cabellos marrones se ve bastante cómodo.
Jun camina despacio, y acomoda la mochila en una de las sillas. Luego se acerca hacia a él, y se sienta al lado de la cama
—Podría asustarlo, pero me ganaría un buen golpe, ¿No? —se pregunta a sí mismo, riendo en voz baja—. Me pregunto si él habrá estado así cuando me trajo a su casa. Quizás debería prepararle el desayuno.
Dicho esto, tras cerrar la puerta con delicadeza, regresa a la cocina. Echa un vistazo a las alacenas y la nevera, para saber qué prepararle. Sabe que su mejor amigo suele desayunar té y algún pan tostado, pero trata de hacer algo más elaborado.
Agarra una caja de leche, y de un mueble logra encontrar una licuadora. Con unas frutas frescas de la nevera, en específico plátanos y fresas, comienza a hacer un licuado. Esto claramente ya sí produce ruido, así que no le sorprendería si el menor despertase.
En unos minutos, ya tiene lista la bebida para los dos, claramente también quiere un poco. Y antes de llevarlo arriba, lava la vajilla. Como toque final, prepara unas rodajas de pan blando con mermelada, y con todo eso, regresa al cuarto ajeno. Para su sorpresa, Yuki ni siquiera cambió de posición.
—Vaya, esto sí que es un sueño profundo, no sé cómo hace para despertar con su alarma. —deja la bandeja sobre la mesa y regresa al lado de la cama, para tratar de hablarlo. Le sacude un poco los hombros—. Arriba~
—Mmm… —se queja despacio, pero no despierta aún. Se da media vuelta.
En ello llega Natsu a acurrucarse al lado de su dueño.
—Yukiii~ —insiste, sacudiéndolo más fuerte, pero sin llegar a ser brusco.
—… —nuevamente ninguna repuesta por su parte, tampoco otro movimiento más que el de respiración.
—Hm… —piensa detenidamente. Libera un poco de electricidad en la mano del otro.
—Ah… Calambre. —dice todavía con los ojos cerrados, y comienza a estirar los brazos—. Hay alguien en la habitación. —parece literalmente sentir la presencia.
—Soy yo, buenos días. —sonríe alegre, viéndole al rostro—. Sí que eres duro para levantar.
—Ah, lo siento, olvidé poner la alarma. —se talla los párpados, para acomodarla vista.
—Te hice el desayuno. —mantiene la sonrisa, riendo un poco.
—Muchas gracias. —bosteza y se rasca la espalda despacio—. Iré al baño primero, puedes ir comiendo si quieres. —le hace una sonrisa cálida.
—Está bien, tomaré un poco. —se acerca a la mesa y acomodando sobre una silla la chaqueta de jean que trajo, dejando a vista la camiseta sin mangas negra. Lleva además puesto un pantalón ajustado de jean azul obscuro y unos borceguíes—. Ojalá que a Yuki le guste el desayuno. —se dice en voz baja mientras bebe un sorbo.
El chico de cabellos castaños se lava los dientes en el baño apenas levantarse, como es la costumbre de muchos. Además de sus necesidades básicas y una rápida ducha. Con una bata de baño regresa a la habitación y se sienta para desayunar.
—Podrías haber seguido tomando Jun, no había ningún problema. De nuevo, muchas gracias. —le sonríe ya más despierto, agarrando el vaso con ambas manos para beber— Te ha salido muy rico, y sigue fresco. —le comenta.
—No es nada~ —sonríe ampliamente y lo ve—. Por cierto Yuki, ¿Siempre tuviste un sueño tan exageradamente profundo? Ni siquiera cambiaste la cara con todo el ruido que hice abajo.
—Pues cuando suena la alarma siempre despierto, así que no me había percatado de ello. —mira hacia arriba llevando una mano al mentón propio, luego continúa bebiendo el licuado.
—En fin, no tuve inconvenientes para entrar. ¿Quieres que te ayude a acomodar tu casa o algo hasta que lleguen todos? Aunque no está desordenado pero, no lo sé, ¿Necesitas ayuda? —parpadea varias veces, viéndolo.
—Podrías ayudarme con algo ahora que lo pienso. —se mira la mano derecha y lo ve a él—. Siento que debo aflojar un poco la mano.
—¿A qué te refieres? —ladea la cabeza, confundido por su expresión.
—Hace tiempo que no dibujo nada de realismo, y no tenemos nada que hacer hasta que lleguen los demás, así que podrías ser mi musa hoy. —le sugiere, dándole un golpe en el hombro.
—No suena mal, creo que me gustaría tener un retrato de mí mismo para colgarlo en la pared. —sonríe divertido al comentar eso, considerándolo notablemente.
—Jun. —ríe animado por su rápida cooperación con una idea tan espontánea.
No tardan más de 10 minutos en terminarse todo lo que preparó el chico de ojos rojos, y seguidamente de eso, para quedar libre, Yuki se va a lavar la vajilla. Por su lado, el pequeño demonio se queda dando vueltas en el cuarto, topándose con Natsu en el proceso de acostarse en la cama.
—¿Has comido bien Natsu? ¿Cómo estás?
Como cualquier persona amante de los gatos, Jun le hace muchas preguntas a la vez de jugar con su pelaje. El minino corresponde las caricias con frotar la cabeza sobre las manos del chico, y darle unas lamidas, como si lo bañara. Al regresar el niño de cabellos marrones, encuentra esa tierna escena.
—Me alegra que se lleven bien. —se acerca y despeina la cabeza de ambos.
—¿Y? ¿Me vas a dibujar? —parece emocionado por la propuesta del menor.
—Sí, sí. Quédate en mi cama, así estás cómodo. —se dirige a buscar unas varillas de madera y metal, que sirven como soporte para un cuadro, y coloca la madera allí; pero en lugar de hacerlo sobre ella, con un clip deja firme una hoja en esa superficie—. Voy a hacerlo en este papel, es de buena calidad, y bueno, quizás lo pinte con acuarelas pero comenzaré con lápiz.
—Okey~ —dice separando en sílabas—. ¿Cómo hago la pose? ¿Sigo acostado? ¿Me siento? ¿Hago alguna expresión en particular? —le pregunta sin dejar de darle mimos al gatito.
—Ya que mantener una pose por mucho tiempo podría cansarte —dice eso, claramente, porque estar mucho tiempo con la misma posición a un humano cansa— podrías continuar echado, mirando para este lado o hacia arriba, dependiendo de si quieres un retrato de perfil, de frente o tres cuartos. —ya con el lápiz, comienza a hacer las líneas de guía para el boceto—. ¿Qué quieres hacer luego de que termine con el dibujo?
—La verdad me deja pensando un poco, porque cuando vengan los demás también voy a querer jugar, pero recuerda que te ayudaré con el almuerzo. —juega con el cabello propio, mirando hacia la dirección del ángel.
—No te presiono entonces, luego decidimos. —lo ve fijamente, notándose en la hoja que el boceto aunque acaba de comenzar, va tomando cierta forma.
Un dibujo realista bien hecho, por lo general toma horas. Si es hiperrealista, podría tardar el doble o triple. En el caso de Yuki, él no es profesional, sólo un aficionado. Aún no puede realizar un dibujo con un detalle tan perfecto como para que se distingan todos los poros en el rostro, pero sí es capaz de dibujar realismo común. Esta práctica sería diferente de lo usual, porque no se trata de una foto para copiar, sino de un cuerpo que por más quieto que quisiera estar, aún se encuentra en movimiento. Siempre salir de la zona de confort es un buen ejercicio.
Con el pasar de unas horas, el dibujo base ya está terminado. Yuki está agregando el color, al mismo tiempo que completa la ilustración con él. Jun, mientras tanto, está dormitando mientras le hace cariño a Natsu. La posición del chico como está, le da un aspecto muy tranquilo a la pintura, en la cuál el ángel improvisa con respecto a algunos detalles, como agregarle un rubor más notorio en las mejillas aunque así no lo tenga, o la manera en que está acostado Natsu; principalmente lo segundo, porque el pequeño gato parece no querer estar en la misma pose por más de 5 minutos. Siendo las 10 de la mañana, para Yuki es bastante comprensible que el mayor se encuentre en ese estado.
—No te culparé si luego no quieres cocinar, no sé porqué quisiste venir tan temprano. —ríe despacio. Es como si hablara consigo mismo, porque nada asegura que el contrario lo esté escuchando.
—Mm… —parece que quisiera responderle algo, como si el sueño fuese ligero, pero no llega a pronunciar nada comprensible.
En otro lado lejano a la casa Matsumoto, Kanae está revisando nuevamente las cosas para llevar. Luego de haber ayudado un buen rato por la mañana con las ventas, a las 10:15 a.m. ya está libre para salir. En lugar de avisar de una persona a una, envía el mensaje al grupo para preguntarle a Mitsuru por su disponibilidad; paralelamente sí le cuenta en particular a Ryōtarō que va a salir, como siempre.
El mensaje de la chica de caballos anaranjados no tarda en llegar: » Claro Kanae, ve saliendo, cuando estés cerca de aquí me avisas y voy «. La pequeña de ojos violetas está emocionada y nerviosa, dos sentimientos que son comunes a la vez siempre y cuando Jun esté involucrado.
Sale de su habitación arreglada, con unas prendas que SunHee le regaló. Lleva una polera de mangas largas color beige y un pantalón negro ajustado, con unas botas cortas que también son regalo de su mejor amiga. Y como abrigo, la campera que siempre usa cuando podría ser un día muy frío, no puesta sino al brazo. Sale de la casa y se acerca al puesto de sus padres.
—Papá, mamá, quizás vuelva mañana, llevo cambio de ropa —les menciona, aunque no esté segura de ello
—No hay problema hija, mientras no te quedes sola con puros hombres no creo que pase nada malo. Como dijiste van tus amigas contigo, luego quiero una foto con los mellizos. —la señora le guiña el ojo. Sabe que no le mentiría al respecto, pero de igual manera nunca está de más.
—Ve con cuidado, Dios te cuide y no enfermes. —la despide su padre también de manera cariñosa.
—Muchas gracias, los hablo por mensajes. —les responde mientras se va alejando, haciendo señas con las manos.
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