Nisenai Fantasy - 7
Capítulo 7
[ 2016, Diciembre, 31 ]
—Así que así funciona ese poder… Interesante. ¿Crees que yo podría desarrollar eso? Tengo ojos rojos como el protagonista~ —se encuentra el chico sentado sobre el pasillo de cristal de su casa, hablando por el móvil mientras mira al cielo de la tarde.
—Tonto, es un anime, no vas a tenerlo. —ríe fuerte Kanae al escuchar las tonterías del otro. Ella está sentada en el suelo contra las maderas de la cama, refregando el suelo con una esponja por haber tirado té allí—. Es como que yo por tener ojos violetas tenga el poder del antagonista.
—Jajajaja. —se contagia de su risa, con un tono igual de fuerte al de ella. Se escucha un poco de eco entre algunos árboles—. Claro, claro. Aunque sólo lo conozco de nombre. —se pone una mano en el mentón pensativo—. En fin, ¿Ya terminaste de ver I Hear Y*ur V*ice?
—Me falta poco, lo que me choca un poco a veces es toda la intriga que me deja —hace un leve puchero. Termina de pasar la esponja y luego echa agua, para pasar otra más limpia—. Supongo que es parte de la esencia de los doramas. —para finalizar, pasa un trapo y así seca todo—. Bueno, cambiándote de tema, ya terminé de limpiar. —suspira, cerrando los ojos—. No sé cómo pude ser tan torpe…
—Ya tranquila, terminaste, ¿No? —vuelve a reír, más despacio. Coge el móvil con la mano y se fija en la hora. Ladea la cabeza—. Oye, como eres mujer, deberías irte preparando para la noche, ¿No te parece? Ya son las 19, y teniendo en cuenta lo lejos que vivimos de allá hasta yo debería ver qué hacer.
—Mmm… ¿Cómo es eso de que porque soy mujer? —frunce un poco el ceño y tuerce la boca, aunque sabe que no la está viendo—. Bueno, igual tienes razón en que ya falta poco para la hora que pusimos… ¿Crees que SunHee y los demás ya estén listos y seamos los únicos que no?
—Lo dudo. Ellos viven más cerca, lo más seguro es que se tomen tranquilamente su tiempo. Y lo de mujer, lo dije porque leí en internet que las chicas siempre tardan en prepararse. Si estoy mal puedes corregirme. —sonríe, mirando el sol a lo lejos, aunque termina por cubrirse de la luz con la mano estirada.
—Oh, cierto. —dice en voz baja para sí. «Él conoce casi todo por internet porque no salía de su casa. Supongo que se lo dejaré pasar», piensa—. No deberías creer todo lo que dicen en internet, muchas de las cosas no son ciertas. Te aconsejo investigar personalmente también.
—Gracias por aclararlo, y lo siento, sí voy a tratar de corroborar las cosas personalmente como dices. —mantiene la sonrisa, y se detiene en la puerta de la casa propia—Kanae, te dejo tranquila, yo me iré a bañar. Deberías hacer lo mismo~. —suelta una risa de sólo aire—. Nos vemos más tarde.
—Está bien, hasta luego Jun. —aprieta la tecla roja para finalizar la llamada. 28 minutos—. Uwwaaaa, es hasta ahora la conversación más larga que hemos tenido —sonríe posando las palmas sobre sus mejillas—. Me siento tan especial… La persona que me gusta parece llevarse muy bien conmigo. —dice mientras camina a dejar las cosas que usó para limpiar en el lugar correspondiente, claro, luego de enjuagarlas.
Tomando la sugerencia de Jun, sabe que debería irse a bañar. Así que busca la ropa interior primeramente, y piensa en consultarle a su madre sobre qué yukata podría llevar. Luego recuerda que año nuevo es especial para las ventas por los distintos festivales que hay por allí, y sabe que sus padres están acomodando su puesto. Por ello suspira y se queda mirando los únicos dos yukata que tiene, y la ropa que le regalaron las mujeres del templo. Por la ocasión, y analizando que a pesar de que haya sol sigue frío, le conviene el verde agua con detalles blanco y rojo.
—Seguro los demás irán con un kimono por el frío pero… Podría llevar una chaqueta arriba… —no tiene ningún kimono ya que son muy costosos y además más difíciles de elaborar.
Luego de unos minutos de esperar a que el agua se caliente y teniendo lista toda la vestimenta, se dirige al pequeño baño para darse una ducha. Como siempre en invierno, el agua tarda mucho en calentarse y poco en enfriarse, así que debe hacerlo lo más rápido posible.
A las 19:40, ya está limpia, peinada y vestida. Pero ella nota que todavía quisiera algo más en su imagen.
—Cierto, dicen que cortarse el cabello trae buena suerte… —recuerda claramente el dibujo que el chico de ojos grises le regaló. Admira todos los días cómo le quedó. Lo tiene en la mesita de luz junto con la tabla roja—. Debería cortarlo. Ya tengo flequillos y están bien, así que sólo me quedaría eso.
Camina nuevamente hacia su habitación, y saca de la mochila unas tijeras rojas. Luego regresa al baño, en donde tiene el espejo. No está ni cerca de ser de cuerpo completo, pero es lo suficientemente amplio para ver hasta el pecho. Aprovechando que aún tiene el cabello húmedo, le resulta más fácil deslizar el filo de esas tijeras, sumado a poder peinarse y acomodarse con facilidad mientras va cortando. Pasa lentamente de tenerlo por debajo de la cintura, a apenas sobre los hombros, de la misma forma en que vio el dibujo de Yuki.
—Literalmente me veo muy similar a eso ahora. —ríe bajo, cubriéndose la boca con una mano.
Tras terminar con su cabello, toma la escoba y lo recoge con una pala, metiéndolo en el cubo del baño. Ya se puede lavar las manos y continuar con lo último, que es el maquillaje. Siendo ella, no tiene una gran habilidad con las pinturas. Tan sólo se delinea los ojos, y se coloca algo de brillo labial con sabor y aromatizante de frambuesa.
Lejos de la casa de Kanae, en la mansión Jung, se encuentra Golden G, terminando con el ensayo de una canción nueva en la sala correspondiente.
—¿Matta Ashita le pusiste? Bonito nombre… Pero, ¿Estás seguro de presentarla antes del lanzamiento del single? —le pregunta Ryōtarō, dejando ya a un ladoframbues para descansar. Se sienta en un banco de la cercanía.
—Ya hice los papeles y todo, podemos estar tranquilos. Quería hacerlo más original, nunca lo presentamos primero, ¿No? —sonríe amplio MinHyuk, acomodando el micrófono y también ya bajando su guitarra.
—Hay muchas bandas que lo hacen, grupos también. —le comenta Josuke al chico de ojos vino, mientras enfunda su guitarra.
—Me siento ansioso. —Tomoki juega haciendo escalas al azar en el teclado, él no se siente cansado en absoluto.
—Según el mensaje que llegó al grupo, ya está listo el escenario para más tarde. —les cuenta Yamato, quien se ve atento a su celular.
—Perfecto, entonces de verdad ya podemos descansar tranquilos. —le contesta Ryōtarō, quien también comienza a revisar el celular, fijándose principalmente en el chat de Kanae.
—¿Llegaremos todos juntos? ¿O qué quieren hacer? Ya que de todas maneras más tarde nos reuniremos. —les pregunta MinHyuk, considerando no querer causar molestias.
Terminando de acomodar todo en la sala, se dirigen a una mesa de 6 sillas, donde cada uno se sienta en una, dejando a un costado la sobrante porque no está SunHee por el momento.
—Creo que no hace falta, no me voy a morir por no verlos un rato. —ríe fuerte Tomoki, agarrándose con ambas manos el abdomen.
—Mis padres vendrán conmigo como siempre, así que no sé si les hablaría tanto si nos viésemos antes. —les comenta Josuke en un tono pensativo, apoyado con la cabeza entre los brazos sobre la mesa. Se le nota con sueño.
—No nos olvidemos de llevar el cambio de ropa. —les recuerda el rubio, a lo que todos asienten con la cabeza—. ¿Quieren una pequeña siesta antes de salir? Pregunto.
Mira de reojo al chico acostado en la madera.
—Tal vez no sería una mala idea. —el pelirrojo bosteza, con los ojos. semiabiertos—. Con todas las horas que practicamos, me sorprende que aún tengas tanta energía.
—De igual manera dormiré un rato, sino el tiempo me lo cobrará y me terminaré olvidando la canción cuando toquemos… —pareciera imaginar el peor escenario posible. Adopta una posición similar a quien ya estaba acostado en la mesa, hasta que levanta la cabeza de golpe—. Oigan, vamos a dormir en mi habitación, mi cama es grande y tiene una segunda cama desplegable al igual que la de SunHee, seguro cabemos todos.
Nadie le hace un solo comentario al respecto, sólo se ve que se levantan con vagancia de la silla. Inclusive terminan usando el ascensor, que normalmente ignoran.
La habitación está con la luz apagada, así que para evitar que le duelan los ojos a todos, Ryōtarō alumbra con el celular apenas ingresan. Yamato cierra la puerta. Y claramente el chico de ojos verde agua se encarga de desplegar la segunda parte de su cama. El tecladista, el bajista y segunda guitarra se tiran descuidadamente allí, mientras que los mejores amigos gatean hasta acomodarse en la principal. Acuerdan poner una alarma que les dé suficiente tiempo como para arreglarse, porque de todas maneras el personal de la mansión se puede encargar del transporte de ser necesario.
Por otro lado, en la habitación de SunHee, ella está terminando de preparar su maquillaje. La ropa no se la pondrá sino hasta salir, pero el maquillaje es algo que toma demasiado tiempo cuando quieres hacer algo más que sólo delinearte. Usando un espejo de mano y sus artículos, final0iza con una sombra marrón suave para sus ojos. Aleja el espejo para verse en otro ángulo, y sonríe gustosa por el resultado.
—Probablemente Kanae ya venga en el tren, debería ir a la parada en un rato… Dudo que tenga suerte esperando los vehículos para llegar a la montaña. Voy a pedirle el favor a alguno de nuestros choferes por esta vez. —dice en voz baja para ella misma.
Como es sabido, por lo general ella suele manejarse sola en el transporte público, pero en ocasiones como esta, sería necesario una mano
—Se sentirá muy aliviada. —se jacta. Mientras, con su móvil checa la hora y se da cuenta que, al menos para ella, falta rato para la hora de la reunión—. Si el ruido cesó ellos deben estar durmiendo. —se dice con una expresión seria y pensativa, para luego ponerse a jugar un rato en su Notebook.
Llegada una hora cercana a la reunión, se puede ver en la escena que tanto SunHee como Kanae están llegando a la estación. Mientras una va en coche hasta la parada cercana a la escuela para esperarla, la otra se dirige en el tren.
Cualquiera pensaría que por ser estas fechas las calles deberían estar vacías porque todos se dirigen a templos y demás, pero justamente, están llenas por esa misma razón; claramente, después a las 00 es dudoso que quede alguien por el centro.
En el momento en que dan las 21:50 p.m. en el reloj, la pequeña de cabellos negros baja en su parada. Al comienzo pasa desapercibida entre la multitud, pero poco a poco las personas van abandonando aquél lugar techado, dejándola a la vista.
—¿Kanae? —parpadea varias veces, atenta a la menor, como si no pudiese creer que se trata de ella.
—Oh~ ¡SunHee! —muestra una sonrisa amplia al encontrarse con su mejor amiga, y se acerca más hacia a ella—. ¿Qué estás haciendo por aquí? Estamos muy lejos de la montaña todavía. —verdaderamente le resulta una sorpresa encontrársela antes de lo previsto.
—Pues vengo a buscarte, vas a llegar muerta si caminas con las geta por tantas cuadras. —ríe suave. Se la nota animada. Toma por la muñeca a la más baja, llevándola hacia el auto en el cuál ella vino, cerrando la puerta al pasar—. Estaremos allá pronto, ¿Sí?
—Gracias por ser siempre tan amable conmigo… Todos los días me alegro por tenerte de amiga. —le dice, mirando hacia ella. Está sentada de piernas cruzadas, con las manos sobre las rodillas.
—Por nada. —sus mejillas se ruborizan lentamente, pero no llega a alcanzar un color muy fuerte de todas formas.
Se reflejan en su rostro las luces de la ciudad durante el recorrido, al igual que en el de la contraria.
—Por cierto Kanae, me gusta mucho como te quedó el cabello. —mira con detenimiento las puntas, ya que parece que de un lado quedó más largo que el otro.
Eso da entender que ella misma lo cortó, definitivamente.
—Muchas gracias. A decir verdad pensé que era una buena idea cortármelo, porque supone buena suerte, ¿No? Dejar ir a tu viejo yo al comenzar el año para poder seguir creciendo. —mientras le dice, mira los ojos de SunHee, y también detrás de ella, el paisaje.
—Es una creencia popular, puede que funcione. Pero en mi caso yo preferiría dejármelo largo, es mas cómodo, y dudo que me quedase bien de otra forma. —no lo dice en un tono de tristeza o algo similar como si se tratase de baja autoestima, más sino como una opinión personal.
Por primera vez en la historia de aquél grupo de amigos, a las 22:00 p.m. se encuentran todos en el lugar acordado: en las escaleras antes de subir hacia el templo. MinHyuk llegó unos minutos antes, por lo que los 3 miembros faltantes de Golden G ya deben estar mezclados entre la gente.
Todos están vestidos de forma tradicional, con kimono debido al frío que hace ese día, a excepción de Kanae con su Yukata y una chaqueta marrón larga. Ya mencionado antes, la ropa de la pequeña de ojos violetas es verde agua con blanco y detalles en rojo; el kimono de SunHee es rosado con detalles negros; el de Mitsuru es un blanco que pareciese nieve, con detalles en naranja; el rubio lleva uno de los colores del arcoíris, dispersos como detalles a lo largo de la prenda, y como color base el negro; Yamato tiene un kimono negro con detalles rojos; Yuki lleva un kimono azul marino con detalles en blanco; y, Jun, uno negro con detalles grises.
Pero en lugar de apreciar la vestimenta de cada uno a primera instancia, todos se fijan con curiosidad y sorpresa en el corte de Kanae, sobre todo Yuki, que casi pareciese que le brillan los ojos al mirarla. Esto podría deberse a que él la dibujó de una manera bastante similar.
Por otro lado, Jun, es quien menos tiempo la ve, y el primero en darse vuelta.
—Vamos, subamos~. —les propone el chico de ojos rojos, mientras él ya pasa por dos escalones. Se lo ve con mucha energía.
A medida que van subiendo, la escalera tiene cada vez más gente. Caminar hacia un lugar alto suele ser muy cansador, más con el frío que hay en la época, pero de todas formas prácticamente nadie se muestra cansado, sino al revés.
Como se puede imaginar, todos los amigos hacen algún comentario acerca de el corte de la más bajita. Y ella está muy contenta, porque no se le había pasado por la cabeza recibir tantas buenas críticas. Gracias a esa juntada de amigos, la pequeña puede tener la mente más despejada en cuanto a preocupaciones se refiere.
En el largo y a la vez corto camino hacia las partes llanas de esa montaña, no mantienen en específico conversaciones extensas, porque más allá de su ánimo, es complicado subir tantos escalones.
Al llegar a la parte de la entrada al festival, todos se estiran de brazos y vuelven a reagruparse para comenzar a dar una vuelta por allí. De unas largas cuerdas cuelgan bellos chōchin, con papeles rojos y blancos.
Hay puestos de diversos tipos, por todos lados, ordenados en filas y dejando el espacio suficiente para que la multitud de gente que asiste pueda pasar. Por la hora, todavía hay algunos que recién se están armando, pero ni bien se acomodan, ya tienen clientes. Los padres de Kanae se encuentran en uno de ellos, y aprovecharon para estar casi todo el día allí, de forma que aseguraran tener éxito.
El bullicio de toda la gente hablando, por momentos hace que sea necesario gritar, pero a veces es tanta la contaminación sonora que terminan por perderse todas esas voces, casi como si un solo ruido unísono estuviese de fondo.
Viniendo de este grupo de amigos, lo primero que piensan es en qué van a comer, ya que optaron por no merendar así podían disfrutar más de probar las especialidades de cada puesto. Kanae mira curiosa a su alrededor, por lo general ella solía ayudar a vender en el lugar donde estuviesen sus padres. Ahora que tiene amigos y sus padres ya los conocen, es la primera vez que sale a pasear en el festival. Ella camina al lado de SunHee, a quien le está contando cómo reaccionó a unos capítulos de un anime de temporada, hasta que su oído capta una conversación ajena.
—Sabes, es la primera vez que vengo a este lugar. Hasta este año no había salido prácticamente de los alrededores de mi casa. Es bastante grande, ruidoso, hay demasiada gente, pero es lindo. ¿No sientes… Especial pasear con alguien en este lugar? —Jun está casi hacia el otro extremo en su formación, conversando con Mitsuru, quien a su vez está con MinHyuk a su izquierda.
—Algo parecido a lo que estaba pensando… —dice para sí misma Kanae, mirando en la dirección del hablante.
—Es obvio viniendo de ti. —le responde, un tanto indiferente—. Le pregunté a ella, no a ti ahora.
—Tranquila, no hay problema, a mí sí me interesa saberlo. —le sonríe la chica de cabellos anaranjados a Kanae, luego regresa la vista a Jun para responderle—. Yo ya he venido varias veces aquí, tanto con mis padres como con mis amigas en la secundaria, pero la primera vez que me trajeron de niña me llamó tanto la atención como a ustedes. —ríe fuerte y animada la pequeña, contándoles con detalle tranquilamente—. Me perdí varias veces ese día, era muy inquieta.
Todos se ríen de su anécdota, resultándoles tierno. Aunque por su parte, la niña de ojos violeta, se siente un poco extraña por la reacción del chico de cabellos negros. ¿Sonó algo agresiva su respuesta, o es idea suya? Eso la deja un poco confundida, pero supone que podría deberse a que ya la conoce mucho. De igual forma, siente que no era la mejor manera de responder, pero también piensa que podría estar alterado por nervios o el mismo ruido.
Ella sigue hablando con SunHee, y de a momentos no dice mucho, porque la rubia también habla con Yamato, quien está a su derecha.
Sin separarse, curiosean por los puestos de comida. Hay una linda variedad de postres, al igual que de frutas, inclusive puestos como verdulería, que a diferencia de los demás puestos que son muy caros por la festividad, hacen ofertas como si se tratase de una feria. También se pueden ver puestos de artesanías, de ropa, entre otras cosas. Pero los principales son de comida.
—7 porciones de takoyaki, por favor. —pide amablemente el chico de ojos rojos, y luego lleva la vista hacia sus compañeros—. Esto les invito yo. —les sonríe a todos. Regresa la mirada hacia el señor que atiende, y paga. Luego les reparte a cada uno una porción, y se sientan en unos banquitos que allí hay.
En ese momento, Kanae se siente mejor, por ver cómo él se muestra muy alegre. Como si lo que le había preocupado no hubiese sucedido. No tardan mucho allí, porque se siente como una entrada de mesa con el hambre que traían.
Al levantarse, se dirigen hacia el puesto de en frente, guiados por Mitsuru. Este es mucho más grande, y llamativo. Es como una gran carpa negra, con luces y varias mesas dentro. «¿Eso se puede hacer?» es lo primero que se le viene a la mente a la más bajita. Toman asiento cómodamente, mirando sorprendidos la calidad de ese puesto.
—Buenas noches muchachos —los saluda el padre de la pelirroja, quien está vestido como un cocinero—. Esta noche no sólo soy mesero, también cocino. —ríe, poniéndose una mano en el abdomen—. Bueno, este puesto a pesar de su apariencia no ofrece muchas comidas este año, pero sí variedades de ramen.
Con lo último mencionado, ya saben porqué Mitsuru los llevó hacia allí. Ríen divertidos y piden todos «la especialidad» del lugar. Como se sabe de antes, el señor Ebisu trabaja para su hermano, y para evitar perder ganancias en un día tan comercial como lo es año nuevo, una parte del personal es destinado a los templos y montañas más concurridos en el festival. Los chicos reciben la comida poco después de pedirla, y disfrutan mucho.
La receta es un tanto diferente a la que se prueba normalmente en el restaurante Black Miel, ya que se trata esta vez de la que usa, justamente, Ebisu.
El ramen tiene varias verduras y pedazos de carne muy suave, que se deshace con facilidad al masticar. La sopa, al igual que el resto, está condimentada. Y de alguna manera, el plato no es pesado para el estómago. Sin tener aditivos, el sabor te da ganas de seguir comiendo.
Cada uno se come dos platos, y toman agua para acompañar. Al final, la cuenta es bastante, y obviamente más de lo que pagaron por los takoyaki.
MinHyuk se ríe por la cara de Mitsuru, ella les cuenta que en un principio pensaba pagar en el puesto pero no le alcanza. El rubio tranquilamente pone su dinero, y le dice a ella que guarde el suyo para otro puesto. En este lugar pasaron más tiempo, ya que además de comer mucho, comieron más lento.
—¿Quieren jugar un rato? —les pregunta Yuki, quien tiene la mirada por la zona de juegos.
—¡Sí~! —responde el grupo con entusiasmo.
Guiados por el chico de ojos grises, caminan hacia donde están esos puestos. Por supuesto, los dueños de estos ganan mucho con todos los intentos que lleva la gente tratando de hacer las diversas actividades que se plantean. El primero al cual van, es el típico juego de pesca, Kingyo-sukui. La pelirroja aprovecha para «saldar su deuda» y compra las paletas de papel. Cada uno recibe 15, ya que gastó todo su dinero en ello. Y no viene mal, teniendo en cuenta la dificultad del juego.
—En los doramas suele mostrarse este juego, ojalá pueda atrapar alguno. —dice el niño de cabellos negros, sosteniendo el palillo.
—Ánimos Jun. —le dice Kanae, quien está a su lado, apunto de meter la paleta en el agua también.
—Gracias. —le dice sin mirarla, concentrado en los peces que tiene en frente. Con sumo cuidado va metiendo a ese gran tazón de madera la paleta, y cuando está dentro, trata de esperar al momento justo para poder sacar uno. Pero lo que sucede, es que el papel se moja demasiado y se rompe— Rayos, aún ni intenté algo. —forma un puchero con sus labios.
—Qué lindo. —dice en voz baja la pequeña de ojos violetas, con un leve rubor en las mejillas por presenciar la reacción del contrario.
—¿Qué pasa? —le pregunta en el mismo tono, sonrojándose también por la vergüenza probablemente de que su primer intento haya fallado.
—Nada, nada. —sonríe cálidamente, y ella se concentra en un pez que le llama la atención. Sostiene con firmeza la varilla, y con delicadeza pasa el papel, apenas hundiéndolo. En poco tiempo, ya tiene un pececito.
El señor le entrega un tupper con manija, lleno de agua y transparente en sus paredes, donde deja al pez.
—Bien~ —sonríe para sí—. Luego te los voy a regalar Jun, yo no puedo tenerlos en mi casa.
—No, gracias, quédatelos tú o devuélvelos al río. —le responde y sigue tratando de pescar alguno, pero ya sea que introduzca lento o rápido la paleta, sigue sin funcionar—. Oh vamos~. —vuelve a hacer puchero.
—Mira Jun, atrapé uno, ¿Lo quieres? —le pregunta la pelirroja, quien le muestra en el tupper un pez dorado.
—Claro, no hay problema. —le sonríe y recibe «el premio» de la menor.
Aquí nuevamente Kanae siente que hay algo extraño. ¿Habrá dicho algo malo? ¿No es extraño que si ella se lo quiere regalar no lo acepte, y a la otra sí? ¿O tal vez será porque el pez de ella era común y el de Mitsuru uno especial? Opta rápidamente por la segunda opción, porque no tendría sentido eso. Con facilidad, la pequeña de cabellos negros puede conseguir varios, y entre esos, uno rojo muy bello y difícil de conseguir. Esta vez le ofrece ése, pero lo mismo no se lo acepta.
—Ya te dije que te los quedes tú, en serio.
Ni siquiera la ve al rechazarle, y por el contrario, mira a Mitsuru, que le está ofreciendo peces a todos, y luego a él de nuevo. A ella sí le acepta tranquilamente.
—Oye Jun, no seas tan duro con Kanae, ella también quiere compartir contigo. —le dice la chica de ojos azules, arqueando las cejas al verle.
—No, gracias. —repite y se queda gastando hasta la última paleta de papel.
Se hace bastante obvia la diferencia ahí. Y allí cae en Kanae, la idea de que probablemente habrá hecho algo para molestar a Jun. No tiene idea de qué será, porque todo el tiempo estuvo actuando con normalidad, y hasta antes de ir hacia el festival habían estado conversando felices por llamada. ¿Cuál será el problema? Se pregunta muchas veces, pero no sabe cómo preguntarle a él.
Es una situación poco conveniente, justo ahora que están jugando, podría arruinarles la diversión. Así que por el momento decide callar. Del puesto de Kingyo-sukui, salen todos con los peces que Mitsuru les dio, a excepción de Kanae, que tiene los 15 más los que la pequeña le ofreció.
—Vamos a este, quiero practicar mi puntería.
Les sugiere Yuki y nuevamente lo siguen sin problemas.
Se trata de un juego donde debes derribar una pila de latas en movimiento con una pistola de juguete, y te dan premios. Sí o sí debes tirarlas todas, y pagas 3 «balas» por intento. En este juego, Kanae también logra conseguir el objetivo. La señora del stand se sorprende mucho, y la felicita, diciéndole que escoja tranquila. Ella le pregunta a SunHee qué desea.
—¿Yo? —se señala a sí misma, parpadeando varias veces, confundida—. ¿Estás segura? O sea hay muchas cosas que podrías llevarte.
—Tranquila, te debo mucho, y yo decido que el premio es para ti. —le sonríe, y le hace señas de que se acerque para escoger algo.
—Está bien… Veamos. Quiero eso. —señala un peluche chibi de Yamato—. Nunca había visto un muñeco tan bonito. —le dice en voz baja en el oído a Kanae, y ella ríe al escucharla. Un minuto después, recibe el pequeño peluche que eligió, y lo guarda en el bolso que trajo. Sí, así de pequeño.
—Bueno, ¡Este es el primer premio que se llevan en la noche! —al decir eso la mujer, la gente allí presente aplaude—. Recuerden las reglas, ¡Un premio por persona!
Kanae se ríe, puesto que no había leído las reglas enteramente. Pensaba en hacerle más regalos a su amiga, pero no se podrá. Por su parte, ahora la rubia juega una ronda. En el segundo disparo, logra tirar todas las latas, en el primero le había errado totalmente.
—¡Vaya! Tenemos dos chicas muy hábiles por aquí. —narra la señora, como si se tratase de un espectáculo—. Y bien, ¿Qué desea la señorita?
—Recuperar mi dignidad, no pude haber errado tan mal. —ríe divertida, codeando a Kanae, haciéndole referencia a algo que sólo ellas entenderían.
—Jajajaja. —se contagia de la risa ajena, y piensa que SunHee tiene razón, tanto tiempo jugando mobas y shooters para que en esto venga a fallar.
—Bueno Kanae, ahora escoge tú, ¿Qué quieres? —sonríe, esperando a la contraria.
—Demonios, y yo que pensé que te iba a poder pagar alguna vez. —infla las mejillas, haciéndole un mini berrinche jugando, porque sabe que la otra va a insistir hasta el fin de los tiempos—. Me gustaría ese juego de 3 pulseras, se ven muy bonitas, ¿No te parece?
—Bueno pequeña. —la mujer le entrega una cajita que tiene el lado de arriba transparente para que sea visible la joyería—. Aquí tienes.
Y la razón sería obvia, es como un premio para las 3 amigas. Se colocan rápidamente en la muñeca las pulseras, todas son de acero quirúrgico con una piedra en el medio, y varían de color. La de Kanae es verde agua, la de SunHee transparente, y la de Mitsuru turquesa. La cajita la guardan en el bolso de la rubia.
Mientras tanto, los demás no consiguieron ningún premio, excepto Jun, que decidió dárselo a Mitsuru, un juego de esmaltes de uñas.
Pasa un largo rato, faltan 20 minutos para que sean las 00:00 p.m. Realmente Kanae no tiene lugar a dónde dejar los peces, así que toma en cuenta la sugerencia de Jun. Avisa a sus amigos que se va un momento y que ya vuelve, dirigiéndose así hacia un pequeño arroyo que atraviesa parte de la montaña. Está luego de una serie de árboles, alejándose de los puestos, hacia la izquierda. Se agacha, quedando con los pies de media punta en una orilla, y empieza a depositar los pececitos ahí, junto con el agua. Se escuchan unos pasos en su cercanía, así que voltea.
—Oye, Kanae… —el chico de cabellos negros la sigue hasta allí—. ¿Qué te sucede hoy? Andas muy pesada. —le pregunta sin ningún tipo de filtro.
—¿Pesada…? ¿Por qué dices eso? —arquea las cejas, bastante perdida en la crítica del otro. Cambia de posición, volviendo a estar de pie—. No te he hecho nada malo que yo sepa.
—Tsk… Ahí vamos de nuevo… —suspira y niega con la cabeza varias veces—. Me has estado haciendo demasiadas preguntas, y me aturdes, me hablaste demasiado.
—Pero si has estado casi toda la noche con Mitsuru, apenas te he hablado dos o tres veces. —ladea la cabeza, todavía sin entender a qué viene eso.
—… —parece analizar lo que le ha dicho la menor—. De todas maneras, me estás haciendo sentir sofocado.
—A ver… —frunce el ceño y suspira, mirándolo fijamente—. Resulta que me ignoras toda la noche, me respondes mal, y luego vienes a decirme que YO —hace énfasis— estoy molestando, cuando tan sólo he actuado como siempre. Me pasé horas pensando qué había hecho mal, y llegué a la conclusión de que no hice nada. Porque Mitsuru te habló todo el tiempo y te hizo regalos, y con ella no te quejaste. ¿Por qué? Responde tú ahora. —suena bastante seria.
—… —parece algo nervioso, ya que es bastante extraño que ella esté molesta. Sin embargo, lo mismo le responde—. Hablé contigo todo el día antes de que viniéramos aquí, eso es todo. Ya pasé mucho tiempo contigo, así que quería hablar con otras personas.
—No es necesario que me trates así para hablar con otras personas. ¿O acaso me ves a mí tratando mal a todos sólo por haber hablado contigo más temprano? —arquea una de las cejas, mientras la otra aún sigue en la posición anterior.
—Como sea, ya sabes que me estás molestando. Si no quieres que te responda mal, no me hables ahora. —dicho eso último, regresa caminando por el sendero que tomó para llegar a ella.
La pequeña pasa de estar con esa mirada enojada, a arquear las dos cejas. Sus ojos se cristalizan. ¿Sólo le molestó por ser ella? ¿Ser ella es algo malo? Eso no tiene sentido. Ella podrá considerarse alguien poco importante, que no tiene buen estatus social, despistada, hasta tonta en muchas cosas, inútil para otras, pero eso no significa que sea mala persona. Más allá de su autoestima, hay cosas que a simple vista se pueden notar, y una de esas cosas es que, no le hizo nada malo. Ella misma puede darse cuenta de ello. Un par de lágrimas resbalan por sus mejillas, provocando pequeñas ondas en el arroyo. Pero rápidamente, se las va secando, a medida que caen.
El camino de regreso se hace más pesado, más largo, a pesar de que no sea grande la distancia entre el festival. Es tan sólo como dos cuadras, pero ella siente que camina diez. Llega justo a tiempo para los fuegos artificiales. Corre hacia el lado de su mejor amiga, y la toma por el brazo izquierdo, abrazándolo. Mitsuru, inocente, también corre hacia ellas y abraza a Kanae. Se nota que de verdad no sabe lo que sucede.
—¡Qué bonito~! —le comenta la pelirroja mirando hacia el cielo, sonriente.
El cielo se llena de colores brillantes. Una ráfaga de luces es lo primero que se ve al comenzar. Los fuegos artificiales hacen formas en el cielo, al igual que en navidad, pero mucho más detallado, en mayor cantidad. Se puede apreciar mucho más ya que al estar más alejados del centro, no hay tantas luces artificiales más que las linternas de papel. Corazones, estrellas, kanji, y varias otras cosas se forman arriba, combinando con el color del firmamento.
Es un bello espectáculo, que de alguna manera hace que Kanae deje de lado por un rato la situación anterior. Las 3 amigas se ven sonriendo hacia arriba, y los otros 4 chicos igual, excepto por Jun, que pareciera que la discusión le dejó un mal sabor de boca.
Pasan 15 minutos, y las luces ya son menos. Aún no termina, pero lo mismo las personas ya dejan de mirar al cielo.
El chico de ojos rojos va hacia donde Mitsuru y la toma por la muñeca, llevándosela lejos del grupo. Ellos dos desaparecen de la vista pasando tan sólo un minuto. Pero seguido de ellos dos, también se van Yamato y MinHyuk, dejando solas a Kanae, SunHee y Yuki.
—Señorita Mitsugashi, ¿Qué está pasando? Se fueron todos. —arquea las cejas, mirando hacia todos lados—. ¿Ya nos vamos?
—No. —niega sonriente la rubia, riendo por la pregunta—. No sé qué onda con Mitsuru y Jun pero… Ya sabes, el escenario. —le señala en lo alto hacia atrás.
—¿Y los deseos? —ladea la cabeza la chica de ojos violetas, que estaba esperando para que pongan los papelitos en los árboles de deseos.
—Ya, ya, después de la música, ¿No estabas enterada? —le dice amable SunHee, dándole unas palmadas en el hombro.
Hacia la derecha de todos los puestos, está el escenario preparado. Los miembros de Golden G suben por unas largas escaleras, ya que necesitan estar más arriba por razones del sonido y de seguridad. Se abre un telón, donde aparecen luces repentinamente, y están todos los miembros de la banda ubicados en sus lugares.
—¡Buenas noches, gente! —grita MinHyuk, haciendo que todas las personas del festival volteen a ver en esa dirección—. ¡Hoy vamos a presentarles una canción nueva~!
La multitud grita por esa declaración, sorprendidos y emocionados.
—¡En esta también vamos a cantar todos! —resuena la voz grave del grito de Yamato en la montaña—. ¡Esperamos la disfruten!
Luego de otros gritos, comienza el juego de luces en el lugar donde se encuentra la banda. La música instrumental suena primero más despacio, y de a poco le suben el volumen, hasta que llega a escucharse por todo el lugar.
La canción esta vez, no empieza con unos acordes graves, o un ritmo rápido, va lento. Comienza con una melodía del teclado, con un poco de eco. Luego se le suma una guitarra, obviamente los acordes no son en mayor. Después se agregan la batería, el bajo, la segunda guitarra, sigue sonando el piano. Luego de unos segundos, el ritmo de la batería se hace más suave en volumen, menos cargado en golpes, y cambian los ritmos de todos los instrumentos, siendo esta vez más como un acompañamiento, para dar paso a la voz.
—Despierto hablando y luego llorando, mi mente me jugó una mala pasada. —Ryōtarō se muestra primero cálido, después desilusionado—. «Una pesadilla, sólo eso fue» quisiera escuchar que venga de tus labios —canta con una voz suave, pero de tristeza.
—¿Es mucho pedirte? —dice Josuke, en medio de la prolongación de la última palabra ajena—. Oh, cierto, no estás. —el tono que lleva acompaña perfectamente al otro.
Suena la melodía que se escuchó en un comienzo, al mismo tiempo de que canta quien usa la segunda guitarra
—La tarde es vacía al igual que el día, todas las luces paran antes de llegar. Y sólo el sonido de una brisa, resuena lento en mi casa junto a los tic tac. —presiona suavemente las teclas Tomoki, con su canto muestra la escasez de sentimientos que trata de tener tras el ciclo, para saciar la impaciencia.
—Los meses han pasado y me canso de esperar, oye. ¿No es una mentira lo de volver a verte? —con una melodía diferente, la voz grave de Yamato refleja la intriga. Él mira hacia el frente, pero fríamente.
—¿No soy yo un idiota por ser fiel y amarte? No quiero la sorpresa de que ya me olvidaste… —repitiendo las notas del pelirrojo, pero con cambios al final, el chico de ojos negros sin brillo demuestra una desesperación por la incertidumbre.
—Hasta mañana, hasta mañana, fue lo último que dijiste aquél día. Yo te esperaré, nunca me iré, siempre ha sido mi respuesta pero la tuya no sé. | ¿Cuánto tiempo más tengo que esperar para recibir aunque sea un mensaje? ¿Estás viva? ¿Qué sucedió? ¿Estaremos mirando el mismo cielo ahora? —el estribillo, lo canta quien normalmente es el solista, MinHyuk. Su voz suena siempre dulce para cantar, pero la música que él escribe se presta para destacar que también se le dan perfectas las canciones tristes. También resalta la melodía de su guitarra, la cuál es la primera, y la batería, que es más fuerte en el estribillo.
Como es la estructura de esta canción, los ritmos del teclado como principal, obviamente sin quitar los demás instrumentos; aquella bella melodía que se muestra al comienzo y también en los intermedios, empieza en las últimas sílabas de las palabras de un verso.
—Me lo he preguntado todos los días, ¿Hay algo en tu sonrisa que no supe ver? Incluso si pienso, no lo entiendo. Nunca te hice daño intencionalmente, en verdad. —el bajista mira hacia arriba, suspirando antes de decir la frase de que no comprende, dando a entender que se siente perdido.
—¿Ni una sola vez? Ni una sola vez —nuevamente Josuke canta antes de que él termine su frase, manteniendo su voz de decepción.
—Cambiando de canal encontré tu silueta. Me alegra mucho que no te haya pasado nada. —en el ritmo distinto, el pelirrojo canta algo más dulce, por el supuesto alivio.
—Al menos eso creo hasta que te encuentre. Ya sé en donde estás y buscaré enfrentarte. —se entiende perfectamente la duda de quien se encarga de la segunda guitarra.
—Hasta mañana, hasta mañana. Tengo que pensar todavía un poco más. Estoy asustado, y confundido. ¿Por qué será que no avisaste nada? | Mis manos tiemblan, mis labios también, mi reflejo en el vidrio es tan deprimente. Ya me alistaré, en unas horas saldré. Más que voluntad necesito valentía. —una mezcla de sentimientos se reflejan en su voz, mostrando lo sensible que puede llegar a ser alguien con esos temas. MinHyuk se expresa tanto con su canto como su mirada.
Una parte que no podría faltar en una de sus composiciones, es el solo de guitarra, acompañado de una buena base en la batería. Luego regresan los demás instrumentos, comenzando suave, pero después llevan juntos una melodía mucho más rápida que las anteriores
—»Aquí estás, por fin aquí estás». Es lo que pienso, pero no sale nada. ¿Por dónde empezar? Sólo te miro, ni un abrazo ni un suspiro. Te acerco una mano pero no tomo la tuya. ¿Lo harás tú? Me miras de igual forma, tus ojos humedecen. Tampoco hablas pero sí actúas a diferencia de mí aunque vine por ti. Repites «te extrañé, perdón, no te olvidé» y pronto te acompaño en el llanto. —Yamato rapea, algunas partes suenan como si estuviera conteniendo sus lágrimas. Al igual que sus amigos, tanto la letra que le toca cono su manera de expresarse, deja ver lo vulnerable que pueden ser las personas con esas situaciones.
Casi sin espera, regresa el estribillo
—Hasta mañana, hasta mañana, fue lo último que dijiste aquél día. Yo te esperaré, nunca me iré, siempre ha sido mi respuesta pero la tuya no sé. | ¿Cuánto tiempo más tengo que esperar para recibir aunque sea un mensaje? ¿Estás viva? ¿Qué sucedió? ¿Estaremos mirando el mismo cielo ahora? —en este caso, es como si le estuviese contando algunas de las cosas que pasaron por su cabeza—. No fue en vano, sostengo tu mano, hoy más fuerte que nunca, sin lastimarte. Tuviste problemas, al igual que yo. No querías molestarme, por eso te fuiste. | ¿Tan poco creías que vales para mí que sería mejor no verte a tenerte aquí? Te lo repetiré, y te abrazaré, hasta que durmamos, incluso en tus sueños también.
Terminando la canción, con esa melodía «pegadiza» a su manera, los 5 miembros sonríen. El martirio para aquella persona, que podría ser cualquiera, terminó por solucionarse de una linda forma. Algo que muchos deben pensar es que ojalá fuese tan fácil, pero siendo positivos, transmite cierto mensaje de esperanza ante esos momentos en el amor donde todo parece estar perdido.
En la escena, se pueden ver a todas las personas gritando nuevamente, algunos con lágrimas en sus ojos, quizás porque les recordó alguna experiencia, tal vez sólo porque les llegó la letra. Una gran mayoría grabaron con lo que tenían al alcance, así que habrían de seguro muchas fancam en Nintube.
Unos minutos después, las personas toman diferentes acciones. Algunas hablan del concierto, otras siguen en los puestos. Una gran mayoría se acerca al templo, donde están los árboles de deseos. Entre esas personas, Kanae, SunHee y Yuki. Ellos oran por unos momentos, y luego cogen un papel de los tantos que hay sobre una mesita, para escribir con unos pinceles y tinta. Después se suman los chicos de Golden G., que llegan unos segundos después de los primeros mencionados.
—»Quiero ser más fuerte y mejor persona.» —luego de unos trazos, Kanae deja colgando su deseo en una rama.
—»Deseo que las personas que quiero tengan más suerte.» —la rubia tiene una sonrisa leve escribiendo eso, pareciera preocupada por algo por su rápido cambio de expresión.
—»Quisiera que cada vez más personas puedan salvarse de sí mismos.» —escribe el chico de ojos grises, con una mirada seria, pero no precisamente triste en el momento.
—»Espero que mi música siga llegando al corazón de las personas.» —el niño de ojos verde agua, lleva una sonrisa cálida mientras escribe.
—»Deseo que la gente deje de sufrir.» —el chico de ojos miel, traza sobre el papel con un rostro pensativo.
En un costado del mismo árbol donde estaban colgando esos papelitos, hay dos con caligrafías reconocidas para ellos. «Quiero conocerme mejor» dice en la de Jun, «No quiero ser una molestia» en las letras de la pequeña de ojos azules. ¿Serían sus deseos algo que quieren todos los años? ¿O sería una ocasión especial porque otras personas pueden leerlo? La respuesta es que, en el círculo de Kanae, todos se dan cuenta de que si no lleva su firma, nadie más que sus cercanos podrían saber de quién se trata.
Mirando otros deseos, los niños más pequeños, que aún prácticamente no conocen kanji, dejan tranquilamente su nombre en alguna parte de la hoja. «Deseo que mi mami se mejore», «Quiero que tomemos helado más seguido», «Quiero tener un hermanito», «Me gustaría tener amigas». Leyendo el último mencionado, Kanae y SunHee se miran y sonríen.
No pasa más de 10 minutos, hasta que deciden irse a casa. Yuki se va a tomar un taxi, yéndose primero. Luego pasan los autos de la familia Jung para buscarlos al resto junto con la banda.
La rubia invita a Kanae a quedarse en su casa esa noche, y ella se sorprende. Aprovechando que sus padres se encuentran allí, se puede despedir de ellos y abrazarlos, no sin antes preguntarles si necesitan algo.
En tranquilidad, sube al mismo coche que su mejor amiga, y los demás se van en el otro. Se repiten algunos paisajes vistos anteriormente, pero con diferente iluminación, a medida que se dirigen hacia allá. Muchas edificaciones y otros lugares son nuevos para la chica de ojos violetas, quien trata de poner toda su atención en el camino, además de tener la intención de mantenerse distraída de lo ocurrido hacía un rato.
Poco antes de llegar a la mansión, atraviesan un gran parque, muy iluminado y bello, pero está casi vacío en esos momentos. Incluso desde allí ya se puede avistar la mansión Jung. Y al estar frente a las grandes rejas, se ve que se abren automáticamente cuando ingresan los coches, para cerrarse tras unos segundos.
Al bajar, la chica de cabellos negros mira sorprendida a los alrededores, porque tienen un jardín muy lindo. Y al pasar por la puerta, todavía abre más los ojos. Tantas cosas y texturas que parecen ser sacadas de un libro de cuentos para ella. Saluda con una reverencia a todo el personal que se le cruce. SunHee le señala las escaleras, para que vayan a su habitación, pero antes de que pudiese poner un pie, Ryōtarō llega por su espalda y le da un suave abrazo.
—Kanae. —le dice con una voz suave—. Tranquila. Sé que estos días has tenido problemas y todavía no me los cuentas bien, pero tranquila. ¿Sí? —pareciera una persona diferente a cómo normalmente le hablaría.
Sin darse cuenta, los ojos violetas de la chica dejan salir algunas lágrimas otra vez, pero esta vez no se las seca ella, sino la rubia, con las yemas de los dedos.
—Vamos a jugar, si te duermes así tendrás pesadillas. —le dice SunHee, mirándola cálido.
—¿Y no vamos a jugar todos? —Tomoki se acerca a esos tres, mirándolos con curiosidad—. Nos contaste que tu mejor amiga juega bien~ —anda sonriente y animado, como si tratase de cambiar el ambiente.
—No lo sé, depende de ella. —las mejillas de la chica de ojos verdes se ruborizan un poco.
—No sabía que hablabas tanto de mí. —sonríe divertida.
Ryōtarō la suelta, para dar paso a que se acerquen las dos chicas tranquilamente.
—No sólo ella, también yo. —el rubio posa cruzando sus manos tras la cabeza—. Eres una buena amiga, y sueles contar anécdotas curiosas, además de que eres diferente de lo que normalmente uno espera al conocer a alguien. —le comenta, acercándose a ella también—. Por algo nos llevamos tan bien todos contigo. —ríe, cerrando los ojos.
—Al parecer todavía no conoces a dos de los nuestros. —camina despacio Josuke, viéndola fijamente—. Al menos no de cerca. Un gusto. —extiende la mano hacia la chica.
—Gracias a todos. —corresponde al saludo de manos del chico de ojos negros, y luego mira al tecladista—. Buenas noches. —regresa la mirada a Josuke—. Todos estuvieron geniales en el escenario, los felicito. Estaré esperando por el single, o álbum. —ríe bajo, ya más aliviada en general.
—Vamos arriba, Kanae. —Yamato le sonríe y comienza a subir lentamente él primero.
De esa manera, deciden irse a la habitación de MinHyuk todos juntos. Como si fuese un paraíso para la pequeña de cabellos negros, mira asombrada la cantidad de juegos y consolas que hay, pero a la vez le da gracia que esté tan desordenado.
«¿Por dónde debería empezar?» es la pregunta que se hace, pero hasta que decidiera, se la pasaría toda la noche pensando.
SunHee la lleva de la mano a que prueben primero unos arcade, de esos que se pueden encontrar todavía en las salas de juegos del centro. Está a la par con ella en varias ocasiones, en otras gana, a veces pierde. Después todos los de Golden G enfrentan a la rubia, divertidos, y graciosamente todos pierden, hasta que le toca enfrentarse a Yamato. Desde antes de comenzar la pelea ya sabía que perdería, pero no hay problema, igual se divierte.
Luego de jugar un rato eso, la chica ojos verde agua se retira de la habitación tras un aviso, para traer un set de N*nt*ndo 3DS, repartiendo una para cada uno para jugar, excepto a MinHyuk.
—Qué bonita se ve~ —obviamente, es la primera vez que sostiene una—. Los botones son fáciles de apretar. —comenta Kanae, sin siquiera encenderla todavía.
—Es un regalo para todos, pueden llevárselo a su casa. Las cajitas están en mi habitación. —les sonríe, oprimiendo el botón de encendido de la propia.
—¡Muchas gracias! —le contestan al unísono los presentes allí, nuevamente a excepción de su hermano, quien le sonríe igual por el gesto.
Nadie hace mención del porqué no le trajo una a él, porque también tiene la suya.
Para Kanae es otro regalo de la lista de cosas que no tiene idea de cómo pagarlas, pero le encantan. Otra vez se levanta SunHee, porque recuerda haberse olvidado algo en la su cuarto. Regresa con las bolsas de todas las consolas, porque allí tiene varios juegos físicos. Anteriormente entre ella y su mellizo sólo tenían un par.
—SunHee, esto sí que es mucho. —le hace un leve puchero, mirándola. Pero sabe que su mejor amiga no le hará caso.
—Tranquila, no eres la única a quien le regalé esta vez, así que no te sientas culpable. —claramente, haciendo referencia a su alrededor—. Ojalá que la disfrutes mucho, te será cómodo llevarla a cualquier lado.
—Me sorprende que me dieras primero esto que la Notebook que tanto decías. —ríe divertida, pero supone que era para la ocasión.
—Bueno. —mira a un costado nerviosa, torciendo la boca—. Era una sorpresa, pero ya que preguntas. —ríe, cerrando los ojos.
—¿Quéeeeee?
Levanta la voz, haciendo que todos en la habitación se le queden viendo por un momento. Allí, como siempre molestándola, Ryōtarō le guiña un ojo.
Los chicos de la banda se ríen por las interacciones de los dos, SunHee se da un golpe suave con la palma en la frente, como diciendo «estos niños», pero también se ríe.
Volviendo a los juegos, todos insertan los distintos cartuchos para jugar en grupos multiplayer. Un rato después de jugar con esa consola, pasan a la Play 3, y luego intercalan entre varias consolas, sin poder decidirse en cuál quedarse.
Ya cansados de jugar, y cada uno también por sus propias razones, deciden irse a dormir. Las chicas se retiran de la habitación del rubio, dirigiéndose a la correspondiente.
—Espero que no te moleste que te haya invitado repentinamente. —la chica de cabellos claros despliega la segunda cama en la parte baja de la propia, para que se pueda acostar tranquila.
—Y después de todo lo que hicimos, ¿De verdad piensas que me molestaría? Me alegra mucho, de verdad. —le dice mientras deja sus cosas a un costado—. Lo que sí, no traje un cambio de ropa. —tuerce la boca, mirando su yukata—. De eso sí tendré que pedirte un favor…
—Oh, no hay problema. —le responde tranquila, y rápidamente le trae un largo camisón y un pantaloncillo—. Puedes cambiarte aquí o en el baño, como te sientas más cómoda.
Por la obvia flojera y cansancio, además del hecho que ya se bañaron juntas, ella no tiene ningún tipo de vergüenza con SunHee ahora. Dificultosamente se quita la yukata, dejándola a los pies de la cama, y se coloca en su lugar las prendas ofrecidas por la mayor. Unos segundos después, se sienta en un costado, mirando a la dirección de la otra, con los ojos semiabiertos.
—¿Te divertiste hoy SunHee? Digo, porque saliste con amigas hoy también. —le sonríe a medias, el sueño la va consumiendo de a poco.
—Sí, realmente. Creo que fue mucho mejor poder hablar más que lo que normalmente sucede. Yo solía salir con los chicos de la banda, pero no siempre me sentía cómoda. Ya sabes, a veces hacen bromas estúpidas, o molestan, o gritan demasiado… Y hay días que yo simplemente no lo soporto. También por eso agradezco tener mi propia habitación. —sonríe con los ojos cerrados, arqueando una de las dos cejas.
—Ya veo… Siento que muchas chicas en tu lugar desearían haber sido tú. —ríe bajo. Se acomoda en el colchón, mirando hacia arriba, con los brazos por encima de la cabeza—. Pero sí te entiendo… Actualmente se ve que tengo muchos amigos… Pero por ejemplo, si estoy escribiendo sería difícil llevar que alguien se ría a los 4 vientos.
—Te entiendo perfectamente. —también ríe suavemente, acostándose al revés de su mejor amiga. La chica de ojos verdes bosteza y se estira un poco—. Hoy pensaba que nos pasaríamos toda la noche despiertas, pero se ve que no. —le comenta por la situación.
—Tranquila… —iba a decirle algo, pero al estar adormilada se le van las ideas tan pronto como llegan. Bosteza igualmente y luego deja salir un suspiro lento—. Buenas noches, descansa bien. —le dice, mientras cambia de posición para acostarse de lado.
—Buenas noches. —le responde, sin cambiar cómo está sobre la cama, porque ella ya está cómoda de esa forma.
Injustamente, aunque no le salgan palabras a la chica de cabellos obscuros, no puede dejar varios pensamientos de lado. ¿Será que se encuentran en un lugar apartado de su mente? Supone que a muchos les debe suceder.
Aún con todo lo lindo que le ha pasado durante este tiempo, repasa todo lo ocurrido recientemente, incluyendo lo que no le gustó, lo que la lastimó, lo que le dio miedo, todo. Si fuese tan fácil como decir «cállate» y poder dejar de pensar en eso, no le costaría nada dormir.
Las palabras van y vuelven, por momentos se siente mal y no sabe porqué, ya que se le olvida lo que pensaba. Tan confuso, tan frustrante. Saber y no saber qué pasa, recordar y olvidar, en un lapso tan corto que incluso si estuviese mirando la hora, sentiría que en lugar de 1 minuto pasaron 10. Suspira y cambia de posición un par de veces.
Por momentos quisiera sollozar, pero no quiere molestar a SunHee. Cansada de repetir las vueltas en el colchón, se sienta abrazada a sus rodillas. La rubia, quien no la estaba viendo, se voltea al escuchar el ruido de las sábanas que provoca la menor. Con los ojos acostumbrados a la obscuridad, ya que igualmente entra un poco de luz a la habitación por las ventanas, es posible ver el rostro de ambas.
La pequeña de ojos verdes, sin preguntar al respecto, comienza a cantar una de las canciones de Golden G en voz baja, pero lo suficiente sonoro para que se distingan las notas. Kanae, gracias a la melodía, su cabeza se inunda de la música, y así, inconscientemente, vuelve a acostarse y taparse, sumida totalmente en la voz de su mejor amiga. Gracias a ella, puede conciliar el sueño sin siquiera darse cuenta. SunHee, por su lado, cuando siente que pasaron unos minutos y no hay más sonidos que los de sus respiraciones, y alguno que otro grito de fondo de la habitación de MinHyuk, se echa a dormir también.
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