Nisenai Fantasy - 5
Capítulo 5
[ 2016, Octubre, 24 ]
El día está bastante fresco, naturalmente por la estación. El cielo aún está obscuro, a pesar de que sea de mañana, pero sí hay unas luces que resaltan: relámpagos. Es común para la época que ocurran tormentas seguidas y largas. Sin embargo, como todavía no hay una sola gota, los padres de Kanae se encuentran acomodando cosas en su carrito, con la intención de dar vueltas y vender algo en las primeras horas de la mañana tras tocar las puertas.
Por su parte, la pequeña de cabellos negros, recién se está despertando, es a la hora que suele poner su alarma. Su móvil marca las 6:30 a.m. La chica estira los brazos y se incorpora en la cama. Está de buen humor tras tener un buen sueño, además de que lo primero que piensa es en todo lo que habló el día anterior con sus nuevos amigos y su mejor amiga. Tiene una sonrisa de oreja a oreja. Tan sólo unos segundos luego, «se congela» su mente debido al frío que hace en su habitación, como reacción involuntaria comienza a tiritar, hasta que se cambia el pijama y se abriga con el uniforme. Suspira y regresa a tener su sonrisa. No tarda mucho en cepillarse los dientes y preparar sus cosas.
Un gran estruendo interrumpe sus pensamientos, un trueno que resuena por todo el barrio. Esa señal significa, claramente, que debe llevar su paraguas. Fuera de la casa, Saeko y Jiro se ven alegres, ya que en poco tiempo la gente del barrio, con tal de no salir de sus casas por el probable feo temporal, les compraron absolutamente todo.
—Cariño, tuvimos mucha suerte. —la madre sonríe alegre a su marido, tomando con la mano su brazo, mientras que con el otro empuja el carrito—. Ojalá todos los días se vendiera así.
—Claro que deseo lo mismo. —le devuelve la sonrisa y le da un cálido beso en la frente—. Pero de igual manera me siento agradecido todos los días, porque tenemos un techo, sí tenemos comida, y gracias al cielo también tenemos salud. —le comenta seriamente, pero con un tono amable. Se detiene de caminar unos metros antes de llegar a la puerta al ver a una persona desconocida en las cercanías de su casa.
—Sí, también lo veo. ¿No sientes que su presencia es extraña? ¿Será un espíritu? —mira con detenimiento, y ella continúa llevando el carro hasta estar a simple vista de quien se encuentra frente a la puerta—. ¿Hola? —le habla con una voz curiosa y cautelosa, lo suficientemente fuerte para que la escuche.
—Oh, ¿Usted es la madre de Kanae? Mucho gusto, pregunto porque tienen los ojos muy parecidos. —sonríe amplio a la mayor, el chico de cabellos negros llega vestido para el frío, con un gorro tejido y guantes, pero como ocurrió anteriormente, no trajo paraguas.
—Entonces eres un compañero de mi hija. Está bien. —lo último parece habérselo dicho a sí misma—. ¿Necesitas algo? —le sonríe, aunque todavía se la nota con cierta desconfianza.
—Sólo vengo a buscarla para ir a la escuela… No vivo tan lejos de aquí. —parpadea varias veces, y luego la mira, como si esperara que entre a su casa primero o algo así, no entiende porqué está afuera.
La mujer, en lugar de ingresar a la casa, deja el carrito hacia atrás primero y regresa a donde el pequeño, lo saluda con una reverencia y regresa con su esposo.
Jun, por otro lado, toca la puerta, y mueve uno de sus pies, reflejando su impaciencia. Los padres de la chica de ojos violetas, al ver que no entra por su cuenta y que la menor tampoco atiende, van juntos hacia la entrada y le abren la puerta. Él agradece con una reverencia tan pronto como le dejan ingresar al hogar.
El misterio del porqué Kanae no respondió a los golpes en la entrada es revelado. Se encuentra tomando el desayuno, un café caliente, mientras escucha música, mirando hacia el lado opuesto de donde están todos. Sus padres ríen en voz baja y se van juntos al baño para lavarse las manos.
—… —el chico de ojos rojos coge con delicadeza uno de los auriculares de la menor, y susurra en su oído—. Kanae.
—Uwwaaa. —da un sobresalto y se le eriza la piel, una sensación entre susto de lo repentino y gusto por aquella suave voz diciendo su nombre, la cual queda haciendo eco en su cabeza. Mira hacia atrás, y a nada de su rostro, está el de la persona que más quería ver, pero que menos sabría cómo decírselo—. Jun, buenos días… —su voz suena tímida y un poco cortada—. ¿P-por qué estás en mi casa? ¿Y tan temprano?
—¿No es obvio? —ríe fuerte, de hecho ahora su voz sí tiene verdadero eco en el living—. Vengo a buscarte para la escuela, ¿O acaso preferirías ir sola con este clima? Yuki me mencionó que tu salud es delicada y bueno… —le responde, mirándola con preocupación.
—¿Eh? ¿Cómo sabe él eso…? —mira hacia arriba a los costados, tratando de recordar si en algún momento se lo mencionó, pero aún resuena el susurro de su nombre, y no se puede concentrar, sumada la presencia del otro—. Realmente, no tengo problema, gracias por preocuparte, y perdón por las molestias. —sonríe arqueando las cejas, realmente siente algo de vergüenza por parecer tan débil frente a todos.
—Tranquila. —le da unas suaves palmadas en el hombro y le sonríe—. Yo te quise venir a buscar, no pienses que me sentí obligado, además, —desvía la mirada hacia un costado, un leve rubor aparece en sus mejillas— también quería verte.
—¿Eeeeh? —su rostro queda completamente rojo ante la reacción tan tierna del contrario. Se siente confundida, ¿Por qué quisiera verla tan temprano? Pero de cierto modo la respuesta sería obvia—. ¿También? ¿Cómo sabías que yo… también… quería verte? —le pregunta en voz baja, llevando una mano a la boca propia.
—¿También querías verme? —se muestra sorprendido por la respuesta y se sonroja más—. Yo dije también por querer cuidarte y también verte, yo no sabía que pensabas eso.
Unos segundos de silencio hay entre ellos, que sólo se miran avergonzados por sus pequeñas confesiones. Los padres de Kanae regresan justo en ese momento.
—¿Pasa algo niños? —pregunta divertida Saeko, mirando de reojo el hecho de que los dos están rojos.
—Nada. —responden rápido y al mismo tiempo los dos, con la vista en direcciones opuestas.
—Diviértanse en la escuela. —Jiro se ríe por la reacción de los dos y se dirige hacia su habitación, bostezando, probablemente se eche a dormir.
—Bueno… Vamos entonces. —se termina rápidamente lo que quedaba del café y coge sus cosas, acomodándose la mochila, y dejando el paraguas en la mano propia—. Ya nos vamos mamá, nos vemos más tarde, descansen bien. —le sonríe amplio.
—Cuídense mucho, por favor. —los saluda con la mano y les abre la puerta para que salgan cómodos, y se queda saludándolos por unos segundos más. En cuanto están a un metro de allí cierra con llave.
Kanae no puede dejar de sonreír. Incluso le cuesta distinguir si es que es la realidad lo que está viviendo ya que hace poco que se despertó. Es incluso más lindo que un sueño para ella. Por esa misma razón todo es extraño, pero divertido, vergonzoso, agradable, muchas cosas. Su corazón late rápido aunque todavía no se hayan dicho nada desde que salieron de su casa. Dirige la mirada hacia el rostro del chico de cabellos obscuros, mirándolo con cariño. Sus ojos se encuentran rápidamente, porque él acaba de hacer lo mismo.
—Jun, ¿Y tu paraguas? —es lo primero que se le ocurre preguntar, porque justo en ese momento le cae una gota en el ojo, que se la refriega con la mano que no tiene ocupada.
—No lo traje, no pensé que llovería. —por lo visto, es pésimo con su «habilidad» de diagnosticar tormentas—. Pero tenemos el tuyo, así que no me preocupa. —ríe, con una expresión cálida, como si asumiera que la menor va a compartir su paraguas sin siquiera preguntárselo. Y lo gracioso es que realmente no se equivoca.
—… —queda hipnotizada por un momento con su risa. Sus hormonas le juegan en contra este día, o simplemente el otro está mucho más lindo de lo usual. Abre el paraguas y lo alza hasta donde ella cree que ambos se sentirán cómodos—. ¿Así está bien? —ladea la cabeza, viéndolo.
—Ya lo llevo yo. —ríe bajo y con delicadeza quita la mano ajena de ese frío metal, para sostenerlo él en su lugar—. Por curiosidad, ¿No tienes guantes? Nunca te he visto llevar algunos. —le comenta, mirando que los dedos de la menor están tomando un color rosa por el frío.
—Ah, tenía unos, pero hace años se rompieron… Supongo que ya debes haberte dado cuenta, sobre todo si viste mi casa, y a mis padres. —hace referencia a su estatus social, pero ya está acostumbrada, tarde o temprano la gente lo sabe, sobre todo al ver sus zapatos escolares.
—Te prestaré los míos hoy. —deja el paraguas sobre la cabeza propia, ya que de todos modos cubre a ambos, y así se quita los guantes para dejárselos a ella—. Espero que con eso tengas menos probabilidades de enfermarte Kanae. —vuelve a sonreír y a sostener el metal como corresponde.
—Gracias, en serio. —le dice y se queda mirando hacia arriba, a través del paraguas, como cada vez van cayendo más gotas y un sonido relajante para ella.
Hay muchas cosas que quisiera agradecerle. De hecho, le pasa últimamente con todos sus amigos. Pasó de prácticamente no tener amigos, a sentir compañía por todos lados, a casi no tener problemas más allá de su pobreza, inclusive, por los hermanos Jung tiene cosas que jamás hubiera imaginado y le sirven mucho, tanto a ella como a su familia. Pero lo más importante para ella, son los gestos que toman hacia ella, haciéndole sentir como si fuera «igual» a ellos, sin importarle su raza, su estatus, sus gustos, y muchas de otras cosas por las cuáles antes era juzgada fuera de su casa. Aunque ella no sintió haber sufrido tanto porque creció en una familia amorosa, como toda niña en su época, y como humana, si le hubiera gustado tener amigos y amigas antes. Igualmente, se siente bastante agradecida con su actualidad. Sus amigos la ayudan a conocerse más a ella y al mundo.
—Jun. —mira hacia él, con una expresión de curiosidad—. ¿Tuviste algún amigo o algo antes de entrar a Nisenai? —sólo sabe que ya conocía a Yuki.
—Vaya, esa pregunta. —se rasca una mejilla y ríe bajo—. Sólo Yuki. Nos conocimos por internet. Hablábamos a diario, ya que nos encontrábamos en un juego, y decidíamos ir a otro juego juntos. Así hasta que nos dimos nuestra dirección de correo y comenzamos a hablar mucho más seguido. —parece animado explicándole la historia—. Nos enviábamos mensajes muy seguido, de hecho, seguimos hablando prácticamente lo mismo que antes, sólo que de otra forma. Nos llamamos y todo, aunque nunca hicimos una videollamada, pensamos que sería extraño. —ríe más fuerte, como si recordara algo—. Aunque actualmente no me molestaría. En fin, tampoco había visitado su casa antes. Pero él venía a jugar conmigo en el bosque, muy cerca de la parada de tren, ya que sus padres le mandaban a recolectar hierbas medicinales. —le hace señas con las manos mientras le cuenta—. Entre los dos compartíamos conocimiento de la naturaleza, y otras cosas. Además… —se nota que está por decir algo, pero se corta a sí mismo y vuelve a reír—. En fin. —no le termina de explicar—. Siempre me llevé bien con él aunque nos peleáramos a veces por tonterías.
—… —parpadea varias veces. Estuvo muy atenta a la historia. Sabía que eran cercanos por verlos seguido juntos, pero no sabía que a esa magnitud. Le resulta bastante curioso e interesante ver que desde niños ya ambos se mostraban con ganas de aprender e investigar muchas cosas, lo que también le lleva a preguntarse de qué trabajan los padres del pequeño de ojos rojos. Conoce ya a los padres de Yuki, pero no a los de él—. Me alegra que hayas tenido siempre alguien tan cercano. —le sonríe amplio y mira hacia un lado, luego regresa la vista a él—. Si no te molesta, quisiera preguntarte otra cosa, ¿De qué trabajan tus padres?
—Mmm… —tuerce la boca y la mira, pensativo—. Bueno, sólo espero no decepcionarte si lo oyes. Mis padres no son médicos ni tampoco tenemos una gran fortuna. Mi madre es pescadora, y mi padre es secretario. Eso. —mira hacia otro lado.
—Jun, no seas tonto. —ríe divertida por la reacción del contrario—. ¿Decepcionarme de qué? No espero que seas millonario o algo por el estilo, sólo quería saber en qué trabajan tus padres. —le sonríe amable—. Tienen un lindo trabajo desde mi punto de vista.
Él le devuelve la sonrisa por su respuesta y se muestra más aliviado.
Con el tiempo que transcurre, llegan al río. Y claramente, Kanae ya está a punto de meter las piernas en el agua, hasta que Jun la mira extrañado.
—¿Qué haces? ¡Vas a mojarte entera así~! —la regaña, aunque todavía no haya hecho nada.
—Pero si es lo que siempre hago para ir y volver… La distancia entre las rocas, por más que la forma sea lisa, la distancia me complica saltar, y si me caigo sí me mojaría toda. —le hace puchero y baja la mirada—. Además mis zapatos están feos, no les hace nada el agua ya. «Puedo pasar saltando pero… voy a hacer el ridículo. Una de cada diez veces atravieso sin resbalarme. La última vez tuve suerte, no sé si la tenga esta vez», piensa.
El chico, como si hubiera ignorado completamente lo que la menor le dijo, salta él primero hacia una de las rocas, y ya que aunque haya una larga distancia entre ellas lo mismo son ciertamente amplias, le hace seña para que salte hacia donde él está. Ella niega con la cabeza y él repite el gesto. Kanae suspira y toma impulso para saltar, llegando hasta donde está él parado, aunque ella casi cae, él la sostiene firmemente, y le esboza una gran sonrisa.
—Confía en mí, podemos pasar todas las piedras así, pero esta vez lo haremos juntos, para que no te mojes con la lluvia tampoco.
—Espera, ¿Eso no lo hará más difícil? Además todavía no llueve tanto. —se sonroja y se siente un poco nerviosa, porque ya está apegada a él en esa roca, y además saltar juntos, sería mucho contacto físico, según ella piensa. Le llama la atención que él no sienta vergüenza de pedirle algo así.
—Tranquila, ya verás que te resultará más fácil aún. —le dice con toda confianza en sí mismo y en ella, se refleja en sus ojos.
La forma en que se lo pide, tanto como en la que la mira, le hace que resulte difícil rechazar su propuesta. Ella suspira y le sigue la corriente, pero en lugar de sentir que está haciendo fuerza para llegar hasta el otro lado, es casi como si volara. La fuerza y firmeza que tiene en los saltos el mayor, es tal que con sólo tomarla del brazo puede guiar todo su cuerpo hasta el lugar en donde quiera que caiga. Así atraviesan esas pocas rocas, que les dan un lindo «atajo» a lo que normalmente camina Kanae.
—Sabes, se necesita mucha fuerza en serio para poder saltar así. —la niña lo mira asombrada, con una de las manos en la comisura de los labios propios—. Bueno, realmente, muchas de las personas que conozco atraviesan como yo, sólo mis padres y algunas personas que veo muy «activas» los he visto pasar parecido a ti.
—Soy una persona atlética. —ríe y le mira sonriente, con una expresión presumida—. Te sorprendes tanto porque no hacen gimnasia con los chicos, si me vieras ya no te llamaría la atención. —ríe más, acomodándose el cabello propio con los dedos.
—Tonto. —ríe junto a él, por su intento de parecerle más lindo. Le da un suave empujón al hombro y niega con la cabeza. Mira hacia el frente nuevamente—. La verdad es mucho más lindo ir acompañada a la escuela. —ya no está tan tímida como al comienzo gracias a las tonterías del otro.
—Podría buscarte otro día de nuevo. —le comenta, ya que también se ve muy a gusto con el ambiente entre ellos.
En el momento en que llegan a la parada, justo el tren acaba de aparecerse. Allí apuran el paso, porque sería muy mala suerte perdérselo. Como no era más de un metro de distancia lo que había entre ellos y el vehículo, no demuestran ningún cansancio al subir.
Se sientan juntos, a mirar por la ventana. Jun, probablemente a modo de coqueteo, comienza a señalarle lugares y plantas, y explicarle de dónde vienen, porqué están allí. También le explica entre ello cómo llegar a su casa, porque a pesar de que él anteriormente le haya preguntado a dónde vive ella, ella nunca le preguntó a él.
El chico de ojos rojos se nota muy alegre, sonriente, divertido. Kanae lo mira durante muchos ratos, ya que siente como si una energía invisible se fuera recargando un poco más tanto cuando lo oye que cuando lo ve.
Un calor muy lindo va surgiendo en su pecho, como si escuchara su canción favorita, Ameagari de Buta Ot*me. Y comienza a sonar en su cabeza, a pesar de no tener los audífonos, y se mezcla con el sonido del paisaje, con la voz del contrario y el resto de sus pensamientos.
Una gran cantidad de información se repite en ciclos en su mente, todo está tan desordenado, tan extraño, pero tan lindo, que sólo puede disfrutar sin preguntarse en esos momentos porqué.
En las paradas más ruidosas, es cuando siente que está despierta de nuevo, retomando la conciencia, recordando que no debería dejarse llevar de más, como para llegar a decirle algo indebido acerca de sus sentimientos. Sin embargo, su rostro mantiene una sonrisa muy agradable.
Cuando salen del tren, la lluvia está mucho más pesada y fuerte que antes, aunque era obvio que eso ocurriría por el color que tenían las nubes. Afortunadamente, la parada cercana a Nisenai es techada; tienen tiempo de acomodarse cualquiera sea el accesorio que lleven.
La charla entre los dos continúa en el trayecto hacia la preparatoria, molestándose de a ratos, como si fueran niños, principalmente porque Jun lo empieza.
Al llegar al instituto, siguen conversando naturalmente hasta que el pequeño de cabellos negros necesita dirigirse al aula propia para reservar su lugar. En el aula de Kanae, 106, está todo el grupo casi completo, a excepción de Jun claramente.
—Kanae~ —la rubia hace una sonrisa al verla pero al momento regresa a su expresión natural, una sonrisa permanente no es lo suyo—. ¿Qué tal? Parece que te encontraste al señor Yami.
La molesta, todos los vieron en la puerta del curso.
—Sí… De hecho sí. —como estuvo anteriormente los primeros ratos, un color rojo abunda en su rostro, mientras ella sólo desvía la mirada con un dedo sobre la mejilla propia—. Hoy me tomó por sorpresa, pero fue linda su compañía. —le dice específica y únicamente a ella, en el oído—. Pasó por mi casa. —susurra.
—Wow, wow. —abre los ojos grandes, bastante sorprendida por lo que acaba de escuchar de la chica de ojos violetas—. Los felicito, están avanzando bonito. —la última frase también toma un tono bajo—. Siempre digo cuidado, pero se los ve muy bien. De verdad me alegra.
—Hey Kanae~ —MinHyuk la saluda con la mano, sentado en la mesa detrás de la suya.
—Hola Kanae. —la chica de ojos azules la saluda de igual manera.
—Hey. —Yamato por su parte, sólo le hace una seña con la cabeza a modo de saludo.
—Hola chicos, ¿Cómo les pegó el frío? —les dice riendo divertida—. Oh, Yuki, hola también~. —lo mira acercarse a ella despacio.
—Buenos días señorita Mitsugashi, quiero mostrarle algo. Probablemente no lo oyó ya que lo acaban de subir a internet, pero ya salió el nuevo mini álbum de Golden G. Y tenemos una colaboración especial de Miss Jung. —es el apodo que escogió para la rubia. En cuanto lo menciona esta niega con la cabeza riendo bajo, y MinHyuk vuelve a saludar—. ¿Le gustaría escucharla conmigo? —ya tiene cargado el vídeo y conectados los auriculares en el móvil propio.
—Uwwaaaa~ Por supuesto. —está muy emocionada ya que es como una sorpresa para ella, y le alegra mucho que su mejor amiga aparezca en la canción también—. Gracias por contarme. —oprime el botón de play, esperando una canción profunda como las que suele escribir él siempre.
» [MinHyuk] Estoy atrapado en una dimensión diferente a la vida, la muerte e incluso diferente al medio de ellas. Un lugar donde hay un bucle infinito, de las palabras que dije, pero de las cosas que no hice.
[SunHee] De las cosas que quise, pero no tuve. Todo el tiempo dejé de lado la idea de que se pudiera realizar aquél sueño, sin importar
[Tomoki] cuánto lo anhelara. De verdad quería. Y me veo atrapado, en un círculo, donde tengo la misma edad,
[Ryōtarō] donde me vuelvo a cruzar a esa persona, donde me encuentro con su aroma y su mirada.
[Josuke] «¿Alguien puede verse así? ¿Alguien puede hablar así?». Qué superficial. Y aún así, hablamos, mucho.
[MinHyuk] Estoy atrapado en una dimensión diferente a la vida, la muerte e incluso diferente al medio de ellas. Un lugar donde hay un bucle infinito, de las palabras que dije, pero de las cosas que no hice.
[SunHee] Y al final me interesó algo más. ¿Era una excusa para seguirla viendo? ¿Por qué la seguía buscando? [SunHee, Yamato] Sin darme cuenta, estaba atrapado.
[Tomoki] No quería pensar en nadie más. Todas las respuestas de lo que quería estaban en frente. Era ella.
[Ryōtarō] Pero estaba molesto, porque yo sabía que nunca sería mía, desde el primer día.
[Josuke] Y aún así me dejé llevar, de la forma más estúpida posible. Inútilmente, mi corazón se tatuó su nombre, y es una cicatriz enorme.
[MinHyuk] Estoy atrapado en una dimensión diferente a la vida, la muerte e incluso diferente al medio de ellas. Un lugar donde hay un bucle infinito, de las palabras que dije, pero de las cosas que no hice.
[Yamato] Hoy mismo, me siento atado, atrapado en un lugar donde conozco el comienzo pero, obvio, no el final. Sigo esperando que en el pasado haya ocurrido otra cosa, como si fuera posible que existiera un futuro dentro de él. Es obvio que no hubiera funcionado. ¿Por qué quiero algo imposible? Qué masoquista. ¿Por qué me sigo haciendo la pregunta «¿Y si…?»
[SunHee] como si pasara algo diferente por desearlo?
[Yamato] Ni llorando, ni deseando, ni orando, ni Dios, ni nadie nos puede juntar, porque desde el comienzo nuestros hilos nunca se cruzaron. Siempre estuve tan cerca y tan lejos. Por eso me veo atrapado, en el deseo.
[MinHyuk] Estoy atrapado en una dimensión diferente a la vida, la muerte e incluso diferente al medio de ellas. Un lugar donde hay un bucle infinito, de las palabras que dije, pero de las cosas que no hice.
Naturalmente la reacción de Kanae al escuchar su letra es, por supuesto, asombrarse. Pero como algo secundario, y al mismo tiempo importante, ¿Por qué su amigo escribe cosas tan tristes? ¿Cuál es su secreto?
—¿Vio que da escalofríos la letra? Y algo que me gustó mucho es que en esta canción canten todos, no sólo MinHyuk y Yamato como en la anterior. Cada vez se lucen más el compositor, y la banda. —tiene la mano en el pecho propio—. ¿No cree, señorita Mitsugashi?
—De vuelta me siento impactada. Todavía no te puedo dar una opinión concreta, me resulta muy profundo. —por letras como esa siempre termina pensando en el porqué ella no publica libros, y porqué el otro sí está en el mercado profesional aunque de manera diferente.
En el momento en que Jun ingresa al aula 106, se encuentra con la escena de que Kanae y Yuki están sentados en una gran cercanía, oyendo cada uno con un auricular. Y literalmente, la pequeña está tan entretenida conversando de la canción «Bucle Infinito» con el chico de ojos grises, que ni siquiera se percata de la presencia de quien le gusta.
SunHee conversa con la delegada Tsuki, y MinHyuk y Mitsuru están conversando entre ellos. El único «disponible», a quien Jun se dirige, es Yamato. Tratándose de él, la conversación no es precisamente larga y fluida, pero de alguna forma logra ser interesante. Se podría decir que el encanto que tiene el pelirrojo es exactamente eso.
Tanto como cuando suena el primer timbre de entrada, como los demás para regresar al curso, Jun no le dirige la palabra a su mejor amigo, y en cambio, habla con Mitsuru. De alguna forma el chico de cabellos marrones se ve distraído, se nota que no se da cuenta de lo que el otro está haciendo; podría decirse que el pequeño berrinche del niño de ojos rojos no tiene efecto en él.
Yendomás lejos, Jun prefiere quedarse solo dentro del curso ese día a la hora delalmuerzo, pero Yuki y Mitsuru lo mismo salen a juntarse con el resto en lacafetería. El de ojos rojos se amarga solo, literalmente, una sensación queentre susurros él describe como «incomodidad», lo tiene quizás hasta un poco deprimido
En donde comen, todos conversan tranquilamente sobre la canción nueva de Golden G. De hecho, MinHyuk recibe más que sólo las felicitaciones de su círculo cercano, la gran mayoría del alumnado presente lo elogia por la canción cada vez que tiene la oportunidad de pasar por su lado. Él, ya sin poder ocultarlo, se siente muy avergonzado de tantas cosas que le dicen y termina por sonrojarse.
A falta del niño de cabellos negros en la mesa, las conversaciones se tornan pares, quedando de una manera que se puede deducir fácilmente. Ninguno entiende realmente porqué no quiso comer Jun, pero lo que sí están todos de acuerdo es en preguntarle más tarde, cuando crean que se animará a hablar acerca del tema.
En la hora de la salida, en el aula 107, Mitsuru se retira primero, y quedan los mejores amigos a solas. Allí Yuki aprovecha para acercarse al otro.
—Jun, ¿Pasó algo? ¿Por qué no querías comer? —le pregunta directamente, con las cejas arqueadas, tocándole el hombro despacio.
—No sé, no sentía hambre. Te lo juro, es algo raro, no entiendo, ni yo entendí qué sucedió, pero ahora mismo creo que todavía no sé muy bien ni siquiera por dónde comenzar a explicarlo, lo siento. Y gracias por no haberte molestado conmigo. —le habla con sinceridad, entre suspiros.
—¿Por qué me hubiera molestado? —ladea la cabeza, viéndolo curioso.
—Vaya, me preocupé por nada. —dice para sí y frunce un poco el ceño. Ríe bajo y lo abraza, aprovechando ese momento para darle un toque eléctrico, que es más que una simple estática, pero no es nada tan fuerte como para dejarle alguna marca.
—Ah, duele. —hace una expresión de quejido y se separa rápidamente. Se soba el lugar afectado, cerrando el ojo del lado donde le dolió—. ¿Qué rayos estuviste haciendo ahora
Cuando le pregunta esa primera parte, la cara de Jun cambia a una de sorpresa, quizás preocupado de que lo descubra.
—… para acumular tanta estática?
El rostro del contrario vuelve a la normalidad.
—En serio, ¿Te peleaste con un suéter o con globos? —Yuki ríe divertido, y le da un pequeño empujón, a modo de «venganza».
—Oye~ —se contagia de la risa del más alto y le regresa el empujón, pero suave.
Como si nada hubiese sucedido, ellos se ríen y juegan. A los dos se los ve más aliviados. Se siguen moviendo de un lado al otro con suaves golpes, pero no se lastiman.
—Oye Yuki. —se acerca más a él y lo abraza nuevamente—. Gracias. —tiene los ojos un tanto llorosos, pero el chico de cabellos marrones no puede verlo en ese ángulo.
—Por nada. —le da unas palmadas en la cabeza. Cuando nota que pasan más de 20 segundos, sus mejillas toman un poco de rubor—. Jun, ya puedes separarte, se ve muy ra-
Antes de que pudiera terminar la frase, ve a Kanae frente a ellos, a apenas un metro ya que está parada en la puerta de su curso. Ella decidió acercarse porqué ninguno de los dos salía del curso y tenía miedo de que algo les haya pasado, se hayan peleado si Yuki le preguntaba o algo por el estilo. Claramente la escena ante sus ojos es la menos esperada.
—¿Mh? —se separa y mira hacia la dirección de la chica—. Ejem. —aclara la garganta muy notoriamente y mira hacia un costado, sonrojándose también, haciendo que se vea aún más sospechoso—. Nos vemos luego. —trata de hacer la voz más grave de lo normal.
—… —parpadea varias veces, confundida, sólo viéndolos.
—Nos vemos. —el chico de ojos grises también hace la voz más grave y se retira antes, sin decirle nada a Kanae por la vergüenza, bajando la cabeza.
—Bueno~… —se acerca despacio a donde está quien le gusta—. ¿Quieres que te acompañe a tu casa? Todavía está lloviendo. —le pregunta sin ánimos de molestarlo o incomodarlo, aunque sabe que es imposible que algo no sienta luego de lo que sucedió.
—Sí, claro.
Jun mantiene la mirada hacia abajo, pero en lugar de por vergüenza de lo sucedido como se le notaba a su amigo, es porque no quiere que parezca que estuvo llorando. Se refleja aquello en que se refriega los ojos y no quiere alzar la vista hasta unos minutos después.
Su conversación durante los primeros dos metros de la salida es mínima, pero a medida que continúan caminando, ambos pueden hablar como antes. A diferencia de como cuando vinieron, ahora que se van, comparten el paraguas, como la primera vez que lo llevaron. Hay algunos charcos que aunque ellos quieran evitar, son tan grandes que sí o sí deben pasar por allí, y sus zapatos se terminan mojando, aunque en pequeña medida.
El tren tarda en llegar, ya que la lluvia está fuerte, razón por la cual se quedan en la parada conversando más tiempo.
Al subir, vuelven a sentarse juntos, pero más apretados. No parece molestarles de todas maneras, pero Kanae se siente un poco nerviosa y apenada por ello.
Algo que le suma mucho más a su vergüenza, es el hecho de que Ryōtarō están en el mismo vagón. Él está parado, a una corta distancia de ellos dos, pero no les habla. Kanae lo ve, él le sonríe, guiñándole el ojo y señalando a Jun, como felicitándola. Jun, casi o más despistado que ella en ocasiones, no se da cuenta de lo sucedido, y sigue hablándole a su contraria con naturaleza.
Kanae, apenas atraviesa la puerta de su casa, como siempre tiene que secarse por el río. En lugar de ir a su habitación y echarse, primero se toma un baño. Como el nivel del río aumenta con la lluvia así como también la tierra que lleva, por ello, para evitar cualquier cosa extraña es mejor bañarse. Lo hace lo más rápido posible porque el baño está helado, y además el agua que calientan no es la cantidad más grande del mundo como para tardarse un buen rato.
Al salir, se viste con la ropa más abrigada que tiene, incluyendo los guantes que le prestó su amigo.
—¿No es esto de Jun? Rayos, no se los devolví, recién me doy cuenta. —se agarra la cabeza y ríe, luego suspira—. Bueno, le haré saber que no los perdió porque los tengo yo así que supongo que no me dirá nada malo. —se acerca las manos al rostro para calentarse con ellos—. Debería taparme también, quizás eso sería más efectivo.
Se dice a sí misma, y luego de relajarse un poco porque va entrando en calor con la ropa que lleva, también siente un perfume dulce. Continúa respirando lento, hasta que se percata que ese aroma proviene de los guantes. Los mira con detenimiento, y trata de recordar en dónde sintió eso antes, pero niega con la cabeza.
—Qué rico perfume que usa.
Ríe bajo y unos segundos luego, saca de su mochila el celular y se acuesta en su cama, acurrucándose entre las sábanas y acolchados.
—Debería preguntarle qué marca es, así lo compró yo también, es muy rico.
Se quita los guantes para dejarlos en el pequeño mueble de la cercanía. Con ellos no podría utilizar su teléfono. A este, lo desbloquea y revisa los mensajes como su costumbre.
—Primero, a SunHee. —teclea para avisarle que ya llegó y está bien, obviamente preguntar por ella—. Luego Jun… —él ya le mandó un mensaje también, al igual que la rubia para preguntarle si está todo bien.
—⟨⟨ Gracias por responder Kanae. Me alivia que hayas regresado sin enfermarte, y no te hagas problema por los guantes, puedes devolvérmelos luego. ⟩⟩
⟨⟨ ┐( ̄ヮ ̄)┌ ⟩⟩
—⟨⟨ Muchas gracias. Por cierto, el perfume que usas es muuuy rico. Perdón si suena raro que lo diga así, pero me gustaría comprarlo, podría ahorrar luego de ayudar a mis padres y conseguirme aunque sea uno chiquitito⟩⟩ —cuando le escribe eso, ríe animada, ya que se imagina una pequeña botellita ubicada en el mueble de su habitación.
—⟨⟨ ¿De qué perfume me estás hablando? Yo no uso ningún perfume ⟩⟩ —en su casa, el chico mira extrañado la pantalla de su celular.
—⟨⟨ ¿Eh? Pero tus guantes… (。・ω・。) ⟩⟩ —al enviarle eso, queda un poco confundida.
Si no tiene perfume, ¿Entonces qué es eso? Luego se viene a su cabeza algunas imágenes de manga shoujo, recordando así que las personas tienen su propio aroma, aunque por lo general son difíciles de percibir a menos que tengas a esa persona o una ropa de ella muy cerca, o un olfato exageradamente agudo. Sumando todo, se da cuenta de que le dijo algo bastante gracioso y vergonzoso para ella.
—⟨⟨ Olvida lo de tu perfume, no importa. /(・ × ・)\ ⟩⟩ —le escribe rápidamente.
—⟨⟨ Jajajaja. Me siento halagado. Así que huelo rico, qué le vamos a hacer. ⟩⟩ —ríe fuerte el mayor, molestándola.
—⟨⟨ Yaaaa, olvídalo. ⟩⟩ —hace pucheros. Le gustaría que se la trague la tierra.
Un mensaje aparte logra distraerla de la tontería que acaba de hacer. Yuki también le habla, fuera del grupo al igual que Jun.
—⟨⟨ Buenas tardes señorita Mitsugashi, ¿Qué tal todo? ¿Quiere hablar conmigo un rato sobre la Utopía de Zaraín? Es que estuve leyendo algo de vuelta hace un rato y quería otra opinión, para sacar algunas conclusiones. ⟩⟩
Más allá de que Jun sea su chico especial, el tema de conversación de Yuki le resulta más interesante, obviamente. ¿A quién no le gustaría que le hablen para intercambiar opiniones sobre su libro favorito? Por esa razón, deja el chat del de ojos rojos en segundo plano, por así decirlo. Le responde menos, y tarda más, ya que ella también anteriormente no tuvo la oportunidad de hablar con alguien más acerca de ese libro, más que el ángel justamente, siempre siendo desplazado por alguna u otra situación que no le deja desenvolverse.
—⟨⟨ ¿Qué opina de los ángeles enviados por Dios? ¿Cree que es innecesario? ⟩⟩ —el chico de cabellos marrones se le nota bastante curioso, con cierta impaciencia entre las respuestas aunque casi instantáneas. Está sentado en la mesa, estudiando entre lo que ella no le contesta.
—⟨⟨ Pues es obvio que son necesarios. Los humanos somos muy débiles en muchos sentidos, y por más que siempre busquemos la manera de parecernos más fuertes, siempre algo termina por demostrarnos lo pequeños que somos al lado de las demás creaciones en el universo. A nosotros, hasta una simple hormiga podría matarnos. Y sin exagerar, el mismo polvo, o quizás un aire. El agua. Tantas cosas que para otros animales son naturales, y ante nosotros es una gran tragedia. ⟩⟩ —le contesta sinceramente, sin sentirse precisamente deprimida o algo por minimizarse de ello, ya que le resulta normal y lógico.
—⟨⟨ Yo creo que los humanos no son tan débiles. Ellos aún con sus propias manos y su voluntad pueden hacer cosas que… Ni los ángeles ni demonios se hubieran imaginado que podrían existir, supongo. ⟩⟩ —sin ser humano, le resulta un poco difícil dar una opinión como uno, pero hablar así le sirve también para acostumbrarse más a camuflarse sin que parezca sospechoso, luego de lo que le sucedió con Yamato se comenzó a decir de deber ser menos evidente—.
⟨⟨ Y entre las 2 razas y sub especies, ¿Cuál siente que sea más útil para los humanos? ⟩⟩
—⟨⟨ Bueno, los hechiceros podían crear cosas extrañas con su magia, pero a pesar de intentarlo mucho, los hechizos de curación que conseguían no eran tan eficaces como la mismísima naturaleza de los ángeles. Los ángeles, hablando de pelea, rara vez son más fuertes que un demonio o un hechicero. Hasta donde sé, si tuvieran que proteger a un humano de un demonio muy poderoso, sin ayuda de nadie más que nada podría tener por seguro que si dañan al humano lo pueden curar. Y los demonios, creo que son los menos útiles para los humanos. Es cierto que ellos castigan, pero son muy bruscos, y los mismos humanos se pegan contra tantas paredes que en muchas ocasiones solos se dan cuenta de sus errores. En fin, los hechiceros son demasiado poderosos pero al final no destacan en ayudar, los demonios tampoco, y los ángeles son lo más directo a alguien que nos cuida. Por algo dirán que tenemos un ángel de la guarda, ¿No? ⟩⟩ —con este largo comentario que hizo, se tardó más, ya que no era algo en lo que había pensado anteriormente, ni menos imaginado que se lo respondería a alguien.
—⟨⟨ Vaya, qué gran análisis. Suena muy convincente, señorita Mitsugashi. ⟩⟩ —esboza una sonrisa cálida mirando hacia la pantalla de su celular, parece sentirse halagado—. ¿Oh? ¿Un mensaje de Jun? —revisa el contenido y la pregunta hacia él es simple. ¿Qué hace Kanae que tarda mucho en contestar? Él ríe y le responde tranquilamente—. No sabía que por hablarme no le contestaba. —ríe bajo, cerrando los ojos.
Apenas el chico de cabellos negros recibe el mensaje de Yuki, busca una manera ingeniosa de llamar la atención de la pequeña de ojos violetas. Lo más cercano a un «zumbido» del Messenger hacía unos años, sería una llamada. Se decide por eso, hablándole desde su número, ya que tiene un plan especial en su móvil, al igual que mucha gente.
En su casa, Kanae, se sorprende mucho al recibir la llamada. Al principio pensó que era Ryōtarō, hasta que leyó el nombre del emisor. ¿Será que Dios le mandó una recompensa por portarse bien en su casa? No tiene idea de porqué, pero está muy feliz. Ya dejando de contemplar la llamada entrante, contesta.
—Hola Kanae~ ¿Qué tal? —la voz del chico suena animada y a la vez suave.
—Jun. —sonríe para sí, ya que es algo que había esperado por un largo tiempo—. Yo estoy bien ahora, gracias. —ríe bajo. Para hablar más tranquila se pone los audífonos, de esa manera también puede contestarle a sus amigos—. ¿Cómo estás tú? —mientras le dice eso, le escribe a su mejor amiga lo que está sucediendo
—⟨⟨ Felicidades. Van avanzando de a poquito pero bonito. Suerte con tu llamada, acabo de entrar a una partida ⟩⟩ —es lo que le escribe la rubia, obviamente sí le importa lo que le cuenta, pero no puede darle vuelta atrás a su juego.
—Yo estoy bien, aunque tengo algo de hambre, y estaba aburrido. ¿Quieres que veamos un dorama juntos? Puedes mandarme mensajes de lo que estés viendo, o cuando lo termines, ya sabes.
—Supongo que suena bien, ¿Qué te gustaría ver? Yo nunca he visto ningún dorama hasta el momento, nunca me han llamado mucho la atención porque estoy acostumbrada al 2D. —declaración tonta pero real acerca de sus gustos, prácticamente ni juegos 3D juega todavía, no está acostumbrada.
—¿Qué tal si vemos alguno con el que comiencen todos a ver la mayoría de las veces? ¿Qué piensas de B*ys Over Fl*wers? —su voz denota mucha curiosidad por la opinión ajena.
—Mmm… —piensa que recuerda haber oído ese título en internet. No le contesta a nadie por un momento en lo que busca cuál es la sinopsis. Luego de leerla, niega con la cabeza—. Los actores parecen bonitos y lo que sea, pero no me llama la atención. —al terminar de decirle eso, vuelve a responderle a Yuki.
—Oooh. —hace un quejido infantil, parece que esperaba que sí le gustara, más si teóricamente tiene un gran público femenino—. ¿Qué esperas ver en un dorama? —una pregunta más estratégica y lógica.
—No lo sé, ¿Fantasía? ¿Amor? Quizás algo de acción. —ríe, pensando en varios anime que le gustan que tienen justamente ese tipo de cosas generalmente
—¡Entonces creo que tengo el dorama perfecto para tu comienzo! —levanta la voz, sonando animado nuevamente—. ¿Has oído hablar de S*cret G*rden? —aclara la garganta.
—A ver. —le dice con un tono indiferente. Luego de que el anterior lo haya dejado completamente descartado de cierta forma le quitan las ganas de ver alguno, pero como se lo pide él, siempre puede hacer un esfuerzo. Busca en la red de qué trata, y curiosamente, este sí le llama la atención. No es precisamente la mejor trama del mundo para ella, pero sí lo suficiente para entretenerse un rato—. Está bien, veamos ese~ —le dice y le manda un mensaje al chico de cabellos marrones.
⟨⟨ Yuki, muchas gracias por haberme invitado a debatir del libro. Ahora mismo voy a irme del chat, Jun me llamó y me invitó a ver un dorama, así que eso. Luego seguimos hablando ⟩⟩
En el cuarto del chico de ojos grises, este se muestra confundido ante el último mensaje. Deja el móvil sobre su cuaderno y mira hacia los lados, con una expresión pensativa. Lleva las manos a sus mejillas, sosteniendo su cabeza, apoyando los codos sobre la mesa. «¿A dónde la invitó?» Se hace esa pregunta en voz alta. Frunce levemente el ceño y a los segundos arquea las cejas. Niega con la cabeza, suspirando. Se acuesta sobre sus útiles y se queda mirando hacia un lado. «¿En qué estoy pensando…?» Susurra el ángel para sí.
Kanae pasa más de una hora con el teléfono sin parar. El capítulo uno le agradó lo suficiente como para tomar en cuenta la sugerencia del mayor. Al terminarlo, le envía algunos mensajes acerca de lo que le ha parecido, y también, les deja mensajes a todos los demás; pero en lugar de ser alguno para abrir otra conversación, reciben un «volveré en un rato quizás». Tiene planeado salir de su casa un rato.
Cuando pasa por el living, sus padres ya no se encuentran allí, ya que apenas terminó la lluvia ellos salieron a intentar vender otras cosas. Regresa a su habitación para abrigarse y así poder salir como corresponde. Entre sus abrigos, viste los guantes de Jun, aprovechando que aún los tiene.
Al salir de su casa, cierra cuidadosamente la puerta y se dirige primeramente a donde están Saeko y Jiro, para preguntar si necesitan algo y de paso avisar que paseará un rato. Como no necesitan nada en particular, sólo les dice hacia dónde va, y tranquilamente le dan permiso.
A las 20:30 p.m., todavía no es un horario peligroso, menos aún en donde vive. Prácticamente no hay mucha gente en este pueblo, Esmeralda. Como ya se sabe, las casas no son más que «dos cuadras», y el resto son negocios, pero lo no mencionado anteriormente, es que en donde termina el pueblo, se encuentra una colina, que no llega a ser precisamente una montaña.
Hacia los lados de la colina, se ve que a unos metros vuelve a ser bosque, como se puede ver también a los costados del pueblo si no estás en medio de él, porque así las edificaciones no lo permiten. Hacia el frente, literalmente en la colina, hay una larga cantidad de escaleras, y arriba un templo. Por allí sube Kanae ocasionalmente, ya que a pesar de estar abandonado, se encuentra una hermosa paz adentro, y misteriosamente no está lleno de insectos o telarañas, de hecho se ve cuidado, pero nunca se ve a nadie. Todas las personas en la ciudad creen que alguien de Esmeralda lo cuida, pero nadie sabe quién.
En tan sólo unos minutos la pequeña ya se encuentra en este templo, orando de pie. Por lo general, lo visita una vez al mes, pero a veces más. No está segura de si haya una gran diferencia entre orar en su casa y allí, pero también va por gusto.
Está completamente obscuro, a excepción de una sola luz que entre todos compraron, que ilumina tranquilamente la parte en donde, justamente, la gente se posa. En esta ocasión, ella le da las gracias a Dios por todos sus últimos días, y suspira, relajada, feliz.
El silencio artificial es tan grande en esa zona, que se puede escuchar el sonido del viento, de la tierra, de las plantas.
—Qué lugar tan bonito, algún día en verano debería dormir aquí. —se dice a sí misma, riendo. Aquella reacción cambia rápidamente, en cuanto oye un sonido diferente a todos los que siempre rondan allí. Pisadas. Pero no vienen de atrás, por las escaleras, sino de en frente—. Vaya, parece que voy a conocer al encargado del mantenimiento. —sonríe y se incorpora, caminando suavemente hacia la entrada—. Creo que provenía de aquí.
La puerta principal se desliza, pero es de madera pura. La chica se adentra en la estructura, y aunque le diera la ilusión por miedo de que se va a cerrar la puerta como pasa en las películas de terror, eso no sucede.
—Que esté obscuro y no se vea nada no quiere decir que sí o sí deba pasar algo tenebroso. Por algo este lugar emana tanta tranquilidad. —se dice a sí misma.
A pesar de que durante la mañana resuena el eco en la sala porque está vacía, ahora no se escucha. Eso es algo que claramente, si le da un poco de miedo, pero a la vez sabe que debe calmarse, porque «sino ya se habría cerrado la puerta sola», piensa. Continúa caminando, y mira hacia los lados. Ríe porque le da gracia tratar de ver en la obscuridad. Niega varias veces con la cabeza y sigue riendo. Para su sorpresa, el lugar se va tornando más y más claro a sus ojos, casi como si fuese de día.
—Vaya, prendieron la luz. —sonríe animada y ahora sabe hacia dónde puede ir.
Los ojos de la pequeña brillan de un color violeta más claro al que normalmente tiene, de forma que si alguien de la ciudad pasara por allí, vería un par de destellos permanentes.
Kanae curiosea, es un lugar en el cuál no había ido mucho más allá de donde estaba parada al comienzo, porque no sabía que «habían luces adentro». No es muy grande, tan sólo tiene dos habitaciones más. Ambas están a los lados de la principal, que está en el medio. Aquí las puertas ya son de papel y madera. Abre una y encuentra, en un kotatsu, tres mujeres sentadas, conversando en voz baja. Las chicas se ven más brillantes que el resto de la sala, pero al mismo tiempo traslúcidas.
Ladeando la cabeza, Kanae lo mismo va hacia donde están ellas. Se sienta en el espacio libre, y hace una pequeña reverencia. Ellas la saludan de la misma manera. Sus rostros no se ven tenebrosos, ni se escuchan gritos de fondo, tampoco tienen una apariencia extremadamente linda o fea. Sus edades rondan entre los 30 y 40, se las ve sonriendo cálidamente.
—Buenas noches, ¿Ustedes son quienes limpian el templo? —con toda confianza les pregunta, porque se ven como buenas personas. Se contagia de las sonrisas ajenas.
—Claro, todas las noches lo hacemos. Sólo que hace muchos años que no recibimos ningún visitante humano en esta habitación. ¿Se te perdió algo? —le dice suavemente una chica de cabello lacio bastante largo y marrón, un kimono completamente blanco, ojos negros.
—No, sólo escuché algo y pensé que descubriría quién de mi pueblo limpiaba, pero resulta que no es lo que imaginaba… O sea, no están vivas. —parpadea varias veces. Estaría más sorprendida si no fuese por la experiencia horrible que tuvo con aquella sombra en casa de Yuki.
—Muchas gracias por saludar. —le responde otra de las mujeres allí, con el cabello corto y lacio marrón, ojos negros, se ve similar a la primera mencionada—. Mi hermana y yo decidimos hacernos cargo de este lugar, porque estábamos esperando a alguien.
—Sí, de hecho las 3 estamos esperando a nuestro esposo hace mucho. —la última tiene el cabello negro, con una larga trenza, y los ojos violetas.
—Así que las 3 estaban casadas con el mismo hombre. Cómo cambiaron los tiempos. —se pone una mano en el mentón—. Ojalá que lo vean pronto… Bueno, muchas gracias por cuidar de este lugar, es muy lindo y acogedor~. —vuelve a hacer una reverencia—. Por cierto, es muy extraño su color de ojos en la actualidad, sólo mi madre y yo lo tenemos. Al menos, de quienes yo conozco.
—Entiendo, siempre ha sido así, en mi época también, pero era común en los hechiceros. —le contesta tranquila, mientras juega con el cabello propio
—¿Hechiceros…? ¿Usted era una hechicera?
Eso sí la sorprende. Por la Utopía de Zaraín conoce su existencia más exacta. Como cuenta la historia, los hechiceros iban a ser de los primeros en desaparecer por no ser cautelosos.
—Uwwaaa~ En serio… ¿Puedes mostrarme algo de magia?
Las chicas en la mesa se ríen por semejante petición de la menor, a alguien que recién acaba de conocer. La hechicera asiente y en su mano se ve un brillo celeste. En una punta de la habitación en donde están, se puede ver claramente un objeto que rodeado por celeste se acerca a la mesa, se trata de una caja.
—Oh por Dios. —se cubre la boca con ambas manos y tiene los ojos grandes, está emocionada—. Aunque siento que es una habilidad normal en los fantasmas, ¿No? —se pregunta en voz baja.
—No, en realidad no. Los fantasmas no mueven cosas con la mente. —le responde la mujer de cabello corto, riendo.
—Ella era especialista celeste. —continúa la conversación la de cabello largo—. O sea que mueve cosas sin tocarlas, ¿Entiendes? —cambia la posición en la que está sentada.
—¿Especialista celeste? En la Utopía de Zaraín hablan sobre las especialidades… Sí las conozco. Blanca de curación, amarilla de trampas mágicas, naranja de información e impresión, celeste de telequinesis, rosa de asesinato y resurrección, y la violeta de… Bueno, decía que ellos no tenían especialidad. —nuevamente la última frase lo dice más despacio.
—Así es, estás bien informada. —la mayor de ojos violetas abre la caja que tiene allí, y saca unas prendas muy lindas—. ¿Quisieras probarte esto? Yo estoy segura de que por tu contextura te quedará perfecto. —parece bastante segura al respecto. Le entrega la ropa en las manos.
—Se ve linda, y huele muy limpio y rico, sólo siento que me haría frío si la uso ahora, ¿Podría probarla en mi casa? —se la devuelve lentamente—. Claro, si no es mucha molestia.
—No hay problema, te la puedes quedar. —sonríe con los ojos cerrados y la guarda en su lugar. Le entrega esta vez la caja a la menor—. Cuídalas bien, sé que te gustarán. Además su tela es especial, ya que la creó una hechicera violeta. Dudo que se rompa con facilidad, ya que a cambio de que no se arruine, ciertas cosas la pueden atravesar sin dejar rastro.
—Suena genial, es como una ropita eterna. —emocionada por sus nuevas prendas, se pone de pie y les hace varias reverencias—. Muchas gracias en serio.
—Igual cuidado pequeña, sí se puede ensuciar, no esperes milagros. —ríe la de cabellos largos.
En el momento exacto en que termina de hablar la última, empiezan a desvanecerse, hasta que la sala queda vacía, a excepción del kotatsu que allí se encuentra, y, por supuesto, la caja.
Kanae se siente un poco frustrada de no haberse podido despedir como quería, pero imagina que deben tener algún asunto importante para desaparecer de la nada. No tiene idea de cómo se maneja el mundo de los espíritus, pero lo que ella sabe de estos, es que todas las personas pueden verlos. Lo único es el tema de que no todos encuentran alguno seguido, e incluso hay gente que nunca se dio cuenta de haber visto uno.
Levanta la caja con una mano, ya que no es tan pesada, y la mano faltante la usa para cerrar las puertas a medida que va caminando. Al salir del templo, tiene una sensación extraña al mirar, ya que alcanza a ver con más detalle cosas que no sabía que podía ver, pero unos segundos después, sus ojos dejan de brillar.
—Sentí que veía todo en HD. —dice para sí y ríe.
Camina hasta llegar a la puerta de su casa, donde le cuesta más abrirla ya que no es corrediza.
—¿Y esa caja que es? —antes de preguntarle cualquier otra cosa, es lógico que le llame la atención que llegue con algo grande. Jiro la mira intrigado.
—Unas señoras amables en el templo me regalaron ropa~. —abre la caja y le muestra, acercándose despacio.
—Qué bellas están, te van a quedar muy bonito. —le dice como comentario su madre, con una voz dulce.
—Gracias~. —vuelve a guardarlas y regresa a su habitación.
Ya en su cuarto, deja el objeto a un lado de su cama. Se sienta para quitarse los abrigos, y de paso, quiere probar su ropa nueva. Dentro de todo su habitación está mucho más calentita que lo que está el clima afuera.
Queda en ropa interior, un conjunto blanco simple. Coge primero la camisa, parece ser térmica, de mangas largas. Es, al igual que la ropa que ya lleva, blanca y elástica. En segundo lugar, se coloca una falda larga, que llega hasta sus tobillos. Tiene color marrón pastel y unos toques de amarillo pastel en los botones y puntilla. La tela, al igual que la de la camisa, es bastante suave y cálida. Por último, queda algo similar a una chaqueta, pero a la vez a la parte superior de un kimono. Es una prenda bastante inusual. Tiene un botón grande de corazón del mismo amarillo que la falda, sus mangas son como dos manos más de las que tiene en largo, con una tira de amarillo al final, y el cuerpo de esta ropa cubre únicamente el pecho. Su color es entre violeta y vino pastel, sumadas unas puntillas blancas.
En conjunto, se ve muy lindo, aunque todavía no se puede mirar. Se acerca a su celular y abre la cámara. Lo deja apoyado en su mesita de luz, contra el módem para que no se caiga. Y allí, rápidamente configura el temporizador para tomarse un par de fotos.
En la primera sale sólo parada mirando hacia el frente, con las piernas un poquito separadas, notándose también que no lleva puesto calzado sino sólo calcetas. Y en la segunda, se la ve sonriente, haciendo un corazón con sus dedos en el lugar donde tiene el corazón de la ropa. Se acerca al móvil y guarda las dos, mandándoselas de inmediato a SunHee.
—De seguro le gustará~ A mí me encantan estas ropa. —hace silencio un momento—. Ni siquiera sé cómo se llaman esas señoras. —baja la mirada y suspira, luego hace puchero—. Me hubiera gustado preguntarles. Aunque por lo que dijeron, puedo ir a verlas de nuevo. ¿Estarán sólo a la noche? —piensa en voz alta, mientras va quitándose la ropa, ya que piensa usar la que traía antes.
Cuando termina de ponerse la ropa anterior, deja las nuevas sobre su cama, y sube la caja para guardarlas. Allí se da cuenta de otro detalle: la caja está muy pesada para ser sólo cartón. La alza y la mueve hacia los lados, se escucha que algo se mueve, pero no se ve nada. Como no tiene sentido para ella, la pone boca abajo sobre sus sabanas y la mueve un poco, descubriendo así lo que hay en su interior.
En realidad son dos cajas, la pequeña tiene la ropa, y la más grande en la que cabía la otra, tiene un libro. Como es de esperarse de ella, antes de acomodar sus cosas, quiere hojearlo. Es del mismo color de su falda, y la tapa es muy dura. Parece de cuero, con las páginas amarillas.
—¿Habrá sabido que esto estaba ahí? ¿O sólo se olvidó?
Abre el libro en la primera página, y está en un idioma bastante extraño. En su vida jamás había visto unas letras similares. Parece una mezcla entre árabe, ruso, chino y jeroglíficos.
—Debí imaginarlo, si ellas son espíritus deben guardar cosas muy viejas. —ríe divertida. Trata de fijar la vista en la hoja, para ver si logra descifrar aunque sea algo.
Los ojos de la pequeña vuelven a brillar de ese violeta intenso. Ante ella, las letras parecen desordenarse y fusionarse hasta crear imágenes nítidas en kana. Ya así, puede entender perfectamente todo.
» Según el código 26 de la orden de magia, los libros deben estar lejos del alcance de cualquiera, utilizando las letras JIK. Dicho esto, puede proceder con su lectura. » (primera página)
« No podemos considerar que los hechiceros vayan a tener un desarrollo perfecto por sus propias manos, así que necesitan estudiar. En este caso, esta es la guía básica para los hechiceros de todas las especialidades, sin incluir en gran medida la violeta, que sólo tiene dos páginas » (segunda página)
La chica de cabellos negros, no puede creer lo que está leyendo. La pregunta recurrente que tiene para cada cosa sorprendente, ¿Será un sueño?, se repite varias veces en su mente. Respira profundo y en poco tiempo regresa todas las cosas a la caja.
Se sienta sobre su cama, abrazando sus piernas, con la cabeza sobre sus rodillas. Su mirada parece perdida, ya sin la luz de sus poderes. Las cosas que acaban de ocurrir, le dejan una gran intriga. Es obvio que para poder entender eso, sin siquiera haber conocido aquél idioma o escuchado hablar de él, necesita tener aunque sea un toque de magia. ¿Cuál sería su especialidad? ¿Qué poderes tiene, además de entender lo que está escrito allí?
Su corazón late muy rápido, como si estuviera asustada. ¿Es algo que no debería saber? ¿Por qué es una hechicera? ¿Acaso no se extinguieron por completo? Su madre jamás le hizo alguna mención al respecto, ni tampoco parece realmente estar interesada en algo de la Utopía de Zaraín, más que simplemente las cosas que su hija le cuenta a diario.
En silencio, la pequeña toma su celular y sus audífonos, para poner una canción que la distraiga. Como no sabe en lo que se ha metido, y tiene miedo, sumado a la intriga, quiere perderse un rato en la música.
[ · · · ]
Desde ese día, Kanae continúa leyendo de a ratos el libro, visitando más seguido el templo pero sin conseguir respuestas, ya que no volvió a ver a esas personas. Y por parte de otras relaciones sociales, continúa hablando por llamada con Jun de vez en cuando, cada vez que él quiere escuchar su voz. También sigue conversando con sus otros amigos del grupo en los chat, y sin olvidarse, de su confesionario y psicólogo Ryōtarō, a quien le cuenta muchas cosas, pero no le mencionó nada acerca de sus poderes. A nadie, realmente.
Comments for chapter "5"
QUE TE PARECIÓ?