Nisenai Fantasy - 13
Capítulo 13
[ 2017, Junio, 5 ]
Se puede apreciar una linda escena: con el cielo aclareciendo, un par de adolescentes conocidos están sentados en gran cercanía, casi pegados por la gente en el tren; y algo que los une aún más son unos auriculares. No son en realidad los únicos que escuchan música, naturalmente, pero casi todos están escuchando la misma canción.
» ¿Estarás bien así?
Día a día me dices cuánto me amas y siempre respondo que te amo igual. Pero aún no entiendo qué hay de especial en alguien como yo que no tiene nada.
Sé que es muy probable que nadie más te ame tanto como yo, al menos hoy pero no soy el mejor, ni de cerca. ¿Puedo estar contigo aún? ¿No está mal?
Tengo mis dudas, acerca de los dos. Pareces bien, ¿Me estás ocultando algo? O simplemente te conformo aunque no sé cómo.
Soy egoísta, te quiero para mí. Si te falta algo, házmelo saber. No quiero lastimarte de verdad, ¿Estarás bien así?
Hago mi mejor esfuerzo para que seas feliz, sé que soy torpe y a veces despistado. Pero yo te amo con todo mi corazón, ¿Estarás bien así?
Todas las mañanas tengo un mensaje: tus buenos días y tus lindos deseos. Mientras respondo sonriendo como idiota, me pregunto si está bien sentirse tan feliz.
¿Te parece tonto que me preocupe tanto? Es que quiero ser el mejor para ti. Vivo comparándome con los demás, sobre todo quienes te rodean.
No quiero sonar obsesionado, ya sé que aún me falta autoestima. Pero con el amor que tú me tratas, me pregunto si es real.
Soy egoísta, te quiero para mí. Si te falta algo, házmelo saber. No quiero lastimarte de verdad, ¿Estarás bien así?
Hago mi mejor esfuerzo para que seas feliz, sé que soy torpe y a veces despistado. Pero yo te amo con todo mi corazón, ¿Estarás bien así?
Te ayudaré con todo lo que pueda, nunca te voy a desear el mal. Pero puede que te molesten mis berrinches, ¿Estarás bien así?
No estoy preocupado todos los días, pero siempre pienso en ti y en tu bienestar. Si me ves mal sólo toma mi mano, ¿Estarás bien así? «
Como reacción a la canción, la mayoría de las chicas dejan salir una pequeña risa, pero no de burla, sino de ternura ante la letra. Aunque no falta una que otra persona que dice «ay, qué tóxico», las demás saben que no es para tomárselo a pecho porque es una canción. Es bastante diferente a varias de las canciones hit de Golden G.
—Suena muy lindo, la verdad. Me gustó mucho Jun, queda muy bien con tu voz, aunque suena diferente de lo que MinHyuk escribe comúnmente… —le da una opinión sincera, a modo de observación. «En realidad, esto no es muy profundo, es… Parece comercial…»
—Es porque la escribí yo. —mira a un costado, ruborizado, rascándose tras el cuello—. Me alegra que te gustara Kanae. Ciertamente estuve nervioso mientras grababa al comienzo, tuvimos que repetir varias veces por mi culpa. —hace por corto tiempo un puchero con sus labios.
—Oww Jun~ tranquilo, te quedó genial, ¿Sí? A todos les gustó. Hacen muy bello dueto ustedes, suenan armoniosos. Quizá hasta te ofrezcan algunas empresas formar parte. —sonríe de ojos, riendo bajo. No está exagerando, ya que él canta como si fuese profesional. «Canta muy lindo, pero supongo que era imposible igualar a MinHyuk como compositor. De todos modos, mientras vendan supongo que no pasa nada»
Ya se sabe que Jun tiene una «pequeña debilidad» respecto a la confianza en un par de cosas, principalmente cuando se compara en la música. De todas formas, eso no impide que trate de mejorar.
Luego de un largo rato, los chicos llegan a las cercanías de la preparatoria. Kanae y él hablan en el mismo volumen de siempre, pero se escucha más eco de lo usual. Los pasos se marcan, combinándose en un relajante sonido con el viento.
Aquella tranquilidad se interrumpe a un metro de la puerta de entrada, al resaltar el fuerte grito de una chica. Los dos, asustados, entran rápido y tratan de encontrar el lugar de donde proviene, pero antes de poder saber quién fue, se topan con que hay muchos trozos de vidrio en el suelo. Esto lo vuelve más preocupante. Ambos aceleran el paso, y llegan hasta una sala de donde proviene principalmente el bullicio, porque el resto de la preparatoria parece vacía.
—¿Qué sucede? ¿Es aquí donde gritó una chica? —les pregunta a Jun, con los ojos abiertos, una expresión de preocupación y alerta a cualquier cosa.
—N-no… aquí no fue… -una chica de un curso superior, tartamudea del miedo, sus manos tiemblan.
—Entren… antes de que ellos los encuentren. —un niño que parece ser de la misma edad, está casi en el mismo estado, tiritando.
—¿Ellos quiénes? —arquea una ceja, da media vuelta la cabeza, viendo a Kanae—. ¿Crees que se trate de lo mismo de la otra vez?
—Me gustaría creer que no… —se muerde parte del labio, torciendo la boca a un costado—. Vayamos a revisar. —luego, dirige la mirada a la gente amontonada—. No se queden aquí, salgan, váyanse a su casa, por favor.
—Sí. —le responden quienes pueden hablar, al unísono.
Todos los alumnos y profesores que están en aquella pequeña aula, salen rápidamente, chocándose con las personas que están recién llegando. Éstos, los miran confundidos, pero deciden dar media vuelta para otro lado.
SunHee y MinHyuk, quienes también acaban de poner un pie en las cortas escaleras de la entrada, no entienden qué sucede tampoco, pero por cómo se miran parecen tener una ligera idea.
—¿Qué estarán haciendo los demás? ¿Ya habrá llegado Kanae? —pregunta arqueando ambas cejas la chica de ojos verde agua, pasando con rapidez.
—Seguro que sí, siempre llega por estas horas. —le sigue el paso, y llegando a los comienzos del pasillo, cierra los ojos— Espera un momento, escuché algo. —continúa unos segundos, casi un minuto cerrando los ojos—. Por allá, vamos. —acelera el paso de golpe.
—¿Qué fue eso? Yo no escucho nada.
Repentinamente se oye otro vidrio rompiéndose.
—Eso sí, pero antes no.
Otros trozos de cristal se cruzan en el camino, casi atravesándolos a ellos, pero con sus poderes y el reflejo de peligro, SunHee los detiene y los deja a un lado en el suelo.
Con cuidado, y de la misma manera esquivando en veces, llegan a un aula que no está tan lejos. El chico de cabellos rubios mira confundido, pero quien aparece de entre unos escombros es Yamato. Con una expresión nerviosa, el pelirrojo, aún en el suelo, da un par de vueltas a un lado.
En ese momento, se puede discernir de qué enemigo se trata. El color de piel es entre azul y gris, de facciones extrañas, al igual que su contextura. ¿Cómo se llamara esta rara especie? Es una de las preguntas que a cualquiera le pasaría por la cabeza, si no estuviese en un momento crucial.
—¡Yamato! —la chica lo mira asustada, por el estado en que se encuentra el otro. Sin entrar al lugar aún, remueve de la cercanía ajena todos los vidrios y pedazos de madera que están a simple vista.
—Gracias, SunHee. —tiene algo de espacio para sentarse, así que aprovecha, aún mirando a los alrededores.
El suelo está cubierto de sangre, y el más alto parece cansado. Más allá de los reflejos que los mellizos pudiesen tener, un ataque les cae por sorpresa. Aquél ser se le abalanza y trata de asfixiar al más alto, sujetándolo fuerte por el cuello.
—¡No funciona, Yamato! ¡No lo puedo separar! ¡¿Qué tan fuerte te sujeta?! —lo normal realmente aquí sí es perder la calma. ¿Será que su poder no funciona por desconcentración, o realmente el monstruo lo sostiene de tal forma?
—Tranquila… —su voz apenas sale, además de entrecortada, muy despacio. Con el ceño fruncido y los ojos cerrados, coloca ambas manos a los lados de la cabeza del otro, y aprieta fuertemente con sus dedos. Tras un ruido que resuena en el aula, se ve cómo el ser cae a su lado, con agujeros en las sienes.
Exactamente, fue el sonido de un disparo. El «cadáver» no da tiempo a ser observado, puesto que desde su cabeza se vuelve cenizas hasta desvanecerse en totalidad. Las manos del chico de cabellos largos tienen más sangre que cristales, y principalmente, sus yemas se encuentran de un color demasiado concentrado, un rojo vivo. De a poco se apaga, así como su tez también se vuelve mucho más pálida.
—¿Qué fue lo que hiciste? —MinHyuk lo ve, sorprendido. Sus ojos se abren lentamente hasta formar la expresión—. No me digas que… —se cubre la boca con una mano, y camina lento hasta donde él. Toma una de las manos ajenas con mucho cuidado, como si revisara que todo esté en su lugar—. Bueno… tus huesos están bien… entonces… disparaste sangre… Y eso explicaría tu color ahora…
—¿Mi… color? —con la poca fuerza con la que puede reaccionar su cuerpo, se apoya en una pared.
Tras unos segundos de eso, aparece la chica de ojos azules, entrando rápidamente. Tras verificar con una expresión de susto, se agacha hasta donde están los demás.
—¿Qué sucedió aquí? Todo está muy desordenado… ¿Hubo un tiroteo?
Naturalmente, tras ese sonido sería lo primero que uno pensaría. Pero si así fuese, alguno tendría que tener ciertas marcas, además de la sangre.
A la vez que este pequeño grupo continúa atónito, hacen presencia aquellos tres que faltaban. Yuki escolta a una alumna hasta el final del pasillo para que pueda salir de la preparatoria, y se ve a Kanae y Jun peleando contra otros de esos fantasmas. Realmente estos últimos dos, no se dan cuenta de que por donde pasan están sus amigos, porque están tratando de defenderse. Con dificultad, entre los dos logran desvanecer a uno, y como sorpresa para ellos, Mitsuru le revienta a otro la cabeza de un puñetazo.
—Chicos, están aquí… Son muchos… —les dice Kanae a todos, respirando agitada del cansancio. Se deja descansar un segundo los brazos sobre las piernas, de pie—. ¿Qué hacemos? Aún nos quedan varios… y ni siquiera estoy segura de si hay más alumnos o profesores.
—Señorita Mitsugashi. —arquea las cejas, viéndola, hasta que su mirada se encuentra con la del pelirrojo—. Oh Dios… —se sienta a su lado rápidamente—. Primero tengo que remover todos los vidrios que tiene… Si cierro sus heridas como están, le va a doler peor… —se rasca la cabeza con las dos manos, como sino supiera por dónde empezar.
—Yo… Yo le voy a sacar todo. Voy a esforzarme en ser precisa. —suspira y respira hondo—. Yo puedo mover más cosas que las que veo… porque hay cosas que no he visto llegar y pude mover… Tal vez no pueda ver todo conscientemente, pero alguna parte de mí lo ve. —es de la única forma que puede explicarlo, realmente no parece existir otra razón. SunHee se nota muy preocupada.
—Entonces ustedes quédense a curar a Yamato. Yo pelearé junto a Kanae y Mitsuru, vamos chicas. —el demonio de ojos rojos se nota apresurado hasta en su tono de voz.
—Sí. —le responden sin dudar.
—Esperen, yo puedo decirles donde están todos. Los que quedan, si es que aún hay gente, y los monstruos raros esos. —les comenta con seguridad el rubio, corriendo tras ellos.
Asienten y avanzan el paso.
En situaciones de apuros, hay cosas que pueden surgir más rápido de lo esperado. No siempre sucede, pero es posible que aquellas habilidades se desarrollen antes si es necesario. ¿Será que habían sido programadas para esta pelea? ¿Que la existencia de los poderes sin clasificación también fuera parte de las predicciones?
—No hay de qué preocuparse… No se escucha a nadie más. ¡Este es el poder que aprendí, así que confíen en mí! ¡No tengo su fuerza, pero puedo escuchar hasta muy lejos! Ni siquiera yo sé el límite todavía…
Siendo el caso donde de todas formas sería muy difícil revisar en cada rincón, creer en la nueva habilidad de MinHyuk no es una mala idea.
Los pasos rebotan en sonido a través del corredor, donde cada vez se acorta la distancia entre una gran mayoría de seres que los están esperando.
—¿Puedes saber si estos están todos concentrados aquí? No sé si Yuki pueda defender solo a los otros dos… —el niño de cabellos negros se trajo sin dudar a los más fuertes con él, probablemente con la estrategia de derrotar a todos—. ¡No me di cuenta! Pero no sé si entre Kanae y yo hubiésemos podido solos con tantos de todos modos… —hace referencia a que, sin Mitsuru, sería mucho más complicado.
Organizar una estrategia sin haber tenido idea de que algún día algo de este calibre podría pasar, es algo muy complicado. Llevarse a los más fuertes para pelear, o separarse y que todos vayan cayendo uno a uno. ¿Habría más posibilidades de ganar si se separaban? ¿Qué opción es mejor? Con el desconocimiento de los límites de cada uno, incluyendo los monstruos, poder decidir qué hacer termina por resultar imposible. Sólo pueden prestar atención a quienes van acercándose, como si fuesen una ola negra, un mar de sombras.
—Sí que son demasiados… —es lo único que se le ocurre decir a la hechicera, observando con detenimiento.
A ritmos diferentes pero en igual intensidad, si uno prestase atención a los detalles, se podrían escuchar los latidos del corazón alterados de los presentes. Una amenaza extraña, a la que por lo visto se tendrán que ir acostumbrando. Los nervios y el miedo son algo común, por suerte el que parece menos afectado es Jun. La razón sería obvia, convive con demonios, no es algo diferente para él ver diferentes «formas» de apariencias.
Ya sin pausas, como si lo hubiesen premeditado, todos los seres se lanzan a ellos y tratan de matarlos, literalmente. Quien está en completa desventaja es MinHyuk, oculto entre las escaleras, esperando no ser visto por el enemigo. Mitsuru es quien tiene más facilidad para ciertos fantasmas. Con un solo golpe en la cabeza, varios se convierten en polvo. Pero hay otros, que tienen una resistencia diferente. ¿Quizás la fuerza física no lo es todo en estas peleas? Algunos se desintegran más rápido con la electricidad de Jun, son pocos a los que les afecta más que todo los poderes violetas de Kanae.
—Jun, creo que me estoy cansando… —le confiesa Kanae, mientras trata de esquivar los golpes de aquellos brazos grisáceos.
En varias ocasiones falla, y por suerte el chico de ojos rojos o Mitsuru pueden ayudarle.
—No falta mucho, si es que no aparecen más. —le responde el chico, que apenas tiene tiempo para decir algo. Sus manos están comenzando a sudar un poco, y la electricidad parece afectarle a él también.
La habilidad de Kanae para poder visualizar las cosas con claridad, le deja entender cómo es el estado de varias cosas. Si sus poderes visuales pudiesen ir al mismo tiempo que su cuerpo, sería de gran ayuda.
Entre lo que puede notar, las palmas del chico de ojos rojos se ven algo quemadas, como si literalmente los rayos que lanzase le hicieran daño por su propia agua corporal. «¿Todos tenemos limitaciones? Yo creía que él podía lanzar rayos de cualquier parte… ¿Su punto débil será el agua entonces?» Es algo que, al estar más libre de la pelea dentro de todo, tiene lugar a pensar. «Entonces tenemos que acabar pronto, sino él tampoco podrá pelear».
—¡Agh! —la pequeña de ojos violetas aspira mucho, como si eso fuese necesario. Un brillo más fuerte se aparece en sus manos, y más grande también. Como una concentración de energía, cuando exhala, se divide aquella masa morada en diferentes direcciones, pegándole como a diez a la vez.
—Woah. —es lo que le sale de expresión al niño de cabellos negros, esquivando los rayos que ni siquiera anticipaba.
Luego de tal «ataque sorpresa», la cantidad de seres disminuye a la mitad. Sin embargo, se ve a los chicos ya en declive. Hay una gran cantidad de cenizas en el suelo, y todavía no se acaba el problema. Cada vez se hace más difícil moverse a un lado, la energía no es infinita, pero los monstruos continúan apareciendo.
—Mitsuru, ven acá. —le llama en un susurro casi inaudible el chico de ojos verde agua.
Si hablase más fuerte quizás lo verían. Naturalmente, sus amigos no pueden oírle tampoco.
—Necesitamos un plan… —comienza diciendo él.
Del lado de éste, hay más que nada obscuridad. Entre unos escalones y el descanso, puede mantenerse lejos de ser un objetivo, pero más que haber avisado en dónde se encuentran los fantasmas, ¿Qué podría hacer? A cualquiera en tal situación le recorrería frustración, pero no saben en quién más confiar que en ellos mismos. Si el número de monstruos fuese mayor, no habría modo de arreglarlo, no con su fortaleza actual.
Se lo ve subir unos escalones hasta el segundo piso, y baja cuidadosamente sujetando un par de mesas. Es probablemente lo primero que se le vino a la cabeza. Llama nuevamente a Mitsuru en un tono de voz más alto, y obviamente voltean todos a verlo a él.
—¡Usa esto para matarlos más rápido! ¡Todavía somos lentos para ir de a por uno! —arquea las cejas, notándose que continúa preocupado. Puede que haya sido su última opción mentalmente, o la primera, o lo posible—. ¡Jun, resiste un poco más!
Tras las indicaciones del chico, Mitsuru rompe la mesa y dobla un poco el metal, para poder atravesar la cabeza de varios como si fuese una lanza. No todos son afectados por lo mismo, tienen una resistencia mayor y allí se frena el ataque. A estos, por más golpes que les dé, es muy notorio que apenas les hace daño. Allí es donde entra Jun.
—Chicos, ¡Cúbranse un momento! —les grita, mientras se escucha igual de fuerte la estática de sus manos.
Lo más rápido que pueden en su estado, se dirigen al «escondite» de MinHyuk, algo más arriba por si las dudas. Perfecto para el demonio. Suelta esa gran carga de rayos y vaporiza a quienes quedaban de pie.
El lugar por fin se encuentra libre, y entre todo el polvo, cae Jun al suelo, por suerte con un impacto más débil.
—Ho… —un suspiro de alivio se escucha de quien está tirado—. Qué bueno… que estamos bien. —como era de esperarse, se desmaya del cansancio.
—¿Pueden llamar a Yuki, por favor? —las piernas de la hechicera tiemblan, apenas puede mantenerse de pie también.
Se cruzan las miradas de Mitsuru y MinHyuk, ella ladea la cabeza y sonríe luego de ojos cerrados, como si nada hubiese sucedido.
—¿Quieres que vaya yo a hablarles? —le pregunta amable la chica, que parece que pese a la complicada pelea no fue tan afectada. Su resistencia es mayor que la de los demás.
—Voy yo… —baja la mirada y tuerce la boca. Trata de bajar rápido esos pocos escalones, y continúa a un paso acelerado hasta donde se encuentran los otros—. Chicos, ¿Cómo van con Yamato? —suena desanimado, pero preocupado a la vez.
—Ya estoy bien. —lo ve y se pone de pie. Su piel está completamente restaurada, sin ningún otro cristal incrustado, ningún corte ni nada similar—. Les agradezco mucho la paciencia. —hace una reverencia corta.
—Menos mal que no te pasó nada. —SunHee le dice mientras lo mira, a lo que el más alto le responde con una caricia en la cabeza. Las mejillas de la rubia se tornan un poco rojas.
—¿Dónde están los demás, señor MinHyuk? ¿Les sucedió algo? ¿Usted está bien? —el ángel hace muchas preguntas de golpe, porque desde en donde él está sólo se escucharon ruidos fuertes de cosas cayéndose y rompiéndose.
—Están bien… sólo cansados y un poco heridos. Por favor, ven, tenemos que curarlos. Jun se desmayó. Los dejé allá porque no sé si al levantarlo se le rompería algo, o si se rompió algo… —se rasca la cabeza con una mano, todavía con la vista baja.
No es normal en él, quien suele ser el más animado, verle de ese modo tan deprimido. Pero teniendo en cuenta que él es el único que no tiene un poder aunque sea un poco «ofensivo», los demás entienden sin hacer preguntas que es mejor ni hablarlo a menos que él lo mencione. No hacen falta más que unas miradas, entre los tres que se conocen bien. Yuki ya preguntó, pero si no hay una respuesta al respecto, lo que le queda es la ubicación momentánea; no vuelve a repetir.
Caminan hacia el pasillo todos, a un paso normal, mientras es el ángel quien va más rápido esta vez ya que se trata de su trabajo. Kanae y Mitsuru están sentadas al lado de Jun, en un charco de cenizas. Tienen algunas cortaduras simples en el rostro y brazos, poco desgarradas sus ropas. El que se ve en peor estado es quien se encuentra inconsciente, con las manos medio moradas por quemarse, además de varios moretones y más cortaduras.
—¿Cómo es que Jun terminó así? —arquea una ceja Yuki, mientras acerca las manos primordialmente a la cabeza del otro, para comenzar con la curación.
—Estaba protegiéndonos… y atacando a la vez. Ayudó muchísimo. —le responde Kanae, mordiéndose un costado del labio—. No soy buena esquivando las cosas, no tengo buena resistencia… me cansé muy rápido y él sufrió todo el daño por mí. —una lágrima resbala por una de sus mejillas.
—Señorita Mitsugashi, no se culpe… Todos fueron muy valientes al venir a pelear aquí. —mira hacia atrás—. Principalmente usted, señor MinHyuk. —le responde en un tono serio, pero que se nota la sinceridad.
—¡Yo no hice nada…! Sólo me escondía… ¿Qué… qué hice de bueno? —al igual que la niña de cabellos negros, también se desbordan sus lágrimas de a poco, en cuanto confiesa sus pensamientos.
—Tú estuviste guiándonos a todo, dónde estaban, a dónde ir, qué hacer, ¿Eso crees que es inútil? —Mitsuru lo ve con ceño fruncido, y suspira pesado—. Sabes… No todo en la vida es fuerza. Y creo que tu sentir del sonido es algo muy interesante, realmente nos va a servir muchísimo. No entiendo todavía cómo o qué escuchas, pero es genial. —le responde con la misma seriedad con la que le habló Yuki.
—¿Y hay alguna posibilidad… de que después me aparezca otro poder más, como a mi hermana? —cambia a mirar a Kanae, ya que ella es quien «les dio» sus habilidades especiales.
—Es probable pero… dudo que sea una de fuerza… Cuando revisé las páginas que le seguían a las que se quemaron, decía algo como que… —mira hacia arriba, tratando de recordar lo más textualmente posible—. «Cada humano tiene sus propios poderes de acuerdo a su esencia. Algunos pueden despertarlos, otros no, pero no pueden esperar que sean algo en lo que nunca han sido muy hábiles. Como ejemplo, si tienes mucha fuerza, tienes un 50% de posibilidades de que tu poder sea aumentarla, es el poder más común. Si tus habilidades principales como humano no tienen que ver con esta, tu poder será otro».
—¿Y porqué no unas notas mágicas o algo que pueda lanzar? —se queja y aprieta los puños, aún frustrado—. ¿Tú eras más fuerte que yo todo el tiempo, Mitsuru…? ¿Cómo voy a protegerte si no puedo cuidarme a mí mismo… de estas cosas raras…?
—Uhm… —se pone de pie para responderle, y coloca una mano en el hombro contrario—. Soy la más fuerte de mi familia. Siempre ayudé a mi padre a cargar las cosas del negocio, no tuve muchos problemas bajando cosas del camión, y así. Realmente no lo consideraba algo especial, teniendo en cuenta que muchos tenían un talento y lo único que podía hacer yo era pintarme las uñas. ¡Tú eres el más inteligente aquí, y eres el mejor componiendo! Tienes tantas cosas buenas, y sólo te fijas de no tener fuerza… —suspira y niega con la cabeza—. Ya verás, si lo que dice Kanae es verdad, luego aparecerá tu poder más importante, y será mejor que el que tienes ahora. ¿Sí?
El rubio asiente con la cabeza en silencio, sería difícil refutar algo en su contra, es bastante lógico. Todos se quedan callados, dándose tiempo a pensar. Yuki está calmado en el suelo, curando a Jun de sus malestares. Les hace señas a las chicas que después seguirán ellas, pero que él es la prioridad momentáneamente.
Luego de una hora, a las 10 de la mañana, ya no tienen nada que hacer. Literalmente, no hay clases, y es difícil que las clases regresen en el mismo día. Lo que saben es que tienen que tratar de pensar cómo arreglar el problema que acontece en la Tierra. No saben qué será lo que atrae a dichos seres, pero en el caso de que fuesen ellos, deberían ir a un lugar alejado del centro. El lugar perfecto para ir, donde no estarían en peligro, es la casa de Kanae. Poniéndose de acuerdo, entre la mansión Jung por ser grande y la casa de Kanae por estar en lejanía, se re-deciden por la última.
Caminan hasta la estación en poco tiempo, un silencio y eco aún mayor del que había antes. Se nota que la escuela quedó vacía, así como probablemente los alrededores por los ruidos que pudieron haber escuchado.
—¡Ya llegó el tren! Qué rápido. —es lo que se le ocurre decir al niño de ojos rojos, tratando de romper la tensión quizás. Sonríe amplio, sin razón alguna, subiendo primero. Parece haber recuperado sus energías.
En cierto modo, si el plan fuese aquel, funciona de cierto modo. Comienzan a conversar, aunque sea en voz baja, mientras le siguen y suben al vehículo también. Con respecto a sus asientos, las chicas se sientan en un lado y los chicos del otro, no está tan lleno como más temprano o más tarde.
Los chicos hablan entre ellos tranquilamente, de cualquier cosa que se les pase por la mente. SunHee y Mitsuru se ponen a ver un dorama con el 3g, y como la pequeña de cabellos negros ya vio ese capítulo, enciende los datos también para hablar con Ryōtarō. No le cuenta nada de lo que pasó en la escuela, más que decir que no tiene clases, todavía no sabe cómo explicar la situación. Por momentos sonríe mientras escribe, lo que dirige la mirada de Jun y Yuki al celular ajeno. Ellos no se mueven de su lugar, y Yamato y MinHyuk les dan palmadas en los hombros.
Cerca de las 11:00 a.m., los chicos llegan a la última parada. Esta vez, ninguno se moja los pies en el sendero del río, ya que SunHee se ofrece a ayudarles un poco.
Pocos minutos después, estando frente a la puerta, se dan con que está abierta. Para asegurarse de que no haya sucedido nada feo mientras no estaba, Kanae revisa afuera, y efectivamente están sus padres vendiendo. Ella se acerca a su madre para avisarle que viene con sus amigos porque no tuvieron clases, y regresa rápidamente a la entrada.
—Mi casa no es muy grande, y mi habitación mucho menos, pero ya veremos cómo hacemos. —les dice Kanae, arqueando las dos cejas, riendo mientras se rasca un poco la mejilla.
—No creo que haya ningún problema con eso, señorita Mitsugashi. —le sonríe el ángel—. Gracias por dejarnos venir. —se queda de pie a un lado, como esperando que pasen los demás primero.
—Hace rato que no entro~. —dice Jun en voz animada, como si quisiese presumir al respecto sobre visitar a la niña. Pero a la vez por su tono de voz, quizá sólo pensó en voz alta.
—Con permiso. —dicen Yamato y Mitsuru, que es la primera vez que vienen.
—Gracias por invitarnos de nuevo~ —le sonríen los mellizos, pasando seguido de los dos anteriores.
—Con permiso. —Yuki entra al último, y cierra la puerta tras ellos.
Más que un par de miradas en la primera sala no hacen, ya que la idea no es juntarse como cualquier otro día. Y siguiendo por el corto pasillo, al final está la habitación de Kanae. Tal y como ella lo había mencionado, no hay mucho lugar, pero el suficiente para que al menos no estén encimados.
Para todos a excepción de los mellizos, es la primera vez que están en su cuarto. Nuevamente el ángel se encarga de cerrar la puerta, y toma asiento en el suelo, apoyándose en la pared cercana a la ventana, hacia la derecha viéndose desde la entrada. Podría decirse que pese a sus intenciones de ser serios, a todos les llama la atención el color del papel tapiz de la pared. Es una habitación muy linda y ordenada.
—Bueno… ¿Por dónde empezamos? ¿Quieren que busque si hay algo más en el libro que nos pueda servir? —pregunta mientras toma asiento en su cama, y deja su mochila a un costado.
—El libro es muy largo como para que encontremos lo que necesitamos ahora… pero si quieres puedes probar. —le responde SunHee ya con su usual expresión, sentándose a su lado.
—También podríamos tratar de practicar suavemente nuestros poderes, aquí que nadie nos ve. —se le ocurre a MinHyuk, que como ya se sabe, todavía quisiera saber qué otro poder le queda por descubrir.
—No es una mala idea. —la pelirroja también se sube a la cama, y quedan las tres sentadas en fila.
—Voy a avisarle a mi padre que estoy con ustedes. —comenta Yamato en voz baja pero clara, causando una reacción instantánea en los demás.
—¡Oh, cierto! —fuera de Kanae, todos sacan el móvil para teclear a su familia.
Tras lo último dicho por el chico de ojos miel, éste se sienta junto a MinHyuk, apoyados con la cabeza frente a la cama. Por su parte, el demonio todavía busca en qué lugar echarse. Con la mirada revisa si hay espacio, y apenas queda un poco del lado de la mesita de luz, si quisiera sentarse cerca.
—¿Les molesta si estoy en el aire? —una pregunta extraña hasta para él, por cómo lo dice, pero va en serio. Mira a la chica de cabellos negros, paciente por la respuesta.
—Oh, no hay problema. —está leyendo el libro de magia, así que no aparta la vista de este—. De paso puedes practicar la estabilidad con tus alas. —pese a estar concentrada, no tiene dificultad para responderle.
Asintiendo al permiso, el chico deja visibles sus alas y «se sienta» de piernas cruzadas en el aire. De alguna manera, parece resultarle menos difícil que la primera vez que les mostró a todos al respecto, como si lo hubiese estado intentando por cuenta propia recientemente.
Yuki lo mira sorprendido, y ríe bajo. Muestra sus alas también y se queda al lado de su mejor amigo, sonriendo.
—¿Te molesta si me quedo cerca? —le hace la pregunta, pero es obvio que ni siquiera espera respuesta, ya que siempre suelen estar juntos.
—Idiota. —jugando lo empuja un poco, pero por el mismo pequeño impacto, su centro de gravedad se ve afectado y tiembla—. Waa… —se queja en voz baja.
—Era sospechoso que pareciera perfecto. —lo molesta a propósito, él claramente sin problemas. Continúa riendo.
Tal y como el rubio lo mencionó antes, no es una mala idea practicar sus habilidades. ¿Qué más podrían hacer, siendo que lo que les costó en la pelea era precisamente eso, junto con su resistencia? De manera lenta y tranquila, porque nerviosos probablemente no se concentrarían, cada uno va comenzando a probar cosas.
Yuki por su lado, trata de enseñarle a Jun cómo mantener la postura, de qué forma moverse, y ciertas «técnicas» que debe tratar de controlar para no caerse y poder ir por donde quiera. Naturalmente usan el techo del cuarto para dar vueltas, con cuidado, aunque Jun tiene sus errores y a veces se cae en el suelo.
—Cuidado con los muebles. —dice la pequeña de ojos violetas, alzando la vista a donde el ángel—. Sostenlo si puedes por favor, mi mesita va a llorar sino. —ríe y continúa con la lectura.
SunHee, saca el estuche de lápices, y tras abrirlo, trata de hacer flotar algunos. Con la primera parte parece no tener complicaciones, pero a la hora de «tratar de usar uno» es algo completamente diferente. Su expresión de impaciencia no tiene precio.
Yamato, sentado en el mismo lugar, mira sus manos con un rostro pensativo y calmado. Aquello que hizo antes debe tener una explicación, pero su habilidad es más peligrosa para tratar de practicarla ahí. Y su mejor amigo, al lado, está con los ojos cerrados y el ceño fruncido.
—•Puedo escuchar la respiración de Mitsuru.•
«¿Qué fue eso?» se pregunta la chica de cabellos negros, bajando el libro, extremadamente confundida. La voz de MinHyuk resonó en su cabeza, literalmente. Las tres chicas que están en la cama, se acercan a verlo, así como todos los chicos voltean también.
—Mh… —suspira y luego abre los ojos despacio, percatándose de toda la atención repentina—. ¿Qué sucede? ¿Por qué me miran así?
—Te escuché más fuerte que todos mis pensamientos, y eso que yo estaba leyendo. —le comenta súper intrigada la niña, todavía sin entender muy bien qué pasó.
—¿Mi respiración? ¿Eso tratabas de escuchar… atentamente? —le pregunta Mitsuru, sonrojada, jugando con algunos rizos del cabello propio.
Con esas dos respuestas, es más que suficiente para saber de qué se trata. Las mejillas del rubio adoptan un color carmín, y como si se percatase, esconde su rostro en las rodillas. Al menos puede quedarse tranquilo de saber que tiene otra habilidad más.
—¿Ya no voy a poder pensar libremente? —continúa escondido entre sus piernas, riendo avergonzado.
—Creo que sí, ahora lo dijiste y no escuchamos doble, así que debe requerir mucha concentración. —hace una observación como siempre Yamato, quien le da un par de palmadas en la espalda—. Tranquilo hombre. Ahora ya sabes qué hacer.
—Mh. —asiente despacio y regresa a como estaba sentado anteriormente, con los ojos cerrados.
Luego de un par de horas, llega el momento de almorzar. Los avances fueron mínimos en todos los casos, pero se intenta. Todos sacan de sus mochilas los almuerzos que habían preparado para llevar, y como de costumbre, comparten.
Por ese momento, ángel y demonio descienden a comer, ya que en el aire se torna más difícil por razones obvias. Yuki, mientras come, trata de reponer un poco de la energía de Jun con los poderes propios, usando una de sus manos. Esto no le dura tanto, porque quería comer la hamburguesa con las dos.
Llegando a media tarde, casi a las 18, el progreso por fin es más notorio. Jun aún se cae, pero menos; SunHee logra escribir su nombre sin agarrar el lápiz; Kanae no encontró nada útil en el libro aún así que se puso a practicar sus disparos con Mitsuru, quien los recibe de frente; MinHyuk parece estar practicando con Yamato sobre transmitir los pensamientos; y Yuki, bueno, trata de abastecer a todos de más energía con su curación (literalmente puede transmitir su stamina), para que continúen practicando.
Y así como están todos, la puerta de la habitación es abierta repentinamente: todos voltean a ver, desde el techo y el suelo, a la mujer que está con una expresión de confusión total.
—Mamá, yo-
—No… —se masajea las sienes y respira hondo—. No necesito explicaciones. Sé que no se están peleando entre ustedes, y mientras no se lastimen está bien… —tose y suspira—. Yo… venía a preguntar si querían merendar.
Los chicos desaparecen sus alas y quedan de pie, así como quienes estaban sentados también se acercan a la señora. Jun se rasca la cabeza, mirando abajo hacia un costado, Yuki también cabizbajo.
—Tenemos café y té… pero nada para acompañar actualmente. ¿No hay problema?
—No. —le responden todos a la vez.
Tras que cada uno le dijese qué quería para tomar, Murao se dirige a la cocina y Kanae la sigue. Ella sabe que su madre no entiende y parece tampoco querer entender qué sucede. Al igual que con Ryōtarō, no sabría por dónde comenzar a explicarle. Como si estuviese haciendo algo malo, está nerviosa, y sus manos se tornan frías. No quería ocultar algo importante a su familia, pero realmente, ¿Le creerían si se los dijera?
—Yo también leí tu libro favorito. —le dice la señora a la más pequeña, mientras sirve en tazas agua caliente—. El mundo es muy pequeño, ¿No?
No tuvo que decir nada. La mujer se respondió sola, sin molestar a nadie, sin preguntar nada, realmente tratando de no incomodar.
Kanae reacciona con los ojos llorosos y un corto llanto, siendo que ella es la que tendría que «calmar» a su madre con lo que había visto. La mujer sonríe cálido y le hace caricias en el cabello, luego sigue con un abrazo suave.
—Tengan mucho cuidado. —le dice como si tuviera una idea del problema que acontece.
Pocos minutos después, las dos llevan las tazas en bandejas a la habitación y todos cogen una para sí. La segunda vez que se ve entrar a la mujer, se la ve más calmada, y ella cierra la puerta cuando sale. La hora de la merienda es más silenciosa, ya que el descubrimiento ajeno hizo que se les acabasen las ideas.
Hasta las 21:00 p.m., tuvieron tiempo para tratar de entender aunque sea lo mínimo de sus poderes, y sin más interrupciones. El clima como es lo usual en el bosque Esmeralda, ya es frío y húmedo, podría decirse que especial para quedarse en casa. Pero al revés, los chicos ya tienen que regresar, porque están demasiado lejos de sus hogares; obviamente a excepción de Jun, vive en el mismo bosque.
De todos modos, deciden separarse por el día, y mantenerse en contacto. Todos salen al mismo tiempo de allí, y caminan hacia la estación, tal como a la mañana.
Después de unos 20 minutos, recién se aparece el tren.
Por mientras, Kanae en su casa, sólo está en el living con el celular, jugando. Sus padres se encuentran afuera, así que está esperando que regresen. Se escuchan unos pequeños golpes en la puerta, y pausa el juego para acercarse a atender.
—Lo siento. —el chico de ojos grises, se rasca tras el cuello, mirando hacia abajo—. Mis padres me dijeron que me quede aquí… y… yo no quería molestar así que le pregunté a Jun si podía ir a su casa y me dijo que sus padres no querían visitas… —suspira y hace una reverencia.
—Tranquilo, es comprensible. Debe ser por la hora. O por la zona en donde vives, el hecho de ser un ángel, quizá está peligroso todavía. —dejándole pasar a la sala, cierra la puerta, pero justo sus padres también regresan y se la encarga a ellos—. Oh, hola de nuevo mamá, papá. Yuki se queda esta noche.
—Vaya, vaya. ¿El ángel? Bienvenido, cuida de Kanae a la noche. —sonríe la madre, y tras una pequeña risa, le pone una mano en el hombro a Yuki.
—Cariño, ¿Qué haces?, lo asustas. —el señor apoya las manos en los hombros de su mujer, y la aparta despacio—. Siéntete como en casa. —con una voz muy grave como siempre, pero amable.
—S-sí… —el chico se sonroja. Mira hacia los costados, como pensando si ir hacia la habitación, o quedarse para ayudar en algo—. Uhm… ¿Necesitan ayuda con la cena?
—No, no hace falta. Les llevaré la cena allá así no te sientes incómodo. —la mujer sonríe nuevamente, mientras comienza a agarrar algunos ingredientes para cocinar—. A menos que prefieras comer aquí, como gustes~ —le dice de modo amigable, se da a entender que tiene toda la buena intención.
—Gracias, dejaré que la señorita Mitsugashi decida.
Asiente para sí y la ve, «la ve» irse, porque ni siquiera le había avisado.
—Creo que ella prefiere estar allá. —arquea las cejas riendo—. Disculpe, con su permiso. —sigue a la más bajita, y se lo ve por el pasillo hasta el cierre de la puerta.
—Amor, ¿Estás bien con todo esto? —Jiro le pregunta en voz baja, tomando asiento en la mesa central—. Digo… Kanae es… Débil… —junta las manos, entrelazando los dedos propios, y las usa para apoyar su rostro.
—Se hará más fuerte, y si necesita algo, estamos nosotros. No sé si realmente se trate de la supuesta profecía de la Utopía de Zaraín, pero si así fuese, ¿Qué podemos hacer, más que tratar de entender que no es nuestra decisión? —le responde, mientras está preparando unos sándwiches.
—Tienes razón… —se queda en silencio, y vuelve a ponerse de pie, para ayudar a su esposa con la comida.
En el cuarto de la hechicera, se encuentran todavía acomodando las cosas. Ya no se siente como la primera vez que fue a casa de Yuki sola. Esta vez, es su propia habitación, que está ordenada y limpia pese al desastre que hicieron durante la tarde.
El clima está excelente para poder tener un sueño rejuvenecedor, y ella se siente menos tensa sabiendo que estuvo entrenando y asimilando lo que debe hacer. Quizás es solo una calma pasajera en el ojo del huracán, pero no ganaría nada con más nervios en el momento.
Una sonrisa le nace, del orgullo de haber superado los problemas del día, de haberse enfrentado a su destino por alguna vez. No sabe si siempre podrá afrontarlo con la misma cara, pero mientras el peligro se mantenga a raya, mientras sean esos espectros «copiar y pegar», no tendría que haber mucha más dificultad que la de durar más en la pelea, o un poco más de agilidad en su caso particular.
Entre todo lo que ella piensa en silencio mientras está sentada en la cama, el niño mira hacia donde ella, sin decir nada. Lo que rompe un poco con lo profundo de la calma, es un mensaje en voz ya conocida «•probando, probando, ¿Me copian?•»; MinHyuk todavía sigue jugando con eso. Yuki le responde al celular en el chat, ya que obviamente no podría hablarle con la mente. Kanae sólo ríe, con una mano en la frente.
—Qué útil que es eso, y pensar que él creía que no podía hacer nada. —le comenta la chica al mayor, mientras está sacando su querido libro verde.
—Sí… Creo que me hubiera gustado tener esa habilidad también, aunque si fuese así, estaríamos perdidos. No soy muy bueno reaccionando en situaciones críticas. —apoya la cabeza en el respaldar, suspirando.
—Oye, no te pongas mal de nuevo… ¿No puedes estar un ratito sin hacerte de menos? Todos los días literalmente, siempre te pasa algo, siempre estás aislado, si no fuese por Jun siento que ni siquiera te hubieras acercado…
No quiere decirlo de mala manera, pero está cansada de ver que tome las cosas de la misma manera. El chico no es malo, pero parece que es el único que no se da cuenta.
—¿Y qué quiere que haga? ¿Es muy difícil entenderme? Cuando los demás se sienten mal, todos les quieren ayudar, pero cuando yo me siento mal, sólo usted me pregunta… Bueno, usted y Jun… —se abraza las piernas, escondiendo los labios, por lo que se le escucha más despacio.
—Mmm… vamos a ver. Y quiero que me respondas con sinceridad, sino no tendrá sentido que te pregunte. —no recibe ninguna respuesta de antemano, como asentimiento, pero inicia de todos modos—. ¿Hay problemas en tu casa? ¿Tienes traumas de la niñez? ¿Alguien te trata o te trató muy mal? ¿Te dicen inútil o débil seguido? —son muchas preguntas, pero todas procesables, y más todavía si a quien le pregunta es verdaderamente listo.
—No, no, no, no. Ninguna de esas. Sólo soy yo… yo soy el que se dice todo eso, el que se causa problemas. Pero no puedo hacer nada, porque no entiendo porqué soy así. Todos están sonriendo, riendo, y todo parece bien, pero por dentro suelo estar así.
No suena como una respuesta falsa, pero para la contraria no tiene sentido aún.
—¿Y si sólo… dejas de imaginar cosas que no existen? Si no existe ningún problema, ¿Por qué en lugar de pensar en lo que no eres, y crees que eres, sólo comienzas a prestar más atención a tu alrededor? ¿Cómo es la gente cuando está contigo?
Deja el cuaderno, porque así como se encuentra su amigo, no va a poder escribir tranquila. No lo quiere dejar de esa manera.
—Pues… parece que les hago reír… pero no soy tan divertido. A veces me preguntan cosas, pero no soy muy interesante. Quieren cantar conmigo y no sé cantar. Quieren jugar conmigo y no soy muy bueno. Siempre soy inferior, pero lo mismo quieren hablarme. ¿Tiene eso sentido? —es una pregunta muy extraña, dentro de lo que uno normalmente se preguntaría de sí mismo.
—¿Y qué? Yo no soy más inteligente que tú, no sé dibujar, no sé cantar, no sé bailar, no soy muy divertida tampoco, y hay tan pocas cosas de las que tengo idea. Pero las personas también me hablan ahora, y no me he preguntado porqué antes no. Las cosas sólo… pasan. La tristeza nunca es para siempre.
—¿Y por qué usted no se siente mal, si se siente menos que yo? —esta vez se dirige a verle a los ojos, como buscando una confirmación.
—No es que nunca me haya sentido mal por no saber hacer algo, pero no creo que eso resuelva lo que sucede. Así que luego de poco ya estoy bien. De todos modos, tengo otras preocupaciones tontas, así que eso me lleva a pensar que no sé si estoy en derecho de enseñarte algo… —se rasca una mejilla, mirando hacia arriba. Pues sí, es cierto que se siente mal en ocasiones, pero no es algo permanente o que suceda todos los días.
—Creo que debe tener sus motivos… lo mío, como usted dijo, no tiene una razón lógica. Y por ello es que es tonto. Pero lo que a usted le preocupa, tiene más sentido, ¿No? Digo, tiene más responsabilidades, otra situación económica, una niñez complicada… —aclara la garganta y se sienta de otra manera—. Lo siento, señorita Mitsugashi, no quería arruinarle el día. Por eso también pensé que era mala idea venir.
—¿Ves? Ya de nuevo —le empuja la frente con un par de dedos— me dices cosas así. Yo no te dije nada de eso, y por más que a veces mienta de algunas cosas, se me notaría en la cara si quisiera que te fueras. —frunce un poco el ceño, inflando una mejilla—. Yuki… ánimos. —mira hacia un costado—. Jun me contó que te habían diagnosticado depresión. Pero, incluso eso tiene solución, si descubres de dónde viene. No eres dependiente de medicamentos, así que tiene que ser algo en tu cabeza.
—Supongo que no era un secreto tan secreto. —entrecierra los ojos, alzando las cejas, pero sin arquearlas. Luego regresa a la expresión anterior de mientras le habla—. El problema soy yo, si desapareciera mi problema, ¿Estaría bien?
—Yuki…
Kanae suspira pesado, pero no de enojo. Tiene que encontrar las palabras correctas para ayudarle con eso.
¿Qué es realmente la depresión? No es sentirse mal un rato. No es hacerse la cabeza cuando estás enamorado. No es sentirse mal porque hubo un problema y todavía tienes incertidumbre. Es un sentimiento constante, que al revés de aparecer de vez en cuando, está más veces de las que no está, y parece ser sin una razón. La depresión ocurre cuando hay un problema interno que no sabes resolver, porque no conoces el problema. No se puede decir simplemente «yo soy el problema», porque es una parte de uno que la ocasiona. Al menos, así es la depresión en aquellos casos donde no hay ningún antecedente particular; cómo podría ser la violencia intrafamiliar, violaciones, soledad absoluta, asesinatos presenciados, entre otras cosas.
—Yuki… eres de las personas más amables que he conocido, el más servicial, y el más atento a los demás. Siempre pones a los demás por delante de ti, cuando realmente tendrías que quererte un poco más. No eres malo, ni eres inútil, nada de lo que piensas que tienes de malo existe. Todos te queremos mucho, y apreciamos mucho que existas. —no sabe si pedirle permiso, ya que es algo que debe surgir de manera natural para que tenga más impacto. Se acerca hacia él y lo abraza despacio. Rodea el cuello del chico con sus brazos, sentada en las rodillas propias—. Si conocieras a alguien igual que tú, algo así como tu clon, estoy segura de que no le dirías que es una mala persona. ¿Cuál sería la diferencia contigo, si son la misma persona?
—Creo que tiene razón… No le diría nada de las cosas que me digo a mí mismo siempre… —cierra los ojos, respirando más calmado, aunque su ser común suele enloquecer de la timidez—. Gracias, voy a tratar de verlo de ese modo siempre para ir cambiando. No le prometo ser diferente de la noche a la mañana. —corresponde al abrazo, ahora sí con el corazón un tanto más fuerte en latidos.
—No soy psiquiatra, pero espero que mi consejo te sea útil. —le sonríe amplio, y su rostro adquiere un color rojo ligeramente—. Te quiero mucho, ánimos.
—Gracias señorita Mitsugashi. —forma una sonrisa que se ve mucho más calmada que las que haya mostrado con anterioridad.
Una sonrisa tan dulce, que es una lástima que la menor no pueda verla desde su posición del abrazo.
—Aquí tienen~. —la señora Murao ingresa de sorpresa a la habitación, aunque sorpresa sólo por el ambiente.
Los adolescentes se miran con las mejillas teñidas en carmín, pero se acercan a recibir la bandeja de comida. No dura mucho la mujer allí, justamente para darles su espacio.
Kanae, que se siente mejor también de poder ser de ayuda, recupera la sonrisa natural que tenía al comienzo de cuando Yuki vino a su casa.
Lo mira animada, curiosa, a aquella tierna mirada que posee el mayor mientras muerde por primera vez uno de los sándwiches. Es como si alrededor de él todo se viese más claro de repente. «Debe ser porque es un ángel, irradia luz» es lo que se le viene a la mente.
—¿Tengo algo en la cara? Aparte de mis mejillas rojas. —le pregunta como si estuviese enterado de su sonrojo, riendo bajo.
—N-nada, sólo… de repente te siento más cálido. —comienza a comer también, la cena que trata de una linda cantidad de sándwiches tostados y jugo natural de frutas.
—A mí también me hace calor. —continúa riendo, sin distraerse de saciar el hambre—. Qué raro, se supone que estaba más fresco el clima. ¿Seré yo?
—Me parece que sí, yo te siento y tú te sientes, entonces eres tú. —como si fuese un trabalenguas, lo molesta un poco, jugando. Bebe algunos sorbos del jugo de naranja.
Otro buen rato. Las marea se calma. La comida no le cae pesado a ninguno, y ayudan a lavar los platos, como lo mínimo que podrían hacer a modo de agradecer la cena. No les toma mucho tiempo, y regresan al cuarto.
Aún no se sabe si habrá clases al día siguiente, pero se podría asumir que no. Siendo de ese modo, no haría falta que duerman temprano precisamente, pero los dos se encuentran cansados después de el entrenamiento de la tarde.
Kanae imagina que es muy probable que los demás hayan cenado e ido a dormir de inmediato, pero parece que no es así, ya que hay actividad en el chat grupal. El único que no está online es Jun, él siempre suele dormir temprano.
—Señorita Mitsugashi, puede hacer como si no estuviese aquí si gusta, o sea… hacer lo que haría un día cualquiera mientras está en su habitación. Leer, escribir, jugar, ¿Me explico? —alza la mirada hacia la cama nuevamente, porque allí está la menor.
—Ven aquí, puedes sentarte. Está súper frío el suelo. —le dice porque le preocupa sinceramente—. No estaré incómoda.
—No es necesario… —supone uno él dice por pena.
—… —la chica lo mira fijamente, dándole a notar que quiere que en serio no se enferme.
—Está bien, está bien… —ríe bajo. Al final no puede contra ella—. Voy a dibujar un rato, ¿De acuerdo?
—Okey~. —sonríe de ojos y ella sigue acostada, con su cuaderno nuevamente, ella va a escribir.
Como el niño de ojos grises no se ha cargado unos auriculares, pone música no muy alta con el celular. Al tener gustos similares en el estilo que escuchan, los dos están cómodos con su ambientación. Entre las canciones que escoge, también selecciona algunas de Golden G.
Se ve que Kanae escribe cosas más filosóficas esta vez, como solía hacer a menudo antes de que el demonio acaparase su atención. Y Yuki, como era de esperarse, retrata a Kanae con su cuaderno, agregándole algunos detalles propios de gusto como hacerle un par de pequeñas alas, corazones en las mejillas, adornos en su vestimenta; pues está usando una ropa muy casual.
[ 2017, Junio, 6 ]
Que estén haciendo cada uno una cosas diferentes, no quiere decir que no hablen de nada. Durante unas horas se mantienen conversando de anime y algunas cosas de música, también de sus opiniones; inclusive acerca de cosas tan comunes como lo que veían en la época de clases. También sobre los paisajes de Hokkaido, eso es algo muy lindo para guardar en los recuerdos.
Hasta que llegan las 2:00 a.m., y sí les baja sueño. Inclusive el chat que antes estaba lleno, ya no hay nadie conectado, sólo SunHee que dijo que estaría por si las dudas pero juega al L*L. Kanae cambia su ropa por su pijama en el baño, y luego regresa a la habitación, para acostarse. Yuki todavía está sentado en la cama.
—Sé que no trajiste cambio de ropa, y lo siento pero no tengo nada de tu talle. Tampoco tengo más sábanas ni nada para el suelo… —le dice porque realmente no tiene nada, por eso nunca invitó a SunHee a dormir.
—Entonces me acostaré en el aire… Mh. —mira hacia arriba, pensativo—. Pero me voy a caer cuando me duerma, rayos. Puedo dormir sentado contra la pared también. Es una opción. —estira los brazos, bostezando.
—Tengo una idea~. Puedes dormir acostado de ese lado, y yo duermo de este. Aunque si lo pienso bien… —hace un puchero corto, con los ojos entreabiertos—. Sería mejor si durmieras directamente aquí… sino te voy a patear.
—N-no… no me parece una buena idea ninguna de las dos… Usted es una chica, yo no debería compartir la cama con usted. Ya es mucho que me diera permiso de sentarme, no quiero incomodar, y no sé si estaría cómodo en esa situación yo tampoco.
—Oh… lo siento, sólo no quería que pasaras frío. Lo normal sería que diga «yo dormiré en el suelo, y tú aquí», pero no tengo un futón, ni nada. Mh… ¿Y si duermes aquí, y yo duermo bien pegada a la pared? Así no habrá nada raro, ¿Verdad? —bosteza también, tapándose la boca con una mano.
—Creo que no está pensando debido al sueño, señorita Mitsugashi… —suspira, y se sonroja bastante, probablemente el color rojo ya es uno con su piel a estas alturas—. Aceptaré dormir con usted pero por favor no imagine nada extraño.
—¿Quéee? —niega varias veces con la cabeza, avergonzada también—. ¿Qué estas insinuando? Yo soy la que debería decir eso~
—No lo sé, usted ve cosas como yaoi en clases con SunHee y Mitsuru, quién sabe qué pasará por su mente. —la molesta, obviamente jugando.
Aunque lo que dice es verdad, SunHee siempre les muestra fanfics o doujinshis de ese tipo.
—Yuki idiota. —la menor le da un pequeño empujón, pero de todos modos le hace lugar para que se acueste—. Buenas noches, sueña bonito. Mañana vas a preparar el desayuno antes de irte~ —efectivamente, tiene demasiado sueño. No piensa antes de hablar.
—Sí, sí. —sonríe con los ojos cerrados, y se da media vuelta para dormir. Lo que no se da cuenta, es que es la misma dirección a la que mira la chica, así que quedan con los rostros enfrentados.
—Y-yu-ki… Al… revés. —abre los ojos y parpadea varias veces, casi como su tuviese fiebre, tiene de carmín hasta las orejas.
—Oh, lo siento señorita Mi… —sin querer, por tratar de reaccionar rápido, se golpea la frente con la de ella—. Oh, lo siento en serio… soy muy torpe. —quizás está como «trágame tierra» en su mente, por su cara de vergüenza. Se da media vuelta otra vez, esta vez para donde corresponde— Buenas noches, sueñe b-bonito…
—Igualmente, tranquilo. —ríe bajo y se acomoda con un brazo bajo la almohada, el otro pegado a ella, con la mano cerca del rostro.
La cama es pequeña para que entren los dos sin estar apretados. De hecho, sino fuese porque Kanae está pegada a la pared, el chico apenas tendría espacio. De igual manera, a medida que va transcurriendo la noche, la niña lo termina abrazando como a un peluche con el brazo que tenía libre.
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