¡Okushon! La Liga en el Viejo mundo (Temporada II) - 11
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- 11 - Capítulo XI: El chico mitad oriental y mitad occidental
Hace 2 años en Liverpool…
Steve recorre un parque con una pelota debajo del brazo, buscando a otros chicos con quienes jugar. Cada grupo al que iba a preguntar si puede jugar, recibe la misma respuesta una y otra vez. Un “¡no!” rotundo que lo hace deprimir.
Su madre siempre lo consuela para que no caiga en la desesperación y se amargue siendo un chico de apenas 12 años de edad con sueños y esperanzas.
El chico, muy apegado a su madre, se siente animado por contar con sus padres a pesar de que William apenas llega para la cena, no se aparta ni por un momento inclusive dedica unos minutos para jugar a la pelota antes de que Sara los llame a comer. Tanto él como ella trabajan en el mismo sitio, aunque Sara es quien decidió establecer un sistema de horario que le permita hacer home office, que significa “trabajo desde casa” y recibir llamados de futbolistas del club. Gracias a eso es que Steve se interesó desde pequeño en el futbol y hasta se hizo amigo de varios futbolistas consagrados.
A simple vista el chico parece tener una vida realmente dichosa, con padres amorosos y entregados a la felicidad de Steve, y una posible carrera como futbolista.
Sin embargo, eso está fuera de lo que sentía Steve ya que como cada mañana sale de su casa directo a la escuela, caminando por una larga calle hasta la avenida. En el camino se encuentra con un grupo de chicos con camisetas del club Everton y que desde principios de año que hostigan a Steve todo debido a que es de cabello rubio, pero con rostro y ojos, principalmente rasgados por ser hijo de una japones y un británico.
Sus días en la escuela son de gran suplicio y no ve la hora de poder llegar a su casa y disfrutar del futbol que ama con sus padres.
A pesar de lo que se cree, Steve siempre fue un chico solitario sin amigos y con el estigma de no saber a qué parte del mundo pertenece. El acoso tocó su techo cuando uno de los chicos, en plena clase, le arroja un pegamento al rostro que casi le rompe los dientes. Ante esto, el profesor solo ordenó que se vayan con el director interpretando que ambos son culpables.
Lógicamente que cuando se enteran de esto, Sara y William salen de sus trabajos y corren a la escuela solo para descubrir que Steve sufría tanto a causa de su condición tan pronunciada.
Tras conversar con el director, este llega a una solución que deja en shock a ambos padres:
Rick: “Creo que Steve estará muy bien en una escuela distinta. Sé que no es la mejor solución, pero creo que será lo mejor para que dejen de molestarlo”
Sara: “¡¿Es una broma?! ¡mi hijo es víctima de esos chicos y la negligencia de ustedes! ¡¿ahora pretenden que se vaya de la escuela solo porque no saben manejar la situación?!”-se pone furiosa.
William: “Tranquila cariño. Rick, nos conocemos desde hace tiempo y por esa razón enviamos a nuestro hijo aquí. Tienes que darnos una mejor excusa para que se cambie de escuela a mitad del año escolar”
Rick: “Bien, solo te lo diré porque ambos fuiste compañeros en las juveniles, pero solo por eso. No te debo ningún favor ni nada ¿está claro?”
William: “Si”
Rick: “Advierto una simple cosa. Lo que diga no debe salir de aquí y hagan lo que hagan procuren no pensar mal de mi ni la escuela. Simplemente…son cosas que lamentablemente suceden a menudo en todo el mundo. Hay influencias que me superan muchísimo. Al final sigo siendo un empleado de esta institución”
Sara: “¿Qué estás queriendo decir?”
Rick: “Los padres de esos chicos son uno de los más importantes e influyentes miembros de la comunidad educativa. Lo que intento decirles es que son los que más contribuyen a la escuela y tienen demasiada influencia en los ministerios educativos”
Sara: “Tenía que ser. Dime algo no tan cliché y ahora hay que dejar que hagan lo que quieran esos chicos. Mi hijo está lastimado con una herida abierta en el mentón y quieres que simplemente agache la cabeza”
Rick: “Entiendo cómo te sientes Sara, pero no hay otra cosa que hacer”
Rick no es ajeno a los hechos de violencia estudiantil. Simplemente los deja ser a los conflictivos para que sus padres no tengan quejas y se mantenga el estatus quo.
Al llegar a su casa, Steve recibe la noticia de que debe irse de la escuela. No le parece mal, pero ¿Por qué a mitad de año? Ni Sara ni William le explican para no herir su orgullo.
Sara lo llama a la cocina y ambos conversan mientras ella le da un plato con galletas y leche fría para calmarse mientras William observa desde la puerta para ver cómo reacciona su hijo:
Steve: “¿Qué te dijeron en la escuela?”
Sara: “No mucho, solo que hubo una pequeña pelea”
Steve: “Ya veo”
Sara: “¿Quieres contarnos algo?”
Steve: “¿Contar qué?
Sara: “¿Algo?”
Steve: “No, no hay nada”
Sara: “Claro. Oye, estaba pensando en que no es necesario que vayas a una escuela de por aquí”
Steve: “¿Entonces iré a una rural?”
Sara: “Es más complejo. Tú sabes que…provengo de Japón. Es un lugar tranquilo y con muchas tradiciones ajenas a ti pero que aprendiste una que otra por mí”
Steve: “¿A qué quieres llegar mamá?
Sara: “Con tu padre y yo…decidimos que vayas a Japón a vivir”
Steve: “¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Qué fue lo que hice?!”- grita entre lagrimas
Sara lo acobija entre sus brazos y explica:
Sara: “No, hijo, no hiciste nada malo”
Steve: “¡No, no me toques!”- le quita las manos y se va corriendo a su habitación
Sara: “¡Steve!”
William: “Déjalo Sara, es un gran golpe para él. Será un gran desafío para él de ahora en más”
Sara: “Temo que no encuentre su rumbo”
William: “Siento que lo conseguirá. De una forma u otra va a lograr descubrirse a sí mismo sin que algún mocoso lo quiera lastimar”
Sara: “¿Y si no lo logra?”
William: “Tendrá siempre su hogar aquí”
Días más tarde, Sara arregla todo para que Steve pueda irse a vivir a Osaka y concurra a una escuela de esa ciudad. William y Sara lo acompañan al aeropuerto de Londres y entre lágrimas lo despiden. El chico saluda a su padre con choque de puños y a su madre apenas le dirige la mirada y levanta la mano sin decir nada. Se siente aún frustrado por tener que abandonar su tierra e irse a un país donde el futbol es apenas profesional.
Antes de partir, Steve se apresura al baño del aeropuerto y se queda mirando en uno de los tantos espejos que adornan el lugar. Saca un paquete de colorante negro y lava su cabello mientras recorre con sus manos y pinceladas sutiles a lo largo de cabeza.
Cuando regresa con sus padres, quienes lo esperaban pacientemente, estos ven que el cabello de su hijo cambió de un rubio apagado a un oscuro que no es para nada a lo que sea propio de él. Sara se acerca a él para saber los motivos por los que Steve decidió teñirse el cabello, pero William la detiene y niega con la cabeza. Su razón es para respetar las decisiones que tome el chico y que confíe en él.
Steve se despide de sus padres y se aleja lentamente para encaminarse hacia su nuevo hogar, Osaka.
El tiempo pasa y el chico se adapta, aunque no del todo, a la sociedad japonesa pero dentro de él continúan los conflictos por saber a qué lugar del mundo pertenece. Por varios meses vive en un departamento con dinero que le envían sus padres, lo suficiente como para estar cómodo sin preocupaciones y solo debe preocuparse por sus estudios y disfrutar de su juventud.
Sin embargo, muchas veces la soledad hace carcomer el corazón con gran tristeza por lo que llora cuando se encuentra en las noches solo en su casa.
Un día, mientras volvía después de una larga jornada en la escuela, ve a un grupo de estudiantes que esperan a que el semáforo se ponga en verde. Steve se desvía, ya que el trauma de aquellos chicos británicos que lo acosaban hizo que tema a grupos de chicos en un mismo sitio, y así vaya por un camino más largo. En el camino se encuentra con un family mark, una cadena de supermercados que se encuentran en todo Japón, al cual entra para comprar algo para beber.
Luego de pagar por su bebida sale del local y una chica con panfletos choca con él y rápidamente se agacha para ayudarle a recoger sus papeles. Allí se encuentra con un folleto de una cierta escuela que busca reclutar jugadores para su club de futsal. Irónicamente es una escuela que está lejos y que esa chica tenía en su posesión.
Entusiasmado para rehacer su vida, habla con su padre y comenta acerca de esa idea. William acepta sin problemas y llama a los de aquella escuela para que el chico se transfiera allí. Gracias a sus contactos en Japón, Steve logra pasar los aspectos burocráticos pero lo más difícil no es eso sino ¿Qué hacer con su actual yo?
Steve recibe la noticia de su padre de que la semana siguiente debe viajar a la prefectura y que a los pocos días concurrirá a esa escuela. Se llena de entusiasmo y corre al baño para verse al espejo, su mayor dificultad es la de decidir si irá como Steve el japonés o Steve el único, el que es mitad oriental y mitad occidental…
Toma de entre las cosas del baño y se quita la tintura color negro para volver a ver su color rubio que tan curioso es para los japoneses.
El resto es historia…
***PARTE II***
Steve se queda callado y Sara termina de contarle los detalles detrás como por ejemplo el que William intentó obtener el empleo de entrenador a petición de ella para que pudiera hacerlo sentir acompañado. Como toda madre el saber que su hijo no le hable y está en otro país le resulta agobiante.
Pensando que Sara había tomado la decisión de obligarlo a irse de Inglaterra como un hecho de egoísmo fue un grave error y Steve se empieza a dar cuenta. No solo había tomado la mejor decisión ya que sin ello nunca hubiera conocido a sus amigos y encontrado el amor, aunque no correspondido, sino que la insultante corrupción en el sistema educativo de Inglaterra es tan estúpida como irresponsable, pero fue lo mejor posible.
Steve se levanta de su silla y camina hacia Sara hasta llegar a ella y abrazarla entre lágrimas:
Steve: “Yo… ¡lo siento mucho, mamá, fui desconsiderado!”
Sara: “Ya, ya mi pequeño. Hice lo que toda madre hubiera hecho. No tienes que disculparte”-lo aprieta con todas sus fuerzas y besa la cabeza del chico
William se va de allí para dejarle tiempo a madre e hijo y ponerse al día como se debe. Antes de cruzar la puerta el hombre le dice a Steve:
William: “Ahora que todo está en orden, mañana tenemos día libre. Ya sabes que significa ¿no lo olvidaste, cierto?”
Steve: “Oh, cielos, lo había olvidado”
William: “A eso me refería con no olvidarlo. Pues cuando puedas ve y dile, pero hazlo rápido”
Sara: “No entiendo ¿de que hablan?”
William: “Disculpa cielo, olvidé comentártelo, pero lo mejor es que lo haga Steve”
Steve: “Emm…yo…pensaba en invitar a…una chica a salir para el día libre del equipo”-dice tímidamente.
Sara: “¡Oh! ¿Quién es esa chica? ¿quieres contarme?”
Steve se encoje en hombros y su rostro se torna rojo de la vergüenza:
Steve: “Pues…ella…”
Entonces, se escucha una voz mandona pero tan encantadora que hace sonreír a Sara sobre todo de ver que Steve reacciona con ojos brillosos y movimientos torpes, típico de un chico que está a punto de ver a la chica que le gusta:
Urichia: “Steve, te estaba buscando. Los chicos quieren ir a tomar helado ¿y sabes qué? Los chicos del equipo de Bears nos invitan. Oh, un placer, el entrenador William nos contó sobre usted, es un honor conocerla”-se inclina a modo de respeto.
Sara: “Muy educada y linda…”-dice y mira a Steve a quien le sube el pulgar- “¡ese es mi hijo!”
Steve: “¡¿Heh?!”
Urichia: “¿Ara? No…no entiendo…”
Steve: “¡N-No es nada…! ¡¿dijiste que los chicos van a tomar helado?! ¡yo me uno!”- exclama mientras lleva a Urichia lejos de sus padres. En el camino se da una disimulada media vuelta y sonríe a su madre con la felicidad de haber resuelto diferencias y lo que ahora queda es recuperar el tiempo perdido.
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