Nisenai Fantasy - 19
Capítulo 19
En los límites de la ciudad, se puede apreciar a un conjunto de seres alados. Los ángeles se encuentran luchando contra los monstruos que tratan de ingresar, pero desafortunadamente, se les escucha muy cansados. Los golpes en algunos ya no son tan certeros, otros caen tras no poder mantenerse más en su forma de ángel. Más de una horda de aquellos fantasmas extraños atraviesa el intento de barrera que forman los otros con su cuerpo.
—Ya no puedo más… —el padre de Yuki, Junpei, es uno de los que se encuentra más al frente—. ¡¿Qué hicimos para merecer esto?! ¡Los humanos no deberían ser asesinados de esta manera! —trata de frenar a algunos por medio de patadas.
—No podemos hacer nada contra las profecías… Usted más que nadie debería estar al tanto, su hijo es amigo del séptimo híbrido. —una mujer lo mira con desagrado.
—¡Ese chico no es malo! Que sea un demonio no lo vuelve automáticamente mala persona. —lo defiende, pues su hijo no querría tener amistad con alguien que tenga un alma podrida.
—¿Por qué estás tan enojada con los demonios? Hace un par de siglos no había ningún problema. —una adolescente opina.
—Ah, quizás porque tu familia era una de las mimadas por el imperio. Obviamente los demonios del emperador no les harían nada. —la misma mujer, molesta, aprovecha para partirle la cabeza a un monstruo.
—¡Mis ancestros nunca tuvieron problemas con ellos, y nosotros éramos pobres! —otra chica reacciona por la mayor—. Deja de darles mala fama.
—¿Acaso son estúpidos que no saben lo que hacen los demonios o qué? —otro joven se muestra de acuerdo con la postura en contra.
—No todos son así. Así como no todos los ángeles son buenos. —una anciana, aunque en muy buen estado físico, les comenta, quizás en su experiencia.
Tras lo mencionado por ella, como si fuese una cuestión de respeto, guardan silencio y continúan luchando contra los que alcanzan.
Por otro lado, nuevamente en el centro, el grupo conocido está en grandes problemas. Los fantasmas azotan cientos de veces el campo de fuerza que trata de no desaparecer Kanae. ¿Qué podrían hacer, si están todos desmayados y lastimados? No sólo eso, están cansados, no tienen oportunidad de esa forma. Sólo podrían esconderse. Y allí se presenta otro problema. La hechicera no puede mantener para siempre su habilidad, lo ideal sería irse a un lugar donde no estén atacando.
—¿Qué crees que esté pasando ahora? ¿Por qué vinieron aquí? —la niña de ojos violetas mira al ángel con desconcierto.
—Sólo se me ocurren dos cosas. O la energía que desató nuestra batalla los atrajo, o quizás hay alguna reunión muy grande a metros de aquí. —cree Yuki, aunque de igual forma no habrían muchas otras alternativas. Él se dedica a proporcionar curación a SunHee y a Kanae a la vez.
—Cuando SunHee despierte, vamos a tratar de llevar a todos a otro lugar. ¿Te parece? Yo trataré de mantener… Una cosa parecida a esto —toca la barrera— pero que no tenga pared inferior, para que podamos correr. Todavía no lo he conseguido, ya que automáticamente cuando hago uno, aparece también bajo mis pies. ¿Entiendes? —se rasca una mejilla, bastante pensativa al respecto.
—La entiendo señorita Mitsugashi. —un suspiro largo sale de su boca, probablemente de frustración—. Sabe, nunca había tenido tantas dudas hasta hoy. Anteriormente —mira hacia arriba, un cielo cubierto de nubes, sumado a los fantasmas que tratan de entrar a donde ellos— sólo pensaba en que quería morir, pero no quería morir porque no quería dejar solo a Jun y a mi familia. Luego comencé a tener más amigos, y a preocuparme verdaderamente por los estudios más que sólo apariencias. No estudiaba por gusto, sólo quería que la gente no hablara mal de mí por parecer extraño. —regresa la mirada hacia ella—. Ahora estudio por verdadera curiosidad. Y ya no quiero morir. —sus ojos se humedecen, pero no llora, quizás se contiene—. Me pregunto cómo ahora que estoy tan cerca de la muerte me aterra… y también, me preocupa lo peligroso que es mi mejor amigo. Si no fuese que lo conozco, incluso siendo que lo conozco, por un momento casi lo mato. —aclara la garganta—. No hubiera podido verlo nunca igual sino hubiese podido salvarla… Y hubiera querido destrozarlo… pero es tan confuso… hablando de que no quiero morir y que lo hubiera matado si la mataba. Muerte. Todo se reduce a eso ahora. Que si morimos o vivimos, y yo no quiero morir, tampoco quiero matar a nadie en realidad, pero no quiero que ustedes mueran…
Se contradice una y otra vez, no sería sorpresa que ver a alguien calcinado le genere algún tipo de trauma. La menor por su parte la mira más confundida. ¿Por qué le estaría contando algo así? Aunque es cierto que muchos piensan en matar a alguien cuando se enojan, le resulta muy extraño que él, siendo un ángel, pueda tener los mismos impulsos. Quizás no son tan diferentes los humanos de los demonios y ángeles. Todos tienen instintos diferentes, pero cuando hay una situación grave, sale a relucir el verdadero ser de cada uno. ¿Existirá alguien que incluso molesto, no piense en lastimar a otra persona, cuando la razón es porque dañan a su ser amado?
—Falta poco para que ella despierte. Su piel está mucho mejor. Lamento tener que hacerlo en este orden, me gustaría poder ayudar a todos a la vez. —comenta mientras ve a la rubia. Como si fuese alguien diferente al que hablaba hace un momento.
—Ah… —no sabe cómo reaccionar. Tampoco está enterada de lo que le sucedió, así que no puede entender porqué esos cambios bruscos.
—Lo siento si la asusté, señorita Mitsugashi… —suspira pesado—. No voy a hacerles daño. No quería hacerla asustar.
—Está bien… supongo. Lo demuestras con acciones. Aunque tus palabras fueron otras, no veo que trates de lastimar a nadie. —no puede negar que la disculpa le ocasiona un gran alivio. Tras la pelea que tuvieron contra Jun, no quisiera enfrentarse a alguien casi tan fuerte como él, y que encima pueda curarse a sí mismo.
Tras unos momentos de silencio, la chica de cabellos más claros comienza a abrir los ojos. No hace el esfuerzo por levantarse aún, sólo observa la escena. Sus ojos verde agua se enfocan principalmente en la pared superior de la barrera. De a poco, mientras parpadea más natural, comienza a incorporarse, poniendo una mano sobre la parte inferior del campo de fuerza. Este no es frío como la nieve, pero tampoco es recto, ya que usa la forma de lo que hay abajo.
—¿Qué pasa ahora…? ¿Por qué hay tantos monstruos…? —echa un vistazo hacia su cercanía, notando también a Jun al lado. Hace una mueca de asco, le es inevitable—. ¿Nos vamos a suicidar o qué? Si él despierta moriremos todos.
—No, ya pude calmarlo. —le muestra el libro—. Aquí decía cómo, y no tenía idea, porque no había llegado a esa parte todavía. Simplemente… pensé que si los hechiceros eran los que mantenían el orden, entonces algo debía haber… —mira al chico de cabellos negros acostado, con una expresión totalmente diferente que la de su mejor amiga.
—Mh. —enarca las cejas, con una cara seria. Realmente no parece de acuerdo con cómo ella es con él. Probablemente si no fuese por lo que le dijo antes, ella continuaría diciéndole que lo deje de lado—. ¿Qué debemos hacer? Digo, por algo me sanaron primero. Aunque no me siento del todo bien, todavía estoy débil.
—Lo siento Miss Jung, todavía yo tampoco estoy completo. Si tan sólo hubiera algo para comer, creo que podría ser más útil. —su estómago, aún en tal situación, hace ruidos.
—Ugh. Habrá que comprarte algo en el camino, si es posible. —se acomoda el cabello, ya que está muy despeinada. Por suerte es lacio, así que no es muy complicado de desenredar—. Pregunto otra vez, ¿Qué debemos hacer? —se desarma la trenza para peinarse con los dedos.
—Yo diría escondernos, pero no sé en dónde. Nosotros dos habíamos pensado en correr lejos de aquí, pero no a casa de Yuki, porque es peligroso si… —mira con tristeza al demonio— si él volviera a ponerse así, no lo sé…
Mientras ella habla, se ve como el campo de fuerza varía de forma, volviéndose ondulado por momentos.
—Pues habría que irnos rápido. Aunque no sea MinHyuk, también se me puede ocurrir algo. —tuerce la boca, mientras busca con la mirada—. Vayamos detrás del supermercado, unas cuadras atrás, por allá hay otra plaza. Mitsuru suele pasar por allá a veces, así que sé que esa zona es tranquila.
—¿Y destruir otra plaza? ¿No tienes una mejor idea? —Kanae le pregunta un poco molesta.
—¿Y qué quieres entonces? No quieres ir a las casas de ellos que están cerca, ni tampoco quieres ir afuera. ¡¿Qué quieres tú que hagamos, ah?! —le responde, alzando la voz.
—¡Yo quiero que esta pesadilla se acabe! —levanta la voz también.
—Reacciona, —le pega una cachetada— estamos en la vida real, no importa si quieres que eso no pase, porque está pasando. Así que piensa qué hacer seriamente, sino haremos lo que diga yo. Y te aseguro que si crees que MinHyuk diría algo mejor, él tampoco tiene ninguna forma de que las cosas y la gente no salga lastimada ahora.
Aunque le duela aceptarlo, SunHee tiene razón. Nuevamente llora, por impotencia. Sus ojos están hasta con ojeras e hinchados de todo lo que va llorando en ese día.
—•Vayamos a alguna casa… Que esté vacía…• —repentinamente, aún sin ayuda de Yuki, el chico despierta—. •Hay un lugar del que siento silencio absoluto, en esta dirección• —les muestra una imagen mental a los tres que están conscientes.
—Señor Jung, no se sobreesfuerce, ni siquiera puede hablar… —arquea las cejas, viéndolo preocupado.
En realidad ni siquiera puede parpadear, a simple vista todavía está desmayado.
—Nuestra idea, es… que lleves a MinHyuk y a Jun con tus poderes. Yuki cargará a Yamato y a Mitsuru, y yo trataré de mover la barrera mientras caminamos o corremos. Aún no sé cómo haré desaparecer el suelo… La ventaja es que podemos ver a través de estas paredes y pasar sin que nos hagan daño.
—Suena bien para mí. —dejando de lado la pequeña discusión, levanta inmediatamente a los mencionados a su cargo en el aire.
Apenas mueve a Jun, la herida de este comienza a sangrar otra vez. El chico de ojos grises coge del suelo con sumo cuidado a Mitsuru, pero mira confundido a las otras dos.
—Hay un problema. La señorita Honda está muy quebrada, así que no puedo cargar al señor Yamaguchi… —suspira, pensativo.
—Yo ya he levantado a tres personas muchas veces… lo habían hablado así porque ahora no tengo mucha energía, ¿Cierto? —con dificultad, alza a quien le gusta junto a los demás. Pero en su mirada se la ve más decidida que adolorida—. Vamos rápido si es posible, si no tardamos mucho puedo hacerlo.
Kanae cierra los ojos fuertemente, muy concentrada en lo que a ella le toca. Se ve cómo la parte inferior de la barrera se ondula muchas veces hasta que por fin desaparece. Ahora, lo más difícil viene. No sólo mantener eso así, sino también poder llevar el campo de fuerza con ellos.
—No quiero ser mala pero de verdad necesito que te apures.
Se nota que los chicos tiemblan un poco en el aire.
—Ya voy, ya voy… —estira los brazos hacia los lados, como si eso le ayudara a imaginar la forma de en donde ellos están—. ¡Ahora!
Después de decir lo último, aceleran el paso. Buscan con la vista a dónde es que el rubio les dijo que fueran, y casi doblan mal en una esquina porque tiene una apariencia similar, pero se regresan y continúan el camino.
Un par de cuadras hacia la derecha, pero más cerca de la escuela, se encuentra una casa ahora abandonada. No saben de quién es, pero la puerta está abierta y hay unos cadáveres a simple vista en el jardín de la entrada. Lo más probable es que las personas que allí vivían, fallecieron en este ataque.
—¿Estás seguro de que es aquí? —la melliza mira incrédula a su hermano.
—•Sí… Estas personas murieron pocos minutos atrás, cuando ustedes discutían. Ya no hay fantasmas por esta zona, si se dan cuenta ni siquiera nos siguieron.•
—Es verdad. —dicen los tres mientras regresan la mirada hacia de donde vinieron.
—¿Es correcto que entremos, señor Jung? —mira a quienes yacen en el suelo.
—Yo digo que en un apocalipsis no hay mucho tiempo para ser moralistas. —se escucha la voz ronca de el otro que acaba de despertar, el pelirrojo.
Los tres que pueden moverse en plenitud asienten con la cabeza, y tras entrar cierran la puerta y las ventanas. Están en el living, está todo limpio a excepción de que en la entrada de la casa hay una taza rota sobre una alfombra. En la mesa se ve también otras tazas similares pero en buen estado, junto a una tetera.
—A ver… —mira hacia su alrededor, buscando a dónde dejar a los demás—. Oh, aquí hay un sofá. —deja a Jun despacio sobre este, y continúa caminando por la casa.
No es un lugar muy amplio. Cuando abren las puertas, encuentran que sólo tiene un baño, una habitación y el living que es comedor, cocina y lavadero a la vez. Al menos, la habitación tiene una cama matrimonial. Hay suficiente espacio para que los otros tres quepan tranquilamente. Allí los bajan lentamente.
—Señorita Mitsugashi, si no es molestia… por favor trate la herida de Jun. Probablemente él no despierte tan pronto, pero si la señorita Honda está así cuando abra los ojos, le dolerá mucho. —mueve en círculos ambas manos brillantes a centímetros del cuerpo de la niña de ojos azules.
—Por favor. Al menos tú sabrías calmarlo si se pone en modo lunático. —le comenta la rubia, mientras se sienta de brazos cruzados contra la cama como si tratase de un espaldar.
—Está bien, ya voy… —camina despacio hasta donde le designaron, en realidad siente que ella misma se está desvaneciendo por todo el esfuerzo continuo que lleva. Mira con detenimiento el cuerpo del otro, pensando por dónde comenzar.
Tiene un tajo profundo en el abdomen que a pesar de la cantidad de sangre que ya había derramado, aún continúa cayendo hacia el sofá. El aroma de esta es muy extraño, no se parece en nada a la de los humanos. Huele dulce, como a manzana.
—Debería cerrar esa primero entonces… Y luego sigo con las otras. —se quita la campera, que en su caso esta nueva prenda no sufrió tanto como la anterior, y se arremanga la camisa para comenzar a curarlo.
La magia de los hechiceros blancos no es tan eficiente como la de los ángeles, generalmente sólo pueden tratar cosas leves. Y ella a pesar de ser de especialidad violeta tampoco sabe si hay alguna manera de llevar mejor la curación. «Yuki hubiera podido con ambos si estuviera bien…»
Por otra parte, en la habitación, el chico de ojos miel se baja de la cama y toma asiento al lado de SunHee. No le dice nada, sólo la mira fijamente.
—¿Qué? —alza una ceja, sin cambiar su expresión—. ¿Te quieres quejar de algo?
—Al contrario, quería decir gracias por llevarme. —con su voz grave usual, le responde tranquilamente. Le acaricia un poco el cabello—. Deberías descansar en mi lugar.
—¿Ah? —frunce el entrecejo, pero sus mejillas la delatan totalmente—. Tú apenas puedes caminar, regresa a dormir. —entre tantas cosas, apenas sabe cómo reaccionar—. Hay gente muerta afuera, no me parece que esté bien que nos pongamos así en su casa…
—¿Así cómo? —Yamato la mira confundido ahora—. ¿Está mal que quiera darte mi lugar?
—¡No! Es que… la forma en que… —niega varias veces, suspirando. Su rostro regresa a su color natural, con excepción de la suciedad por haber estado en el suelo—. Sólo descansa, yo estaré bien. Yuki me sanó completa, sólo me falta energía. Tú todavía estás anémico.
—Lo sé. —compara las manos propias con las de la otra, notando que tienen actualmente casi el mismo color—. Mira. —ubica al lado de las manos contrarias la suya, y suelta una risa despacio.
—A esto me refiero… —con las yemas de los dedos en la frente, niega otra vez—. Debes estar tonto porque no te llega oxígeno a la cabeza.
—Lo siento, realmente creí que querrías algo de cariño para sobrellevar esta situación. Muchas veces cuando soy así contigo te ves más relajada. —le aprieta la nariz con los dedos, y luego se cruza de brazos, mirando a la nada.
—Oh… Era eso. —se rasca la nuca, mirando hacia un costado abajo—. Aeish. 바보야… —regresa la mirada a él—. Perdón yo, estoy muy alterada. Lo reconozco.
—Hm. —vuelve a pasar las manos por el cabello de la chica— No te queda mal el cabello suelto.
—Gracias… —se sonroja nuevamente—. Aunque prefiero usarlo recogido. —aclara la garganta—. Había olvidado que lo tenía así. —se pone de pie—. ¿Estará bien si me doy un baño aquí?
—No veo por qué no, ya estamos ocupando esta casa de todos modos. —le responde el chico de ojos grises a su pregunta.
SunHee camina lento hacia la salida de la habitación, y en sí por la casa. Se encuentra con la escena de su amiga curando al demonio. Se siente algo irónico, teniendo en cuenta que él prácticamente la mató unas horas atrás. Pero pasa de ello y se dirige a donde planeaba inicialmente. Tras cerrar la puerta, revisa qué hay por allí.
—Oh, una libreta. Qué bueno… ahora sí podré usar esto en paz. —coge un lapicero y escribe en una hoja «Lamentamos la intromisión y lo que nos llevamos de aquí. Si existe alguna persona más que viva en esta casa, llamen a este número, les devolveremos todo y pagaremos por la noche». Tras ello, asiente con la cabeza y deja la nota metida en el espejo arriba del lavabo, perfectamente para que no se caiga—. Oh, pero podría mojarse por el vapor… Uhm. —sale un momento y deja la nota sobre la mesa del living, para luego regresar a donde antes—. Ahora sí. —suspira y se quita la ropa que trae puesta—. Está toda sucia… —abre el placard del baño— Para ser una casa pequeña, tiene las cosas bien ubicadas. —sonríe de lado y se acerca al lugar de las llaves del agua—. Me vestiré con algo de aquí. —gira las llaves y comienza a caer la lluvia—. Ah… Qué bien se siente algo de agua caliente después del frío horrible que hay afuera…
Fuera del baño, en la habitación, el pelirrojo regresa al suelo, para sentarse más cerca de Yuki.
—Oye, ¿Estás seguro de dejar a los otros dos solos? —lo mira enarcando una ceja, con una expresión seria.
—¿A qué se refiere, señor Yamaguchi? —continúa sanando a la pequeña de ojos azules.
Se nota que el cuerpo de la chica está mucho mejor. Si no fuese porque está cansado, realmente podría hacerlo con más rapidez.
—No es nada. —cierra los ojos, ahora enarcando ambas cejas. Regresa a su lugar sobre las sábanas.
La cama se encuentra igual de sucia que la ropa. Mojada, con pedazos de tierra. Si quisieran verdaderamente dormir allí tendrían que cambiarlas. Además, no hay calefacción o algo similar, y por el tiempo que pasaron abiertas las ventanas, y quizás la puerta, está muy frío. Obviamente mucho más cálido que afuera, pero no muy reconfortante.
La habitación matrimonial consta únicamente de el placard, una mesita de luz y la cama, con apenas espacio hacia los lados. Sobre esa mesa, está una pequeña televisión. En el living tampoco hay mucho espacio, ni siquiera suficientes asientos en la mesa, apenas lugar para cocinar. Se ve incluso más compacta que lo que es la de la familia Mitsugashi o los Yamaguchi. Tal vez porque eran sólo dos personas, decidieron que no era necesario.
Regresando la vista al living, se ve que Kanae consigue curar lo principal que tenía Jun lastimado. Lo siguiente serían los hombros, agujereados por las balas de Yamato, junto a algunas zonas en los muslos.
—Dios… Al menos detuve la hemorragia… —mira con preocupación el pálido rostro del demonio, sin descuidar el brillo que lo sana.
Entre él y Yamato, no se podría decir cuál de los dos está más anémico. Pero respecto a la gravedad, él y Mitsuru son los que se veían peor. Las quemaduras de Jun resaltan en lo blanca que ahora está su piel, lo hace parecer como si estuviera más lastimado inclusive.
—Creo que yo fui la que salió más ilesa, si lo pienso detenidamente. Sólo estoy sucia, con un par de rasguños. —bosteza, pero trata de seguir concentrada en su labor. Sus ojos le pesan y sus ojeras se ven más grandes—. Espero que no despierte todavía, así no le duele tanto…
[ 2017, Junio, 17 ]
Son las 2 a.m., y los chicos ya se encuentran todos en salud. Durante el transcurso de las horas fueron levantándose y aseándose, siendo así Jun el último en salir del baño. Como si estuviese acostumbrado al frío, sale únicamente con una toalla cubriendo desde su cadera hacia abajo.
—Voy a poner a lavar todo en el lavarropas. —dice el chico más alto, ya con un color natural en su cuerpo y su voz grave.
—Por favor. —le encarga el ángel, mientras él continúa sanando y reponiendo las energías de todos.
No puede comenzar a sanarse él mismo porque es con quien más esfuerzo gasta, algo característico de su especie; así como tampoco puede reponer su propia stamina, sino que debe esperar a recuperarse. De igual manera, son los que más rápido pueden conseguir energía sin ayuda, sumado a que tienen mucha por naturaleza.
—¿Qué ropa debería ponerme? —se acerca el niño de ojos rojos a Yuki, mirándolo con curiosidad.
—Sólo debes usarla hasta que nuestra ropa de peleas se limpie. No es necesario que escojas algo como si fueras a salir. —le responde el chico de ojos grises sin verlo, continúa ayudando a MinHyuk.
—¿Estás molesto conmigo por lo que sucedió? —arquea ambas cejas y baja la mirada—. No lo hice a propósito…
—La señorita Mitsugashi mencionó que sabías que ella no te hizo daño. Por una parte te creo porque parecía que no querías cuando gritabas, pero de la otra… es simplemente extraño. ¿Cómo es que sabías eso? —aún sin voltear, le pregunta con un tono de hablar muy frío para ser que se dirige a él.
—Te diré lo que pasó… —aclara la garganta.
Como si estuviesen atentos a la conversación, todos miran a Jun cuando menciona lo último. A excepción de Kanae, que está durmiendo en el sofá. Literalmente luego de bañarse se sentó y quedó así.
—Me sentía como encerrado en mi propia cabeza, sin poder decir nada ni moverme como quería, pero podía ver todo y escuchar todo… Como esos sueños donde no puedes decidir qué hacer, —niega con la cabeza y alza los brazos a la altura de sus hombros, mostrando las palmas— trataba de separarme y decir, «¡No quiero hacerles daño! ¡No quiero pelear!»… Yo quería que sólo se fueran para que no les pase nada… Aunque sino hubiese sido por ustedes, hubiera matado a gente inocente… —esconde la cabeza entre sus rodillas y se abraza las piernas—. Lamento mucho todo el desastre que causé.
Lo miran con sorpresa, ninguno imaginaba algo similar muy seguramente. Sin embargo, contra todas las expectativas, Yuki no parece más comprensivo después de oír aquello. Continúa con una expresión seria. Su rostro, al igual que el de la hechicera, tiene ya unas grandes bolsas bajo los ojos, pero aún así no se lo ve cabecear. Está muy concentrado.
—Yuki, creo que ya es suficiente. Deberías descansar. —le comenta MinHyuk, con una expresión preocupada.
—Aún no termino, con ninguno. Si tan sólo no estuviera así… ya podría haberlos ayudado a todos. —dice con una voz aireada, como si hiciese fuerza para mantener su habilidad.
—Pero no podrás hacerlo si no descansas. Deberías dormir un rato en la cama. —le pone una mano en el hombro. El rubio le aconseja con cariño.
—Aún no. No podría dormir si me siento culpable. —frunce el entrecejo, sin mirar a ninguna parte.
—¿Culpable de qué? No es tu responsabilidad que nosotros estemos «de la forma más perfecta posible». Ni siquiera de forma natural nos sentimos bien físicamente todos los días. —arquea una ceja, viéndolo confundido.
—Señor Jung, sí es mi responsabilidad. Mi especie se dedica a ello. No puedo dejar pasar esto por alto. —suspira y baja la cabeza un momento.
—MinHyuk, déjalo, está con la cabeza en otro lado. Si ni siquiera escucha a Jun, que siempre andan juntos, tampoco te escuchará a ti. —le explica a su mejor amigo, y luego camina hasta al lado del demonio—. Tu naturaleza como demonio es un asco, pero sé que siempre luchas contra eso. Pareces más humano que muchos que sí lo son. —el pelirrojo le toma por el brazo—. Vamos al baño, yo te escogeré una prenda.
—No es necesario… Iré solo. Igual muchas gracias Yamato. —se incorpora y estira los brazos, para irse despacio hasta donde está el placard de ropa.
SunHee mira las escenas que suceden en la pequeña habitación, con los brazos cruzados, sentada en una orilla de la cama. Mitsuru, por su lado, para mantenerse tranquila se pone a retocarse las uñas, con un esmalte que hay sobre la mesita de luz. MinHyuk, está con los ojos cerrados. Probablemente analizando los sonidos de las cercanías, o pensando en alguna otra clase de plan. Y el más alto regresa a la cama, leyendo un libro que encontró en el living.
A su forma están tratando de calmarse, excepto por Yuki. Se ve completamente aturdido y con la mirada perdida, cambiando a cada momento la persona a la que intenta curar. El cansancio del ángel verdaderamente lleva a que ninguno pueda recuperar sus fuerzas en totalidad. Aunque no es su culpa, incluso ni es la culpa de Jun, sino del problema que hay en la ciudad debido a los monstruos.
—Me pregunto si mis padres estarán bien… —regresa el niño de ojos rojos a la cama, aún con el torso descubierto, pero esta vez usando un jean.
—¿No te gustaba ninguna camisa, o qué? —de alguna manera, el ángel le hace una pregunta. No lo mira fijamente, quizás sólo lo notó en la vista periférica.
—Me hace mucho calor. —se sienta en el lado opuesto que la rubia, al lado del chico de cabellos marrones.
Quienes están presentes miran extrañados al demonio, pero a la vez no se sorprenden tanto. Si incluso su sangre es diferente, probablemente también sus cambios de temperatura tienen que ver con algo desconocido para el resto.
—Estoy cansada, ¿Pueden dejar de hablar? Quiero dormir. —les dice la chica de cabellos rubios, frunciendo el ceño, mientras se acerca hacia el medio de la cama.
Junto con ella serían tres personas sobre la cama, ya que por excepción de Yamato los demás chicos están en el suelo, y la niña de cabellos negros sigue en el sofá.
—Te puedo transmitir silencio con la mente, así no escuches nada, al menos hasta que me duerma. —trata de ayudarle su hermano.
—¿Puedes hacer eso? —abre los ojos, algo sorprendida, mientras se acomoda y se cubre con las colchas.
—Sí. —sonríe de lado—. Pero si me pidieras no escuchar unas voces en específico, sería más difícil. Yo puedo ignorar voces, pero transmitir lo mismo que yo escucho, aún no sé cómo hacerlo. Yamato incluso me había dicho que podría mostrarle cómo imagino las canciones de la banda, pero-
—Ya entendí. Voy a dormir. —bosteza y pasa el brazo bajo la almohada.
Si el contexto fuese diferente, podría ella sentirse feliz de estar acostada al lado de quien le gusta. Pero en el momento sólo parece que le importa ir a sus sueños.
—Yuki, ¿No quieres dormir? —Jun le tira un poco de la camisa en la parte del brazo, algo que suele hacer al pedir cosas.
—No. —le contesta secamente, aún sin algún esbozo de mirarlo.
—¿Es por lo que sucedió con Kanae en específico? ¿O por qué? El hecho de que estás así. —insiste, tratando de solucionar los problemas.
—Tú estabas desmayado para cuando eso ocurrió, ni siquiera puedes opinar. —una mirada fría se apodera de su rostro.
—Sé que la electrocuté, al igual que a todos. —se rasca tras la nuca con una mano, nervioso. Ciertamente no está enterado.
—Literalmente la calcinaste. —niega con la cabeza—. La mataste. Yo no quería curarte en ese momento…
—¿D-de verdad le hice eso? —se cubre la boca con las manos, aterrorizado por lo que acaba de escuchar.
—¿Para qué te mentiría de algo tan importante…? Idiota… —ahora sí, lo mira con furia. Pero luego cambia a una expresión más triste. Con los ojos llorosos, regresa su vista al rubio que sana—. Te quiero mucho y eres mi mejor amigo, pero a veces siento que pierdo la razón cuando me haces enojar. Lo que hiciste estuvo muy mal, y no me importa si fue porque eres un monstruo.
—Un… Demonio. Pero… Sí… parecía un monstruo, ¿Verdad? —al igual que el menor, sus ojos se humedecen, cayendo una lágrima sobre el jean que lleva puesto—. Sé que te hizo sentir mucho peor también porque ella te gusta… así que lo siento.
—¿En serio quieres hablar de eso justo ahora? —suspira pesado, negando nuevamente con la cabeza—. Eliges muchas veces los peores momentos.
—Es que, a mí también me duele más por la misma razón, a mí también me gusta y… Realmente me odiaría si algo le pasara.
—Cállate. —levanta la voz y trata de respirar hondo—. Yo también te odiaría… quisiera decir… Pero sabemos que es imposible que te odie por mucho tiempo.
—Mh. —asiente y vuelve a jalarle de la ropa—. Vamos a dormir.
—Ya te dije que no. ¿Qué parte no entiendes de que estoy curando a todos? No puedo descansar todavía. Aún me falta la mitad de su recuperación. Me enfoqué en las heridas más profundas, quebraduras y demás… pero todavía no termino con lo superficial, y con la energía… —le señala en la pierna de MinHyuk— Ahí todavía me queda una mancha.
—Es un lunar, grande pero lo es. —enarca una ceja el rubio y luego sonríe.
—Agh. —Yuki se sonroja y seguidamente aclara la garganta.
—Hazle caso a Jun, ya estoy bien. Sólo me falta descansar y recuperar mis fuerzas, igual que a ti. —el chico de ojos verdes lo trata de convencer.
—No quiero. No me voy a sentir bien conmigo mismo hasta que termine. —a pesar de lo que dice, incluso su cuerpo se tambalea un poco. Parece que hasta le cuesta mantenerse sentado.
—Ya lo he dicho antes, déjenlo. Solo se va a dormir en un rato. Incluso si no quiere, su cuerpo cederá. —Yamato se jacta de sus palabras, mientras continúa leyendo.
Y así llegan las tres de la mañana. Ninguno cenó ni comió nada desde que llegaron a esa casa. Los tres sobre las sábanas están dormidos, el rubio duerme sentado contra la cama, y Kanae continúa en el sofá. Sólo Yuki y Jun siguen despiertos. Se ve que el ángel continúa curando a las personas en la habitación. Esta vez, a Jun.
—¿Estás seguro de querer regresarme a mí las energías? —arquea una ceja, mirándolo confundido—. No sé si sea buena idea.
—Eres el más fuerte físicamente entre nosotros, sólo Mitsuru y yo podemos compararnos contigo. Y no sólo tienes eso, sino tu magia. Además de que puedes actuar y reaccionar a situaciones peligrosas sin órdenes del señor Jung porque ya tienes experiencia. —le comenta mientras mueve las manos en círculos, a una distancia de los hombros contrarios. Los brillos se ven más apagados de lo normal.
—Básicamente, soy un arma de doble filo. Se entiende. —mira hacia el techo—. Espero seguir de nuestro lado, y no volver a atacarlos así…
—Si vuelves a ponerte así, yo no voy a dudar en golpearte, así me digas que no quieres lastimarme. Y me voy a asegurar de que sea tan fuerte que no puedas despertarte por un buen rato. —le comenta el chico de cabellos marrones, riendo un poco en la última parte de la frase. ¿Estará hablando en serio, o es una broma?
—… —infla una mejilla a modo de berrinche, pero no se muestra en contra de la idea. Mantiene la mirada en el suelo, pero no parece tan deprimido como antes—. Por cierto, tu estómago lleva sonando un largo rato. ¿No quisieras ver qué hay para comer? Así descansas de paso también.
—Es muy tarde para comer en mi opinión, y no he terminado. ¿Cuántas veces debo repetirlo…? —respira y suelta mucho aire de golpe, probablemente otro berrinche.
—¿Qué es lo que de verdad sientes por mí? —una pregunta muy fuera de contexto, pero no es algo raro viniendo del niño de cabellos negros.
—Creía que te lo había dicho hace un rato. Dije que te quiero y que eres mi mejor amigo. —bosteza, pero no se desconcentra de usar su habilidad.
—¿Aunque nos guste la misma chica? ¿Aunque hayamos tenido esa pelea? ¿No cambiará lo que piensas de mí? —son varias preguntas a la vez, pero es muy obvio que lo inquietan bastante.
—Si tú también me sigues viendo como tu mejor amigo aunque yo sí te golpeé conscientemente, y aunque también me guste la señorita Mitsugashi, entonces no entiendo el porqué de tu pregunta. —una respuesta sincera de su parte.
—¿Y no piensas algo como que soy peligroso? ¿Qué no deberían estar cerca de mí porque los mataré o algo así…? —juega con las manos propias, nervioso.
—Siempre fuiste peligroso. Incluso antes de saber que eras un demonio, siempre creí que podrías causar problemas por ser desubicado. —un ataque de honestidad, seguramente por la hora que es no puede pensarlo con claridad.
—Ah. —tuerce la boca y se cruza de brazos—. Me estás diciendo muy directamente que siempre la cago.
—No siempre, pero muchas veces. Y en todas esas veces siempre haces que quiera golpearte. Sólo que soy una persona generalmente calmada. Si yo fuese el señor Jung, o el señor Yamaguchi, tendrías que ir pagando tu ataúd. —ríe bajo y lo despeina.
—Mh. —bosteza, llevando una mano a la boca propia—. Me alivia que se te escucha mejor. Tenía miedo de que estés triste o molesto toda la noche. —se rasca la nuca.
—No te digo que no pueda enojarme después. Siento que voy a explotar. Son tantas cosas y no puedo llevarlas. Incluso mira en dónde estamos. En una casa desconocida, con los dueños fallecidos. Mientras la ciudad es seguramente un desastre, y nosotros aquí hablando tonterías. —mira hacia un costado.
—Aeish. No lo dije para que te pongas mal. —cierra los ojos y bosteza nuevamente—. Haz como si no te hubiera dicho eso, no pienses algo que te haga sentir peor. Yo podría explotar de otra manera, porque yo también estoy siendo muy negativo.
—Lamento que tu mejor amigo sea un tipo con depresión. —aunque dice aquello, de algún modo sonríe.
—Yo lamento ser un desubicado que siempre tienes que cuidar. —le devuelve la sonrisa, y ríe seguidamente de ello.
En lo que los dos hablan, Kanae se despierta. Está sola en el living, y al comienzo se asusta, creyendo que la dejaron sola, hasta que escucha la conversación ajena y suspira de alivio.
Naturalmente hubiera preferido sólo seguir durmiendo hasta que pase la noche, pero estar en una casa que no es siquiera de sus amigos le hace sentir bastante incómoda. Camina en círculos, evitando hacer mucho ruido. Tampoco quiere acercarse a sus amigos porque siente que por fin tienen un ambiente tranquilo, y ella con todas las cosas que piensa, haría que se preocupen innecesariamente.
«Incluso tampoco puedo avisarle a mis padres en dónde estoy… ninguno trajo el celular… Espero que estén bien en las casas de todos…» piensa, mientras regresa a sentarse en el sofá. «Incluso Ryōtarō se debe haber preocupado de que no le hable en todo el día… Agh. Tampoco sé cuándo será la próxima vez que le pueda hablar, a este punto… Tampoco entiendo porqué estamos aquí. ¿Era necesario que no volvamos a casa? Sé que la pelea no terminó, pero no es como si pudiéramos vencer a todos ahora mismo… ¿Es tan peligroso volver ahora? Quisiera dormir en mi habitación e imaginar que nada de esto está pasando… Ni siquiera quería ser una hechicera, desde el principio en cuanto me enteré sabía que me traería problemas… y ni siquiera es opcional…»
Fuera de aquél lugar donde se están quedando los chicos, el centro en realidad no está ya siendo atacado. Pero porque todas las ventanas están cerradas, a menos que MinHyuk se los contara o salieran a fijarse, no se enterarán. Se puede decir también que gracias a esa forma de aislar el sonido de la casa, ni desde afuera se sabe que sucede adentro, y viceversa. A menos que tengas un súper oído, claro está. Así es como pudieron mantenerse escondidos de los monstruos. Y respecto a estos, hicieron un gran destrozo en muchos supermercados que estaban llenos, así como una farmacia que tristemente tenía una gran fila por necesidad de medicamentos. Hay varios cadáveres a lo largo de algunas avenidas, así como por las veredas y calles más comerciales. No todos los locales sufrieron graves daños, los que peor la pasaron fueron las personas. En su medida todos están haciendo lo posible para evitar que la catástrofe avance exponencialmente, pero aún así no es suficiente. Nadie en la Tierra, ni siquiera estando avisados del apocalipsis, están preparados para lo que sucede en los últimos días.
Media hora más tarde, Kanae se anima a ir a la habitación, con la esperanza de que estén durmiendo y así quedarse rodeada de sus amigos. El cuarto es muy estrecho, pero la sensación de que estén todos cerca a ella le hace sentir menos asustada. Y tras pasar, se topa con que el par no ha pegado un ojo. Ya no tiene forma de evitar meterse, a menos que no quieran conversar. Estuvieron en silencio por varios minutos, así que ella imagina que quizás pueda sólo acostarse.
—¿Tienes problemas para dormir también? —le pregunta el chico de cabellos más obscuros, volteando a ver en su dirección.
Que le hablase era una de las posibilidades, pero no la que ella quiere en este momento.
—Algo así. —busca un lugar en la enorme cama, acurrucándose entre Mitsuru y SunHee—. ¿Y ustedes por qué no duermen? —habla más despacio, para no despertar a los demás.
—Porque él no quiere. —responde casi por inercia Jun, bostezando a los pocos segundos de eso.
—Eso no es cierto. Yo no te obligué a que te quedes despierto. —arquea una ceja.
—No puedo dormir si me preocupas así. Quiero que duermas conmigo. —le contesta al contrario, esperando una respuesta más favorable de su parte.
—No. Pareces un niño pequeño, ya te lo dije como veinte veces. —se incorpora y mira a la chica de ojos violetas—. Falta usted, señorita Mitsugashi. Aún no le he ayudado ni la mitad que a los demás.
—Puedes ayudarme yéndote a dormir. —le sonríe, mirándolo con una vista que denota su cansancio.
—Hasta ella te lo pide~ Ve a descansar. —le insiste, mientras acomoda un futón pequeño que había por allí, para dormir en un lugar más cómodo y limpio.
—No he conseguido sanar en totalidad a ninguno con todas las horas que pasaron. No entiendo porqué. Hoy llegué sabiendo curar en unos segundos, y ahora ni en horas… —se agarra la frente con un par de dedos, cabizbajo.
—Cuando llegaste estabas bien y con todas tus energías. Ahora mismo no, y cada vez tienes menos. Deja tu terquedad. —Kanae también lo regaña, tratando de usar en beneficio el hecho de que él gusta de ella; un beneficio más grande para el otro en este caso.
—… —el ángel vuelve a sentarse, pero esta vez sobre lo que el demonio les preparó, volviendo a intentar curarlo.
Un par de horas luego, ya casi en el amanecer. Yuki ahora está sanando a Mitsuru otra vez, cabeceando por el sueño. A su vez, parece muy molesto. Está sentado en el suelo sobre el futón que Jun extendió, mientras la chica descansa en la orilla de la cama. El brillo de sus manos es cada vez más leve, incluso por momentos se apaga.
—No sirvo como ángel… —se queja, frunciendo el ceño—. Esto no puede pasar.
—¿Yuki…? —el chico de cabellos negros voltea a verlo, llamándolo con la voz ronca—. ¿Todavía no duermes? —le jala suavemente de la muñeca—. Vamos.
—Suéltame. —aleja el brazo del contrario bruscamente—. Agh. No puedo…
—Obvio que no puedes ahora… ya no quiero rogarte, sólo duerme. —tiene los ojos cerrados directamente, no parece esforzarse en abrirlos.
—No lo entiendes. —alza la voz, como si no le importase que todos están descansando—. Yo debería poder curar a todos. ¿Si no cómo se supone que vamos a rendir en una verdadera batalla… cuando hayan aún más monstruos?
—Yo tampoco sé qué puedo hacer para que mis poderes no se salgan de control cuando hay demasiada negatividad en el ambiente… también estoy preocupado. No quiero volver a lastimarlos. —suspira y se refriega un ojo—. Ven. —se acomoda más hacia un extremo, dándole espacio.
—Ahora no estoy de humor, te juro que me voy a enojar si sigues con lo mismo.
—Yo también me enojaré si no descansas. Ya pasaron… —cuenta con una mano los dedos de la otra—. ¿Cuántas horas? Y no desistes de «hacer tu trabajo«.
—Entonces dime, ¿Quién más se encargará de esto? ¿Ves a la señorita Mitsugashi en condiciones de curar? —frunce el entrecejo y comienza a caminar en círculos por el pequeño espacio sobrante en la estrecha habitación.
—¡Tú tampoco lo estás! —le responde ya gritando, y seguidamente tose—. ¡No hace falta que te sobreesfuerces tanto para sentirte útil!
—Tú no lo entiendes. —golpea con fuerza el televisor—. ¡Yo no sé muy bien luchar como tú! ¡Curar y aguantar es lo único que puedo hacer!
Tras lo último que dice, se escucha un ruido fuerte proviniendo debajo del suelo. En la ubicación de la televisión, la mesita de luz comienza a descender junto con el aparato, dando lugar a unas escaleras. El sonido es tan fuerte, que todos se despiertan, entre confundidos y preocupados.
—¿Por qué hacen tanto ruido? Dejen dormir. —SunHee sigue malhumorada por el sueño, realmente odia cuando no se callan o causan un alboroto. Como ella lo mencionó anteriormente, por ese motivo su habitación está tan lejos de la de su mellizo.
Sin responder nada, el ángel baja por los escalones tras el lugar que se abrió. El pelirrojo, que es quien se encuentra para ese lado de la cama, es quien lo ve irse.
—¡Es peligroso que vayas así nada más! Agh, siento como si intercambiáramos roles cuando Yuki se enoja. —Jun se rasca la cabeza y literalmente corre tras él.
Ciertamente como él cree, usualmente él sería el intrépido que sin meditarlo mucho quiere curiosear, y el otro le diría algo como «no vayas solo, podría haber trampas».
—¡Yuki! —se escucha el eco del mayor y sus pasos en las escaleras—. ¡Con el sueño que te traes, podrías tropezar! ¡Y no sabemos qué hay aquí! ¡Espera a que estemos todos lúcidos!
—¡Deja de darme órdenes! Si no piensas ayudar mejor quédate arriba.
—Odio cuando se enoja. —susurra para sí mismo, pero continúa bajando con él.
Es una cantidad grande de escalones, seguramente son como dos pisos de esa casa pero hacia el subsuelo. Está todo obscuro, y el ruido que antes se escuchaba se detuvo. Ambos mueven las manos, como si quisieran encontrar un interruptor.
—Kanae podría guiarnos, pero ella sigue adormilada. Caminemos un poco.
—Agh. —suspira y da otros pasos, tambaleándose. El sueño lentamente parece ganarle.
—¿Por qué será que hay una habitación escondida en una casa tan pequeña? —por el contrario, él se escucha más despierto.
Es muy probable que la curación del otro le haya recuperado prácticamente toda la energía.
—No lo sé. Pero me extraña que el señor Jung no supiese nada al respecto. Él podría haber escuchado algo proveniente de aquí. Pero no dijo nada. ¿Habrá alguien que se esconde aquí por lo que sucede en las afueras? —ladea la cabeza, pensativo. Aún sus ojos se muestran muy agotados, con las escleróticas rojizas de esforzar la vista.
—¿Hay alguien aquí? —alza la voz, esperando alguna respuesta—. Parece que no.
A medida que ellos avanzan despacio en la completa obscuridad, el chico de cabellos rojizos decide acompañarles, comenzando a bajar igualmente. Luego se escucha nuevamente un ruido fuerte, como si un metal se deslizara por engranajes o cadenas, acompañado de un sonido de agua, parecido al de una fuente.
—¿Es una trampa? Quizás nos ahoguemos si seguimos abajo. —se le ocurre encender su mano en electricidad para alumbrar—. Una puerta se abre hacia el frente, ese es el sonido que escuchamos recién. Ah… —se agarra la cabeza con la otra mano—. ¿Otra vez? —dice en voz casi inaudible—. ¿Qué tan estresados están todos que me duele la cabeza? La primera vez que me sucedió fue por una multitud de gente… Al igual que en la segunda… Y ahora somos muy pocos…
La puerta termina de abrirse, y unos segundos luego, una luz se prende, así pudiéndose visualizar todo lo que hay. El agua es de una fuente con un pequeño lago, ubicada en la segunda parte de donde están. El suelo que pisan es tierra, no baldosas. Hacia más atrás, si se cruzara el lago, hay unas aberturas muy grandes en la pared, como si fueran entradas hacia una cueva. Y exactamente en donde están parados, hay unos largos faroles de madera, que adornan un templo subterráneo. La entrada hacia el lugar está frente a ellos, y hay unas puertas para ingresar, así como bancas de madera a su alrededor. Los chicos abren los ojos con sorpresa, a excepción de Yuki, que su estado de ánimo no se ve afectado en lo más mínimo.
—Esto sí me resulta inesperado. —comenta Yamato, mirando a los alrededores.
—Se ve muy cuidado. —le responde SunHee, que optó por despertarse, mientras baja hacia donde ellos.
—A mí por alguna razón me preocupa que hayan decidido poner un templo debajo de la casa… No es normal.
Mitsuru se muerde las uñas por un momento, bastante nerviosa al respecto.
—Deja tus uñas, hace poco las anterior, sino después andarás triste porque unas están más cortas que otras.
Kanae hace referencia a otras veces que eso sucedió. Sin embargo, ella está aún más asustada que la otra, sólo trata de mantenerse cuerda con algunos comentarios lógicos.
—¿Quieren entrar ahora, o deberíamos seguir durmiendo y venir después? —les pregunta con intriga MinHyuk—. Yo sinceramente quiero dormir. Ya he visto muchas cosas ayer, quiero un descanso, y más tarde volver.
—Pienso lo mismo. Además, necesitamos que todos estén bien, como escuché a Jun decir. —opina el chico más alto, apoyándose en uno de los pilares, de brazos cruzados.
—Yo estoy bien. —el niño de cabellos marrones no puede esconder sus ojeras.
—Yo no, me duele mucho la cabeza. —le dice mientras se soba con ambas manos.
Inesperadamente, el ángel golpea con un puñetazo al demonio, dejándole algo marcados los nudillos en la mejilla que recibió el impacto.
—¿Qué rayos te pasa ahora? Te estás volviendo loco amigo, y tú ni siquiera eres un demonio. ¡Si tanto hablas de ser un ángel, entonces compórtate como uno! —se queja mientras ahora tiene que acariciarse la mejilla.
—Esta noche Yuki no parece Yuki. —dice para sí la chica rubia, mirándolo con decepción.
—¿Entonces tú justificas que por ser un demonio podrías hacer lo que quieras y no tendrás ningún castigo por eso? ¡¿Eso dices?! —los ojos grises del chico comienzan a brillar. El que está en problemas, en realidad es quien tiene al frente suyo, a quién él le está pegando.
—No dije eso… Obviamente lo que hice no… No tiene justificación, aunque no pudiera controlarlo. —baja la mirada, cabizbajo. Oculta sus ojos entre los flequillos.
—Entonces no tienes derecho a quejarte. —vuelve a darle un golpe, pero en la otra mejilla, y seguido de eso en el brazo.
—¡Yuki, para! ¡Sé que estás aturdido con todo lo que sucedió porque me lo contaste! ¡Pero esta no es una solución! —la hechicera lo regaña, enojada— SunHee, —voltea a mirarla— ¿Puedes separarlos con tus poderes por favor?
—Ya se van a cansar. Yuki ni siquiera tiene fuerza para pegarle fuerte ahora, y es normal que los chicos se peleen así. Incluso yo peleé muchas veces con MinHyuk. Sólo que creí que Yuki era más maduro. —enarca las cejas, mirándolos con desaprobación—. Aunque bueno, yo también lo golpearía después de haber visto cómo te quedó la cara.
—No defiendas a Yuki sólo porque estás molesta con Jun, él no quiso lastimar a nadie a propósito. —arquea ambas cejas, viendo lo que sucede con sus amigos, y de nuevo a la rubia.
El chico de ojos rojos ni siquiera mueve los brazos. Como si sintiera la culpa, se deja golpear, quizá hasta que el otro quede satisfecho. Lamentablemente, los ojos de este también comienzan a brillar. Según parece, la reacción del modo de frenesí ocurre sólo si está en una pelea, mientras que su forma débil y que parece sin fuerza es la normal ya que no lucha todo el tiempo.
—Oh, no. Otra vez…
La hechicera, invoca rápidamente al libro como hizo la última vez, y antes de que pudiera leer el hechizo, unas presencias extrañas la sorprenden.
Aparecen tres espíritus conocidas para ella en la escena. Una mujer de cabellos negros largos se acerca a los dos en riña y los separa. Se ve incluso más molesta que el ángel.
—¡Debería darles vergüenza! Peleándose frente a un templo… —niega varias veces con la cabeza.
Comments for chapter "19"
QUE TE PARECIÓ?