Oliver Brown: El escape y mordida. - 1
—Lo logramos, Janna…
¿Pero qué…?
—Yo no estaría tan seguro…
¿Dónde estoy?
—Ya sabes cuál es la misión…
¿Por qué siento tanta tristeza?
¿Quién es esa chica?
—No lo hagas Johanna…
¿Esa es mi voz?
—Oli, despierta. Llegarás tarde al colegio.
Abro los ojos.
Mi escenario a cambiado: Antes era una especie de galpón destruido donde reinaba el color rojo, ahora es mi habitación.
Bueno, es normal. Fue un sueño después de todo.
Ahora más importante…
—Tienes que dejar que la luz entre, esta habitación parece una cueva. —Ella abre las cortinas de par en par.
—¡¡Mamááá!! —Tapo mis ojos con mi sábana. Ventajas de estar en época de invierno.
—Santo cielo… tu padre también tenía el mal hábito de llegar tarde a todos lados. —Con evidente tono de molestia, toma mi sábana y almohada para arrancármelas de un tirón.
—¡Nnhaaaa!
—¡Deja de quejarte y levántate a desayunar! —Me da un almohadazo.
—Ya voy…
Abriendo muy poco mis ojos puedo ver como se retira con una pila de ropa. Desde que dejó su trabajo se ha vuelto más atenta. O mejor dicho, se volvió una ama de casa a tiempo completo.
Luchando para abrir mis ojos me siento en la cama, quizás no debí quedarme hasta tarde viendo esa serie. Pero ya había llegado a la mitad de temporada, hay que terminar lo que uno comienza ¿No es así?
De un salto me pongo de pie y me dirijo a mi armario. Otra ventaja de esta época es poder usar mi buzo favorito. Que el uniforme de mi colegio consista en lo que quieras, siempre y cuando llevemos la chomba de la institución y unos jeans, da mucha libertad. Aunque siempre tiendo a vestirme de negro, por lo que un conjunto de ese color es lo que me pongo.
Todavía en estado zombi, camino hacia el baño de la planta alta y me lavo la cara. Mis ojos irritados son lo primero que noto, quizás debería comprar gotas para los ojos. Aunque como se acabaron las vacaciones de invierno, posiblemente mi tiempo para ver series se reduzca a la mitad.
La verdad, lo único bueno de las clases es poder pasar más tiempo con mis amigos.
Siguiendo con mi recorrido, desciendo a la planta baja y voy directo al comedor. El té y facturas me esperan servidos.
—No tiene azúcar. —Mi madre señala la taza.
—Okey…
—Te ves como un otaku fan de juan pis que acaba de verlo por décima vez, hermanito.
—Aquí la única que huele a obo eres tu, Ada…
La única hija de la familia, mi hermana menor.
Sin dar más chance a sus chistes y referencia de otakus, tomo mi desayuno rápido. La verdad es que al revisar mi teléfono me percaté de que estoy casi sobre la hora, y recordando la promesa que hice con mis amigos… pues no me conviene llegar tarde.
—Ya terminé, me voy.
Mientras mamá parece preparar lentamente las cosas para el almuerzo y la niña fucsia sigue desayunando tranquila, tomo mi mochila que está cerca de la entrada, lleva ahí desde principio de las vacaciones.
—¡Qué te vaya bien!
—¡Qué la fuerza te acompañe!
Mamá y Ada se despiden respectivamente.
Abro el portón que da a la calle y tomo mi bicicleta, que imita la situación que tenía mi mochila, pero con el portón. No tengo miedo de que la pisen con el automóvil, ya que mamá se maneja más a pie y padre casi nunca está en casa.
Mientras comienzo a pedalear puedo sentir como el frío se hace presente en mis manos y cara, quizás debería de haber traído guantes.
En fin, gracias a la falta de tráfico puedo ir considerablemente rápido. Tal parece que remiseros, taxista hasta incluso conductores de autobuses están de paro. Según dicen, vándalos disfrazados de hombres perros los han estado atacando. Personalmente lo veo como una exageración, pero no me importa. Por lo menos me permite moverme más rápido.
Después de unos minutos, llego a mi destino. A esta hora ya son varios los alumnos que entran en tropolón, por lo que se me dificulta entrar con una bicicleta. Pero lo logro.
Luego de ponerle cadena, acelero mi caminata hacia mi salón. No e visto señales de ellos, quizás…
—Llegas tarde.
Mierda…
—Eso, ya sabes lo que significa.
Llegando por un costado, el primero en hablar es Michel: Un moreno de pocas pulgas, atlético y bastante listo, me suele ayudar con mis tareas. Y el segundo es Edd. Ambos son mis amigos.
—Ya se… —Suspiro—. Tendré que pagarles algo del quiosco.
—¡Así es! —Edd hace una “V” con sus dedos.
—Bien, bien…
Uniéndome a ellos camino hacía la fila de formación de nuestra clase, no tiene sentido ir al aula si ambos ya están aquí.
Después del protocolar saludo del director, nos dirigimos a clases.
—¿No crees que deberías cortarte un poco el cabello? —Edd sin permiso me jala de las greñas.
—¡Oye! —Golpeo su mano—. Yo soy blanco así que me queda bien.
—Eh… pero si el negro es Michel, aunque tiene la ventaja de tener ojos azules. Digo, no soy blanco, blanco; pero tampoco soy color carbón.
—Trigueño se dice —Michel aclara.
—¡Eso! Soy color cartón.
Mientras me río ligeramente, de reojo puedo verla entrar al salón. Stephannye Kings: cabello dorado y ojos como el mar, la chica que me gusta básicamente. Va acompañada de su amiga… Mía creo que se llamaba… creo.
—Ya vas a comenzar a babearte… —Michel me golpea la cabeza—. Entiendo que te guste, pero ya es extenuante el que te pongas idiota por una chica que ni te habla.
—Los rubios ojos claros siempre salen con gente similar, un café como tu no tiene chances. —Edd se burla.
—Que amigo tengo…
—En fin —Michel interrumpe—. Esta noche iremos a la casa abandonada de los Warren como acordamos anoche ¿Verdad?
Lo había olvidado por completo.
—¡Claro!
—P-por supuesto, después de clases.
Aunque lo haya olvidado, no tengo nada que hacer al salir del colegio. Así que no pasa nada.
Después de eso, las clases fueron lo de siempre: aburridas.
Le avisé a mi madre de que saldría con los chicos después de clases y listo.
Aunque nuestro objetivo se encuentra medio lejos, llegamos. Después de unas horas, pero llegamos.
Una casa con evidentes décadas de abandono cercana a una zona boscosa. Según Michel: los supuestos hombres perros aparecen aquí y hay una especie de portál al “otro lado”. Por lo que se está haciendo un lugar muy concurrido por los de nuestra edad.
—¡Vamos, vamos! Dejemos las bicicletas aquí nomás. —Edd pega un salto de su trasporte y corre hacia el umbral de la puerta.
—Si nos la roban tendrás que pagar el taxi. —Michel lo sigue.
—Está comenzando a anochecer… —Comento mientras veo el cielo. Era de esperarse en ésta época.
—Nada que las linternas de nuestros celulares no puedan cubrir. —Edd saca su dispositivo y enciende dicha función.
—Vamos directo a la habitación del rumor. —Imitando la acción me uno a ellos y nos adentramos.
—El sótano. —Michel es el último en sacar su dispositivo.
—Eso es raro en las casas de por aquí. —Digo.
—Así es.
Silenciosamente nos dirigimos al sótano. La escalera de madera vieja que cruje a cada paso es lo único que se escucha, no es que tengamos miedo, después de todo no es la primera vez que hacemos esto; pero siempre solemos estar atentos por si vemos o escuchamos algo paranormal.
Continuamos hasta el final, pero todo está lleno de telarañas y escombros.
—Parece que solo eran rumores… —Rompo el silencio, un tanto decepcionado.
Pero de repente se comienza a sentir un temblor, por lo que redirigimos nuestras miradas hacia una pared de la cual comienzan a salir una especie de raíces negras que hacen crujir los ladrillos y un extraño óvalo de color rojo sangre sale al instante de entre ellas.
—Yo creo que no… —Responde Edd.
Seguido de las palabras de Edd, del extraño portál salen disparadas piedras rectangulares que golpean directamente en…
—¡Pleh!
Mi frente…
Luego de eso, puedo ver como las piedras se pierden en la oscuridad mientras salen del lugar.
—Ay, ay, ay…
—¿Estás bien? —Pregunta Michel.
—Creo que si… —Froto mi frente, ese golpe me hizo lagrimear.
Los tres nos quedamos viendo el portál por unos segundos, a lo que solo podemos abrir nuestras bocas en un “Wow” a la par.
Rápidamente, comenzamos a teclear para activar las cámaras de nuestros celulares, esto hay que documentarlo.
Pero de repente se escucha una fuerte explosión, como si un rayo cayera en tierra. Por lo que nos asustamos y ponemos alertas. Unos pequeños trozos de cristal comienzan a flotar alrededor de dicho óvalo.
—¿Y ahora qué? —Michel mira para todos lados.
—¡Poltergeist! —Grita Edd.
—¿Polter…?
Antes de terminar mi pregunta, una figura que sale del portál me lleva puesto. Es tal la fuerza que salgo disparado hacia la pared opuesta. A este paso tendré que hacerme revisar la cabeza por tantos golpes…
—¿Estás… bien? —Michel por segunda vez.
—Creo que sí, otra vez… —Ahora froto mi nuca.
Me quito de encima la cosa que me golpeó, me pongo de pie y la miro, es una chica. Está inconsciente y en un estado muy deplorable.
—Chicos, esto ya es muy extraño… ¿Creen que sea brujería o algún proyecto del gobierno? —Digo sin dejar de ver a la chica.
—O quizás es un portál de los deseos ¡Oliver pide algo! —Agrega Edd, pinchándome mientras me da la orden.
—¿Por qué yo? ¿Soy el único que se dio cuenta de que una chica salió de esta cosa y que puede llegar a estar herida de gravedad? —Agrego levantando la voz y los brazos para luego señalar a la joven.
—¡Oye tranquilo, que estoy llamando a la ambulancia! —Me responde Michel con el celular en la mano, comenzando a marcar—. Mientras tanto tú pide un deseo.
—Está bien, pero que quede claro que yo no pedí que unas piedras me golpearan ni una chica —Respondo y acerco al portál—. Quiero un perrito nuevo.
—Un perro ¿En serio? —Critica Edd.
—No se me ocurrió otra…
Nuevamente soy interrumpido por el sonido del óvalo en la pared que comienza a perder su brillo lentamente.
—Creo que ya no funciona —Habla Edd cruzándose de brazos—. Por lo menos lo tenemos registrado.
Antes de poder decir algo más comenzamos a escuchar un rugido que cada vez se hace más intenso y antes de que el portál se apague del todo, sale de él una criatura como un hombre delgado, pero en cuatro patas, como un animal con garras largas y rostro de un lobo con su boca llena de colmillos.
—Eso no es un perrito normal…—Me limito a decir mientras dejo escapar una gota de sudor frio por mi frente.
La criatura gruñe y se lanza contra mi prendiéndose de un mordisco a mi brazo izquierdo. Su velocidad es increíble y su fuerza… No soy rival para esta cosa.
Forcejeo por unos segundos, pero sin resultado alguno ¿Qué diablos es?
Embraveciéndose más, de un tirón me arroja hacía una pared. Esta vez me golpeo de lleno. Con mi vista fluctuante puedo ver como me arrancó hasta exponer el hueso de mi brazo. O eso creo… no logro ver con mucha claridad.
Esa cosa corre nuevamente hacía mi, para terminar el trabajo seguramente. Pero una luz blanca parece golpearlo. N-no estoy seguro de que está pasando… solo… solo…
Todo se volvió oscuro.
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