Segadores Saga Primera - 05
El viento de la noche mecía el largo cabello de Jessenia mientras observaba la figura envuelta en prendas viejas que había visto con anterioridad. La primera vez por las calles del reino y la segunda en el palco de su habitación. Pese a la altura, aun podía distinguir los brillantes ojos azules de la persona.
El Segador sostenía sus dos armas predilectas con fuerza, frente a su cuerpo y en espera del ataque de sus dos monstruosos oponentes. Sus ojos se mantenían serenos e imperturbables.
— ¡Tengan cuidado! —les advirtió la bruja—. ¡No subestimen el poder de un Segador!
— ¡No se preocupe!
— ¡No se preocupe!
Respondieron al unísono. Los monstruos altos, musculosos y de piel verde y escamosa, comenzaron a apretar sus nudillos en señal de que estaban listos para el duelo. Ambos comenzaron a sonreír mostrando sus largos y amarillentos colmillos, claramente estaban seguros de su victoria.
— ¡Yo lo terminare, Jenxs!—dijo avanzando unos pasos—. No es necesario que te entrometas.
—Es mejor si peleamos juntos. Ya escuchaste a nuestra ama, no debemos subestimar a esta persona.
— ¡No seas llorón! —le espeto su compañero—. ¡No lo vez, es solo un humano! ¡Los humanos son débiles por naturaleza, solo sirven como ganado para nosotros!
—Derroto a todos los guardias para llegar hasta aquí—le recordó su compañero de igual altura.
—Eso no es nada. No deja de ser un simple humano, uno que quizás sea más fuerte que la mayoría, pero humano a fin de cuentas. ¡Yo solo me basto, así que no interfieras! Ya lo veras, lo acabare de un solo golpe.
El Segador no se había movido. Jessenia veía desde donde se encontraba la clara desventaja de la batalla. Una persona, de ese tamaño y ese porte, peleando solo contra unos monstruos que evidentemente lo superan en fuerza, tamaño y tal vez en velocidad. Aunque, por supuesto, la chica de largo cabello plateado nunca había visto un duelo entre un ser oscuro y un Segador. Ahora, por primera vez, presenciaría un combate totalmente diferente a los que estaba acostumbrada ver entre los caballeros de su reino.
Desde las alturas, la linda chica observa como el monstruo verde se aproxima a su oponente con una velocidad y agilidad que no podían ser imitadas por ningún humano. Cuando la bestia ya estaba detrás de su oponente, con su enorme brazo levantado y listo para aplastar a su enemigo de un solo puñetazo, se le ocurre decir unas palabras de triunfo para marcar su victoria:
— ¡Aquí termina tu vida, Segador! —bramo a nadie en particular, solo quería hacerse escuchar.
Y sin poder dar una explicación a lo que veían, todos los presentes: Jessenia, la bruja y el otro monstruo verde que no interfirió por petición de su compañero, observaron desde sus lugares como la mitad de arriba de la bestia se desprendía de la parte de abajo. Las dos mitades cayeron hacia atrás, el suelo se impregno de un charco de varios litros de sangre verde, los órganos de la criatura yacían desparramados por doquier.
Quizás los guardias del castillo no mostraban signos de dolor ni miedo por algún sortilegio que la bruja les haya echado, pero ahora mismo, las expresiones de la bruja y el monstruo que sobraba eran de un terror puro. Jessenia miraba entre horrorizada por la brutal muestra de habilidad de aquel individuo y al mismo tiempo de asombro. Pues ninguno de los presentes pudo seguir los movimientos del Segador. Según ellos, él se quedo quieto, completamente inmóvil y un segundo después, su oponente yacía partido por la mitad y uno de los largos cuchillos del encapuchado estaba impregnado de sangre verde.
Con indiferencia, el Segador blande su cuchillo derecho y la sangre que tenia embarrada sale despedida por el aire. Y a continuación, sus brillantes ojos azules veían fijamente a la criatura que faltaba, preguntándose si él haría el primer movimiento o tendría que llevarlo acabo él mismo.
El monstruo, por su parte, empezaba a temblar, parece que después de unos segundos de silencio había tenido tiempo suficiente para pensar y reflexionar sobre lo que había visto. Entre una mezcla de furia y miedo; la bestia aprieta con fuerza los puños así como los colmillos. La ira que crecía en su interior al ver a su hermano muerto tendido en el suelo de la torre solo era equiparable al profundo miedo que le infundía esos fríos ojos azules. En su larga vida ha matado y devorado a muchos humanos y también peleado contra otros seres oscuros, pero esta era la primera vez que sentía un terror como aquel.
Los ojos de ese Segador no estaban inyectados de ira, pánico o algún otro sentimiento fuerte. Estaban impregnados de una absoluta indiferencia, como si lo que acabara de hacer: con su hermano muerto y el resto de los guardias, fuera tan natural para él como respirar. Ni siquiera tienes conciencia de que respiras, tan solo lo haces, de ser así, aquella pelea era lo mismo para el encapuchado. Solo un día más del montón, solo un par de muertes más del montón, solo un trabajo más. Era esa misma naturalidad lo que lo aterraba, pues nunca había enfrentado a un oponente que se mantuviera con esa fría tranquilidad.
Todos sus pensamientos estaban hechos un caos, no sabía que hacer. Podía huir lejos de ese monstruo que yacía inmóvil y abandonar a su ama a la suerte, podría tragarse su miedo y pelear contra ese asesino y aceptar una muerte honorable en la cual peleo hasta el final. Pero el deseo por seguir viviendo seguía latente en su interior. No lo conocía, pero estaba ciento por ciento seguro que si se diera la vuelta y huyera, el Segador no lo seguiría. ¿Estaría bien hacer eso? ¿Huir y dejar a su ama abandonada bajo las garras de ese espeluznante monstruo?
De súbito todos sus pensamientos se destruyeron. El Segador comenzó a caminar con lentitud hacia delante. La enorme y musculosa bestia verde no sabía si era para luchar contra él o para ir directo hacia su ama. ¿Qué haría? ¡¿Cuál era la respuesta correcta?! ¡Huir y seguir con vida o luchar y morir! Su corazón latía con una fuerza exagerada, casi parecía un tambor. Él no lo notaba, pero sus piernas le temblaban amenazando con tumbarlo, el sudor corría por su ancha frente. Su instinto de bestia le decía que huyera, que ese no era un enemigo al que podía derrotar, pero la lealtad y fidelidad que sentía hacia la bruja lo hacían vacilar. Poco a poco, la temible y poderosa presencia que emanaba el Segador se volvió absoluta como los rayos del sol. El monstruo estaba a punto de perder la cordura.
Desde la altura, Jessenia miraba impresionada la forma en que ese misterioso individuo tenía dominado a su oponente. Las piernas largas de la bestia al igual que sus largos brazos le temblaban con un movimiento claramente reconocible. Por un segundo, la chica de largo cabello plateado creyó entender el sufrimiento por el que pasaba ese pobre monstruo, visto desde la altura y completamente domado por su contrincante, daba un poco de lastima. Parecía un enorme niño conteniendo el impulso de correr y llorar. La idea de pelear contra un enemigo que te puede matar sin que tu mismo te des cuenta, tenerlo frente a ti y no poder verle la cara para estar seguro de a que clase de monstruo te enfrentas, debe suponer un miedo y un estres inimaginables.
Pero finalmente, la poca cordura que le quedaba al monstruo se rompió con un claro ruido reconocible, era como si su mente fuera un espejo y de pronto se rompiera en pedazos.
La bestia predico un potente bramido al cielo, alargo los dedos de cada mano, las uñas de estas, que eran de un color negro, se alargaron unos cinco o siete centímetros, se veían tan afiladas como las garras de un león. Y dominado por un impulso de locura, ataca a lo loco a su oponente. Éste lograba evadirlo y bloquearlo sin ningún esfuerzo. En cuanto lo tuvo lo bastante cerca, observo sus amarillentos ojos consumidos por una locura indescifrable. Entonces le zampo una patada en la barbilla que lo dejo tumbado boca arriba. Escupiendo sangre verde de la boca y con unos cuantos colmillos rotos, permanece consiente. El encapuchado se vuelve y lo miro por el rabillo de su brillante ojo derecho.
—Desaparece. No me interesa luchar contra quienes han perdido la voluntad de vivir. Tú no vales mi tiempo.
Y dándole la espalda como si el monstruo fuera un niño caprichoso que no para de llorar porque no lo han complacido, el Segador reanuda su camino hacia la bruja.
Al parecer, dentro de la mente del monstruo, un leve atisbo de orgullo y cordura permanecían intactos. Las palabras de desprecio que el encapuchado le dijo fueron la clave que lo despertó. Ahora se encontraba un poco más tranquilo, invadido por la ira, el ser despreciado por este individuo fue la gota que derramo el vaso. Se levanto, se limpio la sangre y le hablo con su voz fuerte y áspera:
—Ama, lo lamento mucho, pero no puedo dejar que este bastardo se salga con la suya—le dijo a la bruja que lo estaba escuchando, mientras su oponente seguía dándole la espalda y avanzaba haciendo oídos sordos a lo que su oponente decía—. Si he de morir… ¡Moriré luchando como mi hermano!
El monstruo tomo uno de los picos puntiagudos que tenia incrustado en la espalda y lo blandió como si fuera una espada. Cuando ya estaba detrás de su oponente, éste se movió con una velocidad impresionante, pero a diferencia de su primer ataque, Jessenia y la bruja si pudieron seguirlo. El Segador tomo sus largos cuchillos y rodeo a su enemigo, mejor dicho, paso por encima de él, por delante de él, por los lados e inclusive por debajo de las piernas. Una serie de rápidos y certeros movimientos en pocos segundos. Cuando hubo terminado su ataque, el Segador dio un salto de varios metros hacia atrás para protegerse de lo que ocurriría a continuación.
Los ojos del monstruo vieron por última vez a su ama, a la que le había sido fiel y luego a la resplandeciente luna llena, quien siempre fue como una madre que los protegía de las garras abrasadoras del sol. Unas finísimas líneas de sangre verde aparecieron por todo el cuerpo del monstruo. Finalmente, la sangre del interior del cuerpo ya no pudo seguir conteniéndose y al igual que un globo que se llena hasta el tope de agua, el cuerpo de la bestia explota. Los restos de su cuerpo salieron despedidos por todas las direcciones y la sangre ensucio todo a una distancia de ocho metros.
Debido a la cercanía, varias gotas de sangre de su antiguo sirviente cayeron sobre la bruja, Jessenia quien permanecía inmóvil en lo alto se había librado de quedar manchada. Pero inclusive esta chica, quien nunca en su vida había presenciado una escena de ese nivel, empezó a despedir lágrimas de terror. Su cuerpo entero empezó a temblar y al igual que la doncella que había presenciado aquella pintura grotesca, con todos esos cadáveres mutilados en una de las habitaciones, se contuvo todo lo que fue capaz para no vomitar desde la altura.
El Segador, como si nada hubiese pasado, continuo su camino. Cuando estaba a unos cuantos metros de la bruja con cara de mujer por un lado y cara de bestia por el otro, se detiene. Ambos se observan por largos segundos. Finalmente, la bruja suelta todo lo que tenía que decirle:
—Tu… ¡Maldito, como te atreves a matar a mis Familiares! ¡Quien demonios eres! ¡Porque eres tan fuerte!
El Segador se quito la capucha que cubría todo su rostro y finalmente se muestra tan cual es: un joven que no supera los veinte años, sumamente atractivo, largo cabello negro y puntiagudo hacia abajo, sus ojos, por supuesto, son de un llamativo color azul. Su mirada era afilada pero carente de emociones. No obstante, sus ojos emitían un inusual destello brillante.
En cuanto Jessenia posó sus ojos sobre este muchacho, creyó que quien estuviera bajo la capucha no podía ser humano después de ver lo que hizo. Se lo imagino con piel negra como el carbón y enormes y largos cuernos en la cabeza y tal vez una larga cola. Su imagen de él era una mezcla entre humano y demonio. Pero no era nada por el estilo. En cuanto lo observo se impresiono y no pudo creer que un muchacho como aquel, con una cara un poco infantil y con su piel tan tersa y suave, pudiera ser el autor de tan terribles asesinatos. La chica de cabello plateado estaba entre impresionada y confundida, mientras que la bruja, que en pocos momentos antes, tenía un semblante arrogante y segura de mi misma y un tanto sádico, estaba algo atemorizada. Como si se negase a creer una verdad absoluta.
—El…El… Segador Oscuro. ¡La Muerte Negra! —retrocedió todo lo que pudo aterrorizada. Lamentablemente, llego al final del suelo, piso el vacío y luego se aferro a la torre intentado calmarse y recordando quien era ella en realidad—. Eso explica porque eres tan fuerte.
Entonces el joven se volvió hacia Jessenia, ignorando por completo a la bruja. La miraba con indiferencia, luego de unos segundos le hablo con voz tranquila y calmada:
—Voy a liberarte del contrato que esta bruja hizo contigo, espera un momento.
«Liberarme… del… contrato»
Fue lo que pensó cuando escucho la sorpresiva voz tranquila del muchacho. Sinceramente cuando por fin lo escuchara hablar se esperaba más bien un tono fuerte, agresivo, salvaje y un poco demencial. Nunca había estado tan equivocada en su vida, la voz de este sujeto era todo, menos salvaje y agresiva, pero aun así, notaba la falta de emociones en aquel sereno tono. Luego recordó las palabras que le había dicho. ¿En verdad podría liberarla de ese contrato? Pero que significaba ser libre. Acaso eso implicaba matar a la bruja y que ella permanecería con el deseo de enamorar a quien sea que la mire por primera vez. O acaso romper el contrato significaba eliminar esa habilidad que la bruja le había dado, pero al hacerlo, Jessenia regresaría hacer la misma de antes. Una vez más, sería esa pobre e insignificante niña solitaria que era rechazada por todos.
— ¡No cantes victoria tan pronto Segador! —espeto la bruja quien había recobrado un poco de valor.
El Segador ignoro las palabras de la deforme mujer y permaneció observando a Jessenia directamente a los ojos. La mirada del chico era inescrutable, pero parecía que estaba viendo el interior de la chica a través de sus ojos. La muchacha se ruborizo por unos momentos al ser observaba por aquella fría mirada. Ciertamente estaba acostumbrada a ser vista por todos, hombres, mujeres, niños e inclusive ancianos, pero las miradas de toda esa gente siempre eran tontas y llenas de una falsa alegría y felicidad. Jessenia podía ver las mentiras dentro de esos ojos, pero ahora; el Segador la miraba con ojos sinceros, él en verdad no sentía absolutamente nada cuando la observaba y la chica debía admitir que eso le gustaba. Ser vista directamente a los ojos y que la otra persona no sintiera nada era algo nuevo y atrayente para ella.
El joven aparto la mirada y volvió a fijarla en la bruja quien tenía el brazo derecho levantado por encima de su cabeza con la palma de la mano abierta; a unos metros de esta, un enorme circulo de color café claro lleno de runas y símbolos había aparecido de la nada y del interior de este, una enorme criatura había emergido. El ser era alto, debía medir unos diez u once metros de alto, estaba envuelto en plumaje negro, sus ojos eran rasgados y de un color rojo sangre, su pico de tinte ámbar debía medir dos metros de largo. Sus patas tenían afiladas garras negras y una vez que su cuerpo entero finalizo de emerger, batió al aire sus monumentales alas oscuras al mismo tiempo que soltaba un impresiónate bramido al cielo que hizo eco por toda la ciudad de esa montaña. El poderoso viento que era despedido por el batir de sus enormes alas amenazo con tumbar al Segador, pero este clavo uno de sus largos cuchillos al suelo y se aferro con fuerza, aunque por supuesto, el joven miro con sus brillantes ojos azules a la nueva bestia con una impresionante indiferencia.
— ¡Devóralo! —le ordeno la bruja.
El enorme animal alargo el cuello, se volvió y observo a la diminuta persona que se reflejaba en sus brillantes ojos color sangre. La bestia saltó del círculo que lo había traído y voló alto en el cielo hasta perderse de vista. Abajo, en el reino, los ciudadanos fueron bruscamente despertados a mitad de una noche estrellada por aquel terrorífico sonido. Las luces de las viviendas se encendían una tras otra, la mayoría de estas personas observaban el castillo que se levantaba orgulloso sobre una alta colina. Pero de pronto, los gritos de muchas personas inundaron toda la ciudad, pues habían visto a la enorme bestia surcar el cielo oscuro. Cuando ésta pasaba cerca de las casas de los aldeanos, una poderosa corriente de aire los azotaba amenazando con llevárselos volando como si de un tornado se tratase. Pero las viviendas y sus ocupantes resistieron el impacto y vieron como la enorme criatura volaba en dirección a la torre más alta y todos se preguntaban que estaba ocurriendo en el castillo.
—Así que eres una bruja que se especializa en invocaciones—dijo el Segador en tono despreocupado mientras observaba el cielo oscuro—. Debiste usar una gran cantidad de energía mágica para traer a esa bestia desde tan lejos.
La bruja empezó a reír con arrogancia en cuento sintió que su bestia mágica se aproximaba a la torre a gran velocidad.
—Si vas a matarme hazlo ahora—dijo la deforme mujer con alegría—. Una vez que mi invocación llegue te devoraba a ti y a toda la gente de este cochino reino.
—Ya no te interesa alargar tu vida por medio de ese ridículo ritual que tu gente usa.
—El ritual solo puede ser usada una vez, ya no me queda la energía para realizar otro y tampoco para extraer el alma. Si he de morir, moriré muy feliz sabiendo que me lleve conmigo a un despreciable Segador mal agradecido.
Pero entonces, el Segador tomo por el cuello a la bruja y la levanto con una asombrosa facilidad. La apretó con fuerza cortándole la respiración.
— ¡Si me matas ahora ya no habrá nadie que detenga a mi invocación!
—No te preocupes, yo puedo encargarme de ese pajarraco que trajiste.
Pero entonces, la enorme bestia oscura apareció volando a una asombraba velocidad. El Segador la observo como alguien que ve pajarillos cantando en los árboles, como si no fuera la gran cosa y de un solo bocado, la impresionante criatura devoro la mitad del cuerpo del muchacho, es decir, el torso y dejo atrás de la cintura para abajo. Lo empezó a masticar dentro de su largo pico, el crujir de los huesos del Segador se escucha completamente. La bruja comenzó a toser por la abrupta cantidad de aire que le llego a los pulmones una vez que su enemigo había desaparecido dentro del estomago de su invocación.
Completamente segura de su victoria, la bruja comienza a reír, al principio despacio y para ella misma, pero a los pocos segundos, su risa se convierte en una estrepitosa carcajada que resuena por toda la torre.
Jessenia, que hasta hace un momento creyó que el chico era invencible y que quizás él podría salvarla de su deseo, ve sin poder hacer nada como el enorme pajarraco termina de pasarse el cuerpo mutilado de lo que antes era su salvador. La criatura se poso alta en el centro de la torre esperando por las órdenes de quien lo había llamado.
— ¡El mayor defecto de los Segadores es su arrogancia, todos se creen invencibles, hay que hacerles ver que se equivocan!
La bruja continuaba con sus estrepitosas carcajadas completamente segura de que ahora si su victoria era completa. Su oponente yacía hecho pedazos dentro del estomago de su bestia y en pocos minutos los jugos gástricos del estomago del monstruo disolverían lo último que quedara de él.
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