Nisenai Fantasy - 6
Capítulo 6
[ 2016, Diciembre, 24 ]
Durante los períodos anteriores, todos los alumnos tuvieron que continuar con un arduo estudio, sumado a aquellos problemas que tuvieran en su casa, con sus amigos, con sus parejas. Naturalmente, nadie tiene una vida fácil. Sin embargo, en la víspera de navidad, es donde la gente desea estar en buenos términos, arreglar las cosas, pasarla bonito. No en todos los casos, pero mayormente sí.
En el caso de aquél grupo conocido, es la primera vez que por lo visto pasarán una navidad con amigos. Cada uno tiene diferentes planes para lo que dura el día, pero desean encontrarse aunque sea por un rato.
—Y, ¿Qué te pareció este capítulo? —se puede ver a la niña de ojos violetas, sentada de piernas cruzadas en su cama, hablando a través del micrófono de los auriculares—. La verdad la primera vez que lo vi me hizo llorar.
—… —se encuentra en absoluto silencio el pequeño de cabellos negros, mordiéndose el labio inferior. Tiene los ojos rojos y un poco cristalizados.
—¿Jun? ¿Pasa algo? —arquea una de las cejas, preocupada por no recibir una respuesta del contrario—. ¿Jun? ¿Se escucha la llamada? —toca el micrófono por si las dudas.
—Sí estoy, idiota. —su voz suena un tanto quebradiza—. Me da vergüenza responderte así… —suspira y niega con la cabeza. Oprime la tecla roja de cortar la llamada.
—¿Eh? Rayos, lo hice molestar. —tuerce la boca y mira su celular, notando que le entra una videollamada. Atiende rápidamente y mira hacia la pantalla, viendo cómo la cara propia se ve graciosa por la posición en la que sostiene el móvil, pero después mirando el rostro del contrario.
—Mira cómo me ha dejado. —se señala, frunce levemente el ceño y luego ríe—. Ya que me hiciste hablar, te dejo que me veas. Es muy sentimental esa cosa. Y yo también. ¿Por qué soy así? —le pregunta como si esperara que ella supiese.
—Jajajaja. —ríe por ternura ante la reacción del mayor, se toca una de las mejillas y lo mira fijamente—. Entonces está bien hecho el anime si te hace sentir así, peor sería que no sintieras nada. —asiente un par de veces con la cabeza para sí misma.
—¡Ya voy! —grita repentinamente, mirando hacia atrás—. Lo siento Kanae, debo irme. Hablamos luego, ¡Recuerda mirar el dorama que te dije cuando tengas tiempo! —le hace una seña con la mano a modo de despedida, sonriendo. Como se ha olvidado de limarse los colmillos otra vez, se notan claramente por cada vez que ríe o muestra sus dientes—. Nos vemos.
En la pantalla del móvil de Kanae, se ve cómo queda la foto que tiene de él y la duración de la videollamada. Ella no piensa que sean raros los colmillos del otro, pero lo único que sí le llama la atención es que a veces se le ven y otras no.
Cambia la posición en la que se encuentra y se estira, se levanta de su cama para ir hacia el living. Sus padres no están. «Por lo general, es uno de los días que suelen tener mejores ventas, ya que las familias tienden a comprar mucha comida y cosas especiales», piensa. La pequeña sonríe, porque se siente tranquila. Se pasea por el living, como si no tuviese nada que hacer realmente, aunque esté justa con el tiempo para irse al centro. Le dijeron anteriormente que no hacía falta que ayudara en nada. Ella limpió la casa en cuanto se despertó, y preparó la comida, así que sus padres se sintieron satisfechos con eso.
Entre otras cosas que vienen a su mente, se pregunta si ya estarán aquellas mujeres en el templo. No sabe si tiene mala suerte, o si no dejan verse, porque de igual manera está limpio, todos los días. Lo que sí sabe, es que debe abrigarse mucho, la nieve es bastante común en esta época del año.
El bosque está cubierto de nieve, el río congelado a medias, algunas partes todavía tienen agujeros. Las copas de los árboles se ven blancas a lo lejos, y es una época donde es prácticamente imposible cultivar, pero algunas personas tienen sus métodos siempre. La nieve cae como si fuesen pétalos de flores, son muchos copos pero por fortuna no es una tormenta. Con -10° Centígrados, lo mismo se puede ver en todo el país a las personas haciendo sus compras tranquilamente.
Volviendo al pueblo Esmeralda, Kanae se acerca al templo a orar como de costumbre, y mira hacia arriba. El sonido de la nieve y el viento haría que resulte difícil saber si alguno proviene de dentro del templo. Una mano posa en el hombro de la chica y la toma por sorpresa .
—¡Ah! —pega un pequeño grito, pero se ríe al ver de quién se trata—. Buenas tardes, muy buenas tardes, las estuve buscando muy seguido para volver a darles las gracias y-
Es silenciada por una de las mujeres con un dedo sobre sus labios.
—Espera querida, te vas a congelar afuera. —le dice la de cabellos cortos y ríe divertida.
Entre las tres, la escoltan a la puerta del templo, dejándole pasar tranquilamente. Es un lugar mucho más cálido que afuera, claro está. Como si fuese algo normal para Kanae, sus ojos brillan y puede ver con totalidad en la obscuridad, así como el primer día que entró allí. En tan sólo un par de minutos, están todas sentadas alrededor del kotatsu.
—Kanae, gracias por haber venido a menudo. Lamentamos que no hayas contado con nuestra presencia. Aparecemos en el momento que somos más fuertes, y que no estamos cuidando otro templo. Lamentamos no haberte podido avisar. —la mujer de cabellos largos marrones suspira y hace una reverencia.
—Por favor, no se disculpen… Espere. ¿Cómo conoce mi nombre? —abre los ojos grandes, y queda con la cabeza un tanto ladeada—. Yo quería saber sus nombres pero ustedes conocen el mío, ¿De dónde…? —tiene muchas preguntas y cosas que decirles, pero trata de ir de a poco ya que siente que realmente tampoco tendrían porqué tener que contestarle todo.
—Una de las razones, es porque solemos oír a quienes suben aquí, y generalmente dicen su nombre, aunque sea una vez en voz alta. La otra razón, es porque la gente de tu pueblo pide por tu bien y tu familia, y nos dimos con que eras tú. Nosotras escuchamos, pero no somos Dios, tan sólo podemos estar presentes en los deseos de los humanos y desear también que se cumplan. —le sonríe con los ojos cerrados la otra hermana.
—Ellas dos son hermanas, son Manami y Minori, la de cabello corto es Minori, si a sí te resulta más fácil identificarlas.
En el momento que las presenta, las dos hacen una pequeña reverencia, manteniendo una sonrisa amplia
—Y mi nombre es Kaguya. Ninguna tiene un apellido en particular, porque no supimos quiénes fueron nuestros padres, y nosotras escogimos nuestros nombres. Gracias a nuestro marido pudimos saber cómo anotarnos en el registro. —le cuenta detalladamente, porque no tiene problema alguno—. ¿Y cómo te fue con el libro? —cambia drásticamente de tema.
—Pues… He descubierto que soy una hechicera. Ese mismo día, en cuanto pude leer lo que decía el libro. Pero no me he animado a probar nada de lo que está escrito, sólo leo. Tengo miedo, realmente. Lo único que no puedo controlar, es que ahora cada vez que todo está muy obscuro y no se puede ver nada, luego puedo ver todo… —hablando de su mirada, la lleva hacia abajo, apenada, pero a la vez se nota que está intrigada.
—Qué habilidad más extraña. Supongo que eso todavía no puede darnos del todo una pista de qué especialidad tienes. ¿Has escuchado que algunos humanos de ojos claros pueden ver en la obscuridad? —le pregunta seriamente Kaguya, esperando que le responda de la misma forma.
—Sí… Algo he visto en internet. Si en internet se ve que hasta gente que cualquiera pensaría que es común, tienen algún poder extraño, muy leve pero similar a las cosas que podían hacer los hechiceros, como mover cosas o doblarlas con la mente. —regresa la vista a la mayor mientras contesta su pregunta, ya está un poco más tranquila al poder expresarse.
—Quizás sólo has descubierto tu poder humano por el momento, pero no cabe duda de que si entiendes JIK eres hechicera. De hecho… Siento que nosotras tenemos un lazo sanguíneo muy lejano, sin embargo, como las habilidades varían de cada quién, no puedo decirte qué podrías ser. Incluso si supiéramos de algún familiar tuyo no podríamos determinarlo.
—Oooh… Está bien. Gracias de todas maneras por confirmarme la duda. —hace una reverencia y se incorpora, quedando parada al lado de ellas tres—. Cualquier cosa que suceda, les haré saber. Para la próxima vez les dejaré notas, recién se me ocurre. —infla las mejillas con el ceño un poco fruncido, se siente estúpida—. Me despido de ustedes porque había hecho varios planes para hoy, a la noche es navidad y-
—Ve tranquila. —le unas palmadas en el hombro, para que se vuelva a relajar—. Otro día nos veremos, no hay problema.
—Muchas gracias de verdad, otra vez, perdón también. —baja un poco la cabeza y es levantada por una de las mayores de la sala—. Sí, ya me calmo.
Las tres mujeres la acompañan nuevamente hacia fuera del templo, y la saludan, yéndose poco después.
Kanae regresa rápidamente a su casa, para buscar el celular y mandarle unos mensajes a SunHee. Habían quedado en encontrarse a una cuadra del centro comercial, para comprar los regalos de navidad. La pequeña guarda sus cosas rápidamente en su mochila, que casi vació de útiles para poder guardar lo que comprase. Como siempre en algún momento del día, sólo se peina y delinea sus ojos para salir. No tarda mucho en despedirse de sus padres tampoco.
A las 19:30 p.m., las chicas están en el lugar que habían acordado. Kanae está vestida lo mejor posible, y al igual que SunHee, las dos se ven como unas bolitas de ropa en cierta forma. Gracias a las prendas que le regala su mejor amiga, la pequeña de cabellos negros ya tiene guantes otra vez, y un buen abrigo térmico. Al verse, se sonríen y se dan un abrazo como saludo. Luego comienzan a caminar, despacio, ya que falta mucho todavía para la hora del encuentro con los demás.
Mientras tanto, en la mansión Jung, el joven MinHyuk también arregló para encontrarse con sus amigos. En lugar de estar en la sala de prácticas, se encuentran los 5 en su habitación.
—¿Deberíamos presentarnos hoy? —pregunta un chico con el cabello violeta obscuro y ojos rosas.
Su rostro se ve infantil, pero tiene pocos años menos que los otros. También su voz suena más aniñada. Es el encargado del teclado en la banda. Claramente no tendría ese color de cabello, al igual que los demás miembros de su banda, a excepción de MinHyuk el resto tienen tintes, y también a excepción del líder y Yamato, el resto llevan lentes de contacto de colores. Viste una polera gris, pantalón azul obscuro, zapatos negros. Su nombre es Tomoki.
—No creo, MinHyuk y Yamato ya tienen planes para la noche. —le contesta un chico de cabello castaño claro y ojos negro casi sin brillo, claro, gracias a esos lentes.
Tiene un delineado fuerte, principalmente en la parte inferior del ojo. Una lágrima tatuada bajo su ojo izquierdo en azul marino. Su voz es un poco más grave que la de Tomoki. Viste un largo tapado vino, una camisa gris, jean negro un poco cortado y botas largas, también negras. También lleva un colgante negro. Es el encargado de la segunda guitarra, su nombre es Josuke.
—Ciertamente chicos, pero si quieren podemos grabar un mensaje de navidad para las fans. —guiña el ojo, el ya conocido Ryōtarō.
Viene vestido con algo más simple, porque tenía la idea de que era más fácil pasar desapercibido así. Es el visual de Golden G, además de bajista. Generalmente es el que se viste más extravagante, una mezcla entre lo que lleva normalmente Yamato y Josuke, sumado a guantes. Pero hoy en día trae sólo una chaqueta blanca y pantalón jean, con zapatillas grises.
—Hagamos eso entonces, luego seguimos jugando a la Play. —les dice con una expresión seria MinHyuk para luego mostrar una sonrisa tranquila, preparando el celular para la grabación.
—Estoy listo. —le comenta Yamato, con su expresión de muerto y voz grave usual. Siempre presta atención a todos, es el más atento a detalles a pesar de no ser el más inteligente.
En tan sólo unos minutos, la transmisión en directo hacia Nintube se completa. Un pequeño vídeo donde todos saludan y dicen unas lindas palabras y deseos de buena suerte para todo a quien los siga, y quienes no también, por supuesto. Además, sumada una versión corta de la canción de Navidad. Satisfechos con ello, los chicos se deciden por seguir jugando tranquilamente.
La habitación de MinHyuk es prácticamente una copia de la de SunHee, a diferencia de que está más desordenada, por ejemplo varios instrumentos no tienen una ubicación fija, andan tirados por ahí. Y, el color de su cama es por lo general naranja obscuro.
Todos juegan por lugares diferentes, y después juntos. Suelen ser competitivos en los juegos de lucha y apostar por comida, aunque lo mejor es no ir contra Yamato, ya que de seguro pierden. El último mencionado, después de unas cuantas partidas, se pone a leer un libro.
Realmente la banda ya sabe cómo es él, y a ninguno le molesta eso. En parte no se divierte jugando muchas horas porque no le cuesta prácticamente nada, sin embargo, tiene una eterna competencia en querer ser más inteligente que su mejor amigo el rubio. Además de eso, y principalmente, lee mucho por gusto.
—¿Qué estás viendo ahora? —se le acerca el más bajito del grupo, Tomoki, con una estatura de 1,74—. ¿Es interesante —le señala la portada— este libro?
—Si quieres después te lo presto. Casi todo lo que escojo me interesa, porque leo un poco antes de comprarlo. Tengo mi propia regla en los lugares a los que voy a comprar, que prometo salir con un libro si me dejan echarle un vistazo. —sonríe de lado.
—Claro… Debería probar hacer lo mismo en un bar, voy a probar todo lo que quiera y luego compraré algo. —lo molesta MinHyuk, aún sabiendo que son cosas completamente diferentes.
—Pero sí eres estúpido. —suspira y baja la cabeza el pelirrojo, pero no puede evitar soltar una carcajada ante su comentario.
Una de las razones por las que esos dos son mejores amigos, es porque saben cómo quitarle la seriedad al otro. Yamato es «molestable» para el chico de ojos verdes, y eso le causa una necesidad de hacerle una que otra broma de vez en cuando, para quitarle esa cara de amargado de la vida, aunque sea simplemente su forma de ser.
—Oigan chicos, no puedo pasar este maldito boss, ¿Me dan una mano? —les dice el tecladista, arqueando las cejas mientras mira la pantalla. Está jugando un juego de SÆGA.
Ante esa petición, el grupo se acerca a él, excepto por Ryōtarō, que se fue a una esquina.
—Me pregunto si ya se habrán encontrado las dos. —parpadea varias veces, pensativo. Saca el móvil del bolsillo y teclea unos mensajes para Kanae
Volviendo a la localización de las chicas, ambas están en un probador, porque SunHee quería darle unos regalos aparte a su amiga.
La rubia tiene un gran gusto por la ropa, probablemente inculcado por su padre quien es dueño de la empresa de ropa Experience. En el centro comercial, y en muchas tiendas de por allí, se encuentran mucha vestimenta de la marca, y también cosméticos de la empresa de su madre, Miraculous.
—¿Este vestido me queda bien? —pregunta la menor, con la vista al frente primeramente ya que allí hay un espejo de cuerpo completo, y luego se ve a un costado, la cintura.
—Sí, pero si no te llama tanto la atención no hace falta que lo lleves. Deberías escoger alguno que te guste principalmente a ti, no tiene sentido que yo deba escogerlo. No lo voy a usar yo. —le responde, sentada de brazos cruzados en una silla de adentro de ese pequeño espacio—. Pero si insistes, voy a buscarte uno que creo que te gustará.
Se levanta, y obviamente tras cerrar las cortinas y puerta de la sala de probadores, va a buscar entre varias prendas que imagina que serían del gusto de la otra.
Teniendo en cuenta los gustos de Kanae, primero habría que fijarse en los colores, y el hecho de que no sea algo por arriba de las rodillas en la parte inferior. Coge varias ropas entre violeta, negro, bordó, verde agua. Regresa rápidamente a aquella sección en donde está la menor, y pasa a su probador.
—Mira, estas quizás te gusten. El calzado que te compraré será en base a lo que escojas de ropa, aunque ya hay unas botas que te separé para ese lindo conjunto que te dieron las señoras. —sonríe y le entrega una pila de cosas, para luego volverse a sentar en el lugar en el que estaba antes. Sin dificultad, va acomodando en una percha las cosas que la otra se prueba.
—Te dije que con una sola cosa estaba bien, siento que te voy a deber toda una vida. —hace pucheros y baja la cabeza, pero luego ríe. Sabe que la otra nunca da brazo a torcer cuando se trata de hacerle regalos.
De un momento a otro, la mirada de Kanae se ve perdida. Su mente está ocupada entre pensamientos de culpa y los días pasados desde que descubrió el libro. También Jun. Muchas cosas se le mezclan: el deseo de poder comprarles a todos un regalo lindo para navidad, los estudios, ayudar en su casa, sus padres, el chico que le gusta, y el hecho de que es una hechicera. La última cosa es en lo que menos debería pensar en ese momento, pero tiene un miedo interno permanente con eso, porque sabe las responsabilidades que además conlleva ser uno. Ser el mediador entre ángeles y demonios. ¿Cómo se supone que haría eso, si hasta le da miedo de conocer sus habilidades? ¿Si no conoce acerca del paradero de estos seres? Ver fantasmas no es nada, ser atacada por uno tampoco. Pero, vivir toda tu vida creyendo que eres humano, y luego enterarte de que tienes algo que ver en la misión de mantener la paz en la Tierra. Durante muchos años leyendo y analizando La Utopía de Zaraín, y siendo una de sus mayores aficiones, cualquiera pensaría que estaría muy emocionada, pero la intriga y el miedo son más que la emoción.
—Kanae, oye, Kanae.
SunHee pasa la mano por frente los ojos de la otra, pero no reacciona ni por el viento que provoca ese movimiento.
—Kanaeeeee. —le toca el hombro y la mira preocupada—. No te vas a desmayar, ¿Verdad? ¿Está muy apretado el vestido?
Es lo que se le ocurre seguramente porque el que lleva la menor esta vez tiene un lazo en la cintura.
—¿Ah? —parpadea varias veces, regresando en sí—. Oh, lo siento, no escuché lo último que dijiste. —la expresión que tiene ahora es muy diferente a la que tenía antes, sus ojos parecen cansados, y no tiene la sonrisa cálida que suele llevar.
—¿Qué te sucedió? Recién estabas bien. —se incorpora y le da lugar a que ella se siente en donde estaba. La mira con las cejas arqueadas, y tuerce la boca por un momento. Suspira pesado. Se sienta sobre las piernas propias, en frente de la otra—. ¿Tanto te duele no poder pagarme? En serio, nadie me obliga a comprarte las cosas. Tranquila. Tampoco es por lástima. Es sólo que me gusta hacerte regalos porque te quiero, y valoras mucho más mi amistad que lo que te compro.
—Tranquila. —niega con la cabeza, y esboza una leve sonrisa—. No es eso. Muchas gracias por lo que dices, y lo sé, te lo agradezco infinitamente. Sé que por más que te diga que no lo hagas igual lo harías, y no planeo deprimirme por eso. Es sólo que… Hay muchas cosas que me sucedieron últimamente, y estoy mareada. ¿Recuerdas cómo quedé cuando conocí a Jun, ese día? Bueno, más confundida todavía. Ya sabes que últimamente hablamos mucho y eso, pero aparte de Jun, pasaron más cosas. Y no tengo idea de por dónde empezar a contarte, tampoco sé si me creerías. —mira hacia un lado, en el espejo, el reflejo de ambas.
—No tienes que contármelo ahora si es mucho problema, está bien. Quién mejor que yo para entender cuando alguien no quiere hablar de algo. —sonríe despacio, y después ríe bajo.
A pesar de lo bien que se lleven las dos, SunHee siempre guarda varias cosas para sí hasta que está segura de cómo decirlo, o sino simplemente tiende a dar por hecho que no es necesario mencionarlo si es «obvio». Por esta última causa suele tener problemas.
—Muchas gracias, te prometo que luego te contaré bien y con todos los detalles. —vuelve a suspirar y la abraza suavemente, para después devolverle el lugar en donde estaba. Sonríe nuevamente y se mira en el frente—. Este vestido sí me gusta, llevaré este.
—Muy bien, ya veré con qué calzado lo combinamos. —hace un signo de «ok» con su mano, con su expresión natural seria, pero cuando se da vuelta para ir a buscar otra cosa, sonríe para sí.
A las 21:09 p.m., las chicas ya están cansadas de mirar vidrieras y no poder decirse nada. Se supone que debe ser una sorpresa lo que se vayan a regalar por el tema de navidad, y anduvieron dando vueltas juntas para investigar, pero no hicieron referencia en ningún momento de lo que comprarían para la noche. Se sientan en el costado de una fuente, que está en el medio del centro comercial, específicamente.
Todo el lugar está repleto de adornos y cosas similares con la temática de la fiesta. A pesar de que no sea precisamente la religión cristiana la predominante en Japón, de igual manera es un día festivo, y claramente, comercial. Algo que como todos saben, despierta una gran competencia entre las empresas, y las mismas personas en esa sociedad.
Ya sin más que hacer por un rato, deciden separarse para buscar los regalos por su cuenta.
En ese momento, Kanae recuerda que le había llegado un mensaje de Lime gracias a una red WiFi allí. Pero antes de leerlo, quiere regresar al pequeño local donde encontró el regalo perfecto para todos.
En una vidriera de adentro, se ven unos llaveros para celular. Teniendo en cuenta que las fundas que se compraron pueden llevar uno, sonríe y busca cuál escoger. ¿El mismo para todos? ¿O cosas diferentes para cada uno? Ríe pensativa, y le dice a quien atiende que espere por favor.
—Veamos… Mh…
Mira detenidamente cada uno de los que está a simple vista, y pide si hay una posibilidad de que haya una tanda más amplia. Ya que es algo que no se busca usualmente en esta época, están guardados. Pero sí hay más, por lo que acceden tranquilamente a su petición.
Escoge: uno de alita de murciélago para Jun, porque le recuerda a un vampiro; uno de ala de ángel para Yuki, ya que le parece muy puro; un libro para Yamato, porque siempre lo ve estudiando o leyendo; uno de un mando de juegos para SunHee, por su amor a los juegos claro está; para MinHyuk duda si llevarle alguno de anime o de música, pero se decide más por lo segundo y le lleva un llavero de guitarra; y finalmente para Mitsuru, quien ella conoce que le gusta mucho el arte de uñas, uno con forma de esmalte.
Con todo listo, sonríe ampliamente y saca de su mochila un sobre con dinero. No tiene una billetera, así que allí lo llevaba. Es lo que estuvo ahorrando en lo que pudo gracias a que sus padres le daban una pequeña parte por su trabajo.
—Muchas gracias, ¿Podría darme una bolsita de regalo para cada uno? —le pregunta por curiosidad, viendo que hay muchos papeles de colores en un costado específicamente para ello.
—No hay problema. —le responde el señor encargado—. Vamos a hacerte una oferta por llevar una gran cantidad de cosas, y pagarás sólo uno de los papeles, ¿Qué te parece?
—Muchas gracias nuevamente. —hace una reverencia, manteniendo la sonrisa.
Unos minutos luego, ya está saliendo del local, y se sienta en un banquito que está fuera de allí. Ahora sí revisa qué hay de nuevo en su móvil. De notificaciones, tiene de varias personas, incluyendo a SunHee que le avisó cuando recién llegó. Le responde rápidamente a todos, porque le dejaron unos mensajes simples, y deja para el último a Ryōtarō, quien le hizo uno más largo.
—⟨⟨ Buenas tardes Kanae, ¿Cómo están las dos? ¿La están pasando lindo afuera? Luego puedes revisar nuestra publicación en Nintube, así como las promociones de nuestros discos. Pero, sin irme por las ramas, ¿No has estado un poco extraña últimamente? No te siento distante, pero se nota que algo te perturba. Es como si entre todo lo que me mandas, hay algo que quisieras hablar pero nunca lo escribes. Es más, tampoco soy adivino, me dices nada luego de decir mi nombre. (╯︵╰,) ⟩⟩
Y otra vez se percatan de su inquietud. Es cierto que tiene un buen lazo de amistad con aquél chico, pero todavía no tiene idea de por dónde empezar si quisiera contarle a alguien todo lo que le sucedió desde hace un tiempo. Suspira y piensa detenidamente cómo irle respondiendo, por lo que tarda un poco más en escribir.
—⟨⟨ Hola, estamos bien, gracias por preguntar. Los felicito por sus promociones, luego echaré un vistazo. SunHee me compró ropa, pero según ella eso no cuenta como el verdadero regalo de navidad, me costó mucho hacerlas entrar en la mochila, no sé qué haré si compra algo más grande. Ahora mismo estamos separadas, ya que ella se fue a ver qué comprar, y yo ya compré. Son unos llaveros de celular para todos, ojalá que les guste. Sobre lo último que dijiste, todavía no sé cómo decirlo, lo siento. Tampoco sé si lo entenderías. Pero luego te lo diré, en algún momento, lo siento. ⟩⟩
No espera una respuesta inmediata, con todo lo que ella tardó en contestarle a él. Ya terminadas las cosas que planeaba, no sabe muy bien qué hacer. Pero trata de distraer su mente de los temas que le preocupan. No quiere que la consuma algo así, menos ese día.
En el costado de la fuente de encuentro, donde realmente van a juntarse todos más tarde, se queda simplemente sentada, moviendo las piernas. La rubia aún no regresa, no sabe cuándo lo haga. No puede escribir en su cuaderno debido a todo lo que metió en la mochila. Se decide a escribir en el celular, y luego pasarlo al cuaderno.
¿Dónde debería escribir para que no se borre? Por supuesto, las notas. «La navidad tiene muchos colores. Es un arcoíris de sentimientos y momentos. Inclusive en noche buena, una linda brisa de felicidad pasea en y entre las personas. ¿Cómo se sentirá combinar el amor y la felicidad?» Son algunas de las palabras que anota. Aunque se siente un poco frustrada, está acostumbrada al papel. «Puro capricho» piensa y ríe bajo.
En el bosque, aún siendo la hora que es, se ve al chico de cabellos negros en su habitación. Está sentado en el suelo, martillando sobre una madera pintada de rojo. Le agrega con sumo cuidado unos pequeños focos.
—Esto será suficiente. —dice y sonríe para sí, haciendo como si se secara el sudor de la frente aunque no tenga nada.
Se estira de brazos y al momento se incorpora, busca entre papel afiche alguno que se vea lindo, pero todos se ven muy vacíos, los colores sólidos. Hace una mueca de decepción y coge un afiche blanco. Le dibuja caras felices y estrellitas negras. Con eso envuelve aquél trozo de madera.
—Ahora sí, ya está. —lo guarda en su mochila y sonríe amplio, dejando a vista sus colmillos.
Nuevamente en el centro comercial, a las 22 p.m., todavía está SunHee lejos de Kanae, ya que aún no terminó con sus compras. La pequeña de ojos violetas continúa sentada en el medio, con algunas personas en otros rincones de esa fuente, es un lugar común para sentarse. En ese momento, pasa Yamato por su lado y la saluda, pero sigue de largo. Ella supone que ha de estar apurado, y no le sorprende que no haya hecho más que levantar su mano, conociéndolo.
Continúa mirando al techo transparente de ese enorme lugar. Está lleno de luces y adornos, que ella se pregunta cómo harán para colgarlos allí, siendo tal alto. También disfruta de que puedan verse las estrellas a través de aquel grueso cristal. Sus ojos brillan por las luces que se reflejan, pero al mismo tiempo por sus poderes, camuflándose.
En medio de una intriga de qué decían algunos papeles que habían arriba, entiende que su habilidad es más que ver en la obscuridad, también puede ver mucho más lejos y con gran nitidez. Recuerda sólo un poco acerca de ello, de la primera vez que se activó ese poder, pero estaba tan confundida que no pudo notar qué había sucedido.
Mientras la chica está distraída, su mejor amiga se sienta al lado, con una expresión seria, como de costumbre. Y Kanae, al regresar la vista al frente, aún no nota nada. SunHee sólo la ve, como si se preguntara en qué piensa tanto, pero no quiere molestarla. En cuanto ve pasar a Yamato a lo lejos, recién le habla.
—¿Viste quién pasó? —le pregunta, tocándole el hombro.
—¿Ah? —da un pequeño salto y abre los ojos, pero después reacciona de que sólo es la rubia—. Sí, claro.
—No tienes ni idea. —se da un pequeño golpe en la frente, cerrando los ojos y suspirando—. Bueno, pasó Yamato, se ve que ya llegó pero aún no parece haber comprado nada, no trajo ni bolso ni mochila, y tampoco lleva otra bolsa.
—¿En serio? —con sólo enfocar la vista, nuevamente sus ojos se tornan de ese violeta claro y brillante—. Tienes razón, qué raro. Debe ser que no se decide qué comprar. —tuerce la boca.
—… —parpadea varias veces, mirando a quien está a su lado. Se muestra confundida, arqueando una ceja, pero en el momento en que quita la vista un momento y la regresa, los ojos de la otra regresaron a la normalidad—. Debe haber sido mi imaginación. —susurra para sí.
—SunHee, sé que no tiene nada que ver, pero falta un rato largo todavía para que estemos todos, y eso si llegan a tiempo, porque no sabemos qué tan puntuales sean si no es a la salida de la escuela.
Cuando le dice eso, la chica de ojos verdes asiente, sólo oyendo.
—Así que —prosigue— me gustaría preguntarte algo, aunque no es muy personal, me da curiosidad. ¿Te costó mucho aprender 3 idiomas?
—Bueno… —mira hacia arriba, y luego a ella—. Como sabes, a los 5 años, MinHyuk y yo ya sabíamos que nos mudaríamos a Japón cuando nuestros padres tuviesen las cosas listas. Nos dijeron que cuando cumpliésemos 10 ya teníamos que saber inglés, japonés y coreano bien. El coreano fue el más fácil para ambos, es nuestra lengua natal, sin embargo igual me costó, porque eran varias reglas ortográficas y era niña. Con el japonés e inglés fue muuuuy —hace énfasis— difícil, te juro. Si no fuese porque nos premiaban por aprender las cosas rápido, probablemente no hubiera tenido la voluntad. Aún así, tampoco soy una experta ahora. MinHyuk por su parte habla los 3 idiomas como si hubiera nacido en 3 lugares diferentes, siempre tuvo facilidad para los estudios. —baja la mirada, pero no se ve precisamente deprimida—. En fin, eso.
—Vaya… Yo apenas sé algo de inglés. —se rasca la cabeza, riendo con los ojos cerrados—. Así que por eso me vino la pregunta a la cabeza. Por lo general veo que los cantantes deben aprender varios idiomas, pero no los niños. —le comenta, posando las manos sobre las rodillas propias, con las piernas cruzadas.
Kanae suele proponer temas inesperados cuando sabe que lo que habla SunHee terminará rápido. Una de sus especialidades es, hacer preguntas sobre las personas con quienes habla, más que de objetos o situaciones en particular. Como le cuesta conocer a la gente como lo haría otra persona, les pregunta muchas cosas. Cosas que las personas obvian al hablar, y dan por hecho que el otro sabrá cómo son si analizan una situación. Kanae, como tenía un problema con respecto a la atención, aunque lo haya solucionado en gran parte, aún no puede sacar las mismas conclusiones que los demás. Por fortuna, sus preguntas no son invasivas, porque piensa mucho en la comodidad del otro antes de decir algo. Con la chica de cabellos claros es más fácil, duda que se moleste si son muy cercanas.
Aunque pareciese mentira, con tan sólo un retraso de 10 minutos, están todos reunidos en el medio del centro comercial. MinHyuk, como ve a todos muy cansados o decaídos, les pregunta si tienen hambre. Los estómagos sólo suenan, no necesitan ni hablar.
—Jajaja. —ríe, negando con la cabeza—. Vamos a comer chicos. —les propone MinHyuk—. Yo pagaré.
El lugar es muy grande, hay más que locales de regalos y joyerías. Al menos 3 bares en la planta baja, se pueden ver desde en donde están por el momento. Le agradecen incluso antes de comenzar a moverse, porque están muy hambrientos.
—Pidan lo que quieran, ya saben, no voy a ser egoísta. —les guiña el ojo y sonríe, señalándose a sí mismo.
—Yo pagaré mi parte, gastaría mucho en mí si pido de verdad lo que quiero. —le dice Yuki, apenado, rascándose una mejilla.
—No, yo lo haré. —le dice Jun, jalándole de una manga, riendo bajo—. Deja que te invite yo, nunca lo hice todavía.
—Dije que yo pagaría. —tuerce la boca el rubio, mirándolos a ambos con el ceño fruncido—. Yuki, Jun, recuerden que por la banda sacamos grandes ingresos, no es necesario que carguen deudas.
—Oh, cierto. —le responden los dos al mismo tiempo, y también seguidamente ríen.
—Yo me gasté todo en los regalos. —le susurra Kanae a SunHee en el oído.
Ella sólo se ríe al escucharla pero no le dice nada al respecto.
—¿Podemos entrar aquí? Es un lugar bonito y acogedor, además los precios son buenos. —señala un restaurante que está a la entrada prácticamente. Mitsuru sonríe ampliamente, confiada en sus palabras.
—Si tú lo dices. —al rubio se lo ve contento. No le haría diferencia un bar y un restaurante en cuanto a lo que debe pagar, entre los ingresos de su casa y los de la banda, está tranquilo.
Ingresan a donde sugirió la pequeña pelirroja. Miran hacia los alrededores, se ve bastante arreglado y elegante, con toques curiosos. Se divide en 3 salas. La principal, y que se ve a simple vista, tiene las mesas negras con manteles blancos, las sillas le hacen juego, el suelo con baldosas negras, y unos lindos foco araña; la luz ilumina sin dejar rincón olvidado. En la del medio, se ven kotatsu y puertas de papel y madera, el suelo de madera. Esta misma sala está dividida en 5 partes grandes, con puertas de papel para cada una, con dos kotatsu. Tiene un pasillo camuflado en una de las paredes, que conecta toda esa sala y también posee puertas, ya que por allí llegan los meseros a atender, para que la idea de la «privacidad» no se pierda. Y al fondo, el último salón, parece más un lugar para bailar, ya que tiene luces, un escenario y una barra, pero también algunas mesas marrones y sillas simples.
—¿Estás segura de que tienen buenos precios? —le pregunta Yamato, luego de que hayan dado vueltas por el lugar, buscando en donde sentarse.
—Sí, tranquilo. —ríe animada y señala a donde están los kotatsu—. Vamos a esta parte, aquí hay espacio.
El grupo sigue a Mitsuru, y juntan los dos kotatsu que hay allí, para que tengan espacio suficiente para todos. Al ser cálido el restaurante, se quitan los abrigos y los dejan a un lado. El pelirrojo como siempre lleva cosas entre negro y gris, mientras la chica de ojos azules trae un suéter agua marina y un jean negro, botas marrones.
—¿Y… Qué vamos a ordenar? —se pone una mano en el mentón MinHyuk, pensativo, seguidamente buscando con la mirada el menú, que generalmente está sobre las mesas.
—Buenas noches. —aparece «de la pared» un señor de 1,77 de altura, con una sonrisa y una bandeja con los papeles de menú. En realidad salió de ese pasillo especial, pero a los ojos de todos es otra cosa.
—아이고. —el rubio da un pequeño salto en el lugar y ríe—. Buenas noches.
De hecho, todos reaccionan parecido, excepto Mitsuru, que sólo continúa con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos cerrados.
—Tomen su tiempo tranquilos para ordenar. ¿Ellos son tus amigos, hija? —le pregunta aquél señor de voz suave y cálida a la pelirroja. Claro, su cabello es del mismo color que el de la menor, como sus ojos.
—Sí papá, les dije que pasáramos por aquí, de paso también puedo saludarte en navidad. —ríe bajo y se acerca a darle un abrazo, luego regresa a su lugar.
—Volveré en unos minutos. —muestra una sonrisa similar a la de su hija y se va, cerrando la puerta por la que vino.
—¿Es de tu padre el restaurante? —pregunta Jun, ladeando la cabeza, curioso.
—No, en realidad es de mi tío. Mi padre es un mesero permanente de este lugar podría decirse. —le responde, mirando hacia arriba, dando pequeños golpes con sus uñas sobre el kotatsu.
—Ya entiendo porqué querías venir aquí. —ríe SunHee, mirando una de las cartas que les dejaron.
Están sentados de la forma que más cómodo les resulte para hablar. A la izquierda, SunHee, Yamato, Mitsuru, mientras que en la derecha, Jun, Kanae, Yuki, y MinHyuk en la esquina, al lado de la pelirroja y el chico de ojos grises.
—Yo quiero pedir 7 porciones grandes de kepi crudo, así prueben ustedes y comamos todos. —Jun cierra los ojos con una sonrisa relajada, como si ya imaginase el sabor.
—Yo quiero pasteles de carne. —les dice Yamato, mencionando también su comida favorita al igual que el de cabellos negros.
—Yo no lo sé… ¿Pizza? Una grande para todos, igual vamos a compartir. —el chico de cabellos marrones no sabe qué pedir precisamente, no tiene una comida favorita.
—Yo quiero sushi de almejas, hace rato no como~ —le suena el estómago a Kanae, mirando feliz el menú, y sorprendida de la gran variedad de comidas que allí hay.
—Me gustaría un par de platos de ramen con carne, aunque no sabría cómo compartirlo, sería complicado. —ríe la niña de ojos azules.
—No te preocupes, hay suficiente comida como para que nos llenemos, y eso que no hemos ordenado nosotros todavía. MinHyuk y yo queremos asado, obviamente para compartir, así que pediremos mucho. —sonríe la rubia, contestándole a Mitsuru.
—¿Y qué pasa si no nos podemos acabar todo? —la pequeña de ojos violetas los mira con duda, porque siente que es demasiado.
—Pueden pedir que lo envuelvan para llevar, no hay problema. —le responde la pelirroja, sin borrar la sonrisa de su rostro.
—Está bien, ya anoté todo.
El mismo señor que prometió venir en unos minutos, Ebisu, estaba hacía un poco allí, y logró escuchar todos los pedidos. Nadie se había dado cuenta porque estaban demasiado ocupados en pensar qué ordenar.
Deja un vaso para cada uno y una jarra de agua mineral en el medio, como cortesía del restaurante, hasta que decidan qué tomar, ya que le convendría ir dejando las órdenes en la cocina. Kanae es quien primero toma agua, estaba muy sedienta, al igual que SunHee. No saben realmente que tomar si no agua, porque podría caerles pesada la comida por algún refresco.
A las 23:30 p.m., están todos los pedidos preparados. Como era demasiado para que los trajera Ebisu solo, un par de meseros más lo ayudan, dejando las cosas en los lugares que cada uno de los niños les sugieren. Y también, otra jarra de agua. Deciden dejarle gratis el agua mineral por todo lo que ordenaron.
Los niños miran con mucha alegría todo lo que hay sobre el kotatsu. Ciertamente, es muy lindo tener una posibilidad como esa, de comer todo lo que quieran por un día.
—¡Qué aproveche! —gritan todos, sonriendo amplio.
Incluso a Yamato se le ve animado. Es un poco similar a los almuerzos que hacen en la escuela. Todos comparten, conversan, disfrutan. La diferencia es, obviamente, la calidad de la comida y la cantidad. A Kanae le llamó la atención el kepi crudo y el asado. Es bastante agradable que pueda tener sus propias porciones, y es la primera vez que prueba kepi. Al ser un plato árabe, es una comida inusual, y le da intriga de dónde podría conocerla Jun. Ella es quien se encuentra más callada en el momento, por su graciosa concentración en los sabores.
—Uwwaa~, delicioso. —el chico de ojos grises rápidamente va en la mitad de su porción de kepi, y para acompañarlo, en algunos bocados lo lleva con la carne cocida—. Es tan suave la carne, y fresca… Jun, gracias por mostrarme esta comida, no la conocía. —al igual que la pequeña de cabellos negros, él no tenía idea—. Ciertamente pensaba ordenar mucha comida, pero con lo que ellos pidieron no sé si haga falta. —susurra para sí, riendo bajo.
—Sí te oí. —lo codea el de ojos rojos, riendo también—. Por nada, y bueno, si te quedas con ganas de más podríamos pedir más porciones. De todas maneras, si llegase a faltarle algo a MinHyuk los dos podemos pagar.
—Sí, así es. —asiente varias veces con la cabeza Yuki, relamiéndose el labio inferior por el jugo de la carne del asado— Está muy rico… —pareciera que dentro de las cosas que más le gustan a ese niño, está comer en abundancia.
—¿Y a ti Kanae? ¿Qué te parece? —aprovechando la cercanía en la que se encuentra, puede hablarle tranquilo en un volumen bajo.
—Está muy rico, pienso lo mismo que Yuki del kepi. —sonríe con un poco de rubor en las mejillas, en este momento come su sushi—. Me siento muy bien. —dice más suave.
—Me alegra mucho. —dicen a la vez SunHee y Jun al oírla, y luego se ríen.
Todos escogieron algo que les gustase a ellos mismos, pero al final termina gustándole mucho a los demás también. Es una hermosa sorpresa. De las chicas, quien más rápido come es Mitsuru, que va terminando su segundo plato de ramen, pero en general del grupo, nadie le gana a Yamato; pareciera que no mastica, pero es sólo que le gusta mucho.
A las 23:58, el restaurante queda vacío. Los meseros se encargaron de pedir la cuenta por adelantado por si hubiese alguna persona que desea irse en medio del espectáculo de la media noche, así que no tienen de qué preocuparse.
El grupo también salió de allí, y están entre una gran multitud, todos parados frente al lugar de comida, pero mirando hacia el frente, en donde hay un gran árbol de navidad, que fue colocado detrás de la fuente.
Cuando dan las 00:00 a.m., comienzan a brillar las luces del árbol y varios de sus adornos, así como los focos que hay colgando por todo el centro comercial. Y arriba, gracias al techo transparente, también se pueden ver varios fuegos artificiales. No son tantos como en año nuevo, pero ellos sumados a las luces de donde están los niños, es bastante llamativo y bello.
Disfrutan, con las luces reflejadas por todo el lugar, y sobre todo Kanae, que puede ver aún más detalladamente. Se forman figuras en el cielo y en el techo, que de alguna forma hacen juego, como si ya estuviese todo planeado.
El espectáculo dura unos 10 minutos, hasta que el árbol se apaga, y sólo queda tenuemente el sonido de otros fuegos artificiales en la lejanía.
—Feliz navidad chicos. —la primera en sacar los regalos de su mochila es SunHee. Es una gran caja de bombones para cada uno, de primera clase. Incluso comer uno de ellos es caro—. Guárdenla en cuanto puedan. —les sonríe.
Con el primer regalo, a excepción de los miembros de la banda, todos quedan con los ojos grandes. Saben qué son, y se les nota un poco nerviosos porque no podrían igualar el gasto. Sin embargo, se tranquilizan rápidamente.
—Yo compré unas tarjetas de Garou Play, son 100 dólares para cada uno, úsenlos sabiamente. —Yamato asiente para sí y les entrega a todos una—. Lamento si no es el mejor regalo, pero veo que muchos juegan y pensé que era buena idea si deseaban comprar alguna aplicación.
—Muchas gracias. —le responden a la vez. Realmente es curioso el regalo, sólo podría habérsele ocurrido a él.
—Yo tengo para las chicas un par de esmaltes y monederos, y para los chicos sólo se me ocurrió… —baja la mirada y la regresa, mirándolos—. Suplementos vitamínicos, asumiendo que hacían gimnasia. —Mitsuru se ve apenada, pero no borra la sonrisa de su rostro.
—Has acertado, yo hago gimnasia a menudo. —le responde MinHyuk, bastante conforme, mirándola cálido.
—Yo también. —le comentan los demás chicos.
—Muchas gracias~ —las mejores amigas se ven alegres con sus presentes.
—Yo… Me tomé un tiempo largo pensando qué regalarles, así que… Ojalá les gusten. —le entrega a cada amigo el adorno para el móvil correspondiente, deseando que les guste.
Como ya se sabe, no es algo tan novedoso ese regalo, era muy común en la época de los celulares con tapa, pero de igual manera, queda original en estos días. Se podría decir que las cosas buenas pueden volver a estar de moda con el tiempo.
A todo el grupo se le ve muy alegre con el detalle de Kanae, ya que se nota que los escogió teniendo en cuenta los gustos específicos de ellos. Le agradecen sonrientes.
—Yo no he traído para todos, sólo para ti, Mitsuru. —saca una caja de su bolsillo, y la abre en frente de ella: un colgante de diamante, con una cadena de oro blanco—. Úsala cuando gustes. —sonríe con los ojos cerrados.
—… No sé qué decirte… Rayos… Me encanta pero… ¿Cómo se supone que… —cualquier persona estaría bastante confundida en esta situación. Sus ojos reflejan una gran alegría por el presente, pero es mucho más caro incluso que los bombones de la melliza—. Muchas gracias, supongo que por eso compraste sólo un regalo, con lo que costó… —la última frase suena imperceptible ante el resto, con el ruido que hay sería difícil que alguien la escuchara.
—Yo… —Yuki y Jun hablan a la vez, y se miran. Luego miran a Kanae, y vuelven a mirarse. Fruncen ligeramente el ceño y ríen.
—Qué le vamos a hacer. —le dice el chico de cabello más obscuro al otro.
Yuki sólo asiente, arqueando las cejas.
—Dale el tuyo primero. —Jun le pone una mano en el hombro a su amigo.
—Gracias… Bueno. Señorita Mistugashi, yo… —saca de su bolso una hoja y se la entrega, bajando la mirada y un poco la cabeza. Su rostro toma un lindo color carmín, incluso antes de la respuesta ajena.
—¿Eeeeh? —también se sonroja leve, mirando lo que acaba de recibir.
Es un retrato de ella, de una ropa que jamás ha usado, incluso con el cabello corto aunque lo tiene bastante largo. Pero cualquiera se daría cuenta de que es ella. Cuando lo sostiene entre sus manos, todos se acercan a echarle un vistazo.
—Me queda muy lindo, la verdad. —ríe, llevándose los dedos a la comisura de los labios propios—. Muchas gracias, me gusta mucho. —le sonríe de oreja a oreja, y se sienta en el suelo, para empezar a acomodar las cosas en su mochila.
—Me alegra mucho que le gustara tanto, al igual que usted, también me tomé tiempo en preparar mi presente. —esboza una sonrisa, entrelazando las manos a modo de timidez, y ya que tenía la vista abajo, termina por ver el rostro de Kanae. Aún así, se le queda viendo en silencio.
Nadie sabía que Yuki tuviera un talento tan grande para ello. Sin la necesidad de gastar, y se nota que no por egoísmo, es un regalo muy bello a la vista de todos.
En poco tiempo, los niños terminan de guardar sus cosas como pueden, tratando de hacer un espacio, a excepción de Yamato, que terminó guardando lo que le dieron en la mochila de MinHyuk. Comienzan a entrar lentamente al restaurante, excepto por Jun, que sujeta la muñeca de la niña de cabellos negros.
—Chicos, volveremos en un rato. —incluso sin preguntarle nada, simplemente se la lleva.
—¿…? —ella se ve bastante sorprendida, con un suave rubor en las mejillas, y trata de seguirle el paso.
Los amigos quedaron igual, sin entender porqué tanta prisa, confundidos. Aún así, continúan ingresando a la sala tradicional japonesa y siguen con la cena. Yuki posa sobre el kotatsu su codo, con la mano sosteniendo su rostro y una expresión pensativa.
En otra escena, al lado del centro comercial, hay un callejón vacío de gente. En unos banquitos en frente de una serie de cabinas telefónicas, están los dos sentados. Es un lugar de igual forma iluminado, como el resto de la zona.
—¿Q-qué sucede… Jun? —está nerviosa, pero feliz, por el entusiasmo que nota en el contrario al llevarla a un lugar apartado. Le apena imaginar porqué la llevó tan lejos.
—Kanae…
Saca de la mochila aquella tabla de madera que estuvo martillando durante la tarde. Los focos forman el nombre de la chica, aunque el rojo de la tabla se ve apagado sin las pequeñas luces.
—Ten. —se lo entrega suavemente en ambas manos.
—… —mira con detenimiento y siente que no tiene ninguna astilla, «quedó muy bien lijado». Busca con insistencia usando las yemas de sus dedos algún botón para encender las luces, pero lo único que encuentra es un cable pelado en un costado. Con la vista vuelve a buscar el botón, pero no hay. Lo mira a él con las cejas arqueadas—. Creo que se rompió en el camino.
—No realmente. —acerca una mano al cable, y con el pulgar y el índice, manda unas ondas de electricidad suficientes para encender su nombre—. Mira~. —le sonríe cálido—. ¿Qué te parece? ¿Te gusta?
—Sí… La verdad se ve muy bonito… ¿Y cómo es el truco? Yo también quiero prender los foquitos. —parpadea varias veces, curiosa, primero sonriendo pero luego tuerce la boca.
—No podrías, porque no es un truco. —ríe fuerte por la reacción de la contraria y suelta el cable. Le muestra las yemas de los dedos y genera chispas en estos, luego vuelve a tocar el regalo de la menor y se encienden de vuelta las luces—. No quiero que te asustes, pero voy a contarte un secreto. Yo manejo la electricidad… Y así como me ves, soy muy fuerte, podría incluso levantar un auto con una mano.
—Ah… —dice en voz baja, tratando de procesar lo que acaba de escuchar.
«¿Poderes? ¿Qué clase de poderes son esos?» piensa la niña. Tiene en claro que no es un ángel, ya que ninguna clase puede generar electricidad. Descartando esa posibilidad, si fuese únicamente manejar un poco de corriente, podría ser un humano con habilidades especiales, pero la fuerza que tiene no es de un humano, al menos no podría serlo con la apariencia que tiene, le faltan demasiados músculos. Queda si es un hechicero o un demonio.
—Yo soy un demonio —despeja las dudas de la otra, hablándole en voz baja, a pesar de que no haya nadie cerca— pero soy una mutación. Por lo general, las mutaciones pueden darse solas y luego ser hereditarias, pero en mi caso, mis padres son de diferente clase. —su rostro cambia a una expresión más seria, pero sigue viéndola mientras le habla, así su voz no tenga que sonar más fuerte—. Resulta que mis padres se enamoraron, y pese a las normas establecidas en nuestra sociedad, ellos decidieron casarse de todos modos. No es que odien a otras clases, pero bueno, está mal visto que se unan demonios de diferente tipo, además de causar miedo e inestabilidad porque pudiese surgir… alguien más fuerte que ellos. Una mutación simple y común no es un problema, pero incluso si alguien tiene una más grande, suele ser aislado hasta que demuestre servir al gobierno. —aclara la garganta y arquea una ceja—. A nosotros directamente nos echaron. No nos quieren ver. En fin, por ser así yo, ni siquiera tengo el color de piel de mis padres, pero tampoco tengo su habilidad de cambiar de forma. A cambio, tengo los otros poderes que tienen, y otro adicional, pero este último no logro perfeccionarlo aún y sería problemático mostrarte.
—Vaya… Esto es… Muy repentino la verdad. —se cubre la boca a medias con una mano, pensativa ante todo lo que le está contando. Siente una cierta tristeza por su historia, ya no enfocándose tanto en el tema de sus poderes, sino preocupada por cuánto debe haber sufrido y no haber podido hacer nada al respecto—. Lamento mucho lo que pasó… —baja la mirada y luego mira sus ojos, rojos, que por la historia oída parece ser que sí es su color natural—. Tus colmillos y tus ojos… Son… Característicos de los demonios. Pero nunca se me hubiera ocurrido. Siempre pensé que llevabas lentes de contacto. —ríe despacio, nuevamente la curiosidad se refleja en su rostro—. ¿Te alimentas del odio o tienes alguna de esas cosas?
—… —la mira con una sonrisa, y ríe soltando sólo una corriente de aire—. No soy malo precisamente, pero tampoco puedo asegurarte que me conozca muy bien. Supongo que es la idea que los humanos tienen de nosotros. Quienes no han leído La Utopía de Zaraín piensan que somos despiadados y sólo buscamos el mal… Pero en realidad, no es la verdadera función que tendría alimentarse de las emociones negativas. Aunque algunos de nuestra raza sí hagan estupideces, no es para encasillarnos a todos. —tuerce la boca—. No te culpo de todas formas. Yo por mi parte, nunca llevé a cabo ninguna de las cosas que tengo que hacer como demonio. Nunca absorbí nada más que electricidad. —le dice, mirando hacia arriba por un momento.
—Entiendo… La verdad es muy interesante para mí, lo que cuentas. Siempre me llamaron la atención esas cosas. —sonríe con los ojos cerrados, para luego lanzarle una mirada de intriga—. ¿Me cuentas más?
—Claro. —su rostro adquiere un poco de rojo en las mejillas. Se rasca la cabeza con una mano y vuelve a sonreír, viéndose más relajado—. Por supuesto.
Jun y Kanae se quedan conversando por unos 50 minutos, bajando más la voz cada vez que alguien pasa por la cercanía. Luego de ese tiempo, regresan al restaurante, como si nada hubiera pasado.
Se puede ver que los chicos se quedaron conversando después de terminar la comida; MinHyuk con Mitsuru, y Yuki con Yamato y SunHee.
Kanae, a quien primero se dirige, es a SunHee, a quien separa por unos minutos para contarle que en realidad no sucedió nada romántico con el niño de cabellos negros, que sólo se puso a hablarle de cosas personales, obviamente sin contarle nada de lo que le dijo.
El chico de ojos grises, dejando por un momento al pelirrojo, va a Jun para preguntarle porqué se tardaron tanto. El contrario está muy tranquilo, y le dice sin rodeos que sólo quiso contarle algunas cosas de su vida para parecerle un poco más interesante. Yuki no reacciona mal, ya que sabe que le está diciendo la verdad, aunque se lo nota un tanto celoso en su expresión.
Jun se percata de ello, y trata de calmarlo con un abrazo, aunque nuevamente terminan quedando gracioso ante los demás que no tienen idea de la situación.
Se quedaron en el restaurante hasta casi las 5 de la mañana, y no hubo verdaderamente ningún momento de tensión. Estuvieron riéndose de tonterías durante toda la noche.
Comments for chapter "6"
QUE TE PARECIÓ?