Nisenai Fantasy - 11
Capítulo 11
Si se mira hacia arriba, se puede notar que hay una gran cantidad de nubes amontonándose, sumándose a una brisa más fuerte que la que había más temprano. No es algo que sorprenda a Kanae, ya que fue previsto un clima lluvioso por ella y sus amigas. Lo que sí es algo inesperado para la pequeña de cabellos negros, es que su amiga pelirroja no esté disponible.
—¿De verdad tienes que hacer cosas en tu casa? ¿Quieres que te vaya a ayudar? No queda tan lejos de casa de Yuki. —le dice con un tono preocupado.
—Lo siento Kanae, ve y diviértete por mí, yo iré más tarde, ¿Sí? No creo tardar tanto.
—Son las 11:22 a.m., supongo que ciertamente es temprano para llegar… Está bien, mucha suerte, cualquier cosa me avisas. —le responde algo nerviosa, porque ya está frente a las rejas.
La niña mira hacia los alrededores, no es el tipo de persona que puede saltar una reja, pero no entiende cómo entrar; no hay un timbre en las rejas y está algo alejada de la puerta. Enfoca su vista con los poderes para poder analizar mejor, y se da cuenta que a simple vista hay un pasador sin candado. Piensa detenidamente, no le parece tampoco una buena idea entrar sin preguntar, aún si lo mismo queda otra puerta.
Coge el celular y hace un mensaje a Yuki: «Estoy afuera, ¿Puedes abrir? ( ‘ ▽ ‘ )ノ «. No pasan más de 2 minutos para que él baje y la deje pasar. Siguiéndolo hacia dentro, se siente un aroma muy rico de comida.
—Qué bien huele… —piensa en voz alta, sin mirar todavía— Oh, buenos días. —parpadea varias veces, luego dirige la mirada hacia la cocina. Además de Yuki, también está Jun en la casa—. … —no sabe cómo saludarlo después de lo que pasó el día anterior. Se rasca la mejilla y mira abajo.
—¿Algún problema, señorita Mitsugashi? Ya casi está el almuerzo, puede esperar tranquila en la mesa. —le dice sonriente el chico de ojos grises, abriéndole espacio en la silla— ¿Le sucedió algo a la señorita Honda? —ladea la cabeza, curioso.
—No, nada malo. Dijo que debía hacer unas cosas y vendrá luego. —tuerce la boca, y sus manos tiemblan un poco.
Está más nerviosa que de costumbre, porque no se trata de Yuki únicamente, sino que además también está Jun. Y ella sola, con dos chicos, es algo extraño e incómodo. Todo es tan diferente a antes, cuando estaba emocionada por pasar más tiempo con Jun. Más diferente aún, cuando tiene en su mente darle una oportunidad a otra persona.
—Señorita Mitsugashi. —se acerca a ella y le susurra—. Si de verdad no le sucede nada malo a usted, por favor, disfrute tranquila. No hay problema de que almuerce aquí. —se aleja de ella y regresa a su lugar, frente a las hornallas.
—Hey, Kanae. —la saluda sin mirarla, porque está trozando papas—. ¿Cómo dormiste? —sonríe mientras las deja en la caldera con aceite.
—Bien, gracias. —responde apurada y aclara la garganta. Luego trata de respirar lento.
El día anterior no tuvo problemas para hablarle cuando iban en el tren, pero con lo que lleva en la mente, no sabe ni porqué vino a la casa Matsumoto. Niega varias veces con la cabeza y se sienta erguida. Saca el móvil del bolsillo para relajarse.
—¿Y cómo dormiste tú? —se anima a responderle, abriendo un juego simple en el celular.
—Tuve algunos sueños raros hoy, pero no pesadillas. Sólo me dan vueltas varias cosas en la cabeza, problemas familiares. —le responde tranquilamente, también de paso dejando que Yuki se entere.
—Lamento lo sucedido Jun, ya sabes que si necesitas hablarlo estoy para ti. —le comenta el más alto, mientras termina de dar vuelta las hamburguesas en la parrilla.
—Muchas gracias, en serio amigo. Lo aprecio mucho. —le sonríe amplio y luego voltea la mirada hacia atrás—. Kanae, ¿Podrías cortar el tomate? Está a simple vista en la nevera.
—Oh, claro, no hay problema. —se levanta con rapidez de la silla, dejando el celular y el juego como si nada. Naturalmente al menos pondría pausa, pero como es Jun quien se lo pide, parece que se le apagara una parte del cerebro. Tratando de cogerlos rápido, se le cae uno al suelo, y por tratar de levantarlo, otros dos—. Agh… Lo siento. —suspira y los alza a todos bien, dirigiéndose al lavabo para limpiarlos todos.
—Van a tener un ingrediente secreto. —bromea el chico de ojos rojos, sacando del aceite las papas que ya están listas.
—No nos falta mucho para terminar de cocinar realmente señorita Mitsugashi, así que pronto almorzará. Hicimos para cuatro personas pensando que ya estaría presente la señorita Honda, vamos a guardar su parte. —le dice mientras va dejando en un plato apilada la carne que ya se ha cocinado, en la mesada.
Por la presencia de su mejor amigo, el ángel no se ve para nada nervioso. Han sucedido muchas cosas recientemente, más incluso de las que él está enterado, pero por lo que ha llegado a saber, Jun y Kanae ya no están peleados. Con las intenciones que él dijo anteriormente planeó que todos se juntaran en su casa. ¿A quién le gusta ver que sus amigos estén en malos términos?
Por lo que se entiende, la que aún parece molesta con todo y trata de ser indiferente es SunHee, pero a ella es más difícil llegar. Como si se tratase de ella misma, se muestra molesta con Jun.
Entre las anotaciones del móvil de Yuki está precisamente «arreglar las cosas entre SunHee y Jun». Y a pesar de todo lo que el ángel pudiese tener en la cabeza también, no se ve ansioso, ni alterado; más que nada parece afectarle cuando ve a la hechicera deshecha.
—Ay… —por tras de trozar rápido el tomate, Kanae se hizo una leve herida, que va desde la yema hasta la mitad del dedo índice. No es profunda, pero sangra
—… —en silencio, para que Jun no se dé cuenta naturalmente, el ángel se acerca a la pequeña y con el brillo de sus poderes, la herida sana instantáneamente. Al parecer era fácil de tratar—. Por favor, con cuidado. —le hace cariño en la cabeza suavemente y regresa dónde estaba.
—Sí… —le dice con algo de rubor en las mejillas. Como siempre, Yuki le resulta una persona muy amable y tierno, parece algo de cuentos ser curada por un ángel.
Al pasar unos 10 minutos, ya está todo preparado y perfectamente cocinado. El aroma que desprende cada ingrediente por su cuenta les hace sonar el estómago a todos en el comedor. No es una comida tradicional japonesa, pensando uno que eso se comería en la casa de Yuki, pero es delicioso para casi cualquiera: hamburguesas dobles con doble queso. Sí, algo así como una bomba. En segundos se arman la hamburguesa, y comienzan a comer. En el caso de Kanae, al ser tan gruesa para ella, termina por usar cuchillo y tenedor.
—Muchas gracias por invitar, les salió muy rico chicos. —les dice luego de haber probado unos bocados, mientras va cortando el siguiente.
—Gracias, era de esperarse de nosotros obviamente. —le guiña el ojo el chico de cabellos negros y después dirige la mirada a su mejor amigo, sonriente.
—Tú no conoces la humildad. —lo mira como si pensara «este idiota» y luego ríe divertido—. Te quedaron ricas las papas Jun.
—Lo sé. —sonríe ahora con los ojos cerrados, como si el menor alimentara su ego con ese comentario.
La pequeña, estando en ese ambiente, ya se siente nuevamente más liviana. Podría ser posible verlos a ambos como amigos, es lo que piensa. Se divierte de verlos reír y jugar entre ellos, como si su felicidad fuese contagiosa. Por un momento aunque sea, puede dejar de lado los problemas que tuvo con Jun.
Disfruta el almuerzo casi silenciosa, porque los mejores amigos están hablando entre ellos de juegos. Y a pesar de que entiende todo, principalmente porque SunHee le muestra todo eso, simplemente los escucha, curiosa de cuáles son sus personajes favoritos, roles preferidos.
—Nunca he podido farmear más de 6 líneas seguidas, para serte sincero. Prefiero ir de soporte o un tanque en top. —le cuenta Yuki, suspirando, también continúa comiendo papas fritas ya que hicieron una buena cantidad.
—Según cuenta MinHyuk, Yamato es el mejor adc entre nosotros, dice que de vez en cuando se le escapa uno, pero porque se lleva dos kills. —le menciona, asombrado y emocionado, también curioso porque todavía no han jugado juntos al parecer.
—Normalmente diría que está exagerando, pero lo he visto jugar muchos juegos y siempre aunque sea casual es bueno en todo… Tal vez no le iría mal si jugara de manera profesional. —no es de sorprenderse que hayan hecho muchas hamburguesas también, principalmente más por ellos dos que comen demasiado. Se está preparando otra doble.
—Entonces si jugáramos hoy, a ver cuántas líneas tenemos… Por empezar somos siete así que eso también ya es un problema. —hace un leve puchero pero luego continúa con la sonrisa que llevaba—. MinHyuk en la jungla, Yamato adc, tú soporte o top, SunHee es comodín, ¿Cierto? —mira a Kanae, esperando su respuesta.
—¿Oh? Bueno, ella normalmente es adc también, pero sí, sabe ir en todas las líneas. Pero principalmente adc. —no imaginó que la meterían en la conversación, pero al mismo tiempo piensa que no debería ser raro si siempre las ven jugando juntas.
—Yo voy mid, es donde me siento más cómodo, pero de seguro que a Kanae le va mejor que a mí, ella juega seguido, ¿Verdad? —Jun vuelve a hacerla participar, como si sintiera que ella estaba muy sola.
—Puede ser, no te he visto jugar todavía. —ríe bajo, ella también optó por armar otra hamburguesa.
—Así que comparten la misma línea, los voy a reportar si me tocan en la partida. —bromea, mientras come su actualmente casi inexistente hamburguesa.
Llegan las 12:30 p.m. y aún no hay rastro de otro miembro del grupo. El almuerzo llegó a su fin, y optan por guardar lo que resta para Mitsuru por si llega a aparecer prontamente. No se toman prácticamente nada de tiempo en lavar los trastes, ya que son 3 personas trabajando en conjunto. Luego se dirigen a la habitación de Yuki, donde ahora sí, Kanae deja sus zapatos en el pasillito de Natsu, donde además lo saluda cariñosa.
Mientras los otros dos ya tomaron su lugar, ella continúa unos minutos dándole mimos, sin siquiera echar un vistazo rápido a cómo está todo. Por esa razón, cuando deja al minino de lado por un momento, se sorprende con la hermosa pintura que se encuentra prácticamente en el centro del cuarto.
—Wow… Me encanta cómo te quedó, dibujas genial Yuki… Yo sólo sé hacer chibi. —le hace pucheros a modo de broma.
—También tuve una linda musa para este trabajo. —bromea también, riendo animado.
Como antes le había ocurrido, la risa del ángel tiene quizás una «frecuencia especial» de vez en cuando, que le resulta encantadora a la pequeña. Otro sonido se escucha fuerte, una llamada específicamente al celular de este.
—¿Qué sucede? ¿Quieren que les lleve algo ahora? —baja las escaleras sin decirles nada y luego regresa rápidamente—. Sí, está bien, ya iré en un momento. —corta y guarda el móvil en su bolsillo—. Chicos, debo ir al hospital un momento. —toma a Kanae por la muñeca con delicadeza y la sienta al lado de Jun en su cama, seguidamente se sienta en el suelo frente a ellos, sosteniendo una mano de cada uno—. Por favor, no se peleen mientras no estoy. Quiero que sigan bien, ¿Sí? Lamento que deba irme así como así, pero volveré pronto. Cuiden la casa y estén atentos al timbre, pueden jugar lo que quieran en donde quieran, no tengo nada extraño por ahí. —haciendo referencia a lo típico que un adolescente tendría en su ordenador.
—Uhm… Sí… —le responden los dos a la vez, ninguno sabe cómo reaccionar por lo rápido que les habló además de lo repentino.
—Vuelvo pronto. —se acomoda el calzado y se escucha en menos de un minuto que ya salió de la casa.
—Debe ser algo urgente para que se vaya así. —Kanae se preocupa, ya que no tiene idea de qué se trata—. Espero que estén bien.
—Tranquila, así es Yuki, es servicial. Por su expresión dudo que se trate de algo grave. —voltea la mirada hacia el costado, quedando como de costumbre a una distancia mínima a el rostro de Kanae.
—Jun. —se baja de la cama y se sienta en el suelo de piernas cruzadas—. Creo que no deberíamos quedarnos en su cama si ni siquiera está presente… Creo que… es una falta de respeto. —además de que tampoco se siente segura.
—Está bien. —se sienta a su lado, y la mira de reojo.
—¿Q-qué? —cambia la posición en la que está a sentarse sobre las piernas propias.
—¿Puedo hablar contigo sobre algo importante? —como si la timidez no existiera para él, se acomoda con la cabeza en el regazo de la chica. Con una mano juega con los cabellos de ella.
—Jun… —mira hacia todos lados, prácticamente su rostro está ardiendo—. ¿Por qué…? ¿Por qué me confundes tanto? —sin darse cuenta, sus pensamientos ocultos terminaron por escaparse.
—¿Te confundo? Pensé que había sido claro, pero supongo que si no lo digo no lo entenderás. Lamento mucho haber sido un tonto contigo. Creo que he sido muy superficial y… Al mismo tiempo, no sé qué me pasó… Pero podría decirse que he vuelto a la normalidad.
Una explicación confusa, claramente. Como si no fuese suficiente para la niña.
—Te perdono… Pero por favor, no quiero que juegues con mis sentimientos… Yo… —su corazón late algo más rápido, casi se le declara por accidente. Niega con la cabeza y suspira—. No es nada. —como si la tensión se fuera con su decepción a la propia imaginación, sus hombros se sienten más sueltos y cierra los ojos.
—Kanae. —acaricia una mejilla de la menor, mirando dulcemente hacia arriba, tratando de encontrar sus ojos pareciera. Se levanta despacio de sus piernas y se sienta frente a ella—. Oye, Kanae, no estés triste. —con ambas manos sostiene las mejillas de la pequeña de cabellos negros, y la mira, aunque ella siga con los ojos cerrados. Se le acerca cada vez más, lentamente, porque no debe querer molestarla.
La menor no intenta alejarlo, ni tampoco se ve incómoda. Entonces Jun, sin una reacción negativa del lado contrario, no da más pasos atrás, y posa los labios sobre los de ella en un beso.
La percepción de un aroma dulce y fresco lleva a Kanae nuevamente a la realidad, donde se le suma una sensación suave y de un calor lindo en sus labios. ¿Qué debería hacer, ya estando en la situación? Sólo deja los ojos cerrados como están, y aunque su corazón vaya más acelerado de lo que alguna vez estuvo por una razón bonita, su respiración es lenta. Sólo se deja besar porque no tiene idea de cómo corresponderle, además de ser embarazoso.
Cuando él se separa, lo ve con los ojos entreabiertos. Jun también está bastante sonrojado, lo cual a ella le sorprende, pero le resulta tierno.
—Te queda bonito el rojo. —es lo primero que se le viene a la cabeza a ella, literalmente.
—A ti también. —sonríe y se rasca tras la cabeza. Aclara la garganta—. ¿Q-qué quieres hacer mientras esperamos a Yuki? ¿Quieres jugar?
—Yo… Creo que necesito un momento. Puedes jugar solo si quieres, no quiero decirlo de mala forma, sólo… Espera. —sus manos tiemblan, pero se dirige a buscar el querido cuaderno verde en la mochila, junto a una lapicera.
—¿Vas a escribir poesías sobre mí? —le pregunta por curiosidad, asumiendo que es eso por lo ocurrido.
—No espero que me des permiso. —le dice sinceramente, porque es su cuaderno, sus sentimientos, sus pensamientos. Sabe que respondió grosera, pero ya no lo puede arreglar.
—Tranquila, me siento halagado. —sonríe de lado y por un instante parece que se va a levantar de donde está para ir con ella, pero como si algo en su cabeza le dijera que le dé espacio, sólo se apoya contra la cama de Yuki como espaldar mientras ve memes en el móvil.
Naturalmente, la chica de ojos violetas quiere que la trague la tierra. El beso da vueltas en su cabeza, inconscientemente tiene un par de dedos sobre los labios propios. No entiende cómo, ni porqué sucedió aquello.
¿Es un juego? ¿O de verdad podría ser correspondida? Y la gran pregunta… ¿Por qué justo ahora, cuando ya estaba en proceso de olvidarlo? A pesar de ser una de las sensaciones más bonitas que ha tenido la oportunidad de experimentar, nada puede asegurarle que se repita, y tampoco está segura de si quisiera eso. Tan confuso, lindo, feliz, triste.
«¿Por qué Jun? ¿Por qué de todas las personas que me podrían haber gustado, me tiene que gustar él?». Es bastante feo que futuro dependa de alguien que vive en la incertidumbre. ¿Y dónde quedaría Yuki, si Jun ya le dio un beso? Ella sinceramente sí planeaba darle una oportunidad en algún momento a sugerencia de sus amigas, pero ya no tendría un beso especial para ofrecerle. ¿Habría gastado su primer beso sin que valga la pena? Son cosas que atraviesan su mente.
Al mismo tiempo, quisiera disfrutar el momento como cualquier persona lo haría. Según ella conoce a sus compañeras de curso, no se estarían planteando si besar a un chico estuvo bien o mal, y por empezar, ella no tenía planeado eso. «¿Debería sólo sonreír, y olvidar lo que pasó…? Ni siquiera sé cómo le explicaría a las chicas sobre esto», piensa.
A pesar de todo el enredo que lleva interiormente, por fuera sólo se la mira escribiendo poesía, con un niño curioso que le está echando el ojo a sus escritos sin que ella se percate, pues está muy distraída en su mundo.
—Wow… Yo… No tenía idea de que escribieras cosas tan lindas. —como si quisiera que la pequeña lo viese aunque sea por unos instantes, le comenta de que ha leído. Con el rostro tan ruborizado como luego del beso, le mira con unos ojos de admiración.
—Gracias, en serio, qué bueno que no te moleste. —sus manos tiemblan un poco por los nervios, pero se le siguen ocurriendo cosas para escribir.
Con sus sentimientos tan desordenados, cada minuto que transcurre parece una eternidad. «Si pudiera elegir olvidarme de ese beso, creo que lo olvidaría. Aunque me gustó… Al mismo tiempo siento que está mal». Es extraño llevar una experiencia que te haga, literalmente, dudar existencialmente. No sabe qué decir, qué hacer, ni ahora ni después. Un «simple beso» puede alterar completamente sus planes. «Si Mitsuru hubiera llegado antes no estaría preguntándome esto… Aunque a ella le encantaría saber que nos besamos… Agh, esta Mitsuru». Ya puede imaginar su expresión si se enterase.
Media hora después prácticamente, Jun y Kanae siguen cada uno por su lado. Hasta que la más bajita se anima a hablarle.
—Quisiera preguntártelo sólo una vez… Si no te molesta responderme. —aclara la garganta, jugando con las manos propias, haciendo una pausa de escribir—. ¿Por qué me besaste? ¿Existe alguna razón en especial…? O sólo estás jugando sin medir las consecuencias de tus actos.
—¿Ah? —parpadea varias veces, como si se mostrase sorprendido por tal pregunta. Suspira y niega con la cabeza, mirándola—. Yo…
Antes de que pueda explicarle todo, unos pasos se oyen a la entrada de la habitación.
—Lo lamento mucho nuevamente, ya regresé. ¿No tuvieron problemas en lo que me fui? —los mira a ambos.
Obviamente hay un ligero ambiente tensión, cualquiera se daría cuenta.
—… —suspira, arqueando las cejas con los ojos cerrados,; con aquella expresión denota preocupación—. Ánimos chicos, no quisiera que estén tristes por mi culpa.
—No es tu culpa. —le responden los dos a la vez, y al escucharse al unísono, se miran. Luego regresan la vista a él—. Estamos bien. —como si se hubiesen comunicado con la mirada, vuelven a decir lo mismo.
—Mmm. —ladea la cabeza un poco, y luego sonríe—. Supongo que son cosas de ustedes… —mira hacia un lado— Les he traído unos regalos, no les molestaría recibirlos ahora, ¿O sí?
—¿En serio? Muchas gracias, sólo que no sé cómo pagártelo… —típica respuesta de Kanae, siempre le ocurre lo mismo.
—¡Oh~! Me da mucha curiosidad, ¿Qué trajiste? —echa un ojo a la bolsa que tiene el menor a sus pies, sin poder discernir ya que están en papel de regalo—. Lamento que con tus apuros hayas tenido que comprarnos algo.
—No es ninguna molestia, en serio… —les sonríe cálido—. Les traje algo que pensé que les gustaría. —saca primero algo en envoltorio azul marino y se lo entrega a Jun—. Este es para ti. —luego revisa nuevamente la bolsa y le acerca a la pequeña de ojos violetas—. Este es para usted.
—A ver… —la forma del regalo de ella es un rectángulo, en envoltorio verde agua, como si le hubiese dicho que es su color favorito en algún momento. Con cuidado, quita las cintas de la parte superior para no desgarrar el papel en lo posible—. Es… ¿Un libro? —sus ojos «brillan» de la emoción, y la expresión de incomodidad que tenía antes desapareció—. Muchas gracias~ —abraza la bolsita.
—Me alegra mucho que le guste señorita Mitsugashi. —le devuelve la sonrisa.
El más alto luego ve a su mejor amigo, quien todavía parece tratar de adivinar qué hay dentro del suyo según la forma. Esto le causa gracia.
—Me rindo. —como si se decepcionara consigo mismo, mira con el ceño fruncido al regalo, obviamente a modo de broma. A diferencia de la chica, él sí rompe sin problema alguno el envoltorio—. ¡Oh~! ¡No puede ser! —a él también sus ojos se le llenan de destellos— ¿Unos cascos nuevos~? Ya necesitaba unos. —sonríe amplio con los ojos cerrados.
Tanto al ángel como a la hechicera se los ve felices por la reacción del mayor; y la mirada que le dedican es sorprendentemente la misma. Ambos parecen perdidos en la sonrisa de Jun.
Tras hablar unos momentos, se deciden a hacer cosas diferentes otra vez. Kanae lee su libro nuevo, Jun escucha música y el más alto se va a jugar en la laptop unas partidas.
Siendo las 18:05 p.m., recién aparecen los demás rostros conocidos en la casa de Yuki, incluyendo a Mitsuru. No tardan mucho en subir por las escaleras y dejar sus calzados a la entrada, seguido de acomodar sus mochilas en la mesa.
—¿Por qué está Yuki con una bata de baño? —es lo primero que la pelirroja se pregunta en voz alta al pasar al cuarto.
—Y lo pregunta quien se supone que debería haber llegado antes de mediodía. —arquea una ceja SunHee, riendo bajo.
—Oh… Estuve tan… No lo sé, distraído que no me había dado cuenta. —ríe con las mejillas de color rojo suave—. Iré al baño a cambiarme. —coge unas prendas de sobre los pies de la cama e ingresa a dicho lugar.
—Parece como si ya estuvieran acostumbrados a vivir juntos. —les dice MinHyuk al verlos cada uno por su lado, riendo divertido.
—Sí… Ahora que lo pienso, es similar a como estamos en tu casa a veces. —mira hacia arriba y luego a ellos de nuevo—. Por cierto, hola. —los saluda el chico de ojos miel, con su voz grave usual.
—Hola. —les responden a la vez Kanae y Jun, quienes al parecer están tan concentrados en lo que hacen que no caen en cuenta de que sus amigos llegaron.
—Me gustan tus nuevos cascos. —como siempre observador, el pelirrojo le comenta.
—Oh, sí~ Están geniales, ¿Viste? Me los regaló hoy Yuki. —sonríe ampliamente, mientras se los quita. Pone en pausa la canción—. ¿Quieres escuchar qué tal suenan?
—No es una mala idea. —parpadea varias veces, de alguna forma denotando su curiosidad.
Ya automáticamente, se sientan y conversan entre ellos, divididos en pares. MinHyuk se queda conversando con Mitsuru, de ahí los dos con la música, y por último, SunHee se acerca a ver qué está leyendo la chica de cabellos obscuros.
—¿Y este libro? ¿Jun te lo regaló para disculparse? —le pregunta sinceramente, como si esperara algo de él.
—No, en realidad Yuki nos trajo regalos a ambos… —mira hacia arriba y se sonroja de golpe, puesto que recuerda el beso reciente—. Agh…
—Kanae —rueda los ojos—. ¿Y esa reacción qué es? ¿Pasó algo entre ustedes dos tan pronto? —haciendo referencia a ella y a Yuki, claramente.
—E-en realidad… No pensé que tendría que mencionar esto así. —juega con las manos propias. Se siente observada.
Y efectivamente, el demonio tiene la vista en ella, como si estuviese atento a la conversación ajena.
—S-SunHee… El… Uhm… —aclara la garganta y suspira, haciendo pucheros.
—¿Mh? —arquea una ceja, mirándola, nadie entendería qué quiere decir con eso. Agarra las manos de la niña—. Si no quieres hablar de eso no hay problema. —se acerca a su oído y le susurra, inaudible para los demás—. Pero después me cuentas. —se aleja y le sonríe.
—Mh. —asiente con la cabeza despacio, y ríe bajo. Deja de lado aquello en sus pensamientos, para poder cambiar de tema—. ¿Y qué tal ustedes? ¿Yamato llegó temprano a tu casa?
—Sí, naturalmente. Sabes que mi hermano y él siempre están juntos. De hecho, —dice en voz más baja— siempre que me imagino qué sucederá si le digo algo a Yamato, me doy con que sentiría que le estoy robando a su mejor amigo, o algo así.
—El lado positivo es que incluso si ustedes salen, no tendrían problemas en salir los 3, o que sabes que si sale con sus amigos no habría ninguna «chica entrometida». —sonríe divertida, tratando de mostrarle que no tiene porqué preocuparse.
—Oh, sí que la hay, una que Ryōtarō se podría llevar. —bromea, y seguido de ello ríe. Se acomoda a su lado, sentándose de otra forma—. ¿Y cuándo vamos a jugar? Me imagino que todavía no se pusieron a jugar para esperarnos.
—¿Y cómo lo sabes? ¿Hay cámaras? —se tapa la boca, como una exageración, jugando.
—Idiota. —le da un pequeño golpe con el índice en la frente—. ¿Vamos por la Play?
—Sí~ —incluso sin Yuki allí todavía, asume que no hay problema de que la empiecen a usar, ya que antes de que él se fuera les dijo que no tenía problema en general.
Las chicas comienzan con los juegos, como es de esperarse de ellas en particular.
Al instante, el ángel ya está cambiado, con una ropa formal. Una camisa azul marino, y un pantalón marrón claro. Sus pies descalzos, pues no necesita nada en el momento.
Y a los minutos, los demás se les unen a jugar, dejando lo que hacían anteriormente. No sólo se dedican a una consola, ya que un par de horas más tarde, se pasan hacia el ordenador portátil. Allí, prueban juegos aleatorios dentro de la categoría «flash», si se generaliza. Entre ellos, fanmade de plataformeros famosos. Algunos son tan curiosos que los anotan para seguir jugándolos en su casa.
A las 9:04 p.m., el estómago de todos ruge como si llevaran días sin comer, porque hace horas que tendrían que haber hecho la cena. Se ponen de acuerdo para bajar a cocinar, ya que todos quieren cenar.
El más alto abre la nevera, y le menciona al ángel qué hay disponible. Yuki, selecciona una gran cantidad de camarones, una docena de huevos, papas y queso. Con todo eso a mano, naturalmente requiere ayuda de los demás para hacer una gran cantidad. La comida que decidió es específicamente, bombas de papa con queso, y como si se tratara de una botana, los camarones fritos envueltos de pan rallado y huevo.
—¿Se entienden las indicaciones, chicos? —les pregunta animado, mientras va pelando las papas—. Vamos a tardar un rato, pero no tanto, ya que somos varios… Pero una sugerencia, mañana coman más liviano, por favor. —ríe, mientras va dejando en una caldera con agua hirviendo lo que va pelando.
—Sí~. —le responden todos, cada uno en su labor.
—Aunque no lo aclararas, de todos modos no comería pesado mañana… Voy a morir. —le responde Jun, haciendo referencia a que más temprano no comió precisamente sano.
—¡Ah! Mitsuru, habíamos hecho unas hamburguesas para ti, y papas fritas… Siguen en la nevera ahora que lo recuerdo. ¿Quieres compartirlas con todos, ahora que hay más comida también? —le pregunta Kanae, mientras agrega especias para hacer la mezcla de huevo.
—No es una mala idea~. Oh, todo quedará exquisito. Qué suerte que todos sabemos cocinar. —sonríe ampliamente con los ojos cerrando, luego soltando una tierna risa.
Tal cual, afortunadamente, el hecho de que todos sepan y participen resulta esencial en la rapidez. Normalmente esto tarda aproximadamente algo más de dos horas, pero a su ritmo, logran concluir a la hora exacta.
—Que aproveche~ —se escucha al unísono en el living.
Como suele suceder, a los adolescentes les gustan mucho las frituras. Como si, literalmente, aprovecharan para comer todo lo que quieran y puedan si sus padres no están cerca. Aunque claro, siempre hay excepciones. Tal es el caso de Yuki y Jun, curiosamente. Sus padres suelen pasar un largo tiempo afuera, y sin embargo, no acostumbran comer de esa manera. Podría llamársele a la reunión una ocasión especial. En lugar de salsas adicionales, esta vez sólo usan aderezo, ya no tienen ganas de cocinar.
—¿Van a quedarse a dormir hoy? ¿O se irán después de cenar? —les pregunta curioso el chico de ojos grises. Realmente parece motivado este día en particular, siendo siempre la persona que suele esconderse, él es quien los invitó ahora.
Aquella pregunta es como si tuviese un eco en la sala. No debería haber ningún problema, puesto que ya ha sucedido, y hay tanto chicos como chicas. Ninguno tiene malas intenciones o algo similar.
—Yo… Yo traje mi cambio de ropa. —mira a todos la pequeña de cabellos negros—. ¿Y ustedes?
—Nosotras también. —le responden sus amigas.
—Te hicimos caso. —le aclara SunHee, sonriendo de lado.
—Yo no traje para cambiarme, pero no creo que se arruine por dormir así un día. —le comenta MinHyuk al chico de cabellos marrones, luego mira a su lado—. Yamato tampoco trajo nada. —al decir eso, el otro asiente.
—Yo igual me quedo, si no te molesta. Estuve todo el día pero imagino esto ya no hace diferencia. —ríe animado el chico de ojos rojos, luego de explicarle su lógica.
—Está bien entonces. Avisen a sus padres, y luego de lavar nos iremos arriba.
Bellas reuniones entre amigos. No parece que hayan tenido problemas alguna vez con cómo se los ve interactuar. Más tranquilos por saber que se pueden quedar, comen más lento, disfrutando más cada bocado.
Tras terminar con el lavado de los trastes y demás, se ubican cómodamente en la habitación de Yuki. Por su parte, él quiere ambientar con música instrumental. Sentados todos en un círculo o algo similar, conversan en el suelo. Algunos bostezan, típico de cuando se está muy lleno. Nadie se muestra disgustado con la música.
Entre un tema y otro en lo que se refiere a lo que hablan, surge uno de especial curiosidad para todo el grupo. Pensando en que se trata de una reunión para arreglar cosas pendientes, y afianzar la confianza, ¿Qué hay mejor que hablar sobre algunos secretos importantes de cada uno?
Como es lo común, hay nervios de por medio, pero sería raro que algo malo pasase, más luego de que, dentro de todo, ya pasaron por algo feo que les incluía a todos de alguna manera. Estando de acuerdo, comienzan por hablar los mellizos.
—Ya que se trata de un secreto importante… Bueno, les diremos algo que no sabían. Nosotros somos ricos. —les cuenta la rubia, mirándolos.
—Como no con todo el dinero que obtiene Golden G, eso es obvio. —ríe Jun. Naturalmente su suposición tiene sentido.
—En realidad, además de eso, nuestros padres son millonarios. Vivimos en una gran mansión. Ellos son dueños de empresas importantes que van más allá de Japón. —termina de contarles MinHyuk—. Claro, esto ya lo sabían Yamato y Kanae, que han venido a nuestra casa por diferentes motivos.
—Y… La compañía de nuestra madre se llama Miraculous, la de cosméticos, mientras que la de nuestro padre es de ropa, Experience. Sumado a eso, podemos aclarar que ellos tuvieron un matrimonio por conveniencia. Como generalmente no aparecen en la televisión, sólo abundaban los rumores de nosotros, pero nadie podía confirmarlo sin preguntar. —la chica de ojos verde agua agrega otros detalles.
Como primer secreto, es algo fuerte. Pero así encajan muchas cosas. Como el porqué siempre se nota que sus padres no tienen problema de en dónde anden ellos, más allá de que sí los quieran mucho. Y, bastante justificado, de dónde siempre SunHee les hace regalos carísimos a todos como cosa de nada.
—Vaya… Creo que nunca se me ocurrió preguntar, ahora que lo pienso… —le explica su observación la niña de ojos azules—. Recuerdo haber expresado que no quería más secretos, pero supongo que no me hubieras inventado alguna excusa si te preguntara acerca del tema.
—En efecto, Mitsuru. No lo considero algo para destacar, pero MinHyuk y yo creímos que sería lo ideal para contar ahora.
Realmente se nota tanto con el tono de su voz y su mirada que lo que dice es verdad, a lo que la chica de cabellos anaranjados asiente con una sonrisa.
—Mi turno. —la más alta se muerde un momento el labio inferior por la derecha, mirando hacia arriba—. Esto quizás les suene extraño, pero también es algo familiar. Josuke de Golden G es mi medio hermano.
Desde el comienzo, sus amigos se ven sorprendidos.
—Como habrán notado, llevamos el mismo apellido. Y puede que sea un apellido común, pero lo que pasó fue que… Mi papá, antes de formar una familia con nosotros y en sí de salir con mi mamá, había tenido una novia y la dejó embarazada. Ella se negó rotundo a recibir manutención o algo por parte de él cuando terminaron, además quitándole el derecho de ver a su hijo. Gracias a Golden G, él puede verlo crecer, más las fotos de niño que la banda publica. Él no lo sabe, pero tampoco quiero molestarlo.
—Interesante… Aunque ustedes no se parecen en nada. —le responde el líder de la banda.
Todos asienten con la cabeza.
—Yo salí más a mi mamá, ella es irlandesa, no uso lentillas ni me tiño el cabello. —otro dato que aportar.
—Nosotros tampoco. Nuestra madre es inglesa. —sonríe la rubia, mirándola todavía curiosa—. Literalmente nos vemos como unos coreanos cualquiera, porque en nuestro país es común teñirse y usar lentillas, más que aquí la verdad.
Es algo que no se puede negar, sobre todo en los más jóvenes, en sí, la nueva generación.
—Yo no sabría qué secreto contarles. —el de voz más grave posa con una mano en su mentón, con una expresión pensativa—. No sé si sea un dato relevante que mis padres están separados. Crecí con mi padre, y me volví miembro de la banda para ayudarlo porque habían quebrado en donde él trabajaba. —casi un resumen de su vida en pocas palabras, no podría esperarse menos de Yamato.
—Siempre supe que detrás de esa cara de malo hay un chico dulce. —le responde su mejor amigo, con la intención de molestarlo a modo de broma.
—Sí. —rueda los ojos y sonríe, riendo bajo, no puede enojarse con él.
Por el momento, cada uno contó las cosas de su vida, cosas que no habían mencionado por una u otra razón. Todos se ven amables y a su forma comprensivos, nadie puede imaginar qué clase de pasado tuvo el otro con sólo mirarlo. Y aún quedan unos secretos más fuertes, que se nota en la expresión de Yuki y Kanae, que están demasiado dubitativos.
La chica de cabellos negros piensa que no debería de ser un problema contarles a estas alturas; pero antes de que ella pueda decir algo, cuando ya incluso toma aire notoriamente, se adelanta en hablar el niño de cabellos castaños.
—No creo que mis padres se enojen si se los cuento a ustedes. —mira hacia abajo y luego al frente—. Yo… Soy un ángel.
Parece que Mitsuru trata de contener la risa cuando escucha eso.
—Pero no me autoproclamo un ángel.
La mira a ella específicamente, que como reacción hace pucheros.
—Soy esa especie de ángel descripto en La Utopía de Zaraín. Y no estoy bromeando.
Naturalmente, esa es una confesión bastante diferente a las anteriores. Entre las reacciones se puede apreciar que Yamato y Kanae no se ven nada sorprendidos, mientras que los demás están como analizando todavía si no escucharon erróneamente. Pero Jun, es quien a pesar de tener poderes, más sorprendido se ve. Si bien son mejores amigos, es como si hubieran dejado completamente de lado el tema de su familia en gran manera.
—¿Cómo…? ¿Por qué nunca me lo dijiste? —arquea las cejas, viéndolo atento, con una expresión confusa.
—No pensé que eso influyera en nuestra amistad. —mira a un costado, como pensando, y luego a él—. A mis padres no les gusta que hable de eso por el código de los ángeles, ya que leíste el libro supongo que estás enterado. ¿Vas a enojarte conmigo por eso? —baja la mirada, parece que de verdad no le había querido ocultar.
—Bueno… Es que yo… No tengo nada en tu contra pero… Supongo que no debería contarle a mis padres de eso. Creo que lo tomarían raro. —tuerce la boca, pensativo. Suspira lento—. Es que… Yo soy un demonio, ¿Entiendes?
Sin la necesidad de tener que dar una explicación adicional, se nota que Yuki capta por completo lo que quiere decir. Por otro lado, los mellizos y Mitsuru parecen todavía más perdidos. Yamato, aunque sea la primera vez que lo oye, tampoco se ve sorprendido. Probablemente podría haberlo imaginado ya, o quizás nada le llama mucho la atención.
—Ya que estamos hablando de esas cosas… Supongo que podría hablarles acerca de mi secreto. —aclara la garganta—. Yo soy una hechicera. —los mira, parpadeando varias veces, preguntándose sinceramente si está bien que lo haya mencionado.
Nada más podría ser la cereza del pastel. Yamato esta vez sí parece algo curioso al respecto. Y los demás, a excepción de Yuki, están boquiabiertos.
—Así que tenemos a los 3 en el mismo cuarto. Lo de un ángel es lo más común tengo que decir… —el rubio ladea la cabeza a ambos lados, meciéndola. Se cruza de brazos—. Y… ¿Quieren hacer una demostración o algo?
—No lo sé, podría probar algo pero ocupa mucho espacio. Así que mejor hago algo más fácil. ¿Alguien está lastimado? —pregunta riendo por lo bajo el ángel.
—Yo. —mira a su mejor amigo, rascándose tras la cabeza—. Me corté unas cuántas veces mientras cocinábamos. —se sonroja leve—. Aunque no fue a propósito.
—Cómo va a ser a propósito… —se da un golpe en la frente tras oírle.
Los demás se ríen fuerte por lo sucedido.
—A ver. —revisa las manos del contrario con la vista, luego las agarra despacio.
El ruido momentáneo de las voces ajenas desaparece, se muestran concentrados en el par.
—No te dolerá, por las dudas. —los brillos verdes emergen de sus manos, y sosteniendo las ajenas sin problema alguno, se ve cómo las marcas del cuchillo van desapareciendo, hasta que su piel se ve sin siquiera picaduras de mosquito—. Espero que con eso ya no sientas ardor. —le sonríe cálido, más allá de que fuese para una demostración, siempre quiere ayudar.
—Gracias. —aleja lentamente las manos de las del menor, mientras observa el resultado—. Uhm… Yo no puedo curar, creo que soy demasiado brusco en lo que respecta a mis poderes. —les muestra de inmediato como corrientes eléctricas fluyen de una mano a la otra, y también que puede usarla en ambas a la vez—. No requiero de mis manos en específico para usar eso pero es donde mejor lo sé canalizar. —les confiesa, dando a entender que podría tratarse incluso de su punto débil—. Además de eso, tengo mucha fuerza y puedo volar… Esto último soy un completo desastre. Prefiero saltar alto que volar, no sé usar mis alas bien.
—Jun. —Yuki se pone de pie. Se aprecia cómo van apareciendo unas alas sobre su espalda, que por alguna razón no rasgan la ropa. Unas muy grandes alas blancas y algo brillantes, que se ven hermosamente definidas como si de un dibujo se tratase. Mira al contrario fijamente, mientras las agita con suavidad—. Yo podría enseñarte si así gustas.
—Supongo que es una buena idea… Creo. —deja aparecer las alas propias. Son más que nada enteramente diferentes en color, ya que son negras. La forma de las plumas es casi la misma, sólo que son un poco más puntiagudas—. Y podría decirse que esta es mi forma completa. Este es mi color de piel, mi color de ojos… No puedo cambiar cómo me veo ni nada así, sólo lo que les conté. —los mira, como si estuviese algo decepcionado de sí mismo.
—Yo creo que con todo eso es más que suficiente, de verdad, no me parece que necesites más poderes. —le responde Mitsuru, luego mira al ángel—. Tú tampoco Yuki. Los dos son… Buenos en su especie. —parece que quiere animarlos, pero no sabe bien qué decirles.
—Jajajaja. —ambos ríen divertidos por su reacción, al final sí les animó lo que dijo.
—¿Y tú Kanae? ¿Qué puedes hacer? —obviamente, tras ver a los otros dos, a su mejor amiga le entra la curiosidad.
A pesar de que la pequeña de cabellos negros ya conociese acerca de los poderes de sus amigos, no deja de llamarle la atención verlos con aquellas enormes alas, flotando como si se tratase de algo normal. Ríe bajo y arquea las cejas, cerrando los ojos. ¿Es tan impresionante ese pequeño don que ha conseguido? Tampoco se le ocurre cómo mostrarlo.
Pasan unos 2 minutos, y están otra vez todos sentados en el círculo, ya sin las alas los niños. Continúan esperando a ver qué puede hacer la menor, hasta que por fin se le ocurre una idea. Se dirige a buscar el libro de hechicería que anduvo curioseando de vez en cuando, lo suele llevar en su mochila. Luego de cogerlo, regresa a su lugar.
—¡Chicos! Yo… Puedo leer este idioma, aunque no lo conozca. ¿Recuerdan ese idioma que muchas veces se menciona en los juegos? Y también en el libro La Utopía de Zaraín. Se llama JIK. —pasa unas cuántas páginas, y les muestra una parte con dibujos y letras cerca de la mitad del libro—. Les puedo leer lo que dice aquí.
Sin dudar de sus palabras, todos fijan su mirada en ella. Mientras Kanae, por su lado, se concentra en el libro. Sus ojos comienzan a brillar de un color violeta claro.
—No fue mi imaginación… Recuerdo que vi tus ojos así en el centro comercial, en año nuevo. Me había parecido bastante extraño porque nada podría darle ese tipo de brillo a tus ojos. —le comenta la rubia, como primera observación.
—Supongo que me resultaba bastante difícil sacar el tema para hablar de ello. —vuelve a reír en voz baja—. » Ya que has llegado hasta aquí, podemos suponer que reconoces tus errores. No puedes intentar algo que no te corresponde. ¿Qué se supone que debas hacer, a la llegada del séptimo híbrido? «
Esas dos últimas palabras producen un sobresalto en Jun.
—» Matarlo no es una opción. Su nacimiento está previsto para el 12 de septiembre del año 2000. Él podría ser la perdición, o la salvación, dependiendo del punto de vista. Tu deber como hechicero es… «
Luego de haber oído todos dicho día de nacimiento, no pueden evitar mirar al demonio, quien casualmente es el poseedor de los dígitos. Pero unos segundos luego, redirigen la mirada a Kanae, porque sus ojos se volvieron más intensos en brillo.
Parece hacer una pausa de leer, pero no es así. Continúa, pero esta vez en un idioma incomprensible, sumado a que su voz cada vez se distorsiona más. Unos escalofríos atravesaría por cualquiera con el sonido espectral que posee la chica. Se escucha sumado a ello, un eco ilógico en las palabras que recita. Su cuerpo comienza a flotar de a poco, y su mirada es cada vez más lumínica.
—Kanae, ¡Es suficiente! ¡Detente! —le grita Mitsuru, temblando asustada—. Ya lo demostraste… ¡Sí te creo, detente!
La conciencia de la hechicera parece estar en un lugar diferente al del mundo real, porque las palabras de la otra no le llegan. No sólo la pelirroja se muestra asustada, todos lo están, pero mientras pasan los segundos, van cayendo en cuenta de que no pueden volver atrás, y sólo les queda esperar.
Siendo otra sorpresa para el grupo, el libro también empieza a brillar, exactamente del mismo color que los ojos de su amiga. Yuki y Jun adoptan una posición de alerta, brillando los ojos del primero, mientras que los demás se hacen hacia atrás, a excepción de Yamato.
La luz del libro se dispersa en innumerables rayos, que sólo dos de los chicos pueden esquivar, aún así con mucha dificultad. La ráfaga asesta contra los otros niños, quienes al recibir el impacto, caen desmayados al suelo. Y poco después, la pequeña de cabellos negros también desciende, siendo atrapada por Jun.
—Lo siento… —Yuki se muerde parte del labio inferior, mirando a un costado—. No creí que por invitarlos a mi casa las cosas terminaran… de esta forma… —camina despacio, hacia donde están sus amigos. Con un par de dedos revisa el pulso de cada uno—. Parece que sólo están inconscientes. —se apresura en tratarlos con la sanación mágica.
—No es tu culpa. —deja a Kanae suavemente sobre la cama del dueño del cuarto, caminando hacia él luego—. Aunque es difícil de pensar que esto no es un desastre. —se sienta de piernas cruzadas, suspirando—. Creo que es mi culpa. Yo soy el séptimo híbrido mencionado aquí… Pero me llama bastante la atención, ya que en La Utopía de Zaraín no se menciona la fecha de mi nacimiento. En fin, es algo de lo que me enteré hace muy poco. Un demonio vino súper enojado a mi casa a decirme que por mi culpa sería el fin del mundo, eso me tenía preocupado más temprano.
—Es lógico que anduvieras perdido… Y no, no creo que sea tu culpa tampoco. Simplemente… No se podía detener tu nacimiento. Iba a suceder de igual manera. Sólo queda saber… Qué debemos hacer. Si escuchaste, Kanae dejó de leer en japonés en cuanto llegó a la parte del deber… —suspira pesado y se sienta al lado de él—. Qué loco, ¿No?
[ 2017, Abril, 17 ]
Es un lunes fresco, como suele ser a la mañana principalmente. En la preparatoria Nisenai, se encuentra un grupo de niños sentados en la azotea, que por fortuna, nadie más que ellos está allí presente. Parecen alterados, asustados y asombrados al mismo tiempo, por partes ansiosos y curiosos.
Resulta ser que durante aquella noche en la casa de los Yami, el acontecimiento de las luces fue más que un espectáculo brillante y doloroso. Durante el día siguiente y antes de llegar a la escuela este mismo día, han sufrido varios cambios, aunque nada notorios físicamente.
Los que han recibido el daño del libro han experimentado un fuerte dolor de cabeza durante horas, y repentinamente se les pasó.
Lo más llamativo sería lo que le sucedió a Mitsuru, que antes de salir a comprar, sin querer, arrancó la puerta de su casa. Por su parte, SunHee, dijo no sentir absolutamente nada físicamente. Ni temperatura, dolor, cariño, ni siquiera sus propios pasos o la ropa que lleva puesta. MinHyuk se llevó un buen susto, porque pensó que se había quedado sordo. Por varios momentos no se oía ni a él mismo, y tras los nervios, nuevamente podía escuchar. Yamato asegura que su cuerpo se siente extraño, y que se siente mucho mejor que antes, pero no tiene idea todavía de qué puede tratarse.
Sin embargo, a pesar de estas cosas mencionadas, todos concuerdan en que aún no descubren en totalidad cuáles son los poderes de cada uno, partiendo por el hecho de que Kanae creía que sólo podía ver en la obscuridad o de lejos. Eso deja muchas posibilidades de que cada uno tenga al menos dos poderes.
En sí, tienen una reacción bastante similar a la de la pequeña hechicera al enterarse de lo que es. Aunque en el caso de ellos, siguen siendo humanos, no la sub especie hechicero. Si ya supieran cómo manejar sus poderes y cuáles son, por lo menos alguno se sentiría más aliviado.
Principalmente la pelirroja y chico de ojos verdes son quienes están teniendo más dificultades. La pobre chica hasta rompe los lápices que agarra, y MinHyuk cada vez que trata de prestar atención a la clase, por momentos no oye absolutamente nada, y otras veces sólo al profesor y no a sus compañeros. Naturalmente son los más preocupados, no van a poder tener un buen rendimiento en esas condiciones.
Más tarde, durante el último módulo, todos los alumnos de segundo año de preparatoria reciben nuevamente la noticia de el típico «viaje de estudios» donde lo que menos se hace es justamente eso.
En algunas preparatorias el viaje se da en tercer año, otras en segundo y tercero, rara vez los tres años; aún así, lo más usual es que sea en segundo. El destino mencionado por los profesores será Hokkaido. La duración de los días de estadía siempre depende de la institución. Siendo que el viaje se ubica en la estación primaveral, no necesariamente tiene que estar horriblemente frío; más siendo que están más cerca de verano que invierno.
Dicho viaje está programado para el día siguiente. Hubo que mencionar nuevamente la fecha. Los docentes imaginaron que con los exámenes a todos se les olvidaría, y cumpliendo con las expectativas, parece ser como si fuese la primera vez que lo oyen.
Principalmente el grupo de Kanae está nervioso en especial. ¿Cómo se supone que van a lidiar con lo de sus poderes, si apenas conocen una parte de ellos? ¿Deberían desistir de viajar? Sería la opción mas razonable, más que nada para Mitsuru, según ella. ¿Está bien querer seguir siendo estudiantes comunes, disfrutando de su salida como cualquier niño de su edad? Obviamente, no está mal. Pero tendrían que crear planes acerca de cómo llevar sus responsabilidades a la vez que su vida cotidiana.
A la salida de la escuela, todos tienen un rostro de decepción, excepto la chica de ojos violetas, que los lleva a una cuadra de allí para hablarles.
—Estoy segura de que es repentino todo esto, y lo lamento mucho. Sé que todo pasó por lo que yo estuve leyendo.
SunHee hace el ademán de levantar la mano para acercarse a ella, pero su mellizo le detiene, como diciendo que espere a que termine de explicarles.
—Yo estuve así también, cuando me enteré de que era una hechicera. Lo mismo me junté con ustedes en navidad, año nuevo, y seguí hablando como si nada. Les prometo que luego se irán acostumbrando, así que, ¿Por qué mejor no aprovechamos este viaje?
—Es fácil decirlo cuando puedes estar tranquila de que no vas a lastimar a nadie. —Mitsuru suspira y arquea las cejas—. ¿Te das cuenta de que ni siquiera puedo abrazarlos porque podría romperles algo? O que cuando caminaba por el primer piso pensé que se vendría abajo…
—¿Y si tratas de descargar tu fuerza un poco, para que no estés tan… Así? Digo, quizás si usas tu fuerza un rato, después tengas menos. —le pregunta, aunque sabe bien que ninguna de las dos conoce cómo es el tema.
—No funcionará así. Tiene que concentrarse, y acostumbrarse a liberarla sólo de ser necesario. —les comenta Jun, mientras se acomoda el cabello—. Requiere entrenamiento… no estoy seguro de que se pueda dominar de la noche a la mañana. Al menos, creo que así funciona en los humanos. Los demonios y ángeles nacen con una fuerza descomunal, así que durante nuestros primeros años, nos estamos acostumbrando a ser suaves.
—Jun, no la ayudarás a sentirse mejor así. —rueda los ojos y suspira.
La chica de cabellos rubios se acerca a la más alta.
—Ya verás que puedes sacarle provecho a tu fuerza, y hacerte aún más fuerte si lo deseas. Pero necesitas calmarte. Estará todo bien.
—¿Segura? —su voz suena temblorosa, y tiene los ojos húmedos, brillando por las lágrimas.
—Nosotras te ayudaremos… Espero que principalmente yo te pueda ayudar, ya que es mi culpa. —Kanae se muerde el costado del labio inferior y mira hacia abajo.
—Señorita Mitsugashi… —aclara la garganta y camina despacio hacia la menor—. No se mortifique con esto. Verá que con el tiempo será algo positivo. Estoy seguro.
—¿Ah? —todos lo miran por la frase pronunciada.
—Me refiero a que… ¿Recuerdan el libro que ella leía? Y piensen, un libro que habla sobre una profecía les obsequia poderes. ¿Creen que no los necesitaremos?
El ambiente cambia en otro sentido. Ya no de curiosidad, o de hacerse problemas por Hokkaido. Lo que el ángel dice tiene mucho sentido. No habría una recompensa sin una misión. Aunque puedan hacer algunas especulaciones acerca de la misión, nadie puede decir con seguridad qué es lo que tienen que hacer. Es algo que tendrán que descubrir por su cuenta.
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