Nisenai Fantasy - 25
Capítulo 25
Una gran parte de la ciudad se encuentra destruida. Las edificaciones, en muchos casos, desparramadas por el suelo. Los vehículos, si no están al revés, se mezclan con los escombros de las casas. Los cadáveres tiñen el suelo de rojo, que no se diferencia tanto del cielo actual. Al menos ingresan menos fantasmas por el escudo, gracias a Kanae.
En la parte superior de la barrera mayormente amarilla, continúa en disputa el destino de la tierra. Una discusión violenta donde los habitantes se niegan a ceder, y los enviados del apocalipsis tratan de aniquilar a los humanos.
—Otra vez Jun… —baja la cabeza la hechicera. Pero al instante vuelve a concentrarse en los monstruos más débiles.
Los ojos de Yuki toman casi un color blanco de lo intenso, reaccionando a la situación de su mejor amigo. Voltea a verlo. El demonio está dejando caer el peso de los brazos, algo cabizbajo, cubriéndose el rostro con los flequillos.
—¡Jun! ¡No te quedes allá, ven! —alza la voz la chica de cabellos anaranjados, arrancando con sus propias manos actualmente pequeños pedazos del monstruo
—No te escuchará. —le responde el ángel, que sigue atacando con patadas, tal como el otro le hizo practicar.
—Ahora no es un buen momento para que le agarre la locura. —la niña de ojos azules arquea las cejas, con las pupilas contraídas—. En serio.
¿Qué vendrá primero? ¿El daño de los enemigos, o el de su propio compañero en el estado de negatividad? Los chicos intentan apurarse al atacar, aumentando la velocidad de los golpes contra los fantasmas rojos y el principal como una reacción involuntaria ante los nervios de la situación.
Lo que sucedió cuando el demonio se puso en su contra aquella vez fue tan difícil de manejar, que probablemente les dejó alguna clase de trauma.
La porción convexa sobre el pecho del villano, se desprende cada vez más, volviéndose cenizas. La esclerótica gigante es cada vez más visible en él.
—Tengo miedo… —se le acelera el corazón nuevamente a la niña de ojos violetas.
«Es casi imposible dejar de lado el miedo de sentirse tan vulnerable con estas cosas. Ninguno de nosotros es tan fuerte como para aguantar solo a Jun y al mismo tiempo a este monstruo… ¿Por qué tiene que ser un demonio, y no otro ángel…?» piensa, mientras niega con la cabeza. «Pero gracias a cómo es, pudimos vencer tantas veces».
Al pasar cinco minutos más, consiguen derribar aquella barrera negra, abriéndose paso para por fin poder arremeter contra el último ojo. O eso creen. De los restos de este escudo, se forma una nueva ola de fantasmas tangibles. Esta vez se ven parecidos a los primeros, con la diferencia física de que son un morado obscuro. De los brazos de cada uno de estos, surgen varias cuchillas, de un material irreconocible. Tienen el efecto de una lámpara de plasma respecto a los colores en el filo.
—Pensé que ya estábamos cerca. —dice en voz baja SunHee, observando con una mirada de entre decepción y frustración.
—Tendré que pedirte que estés más atenta con nosotros. —el pelirrojo, con el impulso de chocar contra un fantasma de fuego que acaba de matar, se abalanza sobre ella para darle un fuerte abrazo—. Quiero que vivamos mañana, así que usa todo lo que tengas. —acaricia ambas mejillas de la chica.
—… —aunque el color del ambiente opaca su rostro, aún se puede distinguir tenuemente el sonrojo—. Lo haré.
La rubia se esmera en manejar mejor a los chicos por el aire, como resultante de las reconfortantes acciones Yamato.
Por otro lado, empiezan a notarse las nuevas habilidades de los fantasmas. La cuchilla es capaz de atravesar con relativa facilidad el aura violeta que los protege, a excepción de la de Kanae ya que posee todas las propiedades de su escudo.
—Esto es malo. —dice el ángel, observando la sangre que cae de todos.
—Y aún no podemos terminar con los de fuego. —le dice la hechicera, elevándose hasta donde él—. Más energía, por favor.
—Señorita Mitsugashi, —con un toque sobre el hombro la recarga— estoy agotado… Siento que ya no podré más… —suspira, acomodándose el cabello hacia atrás.
Los fantasmas dejan de buscar pelea por un minuto, mirando hacia arriba, en dirección del demonio. Este tiene un color rojo brillante por completo en ambos globos oculares. Incluso el gigante reacciona, como si le llamara la atención.
El monstruo trata de coger a Jun entre sus manos, pero se le escapa. Jun golpea con fuerza el enorme ojo, que es casi tres veces más grande que él. Una grieta aparece en el medio de la pupila, provocando una expresión de dolor en el gigante. Ahora en lugar de atacar, busca cubrirse.
—¡Ese debe ser su punto débil! —alza la voz MinHyuk, con los ojos bien abiertos—. ¡Si está herido, ya podemos comenzar a atacar el resto del cuerpo!
Gracias a la distracción del estado de negatividad, ellos toman una ventaja contra el villano. Yamato golpea a los fantasmas, que se ven perdidos y confundidos por alguna razón. Esta reacción colectiva se ve reflejada incluso en los que se encuentran en la batalla inferior, en la ciudad. Los seres gris azulado toman rumbos sin sentido, atacando al azar.
El grupo acapara las miradas de los ángeles y demonios que luchan, al mismo tiempo visualizando el problema de Jun.
—Alguien que calme al híbrido, ¿O no…? —piensa en voz alta una mujer de piel verde y cuernos filosos.
—¿Para qué? Esto disminuye bastante nuestro esfuerzo. Además, no puede ocurrirnos nada bajo este escudo. —le contesta una ángel, riéndose.
Con gran velocidad, el chico de ojos rojos atraviesa una y otra vez con sus dedos, como si fueran garras, la mano con la que el otro mantiene la esfera en su lugar. Jun toma una gran bocanada de aire, y libera una explosión eléctrica que destroza por completo aquel brazo. Como sucedió antes con las cenizas, estas también se convierten en fantasmas morados. Y para la mala suerte, parece que los demás vuelven a reaccionar. Comienzan a llover tajos de todas las direcciones, al mismo tiempo que el fuego.
—Retiro lo dicho, ¡Esto es peor! —se queja la misma alada, mirando horrorizada.
En la parte superior a la barrera, el grupo de Kanae tiene que variar entre diferentes enfoques, con el corazón en la garganta de no saber cuándo el demonio podría marcarlos a ellos como objetivo. «Si lo pienso detenidamente, él nos atacaba cuando ya no quedaban fantasmas, podríamos tener suerte, ¿Verdad…?»
Con la mano que aún le queda, el gigante extiende sus dedos y el brazo hacia el frente. El calor que sale de sus entrañas se concentra en una gran esfera ígnea. Seguidamente la alza, pero únicamente se ve que está tomando impulso. La lanza hacia abajo con fuerza, atravesando sin dificultad alguna el campo de fuerza de los otros hechiceros. Las llamas arden en la ciudad, quemando sin discriminación tanto a ángeles, demonios, los mismos enviados y grandes cantidades de escombros.
Kanae desvía su atención momentáneamente al estruendo de las llamaradas, pero regresa la vista al objetivo principal. Dispara rayos violetas y rosados con diferentes formas hacia el punto débil, al que puede hacerle algo, a diferencia de la capa que lo cubría antes.
Se repite la acción por parte del monstruo, juntando más fuego para usar. No obstante, eso les deja una entrada para atacar con más comodidad mientras no les estorba el calor que desprenden los huecos.
Yuki y Mitsuru surten patadas y puñetazos en las extremidades, que se marcan muy lentamente con pequeñas líneas. Tristemente no parece ser tan frágil. La consistencia se mantiene, sin mostrar rastros de cenizas.
Tras media hora organizados de la misma manera, consiguen liberarse de los pequeños fantasmas de la ciudad. Los demás aún no llegan, o están más lejos del centro. Pero esto supone un peligro para los chicos. Una mirada sedienta de sangre les llega del demonio, que parece haberse cansado de atacar al gigante sin conseguir resultados.
—Tengo que invocar el libro rápido. Necesito, calmar a un demonio. Libro, aparece por favor, aparece… —musita Kanae, tomando una pose defensiva de antemano.
El objeto no acude al llamado. Quizás los nervios le juegan en contra, o podría ser que alguien más lo esté usando. De ser así, seguro se trata de su madre. «Espero que estés bien mamá», piensa, volando por el impacto de un golpe de Jun después. «Al menos a mí no me puede lastimar. Sólo mírame a mí Jun, deja en paz a los demás. Maldición, ¿Cómo no se me ocurrió aprenderme el estúpido hechizo?»
Las patadas y la electricidad de forma desenfrenada del demonio se concentran en la hechicera, mientras ella lo que hace es seguir apuntando al monstruo. Mitsuru también se mantiene firme en el gigante, quitándole con sumo esfuerzo el meñique.
—Yuki, ener —no termina la frase, porque no logra encontrarlo por ninguna parte—. ¿Y Yuki? ¡MinHyuk!
El ruido de otra bola de fuego titánica cayendo sobre lo que queda del pavimento, alerta aún más a la niña de cabellos negros.
—•Yuki está hablando con alguien abajo, no sé a quién. Pero me dice que ya regresa•
—Agh… ¿Justo ahora? ¿Qué está planeando? —se ve como su barrera comienza a tener ondulaciones.
La pelirroja consigue por su lado arrancarle otro dedo al monstruo, el anular. Se la escucha muy agitada. La potencia de los golpes que usa son mucho mayores a los que empleaba contra los monstruos pequeños. Lo mismo sucede para el resto del grupo.
—No puedo más… Ya no puedo pelear… —los brazos de la niña de cabellos cortos tiemblan, intentando mantener los escudos de todos, que están en las mismas condiciones de ondulación que el propio.
Un gran chispazo revienta la barrera propia de la chica, dejándola a merced de absolutamente todo. Lo único que puede hacer es huir, evitar el fuego, esquivar al demonio. Podría decidir desaparecer las auras violetas de los demás para cuidarse, pero entre ella sin fuerza y que los demás continúen batallando, le queda aguantar.
Una triste persecución del demonio hacia la hechicera, pasando entre sus amigos e incluso rodeando por momentos al villano principal. No tiene lugar en dónde esconderse, tampoco conviene que la pierda de vista o podría lastimar a los demás. El grupo la mira con preocupación, pero no hay tiempo, sólo luchan contra el gigante.
Aún sin poder derribar la otra extremidad superior, es imposible realizar buenos golpes al punto débil. A la vez, eso también lo hace más difícil, ya que el daño que reciba el ojo es proporcional a lo que podrían hacer con el resto.
El ángel de cabellos marrones toma vuelo con rapidez hasta donde están, y atrapa a Jun, presionándolo contra su pecho. El agarre no es tan ideal, no puede cubrirse de la corriente. Sin embargo, con todo el dolor que se refleja en sus ojos, recita unas palabras en un idioma que actualmente pueden reconocer. El hechizo para deshacer el estado del demonio. Mientras más veces lo dice, se aprecia cómo se apagan las escleróticas del chico, aunque queda como peso muerto.
—¿Qué hacemos con un demonio desmayado? —pregunta seriamente Yuki al de ojos verde agua, cargándolo en sus brazos.
—Si puedes despertarlo te lo agradecería. Lo necesitamos, y también tu curación… Los chicos se ven muy mal. —le señala a su hermana que está cerca.
Él mira hacia varias direcciones, y luego a quien está sosteniendo. Ladea la cabeza, pensativo. Decide darle un cabezazo, dejándole marcada la frente.
—Aaah… —se queja instantáneamente, llevando los dedos a sobarse.
—Arriba. El fin del mundo no espera. —le dice con un tono de voz serio.
Jun sacude su cabeza, como si lo hubiera dejado medio desorientado, pero asiente. Mientras, Yuki reparte algo de lo que queda de energía en él a todos, denotándose su agotamiento. Ni siquiera se arregla a él mismo.
—No podemos permitirnos usar mal esta oportunidad… Kanae. —la mira fijamente MinHyuk—. Necesitamos tu habilidad final. Si esto se prolonga moriremos.
—Pero eso significa que el escudo también se irá. ¿Sabes? ¡Es una locura!
—Mira abajo. Los ángeles están moribundos, peor que nuestro Yuki. Los cadáveres no son sólo de humanos. Y este monstruo sigue con esas bolas de fuego que van a terminar perforando hasta donde no conocemos. —le comenta preocupado.
—Esto es casi un suicidio, pero tú lo pediste. ¡Acérquense! —alza la voz, frunciendo el ceño—. ¡Rápido!
Mientras ellos se juntan, lo que los rodea desaparece y en su lugar se forma la burbuja en la que habían estado anteriormente, el escudo típico de ella.
—Así funciona esto. Y voy a necesitar su ayuda, porque es la versión más fuerte de esta habilidad. Pongan sus manos en mi espalda, excepto Jun, necesito que ataques con tus poderes al mismo tiempo, sino no tendrá sentido.
Sin rechistar, todos posan una mano sobre ella, tal como lo indicó. En frente del campo de fuerza, aparece en un abrir y cerrar de ojos una bola de energía violeta del mismo tamaño que las que el villano lanza en fuego. Sus amigos miran con sorpresa, es la primera vez que la ven usando esa habilidad. La única que tenía una idea era Mitsuru, porque presenció algo similar cuando la acompañó.
—¡Ahora! —dice como una orden, focalizando el punto débil.
La habilidad de Kanae con la energía de todos, se desplaza como una esfera completa hacia el frente, y luego es impulsada por el poderoso rayo del demonio.
El tamaño del monstruo no le permite a él moverse con rapidez, así que en lugar de eso, decide contraatacar con sus llamaradas.
El poder de los chicos sigue avanzando, atravesando todo el rojo de miedo, alcanzando el ojo. Atina perfectamente, y se escucha una explosión. El viento de la expansión del impacto los desplaza hacia atrás, causando que se separen del cuerpo del monstruo gigante. Lamentablemente, las cosas no salen como esperaban.
—No puede ser… —dice Kanae con las manos temblorosas—. Y-yo ya no puedo mantener este escudo… Lo siento… De verdad estoy… Ya no me queda…
Se disculpa mientras se deshace la barrera, a la vez que comienza a tener problemas para mantenerse en el aire. No sólo ella, todos empiezan a perder el equilibrio, observando como unas nuevas oleadas de fantasmas morados aparecen, y el enemigo, aunque está herido, se puede defender mejor que ellos.
—Fue un gusto pasar este año con ustedes. —les menciona la rubia mientras los abraza. Algo extraño viniendo de ella.
—Lo mismo digo. —le responde la niña de ojos violetas—. Te quiero muchísimo.
Las lágrimas en el rostro dentro del abrazo se desbordan a mares. Con la escena de fondo de todo lo que se acerca a ellos, van descendiendo despacio sin separarse.
Una silueta pasa desapercibida por encima de ellos, que están con sus ojos cerrados esperando la muerte. Un ángel enteramente blanco carga a un joven de cabellos negros recogidos, directamente hacia el centro del enemigo. Lleva consigo una espada filosa que brilla en diferentes colores. Se puede divisar que la punta tiene una línea. Esquivando el fuego, y pasando entre los fantasmas, consigue incrustarla en la pupila. Una voz resuena de su interior, entre lamentos.
—Humanos… Sólo prolongan lo inevitable…
En ese momento, comienzan a desvanecerse uno a uno todos los fantasmas tangibles, y el gigante se enciende en luz como el arcoíris del arma. Tras un minuto, sus cenizas se esparcen por el centro y el aire.
—¿Eh…? —la pequeña de cabellos negros aprecia la escena de los colores.
Las nubes se despejan de a poco, dejando a la vista unos pequeños rayos del sol debido a las horas. La nieve se detiene, los vientos también.
—¿Qué ocurrió? —el chico de ojos verde agua también se asombra.
Ellos continúan bajando hasta la ciudad, ahora apagada gracias al agua acumulada que quedaba en lo que existe escudo amarillo, sumado a que el poder del fuego disminuyó sin los monstruos que lo ocasionaban.
Ya en la tierra, sólo se sientan. El par que está por arriba, desciende con ellos rápidamente. Dejan con delicadeza la espada sobre el suelo, y sonríen aliviados.
—Oh, casi lo olvido. —coloca una mano sobre la empuñadura nuevamente el joven de ojos cafés—. Apoyo terminado.
Aparecen alrededor del grupo, todas las personas que fueron rescatadas. Al mismo tiempo, los amigos que habían decidido ayudar a los humanos. También, cinco hechiceras, dos ángeles, algunos demonios y un hombre con una expresión seria, con el cabello igual de largo que quien llevaba el arma.
—Ya podremos descansar en paz, ¿No, Zaraín? —en efecto, el humano de cabello negros es algo traslúcido.
Tanto ese señor como las hechiceras, y los que no fueron rescatados esta vez, son espíritus.
—Sí… La próxima vez les tocará a ellos. —el legendario vidente, no está muerto.
—¡Cariño! —alzan la voz las tres mujeres espíritu, estuvieron participando en la pelea inferior como podían.
—Señor Hatori… —Kaguya lo abraza con fuerza—. Te esperamos tantos años… ¿En dónde estabas?
—En una espada antigua, en una cueva. Durante la última guerra, nuestras almas se encontraban perdidas en el campo de batalla, aunque yo todavía estaba vivo físicamente. Allya y Zaraín nos hablaron de que teníamos una cosa más que hacer. Aceptamos formar una espada, cuando me dieron la habilidad. Yo fallecí por inanición, atrapado dentro de mi propia arma. Creo que mi cuerpo debe estar por esa caverna. —se rasca la cabeza, sonriendo de lado—. Nos unimos junto a todos los refugiados en un nuevo filo.
—La espada que usamos era tan fuerte porque poseía a todas las clases de ángeles, demonios, hechiceros, y a las esperanzas de la humanidad consigo. —añade Zaraín, mirando el paisaje destruido—. Felicidades por haber conseguido que el mundo no se acabe. No podríamos haberlo logrado sin la ayuda de todos.
—Disculpe… —susurra la chica de cabellos negros, mirando con timidez—. Señor Zaraín, lo admiro mucho. Muchas gracias por todos sus libros, y por haber venido hasta aquí…
—No es nada, pequeña hechicera. —sonríe con los ojos cerrados, sentándose sobre sus piernas, al lado de ella y sus amigos—. La tuvieron muy difícil, ¿No? Por lo que pude ver, son muy fuertes, pero inexpertos. La próxima vez, no sé si yo existiré físicamente para ayudarles del todo. Pero siempre viviré a través de mis libros.
—¿Próxima vez…? —Yamato mira con algo de confusión al hombre, con los ojos apunto de cerrarse. Al igual que sus amigos, está muy débil.
—El apocalipsis son tres fases. Esta es sólo la primera. —sonríe arqueando las cejas, y suspira—. No es algo de lo que quisiera hablar realmente, por eso suelo escribirlo. Es algo muy triste tener que decirle a la vida que amo que podría no permanecer. Pero en resumen, tendrán que ser aún más fuertes. Dentro de diez años, habrá una segunda venida, y en quince años será la última. Me gustaría pedirles que no dejen a la Tierra perecer.
—Ja. —comienza a reír, aunque suave, la niña de ojos violetas—. No vamos a entregar este planeta a nadie. Vamos a crecer y convertirnos en unos buenos adultos, que sean capaces de cuidar lo que apreciamos.
—Me alegra mucho oír eso. —le revuelve un poco el cabello. Se acerca más a ella, y le habla al oído—. Recuerda, si quieres aprender más sobre hechicería, existe un templo bajo la tierra. Debajo de la sala principal, hay un compartimiento debajo de un futón. Hay libros escritos por diferentes hechiceros, así como varios míos. Pasé por allí antes de aquí, así que te aseguro que aún existen.
La mirada de la chica se ve iluminada por la emoción. Sin embargo, tanto ella como sus amigos que lucharon a su lado, terminan desmayándose de agotamiento.
—Bueno, —se incorpora y posa una mano sobre el hombro del ángel blanco— es hora de partir otra vez. Hatori, muchas gracias por todo. A ustedes también chicas. Ya pueden ir al cielo.
Las mujeres espíritu se muestran súper alegres al respecto, abrazándose entre sí y con los demás traslúcidos.
[ 2017, Diciembre, 31 ]
Pasaron casi seis meses desde la primera venida. El mundo había quedado sumido en un caos inminente, que se redujo con el tiempo. La Tierra perdió a un 35% de la población total, así como hubieron lugares que dejaron de existir para siempre. Se perdieron muchos bellos paisajes, muchas vidas inocentes. Sin embargo, se impulsaron los avances tecnológicos para estar más preparados contra una nueva catástrofe de esa magnitud.
En el caso de Japón, fue rápidamente reconstruido, al igual que muchos lugares del mundo que siempre tienen un trabajo muy eficiente, aunque en condiciones precarias debido al desabastecimiento general. Los países que no entran en la categoría de «primer mundo», tendrán que esperar donaciones para poder salir del pozo. No es algo nuevo, con los terremotos y otros desastres naturales siempre sucede.
Los ángeles, demonios y hechiceros ya no pueden vivir escondidos de la sociedad, aunque a veces eso quisieran en muchas ocasiones. Lamentablemente, ellos no tendrían el mismo destino que los humanos, siempre se supo. Son obligados a registrarse y llevar un collar con GPS y sus datos básicos, por cuestiones de seguridad de la gente. Como era de suponerse, Estados Unidos fue quien impulsó el plan. Se obligó a que cada familia lleve a un miembro a dar muestras de sangre cada tres meses, con propósitos experimentales. Pero a pesar de que se encuentran vigilados, no tienen prohibido realizar sus actividades de la especie. Sólo los demonios tienen más limitaciones, se les impuso un margen de personas a las que pueden «desaparecer misteriosamente», aunque eso se puede solucionar si entran a la policía o algún cargo particular.
Regresando a Japón, muchas personas perdieron su hogar, pero no resultó tan trágico de algún modo, gracias a que las familias adineradas decidieron hacer donaciones y algunas inversiones para arreglar la situación.
El pueblo Esmeralda desapareció, ante la imposibilidad de Saeko de luchar sola. Afortunadamente, no hubieron bajas, gracias a que ella se enfocó en proteger a la gente, mismo motivo por el cuál no sobrevivió ninguna edificación de aquél lugar.
La hechicera se encuentra viviendo bajo el techo de su mejor amiga, SunHee. La mansión no fue destruida. Con la gran cantidad de habitaciones, pudieron fácilmente regalarle un lugar a dónde estar. Los padres de Kanae ahora trabajan en la cocina y también cultivando felizmente. De hecho, hay varios nuevos empleados allí.
Actualmente, son las 22:00 p.m. y se están preparando para el festival de cada año. Con unos hermosos yukata, similares a los kimono que usaron anteriormente, las tres amigas están terminando de preparar unos últimos detalles en el cabello.
—Ustedes tienen que ser el centro del universo, nadie les va a decir que se ven mal hoy. —SunHee las mima, jalándoles de una mejilla a cada una.
—¡Ah! —se queja jugando la pelirroja—. Por todo lo que tardamos ya se fueron los chicos. —ríe fuerte.
—Me acabo de enterar que soy mujer. —bromea el chico de cabellos verdes, esperando en la puerta de la habitación.
—Te falta el yukata nada más. —lo molesta la chica de ojos violetas. Lleva en el cuello algo similar a una chapa militar como collar. En él dice su nombre, su dirección, «hechicera violeta», y una lucecita roja en la parte de la punta.
—Vamos chicas~. —mira la hora en el celular—. ¡Vamos a llegar tarde a nuestra reunión! Siempre los hacemos esperar a pesar de que tenemos vehículo. —él lleva puesta la ropa para la presentación con la banda.
Se ríen y bajan rápidamente las escaleras. La rubia coge un bolso y se lo pone al hombro. Ella lleva el dinero para gastar de todos, junto su celular. De todos modos, nadie podría robárselo gracias a sus poderes.
Como suelen hacer, van en el auto de la familia Jung. Se puede apreciar que todas las calles están completamente en buenas condiciones, y en varios lugares hay bellas decoraciones. El templo al que se dirigen, es al mismo al que fueron la vez anterior.
Al llegar, bajan rápidamente del coche, cerrando la puerta. Suben por los escalones, hasta llegar al lugar donde se encuentra la multitud. Como siempre, una gran cantidad de puestos de juegos, de comida, hacia un lado el bosque de la montaña, hacia el otro algunas carpas así como el escenario. Las linternas de papel brillan, dándole un tono cálido al ambiente.
—No los veo. —dice primeramente SunHee mientras se lleva una mano sobre las cejas, para tapar la luz.
—A ver, deja, los busco. —concentra la mirada con sus poderes, sin ningún problema. En la actualidad ya no tiene que cuidarse de ser «atrapada»—. ¡Allá! Ah, tendrían que habernos esperado en la entrada.
—¿Es en serio? —niega con la cabeza, riendo a carcajadas— Llegas tarde y esperas que te esperen. Ay, Kanae. —le despeina un poco el cabello.
—Me costó mucho ponerme la horquilla. —le hace pucheros—. Deja mi cabeza en paz. —ríe también y se adelanta, corriendo en dirección de los demás.
Quienes la acompañan se agarran el uno al otro de las mangas, para no perderse entre los tumultos de gente.
Los chicos están arreglados a su forma, todos los de Golden G están «listos para tocar» en cuanto a sus atuendos se refiere.
—Tenemos el cambio de ropa en el escenario, para después del concierto, así podemos andar más cómodos. —les menciona Yamato apenas ve a quienes llegan—. Por cierto, estás muy bella. —ve sonriendo a SunHee.
—Muchas gracias. —una sonrisa cálida se dibuja en su rostro, a la vez que sus mejillas se ruborizan—. También estás lindo hoy, como siempre.
—아이고~ Cómo ha crecido nuestra SunHee. —se contagia de sus ánimos, y pasa a abrazar a Mitsuru—. Hola de nuevo mi amor, tanto tiempo.
—Nos vimos hace un ratito. —le da un capirotazo en la mejilla.
—Ah. —hace un corto quejido, cerrando el ojo de ese lado. Seguidamente ríe.
Jun y Yuki están vestidos con yukata, mientras que llevan collares similares al de la hechicera. Su cabello está aún mojado. ¿No usarán el secador?
—Hey, Kanae. En nuestro caso sí ha pasado mucho. —la saluda Jun, sonriendo de lado, dejando a la vista sus característicos colmillos—. Deberían visitarnos más seguido. Yo no suelo leer lo mismo que Yuki.
—Es verdad, señorita Mitsugashi. Nos divierte pasar tiempo con usted, así que ya sabe, siempre es bienvenida a nuestra casa. —le dice con una voz dulce. Se nota que está de muy buen humor por la fiesta.
—¡Vamos a comer! Hasta que llegue la hora de tocar. —alza los brazos Tomoki, quien está usando una camiseta sin mangas. En lugar de esconder su brazo protésico, lo presume, ya que hasta luces tiene. El movimiento es igual de fluido que el real.
—Vamos a usar nuestro pozo para pagar. —ríe SunHee, mostrando el bolso.
—Sí, también tengo hambre. —posa las manos en su estómago Josuke.
Como en el año anterior, deciden ir al puesto de Ebisu. Toman asiento, aunque están algo apretados, hay muchas personas allí aparte de ellos.
—¿Qué van a ordenar? ¿Ramen? —sonríe con los ojos cerrados el padre de Mitsuru.
—Sí papá, yo quiero ramen. —le responde el chico de ojos negros con una amplia sonrisa—. Uno bien picante.
—Quiero lo mismo, y takoyaki. —hace su pedido el ángel.
—Yo tengo ganas de comer algo dulce. ¿Podrían darme mochi y dango? —pregunta Jun mirando la carta.
—Claro, ampliamos la variedad de comidas, pueden pedir lo que gusten.
—Nosotras tres queremos ramen con naruto y cerdo. —pide la pelirroja.
—Nosotros queremos ramen picante también. —MinHyuk señala a los restantes.
—Estará en seguida chicos, aguarden un momento. —se dirige a la parte de la cocina, abandonando la escena.
—Ah~ Qué lindo se siente la paz. Hace tiempo no pensé que podría estar aquí comiendo otra vez. —opina Jun, estirando los brazos.
—Yo creo que tuve más esperanzas que tú. —sonríe la hechicera, enarcando las cejas—. Cuando terminemos este descanso de vivir una vida común, deberíamos volver a entrenar. Lo vamos a necesitar.
—Sí… —asienten a la vez, pero ninguno parece preocupado ni incómodo.
Saben que van a tener que estar en forma, son más maduros que antes. Ya ninguno se queja de las responsabilidades que implica tener esos poderes.
—Creo que la próxima vez voy a comer antes de venir a una fiesta. —Yuki tiene las manos en su estómago, que ruge con fuerza.
Sus amigos se ríen divertidos tras el comentario. El ángel siempre se ve hambriento.
—Paciencia hombre, ya viene la comida. —le da unas palmadas en la espalda el chico de ojos verde agua.
—Oh, Jun, Yuki. Quería mostrarles el nuevo juego que salió la semana pasada. Como estuve ocupada con SunHee-
—Porque lo probamos primero. —la interrumpe, sonriendo maliciosamente.
—… —la mira achicando los ojos, a modo de broma. Pero prosigue hablando Kanae—. Bueno, la cosa es que les mostraré qué tal. —saca el móvil de las telas que rodean su cintura, abriendo la aplicación directamente.
No pasan más de quince minutos, hasta que todas las órdenes están listas y servidas en el lugar de cada uno. La alegría de los chicos se refleja más allá de sus labios, sobre todo el ángel, que siempre que está verdaderamente feliz, irradia una gran calidez y tranquilidad.
«Se siente muy bien estar viva… Así como había dicho alguna vez Yuki, uno no sabe cuán valioso es existir hasta que nuestra vida peligra de verdad. Es el resultado de haber dado todo lo que teníamos de nosotros. Afortunadamente, ahora tengo más para ofrecer»
Luego de terminar de cenar en el puesto, se dedican a probar los diferentes platillos que hay por la montaña. Piensan dejar los juegos para más tarde, el hambre les puede más en esta ocasión. Aunque los miembros de Golden G tratan de controlarse un poco, ya que la idea es que puedan abotonarse la camisa.
Faltan dos minutos para las doce. La noche es muy tranquila, ruidosa pero sin problemas. El mundo no volvió a verse atacado por los fantasmas, así que la gente puede dormir tranquilamente. Naturalmente, eso es un gran alivio también para el grupo de Kanae, que todo el tiempo se la pasaban con la cabeza llena de preocupaciones y alertas a cualquier sonido fuerte.
—Chicos, vamos a buscar una buena ubicación para verlos bien. ¿Qué les parece por allá? —el demonio señala con el índice hacia la cúpula de un árbol muy grande.
—Hasta nos va a entrar la pólvora. —ríe a carcajadas la hechicera—. ¡Igual suena bien! Vamos. —con sus poderes se carga a sí misma y a los miembros de Golden G, distribuyéndolos en las ramas.
—Gracias, me ahorraste el trabajo. —le comenta SunHee, elevándose con Mitsuru—. Ahora te tengo celos. Puedes levantar tanto. —tuerce la boca.
—Tranquila, me canso mucho más rápido, no te pongas celosa~.
La pelirroja se acomoda con cuidado contra el tronco, mirando las estrellas.
—Tenías razón Jun, escogiste un buen árbol. —opina la niña de ojos azules.
—¿A que sí? —hace aparecer sus alas negras, subiendo hasta al lado de Kanae—. Qué bueno que comenzaras a confiar más a ciegas en mí.
—Hay cosas que aún no te creo. —ríe, jugando con un flequillo propio—. Pero no significa que vaya a dudar en todo.
El ángel vuela hasta al lado del chico de cabellos negros, apoyándose del lado opuesto del tronco del que usa la pelirroja.
—Miren, ya comenzó. —les señala Yuki hacia el cielo, sonriendo animado.
Las bellas combinaciones de colores y formas reinan sobre ellos, dejando a su vez el aroma de la pólvora que a muchos les resulta algo placentero. El espectáculo de luces comienza con una pequeña cuenta regresiva de cinco segundos, para luego estallar en figuras de corazones y uno que otro dibujo. Todos los años son diferentes, y siempre consiguen llamar la atención de quien dirija la vista hacia el firmamento.
—Ah~ Qué bonito. —le sale del alma a la hechicera, su pensamiento en voz alta.
—¿Verdad? —le responde en un tono suave y lento el niño de ojos grises, con el reflejo de la obra en sus retinas.
El cielo empieza a apagarse de a poco luego de los quince minutos. Muchas personas se dirigen a hacer sus deseos, pero otros empiezan a formarse cerca del escenario. Claro, los miembros de la banda ya están de pie frente al telón. Toman sus posiciones y saludan con ambas manos. Cuando anuncian que la canción que van a tocar es la primera vez que la presentan, el público reacciona con euforia.
Las primeras notas, acordes de la canción, ya denotan que es una de sus canciones melancólicas que parecen el outro de alguna serie. Pero esa especialidad de Golden G. El piano suave, el bajo en esta canción no suena tétrico, la guitarra lo acompaña bellamente. Las luces arriba de ellos se mueven despacio, variando entre alumbrar a cada uno de los integrantes. Seguidamente, se enfoca el blanco sobre MinHyuk y Tomoki, al parecer los que van a encargarse de cantar. Cuando termina la intro, el ritmo cambia un poco, menos cargado, con otras notas, comenzando con la segunda melodía.
—Pasaron años y el día llegó donde a mi cabeza atraviesa el pensamiento de que ya no estás y que no estarás, aunque sí existas. —MinHyuk mira hacia el frente, negando suavemente, tocando la guitarra principal.
—Unos 20 años, me tomó aceptar… Y por todos los métodos lo intenté; día a día me lo repetía hasta cansarme —baja la cabeza el chico de cabellos morados, con un tono de frustración— hasta que mis ojos no se pudieron apartar. —desliza los dedos por las teclas.
El bajo suena más marcado en este caso, junto a algunos sintetizadores del teclado.
—¿Cómo negar…? ¿Cómo negar…? Aquello. —canta una melodía diferente a la primera, alzando algo la voz—. Me he mentido y evitado tanto… —toma aire como si fuese un quejido—. ¿Tan difícil era? ¿Tan difícil era? Aquello. Era sólo cuestión de voluntad. —el rubio frunce levemente el ceño.
La batería marca la entrada del estribillo, marcándose más fuerte.
—Hasta que me di cuenta. Que yo te amaba. Hasta que me di cuenta. Que tú me inspirabas. —armonizan juntos MinHyuk y Tomoki—. Cuando agarré mi lápiz otra vez, simplemente no salían palabras. | Hasta que me di cuenta. Que te admiraba. Hasta que me di cuenta. Que te anhelaba. No puedo seguir viviendo normalmente, ¿Cuánto tiempo necesito para aceptar… —en los ojos de ambos se puede apreciar el sentimiento de la canción. A pesar de que no se refiera a nada que les ocurre ya que ni siquiera tienen esa edad, pueden expresar el arrepentimiento de una vida entera. Un ritmo distinto comienza, a la vez que añaden otra frase— que tú no eres para mí?
Mientras se enfoca también en varios colores a los demás miembros, suena nuevamente la segunda melodía.
—Mis manos heladas, como mi imaginación no recuerdan como se escribía mi nombre. —mientras toca esa parte en el teclado, hace como algunos cortes, haciendo referencia a la ansiedad—. «Es una tontería», me dirías y reirías tú…Incluso creer que eso pasaría es mucho.
—¿Puedes creer que hasta para hipotetizar tu presencia siempre es esencial para mí? —los ojos verde agua del chico, cerrados, sonríen falsamente—. Y ahora que sé muy bien que nunca pasará, todo lo que me queda por hacer es asimilar.
—¿Cómo aceptar? ¿Cómo aceptar? Aquello. Tenía el presentimiento y lo ignoré. —como si se molestara consigo mismo, frunce el ceño el menor—. ¿Cómo aprender? ¿Cómo aprender? Aquello. No sé aún cómo voy a vivir sin ti.
Nuevamente la batería inicia el coro.
—Hasta que me di cuenta, que yo te esperaba. Hasta que me di cuenta, que yo me ilusionaba. Siempre me trataste diferente, hasta me decías que era el más importante. | Hasta que me di cuenta. Que tú también me amabas. Hasta que me di cuenta. Que también te expresabas. ¿Por qué aunque sentíamos lo mismo… —cambia al ritmo que le continúa al estribillo, mientras transcurre el verso— nunca funcionó…? ¿Por qué yo no soy para ti?
Abriéndole paso a lucirse, resuena un dueto de las guitarras en primer plano, mientras los demás instrumentos bajan su volumen. De a poco se añaden, como si comenzase una llovizna, las notas del teclado. Al poco tiempo, sólo se oyen unos acordes de la segunda guitarra, junto con los platillos suavemente.
—¿Cómo pensar? ¿Cómo pensar? Aquello. Quiero hacerte llegar mis sentimientos… —el rubio toma aire marcadamente—. Hasta que me di cuenta. Que yo te amaba. —se escucha el eco de únicamente su voz.
—Hasta que me di cuenta. Que tú me inspirabas. —el menor también tiene una frase para él solo en este estribillo.
—Cuando agarré mi lápiz otra vez, simplemente no salían palabras. —continúa otra vez MinHyuk en el silencio, con las luces que lo apuntan.
—Hasta que me di cuenta. Que te admiraba. —regresan a cantar juntos, los dos mirando hacia el frente—. Hasta que me di cuenta. Que te anhelaba. No puedo seguir viviendo normalmente, ¿Cuánto tiempo necesito para aceptar…. —se añade la segunda melodía antes de terminar esa parte— que tú no eres para mí?
Al terminar ese ritmo, se repiten las notas del estribillo.
—Hasta que me di cuenta, que yo te esperaba. Hasta que me di cuenta, que yo me ilusionaba. Siempre me trataste diferente, hasta me decías que era el más importante. | Hasta que me di cuenta. Que tú también me amabas. Hasta que me di cuenta. Que también te expresabas. ¿Por qué aunque sentíamos lo mismo… —como es en esta canción, el segundo ritmo interrumpe la oración, comenzando antes de que termine la estrofa—. nunca funcionó…? ¿Por qué yo no soy para ti?
Sigue por poco, cambiando hacia el mismo que la intro, y una melodía diferente para el final de esta canción, mientras el juego de iluminación los hace brillar aún más.
Un mar de aplausos inunda la montaña, emocionados con presenciar el nuevo tema de Golden G, «Hasta Que Me Di Cuenta». La banda hace reverencias a la gente que los mira con admiración, algunos llorando quizás porque la letra les recordó a alguien.
—¡Ahora vamos a seguir con algunos clásicos! Comenzando por mi favorito, Matta Ashita. —sonríe divertido el líder, totalmente contrario a lo que sus canciones expresan generalmente.
Nuevamente se oye a la gente aclamando, viéndose entre el público ahora a quienes antes se escondían: algunos ángeles y hechiceros alzan por el aire a niños que no alcanzaban a ver al escenario, algo muy tierno ciertamente.
Media hora luego, Golden G termina su concierto y se cambian a una ropa más tradicional, entre azules, blancos y grises cada uno. Son los colores que suelen usar más los hombres para esas épocas. Aunque como siempre Ryōtarō prefiere llevar algo de color vino, en este caso algo más opaco.
—Ah… Me divertí. —muestra una sonrisa de satisfacción MinHyuk—. Gracias por haberse quedado mirando el concierto aunque ya nos hayan visto ensayar más de mil veces, se aprecia mucho.
—No es nada, ustedes son muy talentosos. —sonríe de lado su melliza—. ¿Vamos a pedir los deseos de año nuevo?
—¡Sí! Yo quiero~ —le responde inmediatamente la pelirroja, entusiasmada.
Mientras caminan hacia el templo, se escucha entre las conversaciones de la gente opiniones acerca de la música, así como de la presencia de las nuevas especies entre ellos. Muchos niños continúan jugando con los ángeles, e incluso algunos demonios. Los hechiceros, por su parte, tienen prohibido los juegos de puntería por obvias razones; no se quejan porque saben que sí sería trampa.
—Ah~ Actualizaron los juegos de disparos. —mira con los ojos brillantes de emoción hacia aquella dirección.
—Ya iremos en poco. —ríe Yamato, despeinándola.
—Yo quisiera seguir comiendo más tarde, aún tengo espacio. —aprovechando el ambiente, Yuki comparte sus pensamientos.
—¿Ah? ¿Cómo es que no te llenaste con eso? ¡Yo siento que voy a explotar! —Jun levanta la voz mientras hace con sus brazos y manos la forma del estallido.
—Quizás yo también coma de nuevo más tarde. —sonríe enarcando las cejas la hechicera—. Estuvo todo tan rico, y hay muchos dulces caseros que no suelen verse tanto en otras épocas del año. Así que sí lo entiendo.
—¿Ves Jun? Tienes que abrir tu estómago. —le dice el ángel asintiendo varias veces con la cabeza.
—¿Qué no era abrir la mente como se dice? —enarca una ceja y simplemente ríe.
Llegan al lugar sagrado y comienzan a orar, juntando sus manos mientras cierran los ojos. Luego de eso, comienzan a escribir los deseos con los pinceles, usando la tinta.
—»Quiero ser la mejor hechicera para cuidarlos a todos.» —escribe Kanae y lo ata en el árbol.
—»Deseo que el mundo disfrute la paz sin cometer ellos mismos guerras.» —añade Yamato a las ramas.
—»Espero que la música consiga unirnos a todos.»
MinHyuk coloca el papel al lado del de su mejor amigo.
—»Deseo que la tecnología avance para bien.» —deja en el árbol Tomoki.
—»Quiero que las familias se unan como la mía.» —escribe Mitsuru y lo pone al lado del de la hechicera.
—»Me gustaría que los humanos dejen de temer a las demás especies.» —añade SunHee, acomodándolo al lado del deseo del pelirrojo.
—»Quiero que la gente tenga más confianza en sí misma.» —agrega Ryōtarō.
—»Me siento feliz, espero seguir siéndolo realmente. Quiero compartir la felicidad con las personas que quiero.» —tiene que hacer las letras algo más pequeñas Josuke para que quepa su mensaje.
—»Deseo que los malos pensamientos no se apoderen de todos.» —con una bella caligrafía tradicional, Yuki agrega su papel a una rama.
—»Quisiera que aquellos que buscan el amor puedan conseguirlo.» —escribe Jun, dibujándole un pequeño corazón en una esquina.
Se alejan de allí para dar lugar a las demás personas que también quieren participar. Los miembros de Golden G vuelven a saludar a sus fanáticos que por ahí pasan.
Luego de bajar las escaleras, se alejan unos minutos del tumulto de gente, sentándose hacia la orilla que da al bosque.
—¿Les gustaría tomarse unas fotos? Creo que el fondo se vería muy bien. —les pregunta animada la niña de ojos azules.
—Cuenta conmigo. —le responde SunHee, acercándose a ella mientras saca el celular del bolso.
—¡Yo también! —dice Kanae mientras se acerca al par.
—Es gracioso pensar que ya no tenemos que sostener el celular con un palo de selfies para conseguir un buen ángulo. —comenta la rubia, riendo bajo.
—Sí~ es genial. Sobre todo ahora que podemos usar bien nuestros poderes. —le contesta la hechicera.
—Pero sólo ustedes pueden hacerlo, qué injusto. —infla una mejilla Mitsuru, pero al instante ríe con ellas.
—Yo también quiero salir en la foto. —camina tras ellas MinHyuk.
—Yo igual. —se acerca Yamato de brazos cruzados.
—No puede haber una foto perfecta sin mi rostro. —el chico siempre confiado de su apariencia, Ryōtarō, viene con ellos riendo.
Sin decir nada, Tomoki y Josuke se suman. Seguidamente de ellos, caminando más despacio, se acercan el ángel y el demonio.
—¿Quién la tomará? ¿Kanae o tú? —pregunta Jun mientras hace caras graciosas, como si estuviese pensando qué debería hacer para la foto.
—Ah, yo por supuesto. —responde la rubia con su expresión usual, aunque no significa que esté molesta, sólo es su cara. Levanta con su telequinesis el móvil sobre ellos, acomodándolo hasta que se vean todos—. Los chōchin nos darán una buena iluminación desde aquí. Está en cuenta regresiva, así que, posen~.
SunHee sale en el medio, con la hechicera haciendo una sonrisa tímida a su izquierda y Mitsuru a la derecha haciendo formando una V con los dedos. Tras ellas, MinHyuk le hace cuernos a su hermana y Yamato sonríe de lado con una mano en el hombro de la rubia. Ryōtarō guiña un ojo, Tomoki sonríe con los ojos cerrados y Josuke entre ellos dos los abraza con un brazo a cada uno. Mientras tanto, hacia el lado izquierdo derecho de Mitsuru, el ángel y el demonio forman con sus manos un águila, quizás representando el hecho de que ambos tienen alas.
—Uwwaaa~ quedó muy bien. Me encanta. —comenta primero Kanae, que puede verla aunque el celular esté lejos arriba.
—¡A ver, a ver! —Jun literalmente hace aparecer sus alas sólo para subir a echarle un vistazo a la fotografía.
Pero justo SunHee decide bajar el celular para que todos puedan verlo, riéndose. Quizás le hizo esa broma a propósito.
—Ah~ maldita. —se queja pero también se contagia de su risa.
«Me alegra mucho ver que ellos ya se llevan mejor. De hecho, siento que no tenemos problemas entre nosotros desde hace mucho.» piensa Kanae sonriendo cálidamente. «Desde aquella feroz batalla, las cosas se vieron de alguna forma más claras para mí. Me parece que a todos nos pasó lo mismo. Cuando la vida que tienes parece estar por terminarse, uno se arrepiente de todas las cosas que no pudo concretar, ya sea por temor o por simple vagancia. Y yo me he dado cuenta de que, al menos hasta quizás dentro de unos años más, quisiera concentrarme en mis estudios como hechicera y dejar un poco de lado todos esos temas de amor que, aunque me hacían sentir una adolescente normal y afortunada, no es lo que quiero pensar en estos momentos. Estoy tan emocionada con ser mejor persona y una buena hechicera, que preferiría que la persona con la que decida salir tenga una versión próxima a lo mejor de mí misma. Voy a crecer, y convertirme en una hechicera digna de ser de especialidad violeta, que sea capaz de manejar la segunda venida dentro de unos años».
La chica de cabellos negros continúa metida en su cabeza, hasta que siente que alguien toca su hombro.
—Hey, Kanae, ¿Vamos a jugar? —le pregunta con curiosidad el chico de ojos color vino, mirándola sonriente.
Al lado de él, están Josuke y Tomoki que parecen querer ir con ellos también. Ya se aprecia que Mitsuru y MinHyuk se fueron a probar el juego de pesca, así como Yamato y SunHee a jugar con las pistolas.
—¡Claro! Obvio que voy. —le devuelve la sonrisa, cerrando los ojos.
Kanae voltea a mirar hacia atrás, al par de chicos que están sentados sobre el pasto.
—¿Quieren venir también? —ella los invita, agachándose un poco para hablarles.
—Ahora no, pero muchas gracias por preguntar, señorita Mitsugashi. —le contesta con tranquilidad el ángel—. Vamos a estar aquí un rato antes de comer.
—¡Oye! ¿Quién dijo que yo iba a ir a comer también? —le responde con un falso tono de enojo el chico de cabellos negros.
La hechicera suelta una risa al verlos así, y niega varias veces.
—Suerte entonces chicos, diviértanse por su lado~. Cualquier cosa, lo mismo pueden venir después. —los saluda con la mano.
Ella se va junto a los otros tres, adentrándose entre las personas del festival.
Desde donde el demonio y el ángel están sentados, aún con la cantidad de árboles que hay, hay varios huecos que le permiten ver lo brillante del cielo. Ambos miran hacia arriba, como si fuese lo único que existe en ese momento, ignorando todo el ruido que, de igual forma, se escucha con menos volumen desde aquél lugar.
—Oye Yuki, la luna está muy bella hoy, ¿No te parece? —le comenta muy natural, y luego lo ve. En sus ojos se reflejan las diferentes luces que hay en todo el ambiente.
—Estoy tranquilo. —lo mira fijamente, y luego sonríe, jugando con los flequillos del demonio. Una risa muy agradable y tierna se le escapa, a la vez que sus mejillas toman un color carmín.
Kanae mira hacia atrás a las dos sombras, que están uno sobre el hombro del otro. «Ellos me ayudaron a crecer y a atravesar el camino, pero ninguno era mi destino», piensa. Se detiene unos momentos de caminar, lo cual llama la atención de sus amigos.
—¿Sucede algo? —pregunta Josuke a la chica.
—Está pensando en el futuro. Recuerda que es año nuevo~. Observa a los demás, y aprende. —le responde calmadamente Ryōtarō.
—Deberíamos hacer lo mismo. —asiente varias veces Tomoki, mirando a la misma dirección.
—¿Qué cosa? ¿Besarnos? —el de ojos negros se muestra más confundido.
—No, aprender y seguir adelante. —ríe fuerte el menor.
—Lo siento chicos, me había perdido un momento. —ríe también ella—. Vamos al juego de la prueba de fuerza~ El del martillo. Es legal para nosotros~.
—Voy a mostrarles cuánto me he acostumbrado a esta prótesis. —sonríe ladino, presumiendo las luces de su brazo mecánico.
—A ver si puedes ganarle a mi rutina de ejercicios. —Ryōtarō lo molesta, mostrándole sus bíceps.
—Sabes que nosotros seremos malos con eso. —ríe a carcajadas Josuke, tocándole el hombro a la hechicera.
—Quién sabe, quizás tenemos algo de suerte~ —Kanae se muestra curiosa al respecto.
Cada uno avanza de forma diferente, a un tiempo distinto, pero siempre hacia adelante. Con sus propios deseos y metas, el mundo se ve iluminado.
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