Nisenai Fantasy - 17
Capítulo 17
El cielo se nubla a medida que transcurre la noche. El viento se siente nuevamente más fuerte, y todo está más obscuro. No sólo por las estrellas y la luna cubiertas, varios postes de luz han sido arrancados o despedazados, también hay sitios que porque los cables se cortaron quedaron sin electricidad. No se le puede llamar a eso una tormenta eléctrica, porque no hay rayos ni relámpagos en el cielo, pero sí que es fuerte el aire que se pasea por Japón. Literalmente todo el país está con el mismo cambio climático. Y sumado a ello, la temperatura está disminuyendo bastante para tratarse de primavera; sin importar si son zonas usualmente más cálidas.
Cuando llegan las 4:07 a.m., el chico de cabellos negros comienza a abrir los ojos. Está en un lugar muy diferente del último que recuerda, con ropas que en su vida había visto, recostado cómodamente en la cama de su mejor amigo. Este último, está durmiendo sentado con la cabeza y los brazos en su cama, como si hubiera estado al pendiente.
—Idiota. —le dice en voz baja, mientras se incorpora el pequeño de ojos rojos, aunque sabe que el otro no lo está escuchando.
Estira los brazos y vuelve a acostarse. Realmente, ¿Qué se pondría a hacer a esas horas? Más que ruido o ir al baño, no tendría sentido para él levantarse a deambular.
—Rayos… Olvidé las cosas en mi casa… —suspira y a la vez se queja, se le olvidó completamente—. Tendré que ir mañana entonces. Aunque… es mejor que le pida a Yuki que me acompañe. —menciona aquello último mientras lo mira.
El ángel está cubriendo su boca y la parte baja de la nariz con los brazos. En la posición en la que está sólo se denotan sus ojos cerrados, a medias también ya que varios flequillos pasan por su rostro.
—Perdón por causarte problemas siempre. —le acaricia despacio el cabello, con una expresión de culpa—. Te lo compensaré en algún momento… Cuando me digas qué es lo que quieres… —regresa la mano a bajo la almohada—. Siempre pides cosas simples, que te pase un lápiz, que te ayude a subir algo, nada que requiera dinero ni mucho esfuerzo. ¿Qué será lo que de verdad quieres? ¿Poner un negocio con tus pinturas? —cambia de posición en la cama y se recuesta de espaldas, mirando hacia el techo—. Si fuese así, sería tu representante sin dudarlo. Aunque me perdería mucho al comienzo. —sonríe de lado y estira el brazo hacia arriba, mirándose la mano—. Si me pidieras que te compre algo trabajaría hasta que me alcance… Te he ayudado sin que me lo pidas casi siempre pero… nunca te he dado un regalo, ¿Cierto? —con la vista perdida en la nada, regresa nuevamente a cómo estaba acostado al comienzo—. ¿Te regalé algo alguna vez…? En este momento no lo recuerdo… —bosteza.
El demonio se pregunta sinceramente, pero de forma inoportuna, el mundo no está en las condiciones como para salir a pasear en busca de un regalo.
—Creo que me voy a arrepentir si llego a morir en esta lucha contra esas cosas… Y no consigo sentir que hice lo suficiente contigo. —cierra los ojos fuertemente y niega con la cabeza—. No moriré. No todavía.
[ 2017, Junio, 16 ]
La temperatura continúa descendiendo al punto de que parece como si fuese invierno. La ciudad está, y en sí el país, teñido de blanco. Las nubes obscuras se apoderan de Japón, con una nieve que según el pronóstico durará indefinidamente. Se sabe que las otras zonas del mundo también están con problemas climáticos. Lugares completamente congelados, y otros con un calor que sobrepasa los 40 grados centígrados aunque su temperatura usual se trate de 20.
En la casa de los Mitsugashi, el frío se siente más que en el resto de Tokyo. La zona del bosque Esmeralda, como se conoce, es la más fresca de Japón. Hay una gran neblina que no deja ver a más de dos metros de distancia. El río está congelado en la superficie, pero por fortuna aún debajo el agua, aunque fría, le da paso a los peces. Generalmente hay algunas épocas de migración cercanas al invierno, pero estas circunstancias son inesperadas incluso para el instinto de muchos animales.
Se puede ver a la familia en el almuerzo, comiendo un guiso de lentejas. La televisión como siempre está de fondo en un volumen bajo, y se escucha allí sobre los temporales.
—Mamá, quería pedirte un favor. —le comenta Kanae, tras probar un bocado.
—¿Qué sucede querida? —Saeko la mira con curiosidad, y seguidamente continúa comiendo.
—Me gustaría que echemos un vistazo a tus poderes. Resulta que si yo soy hechicera, tú también lo eres, porque eres mi madre. —agarra el vaso para servirse agua de la botella que está en la mesa—. Debemos descubrir qué especialidad eres… digo… el pueblo no lo puedo cuidar sola.
—¿Eso es verdad cariño? ¿Tienes esas habilidades también?
Jiro abre los ojos muy grandes, se lo escucha sorprendido, pero no molesto ante la petición de su hija.
—Al menos según lo que parece, sí. —le responde primero a su marido, y luego dirige la mirada a la menor—. ¿Te parece si lo vemos después de almorzar? Sé que tienes un libro por allí, podríamos intentar con eso. —le sonríe con los ojos cerrados.
—Muchas gracias mamá~ sabía que podrías ayudarme con esto. —sonríe de alivio, y come más entusiasmada.
Lo que Kanae le menciona a su madre, es algo en lo que no había pensado anteriormente sino hasta un par de días atrás, cuando se dio cuenta de que tendría que recurrir a toda la ayuda necesaria si quiere asegurarse de que no le pase nada malo a sus seres queridos, y si es posible, a nadie. Así que mientras se toman su tiempo para disfrutar en la mesa, ella está planeando mentalmente cómo intentar explicarle o por dónde comenzar. Supone también que si su madre ha leído La Utopía de Zaraín, no se encontrará tan desorientada con respecto a los poderes y clases.
Al mismo tiempo, en mediodía, se almuerza en la mansión Jung. Ellos convocan una especie de «reunión rápida» para el almuerzo, con sus cocineros y mayordomos.
—Lo que estamos haciendo ahora es peligroso, pero —el rubio se muestra muy serio, y habla en voz alta— es muy importante para nuestra seguridad de ahora en adelante. Ya todos saben lo que pasa en las noticias. Los monstruos esos. Resulta que según varias observaciones, sólo atacan lugares donde hay un grupo de personas grande reunido. Pero, son lentos para llegar, no pueden atravesar paredes ni nada por el estilo, pero sí romperlas. —aclara la garganta—. Según a mí me parece, sólo pueden sentir la presencia de la gente cuando son muchos, y por ello se mueven de esa forma. —les menciona mientras coge con los palillos un rollo de sushi de huevos tobiko—. Lo que haremos es lo siguiente. Tenemos que dividir horarios. No todos comeremos al mismo tiempo, y cada uno pasará más tiempo en las habitaciones para estar separados. De ese modo, creo que estaremos más seguros.
—… —alza la mano una de las cocineras—. Disculpe señorito Jung, ¿Ustedes estarán bien así? En el plan que propone, no tendrán las mismas comidas de siempre ni todas las comodidades.
—Estamos completamente seguros SeMi, muchas gracias por la preocupación. —le responde SunHee con tranquilidad, y tras beber algo de jugo, continúa hablando— No tenemos problema en dejar de lado nuestros caprichos si es por su seguridad. Y sé que alguno va a mencionar sobre los guardaespaldas —tiene en la mira a un mayordomo que está apunto de levantar la mano— pero mover más gente aquí significaría que habrá más peligro. No estamos tratando con gángsters, ni asesinos, no estamos hablando de humanos. Las medidas son completamente diferentes, y estamos probando una manera de adaptarnos.
—Así como dice mi hermana, realmente es así la situación. Incluso puedo decir, que hemos tenido bastante suerte de que aún no hayamos tenido esas «visitas» aquí. —hace otra pausa para comer—. ¿Alguien tiene alguna duda, fuera de las que ya respondimos?
—Si no tendrán guardaespaldas personales, ¿Quién los protegerá? —aquél mayordomo se muestra muy preocupado.
—Uhm… Esto… Creo que no hay motivos para que se lo ocultamos, sólo le pedimos que no le hablen de esto a nuestros padres. —comenta MinHyuk quizás algo dubitativo ante sus propias palabras.
Todos los presentes en la enorme mesa, los miran con mucha intriga.
—Nosotros tenemos poderes, podemos defendernos de algún modo. Bueno, mi hermana puede cuidarme. —tuerce la boca—. Mis habilidades no son ofensivas pero, sí me pueden sacar de aprietos.
Al comienzo se muestran incrédulos, pero las miradas se pasean entre unos y otros, regresando al frente, donde se encuentra el rubio. Él se mantiene firme en su posición, de modo que optan por tomarlo en serio.
—Puede que sea una osadía preguntar pero, ¿Qué poderes tienen? —la más joven de las mucamas le lanza su curiosidad, fácil de demostrar pero difícil de responder sin que cause revuelo.
—MiYeon… —la cocinera SeMi la regaña con la mirada.
—Tranquilas. —niega con la cabeza la chica de ojos verde agua—. No está mal que pregunte, yo también moriría por saber algo así. —ríe bajo, cubriéndose la boca. Pero a los segundos toma una actitud más seria. Su mirada de siempre, su expresión usual, mientras alza con su mente la copa de la que estaba bebiendo. Y por si acaso, también alza los cubos de servilletas, otros vasos—. Mi poder principal es el de mover cosas sin tocarlas, el otro es que puedo no sentir nada físico a mi voluntad, como por ejemplo no sentir dolor.
—Oooh… —algunos reaccionan muy asombrados y en voz más alta, otros parecen casi en shock por la demostración.
—•Lo mío es… transmitir y escuchar mensajes. No leo mentes, pero puedo hablarles a su mente. Según lo que investigué de mi propia habilidad, sólo puedo hacer esto a quien ya he escuchado hablar, que ya haya tenido contacto físico de algún tipo, y que conozca al menos un poco a esa persona. Son demasiadas condiciones, pero las cumplen todas.• —sonríe amplio, mientras acomoda su cabello, algo nervioso—. Con escuchar mensajes me refiero a que si ustedes hablan, y yo estoy en un estado de concentración, puedo escucharlos si me piden ayuda o algo. Aunque yo esté en Osaka podría conversar con ustedes sin la necesidad de un celular. Dentro de todo, no está tan mal la habilidad, aunque me hubiera gustado algo de fuerza. —de alguna forma se lo escucha cada vez más tranquilo consigo mismo respecto a sus nuevas capacidades.
—Y si ustedes no están aquí, y nosotros seguimos sus consejos, ¿No nos atacarán…? —uno de los cocineros más jóvenes, contratado recientemente, también demuestra preocupación.
—Las investigaciones de MinHyuk son bastante exactas, les puedo afirmar. Además nuestra ubicación es dentro en un lugar despoblado. Ustedes estarán bien. Pero si llegase a haber algún problema mayor, opriman el botón de emergencias de la casa y vayan al subsuelo. —fuera de su demostración, ya deja las cosas en su lugar, pero aún sin seguir comiendo—. Ustedes saben que en Japón existen muchos lugares para esconderse bajo la tierra, por las situaciones pasadas. Nuestra mansión es una de ellas. —lleva la vista hacia arriba, como recordando—. Mis padres nos contaron que al comienzo pensaron en hacer las habitaciones allí, para que haya completa seguridad, pero al final decidieron ponerlas en los pisos de arriba. También lamento que no supieran de ello, sólo los más antiguos mayordomos lo sabían, y le dan mantenimiento.
—Entendido. —responden varios, terminando sus porciones de comida.
—Gracias por contarnos de ese lugar. Me siento más tranquilo. —quien había hecho la pregunta, se pone de pie y hace una reverencia.
—Al revés, lamentamos que hayan secretos. Incluso puedo estar seguro de que nuestros padres no nos contaron varias cosas. —se pone una mano en la frente y niega un par de veces, pero luego regresa a acomodarse para continuar el almuerzo—. Eso es todo, si tienen más preguntas les responderemos sin problemas.
Continúan todos comiendo de manera ordenada, mientras entre ratos a alguno se le ocurre alguna duda. Todo está bastante tranquilo realmente, no hay rencores ni ninguna persona molesta en la mesa.
Unas horas más tarde, a las 16:09 p.m., la pequeña hechicera invita a su madre a su habitación. Saca de la mochila el libro, ahí lo está guardando últimamente. Le hace señas para que se sienten juntas en la cama y mujer accede.
Ya en la comodidad, la niña de cabellos negros pasa las páginas, buscando alguna cosa que sea fácil de probar. Naturalmente primero comenzaría con los hechizos más básicos de las clases, que ella con mucha dificultad pudo realizar uno que otro, pero es lo más lógico si se trata de averiguar su especialidad.
—Mamá, primero probaremos con las habilidades de hechicero blanco. —su corazón late rápido. No podría diferenciar si está nerviosa o emocionada por lo que están haciendo. Deja el índice bajo el renglón que habla acerca de lo que ella menciona.
—A ver, veamos… —los ojos de Saeko toman un color más brillante, idéntico a los ojos de su hija cuando lee el libro—. ¡Oh! De repente todo está en kana… —sonríe y ríe fuerte, parece una niña con un juguete nuevo—. Entonces, tengo que probar hacer esto. Mmm… dice… «Extienda su mano y visualice un brillo verde venir de ellas. Imagine calidez, imagine suavidad.» —ladea la cabeza, como si no le convenciera lo que está leyendo en voz alta—. Probaré aliviar una de mis piernas, más temprano me golpeé cuando llevaba el carro. Sino puedo, ¿Te lo podría pedir a ti?
—Claro mamá, realmente tendrías que habérmelo dicho antes. —infla una mejilla, frunciendo el ceño con una de las cejas.
—Jajaja. —ríe más y le da una palmada en el hombro—. Lo siento cariño. Se me había olvidado. —acerca las manos propias hacia la pierna derecha, y cierra los ojos, respirando profundamente.
Hay un silencio completo en la casa. Por la hora el televisor está apagado, y además de ello, tampoco hay sonidos bruscos que puedan llegar a molestar por la zona. Apenas se oyen de los copos de nieve deslizándose por el vidrio de la ventana, el arroyo ni siquiera se escucha prácticamente.
Al transcurrir un par de minutos, comienza a verse un color rodeando las manos de la mujer. Efectivamente, funciona. La habilidad surge, mucho más rápido de lo que la menor pudo hacer cuando ella estaba intentándolo la primera vez.
—Ah~ —suspira de alivio la señora, dejando salir una risilla—. ¡Qué bien! Ya no tendré ese dolor molesto el resto del día. —sonríe hasta de ojos, y seguidamente estira los brazos.
—Wow, te felicito mamá. —la abraza fuerte y le devuelve la sonrisa—. Por el tiempo que te tomaste en hacerlo, podría decir que eres de especialidad blanca, pero para descartar posibilidades, probemos una cosa más… —se separa del abrazo y revisa varias páginas más adelante, el comienzo de los hechiceros celeste—. Aquí. —le señala nuevamente con el índice.
—Dice… «No necesitas conocer lo que mueves, ni siquiera necesitas verlo. Sólo el deseo de que cambie de lugar. Los humanos no hechiceros que posean esta habilidad, sólo podrían levantar doscientos kilos o su cabeza dolerá. Tú, hechicero, puedes mover lo que gustes a voluntad.» Uhm… ¿Esto no te parece bastante más… difícil?
—… —antes que pensar en lo que le pregunta su madre, relaciona la indicación con su amiga. «Eso significaría que SunHee no podría levantar cuatro personas.»
En una batalla más seria, Kanae misma tendría que poder volar, sino estará en problemas. «Es más, sólo podría mover a dos personas si tuviese que volar ella también. Esto esta medio difícil. Yo no sé volar, tampoco he podido mover nada con la mente, ¿Cómo le voy a enseñar a mi mamá si yo no sé?»
—¿Kanae? —la mujer la mira arqueando las cejas, esperando una respuesta.
—Lo siento, estaba pensando… en varias cosas… Esto… también quería decir, por si acaso, podrías sufrir desmayos al comienzo por ser la primera vez experimentando con magia. Eso me sucedió, y luego nunca más. —baja la cabeza—. Había olvidado eso antes de enseñarte… lo siento…
—¿En serio? Quizás a ti te pasó por la impresión, pero yo no me siento asustada. Estoy curiosa. —tiene su punto realmente, a comparación de su hija, ella no se ve aterrada con la idea—. ¿Debería probar con algo pequeño, o grande? ¿Qué sería más fácil de mover? Mh…
—¿Algo pequeño? No lo sé, yo no pude mover nada. —desvía la mirada con los ojos entreabiertos, algo decepcionada de sí misma.
—Tranquila hija, ya vamos a poder. Si quieres intenta conmigo. —no se muestra impaciente ni nada similar, realmente se lo toma bastante natural. Es probable que se le haya pasado por la cabeza anteriormente, acerca de ser una hechicera.
—Está bien. —de la misma mochila, deja a la vista la caja de lápices, y coge dos colores—. ¿Quizás algo pequeño sea bueno para empezar?
Cada una escoge un color. El blanco para Saeko, el azul para Kanae. Es algo que muchas personas quizás intentaron jugando en algún momento de su vida, pero para ellas es algo vital ahora. Ambas cierran los ojos, según lo que el libro describe, no es necesario verlo, sólo pensar en ello. La menor frunce el ceño, la mujer sólo respira profundo. Al cabo de dos minutos, uno del par de lápices se mueve, el blanco. Sin embargo, como las dos están concentradas y sin mirar, no se percatan aún. Transcurren unos 5 minutos, hasta que Kanae decide abrir los ojos y se encuentra con el lápiz que su madre eligió en el aire.
—¡Mamá! —alza la voz—. ¡Violeta! ¡Eres una hechicera violeta, como yo! —sus ojos se abren gigantes, impresionada de lo que está viendo.
—¡Ay! —se asusta por la reacción repentina de su hija, dejando caer el lápiz sobre las colchas—. ¿Sí? ¡Qué bien! Pero supongo que era obvio, si soy tu madre. —le guiña el ojo.
—En realidad no. Te olvidaste de ese detalle. —juega con las manos propias, mirándola—. No es hereditaria la especialidad, ni siquiera hay más posibilidades de ser una u otra. Simplemente es al azar.
—Ooh~ claro. —le acaricia el cabello, sonriéndole cálidamente—. Muchas gracias querida. Espero que puedas mejorar tu telequinesis. —hace una pausa, y luego mira hacia el libro—. ¿Hay algo en particular que yo tengo que aprender? Digo, por eso me trajiste aquí.
—Oh, cierto. —revisa entre las páginas que marcó con un pedacito de papel, ya que es lo que estuvo practicando más recientemente—. Esta habilidad. Es un campo de fuerza. Al comienzo será muy pequeño, pero se supone que es para cuidar a las personas del pueblo. Lo ideal sería que hagas uno tan grande como para que nadie salga lastimado. Cada vez que veas a uno de esos monstruos acercarse. Aunque, sería difícil que vengan esos monstruos a esta zona, creo que es mejor prevenir. —lleva unos dedos al mentón propio, pensativa. «Lo malo es que mientras más grande es, más energía gasta. No podría mantenerlo tanto tiempo si fuese para todo el pueblo…»
—Lo intentaré. ¿Me das un papelito? Así anoto lo que dice el libro y no me lo llevo.
—Sí, claro. Ahí te lo doy. —arranca una hoja de una libreta que tenía por allí y se la entrega—. Espero que tengas suerte con ello, eres muy hábil.
—Muchas gracias mi cielo. —le da un beso en la frente y se va de la habitación, y por lo que se escucha se fue a hablar con su marido.
La pequeña hechicera está muy feliz de que su madre pueda contribuir a la protección del mundo. También, sorprendida no sólo de que ella tenga una gran destreza para realizar sus habilidades, sino también la gran voluntad y tranquilidad con la que lleva la tarea que le asignaron.
Ella, por su parte, le tomó meses considerar la idea de ser una hechicera. No es algo que a ella le divierta, ni que le guste. Aunque tiene muchas ventajas, la responsabilidad es tan grande que la frustra constantemente de no ser capaz de alcanzar sus propios estándares. No, realmente, los estándares que debería tener para encargarse de defender a la humanidad. Es demasiado débil, su nivel de aprendizaje es muy bajo a comparación de todos quienes conoce que están usando sus poderes. SunHee y su hermano no tuvieron dificultades, Mitsuru y Yamato también están realmente familiarizados con sus poderes… Si pudiera compararse a alguien, sería Jun tratando de aprender a manejar sus alas. Tiene que esforzarse mucho si quiere llegar a volar como sus amigos. Lo necesita verdaderamente. Una hechicera violeta, que es la clase más fuerte, tendría que ser más de cien veces mejor que ella.
«Mi madre cuidará al pueblo, yo debo ir con mis amigos a la ciudad. Generalmente cualquiera pensaría que «no estoy sola, que mis amigos me respaldan» pero, ¿Soy realmente alguien que puede proteger a mis amigos, así como yo puedo confiar en ellos…? Sino pudiera, ¿Cómo haría con la ciudad…?»
A muchas casas de allí, en el centro, se encuentra Mitsuru en el living de su hogar, conversando con su familia.
—¿Cuánto tiempo crees que tendremos que dejar de ir al restaurante? Esto me preocupa… —su padre suena frustrado al respecto.
—Cariño, si llega a haber algún problema, podríamos pedirle a tu hermano un préstamo… y después se lo devolvemos. —su esposa trata de calmarlo, haciéndole caricias en la espalda.
—¿Acaso nos faltará comida? —pregunta preocupado Tomoki, su hermano.
—¿Vamos a racionar? —el menor también se suma al colectivo.
—No sabemos… depende de cuánto tiempo tarde esto… ahora mismo hasta que finalice el mes llegamos tranquilos. Pero si el mes que viene no hay trabajo, podríamos pedirle un préstamo… —pasa a masajearse las sienes.
La chica de cabellos anaranjados observa la situación en silencio, con una mirada triste. Los problemas financieros que causaría la invasión de los supuestos «salvadores», serán muy graves si no se soluciona prontamente.
—Papá, perdón que… interrumpa. Tengo que salir otra vez. —la niña de ojos azules le dice con una voz entrecortada.
—Ve con cuidado hija, golpéalos fuerte. —Ebisu le da unas palmadas en el hombro y le muestra una sincera sonrisa.
—Muchas gracias. —le devuelve la sonrisa, a medias, se ve que está inestable anímicamente otra vez.
No avanza mucho tras salir de su casa, apenas llega a la esquina.
—¿Qué pasa mi amor? ¿Hay algún problema? —pregunta, mientras mira hacia los alrededores.
—•Se acerca una gran cantidad de esos monstruos a la ciudad. Les avisaré a los demás en poco tiempo. Necesitamos estar en el centro, luego veremos a dónde se dirigen esta vez. ¿Tú cómo estás?•
—Mh… Creo que no muy bien, pero así estamos todos. Con miedo de que sea el fin del mundo cada día. —desliza la espalda por una pared, quedando sentada con las rodillas cerca del pecho. No hay nadie cerca, así que no le importa lo de la falda.
—•Ciertamente. Hace un rato le expliqué qué medidas tomar a las personas en la mansión. ¿Crees que alguno de nosotros muera? Si lo pienso las posibilidades son mínimas pero… Realmente también tengo mucho miedo. Tampoco quiero ser una carga para ti o para mi hermana.•
—Nunca serás una carga MinHyuk… Tú nos cuidas a tu manera, preocupándote y aconsejándonos. Y obviamente armando los planes. —ríe bajo. Probablemente se siente mejor después de hablar con él.
—•Gracias por la paciencia. Te prometo que con el tiempo seré una persona más segura de sí misma. Nunca había tenido problemas de autoestima anteriormente, antes de que ocurrieran estas cosas… pero ya lo superaré. Gracias por apoyarme con esto. Nos vemos en un rato, les enviaré mentalmente la ubicación en el mapa cuando sepa.•
Como si se tratara de una llamada, la voz del chico pasa para otra persona.
—•Hey, cariño• —suena más animado tras hablar con su novia.
—Idiota. —el pelirrojo está lavándose las manos en la cocina de la casa. Le hace señas a su padre de que lo espere un momento y se va a la habitación—. ¿En dónde están? —ni siquiera necesita una introducción, ya sabe de qué se trata.
—•Aún no lo sé, pero quería que estés listo. Ponte lo que vayas a usar para pelear. También te aconsejaría no llevar el celular o algo de valor.•
—Entendido. —se sienta en el borde de su cama, mirando hacia una de las paredes—. ¿Y cómo estás? ¿Aún no atacaron tu casa?
—•Está todo seguro aquí. ¿Tu casa está bien? Tú suenas normal.•
—Lo estoy. Almorzamos tarde hoy, hace poco que comimos. Mi padre continúa trabajando en la computadora, y como somos solo nosotros dos aquí, es difícil que haya algún problema. A menos que una multitud justo decidiera pasar por frente de aquí, pero es casi imposible. Los comercios están cuadras más atrás, hacia la casa de Yuki. —comenta mientras se quita la camisa, buscando otra más resistente para llevar—. Aún no hablaste con los demás chicos, ¿Cierto?
—•Así es. Me quedarían ellos y Kanae. Les estaré avisando la ubicación por imagen.
—Tu transmisión de imágenes actualmente es perfecta, te felicito. Sólo faltaría que puedas transmitir música, no tienes idea del trabajo que ahorraría para Golden G si lo manejas del mismo modo. —sonríe de lado, divertido, como imaginándose aquello.
—•Muchas gracias Yamato. Supongo que luego les tendremos que contar lo de los poderes… y sí, creo que es una genial idea. Espero que el mundo siga de pie para cuando saquemos nuestro próximo álbum.•
—Seguro lo conseguimos. —escoge una camisa gruesa, y también un abrigo negro más acolchonado de lo usual para él.
—•Nos vemos más tarde, voy a hablar con los demás.•
Mientras tanto, en la casa del ángel, se encuentra éste tomando un baño, y el chico de cabellos negros recostado en la cama del menor, esperando su turno. Jun, en lugar de estar con el celular, está practicando realizar formas con la electricidad de sus manos. Entre ellas letras, estrellas, corazones. Es una forma de no «dejar de lado el entrenamiento» aunque no sea algo fuerte o brusco.
—•Hey, chicos. No sé si estarán ocupados, pero me gustaría que estén alistados pronto. Vendrá una oleada de esos monstruos al centro, luego les avisaré bien hacia dónde.•
—Oh, tendría que decirles a los demonios que vengan también para ayudar. Entonces yo iré saliendo ahora. —se incorpora en las sábanas, estirando los brazos—. ¡Hey, Yuki! —alza la voz, mientras se acerca a la puerta del baño—. ¡Nos vemos en un rato!
—¡Bueno! —grita también, aunque se le escucha un poco distorsionado por el agua que cae sobre su rostro—. Estaremos allá en breve. Sobre todo quienes vivimos cerca. —le menciona mientras se enjabona el cabello—. ¿Está todo bien, señor Jung?
—•Bien en el sentido de que no estamos deprimidos, sí. Pero es todo más difícil actualmente. Extraño cuando sólo debía preocuparme de la banda y la escuela.• —suspira, aunque ello sólo se escucha como una pausa por la desconcentración del momento—. •Cuídense mucho, los estaré escuchando si necesitan algo, sólo digan mi nombre y me quedaré atento•
Nuevamente cambia a otro receptor, receptora en este caso. Kanae está súper concentrada, cerrando los ojos, aún intentando de levantar con su mente el lápiz azul. Consigue moverlo un poco hacia los costados, como si de un poco de viento tratase, pero en ningún momento flota aún. Incluso mueve las manos, imitando a SunHee. Supone Kanae que es una especie de guía de la energía, la forma en la que su mejor amiga mueve los brazos, pero a ella no le resulta. Al menos, puede sentir de alguna manera, que sí está moviendo el lápiz. Podría decirse que es como si una extensión de su cuerpo lo sostuviera, entre unos dedos invisibles, algo parecido. Siente la «existencia» del objeto, el espacio que ocupa. Está segura de que la rubia también debe sentirlo mucho mejor, si puede manejar tantas cosas a la vez.
—Aunque tengo la duda de porqué mi madre… no se dio cuenta cuando el lápiz flotaba… Quizás no le prestó atención… —mueve las manos en círculos, el objeto que ella manipula sólo se balancea hacia los lados.
—•Kanae, te necesitamos en un rato. Vienen monstruos al centro, ¿Podrías ir tomando el tren?
—¿Sí…? Supongo que sí. ¿Y SunHee? No le mandé mensajes hoy porque estuve hablando con mi madre.
—•Ella está bien, gracias por preocuparte. Me pidió que te diga que escojas bien la ropa que llevarás, porque está helado afuera. Y que luego quiere hablar contigo. No es nada grave, sólo quiere conversar.•
—Aunque digas eso, siento que me quiere regañar de algo. —sonríe con los rojos cerrados, arqueando las cejas—. Estaré por allá en un rato. Hasta luego MinHyuk.
Tal como le sugirieron, busca el abrigo para llevar. Tampoco es como si tuviera tantos para escoger, simplemente espera que no se rasgue mucho. Y tras abrigarse, duda de si llevar su móvil o no. La última vez casi lo rompe, de hecho el vidrio templado tiene varias líneas por los golpes de la pelea. Y a decir verdad es bastante resistente para no haber quedado completamente trizado.
Se acerca al living, encontrándose con que su madre está presumiéndole al marido con los poderes nuevos. En realidad, lo está curando de varios dolores que tenía. A los dos se los ve bastante tranquilos, como si vivieran en una realidad diferente a la que está teniendo el mundo.
En cierto modo así es. Un lugar alejado de todo, donde se valen más que nada por sus propios medios, donde ni siquiera hay contaminación sonora, ni autos entrando y saliendo del pueblo. Es todo muy tranquilo en el pueblo Esmeralda, y mucho más seguro en todos los sentidos, que vivir en la ciudad. Lo único que falta allí es un médico, pero si el par de hechiceras pudiera manejar mejor sus habilidades de sanación, podrían ayudar a la gente con los golpes o cortaduras, más no enfermedades ya que la curación de hechiceras está muy lejos de la de un ángel.
Antes de salir se despide de ambos, y toma rumbo hacia la estación.
Ya en el tren, falta poco para llegar a la parada en donde siempre baja, cerca de su escuela. Está muy vacío, apenas hay pasajeros, la gente está con miedo de trasladarse. El silencio es diferente que simplemente las personas estén cansadas o con sueño, las 3 que se encuentran en el vagón tienen la mirada perdida, con el rostro pálido. La pequeña de ojos violetas recuerda que ella se sintió algo similar cuando habían comenzado los ataques.
Al bajar a la ciudad, se ve cómo las calles están desoladas. No hay ni autos, ni motocicletas paseándose por el lugar. Los únicos que aún pasan de a ratos, son los autobuses y taxis, ya que la mayoría de ellos sólo viven de eso. Los supermercados están llenos, filas que desde la puerta llegan hacia la esquina de una cuadra. La razón de lo último, es que abren sólo unas pocas horas por temor a los ataques continuos, y la gente en sí, no quiere salir de sus casas.
Al salir de los mercados o farmacias, la gente solloza, o susurra entre quejidos que no quiere volver a salir, otros dicen que se quieren morir. Actualmente el terror reina no sólo en Japón, sino en todo el mundo. Al menos, se podría decir que no hay saqueos. En algunos países de Europa y Latinoamérica, la situación los ha llevado a destrozar las tiendas por el miedo y la impaciencia. Obviamente, no quiere decir que los japoneses tienen una paciencia inquebrantable, pero sí, es menor la delincuencia en ese ámbito.
—Por favor, debo volver rápido. —una mujer le ruega a un oficial de seguridad.
—Señora, espere su turno. Aún está a la mitad de la fila… —el hombre trata de calmarla, ya que nadie puede adelantarse, todos llevan esperando al igual que ella.
—¡Pero mis hijos están solos en la casa! ¿Y si les pasa algo? —alza la voz, y comienza a llorar, haciendo que las pocas personas que por allí pasaban, quizás yéndose a una tienda de conveniencia, volteen a mirar.
—Señora, entienda, esto nos afecta a todos. —le responde y regresa a su posición original.
Kanae mira hacia los alrededores, notando que está todo tan perdido, tan triste. Se pregunta si en algún momento las personas podrán volver a sonreír, si volverá literalmente a salir el sol, si todo es un mal rato y se solucionará, o hay que acostumbrarse al caos y nunca terminará hasta que se mueran.
—Hey. —el pequeño de ojos rojos, le pone una mano en el hombro—. No mires, no escuches. Nosotros no podemos cambiar a la gente, pero sí podemos tratar de cuidarlas. —se lo ve cansado. Con una mano se sujeta la cabeza, cerrando un ojo fuerte en la dirección de ella.
—Okey Jun… —observa curiosa que detrás de él hay varios demonios, al menos unos 15; pero todos son cambiaformas, razón por la cuál los humanos de las cercanías no salen corriendo—. ¿Esos son tus nuevos amigos?
—Es mi pueblo, pero sí, creo que sí. —sonríe y ríe bajo, pero luego hace un quejido de dolor—. Ellos también están esperando a los monstruos que MinHyuk había mencionado. ¿Sabes a dónde están los demás? Yuki está por allá. —señala hacia la escuela—. Está revisando si hay personas escondidas.
—No he visto a nadie aún, aparte de a ti. Acabo de llegar… —se rasca tras la cabeza, mirándolo—. ¿Quieres hacer algo para esperar? Algo así como… ¿Patrullar?
—No lo sé. Realmente no tengo muchas ganas de estar afuera. Hay demasiada negatividad. Es más, me estoy comenzando a preguntar cómo ellos no se sienten tan aturdidos como yo. —mira hacia atrás, a los suyos.
—Un poco de karma por el camino, y que estamos acostumbrados a lidiar con eso, tú ni siquiera habías salido del bosque hasta hace poco. Así que naturalmente te costará mucho. —aclara la garganta—. Lo siento, eso es mayormente nuestra culpa.
—En parte, pero también fue por mis padres… —mira hacia un costado y abajo—. Sabes Kanae —cambia de tema— estoy extrañando esos días de clases donde te pasaba a buscar y hablaba contigo sin preocupaciones. —posa una mano sobre la mejilla de la chica mientras la ve.
—Uhm… —se sonroja, pero a la vez da un paso hacia atrás, no se siente tan cómoda ahora—. Sí he pensado que extraño estar tranquila, pero cuando salgo de casa, estoy muy atenta. No tengo ninguna habilidad especial aún para sentir si hay alguien cerca o algo similar… y en sí me da miedo salir. Tampoco he progresado tanto como me gustaría con mis poderes. —le comparte sin querer su frustración, por decir lo que lleva en su cabeza desde que salió de su casa.
—¿Qué es lo que no consigues hacer? ¿Tienes problemas para focalizar la energía? Hoy justamente estuve practicando eso. —le muestra la forma de un corazón brillante que sale de por encima de una mano.
—Oh, se ve muy lindo~. —a pesar de que quisiera sonar más sorprendida, le traicionan sus pensamientos—. No es nada diferente de lo que me pasa siempre. Las habilidades de las otras especialidades, apenas las puedo usar. Por eso… Estaba molesta cuando me llamaron para venir. No quería, porque estoy enojada conmigo. —respira profundo y baja la cabeza—. ¿Y si vamos a ver en la escuela también? Creo que sería lo mejor.
—Uhm. Bueno. —por su expresión, parece que se da cuenta de que la contraria no tiene muchas ganas de mantener una conversación con nadie en el momento—. Chicos, ustedes también vengan, no los quiero dejar desorientados.
—Sí. —nadie se niega a seguirle, pero como si fuese algo premeditado, van varios pasos por detrás del par de adolescentes.
Van caminando casi en silencio, no hay muchas frases ni de parte de los demonios, ni de los que caminan en el frente. Se escucha mayormente el sonido de los pasos húmedos en el suelo debido a la nieve. El blanco cubre todas las esquinas y bordes de las calles, realmente si continúa de ese modo, es probable que en unas semanas más no se pueda atravesar por el camino. Hacía años que no había una nevada tan exagerada en Japón. Y lo más traumatizante es que no es invierno. Es tal el cambio, que incluso los demonios del bosque lo perciben como algo extraño, comentando al respecto mientras se acercan más al establecimiento.
Ya en la preparatoria, se escucha el eco de los pasos, aún con las suelas mojadas, atravesando por el pasillo. Están todas las puertas abiertas en los cursos, sin gente a simple vista. En algunas salas hay vidrios y ventanas rotas, aunque ya las habían repuesto, las rompieron otra vez. Y tras minutos de caminar, se encuentran con Yuki, descansando en los escalones.
—¿No había nadie? —el primero en volver a hablar es Jun, que se dirige con naturalidad a su mejor amigo.
—No, ya revisé por todos lados. Está vacía por suerte. —echa un vistazo general a la compañía, hasta que sus ojos se topan con los de la chica—. Señorita Mitsugashi, ¿Le es suficiente su abrigo para el frío que hace?
—Creo que sí. —se acomoda el cabello tras la oreja—. Está lindo el gorro que llevas, queda muy lindo con el color de tu ropa. —le sonríe sinceramente.
—Muchas gracias. —sus mejillas se ruborizan, y le devuelve una sonrisa igual—. ¿Han llegado los demás? ¿O aún está sólo usted?
—No pusimos un punto de encuentro, así que siento que nos vimos de casualidad… —mira hacia arriba, y luego al frente—. ¿Deberíamos quedarnos aquí mientras tanto? Jun dijo que no quería estar cerca de todos por la negatividad, y yo creo que aquí hace mucho menos frío. —toma asiento en la escalera anterior a dónde está el otro.
Seguido de eso, el pequeño de cabellos más obscuros se sienta al lado de Yuki, estirando los brazos hacia abajo. Los demás demonios conversan entre ellos, algunos apoyados contra la pared, otros sentados en el suelo.
—¿Te duele la cabeza otra vez? —el ángel lleva una mano a la frente del mayor, bajo sus flequillos—. Aunque no sé si estás tan grave como esa vez. —trata de curarlo un poco.
—Ya sabes que eso no funciona con este problema, pero gracias por la intención… Uhm. —mira hacia un costado y se sonroja un poco—. ¿Podrías…?
—Oh, sí, lo siento. —aleja la mano del otro, y se pone a jugar con las propias.
—Se darán una idea equivocada de nosotros… —ríe bajo—. Ya me hicieron bullying por la contraseña.
—¿Cuál contraseña? —ladea la cabeza confundido, se nota que no está enterado.
—Ah… Eso. —niega con las manos varias veces y luego se cubre el rostro con ellas, bastante avergonzado—. No es nada, nada.
—¿Qué pasa Jun? —la chica de ojos violetas lo mira curiosa por su reacción, no es común verlo tan rojo a Jun.
—¡Que lo tiene de contraseña a su novio! —suelta uno de los cambiaformas, riéndose.
—¿Eeeeh? —Yuki se sonroja igual hasta las orejas, sabiendo que hablan de él—. ¿Por eso me tomaste las huellas para desbloquear tu teléfono? ¿Para no decirme la contraseña? —tanto las huellas de él como las de Jun sirven para ello.
Los demonios estallan en carcajadas por la reacción de ambos. Justamente a eso se refería el niño de ojos rojos. Parece que es algo que lleva tiempo así, quizás desde la vez que lo fue a buscar. Y sí, naturalmente, cualquiera se daría la idea de que se gustan por cómo son de cercanos.
—Puedo saber… ¿Por qué? Es… sólo curioso. —arquea las cejas, mirándolo fijamente.
—Es simple. Eres la primera persona que me importó tanto, la persona que más me importa actualmente y eres mi mejor amigo. No hay mucho más detrás. —aclara la garganta.
—Tranquilo, lo entiendo. Yo también te quiero. —lo despeina, riendo fuerte. Quizás es una mezcla de la vergüenza con un toque de ternura ante las palabras del otro.
—¿Y el beso para cuándo? —dice uno de los que se encuentra más cerca de ellos.
—En la cama por supuesto. —cansado de las burlas, Jun directamente les responde siguiéndoles el juego.
—Idiota. —el ángel le da un empujón, negando con la cabeza.
Se escucha cómo gritan y ríen los demonios. Kanae también termina contagiándose de ello. El ambiente aquél alivia mucho la tensión que venían sintiendo todos. Incluso la hechicera ya no piensa en lo que la traía mal desde temprano.
Al mismo tiempo, se ve a los mellizos llegándose para la escena. Inmediatamente, se acomodan en la escalera junto a sus amigos. SunHee en el mismo escalón que Kanae, y MinHyuk a la derecha de Yuki.
—¿Qué pasó aquí? —la rubia le susurra en el oído a su mejor amiga.
—Yuki y Jun están saliendo. —le responde en voz baja de la misma manera.
—Te juro que si fuera real tampoco me sorprendería. —aún conversando con el mismo tono de voz—. A veces los chicos son así. Mi hermano y Yamato también bromean mucho, aunque me pregunto si con Yuki y Jun sería el mismo caso… —dice en voz aún más baja lo último.
—Por cierto SunHee, ¿De qué querías hablarme? Por favor, ahora no me regañes. —le hace un puchero con los labios, esperando que sea algo bueno lo que quiere decirle.
—Ah, eso. —mira a los dos de abajo y luego a ella—. Ya no voy a ser pesada de con quién sales o no. Al comienzo recuerdo que pensé que estaría bien que salgas con Jun, luego te animé a que hables más con Yuki. Después ya no quería que salgas con Jun y… no sé. —juega con el final de su trenza, mirando primero en esa dirección, para luego regresar la vista a Kanae— Comenzó siendo que yo quería que hagas las cosas más despacio, y al final me terminé enojando de situaciones que ni siquiera me suceden a mí. No puedo decidir lo que a ti te hace mejor, aunque me preocupe. Así que lo siento por haberte estado presionando. También perdón por haber sido tan brusca.
Como están hablándose en el oído, y los otros dos andan en su mundo, es imposible que las escuchen.
—Tampoco es que me hayas tratado mal. Aunque sí admito que me he sentido presionada en algunos momentos, pero, estoy confundida ahora. ¿Significa que ya no me quieres ayudar en eso? —aunque hable despacio, se denota su preocupación. Realmente se sentiría perdida sin su guía.
—No lo sé… Creo que seguiré escuchándote, pero… Si me pides ayuda en eso, no puedo prometer que seré objetiva. Así que depende de ti. Lo único que haré por mi cuenta será contarte si me entero de algo respecto a ellos. Por lo demás, si me preguntas te diré qué pienso, pero sólo así. —se aleja un poco del rostro de la otra, para comenzar a hablar en un volumen normal—. Cambiando de tema, ¿Cómo estás para la defensa de hoy?
—Agh. No mal pero… —hace la expresión de hundirse entre sus piernas, pero luego regresa a sentarse erguida. Recuerda lo que le había deprimido, pero ya no se lo toma del mismo modo—. Esto es importante, te lo tengo que explicar. Bueno, sé que podría sonar obvio pero mi mamá es hechicera también.
—Oh, sí, era lo esperado. —asiente la chica de ojos verde agua, mirándola con curiosidad.
—Pero violeta.
Cuando menciona lo último, el ángel y el demonio voltean a ver hacia arriba. Pues ya estaban hablando más fuerte las dos.
—Tenía entendido que no era común la especialidad violeta, y que no es hereditaria la especialidad, ¿Cierto? —arquea una ceja, con los ojos grandes. La chica de cabellos amarillos está atónita.
—Es así, es una gran casualidad. —se muerde el costado del labio, mirando hacia arriba, pensando al respecto. «Sí, realmente, es tan difícil de creer incluso para mí.»
—¿Y cuál es el problema? Habías comenzado como «no está mal pero…», ¿Qué tiene que ver esto con tu estado físico…? —ladea la cabeza, aún con la expresión en el rostro.
—Es que, mi madre ya puede hacer telequinesis, y es su primer día probando. Yo no, y tampoco puedo curar casi nada. Apenas he mejorado con disparar, y puedo hacer unas mínimas paredes de energía, aún no consigo mantenerlas mucho tiempo… —se queja, bajando la mirada—. ¿Y por qué mi mamá puede hacerlo sin problema alguno, el mismo día?
—Existe —MinHyuk le responde primero— algo que se llama talento, o ser prodigioso. No es una ofensa lo que te quiero decir, sino, que seguramente tu madre es mejor de lo normal, no es para que te deprimas. Estás haciendo tu mejor esfuerzo.
—En realidad —el chico de ojos rojos también se une a la conversación de ellas— se supone que los hechiceros violeta son prodigios de nacimiento. No le digas a Kanae algo que no es verdad. —frunce el ceño con una ceja, mirando al mellizo—. ¿O de verdad no sabías eso?
El niño de ojos grises lo mira mal, y le da un pequeño golpe en la cabeza.
—¡Ah! ¿Y eso por qué? —se soba, mirándolo indignado.
—Aunque sea verdad, tampoco hay que ser tan crueles con ella. Ustedes dos. ¿Les gustaría que les dijeran inútiles? Específicamente ustedes dos. Y saben de qué hablo. —Yuki se ve molesto, aunque más que nada suena como un regaño, no les está gritando.
—Uhm… —ambos asienten con la cabeza.
—Yuki, tranquilo. Sé que quieres cuidarme, pero… si lo que dice Jun es cierto, significa que no puedo cambiar eso, ¿No? —sonríe con la mirada baja—. Pero también, puedo hacer mi mejor esfuerzo, como dijo MinHyuk, eso es lo que hago y es lo que seguiré haciendo. Estaba —mira a la rubia— pensando en pedirte si querías ayudarme con la telequinesis, el tiempo que puedas, ya que necesitaré volar.
—¿Pero no podría yo simplemente mantenerte en el aire como hicimos veces anteriores? —la mira sinceramente confundida, ya que había funcionado perfectamente las tácticas que tuvieron, a excepción de cuando ella de desconcentraba.
—Pues… según vi en mi libro, tienes un límite de peso, por ser humana. Dice que los humanos con la habilidad, sólo pueden levantar 200 kg. Y entre tú misma, un par y yo, nos pasamos de ese peso. No entiendo muy bien a qué se refiere —mira hacia arriba, con una mano en el mentón, y regresa la vista a la chica— pero quizás se te caigan todos, o te desmayes, o te duela algo si te sobreesfuerzas. Realmente sólo dice que no se puede.
—Entiendo. —la mira seriamente, aunque es lo usual—. No tengo problemas en enseñarte al respecto, podemos probar eso mientras esperamos a que mi hermano nos diga la ubicación de los monstruos. Uhm. Pero primero debería pensar qué mover… No traje mi bolso de salidas. —se pone una mano bajo el mentón, sosteniéndose la cabeza. Apoya el codo en la pierna—. Es que no puedes probar con algo gigante de buenas a primeras.
Mientras conversan, tratando de decidir qué hacer, llegan los dos faltantes del grupo y se acercan al resto en las escaleras. Mitsuru toma asiento a la derecha de la rubia, y Yamato se ubica a la izquierda de Jun.
—Realmente llegamos todos mucho antes de lo esperado. Y estos monstruos son bastante lentos para llegar, por suerte. Traté de evacuar a la gente de los supermercados durante todo este rato, y no hay forma. Nadie se quiere mover. —les comenta Yamato, suspirando pesado.
—Yo tampoco pude convencerlos… Pero bueno, hagamos lo posible para llevarlos a un lugar donde no haya gente… —MinHyuk también intentó antes de llegarse a la preparatoria— El problema es que sin importar en dónde estemos, va a haber destrozos. En el centro comercial no se salvaron las baldosas ni varias bancas…
—Hay cosas que no se pueden evitar, lo siento. —la chica de ojos azules estira su mano para acariciarle el cabello—. Protejamos lo que podamos, como hicimos en el centro comercial. —le sonríe con los ojos cerrados.
—Tienes razón. —sonríe de lado y respira hondo—. Está bien. Ya de por sí siento un avance de poder escuchar de dónde vienen los monstruos. Pero en medio de la pelea, al ser tan movidas, me costaría dar una opinión si no puedo verlos de cerca. Realmente siento que fui casi inútil la vez que hablas, pero ustedes lo hicieron bien. —se apoya con una mano en el escalón, y mira hacia la chica, moviendo la cabeza y no sólo la vista.
—Si vas a meterte en la pelea tienes que tener mucho cuidado de dónde te ubicas, así no salgas muy lastimado. —Yamato le da unas palmadas en la espalda—. Espero que puedas encontrar un lugar de cerca que no sea peligroso.
—Eso intentaré… —tuerce la boca, y cambia a una expresión pensativa.
Los dos hermanos están sumidos en sus pensamientos, pero por motivos diferentes. Es algo que le causa gracia a Kanae cuando los mira, ya que ponen una expresión muy similar cuando se concentran.
—Por cierto chicas, ¿Por qué ustedes están tan calladas? —Mitsuru las mira con curiosidad.
—Quería practicar telequinesis, pero no se nos ocurre con qué. Tiene que ser algo pequeño. —le explica Kanae, que tampoco se le ocurre qué usar para probar.
—¿Y si le prestas tu liga de cabello? Es pequeña y liviana. —parece ser que fue lo primero que se le vino a la cabeza.
—¡Oh! Buena idea Mitsuru, gracias pequeña. —la rubia le sonríe mientras se suelta el cabello, aún peinada, puesto que no se le desarma la trenza por sólo quitarle el atador—. Ahora sí. Concéntrate en esto, imagina que lo levantas. Piensa el movimiento que quieres que haga, y hazlo con la mano.
—¿Entonces no debo concentrarme en sentirlo, sino en el movimiento que quiero que haga?
—Pues… lo vas a sentir aunque no pienses en eso. Pero no es lo principal. Realmente si ya sabes que está ahí, debes pensar principalmente en el movimiento.
—Pero cuando hice eso no podía mover nada, y cuando pensaba en sentirlo se movía un poco… —suspira, y forma un puchero con los labios—. Mi mamá tampoco se fijó en eso, ni siquiera se había dado cuenta cuando el lápiz flotaba.
—No. Tu madre literal no lo siente. Yo sí lo siento, sino no podría haberle quitado a Yamato los pedazos de vidrio aquella vez. —le comenta un análisis de las situaciones—. Pero… no me concentro en sentirlo, si ya sé que está ahí aunque lo vea o no, sólo me queda el movimiento. Entonces, si ya lo sientes, ya puedes pasar digamos, ¿A la siguiente fase? Quizás ahora sí funcione. Al menos eso creo.
—¡Chicas! Ya no hay tiempo. —las interrumpe MinHyuk, con una expresión preocupada—. Ya se acercan. Van hacia el mercado de la esquina.
—¡Pero ese lugar está lleno aún! —Kanae se asusta al escuchar eso, y se pone de pie rápidamente—. ¿Cuál esquina? Hay dos supermercados cerca.
El chico de ojos verdes cierra los ojos, y en la mente de la hechicera se puede ver claramente el letrero del lugar que le había mencionado. Es lo mismo para todos los demás, justamente lo que habían estado hablando anteriormente Yamato y MinHyuk, la transmisión de imágenes.
—Ustedes sígannos si pueden, necesitamos ayuda. ¿Pueden pelear mientras sacamos a la gente de allá? —Jun también se incorpora del escalón y deja a la vista sus alas negras.
—Por supuesto, para eso vinimos. Nosotros no podríamos salvar a los humanos, porque va en contra de nuestros principios, pero sí podemos pelear tranquilamente contra esos monstruos. —se truena los dedos y se separa de la pared en la que estaba apoyado. Le hace una seña a los demás demonios para que vayan tras él.
—Gracias. Realmente, no pensé que este día llegaría. —Yuki también muestra sus alas blancas, y se eleva no muy alto por el momento, no es necesario—. Iré primero. —y literalmente, se adelanta.
Como ángel, naturalmente tendrá mayor credibilidad al hablar con los humanos, ya que estos los adoran. El chico se detiene frente al supermercado, y alza la voz, llamando a todos afuera. Se oyen comentarios como «un ángel vino a salvarnos», «nos vienen a buscar, hay que salir». Aunque continúa habiendo gente que no tiene intenciones de salir de allí, razón por la cual el niño se ojos grises se adentra, y trata de convencerlos para salir.
—¡Sino salen de aquí ahora, se les acusará de robo, porque nosotros cajeros nos vamos! —grita un señor, acomodando las cosas para irse.
—¡No voy a irme sin la comida para mis hijos! —la misma señora que hacía un rato estaba en la fila, por fin le había tocado pasar, y ahora le están apurando para salir.
—¡Yo estaba por hacer las compras del mes! ¡No pueden correrme! —un señor también se ve muy angustiado por la situación.
—Señores, están los-
Se comienzan a escuchar estallidos afuera, sin dejarlo terminar la frase al ángel.
—Agh. ¡Están esos fantasmas raros afuera! ¡Deben salir por seguridad! —tiene que gritar aún más fuerte.
Por fuera del negocio, se ve cómo aquellos seres gris azulado, la mayoría de contextura delgada, descienden del cielo hacia las calles de por allí. La cantidad es dos veces la que hubo la vez anterior en el centro comercial. Apenas al poner un pie en el suelo, algunos que parecen desorientados le pegan un puñetazo a las paredes o a la tierra misma. Otros, corren velozmente tratando de alcanzar a los humanos, con una sonrisa muy escalofriante en el rostro.
Por fortuna son frenados por el grupo que justamente se estuvo preparando desde temprano. Principalmente entre Mitsuru y SunHee, tratan de llevar lejos a los monstruos, buscando reunirlos en un lugar cercano donde no haya nadie y puedan pelear con libertad. No es muy difícil en la actualidad encontrar lugares vacíos, es más complejo decirle a la gente que salga de los lugares de comida.
—Tenía razón MinHyuk, son muchos… —la chica de ojos azules empuja con fuerza a los monstruos, en la dirección contraria a donde ellos quieren ir.
—¡Jun! ¡Dispárale a esos! No les afecta el daño físico. —le grita SunHee, mientras lleva al aire un par, manteniéndolos lo más inmóvil posible.
—¡Va! —frota sus manos y genera una carga de electricidad más sonora de lo normal, lanzando así un gran rayo con ambas manos en la dirección asignada.
Literalmente los desaparece de un chispazo, por fortuna la chica los tenía alejados de sí.
—¿Y eso? —la chica de cabellos negros lo mira intrigada, es la primera vez que ve un disparo de tal intensidad.
—Desde la pelea en mi pueblo, me di cuenta que tenía que ser más fuerte. Lo malo es que necesito a Yuki. Ah… —se agarra la cabeza y se acaricia en un costado—. Estos ataques gastan más energía.
—•¡Entonces no los uses! Espera que regrese Yuki si quieres presumir tus nuevas técnicas, aún no son útiles si te dejan fuera antes.• —parece haberse desconcentrado un poco por que transmite el mensaje para todos y no sólo a Jun. Pero el siguiente, sí es para el grupo entero—. •Vengan hacia esta plaza. Es grande, y no hay negocios ni nada por aquí, es más que nada tierra.• —el rubio se posiciona bajo un tobogán.
—Qué cruel. —alza una ceja, con la mirada entrecerrada—. ¡Sabes, estoy tratando ayudar! Pero sí, tienes razón… —suspira pesado. El entrenamiento que tuvo no es suficiente para poder manejar tales cargas de energía sin sufrir las consecuencias. Incluso sus manos están ya moradas—. ¡Cierto, la nieve! Ah, maldición…
Justo en el momento, vuelve el ángel, esquivando los golpes que proceden tanto de sus amigos como los monstruos. Echa un vistazo general, yéndose primero por Jun.
—Te vi que miras tus manos, y mis ojos me dieron una señal más fuerte de tu parte. Están muy mal. —acerca las propias, sin posarla en las contrarias, pero proporcionando la curación necesaria de a poco—. Te diría que no uses la electricidad pero… no me harías caso.
—Pues obvio. Estamos en una emergencia Yuki, no jugando. —tuerce la boca a un lado, se lo nota bastante molesto.
—Ya estás listo. —sonríe cálidamente y le da unas palmadas en la espalda—. No te pongas así, sigues siendo muy fuerte. Pero de verdad sugiero que le dejes a Kanae los ataques mágicos ahora. ¿Sí?
—Hm… —se queja, algo frustrado—. Por cierto, me curaste muy rápido, ¿Qué onda con eso?
—Estuve practicando. Vieras a mis padres, ellos son los expertos. —asiente varias veces—. Pero es parte de la experiencia. Ahora, ve. —lo empuja despacio, porque la pelea sigue.
—¡Ah! —pierde el equilibrio por un momento—. Maldición. —musita, aún molesto. No puede siquiera volar bien.
Como es sabido, todos tienen sus debilidades. Jun, tiene problemas con el agua externa cuando se refiere a electricidad. Kanae es muy lamentable como hechicera violeta y además se cansa más rápido que cualquiera de sus amigos. Yamato tiene el limitante de que no debe excederse con la sangre. SunHee ahora está sufriendo con aquello que le habían mencionado sobre el peso, con dolores de cabeza que según ella se queja en voz alta, no debería tener si está usando su habilidad de anular el dolor. MinHyuk si lo golpean no puede hacer nada. Únicamente Yuki y Mitsuru sólo dependen de su energía, y las típicas cosas vitales, como que no los atraviesen.
Los monstruos quedan reunidos en la plaza escogida, tal como les indicó el rubio. Y allí es a donde descienden los que venían de otros lugares, al verlos peleando, se les suman. La gente ya no está por las tiendas, pero como si hubieran programado a aquellos fantasmas tangibles, continúan llegando a la escena, aunque los humanos no ronden en multitud por las cercanías.
—Son demasiados. —Yamato menciona para sí mismo, mientras apunta de cada uno de sus dedos. Son agujas de sangre como habían estado practicando, pero su piel ya está comenzando a tomar un color más pálido.
—•Siempre son muchos, aguanta por favor. Yuki, a Yamato.•
MinHyuk rueda por el suelo como puede y corre hacia otro tobogán, ya que su anterior escondite recibe una abolladura con la caída de un monstruo.
—Sí. —le aplasta la cabeza de un puñetazo a uno de los enemigos, y vuela rápidamente hacia el pelirrojo—. Espere unos segundos, ya estará bien. —el intento de sonrisa que traía para calmar a su mejor amigo, está desapareciendo a medida que luchan.
—¡Cuidado! —la niña de ojos azules avisa, porque envió a otro monstruo volando de un golpe.
—¡Voy!
Kanae crea literalmente como una pared de energía violeta. Una masa recta, suficiente para que al impactar no atraviese, pero desaparece al instante. También se evapora en cenizas el otro ser.
—Uff. —baja los brazos, esa habilidad, por el semejante peso del golpe, la dejó muy cansada.
—•Tu respiración está anormal. Trata de que la pared que creas no la tengas que manejar con tu energía, sino que la pared misma sea la que puede soportar el impacto.•
—Es fácil para ti decirlo, cuando no tienes que hacer nada. —frunce el entrecejo, aún agitada.
—•Sabes que es verdad lo que digo. Y lo siento por no ser el chico risueño y amigable ahora, estamos peleando, necesitamos eficiencia. Te estoy dando un consejo de cómo usar tus habilidades, deberías poder hacer lo que sea por tu especialidad.•
—Perdón por no ser perfecta, ahora mismo no puedo todavía.
Lanza unos rayos hacia donde está el mellizo, ya que unos fantasmas se dirigían a él, desvaneciéndolos.
—•Gracias, y lo siento. De verdad… no quiero ser malo con ustedes. Estoy tratando de hacer lo único que puedo hacer.• —esta frase se la dice a todos, ya que estuvo ordenándoles del mismo modo a cada uno.
—Yo te entiendo. —responde el chico de ojos miel, con una voz grave pero aireada, aún no repone bien la sangre.
—¡Yuki! Por favor, ven aquí, estoy muerta. —SunHee lo llama muy fuerte—. ¡No puedo mover a nadie! Y… un brazo literal tampoco puedo moverlo. Es probable que me haya quebrado… —sin su habilidad para anular el dolor, estaría muy mal.
—Lo siento señor Yamaguchi, reponer la sangre me cuesta mucho más que curar una herida… —baja la mirada y suspira, negando con la cabeza. Sin embargo tiene que moverse hacia donde lo necesita, así que vuela hasta allí.
—Yo los cubriré, otra vez. —Kanae lucha desde el suelo todavía, incapaz de volar o de levantar algo, tampoco con las ganas de intentar ya que está en medio de algo mucho más importante.
—También tengo fuerza, señorita Mitsugashi. Pero muchas gracias. —mantiene las manos cerca del brazo de la menor, frunciendo el ceño con los ojos cerrados. El verde parpadea, intercalando entre uno muy nítido y el común—. Ya está… lista. —regresa rápidamente hacia donde el pelirrojo.
En el aire, un poco alejado de la pelea, está el demonio con los ojos rojos muy brillantes, incluso su esclerótica toma ese color. Está en completo silencio, únicamente sus alas se mueven por inercia.
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