Princes of the legacy - Conjuro 01
En una fresca mañana un joven de cabello castaño claro se revolcaba en su cama, pues no quería aceptar que ya era la hora de levantarse.
5 de marzo, lunes.
Con una gran fuerza de voluntad el joven se arrastró fuera de su cama y comenzó a prepararse para afrontar un nuevo lunes.
Este joven es Káiser Miller, 16 años. Un estudiante de primer año.
—Bueno, será mejor que me prepare—
Tras quitarse su delgado pijama comenzó a colocarse su uniforme. Una camisa blanca; la chaqueta negra con bordes amarillos y corbata amarilla. Sus pantalones eran de un gris muy oscuro y sus zapatos negros.
Al terminar de vestirse comenzó a arreglar su maletín con sus respectivos libros de estudio y cuadernos para notas.
Tomando la maleta en su mano miro por última vez su cuarto lleno de simpleza y lo grabo en su retina.
—Adiós—
Cerró la puerta lentamente, como si se hubiera despedido de una persona importante para él. Aunque en el cuarto solo se encontraba la cama y los muebles ahora vacíos
Bajo las escaleras haciendo retumbar su maleta por los escalones. En la entrada de su casa un hombre anciano le esperaba junto a una mujer que vestía con atuendos religiosos. Una monja.
—No puedo creer que este día llegaría. Jamás creía que un impuro pudiera entrar en una academia mágica—
—Honestamente, es como si solamente ayer tocaste esta puerta, pero ya más de 3 años. —
—No se pongan sentimentales porque me van a hacer llorar—
El peli-castaño abrazo a ambos.
Detrás de él, entre los pasillos donde había más habitaciones, un ejército de niños se presentó frente a Káiser. Todos gritaban de alegría, pues él era como el hermano mayor de todos esos pequeños y ahora finalmente debía partir para cumplir su cometido.
El chico como último regalo antes de irse abrió una jarra llena de caramelos y arrojo los caramelos por el aire. Los niños enloquecieron tratando de buscar los dulces, por lo que no se percataron en el momento en que Káiser se fue, cosa que él quería, pues así lo prefería.
—Adiós, chicos—
Káiser camino hasta un paradero donde no tardó en llegar el bus que le llevaría hacia la gran ciudad de Entinel.
Subió sus maletas y las ubico de manera en que el quedara sentado en el lado de la ventana y sus maletas en el asiento de al lado. De esa forma se aseguraba un viaje de soledad.
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Tras breves momentos de viaje el peli-castaño llego a la gran ciudad de Entinel. Apenas puso un pie fuera del transporte pudo notar la concurrencia de gente saliendo y entrando en tiendas departamentales y de accesorios mágicos, después de todo era el primer día de clases.
Káiser abrió su maleta y tomo el mapa que se le había entregado tras recibir su solicitud de aceptación.
—Entonces, es por aquí—
Los caminos para peatones parecían verdaderas autopistas interconectadas, otros más elevados siendo mantenidos por aparente magia de viento, algo muy impresionante de ver.
Mientras caminaba, Káiser noto una gran multitud de guardias apostados en una tienda. Aparentemente cubrían a un estudiante que compraba artículos. Por tantos guardias que lo rodeaban, Káiser dedujo que se trataba de un noble. También alcanzo a divisar el cabello blanco y el mismo uniforme que el portaba.
Siguiendo y siguiendo las indicaciones del mapa llegó a donde aparentemente terminaba la ciudad. Dos enormes muros se levantaban y un gran portón de acero bañado en oro le hacía juego.
El pictograma de un cuervo estaba justo en lo más alto del portón. Confirmando con su mapa Káiser finalmente llego a su destino.
Había una especie de carruajes tirados por caballos esperando en filas y recogiendo alumnos que ingresaban. El portón se cerraba breves segundos después de que ellos pasaran, al parecer era un sistema de seguridad para prevenir posibles intrusos.
Káiser buscaba algún carruaje que le llamara la atención que finalmente encontró gracias a un grito.
Un chico de cabello azul con el mismo uniforme se había tropezado a orillas del carruaje. El peli-castaño noto que nadie se acercaba a ayudarlo, es más, lo miraban con cierto desprecio. En vista de esto Káiser ofreció su mano al chico para que se levantara, este lo miro dudoso al principio, pero terminó aceptando la ayuda.
Sus ojos eran grises y tenía una cara despistada, como si las miradas de desprecio no le importaran.
—Gracias por la ayuda—-dijo alegremente el chico-
—No hay de que— dijo Káiser con su mano elevada tratando de esquivar el agradecimiento— ¿de casualidad usarás este carruaje? —
—Esa era la idea, pero ya vez como quedo—
Las cosas que no estaban en la maleta del chico quedaron desparramadas por la pequeña zona
—Ah, no te preocupes, te ayudo. Yo también tenía planeado usar este carruaje, al fin y al cabo—
—¿En serio? ¡Gracias! —
Juntos no demoraron mucho en poner tal y como estaba antes. Por lo que subieron las pesadas maletas, las colocaron unas junto a la otra y ambos subieron al carruaje.
—Por cierto, me llamo Dray. Dray Argento—
—Yo soy Káiser. Káiser Miller. Un placer—
Ambos estrecharon manos.
—¿Perteneces a familia de magos, Káiser? —
—No, y aunque así fuera no lo sabría. Pero tengo mis conocimientos básicos gracias a mis propias investigaciones—
El peli-azulado miraba a Káiser sumamente concentrado, al parecer se alegraba de hablar con él.
“¿Qué hay de ti? — pregunto Káiser— ¿eres algún tipo de noble?
—No, no— negó Dray con la cabeza— Soy de una familia comerciante, todo mi linaje a nacido como usuarios de la magia de agua—
Dray creo una pelota de agua que flotaba sobre ambos.
—Genial, así que esa es la magia espiritual, la magia que no requiere de hechizos—
—Qué hay de ti, ¿cuál es tu tipo de magia? —
—Yo, no lo sé—
—¿No lo sabes? —
El carruaje se detuvo de golpe antes de entrar por el gran portón, la puerta se abrió y mostraron a un centenar de guardias junto al mismo chico de pelo blanco que Káiser había visto en una tienda.
—Disculpen, ¿puedo subir junto con ustedes? Temo que mis compañeros no me dejaran ir en un coche vacío—
El chico era bien educado y tenía rasgos hermosos, se podría decir que era un hombre ideal.
—Claro sube, aún nos queda un lugar—
—Maravilloso —Dijo el joven con una sonrisa— ya oyeron, pueden retirarse, ahora estaré en manos de los educadores de la academia.”
Los soldados pisaron fuerte y se retiraron en orden, no sin antes dar una reverencia.
—Les agradezco que me recibieran, mi nombre es Blaz Kazloverist—
Inmediatamente Dray se fue de espaldas siendo sujetado por Káiser quien lo devolvió a su asiento.
—Blaz Kazlo—- ¿el hijo de Alexander Kazloverist? —
—En persona—- Blaz sonrió mostrando el signo de la paz con su mano derecha-
Káiser en ese momento recordó que Alexander Kazloverist era el mayor noble de todo Entinel quien era uno de los concejeros del rey.
—Woah, quien diría que conoceríamos a un gran noble de esta forma—
—No me hablen con tanto respeto, mi autoridad como noble no vale tras pasar las puertas de la academia. Solo seré un estudiante más—
El carruaje se movió y el portón se abrió rápidamente y se cerró tras su paso.
Luego de 5 minutos, el suelo pasó de estar pavimentado a estar lleno de hermosas y relucientes baldosas perfectamente colocadas y a sus orillas altos manzanos y árboles de cerezo.
Frente a ellos un gran edificio se alzaba, el cual estaba ubicado y fusionado con un acantilado con una vista al mar sin igual.
Este edificio sacado de una historia de fantasía era la Academia mágica del oeste Raven. La cual era una maravilla tanto tecnológica como mágica.
Llena de instalaciones apropiadas para el uso y estudio de la magia.
El carruaje se detuvo en la gran entrada de la academia y los 3 chicos bajaron.
—Bueno, aquí me despido. Debo de atender unos asuntos antes de despedirme de mi poder como noble—
—Comprendo, suerte Blaz—
El chico peli-blanco se despidió de ambos con su mano levantada y moviéndola en compas con el viento.
Desde una ventana, ubicada en el segundo piso del edificio dos mujeres observaban a los dos chicos con miradas perdidas tratando de saber a dónde ir.
—¿Ese es el impuro que aceptaste? —
—Si, ¿no es lindo? —
—Sabes que no hablo sobre su cara, me refiero a por qué permitiste que ingresara a la academia si en las pruebas solo utilizo cristales de mana—
—Porque yo digo que lo necesitamos, ¿no crees que es suficiente motivo? — dijo la mujer con un tono grave y siniestro.
—Honestamente, nunca entiendo que es lo que estás pensando—
—No te preocupes, lo veras después de la ceremonia de ingreso—
La mujer de un vestido rojo carmesí y de detalles plateados se volvió una con la oscuridad desapareciendo de la sala.
—Siempre presumiendo. Bueno será mejor que me prepare para recibir a los nuevo—
La mujer con ojos de pez muerto y de cabellos rojizos camino con hacia la puerta de salida, cerrándola con un movimiento exagerado.
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