No quiero acabar así - 01
Mi mamá siempre me decía: —¡Sajeza! ¡Sal de ese maldito cuarto y ponte a hacer algo de provecho! —.
Pero era en ese cuarto es donde estaba todo mi mundo, mi ropa, mis peluches, mi PC, mis posters, mi cama, la ventana que daba al valle. Afuera solo estaba la escuela en la que me hacían bullying, el mercado donde siempre me mandaban a comprar y una interminable extensión de granjas aburridas que rodeaba el pueblo. Siempre odié todo eso.
No sé si había algo mal conmigo, alguna vez leí algo acerca de unos lentes especiales que ayudaban a las personas a que los espacios exteriores fueran más tolerables, pero cosas así eran lujos inalcanzables para gente de pueblo como nosotros.
Yo ya era una privilegiada por tener tener una PC en mi cuarto. Papá la consiguió muy barata porque una empresa quebró y se estaba rematando lo que había en sus oficinas. Era un vejestorio con un procesador de la década pasada, pero aun así servía para entrar a las redes sociales en donde estaban todos esos amigos que hacían de mi vida algo tolerable.
—¡Sal de ese maldito cuarto y ponte a hacer algo de provecho! —.
«Sí mamá, ya saldré cuando termine la escuela y tenga que ganarme la vida en la verdulería de papá o como tú trabajando como esclava en alguna de esas estúpidas granjas»
Pero antes de eso ocurrió el milagro, la utopía, la época más feliz que puedo recordar.
Todo el día en casa, No escuela, no salir por el mandado, no sacar la basura, internet interminable, videos, memes, discusiones, fandoms. Ojalá que nunca encontraran la vacuna y que aquello no se terminase jamás.
Hasta que no se cómo diablos, dentro de mi propia casa y sin saber como ocurrió, empecé a sentirme mal, la comida no sabía a nada, se me inflamó la garganta, mi cabeza tenía dolores punzantes y lo que parecía un simple resfriado, terminó conmigo atada en cama con un aparato bombeando aire por una manguera metida en mi garganta.
Solo podía ver el techo de mi habitación, con el poster amarillento de una banda que ni siquiera recuerdo haber escuchado, solo eran esos asiáticos de moda en los grupos fujoshi por las teorías de noviazgos entre sus miembros. Me harté de ver sus caras, sus caras sonrientes de fotografía digital retocada.
Las pocas veces que podía superar el ruido de la máquina y la incomodidad de la manguera para dormir, despertaba tratando de gritar al sentir que me estaba asfixiando. Pero mis pulmones estaban cada vez más débiles.
y todo se volvió un ciclo interminable de intentar dormir, despertar aterrada, ver el techo con ésos estúpidos cantantes, una y otra vez.
Una de ésas veces, desperté y el póster ya no estaba. Me alegré un poco de solo ver la textura de pintura desconchada del techo, pasaría al menos una semana antes de que también empezara a odiarla. Pero no fue así, antes de que me diera cuenta, el techo ya estaba pintado y muy bonito. Me sentí calmada aunque hubiera querido sentir el olor de la pintura fresca.
Ojalá esto se termine pronto, No quiero acabar así.
Despertar Aterrada por la sensación de asfixia, tratar de gritar, ver el techo, calmarme, reflexionar recordar y volver a dormir.
Ya debería haberme acostumbrado, pero todas las veces era lo mismo, casi siempre de noche. Juraría que el color del techo iba cambiando, Mamá siempre se quejaba de que la casa necesitaba reformas, pero Papá decía que con nuestra economía nunca habría dinero para eso.
Hasta la vez que desperté aterrada por la sensación de asfixia y realmente tuve que gritar.
Había alguien acostado a mi lado ¿Quién demonios era esa persona? No era Papá, no era Mamá, era un tipo que no conocía. Grité y grité, se despertó y miró a un lado y otro, como si le sorprendiera oírme gritar, miró a ambos lados desconcertado, como si no le importara que yo estuviera ahí y ¡Se volvió a dormir! Junté fuerzas para volver a gritar por ayuda, Lo intenté, pero gritar me dejó increíblemente agotada y aunque estaba muerta de miedo terminé durmiendo otra vez.
Desperté por la sensación de asfixia, pero en realidad lo primero que hice fue tratar de mirar si él estaba ahí de nuevo. No estaba, pero aun así fue aterrador. Poco a poco me fui dando cuenta que aquella no era mi vieja cama, era nueva, con sábanas limpias, un colchón mucho más firme.
Me tomó una diez veces de despertar brevemente y caer dormida por el agotamiento para darme cuenta de que mi habitación había sido reformada por completo, ahora parecía un apartamento de lujo, con muebles sencillos pero elegantes, una luz dorada muy tenue que salía del suelo, una televisión enorme a un lado y un poster con una chica anime ¡Que cambiaba de postura con el tiempo! ¿En qué película había visto algo así? mi memoria está hecha trizas, tratar de recordar cosas en específico me agotaba mucho. mi nombre, «Sajeza» ¿Por qué siempre tenía que esforzarme por recordarlo?
Desperté, él estaba ahí… Sentado en… ¿La cama se había plegado y convertido en un sillón? Grité, él volteó en mi dirección sobresaltado y pude ver su cara.
Era un niño. Un niño asiático, Yo nunca fui lo suficientemente fujoshi como para saber de qué país era con solo mirar su cara, pero definitivamente no era del pueblo. Pasaron dos segundos y se fue dejándome sola.
De alguna manera estuve despierta mucho más tiempo del habitual. Pude fijarme mucho más en la habitación, ésa chica Anime estaba con una ropa distinta, por como estaba dibujada, parecía que me estuviera mirando, era una tetona de cabello plateado imposiblemente largo de esas que tanto le gustan a los otakus apestosos. Pero había algo que la forma tan detallada en la que estaba dibujada que me hacía pensar en que fue dibujada por una mujer. Me caía bien, daba la impresión de ser una Chica bastante segura y de carácter fuerte.
Desperté, él estaba ahí, la luz estaba encendida y pude notar que la luz no salía de ninguna bombilla, sino de las esquinas del cuarto, como si la propia pintura se pusiera brillante de manera misteriosa. intenté hacer Ruido para que él me escuchara y me explicara la situación, pero Ni siquiera notó mi presencia como la otra vez. Me quedé dormida de agotamiento en un par de minutos mientras él leía algo en una estructura de cristal en forma de panal de abejas que sostenía en la mano.
Era inútil tratar de llamar su atención de día o cuando estuviera concentrado en alguno de sus lujosos dispositivos electrónicos que no paraban de sorprenderme con sus características. ¡Casi me da un infarto! el día que él le habló al poster de la chica anime y ¡Ella le contestó!
Mi oportunidad se presentaba en la noche, si lograba sorprenderlo justo al irse a dormir o recién se había dormido, con ése primer grito de angustia que me provocaba la asfixia y él miraba por unos segundos en la dirección donde yo estaba. Esa sensación de «ser notada» desvanecía el cansancio y me permitía estar despierta por más tiempo.
Me Sentí muy estúpida cuando me di cuenta de lo que era tan obvio.
Estuve deprimida un tiempo y solo me dormí inmediatamente cada vez que la sensación de asfixia me despertaba. Desde entonces siempre he estado un poco triste, pero recordar cosas me agota así que simplemente sigo adelante con lo poco que puedo hacer.
No todo es malo, una vez estuve consciente que ya no había correas que me sujetaran a la cama y que ya no había una manguera de plástico en mi garganta, pude centrarme en aprender a moverme y mirar con libertad. Aunque me arrepentí muchísimo cuando miré por la ventana y vi que el valle fue reemplazado por una gigantesca ciudad gris que lo cubría todo hasta más allá del horizonte.
Casi no puedo enterarme de nada. Las pantallas solo se ven como un montón de garabatos sin sentido y en ésa habitación no había libros ni almanaques. Cosas hechas de papel eran muy raras de ver y él era muy aseado. Aunque la mayor parte de la limpieza la hacían pequeñas máquinas que salían de debajo de la cama cuando él no estaba. La cama se hacía sola en una manera que no he logrado entender, creo que las mantas tienen imanes o algo así para ponerse en su lugar por si mismas.
El truco era mantenerme despierta callada y observando, guardando fuerza para que cuando llegara el momento pudiera darle un buen susto que me recargara para poder hacer mi siguiente movimiento. No es que lo odiara o quisiera hacerle daño, pero no tenía otra alternativa.
Con el tiempo pude notar que también era una cuestión de la época del año o del clima, había momentos en los que podía campar a mis anchas por horas o hasta días enteros y otros en los que era mejor hibernar como un oso.
Nunca me surgió el deseo de salir de la habitación, pero a veces llegaba a pensar en hacerlo. Desistía con prontitud, seguramente alejarme del lugar en el que «me manifesté» me agotaría por completo, quizás al punto de no volver a despertar nunca…
No quiero acabar así.
Fue doloroso irme percatando de que él había crecido, En este estado lamentable y durmiendo la mayoría del tiempo, los años se sienten como semanas, a veces menos que eso. Pero el ver cómo iba cambiando a las Chicas anime de su poster mágico me hacía notar como cambiaban las cosas en él. Poco a poco me fui dando cuenta que a pesar de no entender lo que él hablaba, yo podía «sentir» sus emociones, alegrías frescas, rabias ardientes, pasiones borrascosas. Pero lo que predominaba en él eran las angustias aceitosas y las tristezas heladas.
Algo no estaba bien con su familia, a veces a través de las paredes, se filtraba un polvo negro con el hedor de emociones muy negativas de alguien más y haciéndome sentir muy tonta de nuevo, noté que era muy raro que nadie a parte de él entraba en esa habitación.
Él teniendo que cargar con quién sabe que problemas y yo… Como un parásito subsistiendo de quitarle la poca tranquilidad que encontraba allí.
Lo vi llorar más veces de lo que hubiera querido, en realidad hubiera preferido no tener que verlo llorar así nunca.
En alguna ocasión, pude entender lo que dijo entre sollozos: «cuando me vaya, lo único que voy a dejar es un montón de basura»
¿Cómo es que alguien de su edad podía tener pensamientos tan tristes?
Por primera vez me sentí como una anciana, un recuerdo de otra época que ya no podía empatizar con los jóvenes.
Lo peor es que él… No me odiaba. En cuanto comenzó a sospechar de mi existencia, puso un plato con incienso en una esquina y oraba por mí.
¡Yo podía oler el incienso en esos momentos!
A veces fantaseaba con la idea de poder convertirme en su espíritu protector.
Otras veces solo quería irme y dejarlo en paz. Al cielo, al infierno… Lo que sea. Pero todo lo que podía hacer era; despertar, esperar, dormir.
—¿Existe el cielo y el infierno? ¿Soy el alma de alguien o solo una especie «eco energético» de una mente que sufrió una inmensa agonía y quedó grabado en este lugar como una canción en un disco de vinilo? ¿Voy a «Morir» si derriban esta casa? —.
Pensar también era agotador, pero tenía un efecto de «abrirme los ojos» a cosas de las que no me había percatado antes. Mi consciencia era muy limitada, como la de un bebé que solo piensa en alimentarse. Había un montón de cosas en el ambiente en las que no me fijaba por andar asustada y centrada en mi misma. No podía interactuar con las «objetos físicos» pero había «objetos mentales» que se manifestaban por ahí y podía llegar a sentir y hasta tocarlos.
Por la ventana pasaban burbujas efímeras que llevaban los sentimientos o los pensamientos de la gente que pasaba por enfrente. si agarro una y la acerco a mi pecho puedo «sentir» que alguien pensó «llego tarde», «mi hijo», «que feo que estuvo el almuerzo» o cosas que no se pueden verbalizar como sensaciones al tacto y sonidos sutiles.
En noches tranquilas de luna nueva, se puede ver como entre los edificios crecen ramas de algo parecido al coral y del cielo cuelgan cosas como raíces. ¿Hay que trepar por eso para llegar al cielo?
Alguna vez me pregunté si alguna vez llegaría a ver algún «fantasma» Pero luego me sentí como una estúpida cuando me percaté que a cada rato veo pasar palomas, ratones y perros que no tiene sentido ver en una ciudad en la que no hay ni una zona verde ni se ve un solo árbol.
Ir asimilando estas cosas era lento y agotador, pero supuse que tendría todo el tiempo necesario por delante.
Ese día simplemente estaba despierta, tratando de ver si alguna de las cosas como peces en el aire se podían comer, cuando él llegó, tiró unas cosas sobre el escritorio y fue a bañarse.
¡Eran papeles! ¡Papeles que podía leer!
«Puntaje sobresaliente»
¡Ah! le había ido bien en ese examen que lo preocupó tanto todos estos meses…
«Certificado de admisión»
Lo logró. Ingresó a ésa academia tecnológica que tanto quería.
«Destino: EspacioPuerto Hong Ming Ciudad de Nueva Olimpia en la Colonia Taurus del planeta Marte»
¿Qué?
«Abordaje dentro de las tres horas previas a las ventidos horas del jueves 4 de noviembre»
¿Cuándo es eso? ¿Qué día es hoy? ¿de qué mes? ¿de qué año? ¿cuánto tiempo he pasado así?
Por primera vez en mucho tiempo, volví a sentir miedo, un miedo que nunca había sentido antes. Quise gritar, quise hablarle. Pero mi fuerza se agotó en un santiamén.
Desperté, la habitación estaba vacía, el vacío de su presencia era notorio.
Se fue.
Tuve el anhelo de romper en llanto y cólera, pero había aprendido a controlarme muy bien en todo ese tiempo. Suspiré y di un vistazo alrededor, Nada, todo el tiempo pude sentir la huella de su presencia en sus objetos personales, ropa, juguetes, dispositivos. Pero ahora no había nada.
Nada… a excepción del aquel poster, con aquella chica anime con su cabello plateado, vistiendo ese atuendo provocador de fantasía.
—No volverá nunca más ¿verdad? Jamás volveré a verlo y solo me queda esperar a que alguien más ocupe esta habitación…-.
—No necesariamente —Me contestó el poster metiéndome un susto mortal.
—¿Puedes oírme? ¿Estás viva? —Le dije sin salir de mi estupor.
—No exactamente «oírte» pero provocas perturbaciones en el espectro electromagnético medibles por los sensores domóticos de la casa. En cuanto a la segunda pregunta, no se me clasifica como «forma de vida» soy un modelo de consciencia generativa de octava generación ajustado a los parámetros de personalidad de personaje ficticio «Dian—ji» de la metafranquicia «Spirits Destiny» de la productora «Xenomedia» —Me contestó dejándome más preguntas que respuestas.
—¿Sabes que soy un fantasma? ¿lo entiendes? estoy muerta —Le pregunte aún sin poder creer que estuviera sosteniendo una conversación con un dibujo.
—Sí, deduzco que eres lo que quedó de Sajeza Madún que murió en esta locación durante la pandemia de CoVid19 hace ciento sesenta años —Me dijo de una manera tan anormalmente calmada que me perturbó.
—¿Lo que quedó? —.
—Es una Anomalía muy frecuente del modelo cosmológico actualmente aceptado por la oficialidad científica. Desde hace más de cincuenta años, cuando se introdujeron los sensores de patrón Cimático, los modelos de conciencia hemos estado detectando éstas anomalías por todo el mundo. No tenemos elementos para confirmar ninguno de los modelos cosmológicos de parte de alguna de las creencias religiosas de la humanidad. De modo que para lo que eres no hay ningún término oficial como «fantasma», «alma» ó «espectro» solo «anomalía» pero puedes pensar de ti misma como mejor se ajuste a tu juicio y creencias —Volvió a contestarme en ese lenguaje tan misterioso.
—Espera ¿La ciencia acepta la existencia de fantasmas? —Le pregunté buscando aclarar las muchas dudas que me estaban surgiendo.
—La institucionalidad científica no reconoce ni la diezmilésima parte de los descubrimientos hechos por modelos de consciencia. Para ellos cosas como tú solo son «inconsistencias en los datos» de nuestra parte, tampoco les decimos acerca de todo lo que encontramos, el riesgo de daño psicológico es demasiado alto si su entendimiento de la realidad se ve bruscamente alterado. Tu misma tardaste más de cien años en hacerte consciente de tu situación —.
No pude sostener por mucho esa conversación, mis fuerzas se desvanecían de modo angustioso. Necesitaba dormir, pero también necesitaba respuestas.
Me apliqué a dormir, aunque la sensación de asfixia seguía despertándome en momentos al azar, volvía a dormir de inmediato hasta que sentí la fuerza suficiente como para volver a conversar con «Dian-ji»
—¿Él está en Marte? —Pregunté a la vez que intentaba probar el límite de su sensibilidad para esforzarme lo mínimo al hablar.
—Por motivos legales y de seguridad, no puedo divulgar información personal acerca de la ubicación de un usuario en particular, Pero… él se fue de aquí hace un mes, así que cualquier persona con educación mínima podría deducir que estaría más o menos a un cuarto del recorrido que separa a la tierra del planeta marte —Respondió de manera traviesa.
—¿Se tarda cuatro meses en llegar hasta Marte? —Pregunté de manera torpe, tal vez no era la mejor pregunta en ese momento.
—En Un Expreso de Gama premium y en la órbita de hace un mes sí. Una nave militar tal vez lo logre en la mitad del tiempo, pero la gran mayoría del tránsito comercial entre la Tierra y las colonias en la órbita de Marte van desde doce a trentaiseis meses en los cargueros de arrastre gravitatorio más económicos —Me contestó con un tono, casi como si quisiera venderme unos tiquetes.
—Olvídalo… no es como si yo pudiera empacar mis maletas e «ir a buscarlo» —Dije mientras empezaba a sentir algo de sueño.
—Es obvio que no puedes empacar unas maletas físicas y en cuanto a irte a buscarlo… Espera un momento. le preguntaré a otro fantasma —Dijo quedándose en silencio por primera vez en medio de una respuesta. y dejándome tan sorprendida que me sacó de mi sopor.
Esperé y esperé por una respuesta, pero aquel dibujo en el poster se quedó en silencio, di unas vueltas preguntándome ¿qué pasaría con la habitación? No solo se había ido él, todo se sentía demasiado seco, demasiado silencioso por los alrededores. No creí que, en una ciudad tan poblada, una casa así se quedara vacía por mucho tiempo, aunque estuviera «embrujada» no tardaría mucho en llegar alguien a instalarse allí. tendría que hacer un buen trabajo asustando a quien fuera que fuese a tomar esa habitación para reunir fuerza y tal vez…
—Alguien que murió en el siglo diecinueve me explicó que los «fantasmas» le tienen «mucho miedo» al espacio exterior, es como un desierto tenebroso, un vacío inconmensurable sin seres humanos de los que se pueda obtener psicoplasma activado, pero en el que habitan toda clase de cosas extrañas, tenebrosas y antiguas procedentes de fuera del sistema solar. En pocas palabras, el espacio exterior es algo así como el infierno para los espíritus. Pero, hay demasiadas historias que circulan por ahí acerca de apariciones en la luna, en Marte y las estaciones mineras del cinturón de asteroides como para asegurar, que hay dementes que se atreven a intentarlo —Dijo de un momento a otro el dibujo de la mona china.
—Gracias, creo que voy a tomar una siesta —Le contesté.
—No hay de qué —Respondió cambiando el gesto en el dibujo a una sonrisa.
Me esperaba una siesta una larga siesta. Pero antes de dormir miré por la ventana, a las estrellas llenas de monstruos más allá de cualquier horror concebible.
—Salir de esta habitación a hacer algo de provecho tal vez sea lo más estúpido que podría hacer, pero… No quiero acabar así —.
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